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ARQUITECTURA URBANA PUEBLO A PUEBLO (1) ALCAUDETE DE LA JARA

Tapial y canto rodado en el aparejo de las construcciones de Alcaudete

Comenzamos hoy una serie en la que vamos a conocer la arquitectura popular de cada uno de nuestros pueblos por orden alfabético, para ir así viendo la gran cantidad de tipologías y materiales en la arquitectura urbana de la comarca. Dejaremos las construcciones rústicas y elementos etnográficos inmuebles para otras entradas de este blog.

Reja en Alcaudete, tipología muy frecuente en La Jara

Alcaudete de la Jara se encuentra en un valle de aluvión del río Jébalo por lo que los materiales más utilizados son el barro en forma de adobe o tapial, con zócalos de canto rodado y algunas verdugadas y machones de ladrillo.

Rafas de ladrillo como las aludidas en el texto

En las relaciones de Felipe II del siglo XVI:

«Dixeron que las casas de este lugar muchas de ellas son tejadas, de tierra el edificio sin rafas de ladrillo, y otras tejadas que llevan rafas, y que la teja y ladrillo se hace en este lugar, y la madera se trae de once leguas de este lugar, y que muchas casas hay en este lugar de tierra las tapias y techadas de retama y la madera cortada de fresnos  y otros árboles del término» 

Empedrado en Alcaudete

Curiosa la referencia a que muchas de las casas son de techo vegetal (retamizas) y que la madera la traen de once leguas, referencia a la madera de Gredos, en los pinares de Arenas de San Pedro, de donde se traían sobre todo las grandes vigas.

Calle de casas humildes en Alcaudete de la JaraDe ladrillo o adobe, tejadas a dos aguas

Tanto en el siglo XVIII como en el XIX se alude en las crónicas a que hasta un tercio de las casas del pueblo están arruinadas.

Detalle mudejarista en ladrillo en una casa de Alcaudete

Moreno Nieto describe así sus viviendas en los años 50 del pasado siglo: «la casa típica está ordinariamente construida de adobes y ladrillos, con la fachada enjalbegada y los techos de regular inclinación. Consta generalmente de una o dos plantas con las cuadras y corrales en la parte trasera. La cocina es de lumbre baja y chimenea de campana, donde se quema leña de encina».

Casa de dos plantas en Alcaudete con la tipología más jareña con huecos de arco rebajado y recercado pintado en los huecos

Se reparten por el casco también bastantes casas con la tipología más jareña de uno o dos pisos con huecos de arco rebajado y recercados pintado en los vanos.

Fachada de otra de las casonas de Alcaudete

Hay además media docena de edificios o casonas de mayor empaque con sillería y  los huecos formados con dinteles y jambas de granito y rejas algo más macizas y elaboradas.

Una de las casonas de Alcaudete de la Jara

La parte del casco urbano cercana a la iglesia y el ayuntamiento fue reconstruida por Regiones Devastadas en los años 50 tras unas inundaciones del Jébalo. Lo más característico de la restauración es la plaza y sus soportales con el ayuntamiento y un bonito empedrado

soportales de la plaza de Alcaudete

Hay algunos edificios como lagares o una fábrica de orujo, buenos ejemplares de arquitectura industrial, o una posada. Merecen capítulo aparte las huertas del entorno del pueblo y dos molinos en el río Jébalo, en la vega inmediata al pueblo.

Posada en Alcaudete de La Jara

Las rejas y herrajes son modestos salvo muy contadas excepciones.

Herrajes de una de las puertas de Alcaudete

 

CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (4): LAS HERENCIAS-ALDEANUEVA

LAS HERENCIAS-ALDEANUEVA

Bunker sobre el reculaje del Tajo en la desembocadura deel Jébalo

Abandonamos Las Herencias tomando el camino de Belvís que asciende desde la parte oriental del casco urbano. No debemos confundirlo con el de Alcaudete, que sale del mismo punto pero más hacia la izquierda. Después de un empinado ascenso llegamos a las elevaciones donde nace la impresionante barranca de Valdecasillas. Limita por el oeste con los cortados de Los Castillos.

El valle bajo de El Jébalo desde el camino que vamos recorriendo

El camino discurre paralelo a las cumbres y permite una magnífica vista, hacia el sur contemplamos el valle bajo del Jébalo con las riberas pobladas de frenos y choperas de repoblación y, al norte, el Tajo con las tablillas de Azután. Río abajo, se sitúa el paraje de Canturias identificado por el padre Fita como el “Castellum Ciselli”, que se desplomó sobre las aguas debido al desgaste de las riberas por la corriente y en cuyo entorno se encontró además una lápida funeraria visigoda. En el caserío de la finca actual se ha establecido un complejo de turismo rural que dejaremos a la derecha de nuestro recorrido.

Puente sobre el río Jébalo en nuestro recorrido

La ruta discurre entre chaparros, retamas y algunas coscojas, especie esta última característica de las terrazas altas del Tajo más adaptada a la condición más caliza del terreno. Comenzamos a descender hacia el valle del Jébalo después de haber andado unos cuatro kilómetros desde Las Herencias. Quinientos metros antes del río el camino se bifurca en dos, uno de ellos seguirá hasta Belvís y atravesará por un hermoso puente de ladrillo situado en un ameno paraje.

Torre medieval de la dehesa de castellanos sobre el valle del Jébalo

Tomando a la izquierda otro camino que parte río arriba pero, antes de cruzar el puente, podemos acercarnos a la Torre de Castellanos. Esta construcción medieval es una de tantas que servían de observatorio y refugio en los inseguros tiempos medievales en que las acometidas de los cristianos y las razzias de los árabes batían las tierras fronterizas del Tajo. La torre está muy deteriorada por las malas actuaciones que se han realizado sobre ella para utilizarla en funciones agrícolas y ganaderas, pero desde su altura domina esta antigua Dehesa de Castellanos propiedad en el siglo XIV de Juan Ortiz Calderón, un caballero de vida poco edificante que poseía una gran fortuna. Al parecer mató a un alcalde de Talavera y desterrado en Portugal conoció al obispo de Coimbra que en aquel entonces era don Pedro Tenorio al cual nombró albacea testamentario. Su última voluntad era que en estas fértiles vegas se fundara un monasterio jerónimo, pero la insuficiente dote y lo insalubre del terreno llevaron al ya por entonces arzobispo de Toledo a destinar tanto esta propiedad como la de Pompajuela al nuevo convento jerónimo que se establecería en Talavera, el monasterio de Santa Catalina.

