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LOS MOLINOS DE AGUA COMO REFERENCIA GEOGRÁFICA

LOS MOLINOS DE AGUA COMO REFERENCIA GEOGRÁFICA

Molino de rampa en Nuño Gómez

Además de su significación económica los molinos han tenido una gran importancia como lugares de referencia rural y han servido, dada la  antigüedad de muchos de ellos, como hitos en la determinación de las jurisdicciones de nuestros pueblos y en los amojonamientos de las dehesas. De hecho, el mayor número de las referencias a molinos que podemos encontrar en la documentación histórica, se halla en los expedientes de deslindes. Incluso las mismas piedras de molino han servido como mojones para delimitar los términos, como en el caso de Los Navalmorales en el siglo XVIII, cuando una muela señalaba la confluencia de cuatro municipios distintos.[1]

Molino en el arroyo Cubilar

Las mismas vías de comunicación se han visto a su vez condicionadas en ocasiones por las barcas que se instalaban en los remansos de las presas molineras o por los puentes que daban acceso a la industria molturadora.

Ya sabemos que el emplazamiento de los molinos dependía de muchos factores como las pendientes y caudales de los ríos, las comunicaciones, la propiedad de las tierras donde se asentaban o el régimen señorial bajo el que se encontraban, además de otros condicionantes económicos como era, sobre todo, la demanda de sus servicios derivada de la mayor o menor producción cerealista de la zona.

Molino de agua con horno adosado

Este último factor lo vemos reflejado por ejemplo en el hecho de que históricamente la zona con mayor cosecha de cereales ha sido la de Talavera[2], que aparece junto a Calera en tiempos de Felipe II produciendo trescientas fanegas por vecino, casi duplicando incluso en valores absolutos la cosecha de las siguientes comarcas cerealistas. Puede ser ésta una de las razones por las que las Tierras de Talavera, incluyendo a La Jara y la Sierra de San Vicente, cuentan con un número de molinos más elevado dentro del total del cómputo provincial, aunque también han influido en esta abundancia otros factores históricos y topográficos.

Menor importancia tuvieron otros condicionantes en el asentamiento de la molinería.Uno de ellos derivaba de las relaciones de vecindad pues el molino era una de esas actividades que hoy consideraríamos molesta. Así, aparecen en el refranero alusiones como “ Ni horno ni molino tengas por vecino” o “Guárdate de molino por confín ni de puerco por vecín”. Ruidos, trasiego de gentes y problemas con el uso del agua motivarían estas expresiones populares.

Aceñas del Conde en el Tajo

Pero quienes principalmente planteaban inconvenientes y constituían una permanente fuente de conflictos eran los hortelanos. Como es lógico, no eran muy amigos de que se utilizara el agua para otros fines que no fuera el regadío y por ello las disputas, que en muchas ocasiones acababan en procesos judiciales, entre molineros y hortelanos motivaron, ya desde los primeros códigos medievales, que las viejas normativas regularan la utilización del agua con unas prerrogativas determinadas y que el derecho de aguas sea uno de los más antiguos dentro de la legislación española.

Como ejemplo de estas antiguas reglamentaciones en materia de aprovechamiento de recursos hidráulicos, vamos a citar el caso de Huerta de Valdecarábanos donde hacia 1785 nos dice el párroco del lugar : “ Ai un arroio cuias aguas vienen encazadas y primero sirven a un batán… y después sirven para regar los cáñamos y otras sembrados. De estas aguas desde el sábado a las doce del día hasta el domingo siguiente, a la puesta de sol, es propia de esta villa y asciende su venta anualmente a diez mil reales. El martes es propia del señor de esta villa para regar dentro de sus veinticuatro horas sus posesiones. Los demás días se reparte según su orden entre los vecinos, a cuio efecto tienen sus veedores para avisar al dueño que le toca. El remanente, quando no se necesita, entra en la dehesa boyal y sólo en años de muchas aguas pasa a la vega y allí sirve para el molino que llaman de Dos Aguas”[3] .

Molino en las huertas de Alcaudete

Este caso en que el molinero es el último en el orden de preferencia para disfrutar el agua no suele ser frecuente sino que, por el contrario, los derechos de uso del agua para los molinos eran  generalmente más antiguos y solían prevalecer sobre los de los hortelanos, muchas veces a causa de haber sido miembros de la nobleza o de la iglesia sus propietarios en origen.

No sólo se disputaban los molineros el agua con los hortelanos, sino que también los ganaderos de zonas como la Sierra de San Vicente acostumbraban a regar sus prados mediante complicados sistemas de canales que llevaban el agua a sus praderas. Hay normativas locales donde se también establecen órdenes de preferencia en el aprovechamiento hídrico sobre pastizales y su relación con los canales y presas molineros, como es el caso de la  regulación de tradición popular que se puede consultar en el archivo municipal de Castillo de Bayuela, municipio situado en la zona con más tradición de regadío de pastos de la provincia, la Sierra de San Vicente.

[1] LORENZANA , Opus cit.

[2] SALOMON, N.: Opus cit. pp. 388- 391.

[3] LORENZANA, Opus cit. p.290.

Piedras de molino graníticas

MOLINOS DEL PUSA Y AFLUENTES

MOLINOS DEL PUSA Y AFLUENTES

Molino de Bodegas en el río Pusa

Alrededor del curso del río que le da nombre se formó el señorío de Valdepusa, ejemplo ilustrativo de la evolución histórica de la repoblación molinera tras la reconquista. Las primeras alusiones que aparecen corresponden a los molinos de Corralejo, sobre el Tajo y cerca de Malpica, eran propios del señor y cercanos a su castillo feudal1. El poblamiento medieval va ascendiendo por el río Pusa y en los deslindes con Talavera en el siglo XV aparece un molino del Andariego, topónimo que todavía hoy existe cerca de Santa Ana de Pusa.2

Ruinas de otro molino en el Pusa

El feudal construye varios artificios sobre el Pusa que aparecen en las relaciones de 1578. En verano se secaba el río y los vecinos debían acudir a moler al Tajo, a los molinos del señor y a otros que son particulares, lo que ya nos indica cierta liberalización de este sector económico.

