ACABAMOS EL CAMINO DE LOS IBORES A GUADALUPE CONOCIENDO NAVALVILLAR

Arquitectura popular cerca de Navalvillar

Dejamos Castañar y tenemos dos opciones para continuar camino de Guadalupe. O bien seguimos por la carretera hacia Navalvillar, o descendemos nuevamente hacia el río y continuamos el camino paralelo al Ibor siguiéndolo en dirección sur. Si tomamos esta segunda opción llegamos a cruzarnos con la garganta Salóbriga que aguas arriba, bajo el viaducto de la carretera, cuenta un paraje muy bonito con dos viejos molinos en umbrías muy amenas.

Cada vez se cultivan más cerezosen el valle del Ibor

Si descendemos aguas abajo del arroyo, hasta su desembocadura en el Ibor también nos encontramos con otro viejo molino de pizarra en la confluencia. Aguas abajo de él, se levanta el edificio de una antigua ferrería que servía para procesar el metal extraído de las minas cercanas.
Desde garganta Salóbriga ascendemos hacia Navalvillar por la antigua carretera o por el camino que aquí se convierte en una senda.

Portada mudéjar de la iglesia de Navalvillar de Ibor

El propio nombre de Navalvillar ya nos indica la existencia de una población anterior, pues “nava” quiere decir llanura elevada y húmeda, mientras que “villar” hace referencia a la existencia previa a la repoblación de ruinas de antiguos caseríos de época indeterminada. Pero la primera alusión documentada al pueblo, o al menos al paraje donde hoy se sitúa, se encuentra en el documento del siglo XIII referido en el capítulo anterior por el que Sancho IV dona a Talavera la dehesa de Castrejón de Ibor, concretando su amojonamiento y apareciendo el paraje de Navalvillar como uno de los incluidos en dicha dehesa. Así, perteneció este pueblo a las Antiguas Tierras de Talavera y por tanto al señorío de los arzobispos de Toledo, hasta el siglo XIX en que la división provincial le incluyó en Cáceres, aunque quedó como recuerdo de aquella vieja viculación la actual pertenencia a la demarcación eclesiática de la mitra toledana.

Navalvillar desde el valle del Ibor

La iglesia de Navalvillar es construcción del siglo XVI, pero las reformas y vicisitudes bélicas apenas han dejado huellas de su antiguo patrimonio.
La principal atracción de este pueblo es su agreste y rica naturaleza con los bosques de castaños, los alcornocales y los lugares de interés que se sitúan en torno al Ibor y la garganta Salóbriga, con los parajes que antes hemos referido entre otros de interés.

Alcornocales en el valle del Ibor

En la gastronomía de Los Ibores no debemos olvidarnos del magnífico queso de cabra con denominación de origen que se produce en estas sierras con sus diferentes variedades. Esos magníficos pastos también hacen que el cabrito de la zona sea delicioso acompañándolo si queremos con unas buenas migas. Las aguas del Ibor y de sus arroyos riegan con sus aguas limpias los huertecillos que producen verduras de calidad, entre las que destacaremos las judías. También en esas aguas se crían los magníficos peces que podemos capturar y degustar. De postre, las roscas de muédago o las cerezas que se cultivan en la zona.

Paisaje con molino en Navalvillar

En cuanto a la artesanía, Castañar y Navalvillar son dos pueblos donde se pueden adquirir labores tradicionales en unos casos con los motivos y técnicas autóctonos y en otros de tipo lagarterano. Las fiestas populares de Navalvillar se celebran el diez de febrero, Santa Escolástica, y el dieciseis de agosto, San Roque.

Labores en Navalvillar

Desde Navalvillar hasta el empalme con la carretera que viene del ya descrito Camino Viejo o Camino Real de Guadalupe y del Hospital del Obispo hay cerca de diez kilómetros. El camino antiguo discurre paralelo a la carretera por su lado oriental y se une con el Camino Viejo en el paraje conocido como de la Venta Real, que dio servicio antiguamente a los romeros y de la que hoy no quedan apenas restos. El tramo de este camino de Los Ibores que continúa hasta Guadalupe coincide con el Camino Viejo en su trayecto final.

LOS PUENTES DE ALMENDRAL DE LA CAÑADA O TAMBIÉN LAS OBRAS PÚBLICAS SON PATRIMONIO

Los amigos de Almendral de la Cañada me transmiten que andan preocupados. Indudablemente el arreglo de la carretera CM-5005 va a mejorar sus comunicaciones con Pelahustán, el Real de San Vicente y, en general, con el resto de la Sierra de San Vicente y comarcas adyacentes, lo que supone un motivo de alegría porque supondrá disminuir en algo el aislamiento del pueblo, pero no quieren que por las obras de ensanche y acondicionamiento se pierdan la docena de puentes sobre los que discurre la vieja carretera.