Volvemos sobre nuestros pasos y cruzamos el puente. Recorremos un kilómetro hasta la carretera y seguimos por ella hasta otro puente que cruza el sobre el Jébalo, también a un kilómetro aproximadamente. Poco antes de este puente sale a la izquierda el camino de Aldeanueva a Talavera por el que continuaremos nuestro periplo jareño.

Objetos de plata hallados en la tumba principesca de transición de la edad del Hierro a la del Bronce halla en la orilla del embalse

Nos encontramos en otro paraje natural de gran belleza. El Tajo, debido al reculaje del embalse de Azután, sube e inunda el valle del Jébalo sobre su antigua desembocadura y aquí, al igual que en las tablillas de Azután, la riqueza de avifauna es considerable. Anátidas y garzas reales abundan entre las espadañas o se posan en los troncos secos de los árboles muertos por la inundación. El paisaje al atardecer es digno de disfrutarse armados de unos prismáticos que nos permitan observar las aves. El camino continúa bordeando la margen izquierda del pantano atravesando unos parajes que también son muy ricos en yacimientos arqueológicos. En la finca de La Golilleja se encontró una de las primeras muestras de la cerámica llamada campaniforme.

Vasijas de cerámica Campaniforme de la Edad del Cobre halladas en La Golilleja, cerca de la desembocadura del Tajo

En la orilla norte, dentro de la finca de El Carpio, que conserva todavía los grandes edificios de su labranza, se encontró una tumba principesca de la transición de la Edad de Bronce a la del Hierro con interesantes cerámicas y un puñal de este metal, novedad tecnológica para la época. También son estos restos, como los ya reseñados de Las Herencias, de tendencia orientalizante y vinculan a esta comarca con el sureste español y el mundo tartésico. Esta tumba fue descubierta por las aguas, al igual que una villa romana cuyas piedras hizo también aparecer el embate de las olas del embalse.

Fresnedas en el Jébalo bajo

Seguimos el viaje hasta una casa casi inundada por las aguas desde la que el camino asciende separándonos del río. Atravesamos junto a las típicas casillas de piedra de las fincas de almendros antes de llegar al arroyo Tamujoso. En este mismo lugar se produjo en los años cuarenta un asalto de los maquis a los vecinos de Aldeanueva que volvían de las ferias de Talavera.

Desde estas lomas podemos ver a la derecha el viaducto o puente de Amador, una impresionante obra que se construyó para el paso de la “Vía del Hambre”. Cruzamos el arroyo y subimos hacia el antiguo solar que ocupaba Corralrrubio, un pueblo hoy desaparecido del que solamente queda una fuente y los vallados de las antiguas propiedades. Proseguimos nuestro viaje y llegamos a Aldeanueva de Barbarroya

EL JÉBALO (6), ACABAMOS DE CONOCER ALCAUDETE

EL JÉBALO (6), ACABAMOS DE CONOCER ALCAUDETE

Portada plateresca de la iglesia de Alcaudete

En la entrada anterior sobre el río Jébalo habíamos conocido la historia y la arquitectura de Alcaudete, hoy vamos a acabar de conocer este pueblo jareño, antes de continuar hacia la desembocadura.

IGLESIA

bóvedas de crucería en la iglesia de Alcaudete

 

En 1534 un párroco murciano llamado Juan de Algarra dejó al morir todos sus bienes para financiar la construcción del que tal vez sea el templo más monumental de La Jara que, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, domina hoy el paisaje urbano de Alcaudete. Los dos curas que siguieron a don Juan fueron sobrinos suyos y se llamaron ambos Cristóbal de Bustamante, continuando la obra de su tío y haciéndose enterrar los tres bajo sendas losas de pizarra en la capilla mayor.

El edificio es de grandes proporciones y está edificado en mampostería con sillería en los ángulos. Tiene una sola nave dividida en tres tramos y la capilla mayor con cinco paramentos es algo más baja. Las cuatro bóvedas respectivas son de crucería ojival y en sus claves aparecen esculpidos el blasón del fundador, el jarrón de azucenas símbolo de la advocación y otros motivos. Se trata de una iglesia de estilo ojival con detalles del renacimiento, como la define el Conde de Cedillo. Desde antiguo era conocida la riqueza de la parroquia de Alcaudete de la que dependían las iglesias de varios pueblos cercanos, hasta el punto de que se ha conservado el dicho: “ Cura de Alcaudete, obispillo sin roquete ”.

No debemos dejar de observar la portada plateresca de la fachada sur del templo, formada por un arco semicircular entre columnas sobre pedestales y un ancho friso con salientes de exornos, además de un entablamento con otro friso adornado con águilas en sus lados. Entre los motivos decorativos podemos observar los blasones de los párrocos benefactores de la obra y dos leones. La torre, de construcción posterior, es de estilo herreriano.

Azulejos talaveranos en los arrimaderos de la capilla mayor de la iglesia de Alcaudete

OTROS LUGARES DE INTERÉS

A la entrada del pueblo se puede ver una pequeña fábrica de orujo. Se sitúa a la izquierda de la carretera de Los Navalmorales y tiene interés por su sencilla y peculiar arquitectura industrial. Desde hace siglos han molido seis o siete molinos maquileros en el río y algunos de ellos se conservan en buen estado, representando unas buena muestra de estos venerables ingenios.

Una muestra de la arquitectura industrial rural, esta fábrica de orujo de Alcaudete

Aunque hay datos que sugieren la existencia de un puente antiguo, durante toda su historia estuvo Alcaudete anhelando la construcción de uno que ayudara a cruzar el Jébalo, y tanto el concejo talaverano como la Mesta hicieron diferentes proyectos que no se sustanciaron hasta el siglo XVIII. Hoy día el llamado Puente Viejo está arruinado por las inundaciones de posguerra pero, río abajo, queda todavía en pie el llamado Puente Cacharro.

Puente Viejo de Alcaudete restaurado

FIESTAS

Aunque ha perdido gran parte de sus antiguos ritos, Alcaudete cuenta entre sus fiestas tradicionales con una celebración de gran interés pero que ha decaído en los últimos años. Se trata de la soldadesca que el dos de Febrero, día de la Candelaria, salía por las calles del pueblo formada por un grupo de hombres adornados con cintas de colores según el cargo que ocuparan en la comitiva: general, coronel, teniente coronel, tambores, dos banderas, pinche y alabarderos. Acompañaban a la procesión en la que, como es creencia, las gentes esperaban ver a la vuelta la vela de la Virgen apagada o encendida para saber si se prolongarían los rigores del invierno. Después de estar presente en la misa, el grupo recorría las calles con el redoble de los tambores. Llegados a la plaza formaban círculo, bailaban las banderas y el pinche, que llevaba una especie de cetro adornado con cintas, también danzaba saludando por orden a las diferentes jerarquías del grupo. Esta soldadesca participaba también en la cuestación para las “ánimas benditas” y en el entierro de la sardina.

