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RUTA DEL MIRADOR DE LA JARA

RUTA DEL MIRADOR DE LA JARA

La flecha indica la localización del mirador

Esta es una ruta muy sencilla en la que ascenderemos hasta la cumbre de la Sierra de La Estrella. Un lugar incomparable para disfrutar de hermosas vistas panorámicas no sólo sobre la comarca de La Jara, sino también sobre Las Villuercas, el valle del Tajo y, al fondo, la sierra de Gredos.

El ascenso se hace desde la pista que conduce a Aldeanueva de Barbarroya desde La Estrella, tomando a un kilómetro aproximadamente el camino llamado de Chozuelas, camino que sube por la ladera oeste de esta sierrecilla encantadora que se levanta como un bastión en medio de la Jara Baja. Conserva en la vertiente oriental su vegetación de bosque mediterráneo con arroyuelos que riegan terrazas y huertecillos. Sus cumbres fueron siempre un lugar estratégico de observación y refugio y hoy tiene un mirador con zona recreativa.

Oropesa y el macizo central de Gredos desde el mirador de la Jara

Este lado de la sierra es el más deforestado, tanto por los cultivos del hombre como por los incendios, siendo la ladera de saliente mucho más poblada de monte. Aun así, vamos subiendo entre almendros, olivos silvestres o acebuches, cornicabras y chaparros hasta un collado en el que el camino gira a la derecha llevándonos hasta la cumbre. Desde allí, la vista es magnífica y podemos distinguir decenas de poblaciones. Al norte se contemplan las cumbres nevadas de Gredos y el farallón de la sierra que se levanta de forma imponente al fondo de las llanuras y dehesas de Oropesa y Campo Arañuelo. Abajo podemos distinguir los caseríos de Navalmoralejo, Puente del Arzobispo, Azután y las murallas de la Ciudad de Vascos con el embalse de Azután al fondo. Al este, vemos el río Uso, la Vía Verde, el caserío de Aldeanuela de Barbarroya y la Cabeza del Conde. Si miramos hacia el sur aparecen las cumbres de la Jara Alta y las llanuras de esta comarca que se extienden hasta el Puerto del Rey y el Puerto de San Vicente. A poniente, podemos percibir los caseríos de Villar del Pedroso, Carrascalejo y la parte del territorio de La Jara incluido en la provincia de Cáceres, con las ásperas cumbres de la sierra de Altamira y las Villuercas al fondo.

La sierra de Altamira y la Jara occidental desde el mirador

En la cima de la Sierra Ancha, justo en el collado situado al sur de la cumbre, podemos visitar los restos del amurallamiento de un castro de la Edad del Hierro en el que es curioso observar los huecos habitables disimulados en el grueso del muro que servían como refugio. Probablemente, estas cuevas camufladas también fueron utilizadas como escondite por los cristianos que, tras la reconquista, se atrevían a repoblar estas tierras inhóspitas batidas por las razzias de almohades y almorávides que les obligaban a esconderse en estas alturas que eran denominadas “moradas” por los asustados repobladores que dejaron en otras elevaciones de La Jara topónimos y murallas similares.

El embalse de Azután con Talavera al fondo desde el mirador

El otro pico de la sierra es La Buha, el cerro más puntiagudo, en cuya cumbre se sitúa una antigua explotación minera. La forma del monte y la cueva minera han hecho que la fantasía popular haya querido ver un antiguo volcán en la cumbre de esta montaña, e incluso se cuenta la anécdota de que cuando en cierta ocasión un ganadero quemó unas alpacas de paja creyeron algunos vecinos que el volcán entraba en erupción.

En la falda oriental de la sierra se ha preparado una zona recreativa en torno a una fuente situada en un agradable paraje al que se puede acceder desde la pista que conduce a Aldeanueva de Barbarroya por un camino que parte a la izquierda por la falda de la sierra.