Se trata de magníficas obras de sillería elaboradas con granito de calidad perfectamente labradas y que tienen miedo de perder si las obras tiran por el camino de enmedio soterrándolas o destruyéndolas para dar paso a la nueva vía.
Las obras públicas, aunque tengan menos de un siglo de antigüedad también forman parte del patrimonio cultural y las autoridades deberían buscar la forma de preservarlas y en este caso conservar al menos los puentes más significativos poniéndolos en valor, y la mejor manera de hacerlo es, por ejemplo,  adaptándolos como áreas de descanso que ayuden a disfrutar de la riqueza natural de la cara norte de la sierra de san Vicente e instalando paneles de información sobre su patrimonio y naturaleza que animen al viajero a conocer los encantadores pueblos de la Sierra y, dada su cercanía, ya que en parte esa carretera discurre por ella, de la Cañada Leonesa Oriental, un recurso turístico de primer orden que debería ser potenciado.
Esperemos que no suceda lo que desgraciadamente estamos acostumbrados a sufrir, una absoluta insensibilidad de la administración con la conservación del patrimonio, que en nuestra región solamente se cuida en  grecos y quijotes.

CONOCEMOS CASTAÑAR Y SALIMOS PARA NAVALVILLAR CAMINO DE GUADALUPE

Frescos con pinturas del siglo XVI que decoran un púlpito de la iglesia de Castañar representando a los padres de la Iglesia, en la imagen San Jerónimo

Conocida la historia, vamos ahora a conocer el patrimonio de Castañar de Ibor. La iglesia merece una visita pues conserva un buen retablo y un curioso púlpito decorado con pinturas del siglo XVI.La iglesia es de una sola nave y está revocada y blanqueada en su exterior ocultando así sus muros de mampostería. En el interior un arco gótico mudéjar de influencia guadalupana da acceso a una capilla y otro a la sacristía.

El presbiterio está cubierto con bóveda de crucería y entre su patrimonio escultórico se debe destacar el Cristo de La Avellaneda datado en el siglo XV y que fue traído aquí tras el despoblamiento del pequeño lugar. Es a la devoción de esta imagen a la que está dedicada la romería que se realiza desde Castañar hasta el pequeño lugar en el mes de Mayo. En la sacristía se guarda otro Cristo de pequeñas dimensiones pero de buena factura y otro más de estilo popular se encuentra expuesto presidiendo la capilla bautismal en la que también destaca una gran pila granítica con una pililla de cerámica de Puente del Arzobispo.

Iglesia parroquial de El Castañar

Aunque la arquitectura tradicional del caserío ha sido sustituida en su gran mayoría por casas de nueva construcción levantadas por los emigrantes que volvieron al pueblo, todavía se conservan algunos rincones con encanto.

Es de gran interés una cueva descubierta en 1964 en la Solana del Helechal por un agricultor al que se le hundieron las mulas mientras trabajaba la tierra. Sus formaciones calizas se distribuyen en salas a las que se ha bautizado por su aspecto como la sala roja, la sala blanca o la sala jardín y también cuenta con pequeños lagos subterráneos. Es de grandes dimensiones y todavía no está completamente explorada. Ha sido declarada Monumento Natural de Extremadura y actualmente se puede pedir cita para la visita al Geoparque de Villuercas.

Cárcavo de un molino del río Ibor. El agua que sale por el saetillo mueve el rodezno.

Desde Castañar parten algunas rutas que nos permiten adentrarnos en un entorno privilegiado por sus riquezas naturales. En primer lugar podemos dirigirnos al extenso bosque de castaños que da nombre al pueblo y entre cuyas agradables umbrías es agradable pasear. También existen parajes serranos cercanos donde llaman la atención los tupidos robledales o los ejemplares monumentales de castaño, como los que se encuentran cerca del collado del Postuero camino de las Chorreras de Calabazas, pequeñas cascadas a las que se accede por una senda pintoresca que también nos puede llevar a los solitarios montes de Calabazas, donde es difícil encontrar a nadie salvo a la fauna salvaje y a los arroyuelos de aguas continuas que bajo sus alisedas esconden rincones de lo más ameno en los que podemos tomar un baño.

Tanto en la carretera que une Bohonal con Mesas de Ibor, como en la que nos lleva a Robledollano desde Castañar existen lugares de interés en las inmediaciones del río Ibor. En el primer caso encontramos un puente medieval que servía para el trasiego de los ganados trashumantes que discurrían por una cañada.

Chozo en un castañar del río Ibor

También podemos visitar un antiguo molino de los conocidos como “de regolfo”, debido al sistema hidráulico que hacía girar las piedras con la corriente del río que aquí discurre por unas riberas de gran belleza. En el segundo de los cruces enumerados hay un merendero junto a las zonas de baño y el agua del canal que daba servicio a una central eléctrica se despeña sobre una cascada cerca de la confluencia del río Viejas con el Ibor. Cerca del puente de la carretera de Fresnedoso hay también parajes ribereños muy agradables además de las ruinas de unas antiguas herrerías y molinos aguas abajo de otro merendero.

En las sierras cercanas son abundantes los fósiles, testigos de la existencia de un antiguo mar que hace millones de años cubría esta zona y cuyos lechos marinos hicieron elevarse plegamientos geológicos posteriores. Los limos sedimentados fueron convertidos por grandes presiones en las pizarras y cuarcitas  sobre las que hoy encontramos los trilobites y otros animalejos fosilizados en aquellos lejanos tiempos.

En el Castañar son dos las fiestas principales, la concurrida romería del Cristo de La Avellaneda, celebrada en mayo, y la fiesta patronal de San Benito Abad que tiene lugar el once de julio. Se ha abierto un camping y también puede dormirse en un hostal que es además restaurante y ofrece comidas.