Cubo de ladrillo y mampostería de uno de los molinos del Pusa

Si consultamos el Catastro de Ensenada del siglo XVIII, vemos que en San Martín de Pusa sigue moliendo el artificio que el señor tenía en el Pusa, pero en Navalmoral de Pusa, una capellanía es dueña de cinco molinos asentados algunos de ellos en las orillas del arroyo Navajata, mientras que el lugar de Santa Ana contaba ya en su término con dos molinos.

Canal elevado casi megalítico en un molino del arroyo Navajata

Subiendo el río se encontraba Navalucillos de Talavera, pueblo que pertenecía históricamente a La Jara aunque el Pusa pasa también por su término. Este pueblo se servía de cinco molinos en el Pusa, uno de ellos patrimonio de una cofradía.

Mediado el siglo XIX, hay dos molinos en San Martín, “algunos” en Santa Ana, seis en Navalmoral de Pusa y cuatro en Navalucillos.

Molino sobre el Pusa

De todos los ejemplares del río Pusa enumerados anteriormente quedan restos en la actualidad de once artificios con su sistema receptor repartido a partes iguales entre las rampas y los cubos, aunque algunos de estos tienen el suelo tan inclinado que podríamos considerarlos como receptores de cubo-rampa.En dos casos, (Pu 6) y (Pu 10) (Foto 53 y 54), el ingenio movilizaba dos piedras. Tienen plantas de tipo medio con varias dependencias anejas entre las que se incluye en tres de ellos la presencia de un horno de pan y una habitación con funciones exclusivamente de tahona.

Molino de Malpasillo en Santa Ana de Pusa

Se sitúan los molinos de Pusa a lo largo de todo el trayecto ribereño desde la zona serrana de Navalucillos hasta el puente cercano a San Martín, donde se encuentra el último reconocible (Pu11) que tiene un gran azud y conserva todavía el edificio, aunque ya no es perceptible el sistema receptor por haberse adaptado a motor en sus últimos años de funcionamiento, aunque mantiene el resto de la maquinaria.

El noveno ejemplar se adaptó a una turbina que también producía luz para Santa Ana y Retamoso y probablemente también molió con motor ya que conserva el depósito de refrigeración (Pu 9).

Molino en el arroyo Navajata de San Martín de Pusa

En el afluente del Pusa llamado arroyo Navajata, en el tramo que ahora se conoce como arroyo de Los Navalmorales, molieron tres molinillos, el primero tenía una rampa y un cubo anejo como receptores ( Na 1) y es el último de los tres que dejó de moler. El segundo (Na 2) conduce el agua, por un canal construido con bloques de piedra de grandes proporciones elevados sobre pilares, hasta un receptor de rampa construido con excelente sillería. Tiene una balsa de almacenamiento que servía además a un canal de riego. El tercer molino también era dinamizado por una rampa de buena sillería.

Al pasar por San Martín toma este arroyo el nombre del pueblo. A la salida del casco urbano se pueden todavía ver, aunque muy modificados por actividades ganaderas, los restos del llamado Molinillo con el que acabamos nuestro recorrido por los molinos de La Jara y Valdepusa (Sm 1)3.

1PALOMEQUE TORRES, A. : Opus cit.

2SUÁREZ ÁLVAREZ, Mº.J.: Opus cit.p. 87.

3VIÑAS,C. y PAZ, R.: Opus cit.JIMÉNEZ DE GREGORIO, F.: Opus. cit. Los Pueblos de … PORRES,J. y OTROS Opus cit. MADOZ, P. Opus cit. Ver los epígrafes respectivos a “San Martín de Pusa”, “Santa Ana de Pusa”, “Navalmoral de Pusa” y “Navalucillos de Talavera”.

MOLINOS DEL SANGRERA Y EL FRESNEDOSO

MOLINOS DEL SANGRERA Y EL FRESNEDOSO

Molino en el arroyo de Fresnedoso

El valle del Sangrera es el más occidental de los valles jareños. Uno de sus tributarios es el río Fresnedoso, sobre el que molían dos molinillos de cubo (Fr 1) y (Fr 2) que están en término de Espinoso del Rey.

Plantas de los dos molinos de Fresnedoso

El segundo tiene un cubo estrecho y algo inclinado que podríamos considerar un receptor híbrido tubo-cubo Un tercer molino se intuye por su canal y tal vez un pequeño cubo, justo en la desembocadura del Fresnedoso en el Sangrera (Fr 3).

Molinillo de Sangrera en el que se percibe su cubo formado por atanores y en primer plano el cárcavo

Las noticias históricas nos hablan de varios molinos de agua en el Sangrera funcionando desde antiguo. Cerca de la cabecera, en el paraje conocido como del Molinillo he  encontrado los restos de tres molinillos de cubo. Son cubos muy peculiares formados por anillos vaciados de piedra superpuestos. Solamente uno de ellos se percibe en su totalidad con su cubo inclinado y las ruinas de su edificio. Los otros dos están muy arruinados y ocultos por la vegetación (S 1, S 2 y S 3).

Croquis de los restos de molinos en la cabecera del Sangrera
Detalle del cubo-tubo inclinado de atanores en el Sangrera

Junto al puente de la carretera que lleva a Torrecilla de La Jara desde Talavera solamente se percibe la huella del canal y unos fragmentos de muros caídos pertenecientes a otro ingenio (S 4).

Otro de los cubos de atanores del Sangrera oculto por la vegetación

Sí permanece todavía en pie, ya en término de Retamoso, un gran molino de tres plantas que conserva en la más alta la vivienda y las cuadras, en la segunda las piedras y la maquinaria junto a la cocina y un palomar, y en la planta más baja, un motor de gasoil que auxiliaba al mecanismo hidráulico en épocas de escasez de agua y movía la maquinaria complementaria. El cuarto nivel estaba ocupado por el cárcavo con su rodezno (S 5) (Foto 52).En planos de los años treinta aparecía a continuación otro ingenio con el nombre de molino de Cedenilla del que hoy no quedan restos (S 6).

