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ALBERCHE (13) BURGOHONDO Y SU ABADÍA

Abadía de BurgohondoDespués del despoblamiento de estos territorios por las guerras de la reconquista, se estableció un monasterio que aparece referido por primera vez en un documento de 1179 del Papa Alejandro III, confirmando las posesiones de don Sancho, obispo de Ávila. Se denominaba Monasterio de Santa María de Fundo, palabra esta última que quiere decir Hondo, por la profundidad del valle del Alberche, y de ahí que la población fundada en torno a este cenobio se acabara denominando Burgohondo.

Escudo señorial en un edificio de Burgohondo

En torno a ella se articuló la repoblación del territorio pasando después a los agustinos: “más hace ocho siglos que en el Burgohondo hay abad y canónigos; en el principio eran aquellas montañas un negro y sombrío y espantoso desierto; retirados en la soledad los que entonces vivían en comunidad religiosa, sin perder de vista todo lo que podía ceder en utilidad del estado, se ocupaban continuamente en cantar las alabanzas de Dios, con el transcurso de los años fueron desmontando las incultas breñas en que vivían y por su diligencia se formaron aldeas que componen en el día el concejo del dicho lugar” como relataba el abad del monasterio poco antes de que desapareciera en el siglo XVIII.

LA ABADÍA

rquitectura popular en Burgohondo

La iglesia del monasterio, que aloja hoy la parroquia del pueblo, cuenta con tres naves separadas por dos hileras de pilares hechos de sillería. La puerta del lado oeste es de la época de fundación del monasterio y hoy está tapiada y tapada por la sillería del coro. La puerta de acceso al templo se encuentra en la actualidad en la cara norte y es del siglo XVI. En el ábside, el aparejo de mampuesto de gran tamaño, separado por verdugadas de ladrillo que le dan un aspecto mudéjar, nos orienta hacia su construcción también en los primeros tiempos de la abadía, con la robustez que hacía que los templos de la época fueran en realidad pequeñas fortalezas que podían ser utilizadas en el caso de una situación de peligro ocasionado por las razzias musulmanas, como también nos demuestran dos ventanucos o saeteras situados en el muro norte.

El río Alberche a su paso por Burgohondo

Al siglo XVI pertenece también la cubierta de madera que conserva algunos detalles decorativos, así como la sobria sillería del coro, donde destaca por su tamaño el asiento del abad. Podemos observar también las sepulturas medievales de dos clérigos y la del abad Pedro Vazquez, que es del siglo XVI, así como la torre, de planta cuadrada, rematada en campanario, dos escudos nobiliarios y la pila bautismal. Los retablos son barrocos del siglo XVIII, churrigueresco el del altar mayor.

También el monasterio, situado en la cara sur del templo tiene aspecto defensivo por las torres semicirculares que lo adornan. El cerramiento, es así mismo de mampostería y tiene una puerta gótica que da acceso a la iglesia y otra del siglo XVII que se abre a la huerta.

Escena en los barrios de Burgohondo

Como en tantos otros lugares, la ermita de San Roque, como santo protector contra las pestes se encuentra en una de las entradas del pueblo para servir así de protección a los vecinos.

JUDÍOS EN EL ALBERCHE

También existe en Burgohondo una construcción conocida como la Ermita de los Judíos. Se halla situada en el barrio de La Esperanza, que alojó la judería del pueblo y por ello se ha especulado con que el pequeño edificio fuera una sinagoga. Lo cierto es que alojó a la cofradía de la Vera Cruz y que las pinturas de sus muros representan imágenes del evangelio. Se sabe que tanto en Burgohondo como en Navaluenga y Hoyocasero se establecieron colonias de judíos que se dedicaban al pastoreo, pero también al curtido y tinte de las pieles en las tenerías, además de otros trabajos artesanales, mientras que algunos de ellos, de clase más elevada, cobraban los diezmos y derechos feudales o de escribanía del Burgo.