La Inmaculada, patrona de Alcaudete, aparece representada en varios paneles de las viviendas de Alcaudete

El día ocho de diciembre se celebra la Inmaculada Concepción como advocación del templo que es y patrona del pueblo. Hay misa solemne, procesión, novillada curiosamente invernal, bailes y pólvora.

GASTRONOMÍA

En cuanto a la restauración, debemos señalar que en torno a la carretera se han instalado varios establecimientos siguiendo la tradición de los viejos mesones. En ellos se puede degustar la cocina de la zona. Tradicionalmente ha tenido fama el cordero preparado en diferentes guisos y el cochinillo, pero hoy existen industrias chacineras donde se venden al público buenos embutidos y derivados del cerdo. Aunque tal vez, el producto autóctono característico de Alcaudete sea su sabrosa y tierna lechuga, además de otros productos de su feraz huerta.

 

EL JÉBALO (5) POR EL CAÑÓN HASTA ALCAUDETE

EL JÉBALO (5) POR EL CAÑÓN HASTA ALCAUDETE

Valle medio del Jébalo y al fondo la sierra de La Estrella

Todos los ríos jareños tienen una zona de pequeños cañones graníticos cuando al salir hacia el valle del Tajo rompen el batolito granítico y así tenemos la zona del Pusa en Santa Ana, del Cedena en Villarejo de Montalbán, el Uso frente a La Estrella o el Jébalo junto a Alcaudete, inculo el Sangrera frente a Retamoso nos muestran barancos berroqueños que suelen tener una gran belleza.

Desde el muro del embalse del Jébalo hasta Alcaudete el paisaje tiene estas características y cuenta con pozas y chorreras entre grandes bloques graníticos. Son varios los yacimientos de l la Edad del Cobre o medievales que custodiaban la entrada del valle del Jébalo, alguno de ellos amurallado con grandes bloques de piedra. También contaba este tramo con algunos molinos de agua pero el último de ellos, ya a la salida del cañón ha sido muy desafortunadamente restaurado y luego abandonado.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es escanear0021.jpg

El Jébalo sale del cañón y riega la huerta de Alcaudete, donde se cultivan sus famosas lechugas. Ya hemos hablado en anteriores capítulos de la prehistoria en el valle: los grabados del Martinete, la inscripción ibérica de Los Maíllos, los yacimientos romanos de Los Villarejos etc, y ahora vamos conocer el pueblo de Alcaudete

La llamada Torre del Cura y la iglesia parroquial de Alcaudete

Alcaudete es palabra de origen árabe que habría derivado del latín africano “caput aqua” o “cabeza del agua”, es decir “manantial”. Según Jiménez de Gregorio la terminación “ete” sería una huella mozárabe que habría permanecido en el nombre de nuestro pueblo. No es extraño que los musulmanes aprovecharan estas huertas construyendo para su protección las dos torres que hoy podemos encontrar en su término. Por un lado la conocida como “El Torreón” o como “La Torre del Cura y la torre que se encuentra en la dehesa de Castellanos, que es de mayores dimensiones y está reformada con desafortunado gusto. En su interior está cubierta por una bóveda de arista en el primer piso.

Explicación en el moumento al primer repoblador de Alcaudete

A los pioneros cristianos que repoblaron estos inseguros territorios está dedicado el monumento que se sitúa a la entrada del pueblo En él se representa, en escultura de hierro sobre pedestal de ladrillo mudejarista, a uno de aquellos primeros jareños  de pie junto a la simbólica torre de Alcaudete y armado con la ballesta, que a su vez es símbolo de la actividad cinegética del primer repoblador de Alcaudete que, complementada por la explotación de las posadas de colmenas, la ganadería y los huertecillos habría constituido el modo de vida de los protagonistas de las primeras incursiones en el nuevo territorio conquistado.

Monumento a los repobladores jareños en Alcaudete

En el siglo XIII,  Fernando III el Santo dona a Talavera para su repoblación la dehesa de Los Xebalillos, en la que está incluido gran parte del actual término de Alcaudete. La noble familia talaverana de los Duque de Estrada tuvieron vinculación con estas tierras, como se deduce de que el “Torreón” perteneciera a Hernán Duque de Estrada durante el siglo XVI, aunque ya en el siglo XIV otro noble llamado Juan Ortiz Calderón, arrepentido de sus faltas, entre las que destacaba haber asesinado a un alcalde de Talavera, deja en herencia al arzobispo Pedro Tenorio Duque de Estrada la dehesa de Castellanos con su torre para que allí se funde un monasterio que, finalmente, acabaría radicándose en Talavera como monasterio jerónimo de Santa Catalina.

Aparejo de un muro de Alcaudete de tapial y canto rodado

CONJUNTO URBANO

Este pueblo de la Jara Baja se caracteriza por una arquitectura de ladrillo y, sobre todo, de adobe y tapial, generalmente enjalbegados y casi siempre levantando una sola planta. Sin embargo, en la zona central del caserío se conservan media docena de casonas de interés donde el granito y la rejería nos orientan a la existencia de cierta clase acomodada poco frecuente en el resto de la comarca. La zona de la plaza fue reconstruida por el organismo Regiones Devastadas debido las inundaciones que asolaron el pueblo, manteniendo un conjunto no desafortunado dentro de las típicas formas constructivas que se utilizaron en la época franquista, tanto en estas rehabilitaciones de zonas destruidas como en los llamados pueblos nuevos de colonización.

Alcaudete es de los pocos pueblos jareños que cuentan con alguna casona menos modesta que lo que es habitual encontrar en La Jara

Además de estos edificios urbanos, encontramos repartidas por su extenso término algunas viviendas rústicas en pizarra y granito, sobre todo al sur, además de las grandes labranzas del valle bajo del río en el norte, en torno a la Dehesa de Castellanos, con mayores dependencias y la entrada situada casi siempre bajo un palomar. Otros edificios peculiares son los de las huertas y molinos cercanos al casco urbano.

En el próximo capítulo acabaremos de conocer Alcaudete y llegaremos hasta la desembocadura del Jébalo en el Tajo.

EL RÍO JÉBALO (4) POR LA FRESNEDA

EL RÍO JÉBALO (4) POR LA FRESNEDA

Arquitectura popular en La Fresneda

Hoy vamos a conocer el siguiente tramo del río Jébalo y para ello vamos a realizar una excursión acercándonos al pueblecito jareño de La Fresneda, desde donde es más fácil el acceso a esta parte del río.