El cerro de la Buha al fondo desde la puente de La estrella

SANGRERA (5) PASANDO POR RETAMOSO

SANGRERA (5) PASANDO POR RETAMOSO

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es escanear0191-1024x689.jpgSeguimos nuestro recorrido fluvial y poco después de la confluencia con el río Fresnedoso se encuentra en la ribera del río Sangrera y rodeado de un entorno muy agradable  el molino del Grajo. Es un magnífico ejemplar de molino de cubo de grandes proporciones y construido en mampostería granítica con tres pisos en los que se distribuyen sus dependencias, la maquinaria y el motor suplementario de gasoil para épocas de sequía.

A partir de aquí el río, tras atravesar un ameno soto de fresnos, entra como otras corrientes fluviales de La Jara en un cañón granítico que en este caso es algo menos profundo pero tiene algunos lugares pintorescos por lo encajonada del río, para luego salir a una zona de vega mucho más ancha que discurre entre  las barreras que delimitan las rañas jareñas el término que atravesamos es el de

Río Sangrera a su paso por término de Retamoso

RETAMOSO

PATRIMONIO HISTÓRICO -ARTÍSTICO

Entre los valles del río Pusa y el Sangrera se asienta este pequeño pueblo que comenzó su andadura histórica siendo una alquería o labranza de Torrecilla, desde donde, a mediados del siglo XVI, vinieron algunos labradores que se asentaron en las orillas de los arroyos Retamoso y Piloncillo. En anteriores escritos medievales aparece “Retamosa”, en alusión a una zona rica en vegetación de retamas.

Empedrado a la entrada de la iglesia de Retamoso

Es uno de los lugares, dehesas y alijares que aparece en una sentencia del siglo XV del deán Riaza, vicario del arzobispo toledano que le envía, como señor que es de Talavera y sus tierras, con el objetivo de que recupere para los propios de la villa determinados territorios no labrados que se destinaban para pasto de los ganados de sus moradores. En el ámbito de la cercana labranza de Valdelostrigos se encontró una lápida romana dedicada a los dioses infernales, pero no parece cierta sin embargo la identificación que hacen algunos historiadores de Retamoso con este lugar cercano de Valdelostrigos, porque el párroco de Torrecilla dice en 1782: “ más adelante, a distancia de una legua hacia poniente, hay otra labranza que llaman Valdelostrigos, que se compone de ocho casas y siete labradores”. Sin embargo asegura que “desde levante al norte, como a distancia de tres cuartos de legua (deTorrecilla) está una labranza que llaman Retamoso, la cual se compone de veinte y dos casas en donde residen sus labradores con toda su familia y criados, que su labor compone treinta pares de bueyes”.

Iglesia parroquial de Retamoso

También pertenece al actual término de Retamoso la labranza de Castrejón que, además de tener un nombre que sugiere la existencia de un yacimiento arqueológico situado en una elevación y probablemente fortificado, es lugar donde se han hallado restos y sepulturas que sugieren la presencia de los romanos y de pueblos prehistórico en la zona.

El pueblo se sitúa entre suaves vallejuelos en el borde de las rañas y su riqueza más característica son los hermosos olivares que lo rodean alternándose con los campos de cereal donde abundan liebres, conejos y perdices.

Palomar en Retamoso

CONJUNTO URBANO

La arquitectura popular es variada en sus materiales pues se utiliza tanto el tapial y como el adobe con zócalo de pequeñas cuarcitas. Algunas fachadas aparecen enjalbegadas o revocadas con cal y arena con algún esgrafiado. Tienen una o dos plantas con la troje o granero en la de arriba. El caserío se distribuye a las orillas del arroyo que cruza el pueblo de sur a norte

Soldadesca de Retamoso en los años 80

FIESTAS

Las fiestas están dedicadas a la Inmaculada como patrona local y se celebran el once y doce de Septiembre, aunque se han trasladado al mes de Agosto por la mayor afluencia de hijos del pueblo. Tiene su procesión y las celebraciones profanas acostumbradas en los festejos estivales. En Retamoso también se baila la “Pera” al igual que en Torrecilla y San Bartolomé de las Abiertas, aunque el ritmo no es exactamente igual.