Planta del molino de Sangrera
Molino del Sangrera o del Grajo

Más abajo, frente a la finca El Bañuelo, se conserva solamente una presa bien rematada en sillería que pudo haber servido a otro ingenio más del Sangrera (S 6).    Mucho más abajo, frente a Pueblanueva se conserva el edificio molinero que tenía dos rampas como receptores y que molían ya desde el siglo XVI “en los años mojados abundantes de aguas”.[1]

Cubo del molino de Sangrera

[1] VIÑAS,C.  y PAZ, R.: Opus cit ver “Pueblanueva”, respuesta 20.

HISTORIA DE LOS MOLINOS DE LA JARA  Y VALDEPUSA ( y 2)

HISTORIA DE LOS MOLINOS DE LA JARA  Y VALDEPUSA ( y 2)

Uno de los molinos del arroyo de las Lanchas

En el valle de Robledo del Mazo se molía en la garganta de las Lanchas o en Riofrío, lo que quiere decir que todavía no se habían construido los más cercanos molinos del curso alto del Gébalo. Ya casi en el curso medio de este río, en el paraje del Martinete, sí debía existir ya algún molino pues desde Espinoso bajaban a moler allí.

En las relaciones de Espinoso también se declara que se muele en el río Fresnedoso. Se trata de seis molinos a los que se califica de retamizos, término que alude a la precariedad de estas construcciones de techo de retama. Pero es posible que por extensión se definan así a algunos sencillos artificios que se construirían con un pequeño apoyo en alguna roca del río sobre la que situar un par de vigas de madera que a su vez sostuvieran la piedra. Estos molinillos primitivos pero prácticos aparecen descritos en zonas nórdicas de Europa pero precisamente la precariedad de su construcción habría impedido su conservación hasta hoy.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es escanear0016.jpg

Otro dato curioso que podemos extraer de las Relaciones de los pueblos jareños es la mención que se hace en el interrogatorio de Campillo de la Jara de unos molinos calificados como de “sequera” en el arroyo Cubilar. Puede que sea ésta una referencia a los molinos que en el presente estudio denomino “de presa en arco invertido” por la forma que tienen las plantas de los cubos de muchos molinos de La Jara donde, debido a la escasez de caudal se almacenaba el agua en estas presas-cubo para poder así moler en tiempos de sequía. Se trata de cubos de tan grandes dimensiones que podríamos considerarlos como un tipo intermedio con el molino de presa de acceso directo, diferenciándose de éste en que la presa no se encuentra en el cauce del río y sí están dotados de canal en el caso jareño. También la misma palabra “Cubilar” que da nombre al arroyo, puede que haga referencia toponímica al gran número de cubos de molino que movía este pequeño arroyo.

Molino del arroyo de San Vicente

En Torrecilla y Espinoso molían ya en el siglo XVI algunos artificios situados sobre el Sangrera y el Pusa. En esta época es curioso constatar la existencia de un número de piedras incluso superior al actual, hecho que solamente se produce en la comarca que nos ocupa.

En la parte norte de La Jara durante todo el año, y en el resto de su extensión cuando se agostaban los arroyos, acudían las gentes a moler en las grandes aceñas del Tajo más cercanas. Hay un mayor número de alusiones como destino a los molinos de Silos y a los de Ciscarros pero es lógico pensar, a pesar de no haber citas concretas de moliendas en Talavera o Puente del Arzobispo, que también acudieran a estas grandes paradas, más teniendo en cuenta la férrea normativa de la cabeza del señorío más arriba comentada. En este sentido, solamente hay una respuesta de Las Herencias que narra cómo sus habitantes iban a moler a Cabañuelas, cerca de Talavera.[1]

Durante el siglo XVIII sigue aumentando la dispersión de los pequeños molinos maquileros y en Sevilleja ya muelen nada menos que quince piedras en el Riofrío, crece el número de ellos en otros arroyos más lejanos y aislados como el Fresnedosillo o el de San Vicente.[2]

Uno de los molinos de Riofrío

 

La Cuenca del Guadiana, en el sur de La Jara, tenía además otros arroyos molineros como el de Valdemoro, el Estenilla y otro río también llamado Fresnedoso, adonde  se iba a moler desde localidades como Puerto Rey, Minas de Santa Quiteria, Los Alares, Valdeazores y Anchuras que entonces formaba parte de la tierra de Talavera .

A mediados del pasado siglo todavía se construían nuevos molinos. Madoz nos informa en su diccionario de que en el Uso y el Cubilar hay un total de catorce molinos, seis de ellos arruinados. En Mohedas muelen seis sobre el Pedroso y en Belvis ya se ha construido uno sobre el Tamujoso[3].

Cuenta el párroco de Aldeanueva de Barbarroya en las relaciones del cardenal Lorenzana que, en este pueblo jareño de paisaje granítico, se fabrican gran cantidad de piedras de molino[4].

[1] Ibidem.: Opus cit. Ver “Las Herencias”

[2] JIMÉNEZ DE GREGORIO, F. : Opus. cit. Los Pueblos de …ver “Sevilleja”

[3] MADOZ, P.:Opus cit. p. 260.

[4] PORRES DE MATEO, J., RODRIGUEZ, H. Y SANCHEZ,R.: Opus cit. p. 92.

Atanores formando el cubo de un molino en el naciente del río Sangrera

 

MOLINOS DE TALAVERA , EL ENTORNO (1)

 

Molinos de Espejel en La Jara

Molinos de Talavera, el Tajo en sus Antiguas Tierras.