Aunque existen referencias del siglo XVIII a una labranza de Torrecilla “con cuatro casas con sus habitadores, los dos vecinos de Espinoso, y los otros dos, vecinos del lugar de Sevilleja”, el comienzo de la andadura del pueblo como tal se produce a mediados del siglo XIX, pues es conocido que La Fresneda fue fundada por un labrador llamado “el abuelo Lorenzo” al que se reproduce en un panel de cerámica de los que adornan la pequeña plaza local. Todavía se conoce cuál fue su casa y cómo se extendieron las edificaciones según crecía el vecindario descendiente de aquella primera familia pionera, con algunos vecinos más originarios de Buenasbodas. A lo largo del arroyo Valbellido se distribuye el caserío que conserva algunas construcciones y rincones de sabor jareño con sus muros de pizarra o blanqueados. Cerca del cementerio existe un calero, un horno para cocer la cal con la que antiguamente enjalbegaban las casas o fabricaban la argamasa para las construcciones.

Horno de cal cercano a La Fresneda

La iglesia se inauguró en 1944. Construida sobre un solar donado por una vecina, no desentona con la arquitectura tradicional local. Fue erigida con la financiación que proporcionó don Anastasio Granados, sacerdote que fue obispo auxiliar de Toledo pero que cuando era cura en pueblos cercanos durante la Guerra Civil hubo de huir y fue recogido y ocultado por los “fresneanos” durante la contienda.

Pero el mayor encanto de La Fresneda, además de sus gentes, es su entorno y aislamiento.

Labranza junto al embalse del Jébalo

Muy cerca del pueblo, aunque en término de Alcaudete, se encuentra el embalse del río Jébalo. Un paraje de gran belleza , con las aguas represadas entre encinares y olivares, y en cuyas orillas se asientan varias labranzas antiguas de bonita arquitectura tradicional, entre las que destacan la de Paniagua, que llegó a ser una verdadera aldea, o la de Los Villarejos, adquirida por los fresnedanos en parcelas y cuyo caserío domina la presa. En sus inmediaciones se han hallado restos romanos y una necrópolis de la Edad del Hierro que demuestran que no fue el abuelo Lorenzo el primero en asentarse en estos territorios. Si subimos el río unos dos kilómetros podremos bañarnos en pozas solitarias de aguas limpias entre fresnos y riscos de pizarra.

Sepultura tardorromana violada en el Prado de la Moneda antes de su inundación

Nos acercaremos desde el pueblo a la presa, desde el muro comenzamos el paseo y tomamos el camino que en dirección sur nos lleva por la orilla izquierda del río.

Podemos subir por la labranza conocida como Los Villarejos, desde la que hay una magnífica vista sobre el embalse y todo el valle del Jébalo, con sus encinares y olivares que han conquistado las pendientes de las empinadas barreras. El nombre de Los Villarejos, topónimo muy asociado siempre a antiguos poblamientos, nos indica que esta zona es rica en huellas arqueológicas de romanos y visigodos, pues se han hallado restos y sepulturas como la del cercano prado de la Moneda, de nombre también tan sugerente.

Horno de los Villarejos con gallinero bajo él y zahurdas a su lado

Seguimos el recorrido por el camino de circunvalación del embalse y vamos viendo algunas viviendas de pizarra y adobe típicas de La Jara.

A unos tres kilómetros, se encuentra el antiguo poblado de Paniagua, con una era central y algunas viviendas y cuadras que conservan el viejo sabor de las construcciones rurales de la comarca.

Uno de los edificios de labranza de Paniagua de arquitectura popular en pizarra

Por debajo de la aldea de Paniagua hay un puente por el que luego cruzaremos ya de regreso. Río arriba de este puente se suceden varias pozas muy hermosas entre pizarras, con la ribera festoneada de fresnos y acebuches. Malpasillo y Malpasillón son los nombres de dos de ellas que nos sugieren la facilidad para pasar el río de un salto debido a la cercanía de las rocas de ambas orillas.

Poza de Malpasillo en Jébalo juntoa la labranza de Paniagua

Desde aquí también puede ascenderse el río, si tenemos tiempo, hasta llegar a los parajes del poblado de Portezuelo y el de El Martinete, del que hablaremos en otra ruta por situarse en él unos grabados y pinturas rupestres.

Volvemos después de regreso y cruzamos por el puente peatonal mencionado, siguiendo la otra orilla del embalse hasta regresar de nuevo a La Fresneda.

Puente peatonal junto a la labranza de Paniagua

LOS GRABADOS DEL MARTINETE EN EL JÉBALO, Patrimonio comarcal en peligro 12

LOS GRABADOS DEL MARTINETE EN EL JÉBALO,

Patrimonio comarcal en peligro 12

Bajo el enebro que cuelga a la derecha de la imagen se encuentran los grabados y pinturas

FICHA DE BIEN EN PELIGRO

Denominación.-

Grabados y pinturas rupestres de El Martinete

 Término Municipal.-

Alcaudete de la Jara

 Situación.-

En la orilla oeste del Jébalo sobre una gran roca lucida por la erosión del agua.

 Categoría.-

Pinturas y grabados de arte esquemático 

Cérvido de gran cornamenta en la estación de arte rupestre de El Martinete

Descripción del Bien.-

En el curso medio del río Jébalo  se observan, en el paraje conocido como El Martinete, unos curiosísimos grabados y pinturas rupestres que corresponden al llamado Arte Esquemático de la Edad del Bronce, aunque es probable una mayor antigüedad en su ejecución pues algunos especialistas retrasan su datación hasta la Edad del Cobre o Calcolítico, con más de 4500 años, e incluso otros llegan hasta el epipaleolítico añadiendo un par de milenios más.

La mayor parte de los grabados están realizados con técnica de piqueteado sobre unas superficies rocosas lamidas por el Jébalo en sus crecidas y situadas en un lugar intrincado y de entorno agreste. El lugar tiene aspecto de «capilla» o de recogido paraje religioso. Muchos de los motivos son homúnculos, es decir, hombrecillos esquemáticos en diferentes actitudes, como uno de ellos, por ejemplo, que parece representar un arquero caído.

También aparece la imagen de la cabeza de un cérvido y lo que da la sensación de ser una escena de lucha entre otro animal astado y un hombre. Además, se percibe un carro o una vivienda esquemática y otros signos y dibujos muy sencillos pero de difícil interpretación. Las figuras se distribuyen sobre un panel principal y otro secundario más elevado y situado más hacia el norte.