 

HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA DE TALAVERA (4) LA EDAD DEL HIERRO I

EDAD DEL HIERRO I

El PERIODO ORIENTALIZANTE

Uno de los cuencos hallados en la tumba de El Carpio en Belvís

A partir de una serie de objetos metálicos singulares, se propuso hace unos años la existencia de una ruta natural en dirección sur-norte que discurría por el occidente de la península ibérica, un viejo camino que sería el precedente de lo que más tarde, en época romana, se denominaría la Vía de la Plata[1]. Desde Huelva y Cádiz, ascendía un trayecto jalonado de hallazgos de braseros y jarros, con ramificaciones por los valles de los grandes ríos hacia el interior. Varios hallazgos en la comarca de Talavera nos indican que al menos llegaba hasta aquí una de esas vías secundarias que nos relacionaban con el mundo de Tartessos.

El llamado «puñal de Ronda» o de El Carpio de Tajo, aunque en realidad se encontró en término de Mesegar, es de una tipología ya enmarcada en la llamada metalurgia del «grupo Ría de Huelva» y se datan en torno al siglo IV a. d. C.[2]

Estela de guerrero de Las Herencias

Aunque se han hallado cerca de media docena de las estelas llamadas de guerrero de esa época, la primera de ellas, la estela hallada en las Herencias, que pudiera estar relacionada con la necrópolis indígena de un asentamiento cercano del Arroyo Manzanas donde se han encontrado algunas cerámicas contemporáneas, es una estela de las llamadas del tipo II C de Pingel. Este tipo se caracteriza por la presencia de figura humana a la que suelen acompañar una serie de atributos como la espada, lanza, escudo, carro o espejo. En nuestro caso, el personaje aparece tocado con un casco de cimera, una lanza con la hoja hacia abajo, un escudo con escotadura en V, una posible fíbula y tal vez unas tenazas bajo la mano derecha. También se ha datado en el siglo IX a.d.C.[3] Nuevos ejemplares de estas estelas se han encontrado como una en Aldeanueva de San Bartolomé, y otra más de Las Herencias.

Jarrita tartéssica de Las Fraguas en arroyo Manzanas, hoy en el Museo Metropolitano de Nueva York

El ajuar funerario de «Las Fraguas» fue dado a conocer por el historiador talaverano Jiménez de la Llave en 1860 y consiste en tres elementos, un jarro y un timiaterio en dos piezas, además de la referencia a «trozos muy delgados de cobre que indican haber pertenecido a una caldera u otro cuerpo esférico». El jarro es de los llamados tartéssicos y es un jarro piriforme de boca plana con asa de triple sección que termina junto a la boca en tres cabezas de serpiente y que arranca de una palmeta con dos canalículos rematados en un capullo esquemático.

Entre los paralelos de este jarro había uno que era muy similar y que se encontraba depositado en el Metropolitan Museum de Nueva York; el estudio de M. Fernández Miranda y J. Pereira ha permitido conocer que es el mismo que el encontrado en Talavera, dada la coincidencia con el dibujo de Jiménez de la Llave y su procedencia del comercio de antigüedades[4].

Vasija hallada en el enterramiento de El Carpio con incrustaciones de cobre

El jarro, el timiaterio y el posible brasero permiten identificar el conjunto con un ajuar funerario con el que se realizarían rituales-libaciones, incineración de sustancias olorosas; estos rituales serían privativos de los individuos más relevantes del área tartéssica y su zona de influencia. Estas fórmulas funerarias estarían datadas en torno al siglo VII a. de C.

Hallamos en estos yacimientos de la primera Edad del Hierro cerámicas hechas a mano decoradas con pinturas de color rojo, amarillo o blanco asociadas a zonas de habitación y en el arroyo Manzanas con restos de moluscos de río.

Otro de los yacimientos de gran importancia en esta época de transición entre la Edad del Bronce y la del Hierro es el enterramiento hallado en la labranza de “El Carpio”. Se trata de una sepultura de características principescas, como se deduce de la calidad de los objetos metálicos elaborados en hierro y plata, así como el ajuar cerámico de tipo orientalizante aparecidos en su excavación y que nos habla de una influencia del mundo tartésico en las culturas de la zona allá por el siglo VII antes de Cristo. El enterramiento de la casa de El Carpio se sitúa en el actual reculaje del embalse de Azután en la desembocadura del río Jébalo, el embate de las aguas puso al descubierto esta interesante inhumación del momento en que se produce en nuestra comarca la transición de la Edad del Bronce a la de Hierro.[5]

Se trata de una fosa de sección escalonada en la que se practicó la inhumación de al menos, dos individuos, un adulto femenino y un recién nacido con un ajuar abundante en el que se combinan piezas locales y foráneas. Diversos cuencos a mano con decoración pintada con motivos geométricos que podrían formar parte de un depósito de ofrendas, seis grandes urnas, anillos y brazaletes de bronce, son algunos de los objetos hallados que podríamos considerar como autóctonos.