Cuando hablamos de los molinos de Talavera debemos tener en cuenta que en las referencias históricas aparecen como tales no sólo estos arriba descritos, cercanos a la propia villa, sino también otros  que, aunque estaban más lejanos, también se situaban en las Antiguas Tierras de Talavera. Es el caso de los molinos de Ciscarros, los de la zona de Valdeverdeja e incluso los de Espejel, hoy día en la provincia de Cáceres.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es IMG_3041-1024x624.jpg

Molino de los Sacristanes en La Jara. Sobre él se ha anclado una estructura para muelle y motor de extracción

Si seguimos el Tajo río arriba de Talavera, encontramos que los señores de Malpica y Valdepusa fueron propietarios, al menos desde el siglo XV[1], de molinos sobre el gran río. También los Álvarez de Toledo tuvieron en la otra orilla la gran parada de los molinos de Cebolla. Las dos instalaciones figuran en planos y documentación histórica hasta el siglo XIX, aunque los de Malpica estuvieron arruinados parte de los siglos XVII y XVIII. Estos últimos, conocidos como molinos de Corralejo, tenían la peculiaridad de aprovechar la corriente de un brazo del río semicanalizado que rodeaba un islote[2].

De los molinos de Cebolla, que también fueron utilizados como batán, solamente queda hoy una gran nave abovedada de ladrillo. Bajo ella discurre el agua que sale por tres cárcavos, siendo el resto de estructuras ya inidentificables por la construcción de una central eléctrica.

Grandes bóvedas de ladrillo en los molinos de Cebolla sobre los que se asienta la central eléctrica

Otra gran parada histórica es la de los molinos del Carpio de Tajo. En el siglo XVI se dice de este lugar que en él hay “muchas moliendas y ríos”[3], se arruinan hacia 1627 pero a mediados del siglo XVIII funcionan nuevamente estos “molinos de las Monjas”, llamados tradicionalmente así por haber pertenecido al convento de la Madre de Dios de Torrijos y a las monjas del Hospital de Niños Expósitos de Toledo. El Catastro de Ensenada dice que tienen cinco piedras y dos de ellas son “aceña de roete”, que no es otra cosa que un molino de regolfo, pues el rodete es el pequeño rodezno de este tipo de molinos. En 1845 continúan trabajando pero hoy día apenas se conservan algunos fragmentos de sus muros[4]. Poco más queda de los molinos de Gramosilla situados aguas arriba, fueron también batán y molieron hasta finales del siglo XVIII .

Molinos de Corralexo junto a Malpica y su castillo en el plan de Navegación del Tajo de Carducci en el siglo XVII

Mucha mayor entidad tuvieron las paradas que el señor de Montalbán poseía en la Puebla. Molían sobre ambos extremos del puente en cuyos tajamares se apoyaban los azudes. En la orilla norte apenas quedan unos muros arruinados, pero en la sur todavía se pueden contemplar las cubas de tres grandes regolfos. El resto de estructuras se encuentran muy deterioradas por la instalación de otra central eléctrica. En el siglo XVIII molían sus tres piedras que eran propiedad del Duque de Frías[5]  (fig. 57).

Todos estos grandes artificios del Tajo servían a las comarcas de la Sierra de san Vicente, valle del Alberche y Torrijos pero además, cuando se secaban sus arroyos, los vecinos de La Jara oriental, Valdepusa y Montes de Toledo occidentales también cruzaban a moler mediante las barcas de Montearagón, Mesegar, Malpica o El Carpio.

[1] PALOMEQUE TORRES, A. . Opus cit.

[2] COROGRAFÍA DEL RÍO TAJO…:Opus cit.

[3] VIÑAS,C.  y PAZ, R.: Opus cit. ver “Cebolla” respuestas 20 y 21.

[4] COROGRAFÍA DEL RÍO TAJO…:Opus cit JIMÉNEZ DE GREGORIO, F. : Opus cit ,Los Pueblos…ver  “El Carpio de Tajo”. MADOZ, P. Opus cit.p. 281.

[5] JIMÉNEZ DE GREGORIO, F.: Opus. cit. Los Pueblos de …ver “ La Puebla de Montalbán”

[1] LOPEZ CIDAD, F. y FERNANDEZ GARCÍA, F.: Talavera de la Reina en el Catastro de Ensenada, Madrid, Ed. Tabapress, 1990, pp. 50 y 97.

[2] SOTO, FCO. de : “Historia de la antiquísima Ciudad y Colonia Romana de Elbora de la Carpetania, hoy Talavera de la Reina” , Copia de manuscrito del siglo XVII realizada por Luis Jiménez de la Llave y consultado en el Archivo Municipal de Talavera, pp. 89-93.

HISTORIA DE LOS MOLINOS EN EL VALLE DEL ALBERCHE Y SIERRA DE SAN VICENTE

HISTORIA DE LOS MOLINOS EN EL VALLE DEL ALBERCHE Y SIERRA DE SAN VICENTE

Cárcavo con su rodezno en un molino de la Sierra de San Vicente

Antes de dar unos apuntes sobre los molinos ya descritos de la Sierra de San Vicente y Valle del Alberche vamos a conocer algunos que todavía no hemos descrito.

En Nombela existen referencias históricas de hasta seis molinos. Tres de ellos permanecen todavía en pie con su llamativa arquitectura popular en mampostería de granito (Pa 1), (PA 2) y (Pa 3). El segundo no tiene presa pero consigue desviar el agua mediante el curioso sistema de haberse labrado una acanaladura en la roca de una chorrera. En las proximidades del pueblo hay noticias de la existencia de otros tres molinillos pero los restos son prácticamente irreconocibles.

Sobre el arroyo Pedroso de Aldeancabo de Escalona queda un cubillo de menos de un metro de diámetro, tal vez el menor de la provincia, y sobre el arroyo de Pedrillán funcionaron cuatro artificios (Pe 1), (Pe 2) (Foto 38), (Pe 3) y (Pe 4). Sus ruinas nos permiten constatar que el primero movía su rodezno mediante un cubo de grandes proporciones, el segundo era de doble rampa con dos piedras, el tercero era muy similar al anterior y el último tenía por receptor un doble cubo muy arruinado en la actualidad.