Detrás de los grabados se observan también pinturas en tonos rojizos muy desvaídos en los que se distinguen dos imágenes formadas por círculos concéntricos con el típico aspecto de los ojos esquemáticos que caracterizan a muchos idolillos hallados en los dólmenes y en otras estaciones de arte esquemático.

 

Grabado del martinete que parece representar un arquero caído

Cronología principal.-

Segundo Milenio a. de C.

 Protección legal.-

Las Genéricas de protección autonómica y estatal

 Propietario.-

Dominio fluvial del río, Público

Calco de un cérvido representado en los grabados de El Martinete

 Valoración del Bien.-

  • Valor histórico
  • Valor arqueológico
  • Valor artístico

Principales riesgos apreciados.-

  • Riesgo de deterioro por vandalismo, graffitis o repiqueteado

    Pinturas de la estación de El Martinete que parece representar ojos o soles con círculos concéntricos

Bibliografía de referencia.-

-Jiménez de Gregorio, F., Grabados y Pinturas Rupestres de El Martinete, Alcaudete de la Jara, Toledo. Pyrenae nº 9

-Portela Hernando, D., Los grabados Rupestres Postpaleolíticos de «El Martinete». Alcaudete de La Jara. Congreso de Arte Rupestre Esquemático de la Península Ibérica. Los Vélez

Uno de los paneles de arte rupestre obra de Domingo Portela

INTRODUCCION AL ESTUDIO DEL CALCOLITICO EN LA JARA

INTRODUCCION AL ESTUDIO DEL CALCOLITICO EN LA JARA

Miguel Méndez-Cabeza y Jesús Carrobles Santos  

A don Fernando Jiménez de Gregorio, en homenaje particular con este artículo sobre los orígenes de La Jara, su tierra.

INTRODUCCIÓN

Vistas de La Jara desde el cerro Castrejón en Aldeanovita, donde se sitúa uno de los yacimientos referidos
Vistas de La Jara desde el cerro Castrejón en Aldeanovita, donde se sitúa uno de los yacimientos referidos

En los últimos años y con motivo de la realización del Inventario Arqueológico de la provincia de Toledo, de la Excma. Diputación Provincial, se han localizado una serie de yacimientos en la zona de la Jara que ponen de manifiesto la existencia de un tipo de poblados que creemos son interesantes, al ser por ahora los asentamientos estables más antiguos conocidos en esta zona de la provincia y estar posiblemente asociados a la realidad funeraria megalítica que también está empezando a ser descubierta.

Nuestra intención es, a falta de excavaciones arqueológicas que aseguren las conclusiones que vamos a exponer, realizar un estudio de los datos existentes y presentar una hipótesis de trabajo sobre estos yacimientos representativos de una de las primeras fases de nuestra prehistoria.

Calcolítico significa cobre, estas son las trincheras de la mina de La Borracha, cercana al yacimiento de Castrejón
Calcolítico significa cobre, estas son las trincheras de la mina de La Borracha, cercana al yacimiento de Castrejón

I.-CATÁLOGO DE YACIMIENTOS Y MATERIALES

  1. El Castrejón (Aldeanueva de San Bartolomé)

PATRON.-Poblado ubicado en la parte superior de un cerro que, de forma aislada, se destaca en el valle del Andilucha, sobre una zona en la que con algún relieve suave, predominan las llanuras con suelos no muy evolucionados, aunque lo suficiente como para permitir una agricultura de secano con ciertas garantías, al ser una Zona húmeda por la proximidad a alguna de las principales alturas de los Montes de Toledo. El asentamiento se ubica sobre una antigua vía de comunicación (Cañada Leonesa Oriental) que desde los pasos del Tajo por Azután y posteriormente por Puente del Arzobispo, se dirige hacia el sur a través del Puerto de San Vicente

ESTRUCTURAS.-Aislando la zona superior del cerro, se localiza un recinto amurallado caracterizado por un muro realizado por bloques de mediano y gran tamaño junto a piedras pequeñas, que aprovechando los afloramientos rocosos, rodean por completo la elevación, dando lugar a un recinto irregular formado en zonas por simple acumulación y sin cara vista. En el interior se documentan numerosas estructuras de hábitat realizadas con muros de mampostería trabadas con barro, pertenecientes a la última de las fases existente en este lugar.

Materiales hallados entre otros en el yacimiento de Castrejón y Cabeza del Conde
Materiales hallados entre otros en el yacimiento de Castrejón y Cabeza del Conde

MATERIALES.- (Fig. 2-22 a 25).Se han encontrado algunas cerámicas a mano, entre las que únicamente vamos a destacar una gran fuente de borde engrosado (Fig. 2-22), junto a algunos cuencos y fuentes de labio redondeado simple. También se localizó un fragmento de pesa de telar prismática con decoración de incisiones oblicuas (Fig. 2-23). En este yacimiento también aparecen numerosos restos de cerámicas a torno, no dibujadas ni tratadas en este artículo.

FASES.-Tras la descripción del material se pueden presumir dos fases distintas de población. Por un lado una primera calcolítica, en la que se realizaría el recinto amurallado y por otro, una segunda fase medieval a la que pertenecerían las estructuras de hábitat existentes y posiblemente algunos de los tramos del recinto amurallado.

La Cabeza del Conde en La Estrella, uno de los yacimientos calcolíticos de La Jara

  1. Cabeza del Conde (La Estrella)

PATRON.- Poblado ubicado en la parte superior de un cerro de naturaleza granítica que en su parte superior presenta una amplia meseta, casi por completo aislada naturalmente, desde la que se domina visual y de forma efectiva el Valle del Uso que constituye la principal vía de comunicación de los Montes de Toledo al Valle del Tajo en la zona. El terreno próximo se caracteriza por los afloramientos rocosos que, salvo al norte, en el que a considerable desnivel existe una llanura de tierra bastante pobre, hacen imposible cualquier aprovechamiento agrario de la zona.

ESTRUCTURAS.-Como ya hemos dicho anteriormente, existe en lo más alto del cerro un recinto natural, formado por grandes piedras de granito que únicamente han debido complementarse en algunas zonas, en las que se aprecia un gran muro realizado con piedras de pequeño y mediano tamaño dispuestas en seco. Se trata sin duda de una fortificación, de la que no podemos precisar sus características, dado el derrumbe que cubre las zonas en las que aparece y la vegetación natural que impide conocer datos como el grosor, etc. En el interior del recinto se documentan distintas alturas aterrazadas en las que aparecen restos de estructuras de hábitat que aprovechan los afloramientos rocosos para protegerse de los agentes atmosféricos. Son muros de mampostería de escaso grosor, realizados con piedras de pequeño tamaño dispuestas en seco.