Alabastrón hallado en el enterramiento de El Carpio en Belvís

Los materiales de inspiración externa serían: una vasija globular cuya forma y decoración tiene paralelos en el horizonte cultural andaluz, con dos recipientes de pequeño tamaño y clara adscripción al mundo cultural fenicio, se trata de una ampolla y un alabastrón de cerámica que tenían la función de conservar aceites perfumados. También, aparecieron seis urnas fabricadas a mano con perfil globular y borde exvasado con tratamiento superficial con escobillado y restos de pintura. Hay también cuarenta cuencos hechos a mano con arcillas de perfil semiesférico, borde redondeado apuntado, ligeramente marcado por un leve estrangulamiento. Conservaban restos de decoración pintada con diferentes motivos geométricos en amarillo y rojo, tanto en el exterior como en el interior. Otros peculiares objetos cerámicos aparecidos son un pequeño recipiente con forma de pera con un orificio en el extremo superior y plano en la base con abundantes agujeros a modo de colador que algunos consideran un reloj de agua o clepsidra y para otros sería un curioso instrumento que se introduce en un recipiente, se llena de líquido y luego se tapa el orificio hacienda el vacío para luego verter su contenido en otro recipiente. También formaba parte del ajuar una placa rectangular con los lados más estrechos cóncavos y por último, en un nivel por debajo de los restos humanos inhumados, se descubrió una gran urna realizada a mano que contenía a su vez otro gran recipiente en el que se encontraban, además de dos cuencos pintados, dos jarritas, una de ellas con decoración de incrustación de bolitas de bronce.

En cuanto al ajuar metálico, los restos de un caldero de bronce, una vasijita de plata usada para libaciones, los restos de un brasero de bronce, una fíbula de bronce, parte de un vasito de plata, varios anillos, un pequeño brazalete y dos cuchillitos de hierro, que son tal vez lo más significativo de este hallazgo, ya que ese metal en un contexto cronológico de transición del bronce al hierro, se consideraría un objeto exótico y muy valorado.

Todo este hallazgo se debe considerar formando parte de un ritual autóctono de inhumación y las ofrendas de tipo alimenticio, la distribución de los ajuares y el propio ajuar son componentes de origen más bien foráneo.

Un último hallazgo, unas fíbulas encontradas en Azután, confirmaría la presencia de tradiciones indígenas asociadas a influencias procedentes del suroeste peninsular, del área de influencia tartéssica y fenicia occidental[6]. Puede que estos indígenas, enriquecidos por el comercio con esos lugares, se enterraran con los ricos ajuares que hemos visto y que identifican más bien a las clases más poderosas de esas culturas, que habrían conseguido su enriquecimiento a través del comercio de metales, sal etc…

[1]FERNÁNDEZ MIRANDA, M. y PEREIRA SIESO, J. :Indigenismo y orientalización en la Tierra de Talavera, en Actas Primeras jornadas de Arqueología de Talavera y su Tierra. Diputación Provincial de Toledo. Toledo 1992.

[2]JIMÉNEZ DE GREGORIO, F. :Archivo Español de Arqueología Vol.XXVIII . pp 174-186.

3FERNÁNDEZ MIRANDA, M

Estudios en Homenaje al Dr. Antonio Beltrán Martínez), 1986, ISBN 84-600-4366-5, págs. 463-476

 

[4]MAROTO, M.: Fuentes para el estudio de la arqueología en la provincia de Toledo. Diputación Provincial de Toledo. Toledo 1990.

[5]PEREIRA SIESO, J. : Aportes orientalizantes en el valle del Tajo, en Revista de Arqueología nº 62

[6]JIMÉNEZ DE GREGORIO,F. : Fíbulas de tipo hispánico de Azután, Archivo Español de Arqueología XXVIII, pp. 185-187.

SEGUIMOS HACIA GUADALUPE DESDE LA AVELLANEDA A CASTAÑAR DE IBOR

Castañar monumental en término de El Castañar de Ibor

Desde La Avellaneda podemos encaminarnos hacia el sur por una pista en buen estado que nos llevará hasta la carretera que va desde Castañar de Ibor a Robledollano. Durante el camino podemos recrearnos con el paisaje del valle medio del Ibor con sus galerías de alisos que en algunos lugares ocultan pozas transparentes donde podemos bañarnos y pescar. En el trayecto encontramos algunos ejemplares de la arquitectura popular de estas sierras así como algunos molinos pintorescos. Los olivares suben por las laderas hasta donde el monte y los canchales se aferran todavía al terreno haciendo el paisaje más agreste.

Huertos en el valle del río Ibor

Si lo deseamos podemos desviarnos del camino al llegar a la carretera y subir a la derecha para llegar a Castañar, población situada en el lugar que desde la Edad Media se conocía como el Castrejón de Ibor. El topónimo ya nos indica la existencia de una población prehistórica localizada en un cerro fortificado. Este antiguo poblamiento también ha dejado restos como las cerámicas y útiles líticos encontrados en la llamada cueva del Aguzal, donde además se pueden observar muestras del arte esquemático de los habitantes de aquella época.

Cruz en el Castañar de Ibor

En la cueva conocida como La Mina, situada junto al río Ibor, existen pinturas rupestres más antiguas, ya que están datadas en el Paleolítico Superior y representan una de las escasas muestras del arte de esta época que existe en España, además de las situadas en la cornisa cantábrica. Dos cérvidos, dos équidos, un posible oso y dos cuadrúpedos aparecen representados sobre la colada calcítica aprovechando el primitivo artista los volúmenes de la piedra para dar relieve a sus representaciones como sucede en las pinturas de las cuevas de Altamira.

