LA IGLESIA DE SAN ANDRÉS
HISTORIA
La historia del barrio de la Puerta de Cuartos ha estado siempre relacionada con la iglesia y parroquia de San Andrés. Alrededor de ella giró la vida de esta popular barriada que aproximadamente coincide con los llamados arrabales viejos de la ciudad de Talavera. En el fondo del Monasterio de San Clemente de Toledo del Archivo Municipal de Talavera aparece la parroquia de “Sant Andree” en la escritura de unas casas vendidas en 1203. Otro documento de la Colegial de 1477 habla de la venta del huerto de un judío «en la collaçion de la iglesia de San Andrés». El templo primitivo debía ser de notable antigüedad porque al levantar los cimientos para realizarse las obras de reconstrucción de 1560 se encontró, como en la iglesia de San Miguel, «debajo de tierra un sepulcro labrado de ladrillo en el qual avía un pedaço de grana colorada y otras cosas que mostraban averse enterrado allí persona principal».
La escasez de población en su entorno hace que durante el siglo XV este templo se convierta en anejo de la iglesia de Santa María o «Colegial», cuyo cabildo «ponía en ella un capellán que dijese misa, sin que hubiese en ella sacramento ni se enterrase en ella». Pero en 1520 «era esta parroquia por su mucha vecindad y mucho trabajo, de gran embarazo para la Colegial, y así acordó en cabildo de ponerla en manos del arzobispo de Toledo, que a la sazón lo era el Cardenal don Guillermo de Croy para que le proveyera de cura propio escribiéndole a Flandes…». Así, el seis de Junio de ese año, comienza la andadura independiente de esta iglesia con un tal Juan Velázquez como cura párroco de la misma.
«Era entonces esta parroquia muy estrecha y estaba muy mal parada de calidad que amenazaba ruina, por lo cual el año de 1560, siendo cura propio de ella el Ldo. Pero López natural de esta villa, deseoso de reparar su iglesia, dio traza de que entre los vecinos de su feligresía se hiciese un ofertorio que bastó para derribar lo viejo y crear cimientos de muy fuerte mampostería y se fue continuando esta fábrica hasta dejar acabada la capilla mayor; que después compró para su entierro Gaspar de Carbajal , hidalgo principal de esta villa.»
Para ello nombró como «capitán a un hombre de poca hacienda pero grande ánimo» llamado Juan Gómez de la Torre, que comenzó a granjearse gran número de «soldados». Este Juan arrendaba el río para vender la pesca y «permitió Dios por su buena intención que prendiese en las redes y cayeran en los cañales tanta abundancia que tenía que echar algunos en el río … Con estos ingresos vestía y armaba a sus soldados causando en la villa tanto regocijo en sus salidas, que animados también por el ejemplo del «capitán», que ofreció muchos ducados, ofrecieron todos con ánimo devoto tanta cantidad que se començo luego a labrar la yglesia de Sant Andrés desde los cimientos». Nos encontramos ante una interesantísima descripción de uno de esos ritos festivos conocidos como soldadescas que, en este caso, tenía la función de obtener fondos para la reconstrucción de la iglesia. Posteriormente otros dos “capitanes” consiguieron fondos para el artesonado de la capilla y la sacristía, ya que el tejado de las tres naves iniciales se acabó en madera tosca por haberse terminado los fondos de la primera iniciativa.
En 1596 se permitió custodiar en ella el Santo Sacramento por comisión del talaverano, entonces gobernador del arzobispado, García de Loaysa y Girón que, a su vez, obtuvo permiso del príncipe Alberto, cardenal y arzobispo de Toledo. Presidió la ceremonia el abad de la iglesia de “Santiuste” de Alcalá de Henares con gran concurrencia del pueblo, el regimiento y el cabildo de la Colegial.
Cuenta Francisco de Soto que «Pasados algunos años, y siendo cura de esta iglesia el Ldo Juan Bautista Baillo, la quitó los pilares de ladrillo que tenía a los lados, y la dejó de una nave muy capaz y la acabó de levantar y perfeccionar con la capacidad y hermosura en que hoy está, en que gastó mucha cantidad de ducados de su propia hacienda, de que nos dejó memoria de su gran ánimo y celo».