Molino en el arroyo Pedrillán de Nombela

En Almorox quedan restos de tres molinos, dos de ellos en el arroyo de Tabalón, uno muy modificado como segunda vivienda (Tr 1) y otro con un cubo de planta cuadrada (Tr 2). El tercero, ya sobre el arroyo Tordillos, tiene una gran rampa que daba movimiento a dos piedras (Tr3).

En Escalona, la capital del señorío, hubo en el siglo XVII un molino harinero de dos piedras que funcionaba ocho meses al año, podemos por ello presumir que molía con las aguas del río Alberche pues resulta ser el único río de la zona con caudal suficiente durante tan largo periodo tiempo. Actualmente no he hallado resto alguno de este ingenio.

Cubo de un molino junto al castillo de San Silvestre, cerca de Maqueda

Historia

No es mucha la documentación molinera histórica sobre esta comarca. En las Relaciones de Felipe II referentes al pueblo de Los Cerralbos se dice que cuando el río Tajo iba crecido se molía en la sierra de Castillo de Bayuela. Ya hemos visto que en la zona de Puente y Valdeverdeja sí se dotó a sus grandes artificios de molinos de creciente o de invierno, pero no he hallado otros casos similares en el resto de la provincia. Esta carencia llevaba a los habitantes de sus comarcas a buscar alternativas en caso de inundación.     En las respuestas de San Román aparecen ya los molinos de Guadamora y, en cuanto a la zona oriental de la Sierra de San Vicente, sí que se alude a los molinos del arroyo de La Parra en Nombela y al hecho de que los vecinos de Santa Cruz de Retamar  iban a moler su grano al arroyo Tordillos de Almorox.

En el siglo XVIII el Catastro de Ensenada nos aporta una interesante serie de referencias a los molinos serranos. Un primer vistazo sobre el número y la dispersión de los artificios nos lleva a pensar que la práctica totalidad de ellos son los que hoy, más o menos arruinados o reformados, hemos podido estudiar. Así, en Almendral molía uno sobre el arroyo de Las Anchuelas, en Almorox ya funcionaban los tres del Tordillos que, según el diccionario de Madoz, también lo hacían en 1845. En Buenaventura sucedía lo mismo con su único ejemplar.

En Castillo de Bayuela seguían moliendo los vetustos artificios de Guadmora y El Batán, el ya referido afluente del Saucedoso. En el mismo Saucedoso ya molían los cinco ejemplares de los que pueden verse restos en la actualidad. Esta coincidencia se produce también con los ejemplares únicos de Sotillo de las Palomas, Sartajada y San Román, o con los tres ejemplares de La Iglesuela o de Pelahustán. Sin embargo, en otras villas como Nuño Gómez o Marrupe, localizamos hoy incluso un molino más. En Nombela y El Real de San Vicente son dos más los ingenios actuales y cuatro, aunque estén en ruinas, en Navamorcuende. Probablemente, la mayoría de estos nuevos molinos se construyeron en esa segunda edad de oro de la edificación molinera que fue  el final del pasado siglo y el comienzo del actual.

Molino de San Román de los Montes en el arroyo de Las Tenebreras

Hay otros dos molinos que no aparecen en las referencias históricas publicadas y son los dos que, sobre el arroyo Guadmora, se encuentran próximos a Hinojosa (Gu 1) y (Gu 2), mientras que los otros dos ejemplares que se situaban aguas abajo de ese mismo arroyo sí son conocidos al menos desde el siglo XVI[1].

Durante el siglo XVIII, la propiedad molinera se encuentra mayoritariamente en manos de particulares salvo un molino propio del señor de Navamorcuende y cuatro de propiedad religiosa: dos de los carmelitas también en Navamorcuende y otros dos que eran patrimonio de capellanías, uno en Pelahustán y otro en Garciotún.

El tiempo durante el que podía trabajar un molino dependían fundamentalmente del caudal del arroyo que lo alimentaba. Encontramos en los catastros del siglo XVIII que los molinos del Tiétar muelen hasta ocho meses, los del río Guadyerbas seis, y los demás, que se sitúan sobre arroyuelos de escasa entidad, oscilan entre uno y tres meses de operatividad. Incluso, en el caso de algunos ejemplares, se habla solamente de semanas de funcionamiento. Por ejemplo, en  un arroyo molinero como es el Marrupejo, sólo se molía entre uno y dos meses.[2]

Todavía en los años cincuenta de este siglo las aguas movían las piedras de algunos de los molinos de La Iglesuela, Almendral, Garciotún y Navamorcuende, aunque la mayoría ya habían sido sustituidos por fábricas eléctricas de harina o molinos adaptados a gas-oil[3].

En la vertiente sur del valle del Alberche solamente había un arroyo molinero, se trataba del arroyo de San Silvestre en Maqueda. Encontramos referencias en el siglo XVI a dos molinos del Duque de Maqueda en los actuales despoblados de Belvis y San Silvestre (SS 1). Durante la Edad Media perteneció este molino a la orden de Calatrava pero su funcionamiento era controlado por el alcalde y el almotacén según el “fuero de la tierra”. Uno de los molinos de Maqueda fue donado por Alfonso VII a un caballero llamado García García[4]. En la capital del señorío se responde sin embargo que se va a moler al Tajo lo que nos indica la escasa entidad de los molinillos de Maqueda..

Durante el siglo XVIII son ocho los molinejos que funcionan en este arroyo, uno de ellos es propiedad de las religiosas de la Concepción Franciscana. Hoy en día se encuentran en el despoblado de San Silvestre los únicos restos reconocibles de un molino de cubo octogonal de gran diámetro, con sus ocho metros podemos considerar a éste receptor como una balsa más que como un cubo. Recientemente se destruyeron los restos de otro de estos molinos en término de Santa Olalla.

En tiempos de Felipe II hubo piedras movidas por el Alberche en Méntrida y La Torre de Esteban Hambrán. En este último pueblo molían dos artificios en el siglo XVIII.

Cuando se agotaba el agua en todos los molinos señalados en este capítulo, los habitantes de la Sierra de San Vicente y del valle del Alberche iban a moler a las aceñas siempre “corrientes y molientes” que se situaban en el tramo del Tajo comprendido entre Talavera y La Puebla de Montalbán.