Molino en el río Ibor

Pero es en un documento de 1293 custodiado en el Archivo Municipal de Talavera de la Reina donde encontramos la primera referencia concreta a esa dehesa de Castrejón de Ibor en la que se asienta actualmente Castañar. Se trata de un privilegio del rey Sancho IV donando a Talavera esta dehesa además de otras dos que ya se encontraban en su demarcación territorial:
“Sepan Quantos esta carta vieren como nos don Sancho por la gracia de Dios rey de Castilla, de Toledo…por hacer bien y merced al conçejo de Talavera porque han pocos pueblos e non han común ninguno e porque el Rey nuestro padre les tomó el montadgo que solían aver que era su común, por la merced que hizo a los pastores, dámosles tres dehesas en su término, que las ayan e se aprovechen dellas para su común y las puedan arrendar y hacer en ellas toda cosa que su pro sea. La rimera dehesa es en los Xebalillos…e la otra dehesa es la de Ibarromán…e la otra dehesa es del Castrejón de Ibor como van las cumbres y vierten las aguas contra Ibor e por (río) Vieja arriva fasta o nace, e dende a la mano yzquierda como vierten las aguas fazia Ibor fasta ençima de Navalvillar e dende como atraviesa la sierra fasta en Calabaças e dende fasta en la ventera fasta en la Mesa como vierten las aguas fazia Avellaneda, e dende como atraviesa Ibor fasta en el Castrejón. E mandamos que aia Talavera estas dehesas para siempre jamás con las aguas e los pastos e con los montes e con las mudas de los açores e de los falcones que en ella son o fueren de aquí adelante e defendemos firmemente que ninguno sea osado de les entrar en ellas”.

El Castañar de Ibor

Como vemos, la riqueza en aves rapaces de la zona hace que los derechos sobre ellas aparezcan específicamente en el privilegio. También es curioso constatar cómo la delimitación de la dehesa se corresponde perfectamente con la unión de los actuales términos de Castañar y Navalvillar.
Algunos historiadores consideran que esta donación fue una forma de reconciliarse con la población talaverana tras la terrible represión que hubieron de sufrir los caballeros de la villa que se habían puesto de parte de Alfonso X en la guerra que tuvo con su hijo Sancho, quien tomó venganza según la leyenda descuartizando a muchos de ellos y colgando sus despojos de la puerta de la muralla llamada Puerta de “Cuartos”.
De esta época medieval pudiera proceder la torre que se hallaba en una elevación cercana al pueblo y de la que ahora solamente queda el topónimo. Castañar perteneció a Talavera y a sus señores los arzobispos de Toledo hasta el siglo XIX en que, como la parte occidental de La Jara, pasó a integrarse en la provincia de Cáceres.

FOTO CALLE SAN FRANCISCO 1920

Calle San Francisco 1920
Calle San Francisco 1920

Traemos hoy una foto del Archivo municipal que por las indumentarias de los viandantes podemos situar a principios de siglo hacia 1920.

Se trata de una vista de la Calle de San Francisco desde el ensanchamiento frente a la iglesia, aunque no se ve su edificio, hasta la plaza de la Trinidad cuyo convento se percibe al fondo con la espadaña a la derecha.

Si la recorremos de izquierda a derecha encontramos primero edificios comerciales con sus rótulos y un personaje con  un borrico al que parece ajustar la carga. Viste montera, faja ancha y parece que zahones. Detrás se ve la calle de Entrada a Barrionuevo y a su derecha la entrada de la calle de San Francisco y el cruce de «La Tropical».

Al fondo el monasterio e la Trinidad, donde se observa a la derecha su espadaña. Se ven árboles jóvenes plantados en la plaza de la Trinidad y el cruce de «la Tropical» y la embocadura de la calle San Francisco

Recorre la calle un albañal una de esas corrientes superficiales de aguas residuales que casi todos los viajeros a través de cientos de años comentaban como el aspecto más negativo de la ciudad. El suelo era el que cubría la mayor parte de las calles, el empedrado con cantos rodados mejor o peor conservado.

Se ven una serie de paisanos en cuya vestimenta podemos ver las características de los trajes populares de la comarca. Los guardapiés y los pañuelos de las mujeres o los chalecos, las monteras y algo más específico, los blusones con bordados en la pechera como los de los dos personajes más visibles en primer plano. Uno de ellos lleva la vara de ganadero o tal vez de tratante. Sus monteras acaban en pico.

Vista parcial de la fotografía que nos muestra a un lugareño con su vestimenta tradicional: montera, blusón, faja muy ancha…

Los edificios de la derecha tienen mayor empaque por ser una de las calles principales también en aquella época. Las plantas bajas tienen también comercios, incluso alguno de ellos muestra tejidos en la calle.

Es importante la imagen del monasterio de La Trinidad al fondo con su espadaña, tal vez la única imagen en la que se puede observar.

Dos tipos con la vara de tratante o vaquero, el blusón bordado, la faja y la montera.

SALIMOS DE BOHONAL PARA EL DESPOBLADO DE LA AVELLANEDA CAMINO DE GUADALUPE

Arquitectura popular en Bohonal de Ibor

Hay un hostal a la entrada de Bohonal y en los bares de la localidad nos pueden dar algo de comer.