Durante el siglo XVIII la iglesia y el barrio estuvieron fuertemente vinculados a la Real Fábrica de Sedas que se encontraba en su demarcación. Así lo refiere su párroco en 1784: «En el distrito de esta parroquial están establecidas las Reales Fábricas de Sedas, por el señor D. Fernando el sexto en el año de 1748, en las que se trabajaban todas las manufacturas de esta especie y texidos tanto anchos como angostos, de todas calidades y colores, con oro, plata y sin ellos, tisúes y demás telas de cualesquiera clase tanto en las que caben en seda fina como la filoseda y toda clase de media de telar». Algunas casullas y capas pluviales que se conservan en la sacristía son de gran belleza y seguramente proceden de dicha Real Fábrica.
A principios del siglo XIX la amenaza de ruina motivó que de nuevo se hicieran reformas en el templo, principalmente en la techumbre. Durante la Guerra Civil sirvió como refugio a los huidos republicanos.
DESCRIPCIÓN
«La iglesia es de una sola nave con cabecera separada por arco triunfal de medio punto y de sección ochavada, aparejado en ladrillo. Al fondo hornacina abocinada que soporta el retablo.
El coro se sostiene por sendos pies derechos de fuste circular y orden dórico; balaustre de madera de bolillos. Zócalo de cerámica, probablemente del siglo XVII.
Se cubre la nave por cerchas de madera a dos aguas y el cabecero por artesonado. Bajo el coro, pila bautismal gótica cerrada con madera de bolillos del siglo XVIII.
El exterior es una fábrica de aparejo toledano que refleja fielmente el interior. Destacan los contrafuertes laterales, la espadaña en el hastial del pie y el ábside curvo del cabecero. Se cubre a dos aguas.»
Esta descripción pertenece al inventario del Ministerio de Cultura y a ella podemos añadir algunos detalles. En el exterior destaca sobre la puerta de acceso de la fachada norte un panel de azulejos del siglo XVII representando a San Andrés mientras que en la sur se encuentra la primitiva espadaña de aspecto más antiguo que el resto de la fábrica del templo y que no carece de encanto.
En el interior debemos destacar el gran lienzo central del retablo, una pintura del siglo XVII representa al patrón de la iglesia y que algunos autores atribuyen a Maella. En este cuadro es de destacar la buena factura del rostro del santo. Sobre ella se sitúa un lienzo más pequeño con el motivo del bautismo de Cristo. Otras dos pinturas completan el patrimonio pictórico de la iglesia, una copia de la Adoración de los Magos de Tiépolo pintada en el siglo XIX y un cuadro de la Entrega de las Llaves a San Pedro, que podría, según César Pacheco, haber formado parte de uno de los altares laterales que estaba dedicado a este santo y cuya interesante azulejería pasó luego a decorar el altar mayor.
Parte de la cerámica y ajuar parece que pertenecieron a la desaparecida iglesia de San Clemente, como es el caso de un aguamanil de cerámica del XVI que lleva la leyenda “Soi de San Clemente”. Del mismo material, época y autor es una pila de agua bendita de cerámica, también de gran calidad pero cuya cruz de San Andrés dibujada en el centro nos orienta a su pertenencia a la propia parroquia. No debemos dejar de reseñar el artesonado octogonal en madera de lacería mudejarista tardía así como la cerámica de la sacristía.
Es de destacar también la decoración pintada de sus muros recientemente descubierta.
Todavía permanece encastrada en sus muros la inscripción que el sobrino del arriba mencionado mecenas de esta iglesia, Gaspar de Carvajal, mandó colocar en el siglo XVII para recordar la protección y las obras que realizó su tío enterrado en la capilla mayor. Algunos de los bancos con escudo en marquetería, y puede que alguna imagen, proceden del cercano convento de El Carmen. Debemos por último referirnos a otras imágenes como un Cristo crucificado del siglo XVII y un probable San Juan del XVI que se encuentran en la sacristía así como un San José que está en un lateral de la nave del templo y, según Nicolau de Castro, parece tener ciertas características que orientarían hacia talleres de la escuela madrileña del siglo XVIII.