EL JÉBALO (3) DE ROBLEDO AL MARTINETE
Siguiendo nuestro recorrido fluvial por el Jébalo salimos ya del valle de Robledo del mazo para recorrer una zona agreste y solitaria que recomiendo recorrer en verano calzado con unas zapatillas viejas que nos permitan ir andando por el río y darnos un chapuzón de vez en cuando. El río está aquí muy limpio y podemos disfrutar de pozas y remansos con aguas trasparentes y no muy frías desde las que no será extraño ver algún corzo o venado y tropezarnos con alguna nutria.
A mitad del recorrido nos encontramos con una presa arruinada que desviaba el agua para llevarla a la central hidroeléctrica del Jébalo, que dio luz a algunos pueblos de la comarca.
Podemos aquí coger el canal que parte de la presa y dejar el río para caminar más cómodo con unas magníficas vistas sobre el valle fluvial.
Llegamos por fin a un ensanchamiento del canal desde el que desciende un tubo que con el caudal que conducía movía la turbina eléctrica.
Río abajo se encuentra el puente de la carretera de Espinoso a Buenasbodas con buenas pozas y tablas en la zona para pescar o refrescarse. Más abajo están los restos del artificio que da nombre al paraje, una construcción semiarruinada que alojaba un mazo o martinete que era movido por una rueda vertical que a su vez hacía girar un eje con dientes que hacía golpear un martillo contra las chapas de hierra o cobre que se querían afinar y moldear.
y más abajo aún se encuentran los grabados rupestres del Martinete que hemos descrito más pormenorizadamente en otra entrada pero vamos a recordar que debemos seguir por la ribera río abajo, mejor por la orilla derecha para evitar problemas con el guarda de la finca, y vamos observando la orilla contraria hasta que veamos una gran roca lamida por las aguas en cuya superficie se encuentra una muestra del llamado arte esquemático de la Edad del Bronce, aunque es probable una mayor antigüedad en su ejecución pues algunos especialistas retrasan su datación hasta la Edad del Cobre o Calcolítico, con más de 4500 años, e incluso otros llegan hasta el epipaleolítico añadiendo un par de milenios más.
La mayor parte de los grabados están realizados con técnica de piqueteado sobre unas superficies rocosas lamidas por el Jébalo en sus crecidas y situadas en un lugar intrincado que tiene algo de mágico por su entorno y por su aspecto de «capilla» o de recogido paraje religioso. Muchos de los motivos son homúnculos, es decir, hombrecillos esquemáticos en diferentes actitudes, como uno de ellos, por ejemplo, que parece representar un arquero caído.
También aparece la imagen de la cabeza de un cérvido y lo que da la sensación de ser una escena de lucha entre otro animal astado y un hombre. Además, se percibe un carro o una vivienda esquemática y otros signos y dibujos muy sencillos pero de difícil interpretación. Las figuras se distribuyen sobre un panel principal y otro secundario más elevado y situado más hacia el norte. Detrás de los grabados se observan también pinturas en tonos rojizos muy desvaídos en los que se distinguen dos imágenes formadas por círculos concéntricos con el típico aspecto de los ojos esquemáticos que caracterizan a muchos idolillos hallados en los dólmenes y en otras estaciones de arte esquemático.
En la msma orilla pero más abajo aún desemboca el arroyo de los Maíllos cerca de la aldea de El Portezuelo, hoy finca particular. En ese arroyo se encontró una roca con una inscripción en lengua prerromana, probablemente ibérica que encontró Jiménez de Gregorio.