Cama abandonada en los «barrios» de Burgohondo

ALBERCHE (11) CONOCEMOS EL BARRACO

Verraco de nueva factura ante el ayuntamiento de Barraco

El nombre de este pueblo parece estar relacionado con la palabra verraco, que son las esculturas zoomorfas labradas por los vettones, el pueblo céltico prerromano que habitó en la zona. Hubo uno de estos verracos en esta localidad pero hoy solamente queda una reproducción junto al ayuntamiento. En la primera alusión a Barraco en la Edad Media aparece de hecho su nombre como “verraco”. Algunos aventuran también la posibilidad de que la llamada Puente Nueva fuera construida en época romana.

Arquitectura popular en El Barraco

Barraco no dependió de la abadía de Burgohondo, sino que nace como aldea de la misma ciudad de Ávila. Alrededor de ella se van formando otros núcleos como Navalmulo, Navalpuerco, Navacarros, Murueco, La Torre de Gaznata, el Burgo de la Puente o Burguillo, hoy bajo el embalse al que da nombre, y otros. Más tarde se van despoblando estos núcleos, quedando hoy día escasos restos de su existencia, como son algunos molinos de mano o sepulturas antropomorfas excavadas en la piedra A principios del siglo XIV, Ávila  asigna al lugar su propia jurisdicción.

Portada de la iglesia de El Barraco

Entre los monumentos de interés debemos destacar el ayuntamiento, construido en sillería granítica durante el siglo XVI, aunque fue rehabilitado en el siglo XVIII y sufrió un incendio en 1937. Su antigüedad se deduce de la inscripción que aparece a ambos lados de un escudo situado sobre la puerta y que corresponde a las armas de don Juan del Águila, maestre de campo de Felipe II, que participó en numerosas acciones bélicas de su tiempo en Flandes, Lisboa, Italia y África e Irlanda. La plaza, porticada en parte, da también realce al conjunto urbano.

Detalle de una fuente de El Barraco

La iglesia parroquial es un  edificio de granito de considerables dimensiones levantado en el siglo XVI y que presenta adorno de perlas o bolas en su torre y en las puertas de entrada. La bóveda de la capilla mayor es de crucería gótica y aloja un magnífico retablo dedicado a la Asunción, advocación del templo. Es una gran obra del siglo XVI en madera policromada de la escuela abulense y sus autores fueron Pedro de Salamanca, Isidro Villoldo.

Azulejo en las calles de El Barraco

Cerca del templo se encuentra la ermita de Nuestra Señora de la Piedad y bajo el pantano de Burguillos se sitúa el puente edificado en el siglo XVII junto al despoblado referido más arriba, además de una venta de la época de los Reyes Católicos. Sobre el río Gaznata se puede ver también el puente del Visillo. Cuenta Barraco con una plaza de toros y la ermita de San Marcos, a un kilómetro y medio del casco en dirección a San Bartolomé. Allí se dirige una animada romería que se celebra el 25 de Abril. Otra fiesta de interés es la Candelaria en la que se mezclan los cantos de ronda a la Virgen de la Piedad con la fiesta de quintos o soldadesca, en la que los mozos van vestidos con traje y capa adornada de escarapelas con cintas que les han regalado las mozas.

Algunos edificios están porticados en El Barraco

ALBERCHE (7) NAVALOSA Y SU ARQUITECTURA

NAVALOSA, PUEBLO DE LAS «PALLOZAS»

Arquitectura popular en Navalosa

Desde Hoyocasero podemos seguir nuestro recorrido por el valle del Alberche acercándonos por una pista asfaltada hasta el pueblecito de Navaquesera, con su caserío que se asoma desde el balcón de sus 1509 metros. Es una localidad pintoresca rodeada de huertos y calles que se alegran con flores cultivadas. Su pequeña iglesia granítica está rematada con espadaña y desde allí podemos bajar hasta la carretera que nos lleva a Navalosa, pueblo al que también podemos llegar directamente desde Hoyocasero.

Arquitectura popular de Navaquesera

El principal atractivo de Navalosa es su arquitectura popular, no sólo en su casco urbano sino también en su entorno, ya que repartidas por su término hay numerosas construcciones muy similares a las pallozas de León. Se trata de edificaciones rústicas de planta generalmente rectangular u ovalada con techo de piornos o retamas. El ganado se situaba en la planta inferior, donde además se suele encontrar un pesebre hecho con lajas de granito. En el nivel superior, situado sobre una tosca estructura de vigas de madera, se encuentra el pajar, al que se accede por una puerta-ventana exterior, generalmente abierta sobre uno de los extremos laterales del edificio. Sobre la cumbrera se colocan lanchas de granito que impiden que se vuele la techumbre vegetal.

