EL PALACIO DEL INFANTE DESTERRADO EN ARENAS Y VELADA
En Arenas de San Pedro pasó sus últimos días el infante don Luis de Borbón. Había nacido en 1727 y sus padres fueron Felipe V e Isabel de Farnesio. Su hermano mayor fue el rey Fernando VI, pero al morir sin descendencia fue otro de sus hermanos, Carlos III, que a la sazón reinaba en Nápoles, el que se convirtió en el cuarto Borbón de la monarquía española ya que el rey Luis I tuvo un reinado de muy corta duración por su muerte prematura y, de hecho, a nuestro personaje se le puso por nombre Luis en recuerdo de su hermano mayor fallecido.
Con ocho años de edad es nombrado cardenal de Toledo. Éste y otros cargos, entre los que contaba ser maestre de las cuatro órdenes militares fueron atendidos por administradores que gestionaban su considerable fortuna, mientras que Luis residía en la Corte y nunca se ordenó sacerdote, renunciando en 1754 al capelo cardenalicio por graves problemas de conciencia, debido a que, como buen Borbón, su obsesión por el sexo era casi enfermiza, por lo que después de numerosas escapadas y devaneos renunció a la púrpura cardenalicia. Incluso llegó Carlos III a desterrar al pintor Paret por haber hecho presuntamente de alcahuete del Infante en sus salidas amorosas. Entre otras, hubo una amante llamada Mariquita, que tuvo un hijo de sus relaciones y fue desterrada a Palencia por el Consejo de Castilla. Se sabe también que contrajo una enfermedad venérea que hizo renunciar por miedo al contagio a alguna de las reales candidatas a contraer matrimonio con el Infante.
La legislación de entonces, que exigía que el rey fuera nacido en España, habría llevado a que la sucesión de Carlos III no hubiera recaído sobre su hijo, el futuro Carlos IV, sino sobre su hermano Luis, por lo que tanto el Rey como Isabel de Farnesio hicieron toda clase de maniobras para impedirlo, hasta el punto de que Carlos III se llevaba a su hermano a las cacerías para evitar cualquier tipo de intriga que le llevara a la sucesión e incluso al trono.
Conociendo de su inclinación por las mujeres, el rey permitió que Luis se casara con una mujer sin sangre real, hija de un militar y de la condesa de Torresecas, lo que sirvió de pretexto para apartarle de la línea sucesoria, siendo incluso desterrado de la corte, de la que debía mantenerse apartado una distancia determinada. Primero se pensó en que residiera en Talavera, pero la distancia a Madrid no era suficiente, por lo que pensó en construir un palacio en Arenas de San Pedro. Mientras se construía el edificio, don Luis vivió largas temporadas en el palacio de los Marqueses de Velada, villa a la que se trasladó frecuentemente con su familia y en la que residió con su pequeña corte, compuesta entre otros por músicos como Bocherini y pintores como Goya o Paret. Fue dueño de colecciones artísticas y científicas de gran valor para la época. En Velada nacieron sus dos hijas y se conservan en su iglesia las crismeras con las que recibieron el bautismo y que regaló el infante a la parroquia. Una de estas “velaínas” sería más tarde la condesa de Chinchón y con ella se casaría el valido Godoy. Fue don Luis protector de las artes y Goya pintó retratos tanto de toda la familia del infante como de las de sus hijas, como el famoso de la condesa de Chinchón que se encuentra en el museo del Prado y en la que se ven las cumbres de Gredos al fondo.
El Infante murió en Arenas, su cadáver fue llevado a la capilla del monasterio de San Pedro y constan en los escritos las protestas de los monjes por mantenerse allí el cuerpo en putrefacción. En 1800 fue llevado con todos los honores a El Escorial. Su sobrino Carlos IV, de paso por Velada, quiso visitar las estancias en las que vivió su desgraciado tío. Su mujer tuvo prohibido ver a sus hijos durante siete años hasta que el Rey lo permitió compadeciéndose de ella, que pasó largas temporadas en Velada. Los sirvientes del Infante vendieron gran parte del patrimonio del palacio de Arenas y muchas de las pinturas y ricos adornos fueron a parar al palacio de Boadilla del Monte, que también perteneció a don Luis.
EL PALACIO
Sobre el elevado paraje de La Mosquera cedió el ayuntamiento de Arenas los terrenos necesarios para la construcción del palacio del Infante, a cambio de realizar algunas obras de interés para el municipio.
Se encomendaron los planos a Ventura Rodríguez, que realizó una traza de líneas sencillas. Las obras comenzaron en 1780, aunque finalizaron tres años más tarde sin que se hubieran realizado más que en un sesenta por ciento de la superficie del proyecto inicial, ni se hubiera acabado en todos sus detalles la magnífica portada principal con tres arcos, sobre los que se sitúa un balcón con balaustrada y seis columnas dóricas adosadas. De los jardines apenas queda nada de lo que fueron, pues han desaparecido los adornos, fuentes y esculturas, además de las exóticas especies que los poblaban. En la cercana Casa de Oficios vivían los sirvientes y también había cuadras donde se alojaban los caballos y los perros que tan frecuentemente utilizaba el Infante en su mayor afición después del sexo, la caza. De los cuatro torreones que remataban las esquinas del edificio solamente se construyeron dos. En el interior son de destacar su escalera monumental, sus pisos de piedra, sus novedosas letrinas o el patio con una sencilla fuente.
Pocos años más tarde, invadida España por los franceses, utilizaron el palacio como cuartel general durante su estancia en Arenas y quemaron la villa, sufriendo su población la brutal violencia de las fuerzas napoleónicas.