Arquitectura popular mudejarista en Retamoso

Se está revitalizando la soldadesca local con sus alabarderos, pinche, abanderado etc., participando en distintos momentos festivos como en el entierro de la sardina que como otros elementos del carnaval todavía se conservan entre las gentes de Retamoso. También se celebraba otra fiesta de invierno, concretamente San Sebastián, día en que salían los “tiznaos”, llamados así porque los mozos se pintaban con aceite quemado e intentaban manchar a las mozas. También se encendían hogueras.

Carro pintado en Retamoso

 GASTRONOMÍA

Son platos típicos el salmorejo y la sopa de asadurillas además de las puches dulces que se hacen en la matanza. Como en Torrecilla, se aprovechan diferentes especies vegetales silvestres como las collejas o los cardillos, y se hacen tortillas de “ajopuerro”. La caza menor es muy abundante y en pocos pueblos nos cruzaremos en la carretera con tantas liebres y conejos.

En las fiestas se hacen los bollos de leche pero no debemos despreciar los cortadillos, los mantecados y las tortas de chicharrones.

EL SANGRERA (2) LLEGAMOS A TORRECILLA

EL SANGRERA (2) LLEGAMOS A TORRECILLA

El Sangrera va hacia Torrecilla, al fondo a la izquierda

Dejamos en el anterior capítulo el río cruzando la carretera de Los Navalmorales a Espinoso, que coincide en parte con la antigua calzada romana. A la derecha sobre el alto de la raña, a la derecha se encuentra Los Villarejos, cuyo nombre indica la existencia de poblaciones antiguas, lo que se confirma por los restos hallados en su entorno.

El río va festoneado de álamos y fresnos y atraviesa un paisaje más llano de barbechos y olivares con chaparreras en las barreras que limitan el valle del río con las rañas.. Atravesamos cerca de un paraje donde dice la leyenda que junto a una piedra se aparecía una señora vestida de blanco. la piedra desapareció al hacer el camino y parece que tenía un grabado en su parte superior.

Arquitectura popular de Torrecilla de La Jara

Como en tantos pueblos de La Jara, también en Torrecilla los vetones dejaron los verracos como recuerdo de su paso por aquí acompañados de sus ganados. Tres de estas características esculturas zoomorfas han aparecido en el pueblo y, aunque una de ellas se encuentra actualmente en Madrid, otra sí que podemos observarla formando parte de un monumento erigido en un pequeño jardín. Junto a la iglesia, en otro jardincillo, se ha colocado un sepulcro de granito probablemente tardorromano. No sabemos si este sarcófago tiene que ver con el que en las Relaciones de Felipe II dicen los informantes que existía en Torrecilla con la inscripción “Aquí yace Vera, sacrificada a los dioses que nos dan infierno”. Son numerosos los yacimientos de esta época dispersos por el término, como sucede en Los Villarejos, donde no sólo el topónimo, sino también los restos arqueológicos encontrados confirman esa presencia, al igual que junto al río Sangrera donde se halló una pequeña figura de bronce.

Uno de los verracos hallados en Torrecilla de la Jara

Consumada la invasión de los visigodos se produce en esta zona una dispersión de asentamientos rurales, como el que estaba situado a las orillas del río Fresnedoso y tenía su cementerio excavado sobre una elevación conocida como el Cerro de los Moros. Allí se encontraban numerosas sepulturas formadas por lajas de pizarra en las que aparecían restos óseos de individuos de altura considerable, hasta que el vandalismo destrozó la mayoría y un particular llevó algunas de las lanchas que las cubrían a Alcaudete. El ajuar de las tumbas era muy modesto, pues solamente se hallaba en algunas de ellas una pequeña vasija de un asa de clara tipología visigoda con algún pendiente de nácar o algún otro pequeño resto metálico. La existencia de cipos o piedras verticales indicarían la datación de algunas de las tumbas ya como de época musulmana.