Arquitectura popular en Navalosa

Frecuentemente, junto a estos pajares de verano o cabañas, que es como se denominan aquí estas peculiares edificaciones, podemos ver unos pequeños habitáculos de mampostería en forma de casillas de planta cuadrada con el techo de grandes lajas de piedra, donde la familia solía hacer su vida diaria para evitar el peligro de incendio que tienen los pajares.

Pajares o «pallozas» de Navalosa

Otras edificaciones como chozos, zahúrdas o gallineros se encuentran en las inmediaciones de estas “pallozas” serranas formando conjuntos muy vistosos que en algunos lugares llegan a  constituir verdaderos poblados, como es el caso de Las Majadillas, las Cabañas y otros situados principalmente junto a las riberas del Alberche, además de algunos en la periferia inmediata del casco urbano de Navalosa, concretamente en sus barrios más elevados, donde también podemos observar curiosas eras delimitadas por losas graníticas y varios potros de herrar.

Construcciones auxiliares como zahurdas, chozos o allineros acompañan a los pajares

Hay que señalar que estas construcciones se encuentran solamente en el término de Navalosa y son una de sus señas de identidad, pero no las únicas, ya que es una localidad que ha contado siempre con numerosos artesanos que con frecuencia salían de su pueblo para ir a vender sus productos a zonas más o menos cercanas como la Moraña, la comarca de Talavera etc. Hoy día quedan todavía algunos talleres artesanos que fabrican mantas típicas en telares manuales.

Imagen de San Bartolomé en Navalosa, con el demonio atado por la cadena y el cuchillo con el que le martirizaron despellejándolo

También es muy característica su fiesta de carnaval, en la que salen los quintos disfrazados de “cucurrumachos” , palabra similar a la que denomina a estos personajes en fiestas de invierno similares como los morraches de Malpica de Tajo, o los marraches de Navalucillos, y que además es un término relacionado con “mamarracho” con el que se califica a personas de aspecto grotesco, por similitud con estos disfraces llamativos que, en el caso de Navalosa, se hacen con pelambreras confeccionadas con crines de caballo y con cuernos de cabra, además de las artesanales mantas de la localidad que se ciñen con cinturones que sostienen los cencerros. Los mozos se dividen en los quintos nuevos y viejos, que se reúnen en torno al mayo de la plaza, donde también se lanza paja a los presentes. Otros elementos comunes a otras de estas fiestas de invierno son la vaquilla o las cuestaciones de los quintos pidiendo alimentos o bebida por el pueblo, entre otras. También se visten los mozos de manera similar a las soldadescas de otras localidades, con las escarapelas, las cintas etc. Además del carnaval, otras fiestas de Navalosa son Santa María la Blanca el ocho de Septiembre y la Romería de San Felipe el dos de mayo.

ALBERCHE (5) HOYOCASERO Y UN PINAR MUY ESPECIAL

Orquídea en el pinar Hoyocasero

HOYOCASERO Y SU PINAR

Antes de llegar a esta localidad del valle del Alberche pasamos por un bosque de pino autóctono que es una de las mejores muestras de la flora que antes de la degradación de los bosques de Gredos abundaba por estos parajes. Son enormes ejemplares de Pinus Sylvestris bajo los que crecen peonías, las amarillas flores del viento (Pulsatilla Alpina) y otras que tapizan los suelos a fines de mayo. Es un lugar magnífico para los amantes de la botánica, que pueden encontrar también curiosas y peculiares especies junto a los arroyos de la zona y  en los robledales que se alternan con los pinares.