[1] VIÑAS,C. y PAZ, R.: Opus cit, “Castillo de Bayuela”.

[2] AHPT, Catastro de Ensenada, libros maestros de Navalcán, Velada y Parrillas.

[3] MORENO NIETO, L.: Opus cit, pp. 64, 234, 268 y 422.

[4] RODRÍGUEZ -PICAVEA MATILLA, E.: La Villa de Maqueda y su Tierra en la Edad Media. I.P.I.E.T-Diputación Provincial de Toledo, Toledo 1996, pp. 136.

MOLINOS DE LA SIERRA DE SAN VICENTE, CUENCA DEL ALBERCHE

MOLINOS DE LA CUENCA DEL ALBERCHE

SIERRA DE SAN VICENTE

Molino en término de Hinojosa sobre el arroyo Guadmora

En la cuenca del Alberche, sobre los pequeños arroyos de pendiente media que descienden de la Sierra de San Vicente hubo molinos que, al menos en épocas lluviosas, molieron para las gentes serranas pero también dieron servicio a los pueblos del valle del Alberche y la comarca de El Horcajo ya que, como hemos visto, el Alberche era río poco molinero.

Recorriendo río arriba los afluentes de la orilla norte del Alberche, nos detendremos primero en el arroyo de Las Tenebreras o de la Virgen, junto a la carretera que va de San Román de los Montes a Hinojosa. Se trata de un molino de cubo en sillería con el depósito característico de agua que delata su adaptación a de motor de gasoil (Te1). Su accesibilidad facilita su visita y el recorrido del canal de corto trayecto que hará comprender fácilmente al curioso el mecanismo básico de los molinos de agua (Foto 31).

Molino del arroyo de Las Tenebreras en San Román

En el mismo casco urbano de El Real de San Vicente existen restos de cuatro molinos de cubo, junto a un quinto un poco aguas abajo del pueblo, cerca del cruce con la carretera de Castillo de Bayuela. Este último conserva su rampa y un canal elevado que deja por debajo un portillo que permite el paso al otro lado del molino donde se encuentra el huerto. Todos estos ejemplares se sitúan sobre las orillas del arroyo de las Cañadillas (C1), (C2),(C3), (C4) y (C5) (Foto 32 y 33).

Molino en el casco urbano de El Real de San Vicente sobre el arroyo de Las Cañadillas

Hinojosa de San Vicente cuenta en su término con dos magníficos ejemplares molineros interesantes por su bonita arquitectura popular, (Gu1) y (Gu2) (Foto 34). Están situados sobre el arroyo de Guadmora que aguas abajo, ya en término de Castillo de Bayuela, movilizaba otros dos artificios de gran antigüedad y que, como los anteriores, cuentan con un receptor de cubo. Uno de ellos sirvió también como batán (Gu3) y (Gu4) (Foto 35).

Además, Castillo de Bayuela tiene en su demarcación otros seis molinos sobre el arroyo de Saucedoso, en la zona conocida como “del Puente Romano”. Los tres más bajos (S4), (S5) y (S6) son de tipología muy similar, con un cubo que tiene la base del mismo sumamente inclinada hasta el punto que podemos definir a estos receptores como de cubo-rampa.

Molino que también fue batán en el arroyo Guadmora

El segundo ejemplar (S2) tiene la peculiaridad de haber asegurado la estanqueidad del cubo mediante unos cilindros de cerámica de un metro de altura que cubren superpuestos la pared interior del receptor evitando así escapes de agua. Esto es lo que fabricado en piedra se conoce en otros lugares de España como “atanores”. El tercer artificio (S3) (Foto 36) toma sus aguas del afluente arroyo del Batán, aunque se sitúa a las orillas del Saucedoso, pero el cuarto (S 4) es de doble captación ya que toma el caudal de ambas corrientes. La presa del quinto molino es de las pocas existentes en la provincia que hemos definido como de “presa paralela a la corriente”, mientras que la presa del sexto tiene su anclaje en los mismos pilares del “Puente Romano”. Aguas abajo hubo un séptimo molino del que hoy ya no quedan restos.

Molinos de Saucedoso

Todos estos artificios estaban también en relación con la cercana localidad de Garciotún donde se pueden observar los pobres restos de un molino de aceite que, por la piedra que todavía permanece junto a sus ruinas, bien pudo haber sido primitivamente un pequeño molino harinero (Ga 1).

Uno de los molinos de Saucedoso

El siguiente afluente del Alberche es el arroyo de San Benito sobre el que se encuentra un hermoso ejemplar dotado de una larga y estrecha rampa. En sus muros se ven todavía los rótulos que indicaban su confiscación durante la guerra civil (S B1) y en su interior se ha dibujado sobre un muro un esquema del repicado de las piedras para recordarlo el molinero (Foto 37). En el arroyo de la Dehesa, tributario del anterior, podemos ver los restos de un pequeño cubo de tan solo un metro de diámetro (De 1). Estos dos ejemplares se encuentran en el término de la pequeña localidad de Nuño Gómez.

Molino de Nuño Gómez en el arroyo de San Benito

Otro arroyo de esta cuenca es el de La Nava que al pasar por Pelahustán daba movimiento a tres ejemplares entre cuyas ruinas  pueden distinguirse  los cubos de dos de ellos (Na 1) y (Na 2). Nos encontramos ya en el antiguo señorío de Escalona, aunque geográficamente estemos todavía en la Sierra de San Vicente, de la que siguen bajando pequeños afluentes hacia el Alberche.