MATERIALES.- (Fig. 2-26 a 31). Se documentaron escasos materiales cerámicos, entre los que destacan algunas ollas de borde entrante, bien con el borde marcado (Fig. 2-26), apuntado (Fig. 2-27) o de tendencia recta (Fig. 2-31). También han aparecido algunos cuencos (Fig. 2-29, 30) y ollas de paredes verticales (Fig. 2-28). En lo referente a la industria lítica, aparecieron algunos restos de talla en sílex y fundamentalmente en cuarcita.

FASES DE OCUPACIÓN .- Según el material localizado, existen al menos dos fases de ocupación claramente distintas. En primer lugar, un poblamiento presumiblemente calcolítico, como luego veremos, al que hay que asociar los tramos conocidos del recinto amurallado y gran parte de las estructuras de hábitat citadas. En segundo lugar habría una segunda fase no bien definida cronológicamente y que, asociada a la cerámica a torno, habría que relacionar con alguna de las estructuras de hábitat más expuestas a la intemperie, que interpretamos como pertenecientes a pastores que a lo largo de los últimos siglos han aprovechado alguno de los resguardos naturales para construir sus cabañas, a veces sobre estructuras mucho más antiguas.3.

Alcaudete de la Jara II

Yacimiento de Alcaudete II cubierto de retama en flor
Yacimiento de Alcaudete II cubierto de retama en flor

PATRON.-Poblado ubicado en la parte superior de un cerro caracterizado por los afloramientos graníticos, que de nuevo conforman una meseta en la que se establece el asentamiento. El acceso se realiza únicamente desde el oeste, al ser el resto de los flancos fuertes barrancos que acaban en el cauce del Jébalo, en una Zona más interna que el que estudiaremos a continuación, pero desde donde también se ejerce un profundo control visual y de posibles rutas que desde la Jara Alta se dirigen al Valle del Tajo. El terreno cercano es quebrado en la Zona este y ondulado al oeste, con ciertos afloramientos graníticos que permiten, no obstante, la existencia de una agricultura necesariamente pobre por la naturaleza de la tierra, no existiendo ninguna zona de suelo aluvial cercana al yacimiento objeto de estudio.

ESTRUCTURAS.- Aislando la meseta citada, se documenta una curva de nivel bastante marcada identificable con el recinto amurallado, escasamente visible por la existencia de una gran vegetación, que en los escasos lugares en los que puede entreverse, parece estar realizado con piedras de pequeño y mediano tamaño dispuestas en seco que, aprovechando los afloramientos, cerca por completo el cerro, sin que se observen diferentes técnicas constructivas. En el interior existen diversos aterrazamientos que regularizan la superficie cercada, sin que se pueda asegurar la existencia de estructuras de hábitat visibles por la existencia, ya comentada, de una fuerte vegetación.

MATERIALES.- Por la vegetación que venimos citando, únicamente se recogieron algunos fragmentos de cerámicas a mano, atípicos, que no permiten realizar ningún tipo de valoración.

FASES DE OCUPACION.- Ante la escasez de materiales y estructuras documentadas, únicamente podemos presumir la existencia de una única fase de ocupación para este yacimiento, no descartando que posteriores hallazgos puedan hacer cambiar este panorama.

  1. Alcaudete de la Jara I

    El valle del Jébalo con el yacimiento Alcaudete 1 a la izquierda
    El valle del Jébalo con el yacimiento Alcaudete 1 a la izquierda

PATRON.-Asentamiento ubicado en la parte superior de un Cerro, con numerosos afloramientos graníticos que forma una pequeña meseta en su parte superior. Presenta un fácil acceso desde el Este, al situarse al final de una serie de elevaciones y es difícil en el resto, al existir un gran desnivel con respecto al cauce del Jébalo, cuyo valle domina en gran medida, siendo la primera gran elevación que existe sobre este río desde su desembocadura en el Tajo. El terreno circundante es bastante quebrado, caracterizándose por los afloramientos graníticos, bancos de arena, producto de la descomposición de los anteriores y escasa existencia de tierras cultivables, que se localizan únicamente en un pequeño valle perteneciente al arroyo de las Alamedas que, por su humedad y buena calidad del suelo, permite la explotación agrícola intensiva del lugar.

ESTRUCTURAS.- En la meseta natural antes mencionada, se localiza la existencia de una serie de estructuras de defensa, pertenecientes presumiblemente a diversas fases, que aíslan esta Zona de los alrededores en los que en algunos puntos también aparecen materiales, sin que existan huellas de ningún tipo de estructuras. La muralla documentada presenta tres tramos perfectamente diferenciados: En su lado oeste y norte existe un lienzo realizado por simple acumulación de grandes piedras caballeras en los bordes de la meseta natural sin ningún tipo de talla, llenando posteriormente los huecos con piedras de regular tamaño que hacen inaccesibles estos flancos. En la esquina noreste y sobre todo a lo largo del lado este, protegiendo la zona más accesible, se localizó un muro realizado por bloques de piedra algo trabajados en su cara externa y con un grosor total cercano a 1,60 m. El interior del muro está realizado con piedras de pequeño tamaño dispuestas en seco, siendo escasos los lugares en los que es posible ver las características de la cara interna, que parece estar realizada con piedras algo mayores, pero en ningún caso del tamaño de las de la cara externa. En la Zona sur, salvo en la esquina suroeste donde aparecen los grandes bloques, aparece un lienzo de características similares al descrito anteriormente, con la única particularidad de presentar en su cara externa un mayor número de piedras regulares que en la zona central y para dar lugar a un pequeño portillo, llegan incluso a ser auténticos sillares algo irregulares. En el interior del recinto y aprovechando los afloramientos rocosos, también se ven restos de muros de mampostería que no permiten, no obstante, definir ninguna estructura completa.

MATERIALES.- (Fig. 3).El material cerámico se caracteriza por la presencia de algunos vasos de paredes rectas y bordes algo exvasados (Fig. 3-11, 2, 8, 10 y 13), alguno de los cuales presenta una orejeta bajo el borde. También han aparecido diversos cuencos (Fig. 3-5, 6 y 7), una gran fuente de labio algo apuntado (Fig. 3-4) y algunas formas carenadas (Fig. 3-11, 12 y 15). En lo referente a la industria lítica, destaca fundamentalmente la existencia de una gran cantidad de restos de talla y útiles en cuarcita de aspecto absolutamente arcaizante, con auténticos cantos trabajados, etc. En sílex únicamente han aparecido algunos restos de talla.