El paraje está protegido en la actualidad y forma parte de la Red de Espacios Naturales de Castilla y León. Tiene 150 hectáreas y en él se han localizado más de quinientas especies como la Aquilegia Vularis con sus colgantes campanitas azules, el lirio de los valles (Covallaria Majalis) que perfuma el ambiente con sus flores blancas, la azucena silvestre, la falangera, el sello de Salomón, la flor de Lys, la hierba centella, la flor del cuclillo, e incluso hay plantas tan específicas que llevan el nombre del lugar como el Rubus Hoyoqueseranus. En un paseo por el lugar puede que nos encontremos con diferentes aves rapaces y con las simpáticas ardillas.

Flora del pinar de Hoyocasero

Hoyocasero aparece por primera vez en la crónica de un Hecho de armas que se produjo en 1090, pocos años después de que fuera tomada Ávila por los cristianos, cuando hubieron de tomar las armas los caballeros abulenses para ir en busca de las tropas árabes que habían cruzado el Tajo, tal vez con la connivencia del gobernador cristiano de Talavera, y habían causado en su razzia destrozos en las cosechas, robo de grano y ganado y otras fechorías. “Oyo-Quesero” aparece como uno de los lugares que aportan a los caballeros las vituallas para la expedición, que resulta un éxito, ya que son cogidos por sorpresa los moros, se da muerte a su jefe Galafrón y se toma todo su botín que es restituido a sus dueños. Mueren 320 musulmanes y catorce cristianos. El gobernador de Talavera es ejecutado por su traición.

Arquitectura popular de Hoyocasero

Este pueblo era una de aldeas que formaban parte del “Concejo del Burgo” formado en torno de la abadía y luego colegiata de Burgohondo. En un litigio sobre diezmos del año 1389, aparece también la población de “Royo quesero” y puede que hubiera una población hermana en el lugar que actualmente ocupa la ermita de los Santos, pues en el paraje cercano de Navamuñoz se perciben restos de haber habido población y referencias documentales en papeles del siglo XIV.

Ermita de Hoyocasero

Es de interés la arquitectura popular del pueblo con sus rústicas viviendas de granito, sus pajares y sus fuentes, además de la iglesia, típica construcción berroqueña de la zona, probablemente del siglo XV o comienzos del XVI, como el curioso púlpito del interior. También cuenta con algunas imágenes de tipo popular de cierto interés.

Púlpito de la iglesia de Hoyocasero

EL VALLE DE ROBLEDO DEL MAZO (1)

Labranza junto al Jébalo en Robledo del Mazo

Vamos hoy a conocer el valle más atractivo de La Jara, enmarcado por las cumbres más elevadas de este territorio se trata del territorio de Robledo del Razo, municipio con sus cuatro aldeas anejas de las que hoy conoceremos también una, Las Humfrías, por ser este pueblecito desde el que comienza nuestro paseo campestre.

Caserío de Robledo del mazo visto desde el puerto

HISTORIA: El pueblo de Robledo del Mazo se fundó a mediados del siglo XV, según se deduce del testimonio de uno de los vecinos que declaran en las Relaciones de Felipe II. Refiere que uno de los fundadores fue su padre, quien con otros cuatro colmeneros se asentó en el valle para explotar una posada de colmenas. El mismo testigo asegura que el nombre del lugar deriva de que los osos que por entonces andaban por aquellas sierras jareñas causaban daños a las colmenas buscando la miel. Para espantarlos, los primeros pobladores de aquellos robledales instalaron en un arroyo un artificio al que “pusieron hechizo” para que, movido por las aguas, diera sonoros martillazos que ahuyentaran a los animales.

Arquitectura popular en Robledo del Mazo

Un testimonio del siglo XVIII asegura que “un incendio redujo a cenizas toda la población y aún los vestidos de la imagen titular, De suerte que habiendo quedado Diego García único vecino y alcalde, entregó en el ayuntamiento de la villa de Talavera su vara y jurisdicción, que con dicho motivo se agregó a la del lugar de Sevilleja. Mas, habiéndose reunido de su calamidad los vecinos dispersos, lograron reintegrarse el dominio privativo del egido y solar del pueblo”. 