Sepulcro y piedra molinera halladas en Torrecilla

El nombre de la población deriva de una de las numerosas torres de observación y defensa o atalayas que en la Edad Media servían a moros y cristianos para la detección inmediata del enemigo en los inseguros territorios jareños. Al principio Torrecilla se llamó “de los Valles” porque, al encontrarse en una situación media entre la sierra y la Jara Baja, su término está surcado por numerosos valles de arroyos y ríos que descienden desde la Jara Alta; como el Pusa en su límite oriental, el Castaño, el Sangrera, el Fresnedoso, el Valbellido o el Jébalo en su frontera occidental, por citar solamente los más importantes. También su patrona, la Virgen del Valle lleva ese antiguo apellido del pueblo y se encuentra alojada en la ermita erigida en las orillas del río Fresnedoso.

Puente de granito sobre el río Sangrera en Torrecilla

En el siglo XV ya aparecen algunas referencias a Torrecilla en sentencias relacionadas con las heredades talaveranas o en otro curioso documento de la Santa Hermandad fechado en 1505 mediante el que se premia a sus habitantes por la caza de un oso.

A principios de siglo se creó una leyenda en torno a la figura de Moraleda, un bandido generoso que parece dejó familia en Torrecilla en una vivienda que aún permanece en pie frente al monumento del verraco. Sus robos y asaltos se cometieron en su mayor parte en la comarca, refugiándose en una cueva cercana al río Pusa a la que también dio nombre.

Rincón de arquitectura popular en Torrecilla

CONJUNTO URBANO

En el casco urbano existe un bonito puente de construcción popular en granito que salva los vanos mediante grandes lajas del mismo material. En cuanto a la arquitectura rural, en Torrecilla podemos observar casas de adobe y tapial muy sencillas, y otras de mampostería de granito, como sucede con el conjunto que se encuentra junto al mencionado puente. Por último, podemos ver las viviendas de estilo mudéjar tradicional o toledano junto a otras que tienen en sus fachadas al ladrillo como protagonista enmarcando lienzos de mampostería de granito muy similares a las que caracterizan al cercano pueblo de Espinoso. De los tres viejos molinos que se encontraban en término de Torrecilla hoy apenas quedan restos.

Iglesia parroquial de Torrecilla de la Jara

LA IGLESIA

La iglesia se construyó en el último tercio del siglo XV y ha sido recientemente restaurada. Fue aneja de la de Alcaudete hasta 1774 y se encuentra bajo la advocación de San Miguel Arcángel. Sus muros están construidos de ladrillo y mampostería y tiene  planta de cruz latina con el ábside plano. La entrada se sitúa en la cara norte a través de una puerta con arco de medio punto. Es peculiar y graciosa la espadaña de ladrillo situada a los pies y compuesta de tres cuerpos, los dos primeros con dos arcos y el tercero con uno y rematado en frontón. En el interior del templo son de destacar la pila bautismal con vasija de cerámica talaverana del siglo XVIII y el retablo principal, también de este siglo, que, al igual que sucede con el de Campillo de la Jara, adornaba una de las capillas de la iglesia de El Salvador de Talavera.

Retablo de la igleisa de Torrecilla procedente de la iglesia de El Salvador de Talavera

VISITANDO UN MUSEO DE FÓSILES EN LA JARA

UN MUSEO DE FÓSILES EN LA JARA

EL MUSEO DEL GEOPARQUE DE VILLUERCAS EN NAVATRASIERRA

Trilobites

He tenido la oportunidad de visitar el museo de fósiles y de interpretación de la particular geología de las Villuercas en un pueblo jareño actualmente en la provincia de Cáceres, Navatrasierra.

