ENTRE ENEBROS
Esquema de la ruta «Entre enebros
El recorrido de hoy nos permite conocer la vegetación y el paisaje característico de las zonas menos elevadas de las laderas de la sierra de San Vicente.
Junto a esta fuente comienza nuestra ruta de hoy
Iniciamos el viaje en la pequeña localidad de San Román de los Montes. Podemos dar un paseo por sus calles y nos detendremos en la plaza para observar el rollo. El escudo de los Dávila nos recuerda que esta villa formó parte del señorío de Velada, y curiosamente el rollo de la cabeza de este marquesado se restauró a imagen de éste de San Román, mejor conservado que el de la propia Velada. Podemos ver una curiosa fachada decorada con pinturas del tipo de arte pastoril con el que se decoraban en nuestra comarca cuernos de beber , o tarras y especieros tallados en madera
Decoración con motivos similares a los de arte pastoril en San Román
Visitaremos también la iglesia donde en el exterior, en su parte trasera, se conserva un sepulcro antropomorfo medieval, aunque otros lo remontan a época romana. La antigua casona fuerte del marqués se halla actualmente restaurada aunque con almenas simuladas poco afortunadas. A la entrada del pueblo, junto al arroyo, se ha restaurado también un lavadero tradicional y en el centro un antiguo potro de herrar, así como una fuente al inicio de nuestro camino. Al norte del casco urbano, en el arroyo, se haya un antiguo molino de agua de construcción granítica. La parte ribereña del término y sus urbanizaciones están a orillas del embalse de Cazalegas, y hay también una zona de pequeñas barrancas con una hermosa dehesa que llega hasta el río.
Enebral en la sierra de San Vicente
El camino comienza como hemos dicho en una fuente con pilón situada frente a una ermita de reciente construcción. Se dirige en dirección oeste con un primer tramo coincidente con el cordel de merinas que viene desde Castillo de Bayuela. Lo abandonaremos al llegar al arroyo del Cercao, como a un kilómetro y medio, para continuar en dirección noroeste hasta llegar al pueblo de Marrupe. Durante todo el trayecto vamos contemplando, a la izquierda, un enebral que, por encontrarse en la umbría y en un vallecillo cerrado, conserva ejemplares de un porte considerable
En Marrupe visitaremos su iglesia, porticada y con un calvario junto a la entrada.Algunas calles guardan sabor en su arquitectura popular granítica.
Preguntaremos por el camino que, en dirección este, va por la falda del monte de Cabeza Bermeja hasta Hinojosa de San Vicente.
El trayecto discurre entre encinares con algún alcornoque, enebros, acebuches y jarales ,todo ello salpicado de los típicos prados cercados con vallados de piedra y algún ameal (acumulación cónica de heno con un palo como eje, rodeada de una cerca que lo protege de los animales).Algún higueral y unos pocos olivares matizan el paisaje de la sierra baja.
Llegamos a Hinojosa de SanVicente, uno de los pueblos con más elementos conservados de arquitectura popular de la Sierra, sobre todo en el extrarradio del lugar, donde cuadras y cochineras conservan el ambiente de lo que eran estos pueblos hace cuarenta años.
No debemos dejar de visitar las dos ermitas, la de San Sebastián, con un calvario junto a ella, y la de San Roque, con una curiosa decoración popular en la hornacina del santo a base de trazos que parecen simular cerámica.
La plaza conserva todavía las agujas de piedra que en casi todos los pueblos de la sierra servían para cerrar los festejos taurinos. Descendemos de Hinojosa en dirección sudeste, hacia el arroyo Guadmora que baja desde el cerro de San Vicente, rodeado de prados ,encinas cornicabras moreras y enebros en un paseo agradable que hizo exclamar a un viajero del siglo XVIII que la hermosura de los campos de Hinojosa era similar a la de los de la ciudad italiana de Mantua. Aunque solamente queden algunas pitarrillas como muestra, el vino de Hinojosa tuvo una fama que sobrepasó en tiempos el ámbito comarcal. Fue pueblo que en sus trojes cultivó el gusano de seda hasta los años 60.
Terminamos nuestro recorrido descendiendo el Guadmora hasta que junto a dos antiguos molinos ya documentados en el siglo XV, volvemos a recorrer el cordel hasta llegar nuevamente a San Román de los Montes.
Dice el Libro I de Dioscórides : “…el enebro provoca y calienta la orina, y, perfumado, hace huir las serpientes. Su fruto calienta y restriñe mediocremente y es amigo del estómago. Bebido vale contra las pasiones del pecho, contra la tose, contra las ventosidades, contra los tortijones de vientre y contra las mordeduras de animales emponzoñados. Es útil en los espasmos de nervios y en la sufocación de la madre”.