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UN «CÓMIC» DE GOYA, EL BANDIDO MARAGATO

EL FRAILE QUE DESARMÓ AL BANDIDO

Una obra poco conocida de Goya  representa en seis pequeños cuadros un episodio sucedido en término de Oropesa, en las dehesas que cruza la cañada Leonesa Occidental entre

Seis cuadro o "viñetas" de Goya que representan el apresamiento del bandido Maragato por un fraile de Rosarito
Seis cuadro o «viñetas» de Goya que representan el apresamiento del bandido Maragato por un fraile de Rosarito

Ventas de San Julián y La Calzada, concretamente en la dehesa de El Verdugal,

Los cuadros se encuentran en el Instituto de Arte de Chicago y representan varios momentos del asalto sufrido por un fraile, fray Pedro de Zaldivia, para unos lego del Convento de Rosarito y para otros del de Arenas de San Pedro. El bandido Pedro Piñero alias “El Maragato” fue hijo de un arriero de esta procedencia que vivió como carbonero cerca de Navalmoral de la Mata. Se echó al monte y sembró el pánico en las comarcas de Gredos, Talavera y Plasencia, llegando a cometer dos asesinatos y causando indirectamente la muerte de otros dos hombres, además de más de cuarenta robos. El Maragato se presentó en cierta ocasión en las mismas puertas de palacio para pedir clemencia al rey que mandó juzgarlo, escapándose después de ser condenado. Se refugiaba en la cueva que lleva su nombre y que está situada junto a la carretera que sube hacia el puerto de Menga desde el puerto del Pico.

En una de las imágenes de Goya, “El Maragato” sale al encuentro del fraile, en el segundo el lego alarga con la mano izquierda unos zapatos al bandido, mientras en la tercera estampa toma el asaltado el arma del Maragato mientras forcejean. En el cuarto la víctima se ha hecho con la escopeta y golpea al bandolero. En el quinto dispara contra su asaltante en la pierna y el caballo huye asustado. En el sexto cuadro yace el herido en el suelo mientras el franciscano le ata y le protege de las otras víctimas que quieren tomar la justicia por su mano.

Después de ser detenido por el fraile, murió el Maragato ajusticiado en la Plaza de la Cebada de Madrid sin que los ruegos de su captor sirvieran de nada para salvarle de la ejecución.

En este mismo lugar se desarrolló un famoso asalto de los maquis en la posguerra al que ya nos referiremos en otra ocasión.