TALAVERA EN LA LITERATURA
Viajeros de la Antigüedad y Edad Media
Cuando Estrabón en sus descripciones geográficas habla de las arenas de oro del Tajo y de sus opulentas ciudades, es posible que se refiera a Talavera como una de ellas, ya que no son muchas las ciudades ribereñas de nuestro río y mucho menos las existentes hace dos mil años.
En las crónicas vuelve a aparecer Talavera cuando en el siglo VIII se describe el encuentro de Tarik y Muza que ya comentamos en otro capítulo. Pero es en el siglo X cuando Ibn Hawqal habla de Talabira como una gran ciudad de la España musulmana llena de tiendas, bazares, y muchos baños y mezquitas. Por primera vez se describe el aspecto eminentemente comercial de la ciudad.
Al-Idrisi es un geógrafo nacido en Ceuta de la familia de los Hamaditas que estaba al servicio del rey Rogerio de Sicilia. En el siglo XI hace una descripción de Talavera que sugiere que en la época vivía nuestra ciudad uno de sus mayores periodos de esplendor:
“Talavera es una gran villa construida en la orilla del Tajo; el castillo está perfectamente fortificado y la villa es notable por su belleza, su extensión y la variedad de sus producciones. Los bazares son dignos de verse y las casas están agradablemente dispuestas; un gran número de molinos se elevan sobre las aguas del río. Capital de una provincia importante, Talavera está rodeada de campos fértiles. Sus b a rrios son hermosos y antiguos y se encuentran allí monumentos de remota antigüedad. Está situada a 70 millas de Toledo.La villa de Toledo, al oriente de Talavera, es una capital no menos importante”.
Ya ven ustedes que Al-Idrisi establece una comparación en términos de igualdad entre la capital del reino visigodo y la propia Talabira, lo que nos da una idea de su pujanza. En la crónica del moro Rasis o también en Al – Bakri , encontramos otras referencias a Talavera como importante ciudad localizada en el extremo norte de Al-Andalus “en la frontera con los politeístas”, que es como los árabes llamaban a los cristianos por pensar que creían en varios dioses, pues adoraban a un dios trino y a los santos.
Hay crónicas musulmanas en las que se dice que cerca de Talavera hay una tierra especial que es muy apropiada para combatir las enfermedades de los ojos y quitar las legañas.
Su condición de frontera hace que nuestra ciudad aparezca en numerosas crónicas bélicas de la Edad Media. En algunas de ellas se habla del espíritu guerrero de sus habitantes, pues su territorio estaba poblado por bereberes que defendían la zona de los cristianos o vigilaban a la levantisca Toledo, siempre dispuesta a sublevarse contra el califato de Córdoba. Son por eso numerosas las alusiones a la fortaleza de nuestras murallas, como dice Musalib Al -Absar ya en el siglo XIV, y las referencias a las atalayas que vigilan la llegada del enemigo y hacen señales de humo a la población desde las alturas de Segurilla o El Casar, como nos relata Ibn-Galib en el siglo XII, justo cuando parecen desarrollarse los hechos que describo en la “Leyenda del Caballero Cornudo”.
También hay descripciones de Rasis o Al Bakri sobre el sistema hidráulico que hacía que se inundara un foso alrededor de las murallas con agua del río o, ya en crónicas posteriores, a lo buenos ballesteros que eran los talaveranos de entonces.
Aunque hay referencias en las crónicas históricas a los hechos bélicos de la Talavera medieval, la villa no vuelve a aparecer en una obra literaria hasta el siglo XIV, cuando en el Libro de la Montería de Alfonso XI figuran algunos parajes cercanos. Es el caso del soto de Entrambosríos, entre el Tajo y el Alberche, que aquí llama Soto de Men López, y otros muchos parajes de la comarca en los que caza el Rey, sobre todo en La Jara y la sierra de San Vicente, donde encuentra buenos lugares para monterías de oso o puerco.