Espadaña de la modesta iglesia de Robledo del Mazo
CONJUNTO URBANO: El núcleo urbano de Robledo se reparte por la ladera de su asentamiento, con las casas siguiendo calles empinadas y formando grupos bastante homogéneos de viviendas de pizarra enjalbegadas. Las construcciones son de una tipología característica en la Jara serrana, de finalidad totalmente utilitaria, y forman un conjunto curioso que conserva todavía algunos rincones con agradable sabor rural.
Puente en Robledo del Mazo sobre el arroyo del Endrino
IGLESIA: El templo de Robledo  es muy sencillo y también sufrió los avatares bélicos. Estuvo bajo la advocación de Nuestra Señora del Robledo durante el siglo XVI para, más tarde, ser Nuestra Señora de la Encarnación su patrona. La iglesia se independizó de la de Piedraescrita en 1.676.

Vamos a conocer ahora el hermoso valle de Robledo del Mazo, formado por este pueblo jareño y sus cuatro aldeas situadas en torno a la cabecera del río Jébalo que nace cerca de una de ellas, Piedraescrita.

Las Hunfrías

GASTRONOMÍA: Migas o gazpacho acompañados de caza, o del magnífico cabrito serrano, cerrando con postre de rosquillas o retorcíos puede ser un menú que no nos decepcionará. Los bollos de San Miguel son típicos de la fiesta local.

Hay algún artesano que elabora objetos tallados en Madera. Las mujeres hacen labores de tipo lagarterano.

Vegetación en las sierras de Robledo

BUENASBODAS

Arquitectura popular en Buenasbodas

Buenasbodas es una de las antiguas aldeas de la Tierra de Talavera que todavía pertenece al ayuntamiento de Sevilleja, aunque últimamente ha aumentado su población hasta alcanzar e incluso superar a su cabecera. En las proximidades se encontraron piezas de piedra pulimentada que nos demostrarían la presencia del hombre del neolítico en la zona o al menos de la Edad del Bronce pues, aunque ya se trabajaran los metales en esta época, todavía se tallaban instrumentos líticos.

Paisaje de la Jara Alta al sur del Buenasboda

En el siglo XIV ya aparece en el Libro de la Montería de Alfonso XI la sierra de «Bonas Bodas» como un paraje rico en caza mayor, y en el siglo XVI ya figura como una pequeña aldea dependiente de Sevilleja. Buenas-bodas no hace relación a los matrimonios de este pueblo, como nos orientaría el dicho de “Buenasbodas, malos casamientos”, que dicen los vecinos de los pueblos cercanos, sino que según algún autor erudito alude a las budas, unas plantas que viven en las zonas húmedas de estas sierras.

Buenasbodas tiene otras explotaciones mineras además de las minas de oro de Sierra Jaeña

Su iglesia nace como una ermita bajo la advocación de San Blas y es muy modesta, como todos estos pequeños templos serranos, salvo el de Piedraescrita.

También conserva el casco urbano numerosos elementos de arquitectura popular levantada con muros de cuarcita y pizarra, en construcciones que tienen la hermosa sencillez que caracteriza a la arquitectura de La Jara Sus edificios tienen una sola planta y a lo sumo otra destinada a troje, con un patio o portal de entrada y los corrales traseros.

Majada en el entorno de Buenasbodas

En el ámbito de Buenasbodas se sitúa el arroyo del Mazuelo que impresiona por lo agreste de su vegetación a lo largo de su recorrido paralelo a la carretera de Espinoso. Cerca de su desembocadura en el Jébalo se encuentra una antigua central eléctrica en el paraje de El Martinete. Subiendo por el canal de la central nos adentramos en una de las zonas más solitarias y salvajes de la Jara Serrana como describimos en la ruta de los grabados rupestres.

El río Jébalo a su paso por el Martinete

Las minas de oro de Sierra Jaeña fueron las de mayor producción aurífera de la península durante el siglo XVIII, aunque se tiene constancia de su explotación desde el tiempo de los romanos hasta el pasado siglo. De sus vetas se extraía el oro finísimo con el que se fabricaban durante el siglo XVI las monedas conocidas como “doblas jaeñas”.

En cierta ocasión fueron arrasadas sus instalaciones por el alcalde de Talavera, obedeciendo una orden real por un problema de concesiones. Se destruyeron sus dependencias y se quemaron las chozas de los mineros. En su última etapa se conocieron con el nombre de “La Oriental”. Se conserva en el museo de la minería jareña de Buenasbodas alguna de las viejas cajas blindadas con fuertes herrajes para guardar el polvo de oro extraído.

