Y EL PUSA DESEMBOCA EN
Castillo y playa de Malpica en una revista de los años 70. Foto de Antonio Ollero
El río Pusa sigue su recorrido después de la desembocadura del arroyo de San Martín con algo más de caudal y pasa bajo el puente de la carretera de Talavera a Los Navalmorales. Poco antes queda el edificio del Molino Blanco que da nombre a una finca cercana.
En esa misma orilla izquierda se puede ver el horno de un tejar junto al camino, mientras que junto al que discurre por la otra ribera se pueden observar los gruesos muros de lo que se conocía como Venta de Mozárabes, uno de los primitivos núcleos de población medievales de la zona.
Iglesia parroquial de Malpica de Tajo
El río va atravesando los diferentes quintos en los que estaba dividido el valle de Pusa con la vegetación cada vez más desarrollada hasta llegar a la desembocadura junto a la población de Malpica de Tajo, cabeza histórica del señorío, aunque más tarde se desplazara a San Martín la capitalidad «económica» del mismo.
El territorio de Valdepusa perteneció en principio a La Jara, tierra de Talavera, hasta que en el siglo XIV el rey Pedro I se lo concedió a su Notario Mayor del Reino don Diego Gómez, que sería el primer señor de ellas. Luego pasaron por matrimonio de la hija de don Diego al adelantado Mayor del Reino en Andalucía don Perafán de Riber, siendo los descendientes del hijo de éste, don Payo, quienes llevarían el título nobiliario de Malpica, marquesado que Felipe III creó en 1599 por real cédula. Los marqueses de Malpica eran también grandes de España como Duques de Arión. Este ducado pasó en 1781 a los Fernández de Córdoba, descendientes del gran Capitán y actuales titulares del marquesado de Malpica.
Al llegar a Malpica, primero nos acercaremos al puente de hierro sobre el Tajo y lo cruzaremos para desde él contemplar una hermosa vista del castillo-palacio en el que residían y aún residen los señores que ostentaron el Señorío de Valdepusa, desgajado de La Jara, tierra de Talavera, en el siglo XIV. Nos encontramos ante una construcción residencial que aunque está estratégicamente defendida por el río tiene una función más palaciega que defensiva.
En las proximidades de Malpica, podemos visitar, por un camino paralelo a un canal de riego que parte de la carretera que se dirige a San Martin de Pusa, a la izquierda, los restos de la villa romana de las Tamujas.
También podemos ver una fuente monumental junto a la carretera, al lado del Tajo, frente a la entrada del castillo y algún viejo edificio como una almazara, hoy convertida en restaurante.
Concurso de migas en Bernuy
Podemos acercarnos a Bernuy, una población antigua pero que hoy sólo deja ver sus edificios típicos del instituto de colonización y es un modelo de este tipo de pueblos nuevos» que se levantaron para aprovechar el regadío.
Daremos también una vuelta por el pueblo para ver la arquitectura popular en ladrillo, y si es 20 de Enero disfrutaremos de la famosa fiesta de San Sebastián.
Se trata de una fiesta de gran interés en la que salen los «morraches» vestidos con trajes multicolores, llevando una porra de palo, caretas y cencerros, y aunque no hay “vaca” en la comitiva como en otras fiestas similares, sí sale un toro de fuego. Pusa arriba, en Los Navalucillos, «los marraches» salían en grupos cada uno con su vaquilla e intentaban tiznar a las mozas.
Son todos ellos rituales de fertilidad que hunden sus raíces antes del cristianismo. Tanto esta fiesta como la de los Perros de Santa Ana, son rituales que podemos clasificar entre todas aquellas celebraciones invernales en las que aparece la vaca o vaquilla «la vitula» romana. Sería uno de los ritos que Caro Baroja relaciona con las fiestas de las Kalendae romanas que en Enero se dedicaban al dios Jano. Pero puede que hundan sus raíces en ritos de fertilidad todavía más antiguos asociados con las culturas de pueblos pastoriles prerromanos. La zona central de la meseta peninsular y Extremadura es la más rica en este tipo de fiestas.
El padre Flórez señalaba cómo en los primeros siglos del cristianismo se castigaba con tres años de penitencia a los que a primeros de año se vistieran de ternera o de becerro. También Caro Baroja aporta un texto sumamente significativo de San Isidoro de Sevilla: “Instituyó la Iglesia el ayuno de las calendas de Enero a causa de un error propio de la gentilidad. Fue Jano cierto príncipe de los paganos, por el que se ha dado el nombre al mes de enero y al que los hombres inexpertos, honrándole como a un dios, otorgaron honores religiosos y le consagraron un día con fiestas suntuosas y regocijos. Así los míseros hombres y lo que es peor, los mismos fieles, durante ese día, adquiriendo monstruosas apariencias, se disfrazan a manera de fieras, otros toman aspecto mujeril, afeminando el suyo propio…hacen gritería y danzan…y la turba de depauperado espíritu se excita con el vino.
San Sebastián era centurión de la guardia pretoriana del emperador Diocleciano y consolaba y alentaba a los cristianos que conducía al martirio. Delatado, fue mandado ejecutar asaeteado por lo que en su iconografía aparece un joven con varias flechas clavadas y atado a un árbol o columna. Se recuperó de sus heridas mortales y fue ejecutado de nuevo a golpes.
San Sebastián es invocado contra la peste y las epidemias en general, a ello tal vez deba su difusión.