La fiesta de verano es San Bartolomé y todavía se conserva una curiosa costumbre el día de la Cruz de Mayo, concretamente el día dos de este mes, por la que los quintos van de noche marcando con cruces las puertas de las casas donde vive alguna moza por la que se sientan inclinados y a la que quieran halagar con este gesto. El segundo sábado de mayo se acude en romería a una ermita levantada a la Virgen de Guadalupe junto a la carretera de Mesas de Ibor.

Cruces en las puertas de las mozas durante la fiesta de las Cruz de Mayo en Bohonal en Bohonal

Entre los productos autóctonos debemos destacar el aceite de oliva que se comercializa en su almazara.
Desde Bohonal vamos a adentrarnos en Los Ibores siguiendo la ruta que está señalizada por ARJABOR a poco más de un kilómetro del pueblo y que es el antiguo camino entre Navalmoral de la Mata y Castañar de Ibor.

Nuestro camino discurre por el arruinado caserío de La Avellaneda

Discurre por parajes solitarios en trayecto paralelo al arroyo de Valdeazores hasta ascender a la Raña de Las Mesillas, donde confluye con la actual carretera.Nosotros no vamos continuar por ella sino que un poco más adelante dejaremos el asfalto y tomaremos un camino que desciende a la derecha hasta La Avellaneda.

La iglesia de La Avellaneda

Éste es un antiguo lugar, casi despoblado donde sobreviven fantasmales las ruinas de la mayor parte de las casas y alguna que otra mantenida a duras penas por sus dueños. Se trata del más antiguo asentamiento de la dehesa de Castrejón de Ibor que el rey Fernando III el Santo donó a la villa de Talavera, hoy de la Reina, para su repoblación. Perteneció a su concejo y por tanto al señorío de los arzobispos toledanos hasta el siglo XIX. En 1835, con la división provincial estas antiguas tierras de Talavera pasaron a pertenecer a Cáceres junto con parte de La Jara que actualmente se encuentra en la comunidad extremeña.

El cristo de La Avellaneda, hoy en la iglesia de Castañar de Ibor

La Avellaneda tiene una iglesia muy deteriorada construida en el siglo XV que conserva su espadaña pero a la que le han sido desmontados los contrafuertes. Dicen que en la despoblación del lugar tuvo que ver una plaga de termitas y que sus habitantes pasaron a vivir a Castañar, desde donde se celebra todos los años una concurrida romería hasta este lugar encantador situado en el valle del río Ibor por donde continuaremos nuestro periplo hacia Guadalupe.

El embalse de Valdecañas, todo un mar interior

El entorno aequeológico de Bohonal: En las terrazas del Tajo, desde la desembocadura del Gualija hasta el extremo occidental del término, se han hallado numerosas piezas de industria lítica trabajadas por el hombre del paleolítico inferior. Son abundantes los bifaces y raspadores que se pueden encontrar en los sedimentos movidos por el oleaje del embalse de Valdecañas en parajes como Los Navazos o las Cabrerizas.

La puente de Gualija

En las covachas graníticas formadas en la zona de confluencia del río Ibor con el Tajo se han encontrado restos neolíticos y calcolíticos en un entorno agreste de gran belleza y en esa misma zona, en el paraje conocido como Los Pibores, se conserva un buen dolmen, aunque su reutilización como cochinera lo ha deteriorado. Restos de otros cuatro dólmenes más se hallan en el término de Bohonal aunque tampoco se han conservado estos monumentos megalíticos en condiciones óptimas.

También en la Edad del Hierro dejaron los pueblos vetones muestras de su paso por aquí, hasta cinco verracos que se enumeran en las Relaciones de Felipe II y en el testimonio de un erudito del siglo XVIII que nos dejó algunos dibujos. Una de esas esculturas se conservan actualmente en Peraleda y es una cabeza de jabalí en la que se perciben perfectamente los colmillos.

 

LAS MINAS DE ORO DE SIERRA JAEÑA

Fotografía antigua en la que se ven las instalaciones mineras de Sierra Jaeña tras una nevada
Fotografía antigua en la que se ven las instalaciones mineras de Sierra Jaeña tras una nevada
Fotografía antigua con las instalaciones de la mina de oro llamada Pilar en 1945
Fotografía antigua con las instalaciones de la mina de oro llamada Pilar en 1945

Fueron las de mayor producción aurífera de la península durante el siglo XVIII, aunque se tiene constancia de su explotación desde el tiempo de los romanos hasta el pasado siglo. De sus vetas se extraía el oro finísimo con el que se fabricaban durante el siglo XVI las monedas conocidas como “doblas jaeñas”.

Vagoneta minera a la entrada del centro de interpretación de la minería jareña en Buenasbodas

En el año 1731 fueron arrasadas sus instalaciones por el alcaide mayor de Talavera obedeciendo una orden real por un problema de concesiones, al haber enfermado el corregidor de Oropesa al que se le había encomendado en principio.  Se destruyeron sus dependencias y se quemaron las chozas de los mineros.: «llegaron a las minas con escolta de caballería, atemorizaron sus gentes, se apoderaron de las llaves de ella, de los materiales y pertrechos, quemaron las casas de los trabajadores e hicieron otras vejaciones, hasta que consiguieron el intento de que se dejase la mina desierta»

En su última etapa se conocieron con el nombre de “La Oriental” y hasta hace poco se conservaban en Buenasbodas algunas de las viejas cajas blindadas con fuertes herrajes para guardar el polvo de oro extraído.