Gráfico del museo de Navatrasierra que muestra un esquema de los plegamientos geológicos de los valles del Gualija y Guadarranques

Este pueblecito serrano se halla en pleno Camino Real de Guadalupe y es entidad local menor dependiente de Villar del Pedroso, pero con sus apenas 180 habitantes ha potenciado tanto este recurso como el camino de peregrinación y otras iniciativas. Un paseo hasta allí es sumamente agradable y podremos entre otras cosas disfrutar de las impresionantes vistas desde el puerto de Arrebatacapas o la naturaleza agreste de los valles del Gualija o el Guadarranque, pero dejaremos para otro día todos esos atractivos cuando vayamos analizando los recorridos por el Camino de Guadalupe.

Crucianas sobre cuarcitas en el museo de Navatrasierra

Accederemos por Puente del Arzobispo, Villar del Pedroso Carrascalejo para, después de pasar el puerto,  encontrarnos ya en Navatrasierra, pueblecito que aún conserva algunos elementos de la arquitectura popular de pizarra y cuarcita y en cuyo subsuelo se han hallado por los propios vecinos en obras y excavaciones muchos de los fósiles exhibidos y donados por ellos. Muchos de ellos, especialmente los trilobites son de gran tamaño, hasta de 20 centímetros.

Uno de los gráficos que muestran la fauna que hace quinientos millones de años vivían en el mar que inundaba La Jara

El museo se encuentra abierto viernes y sábado y las mañanas de los domingos y un joven geólogo explica de manera divulgativa y sencilla los secretos del relieve apalachense, uno de los geológicamente más antiguos y que da sus características formas al relieve de esta zona con sus empinadas sierras paralelas y sus cresterías en las cumbres que en realidad son fondos marinos elevados hace quinientos millones de años por grandes presiones tectónicas entre los dos continentes primigenios.

Otras especies de fósiles como gasterópodos y bivalvos

Además de la magnífica colección de fósiles se exponen gráficos y un audiovisual didácticos y atractivos que hace que esta visita valga la pena para después disfrutar del entorno por las muchas rutas del Geoparque de las Villuercas cuyos planos también te facilitan en el museo. Después podremos refrescarnos y tomar alguna tapilla en los bares de la localidad.

Los trilobites se hacían una «bola» para defenderse como hacen actualmente las cochinillas de humedad
Otros ejemplares de trilobites

HISTORIA DE LOS MOLINOS DE LA JARA  Y VALDEPUSA ( y 2)

HISTORIA DE LOS MOLINOS DE LA JARA  Y VALDEPUSA ( y 2)

Uno de los molinos del arroyo de las Lanchas

En el valle de Robledo del Mazo se molía en la garganta de las Lanchas o en Riofrío, lo que quiere decir que todavía no se habían construido los más cercanos molinos del curso alto del Gébalo. Ya casi en el curso medio de este río, en el paraje del Martinete, sí debía existir ya algún molino pues desde Espinoso bajaban a moler allí.

En las relaciones de Espinoso también se declara que se muele en el río Fresnedoso. Se trata de seis molinos a los que se califica de retamizos, término que alude a la precariedad de estas construcciones de techo de retama. Pero es posible que por extensión se definan así a algunos sencillos artificios que se construirían con un pequeño apoyo en alguna roca del río sobre la que situar un par de vigas de madera que a su vez sostuvieran la piedra. Estos molinillos primitivos pero prácticos aparecen descritos en zonas nórdicas de Europa pero precisamente la precariedad de su construcción habría impedido su conservación hasta hoy.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es escanear0016.jpg

Otro dato curioso que podemos extraer de las Relaciones de los pueblos jareños es la mención que se hace en el interrogatorio de Campillo de la Jara de unos molinos calificados como de “sequera” en el arroyo Cubilar. Puede que sea ésta una referencia a los molinos que en el presente estudio denomino “de presa en arco invertido” por la forma que tienen las plantas de los cubos de muchos molinos de La Jara donde, debido a la escasez de caudal se almacenaba el agua en estas presas-cubo para poder así moler en tiempos de sequía. Se trata de cubos de tan grandes dimensiones que podríamos considerarlos como un tipo intermedio con el molino de presa de acceso directo, diferenciándose de éste en que la presa no se encuentra en el cauce del río y sí están dotados de canal en el caso jareño. También la misma palabra “Cubilar” que da nombre al arroyo, puede que haga referencia toponímica al gran número de cubos de molino que movía este pequeño arroyo.