Cofre donde se guardaba el polvo de oro de la mina de La Oriental, exhibido en el museo de la minería de La Jara en Buenasbodas

Hoy apenas se mantienen en pie los restos de los muros de los edificios donde se procesaba el mineral con los almacenes, canalizaciones, túneles y hornos en los que se desarrollaba el proceso. Puede entrarse con iluminación y mucha precaución a la bocamina principal y observar en sus galerías las vetas de cuarzos auríferos y piritas.

Iglesia y ayuntamiento de Buenasbodas

El acceso a las minas de oro se hace más fácilmente desde Buenasbodas, donde se ha instalado un aula de interpretación de la minería en La Jara que deberemos visitar antes o después de hacer nuestra excursión. En ella se pueden ver interesantes paneles explicativos y algunos elementos del utillaje minero como un cofre reforzado con metal para guardar el polvo de oro, y que lleva grabado “La Oriental”, faroles, carretillas mineras etc…

DAMOS UNA VUELTA POR BELVÍS DE LA JARA

EL CONJUNTO URBANO
La decadencia del medio rural
 La plaza, con los soportales del ayuntamiento y algunos de los edificios que la conforman, conserva cierto sabor. Es interesante recorrer la Calle Real en la que se puede observar un conjunto de viviendas construidas con la arquitectura tradicional de La Jara Baja, entre las que destacan algunas edificaciones de calidad de finales del siglo XIX e inicios del XX. Son típicos los arcos rebajados con rejería en las ventanas de planta baja y los balconajes de hierro en el primer piso. Las fachadas están enfoscadas y el recercado de los huecos se pinta en color diferente al de los muros. Frente a la almazara donde se prensa el fruto de los magníficos y extensos olivares de Belvís se ha levantado un monumento con los rulos de un antiguo lagar de aceite.
Reja antigua en Belvís de la Jara
IGLESIA
Junto a la plaza se encuentra la iglesia que es un templo modesto pero que conserva algunos de sus elementos mudéjares de interés, seguramente procedentes de la segunda y tercera reconstrucciones que tuvieron lugar en la primera mitad del siglo XVI. Es un edificio de tres naves con ábside plano y torre a los pies. La capilla mayor está cubierta con bóveda de medio cañón y se separa del crucero por arco triunfal de medio punto.
Visión nocturna de la torre de la iglesia de Belvís
El crucero está cubierto con artesa cuadrada de par y nudillo con limas mohamares y buena ornamentación de lacería mudéjar tardía. La nave central es de mayor anchura y está separada de las dos laterales por arcos de medio punto de ladrillo apoyados sobre machones ochavados del mismo material. La torre se levantó en 1857 y las vidrieras son sencillas y modernas pero tienen su encanto.
Vidriera de la iglesia de Belvís de la Jara
FIESTAS: En Belvís se celebran las fiestas de San Sebastián protagonizadas por una antigua hermandad que organiza la procesión y las pujas. Los quintos queman el Judas el Domingo de Resurrección formando corro en torno al fuego que encienden con grandes haces de jara traídos del monte
Tirador de herrería en una puerta de Belvís
ARTESANÍA y GASTRONOMÍA: Antes de marcharnos de Belvís se puede adquirir alguna de las labores tradicionales elaboradas por sus mujeres  con motivos lagarteranos que nada tienen que envidiar a los del pueblo arañuelo. Entre los productos autóctonos debemos destacar el delicioso aceite jareño. El preciado líquido se puede adquirir en la cooperativa olivarera del pueblo, aunque no debemos tampoco despreciar el recio vino que se corre en las pitarras locales y que se vende en sus bodegas. Para los abstemios recomendaremos las aguas minerales que se embotellan en una planta local. Tampoco nos olvidamos de las almendras especialmente ricas en Belvís y conocidas como almendras de “desmayo”.
Una de las vivirndas de principios de siglo XX en Belvís
Este es un pueblo en el que tuvieron fama sus guisanderas. Tal vez el cochifrito sea el plato más característico, pero citaremos otros como la cachuela, el ajocano, el gazpacho o el caldo “breve”. Los dulces domésticos como las cañas, los buñuelos de miel, las rosquillas de bola, las tortas de chicharrones, los bollos de leche o la torta sobada pueden servirnos de postre.
Arquitectura popular en Belvís

