POR DONDE MORABA “EL MARAGATO”
Salimos del valle del naciente del Alberche en dirección a Navalsauz por una zona donde el río va más encajonado, girando su cauce hacia el sur. Navalsauz es otro pueblecito en el que debemos destacar también su arquitectura popular, el bonito enclave en el que se
encuentra, elevado su caserío sobre un rincón en el valle del Alberche. La pequeña iglesia se sitúa en el cementerio y tiene una curiosa torre exenta.
Este camposanto llamó la atención del gran escritor nicaragüense Rubén Darío, cuando vino a este pueblecito a conocer a la familia de su tercera mujer y observó que era un cementerio sin cruces. Y es que el poeta conoció a Francisca Sánchez en un paseo por la Casa de Campo en Madrid con su amigo Valle Inclán. Era una muchachita de apenas dieciséis años y analfabeta, pero de una gran belleza, por lo que el nicaragüense que ya había contraído matrimonio con su primera mujer, ya fallecida, y se había separado de la segunda, convivió durante años con la joven abulense. Con ella tuvo un hijo y una hija, pero ambos murieron prematuramente. Un hijo de Francisca que llevaba el apellido de Rubén Darío vivió en Villarejo del Valle, donde editó algunas de las obras del gran hispanista. La casa de Francisca todavía se conserva y una placa la recuerda sobre la puerta.
La carretera de Ávila cruza sobre el Alberche y sigue descendiendo en dirección sur, paralela a la carretera en dirección a la Venta del Obispo, fundada en 1803 por el obispo Gómez de Salazar, no es la única que encontramos en el camino, pues el trasiego de gentes y mercancías por el Puerto del Pico ha sido por su situación estratégica muy intensa desde la prehistoria, y para muestra basta observar la calzada romana magníficamente conservada que sirve para unir las dos mesetas y de la que hablaremos en otro capítulo.
Desde el Puerto del Pico desciende el río Piquillo hasta confluir con el Alberche, y en su trayecto encontramos la venta de San Miguel, la venta Rasca, la venta Rasquilla, frente a la que se encuentra otro hostal en un edificio con aspecto de haber sido construido en el siglo XIX, además de la venta del Obispo. Pero no son las únicas, ya que si seguimos ascendiendo camino de Ávila, antes de subir hacia la cueva del Maragato, vemos que la calzada discurría antiguamente por el lado opuesto al que hoy día va la carretera. Se intentó arreglar para mejorar el tránsito en época de Carlos III, aunque no se finalizaron las obras. En él se encontraba el venturro del Quinto y más adelante, junto al cruce de Navalacruz, estaba la venta de Marchamalo, de la que sí permanece en pie el edificio con su horno. Junto al cruce de Cepeda la Mora están las ruinas de la Posada de Santa Teresa, cuyo edificio se intentó modificar de forma poco afortunada, aunque quedan alguna puerta y sillares del viejo edificio que nos demuestran su construcción en el siglo XVI. Había algunas ventas más hasta llegar a Ávila pero se salen del ámbito del valle del Alberche que vamos recorriendo.
El río, al llegar frente a la venta de Rasquilla recibe las aguas del río Arenillas. Alegre riachuelo que entre prados y berrocales desciende paralelo a la carretera de San Martín del Pimpollar, pueblo que junto a Hoyos de Miguel Muñoz, se encuentra también en el valle del Alberche. San Martín cuenta con dos puentes antiguos y pintorescos y en su iglesia parroquial vemos una antigua cruz reutilizada para los caídos en la Guera Civil. Celebra sus fiestas el 11 de Noviembre, día del santo que le da nombre. En su entorno son de destacar algunos lugares en torno al río del Pinar, con un paraje de vistosas cascadas camino de Los Trampales. Cerca del casco urbano se encuentran tres antiguos molinos de agua.
Hoyos de Miguel Muñoz es uno de esos pueblos abulenses que llevan el nombre del repoblador que lo fundó. Se trata de una pequeña localidad que celebra sus fiestas el día de San Lorenzo, el diez de agosto, y la Purísima en diciembre. Además de su pintoresco casco urbano con edificios de granito y tinados techados de piornos para guardar los carros, tiene parajes interesantes como la barrera del Sanar, donde un viejo dicho popular asegura que hay tesoros o metales preciosos. También podemos subir a una elevación en la que se han situado varias antenas y desde la que hay una magnífica vista panorámica de estas sierras. Desde este pueblecito un tanto mágico acuden los vecinos en torno al día de San Lorenzo a ver las perseidas o lágrimas de san Lorenzo, una lluvia de pequeñas estrellas fugaces que se producen en torno a la fecha de celebración del santo. También hay una excursión interesante a la fuente de la Mora, donde dicen que se peinaba y lavaba una muchacha en la época de dominación musulmana.
LA EXCURSIÓN
A la Cueva del Maragato
Hoy vamos a visitar la Cueva del Maragato siguiendo una ruta que parte del cruce de la carretera de Navalsauz con la de Ávila. Seguimos hacia Navalsauz por la cañada leonesa, que en este tramo coincide con la carretera, hasta que a unos trescientos metros nos desviamos por la propia cañada que va paralela al Alberche por su orilla occidental. Aquí el río es coto truchero y lo recorremos hasta pasar frente al molino Parranca. Poco después llegaremos a un antiguo puente conocido como la puente Mocha, nombre que tienen muchos de los antiguos puentes medievales y romanos que no cuentan con los pretiles protectores. Más adelante llegaremos a unas viejas majadas desde donde subiremos por la calzada hasta la cueva del Maragato que podemos visitar desviándonos un poco hacia el risco en el que se encuentra. Bajaremos nuevamente hasta las majadas y ascenderemos por las riberas del Alberche hasta otro molino que se encuentra junto a unas chorreras, para desde allí subir hasta Navalsauz, visitando el patrimonio referido en el texto anterior y volviendo después por la carretera al punto inicial.
Recorrido aproximado 13 kilómetros, tres horas