MOLINOS DE EL REAL, ALMENDRAL Y LA IGLESUELA

MOLINOS DE LA SIERRA DE SAN VICENTE

EL REAL, ALMENDRAL Y LA IGLESUELA

Tercer molino de la garanta Tejea

Pasemos ahora a la cuenca del río Tiétar, a caballo de los términos de El Real de San Vicente y Almendral de la Cañada se sitúan los molinos de garganta Tejeda sobre una pendiente muy pronunciada a la que se adaptan con el ya descrito receptor de tubo. Tres de ellos cuentan con una pequeña balsa  previa de almacenamiento antes de  la entrada del agua en el tubo (Gt 3), (Gt 4) y (Gt 5). Seguir leyendo MOLINOS DE EL REAL, ALMENDRAL Y LA IGLESUELA

MOLINOS DE LA SIERRA DE SAN VICENTE: NAVAMORCUENDE Y MARRUPE

MOLINOS DE LA SIERRA DE SAN VICENTE:

NAVAMORCUENDE Y MARRUPE

Tercer molino de Navamorcuende de proporciones casi monumentales

Vamos a repasar ahora los molinos de la Sierra de San Vicente propiamente dicha y comenzaremos por su lado occidental con los molinos de Navamorcuende y Marrupe . Algunas de sus poblaciones molían en el Tiétar y sus afluentes, y otras situadas más al sur lo hacían en el alto Guadyerbas y en los arroyos tributarios del Alberche. El mismo río Alberche, aunque relativamente caudaloso, es poco molinero por su escasa pendiente y lo arenoso de su cauce en este tramo. No he hallado restos de molinos en su trayecto más bajo, ni siquiera referencia histórica alguna a su existencia.

Todos los pueblos de esta pequeña sierra pertenecieron a la ciudad y obispado de Ávila, lo que dificulta la investigación histórica por la escasez de estudios publicados en Toledo sobre la zona. Por otra parte,  la documentación histórica referente a esos pueblos se halla en Ávila donde también escasean los estudios generales de la comarca por pertenecer en la actualidad esos pueblos a la provincia de Toledo.

Molino quinto del Guadyerbas en Sotillo de las Palomas

En el ámbito de la Sierra de San Vicente existieron sobre el Guadyerbas hasta cinco molinos. El más bajo (G5) se sitúa próximo al casco urbano de Sotillo de la Palomas y es el artificio al que nos hemos referido como el único que llegó a moler con motor de vapor de agua. Su receptor hidráulico primitivo era un cubo.

En la cabecera del río, la carretera de Navamorcuende a El Real de San Vicente ha destruido el edificio del primer molino (G1), aunque todavía puede observarse junto a la cuneta el cubo de sillarejo con su saetín. Es un curioso ejemplar abastecido por canales labrados en las laderas próximas que recogían el agua de escorrentía, además de captar la corriente de una fuente cuyo caudal se acumulaba en una balsa excavada por encima del cubo.

Primer molino de Navamorcuende sobre el nacimiento del Guadyerbas, la sala del molino se la llevó la carretera y solo queda el cubo

El segundo molino (G2) está dotado de una gran rampa que tomaba directamente el agua que salía por el socaz del primero. El tercer artificio (G3) es una gran construcción propiedad en sus orígenes del cercano monasterio del Piélago . Su edificio, construido en sillería, tiene tres pisos y un enorme cubo al que llega también directamente el agua desde Gu2 a través de un canal elevado sobre soporte de mampostería. Como peculiaridad, se sirve de una escalera helicoidal que comunica el interior del molino con el cárcavo. El cuarto molino de la cabecera del Guadyerbas (G4) apenas es reconocible, solamente quedan escasas restos de una rampa de considerables proporciones.

Gran rampa de segundo molino de Navamorcuende sobre el nacimiento del Guadyerbas

Pudieran muy bien ser éstos los molinos a los que se refiere el Catastro de Ensenada como pertenecientes al convento. En realidad todos eran accionados por la misma captación de la que luego partía un canal que más tarde estuvo también destinado a llevar agua a la central eléctrica de Navamorcuende y  todavía hoy puede observarse.

Más cerca del casco urbano, encontramos sobre el arroyo del Lugar que cruza el pueblo tres arruinados molinos de menor entidad. Dos son de cubo y uno es de rampa. El más cercano a Navamorcuende perteneció al señor feudal de la villa (L1), (L2) y (L3).

Segundo molino del arroyo Marrupejo en término de Marrupe

En término de Marrupe se hallan los tres primeros molinos del arroyo Marrupejo, el de Arriba (M1), el de Enmedio (M2) y el de Abajo (M3). Los tres son de cubo, bien conservado y adaptado a motor el primero y muy arruinados los otros dos. El tercero mantiene todavía una presa paralela a la dirección de la corriente que aprovecha un recodo del arroyo. Uno de éstos podría ser el molino que, si aceptamos la etimología musulmana que atribuye Gómez Menor a la palabra Marrupe, se habría llamado “molino del convento” durante la dominación árabe de la comarca.

Seguimos en término de Marrupe, en el arroyo de la cabecera del Marrupejo conocido como arroyo de Navatejares quedan, junto a una cascada, restos apenas perceptibles de un molinillo con un cubo como receptor (Nt 1).

MOLINOS DEL TAJO EN VALDEVERDEJA Y TORRICO

MOLINOS DEL TAJO EN VALDEVERDEJA Y TORRICO

Aceñas del Conde En El Torrico

Seguimos aguas abajo y el siguiente complejo molinero que encontramos es el de las aceñas del Conde ( fig. 33 ). Conserva, sobre el pasillo que da acceso a las compuertas, el blasón granítico de los señores de Oropesa. El edificio está relativamente bien conservado pero se perciben en sus muros varias reformas y añadidos que a lo largo de los siglos han ido modificando el aspecto exterior de estos molinos. En esquema se diferencian cuatro partes. La primera y la que más se adentra en el río es la más antigua, la que albergaba las viejas aceñas de rueda vertical. El plural de la denominación se basa en la existencia de dos ruedas verticales. La más interior apoyaba su eje por un lado en un edificio con tajamar macizo y por el extremo exterior se apoyaba en una segunda construcción abovedada similar a la de Calatravilla donde se perciben dos huecos en el piso, uno anterior y otro posterior, que alojaron los dos pares de muelas. La piedra que se situaba río abajo, habría apoyado su eje sobre el tercer cuerpo del complejo molinero, hoy modificado por haberse dispuesto para el alojamiento de varios molinos de regolfo, aunque todavía puede observarse sobre el muro el orificio donde giraba el eje y lo que parece una huella de rozamiento de la rueda. También resulta todavía visible el canal y la compuerta que regulaba el caudal (Foto 22).