BELVÍS DE LA JARA, UN POCO DE HISTORIA

Paisaje de La Jara Baja cerca de Belvís

Nuestra excursión de hoy comienza en Belvís de la Jara, el pueblo de mayor número de habitantes de la Jara Baja en cuyo término abundan los yacimientos arqueológicos que nos indican la presencia del hombre desde el paleolítico, como nos demuestra el hallazgo de útiles de piedra tallada en la zona del Viñazo. También se ha encontrado industria pulimentada datada en el neolítico y el calcolítico, época a la que pertenecen unos de los primeros vasos documentados en España pertenecientes a la cultura Campaniforme.

Cerámica de la Edad del Bronce en la tumba excavada de El Carpio

Damos un salto en el tiempo de un par de milenios y tenemos que referirnos a la tumba hallada en la labranza de “El Carpio”. Un enterramiento de características principescas, como se deduce de la calidad de los objetos metálicos de hierro y plata y el ajuar cerámico de tipo orientalizante aparecidos en su excavación y que nos hablan de una influencia del mundo tartésico en las culturas de la zona, allá por el siglo VII antes de Cristo.

Inscripción ibérica de Los Maíllos

En el paraje conocido como Los Maíllos encontró don Fernando Jiménez de Gregorio, belviseño ilustre e historiador de estas tierras, una curiosa inscripción ibérica grabada sobre un gran fragmento de cuarcita. Son varios los asentamientos romanos documentados en el término y el Padre Fita asegura que el “Castellun Ciselli” se hallaba en el paraje del Tajo conocido como Canturias que, erosionada la ribera por el río, acabó desplomándose sobre sus aguas. En el desaparecido lugar de Aguilera parece que existió un convento femenino en época visigoda o paleocristiana.

Sepultura romana descubierta por las aguas en la desembocadura de el Jébalo

También en esta zona cercana a la desembocadura del Jébalo en el Tajo se encontraron al bajar las aguas del embalse de Azután restos de una de las muchas atalayas medievales de observación y refugio que defendían estas tierras fronterizas.

Cruz a la entrada de Velvís de la Jara

En 1081, pocos años antes de conquistar la Talabaira musulmana, Alfonso VI recibe la fortaleza de Canturias del rey de la taifa toledana a cambio de ayudarle en su defensa contra el reyezuelo de Badajoz. Una vez conquistada la villa de Talavera, comienza la repoblación de estos territorios. Con ella se puebla el lugar cercano de “Pajares” y a principios del siglo XV Talavera concede permiso para establecerse en el actual Belvís a un tal Juan Ladurda y otros compañeros. Como casi todos los pueblos jareños también éste permaneció unido a Talavera, capital del alfoz, hasta que a mediados del siglo XIX se abolieron los señoríos.

Olivares, almendros y casillas en Belvís

Antes de ello, había sufrido Belvís los avatares de la Guerra de la Independencia con las idas y venidas de las tropas españolas y francesas. También anduvieron por aquí algunas partidas carlistas como la del famoso “Palillos” o la del violento “Jara. El general Prim y sus tropas se alojaron en Belvís durante su recorrido por estos montes mientras huían hacia Portugal.

LA PUEBLANUEVA

Detalle de arquitectura popular de Pueblanueva

La Pueblanueva es como su nombre indica una de las útimas poblaciones de La Jara, a pesar de ser una de las más cercanas a la cabecera de la comarca, Talavera.

En las relaciones de Felipe II se cuenta que se había fundado el pueblo a finales del siglo XV y que fue un comendador de Santiago y regidor de Talavera, don Pedro Cervantes, quien cedió una tierra destinada a posada de colmenas llamada Esperabarbas  y allí se fundo este «pueblo nuevo».