FASES DE OCUPACION.-A la vista de los materiales y estructuras documentadas, se puede ver claramente la existencia de dos fases de ocupación, una primera calcolítica en la que, aprovechando la meseta, se realizaría un recinto amurallado que no incluye a toda la población en el interior, ya que ésta parece ubicarse también en toda una amplia zona de los alrededores más cercanos. Con posterioridad y aprovechando las posibilidades estratégicas del lugar, en una fase indeterminada de la Edad Media, se poblaría de nuevo la zona, ahora únicamente en la meseta, reconstruyendo parte de los lienzos de muralla presumiblemente calcolíticos en el lado este o edificando casi completamente el lado sur, dando lugar a un castillete que debió de servir de punto de control de todo el valle del Jébalo.

LA MINERÍA DE LA JARA II: MAZOS, MARTINETES Y FERRERÍAS

Edificio de El Mazo en Los Navalucillos

LA MINERÍA DE LA JARAII:

MAZOS, MARTINETES Y FERRERÍAS

En este segundo capítulo de La Minería en La Jara comentamos los artificios hidráulicos que procesaban el mineral y el metal de las minas y ferrerías jareñas

Edificio del mazo de las ferrerías de Safont en Los Navalucillos
Edificio del mazo de las ferrerías de Safont en Los Navalucillos

La actividad minera ha dejado en el paisaje diferentes topónimos como impronta de aquellos afanes y así, encontramos términos como “Casa de la Mina”, “Camino de la Mina” o “Camino de los Plateros”, este último es el caso de una senda que daba servicio a una mina de plata en San Martín de Pusa, Los Navalucillos y Los Navalmorales  disputaron desde antiguo  su jurisdicción sobre Herrera, lugar con nombre minero ya documentado en el siglo XII, y con explotaciones de sus pozos hasta mediados del siglo pasado. Tuvo fama en toda la comarca la ermita de Nuestra Señora de la Herrera; a ella concurrían en su fiesta gran cantidad de comerciantes entre los que destacaban por su número los plateros y fabricantes de utillaje de labor, tal vez residuo esta feria de la antigua actividad metalúrgica del lugar. Las herraduras fabricadas en Los Navalmorales fueron también famosas, y llegaron a exportarse incluso fuera de nuestras fronteras, dando sustento a muchas familias de este pueblo.

Ruinas de los edificios de La Herrera convertidos en granja
Ruinas de los edificios de La Herrera convertidos en granja

Estos caminos mineros a los que nos hemos referido sirvieron para el trasiego incesante de material hacia los puntos de transformación como es el caso de la ferrería de San José, en el paraje de El Mazo, junto al río Pusa en los Navalucillos, donde para el transporte desde la Herrera y otros puntos de extracción en las sierras colindantes, se llegaron a emplear basta trescientas mulas.

El Mazo es otro topónimo de interés que indica la existencia de un gran martillo movido por energía hidráulica para la trituración del material, y sobre todo, para el forjado del hierro ya extraído. Además del ya aludido Mazo del Pusa, existe otros topónimos como “mazuelo”, en las cercanías del cruce del Jébalo con la carretera de Espinoso a Buenasbodas.

El Martinete que da nombre al paraje del río Jébalo. A la derecha el edificio del martinete y a la izquierda el muro sobre el que se apoyaba el eje de la rueda vertical
El Martinete que da nombre al paraje del río Jébalo. A la derecha el edificio del martinete y a la izquierda el muro sobre el que se apoyaba el eje de la rueda vertical

También, rio abajo, se encuentra el lugar que se conoce con el nombre de “El Martinete”, seudónimo de mazo, y que consiste en un artilugio que, como muestra el dibujo tomado de un martinete aún en buen estado en Navafría), acciona mediante el caudal derivado por el canal (C), al abrir la trampilla (T), una rueda vertical (R), que hace girar su eje. Dentro ya del edificio, el eje o árbol A tiene encajados cinco dientes o levas (L) que con el giro del mismo van golpeando sobre el mango del mazo propiamente dicho (M).

Edificio de ElMartinete sobre el Jébalo, antes de su destrucción

El mazo metálico podía pesar entre doscientos y mil kilos, y golpear con una frecuencia de 120 a 180 martillazos por minuto, con lo que podemos hacemos una idea de lo que estos artificios hidráulicos suponían en ahorro de trabajo físico a los procesos metalúrgicos. El martinete del Jébalo conserva todavía el canal y los muros del edificio, junto a otra dependencia en forma de torre, que correspondería al horno, también adosado al canal, lo cual nos hace pensar en que el agua accionaría un barquín, que no es otra cosa que un artilugio soplante, el cual, mediante otro eje, en este caso con solamente dos levas, movilizaría mediante un sistema de palanca dos grandes fuelles que avivarían el fuego de la fragua.

Esquema que representa el funcionamiento de un martinete
Esquema que representa el funcionamiento de un martinete

Otro topónimo que nos trae reminiscencias mineras es el de Robledo del Mazo. En las Relaciones de Felipe ll, los encuestados del agreste pueblo serrano dan como explicación al nombre del lugar que este dicho lugar antiguamente era posada de colmenas y siendo posada como dicho tienen, andaban en ellas ciertos osos que son muy perjudiciales para las colmenas, los cuales se las comían, y para evitar el dicho daño, hicieron en el arroyo que llaman de los Regatos del Mazo, un argumento de la misma agua del arroyo a un mazo que le pusieron hechizo, daba grandes golpes de noche y de día para con ellos espantara los tales osos que hacían daño, y por esta razón se vino a llamar Robledo del Mazo.

En el siglo XVI vemos como estos sencillos jareños llamaban a esta incipiente tecnología “hechizo”; por sus palabras parece que no llegaron a conocer el artilugio y es más probable a mi parecer que se tratara de un mazo minero reutilizado quizás para espantar a los golosos plantígrados, ya que no es poco el esfuerzo que requiere hacer la presa, el canal y el propio artificio para Iuego darle solamente esa utilidad. En las inmediaciones del cruce de la carretera de Anchuras con el río Fresnedoso podemos, todavía hoy, contemplarlas ruinas de una ferrería del siglo pasado, un gran cubo se mantiene en pie; con el agua en el contenida se movilizó una rueda probablemente horizontal, que a su vez accionaría la maquinaria, martinetes y barquines necesarios para la actividad metalúrgica.