En ese tercer cuerpo del edificio se albergaban seis cubas de regolfo en sus respectivos cárcavos con las que se movilizaban seis piedras que se encuentran en una sala común. Desde ella se llega a una puerta de acceso a una pasarela de servicio para las compuertas y a una escalerilla de subida al techo abovedado. Otra pasarela de acceso exterior daba  paso a las cubas de los regolfos.

Por último, el edificio de todo el conjunto más cercano a la orilla es un molino de invierno o de creciente que funcionaba cuando se inundaban el resto de las piedras. Cuenta con tres cubas que desembocan en un sólo cárcavo de salida sobre el que se accedía al molino. Por delante de estas cubas hay una dependencia cubierta donde probablemente se colocaba la cernedora, ya que un orificio en el muro del molino muestra la marca del roce de la correa que era movilizada por el eje del último regolfo del edificio principal. Sobre la bóveda, un pequeño depósito de obra parece que servía para humedecer o airear el trigo si era necesario para una mejor molienda.

Este importante conjunto molinero se completa con otros edificios como la vivienda del molinero, que ya aparece en el proyecto de navegación de Carducci del siglo XVII situada en el mismo lugar elevado que en la actualidad, unas cochineras de gran capacidad y otras dependencias de habitación, almacenaje y cuadras.

Molino de verano de Los Rebollos

Una red de caminos y senderos une todos los grandes molinos de este tramo del Tajo entre los que se encuentra río abajo el ejemplar siguiente, el molino de los Rebollos (fig. 41). Es también un ejemplar magnífico y de gran antigüedad. Está construido en mampostería de granito empleado incluso en las bóvedas, que presentan un peculiar aspecto cubiertas de lanchones de piedra. Ocho pares de  muelas trabajaban en su interior y en la séptima todavía se conserva el orificio de un rodete accesorio que habría movido la maquinaria auxiliar. La sala del molino cuenta con una chimenea curiosamente adaptada al sistema de arcos y bóvedas de su estructura.

Molinos de verano o creciente de Los Rebollos

También están dotados estos molinos de dos piedras de creciente que se alojan en un edificio exento de más reciente construcción (Foto 23). Una balsa previa está construida por la elevación de un muro junto a la orilla que tiene dos compuertas para represar y conducir el agua hacia los dos regolfos que actuaban como molinos de invierno. En otro nivel todavía más elevado se localizan las viviendas y las cuadras a las que se accede por un sistema de empinadas rampas ( Foto 24). En los planos de navegación aparece como molinos perdidos “del Conde de Oropesa” en 1641 y como  “molino de Bravo” en 1820.

Molino de losCapitanes en Valdeverdeja

El siguiente artificio es conocido como molino de Los Capitanes      (fig. 42). Es otro ejemplo de gran molino de regolfo abovedado, edificado con sólida factura y que cuenta con cinco cárcavos donde el agua accionaba cinco piedras. En su arquitectura tiene la peculiaridad de tener como acceso un gran zaguán cubierto y previo a la sala  del molino que pudo haber servido como cuadra o cocinilla de “espera” para los clientes. El molinero o los dueños tenían una gran vivienda cercana con dos plantas pero no estaba dotado de molino de invierno para las épocas de crecidas. En 1641 figuran en el plano de Carduchi como molinos de Meneses, familia noble de Talavera, pero ya no aparecen corrientes en 1820. (Foto 25)

Molino Nuevo de Valdeverdeja

Trescientos metros más abajo se sitúa el molino Nuevo (fig. 43) que sí contaba con dos piedras de creciente en un edificio anejo al principal. Se accedía desde la orilla en caso de inundaciones por una pasarela de madera bajo la que discurría el agua. Resulta muy peculiar en su estructura el hecho de que “una” canal lateral movilizaba un rodete que a su vez accionaba mediante correas toda la maquinaria auxiliar. Es éste por tanto un caso de molino de transición con las fábricas de harina hidráulicas. En la parte del edificio situada río adentro se puede ver un canal entre dos espigones que parece haber servido para la instalación de cañales de pesca. Como los demás molinos del Tajo, cuenta con largos espigones que reconducían el agua de los socaces y en el techo tiene las chimeneas y respiraderos que evitan el estallido de las bóvedas en caso de inundaciones, especialmente frecuentes en este trayecto muy encañonado del río (Foto 26).

Sobre las ruinas del molino de los Sacristanes ( fig. 22) se edificó una central eléctrica que daba luz a Valdeverdeja y Valdelacasa, pero los escasos restos todavía existentes nos muestran las ruinas de lo que fue una aceña que, como las del Conde o las de Calatravilla tiene la típica planta en dos niveles para alojar en el inferior el engranaje de linterna. En este caso se observan además los huecos del muro donde se introducían las vigas que sostenían el entarimado de las piedras. Fue molino dotado tradicionalmente de una barca en el reculaje de su presa.

Este molino tiene un gemelo en la orilla cacereña sobre la que también se situaban los molinos de Espejel, en lo que antes fue antigua Tierra de Talavera. Estos últimos molinos se encuentran sumergidos por el embalse de Valdecañas, pertenecieron al monasterio de Guadalupe y se conocen desde el siglo XIV. También tenían barca.

Tampoco he podido estudiar el último molino sobre el Tajo en la provincia de Toledo por encontrarse inundado por el embalse de Valdecañas. Se trata del molino del Barquillo pero por las informaciones de los lugareños se encuadra en la misma tipología que los anteriores.

Toda la molinería del Tajo en su trayecto más occidental de la provincia, sirvió también a la parte de la Jara hoy extremeña y constituyó un importante sector económico para Valdeverdeja que no olvidemos llegó a contar en su término de tierras poco feraces con cerca de seis mil habitantes.