Bocamina de La Oriental. mina de oro de Sierra Jaeña
Bocamina de La Oriental. mina de oro de Sierra Jaeña

Hoy apenas se mantienen en pie los restos de los muros de los edificios donde se procesaba el mineral con los almacenes, canalizaciones, túneles y hornos en los que se producía el proceso. Puede entrarse con iluminación y mucha precaución a la bocamina principal y observar en sus galerías las vetas de cuarzos auríferos.

Galería de la mina de oro La Oriental en Sierra Jaeña
Galería de la mina de oro La Oriental en Sierra Jaeña

Es curiosa la descripción de los hechos comentados por los que el Rey ordena coger muestras de la piedra del mineral que hubiera en la mina «puesta en costales y serones cerrados y sellados para que se traigan a esta ciudad, donde su majestad ha resuelto se hagan ensayos de ella…para ver si tiene cuenta beneficiarla o no».

Después la benefició don Juan Portalegre en nombre de la real hacienda hasta 1736, año en que se volvieron a cerrar por su muerte y se entregaron sus llaves a un regidor «vecino de dicho lugar», quien luego le entregó los enseres a Francisco Portalegre, hijo del anterior que hizo otros trabajos y fundiciones y ordenó mandar 5 arrobas del material a la corte.

Cofre reforzado para guardar el oro de la mina en el aula de interpretación de Buenasbodas

Un inventario decía que los enseres que pertenecían a la real hacienda eran «nueve azadas de hierro, cuatro montones de cal como de tres mil fanegas, y otro montón de ciento ochenta, dos casas con noventa pies de largo cada una en las que había mucha porción de mineral.

En el alquería, otra casa concluida con diferentes departamentos, había cuatro hornos de distintos tamaños y hechuras, una tahona, un mortero y otra casa con provisiones para el beneficio de la mina que sería molesto referir»

En 1748 se hace otro inventario y solamente hay dos molinos de piedra, dos cajones de piedra y beta, una bigornia de hierro, una cazuela de hierro y una tahona» porque otros materiales se habían entregado por deudas de la explotación al tal Joseph Álarez.

Instalaciones en ruinas de las minas de oro de sierra Jaeña

 

COMENZAMOS EL CAMINO DE LOS IBORES A GUADALUPE POR BOHONAL

Casas porticadas en la plaza de Bohonal de Ibor

Desde la Nacional- V , poco antes de Navalmoral de la Mata seguiremos camino hacia el sur con destino a Guadalupe.  Pasamos junto a la arruinada iglesia del despoblado de La Mata ydespués de pasar junto a Peraleda de la Mata llegamos al Tajo, frente al templo romano de Diana que comentaremos en el capítulo próximo.

Antiguamente se cruzaba por la barca de Alarza situada cerca de Bohonal. Todavía se conserva el camino que llega desde ella hasta el pueblo y por él podemos acercarnos hasta el embalse, hasta un paraje solitario de gran belleza en el que la vista se pierde en el mar de agua dulce de Valdecañas. Otros viajeros cruzaban por la barca de Talavera la Vieja, como Ponz, que dijo de la posada del pueblo en 1784 que “No le dé Dios a nadie posada semejante a la que yo encontré en Talavera la Vieja. Nada había a qué apelar, ni para los hombres ni para las bestias”, aunque describe con admiración las riquezas arqueológicas de la villa desaparecida.

Rótulo cerámico de una calle de Bohonal

Bohonal es el único núcleo de población que queda en la actualidad del antiguo señorío del Conde de Miranda, formado además por Talavera la Vieja y el despoblado de Alija. En el siglo XV los habitantes de este último debían pagar al señor mediante un censo perpetuo dos fanegas de trigo y dos de cebada por cada yunta de bueyes que labrara en la Dehesa de Retuerta, en cuyo territorio se localizaron más tarde los otros dos núcleos de población, Bohonal y Talavera la Vieja. Una concordia del siglo XVI estableció que la propiedad de dicha dehesa era del conde, pero los colonos debían pagarle una cantidad fija para poder labrar las tierras. Esta situación medieval duró hasta 1930 con numerosos pleitos entre los vecinos, el señor y el estado, que en tiempos desamortizadores intentó también aprovecharse de la situación. Fueron muy numerosos los conflictos, e incluso en los años veinte un vecino perdió la vida de una paliza por ser firme defensor del reparto de las tierras entre sus paisanos.

Columnas de Talavera la Vieja salvadas tras lainundación del pueblo y al fondo el ambalse de Valdecañas

Pero el hecho histórico que modificó en mayor medida la historia de este pueblo y sobre todo de la desaparecida Talavera la Vieja fue la construcción del embalse de Valdecañas cuyo proyecto se publicó en 1956, modificando con su ejecución completamente el paisaje y despertando para Bohonal unas perspectivas turísticas que luego no se sustanciaron.

Espadaña de la iglesia de Bohonal

Un paseo por el pueblo nos mostrará su arquitectura popular claramente diferenciada de la forma jareña de construir que hemos venido observando en los pueblos de otros caminos guadalupanos. Son construcciones de mampostería granítica y de adobe que se reparten en intrincadas callejuelas y que tienen con frecuencia portales de acceso rematados con arco carpanel en ladrillo. En la plaza debemos destacar las casas porticadas de tradición mudéjar sobre columnas ochavadas, algunas de ellas reconstruidas pero conservando los soportales tradicionales.