Es curioso como describe la vegetación del lugar como «de monte baxo de jara, ladierno, y cosca, que se dice Raña el Monte».En el entorno de Pueblanueva se han hallado restos arqueológicos especialmente importantes en el entorno del río Tajo a su paso por su término. Es el caso del mausoleo y sarcófago, de los que hablaremos otro día, hallados en de Santa María de las Albueras, en Las Vegas de Pueblanueva, o los hallados en la zona de La Órbiga.

Puerta Mudéjar tapiada en el lado norte de la iglesia de La Pueblanueva

Hubo otros núcleos de población anteriores a la Puebla como Santa Cruz que llegó a tener ciento sesenta vecinos, unos quinientos habitantes pero no queda prácticamente nada en el valle del Palancar que lo alojaba, o Santa María de las Albueras. Parece que la iglesia y tal vez la población más antigua, de la que dependieron los pueblos de Las Abiertas, San Bartolomé, Santa Cruz y Pueblanueva, se llamó San Pedro de Almofrague y nuestra señora de Sangrera, que en aquellos tiempos eran ya simplemente dos ermitas.

Varios miembros de la nobleza eran dueños de grandes dehesas circundantes.

Detalle de un escudo heráldico en una portada de La Pueblanueva

Podemos acercarnos hasta La Pueblanueva. y dar una vuelta por el pueblo y observar la arquitectura popular de aparejo mudejarista,  en ladrillo y adobe, más similar en su estilo a las de las cercanas poblaciones de la comarca de Valdepusa que a las de La Jara, comarca en la que se sitúa el pueblo.

Vivienda humilde en arquitectura popular de Pueblanueva con muros de adobe sobre zócalo de lentejones calizos.

El aparejo es de ladrillo en verdugadas y machones que enmarcan lienzos de tapial que a veces se completa con hileras de canto rodado que hacen característica la arquitectura de Pueblanueva. Otras viviendas tienen muros lisos enjalbegados o revocados más parecidos a los jareños. En algunos muros se ha empleado la mampostería de lentejones de piedra caliza habitual en el subsuelo de la zona.

cúpula de la iglesia de La Pueblanueva

Podemos también visitar la iglesia mayoritariamente construida en ladrillo y mampostería de cantos de cuarcita, y en la que destaca su torre y una portada gótico mudéjar en el muro norte.

La coqueta ermita aloja la imagen de la Virgen de la Paz, la patrona de la localidad, y algunas casonas presentan escudos señoriales.

Panel de azulejos talaveranos a la entrada de la ermita de la patrona de La Pueblanueva

Hay otro paraje de interés, además de las barrancas que visitaremos en la entrada de mañana al que podemos llegar tomando  la carretera que en dirección a levante se dirige hacia Bernuy para llegar hasta donde cruza sobre el arroyo de Valdevendenga, cuyo cauce recorreremos por un camino que discurre paralelo a él y a las muchas huertecillas de aspecto ameno que se salpican en sus orillas, con sus norias, sus emparrados, sus alberquillas

Arquitectura popular de lentejones calizos en el valle de Valdevendenga

y una arquitectura popular muy característica por el aparejo de tapial y núcleos de piedra caliza muy blanda, los llamados  “lentejones» que se cocían antiguamente para obtener la cal, y que se ponen en diversas formas de las que la más peculiar es la disposición en espiga.

Iglesia parroquial de Pueblanueva

Salvo el curso más bajo del arroyo que lo ha ocupado una urbanización, el resto guarda todavía el ambiente de las huertas tradicionales con las barreras cercanas cubiertas de olivos y el arroyo flanqueado por chopos, álamos, fresnos y sauces.

LA PUEBLA DE MONTALBÁN

Verraco de La Puebla de Montalbán hallado en la Vega de los Caballeros

Vamos a visitar hoy La Puebla de Montalbán, pueblo que aunque forma parte de la comarca de los montes de Toledo siempre ha tenido muchos vínculos con Talavera y es cuna del autor de la Celestina, el bachiller Fernando de Rojas, que murió en nuestra ciudad habiendo sido uno de sus  alcaldes. En este pueblo, también famoso por sus frutales, especialmente sus melocotones, podremos visitar el Museo de La Celestina así como su patrimonio, entre cuyos elementos podemos destacar en primer lugar  la iglesia parroquial.

Ricón pintoresco en la plaza de La Puebla de Montalbán

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