Entre las dos Castillas
Iremos desde La Iglesuela a la ermita de la Fuente Santa donde tomaremos un camino en dirección nordeste que nos llevará, tras ascender al Cerro del Cuadro, hasta el río Tiétar, que en esta zona es de singular belleza por discurrir entre un bosque de pinos autóctonos. Además, en estos parajes es muy abundante la cigüeña negra y un gran número de rapaces y otras especies de aves.
Descendemos después el Tiétar por su misma ribera si vamos andando, o por un camino que nos conduce a la carretera de Casavieja. Junto al puente de la carretera, río arriba, se halla otro puente más antiguo en un paraje muy ameno, donde podemos, como en el resto del trayecto fluvial, intentar pescar algún barbo, cachuelo e incluso black-bass. En el descenso del río se adornan las orillas con algunas alisedas, saucedales, choperas y fresnedas, en los lugares, donde el regadío y las plantaciones de espárragos, no han deteriorado el bosque de ribera. También encontraremos tres ejemplares de molino de agua que dan un toque pintoresco al entorno, sobre todo el conocido como de Castillo construido en obra de buena sillería con un gran canal elevado.
Llegamos después a la desembocadura de la Garganta Torinas en el Tiétar, desde donde subiremos al pueblecito de Sartajada. Tenemos dos opciones: o ir hacia el pueblo por un camino que pasa por un puente cercano, o mejor, ascender por la ribera oeste del arroyo en un paseo muy agradable siguiendo las sendas de las vacas o un canal un poco más elevado que nos lleva hasta una presa junto la que se levanta un arruinado molino.
Menos de un kilómetro nos separa de un puente medieval, romano para algunos, por el que podemos volver a La Iglesuela o ir a Sartajada, pueblo famoso por haber tenido en tiempos una pujante artesanía alfarera con numerosos hornos árabes en su caserío. Sus pequeños cántaros eran célebres en toda la comarca por la frescura con que mantenían el agua, y tanto es así que cada vez que se rompía alguno se decía «Eso se ha oído en Sartajá» en referencia a que aumentaría el negocio alfarero de sus habitantes. Hoy permanece abierto un taller donde podremos adquirir su alfarería tradicional.
Podemos volver a La Iglesuela a través del camino del “puente romano” o subir hacia la carretera, y al pasar por el paraje conocido como Arroyolugar visitar un curioso museo al aire libre de escultura popular. El artista es Longino, un pastor ya fallecido que talló en los bloques graníticos enormes esculturas con motivos animales en un curioso safari pétreo.
Otra excursión que podemos realizar desde La Iglesuela nos llevaría por un camino hasta el extremo oriental del Cerro de la Mesa, desde donde ascenderíamos hasta la encina del Gacho, un árbol singular por sus grandes proporciones, todo un monumento natural. El proverbial cochinillo de La Iglesuela nos repondrá de la caminata.
No recuerdo el puente romano de la garganta Torinas. Tendre que volver.
Hola!!! No tendrás el track de la ruta ?? O es fácil de seguir??
Cuando hice las rutas no había esas cosas. Un poquito de aventura siguiendo los caminos no está mal.