Un mazo en el siglo XVIII. La rueda movida por el agua hace girar el eje que con sus dientes acciona el mazo y los fuelles de la fragua
Un mazo en el siglo XVIII. La rueda movida por el agua hace girar el eje que con sus dientes acciona el mazo y los fuelles de la fragua

Pero las instalaciones de mayor entidad fueron las ya referidas de las ferrerías de San José del Mazo. En 1844, don José Safont, rico hacendado catalán, especulador que había hecho su fortuna adquiriendo bienes desamortizados, compró un molino en las orillas del Pusa y construyó todo un complejo metalúrgico movido por energía hidráulica que se abastecía de una presa sobre el río, y para el que fue necesario construir un canal de gran longitud con acueductos para salvar arroyos y perforaciones costosas en el terreno pizarroso de las orillas. Lo construyó el ingeniero francés Elías Michelin (hay quien dice que era hermano del descubridor del neumático), que se encuentra enterrado en Los Navalucillos. Esta industria llegó a emplear a trescientos hombres, y supuso un gran impulso demográfico para la población de Los Navalucillos, ya que mantuvo su actividad fabril hasta principios de siglo.

Hoy en día estas ferrerías y martinetes no son más que ruinas, que antes de su completa destrucción deberían ser catalogadas, estudiadas y, en la medida de lo posible, restauradas por la administración pues son de un gran interés por su interés para la arqueología industrial y el patrimonio cultural de La Jara.

RUTA A LAS LAGUNAS DE PANIAGUA

RUTA A  LAS LAGUNAS DE PANIAGUA

Croquis de la ruta, en mi libro "Rutas y Senderos de Talavera y comarcas" Croquis de la ruta, en mi libro «Rutas y Senderos de Talavera y comarcas»[/caption]

Alcaudete es hoy nuestro punto de partida. Se trata de uno de los primeros núcleos de población de la Jara que probablemente ya estaba habitado en época musulmana. La pionera repoblación cristiana de estas tierras en época medieval es recordada por un

La torre medieval de la Casa del Cura y la iglesia de Alcaudete La torre medieval de la Casa del Cura y la iglesia de Alcaudete

monumento a la entrada del pueblo que nos recuerda a aquellos primeros colmeneros y ballesteros que se asentaron a las orillas del Jébalo. Ya que nos encontramos en Alcaudete, es obligado visitar su iglesia, una gran mole de mampostería y sillería granítica recientemente restaurada en la que debemos detenernos en su portada esculpida y en la cerámica del interior.

En las proximidades del templo se encuentra la llamada Torre del Cura, atalaya urbana que nos recuerda la inseguridad medieval de estas tierras. La arquitectura popular no es tan llamativa como la construida en pizarra en otras zonas de la Jara, pero conserva algunos ejemplares de casas señoriales que merecen un paseo por el centro del pueblo.

Preguntamos por el camino de Las Peralosillas que asciende hasta las rañas situadas al sur del pueblo y discurre paralelo al cauce del Jébalo. En todo este trayecto podemos descender los dos kilómetros que nos separan del río y encontrarnos con parajes de gran belleza en los barrancos que el agua ha labrado en la plataforma granítica. La riqueza en anidaciones de diferentes aves y el baño en las pozas enmarcadas por precipicios y roquedales merecen una parada.

Pozas del Jébalo. Esta es la de malpasillo poruqe se puede cruzar el río de un sakto. parajes ideales para el baño con pozas de hasta 5 metros de profundidad. Pozas del Jébalo. Esta es la de Malpasillo porque se puede cruzar el río de un salto. parajes ideales para el baño con pozas de hasta cinco metros de profundidad.

Pero nuestro trayecto continúa hasta el camino que desciende hacia la zona conocida como de Los Villarejos y el muro del embalse del Jébalo por cuyas riberas es agradable pasear o pescar. En la bajada de este camino es digno de ver el vallecito que queda a la derecha con un impenetrable bosque mediterráneo y la  panorámica sobre el valle medio del Jébalo horadando las rañas jareñas.

El camino sigue hasta el entrañable pueblecito de La Fresneda, pero nosotros deberemos tomar el camino que va por la ribera del pantano en dirección sur hasta el reculaje. Donde ya discurre el río en un cauce pizarroso que deja bonitas tablas transparentes donde bañarse o pescar los ricos cachuelos del Jébalo. Además hay que resaltar que en el trayecto hasta el caserío de Paniagua iremos viendo algunos ejemplares representativos de labranzas y casillas típicas de la arquitectura popular de La Jara.

La aldeílla o labranza de Paniagua La aldeílla o labranza de Paniagua

Llegamos así a la labranza de Paniagua que en realidad era una pequeña aldea en torno a una era empedrada. Desde aquí tomamos el camino que en dirección oeste nos lleva subiendo la berrera hasta la raña de Paniagua. Las rañas son las llanuras rojizas de esta comarca, perfiladas por la erosión de los valles de los ríos y arroyuelos que bajan de la sierra. El camino pasa junto a una de las dos lagunillas que dada la sequía actual permanecen casi todo el año sin agua, pero es llamativo, cuando se llenan de agua, observar las aves migratorias que paran en ellas y el contraste con el duro paisaje jareño de estos pequeños humedales.

Junto a las lagunas discurre una pista por la que ascenderemos en dirección sur hasta unos pinares cercanos salpicados de algunos alcornoques y quejigos, podemos desde allí observar la sierra del Aljibe y de la Picaza, con un manto vegetal bien conservado y donde es posible ver algún ejemplar de venado, corzo o jabalí si nos adentramos por los bosquecillos. El aficionado a los níscalos puede también recogerlos en los pinares, y los madroños son abundantes para el que guste de su fruto.

Es interesante ascender hasta la cumbre por el camino y detenerse allí a contemplar  una vista impresionante de las redondeadas cumbres de la Jara Alta.

Lagunas de Paniagua y rañas del valle del Jébalo Lagunas de Paniagua y rañas del valle del Jébalo

Damos la vuelta y por la misma pista que hemos venido, volvemos hacia el norte pero sin dejarla hasta llegar a Belvis de la Jara.  En las «barreras» como se llaman aquí las laderas que descienden desde la raña, miles de olivos contrastan su verde plateado con el rojo de la tierra. Desde Belvis tomamos la carretera hacia Alcaudete y, pasados unos tres kilómetros, cruzamos un arroyo en cuyas orillas, tres kilómetros más arriba, se sitúa un curioso balneario popular, los baños del Vivaque donde se aliviaban sus reumas los jareños. Tanto en Belvís como en Alcaudete hay restaurantes de carretera donde comer.

Las huertas de Alcaudete en invierno forman un paisaje digno de verse por el verdor de sus afamadas lechugas,no hay que pasar sin llevarse alguna ,también hay buenos embutidos. En Belvis se puede adquirir un vino de la tierra de buena calidad y tampoco debemos olvidar el magnífico aceite de las cooperativas de la zona, uno de los mejores del mundo, y a buen precio.