Pila cerámica bautismal de cerámica talaverana en Bohonal

La iglesia de San Bartolomé es construcción del siglo XVI de una sola nave con una graciosa espadaña de sillería y una torre añadida en el siglo XX. El interior sufrió también los embates de la Guerra Civil y aquí se trajeron antes de su inundación algunos de los objetos litúrgicos de la iglesia de “Talaverilla”, entre los que tal vez destaque una pila bautismal de cerámica de Talavera que parece obra de Ruiz de Luna. También se trasladaron aquí dos de las lápidas romanas que se custodiaban en la sacristía talaverina, una de ellas la que hace referencia a los Santos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta. De más valor eran los cuadros del Greco que formaban parte de un retablo de la iglesia inundada; representaban los motivos de la Coronación de la Virgen, San Pedro y San Andrés y actualmente se encuentran en el Museo de Santa Cruz de Toledo. El rollo jurisdiccional de Talavera la Vieja se encuentra actualmente en la cercana población de Rosalejo adonde fueron algunos colonos talaverinos tras anegarse el pueblo.

Arquitectura popular de Bohonal

LA CANTANTE ROSAMIL

Rosamil vestida de talaverana
Rosamil vestida de talaverana

https://www.youtube.com/watch?v=0MkyGiXBswY

https://www.youtube.com/watch?v=Z06A8ymv1cg

Adjuntamos arriba dos enlaces de youtube con canciones de Rosamil, cantante talaverana de los años 60 que llegó a grabar diez EPs de cuatro temas cada uno, según nos cuenta el gran Luis Martín de «Lobos Negros» en su historia de la música pop y rock de la ciudad.

Su estilo es más cercano a la copla y para los entendidos tenía una buena voz para ese género, aunque grabó algunas canciones más cercanas a lo que podríamos llamar pop o canción española.

Portada de disco de Rosamil
Portada de disco de Rosamil

 

A continuación reproducimos el texto de la web «El Arte de Vivir el Flamenco» sobre la cantante

ROSA MARÍA ROCHA, cantante, más conocida en la historia del arte de la canción con el nombre artístico de  ROSAMIL, nació en Talavera de la Reina, comenzó a cantar muy joven, desde los nueve años. Se dio a conocer en el primer festival de la Canción del Tajo en 1961 organizado por Helio Casarrubios. Como la normativa era entonces muy rígida, los menores no podían cantar profesionalmente y en ocasiones hubo de mostrar una documentación en la que aparecía con 16 años cuando contaba sólo con 14.

Participó en numerosos festivales donde obtuvo varios galardones de los que el más importante fue tal vez el del programa “Salto a la Fama” de Televisión Española, año 1964, donde obtuvo el primer premio. También consiguió nada menos que tres premios: interpretación, canción española y canción moderna en el festival de Las Palmas de Gran Canaria. Algunos de sus temas fueron escritos por maestros famosos en la época como Gordillo, Quiroga y Solano. Llegó a actuar en La Granja ante el entonces jefe del estado General Franco. Firma un contrato en exclusiva con la discográfica Columbia llegando a grabar su primer disco en 1965 en el que contaba con catorce años

Así, publica también en 1965 otros dos EPs: el primero de ellos con coplas como «Fiesta en Punta Umbría», «Camino adelante», «Dime que me quieres» y «Compañerita» y el otro con los títulos «Y sin culpa», «Deseo», «Paseo del Prado» y «Despedida en azul» (editado por Iberia). Desde ese momento, su producción discográfica es prolija y tan sólo en 1966 lanza al mercado cuatro discos más. De ellos destacan las coplas «Zapaterito fullero», «Una copla y una flor», «Por mi calle», «Flor de Talavera», «Campanita del jardín» o «La que se llama Dolores» y el tango «Silbando melodías» o la cumbia «Bobito, bobo». Asimismo, intercala estas grabaciones con su participación en programas televisivos como Musical catorce cero cinco de TVE.

El 11 de diciembre de 1966 participó en el festival España canta en paz celebrado en el Palacio de los Deportes de Madrid y organizado por la Radio y Prensa del Movimiento. Contó con la participación de una importante orquesta dirigida por Rafael Ibarbia y numerosos artistas de prestigio como Carmen Morell, Imperio de Triana, Rosita Ferrer, Manolo Escobar, Víctor Manuel o Conchita Bautista. Otra fecha importante dentro de su trayectoria fue abril de 1967 cuando Rosamil forma parte del elenco de artistas del espectáculo ¡Llegan los ídolos! encabezado por Gracia Montes y Antonio Molina que supuso un rotundo éxito en el Circo Price de Madrid. Ese mismo año publica otros tres discos más con títulos como «¡Pero era un hombre casao!», «En la plaza de Santa Ana», «Esperanza y Macarena», «Rosario la de Baeza», «¡Qué bonitas son las flores!» o la guaracha «Motomoka».

Desde ese momento, su actividad profesional es todo un misterio. Su nombre desaparece dejando como único testigo el recuerdo de su voz.

Página Talavera y su Tierra de Miguel Méndez-Cabeza Fuentes

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies