LA PLAZA DE TOROS
Siempre ha sido Talavera una ciudad vinculada al mundo del toro, que ya aparece en el mismo escudo de la ciudad, una población intensamente unida a la ganadería y que se integra en su prehistoria dentro del mundo vettón, el pueblo prerromano que dejó a su paso por la comarca decenas de esculturas zoomorfas representando en muchas de ellas al toro.
Una de las más antiguas fiestas, de raíces milenarias, documentadas en España es la celebración más paradigmática de Talavera, la fiesta de Las Mondas que, al menos desde tiempos romanos, se encontraba unida a las “fiestas de toros”, celebrándose más tarde en cada parroquia corridas en las que se llegaban a matar hasta un total de veinticinco astados diarios en la villa. La plaza de toros estuvo unida además, hasta en el propio edificio, con la ermita y hospital de la Virgen del Prado, antiquísimo templo situado en el solar donde se veneraba a las diosas de la agricultura y la ganadería, Ceres y Pales, hace dos mil años.
Tan importantes fueron las fiestas de toros en Talavera que se crearon en la villa los cargos de canónigo torero y regidor torero para coordinar los preparativos de estos festejos taurinos.
A mediados del siglo pasado la plaza pertenecía a la familia del que luego sería alcalde Justiniano Luengo. En 1885 es adquirida por Enrique González de Salamanca por 85.000 reales, como nos cuenta el historiador de la plaza Tiburcio Serrano. En 1889 se vuelve a vender a una sociedad anónima que preside Justiniano Luengo Quijano. En 1912 se saca a subasta por deudas no satisfechas y es adquirida por ocho socios de familias más o menos acaudaladas. En 1961 compra su parte a los diferentes copropietarios don Antonio González Vera.
En 1890 se acometen grandes reformas en la plaza, siendo reinaugurada con la faena del padre de Joselito, Fernando Gómez “El Gallo”. En 1958 se cierran todas las gradas y se amplía su aforo hasta los ocho mil espectadores, quedando el coso con el aspecto que hoy tiene. Algún aficionado talaverano viéndola tan bien acabada dio en llamarla “la Caprichosa” y por este nombre se conoce desde entonces entre los taurinos locales a esta plaza donde, desde Pepe Hillo hasta hoy, han toreado todas las grandes figuras del toreo.
“La Caprichosa” fue asimismo proclamada por la Federación de Asociaciones Taurinas de España como “Santuario de la Tauromaquia Española” debido a la muerte en ella de José Gómez Ortega “Joselito”.