Molino del arroyo de San Vicente

En Torrecilla y Espinoso molían ya en el siglo XVI algunos artificios situados sobre el Sangrera y el Pusa. En esta época es curioso constatar la existencia de un número de piedras incluso superior al actual, hecho que solamente se produce en la comarca que nos ocupa.

En la parte norte de La Jara durante todo el año, y en el resto de su extensión cuando se agostaban los arroyos, acudían las gentes a moler en las grandes aceñas del Tajo más cercanas. Hay un mayor número de alusiones como destino a los molinos de Silos y a los de Ciscarros pero es lógico pensar, a pesar de no haber citas concretas de moliendas en Talavera o Puente del Arzobispo, que también acudieran a estas grandes paradas, más teniendo en cuenta la férrea normativa de la cabeza del señorío más arriba comentada. En este sentido, solamente hay una respuesta de Las Herencias que narra cómo sus habitantes iban a moler a Cabañuelas, cerca de Talavera.[1]

Durante el siglo XVIII sigue aumentando la dispersión de los pequeños molinos maquileros y en Sevilleja ya muelen nada menos que quince piedras en el Riofrío, crece el número de ellos en otros arroyos más lejanos y aislados como el Fresnedosillo o el de San Vicente.[2]

Uno de los molinos de Riofrío

 

La Cuenca del Guadiana, en el sur de La Jara, tenía además otros arroyos molineros como el de Valdemoro, el Estenilla y otro río también llamado Fresnedoso, adonde  se iba a moler desde localidades como Puerto Rey, Minas de Santa Quiteria, Los Alares, Valdeazores y Anchuras que entonces formaba parte de la tierra de Talavera .

A mediados del pasado siglo todavía se construían nuevos molinos. Madoz nos informa en su diccionario de que en el Uso y el Cubilar hay un total de catorce molinos, seis de ellos arruinados. En Mohedas muelen seis sobre el Pedroso y en Belvis ya se ha construido uno sobre el Tamujoso[3].

Cuenta el párroco de Aldeanueva de Barbarroya en las relaciones del cardenal Lorenzana que, en este pueblo jareño de paisaje granítico, se fabrican gran cantidad de piedras de molino[4].

[1] Ibidem.: Opus cit. Ver “Las Herencias”

[2] JIMÉNEZ DE GREGORIO, F. : Opus. cit. Los Pueblos de …ver “Sevilleja”

[3] MADOZ, P.:Opus cit. p. 260.

[4] PORRES DE MATEO, J., RODRIGUEZ, H. Y SANCHEZ,R.: Opus cit. p. 92.

Atanores formando el cubo de un molino en el naciente del río Sangrera

 

NUESTROS RÍOS; El JÉBALO (1) PIEDRAESCRITA

NUESTROS RÍOS

El JÉBALO (1) PIEDRAESCRITA

El tejado de la iglesia de Piedraescrita vierte sus aguas a dos cuencas, la del Tajo la del Guadiana

Vamos a ir recorriendo nuestros ríos y aprovecharemos para conocer los atractivos de sus valles y de los pueblos por los que van atravesando. El río Jébalo podemos considerar que nace en Piedraescrita, aunque con las aportaciones en su nacimiento de la garganta de las Puentecillas

Iniciamos el recorrido del río Jébalo, y lo escribo con «J» porque como defiende Jiménez de Gregorio aparece escrito como Xébalo en los documentos antiguos. Río de jabalíes es una de las propuestas que nos quieren solucionar el significado de su nombre.

Piedraescrita desde la ladera del risco de Las Moradas

Nace como hemos dicho cerca del pueblecito jareño de Piedraescrita, cuya ermita se sitúa en la misma divisoria de aguas del Tajo y el Guadiana por lo que las precipitaciones  de su tejado en el lado norte caerían al Jébalo.

Un camino va paralelo al cauce y se dirige en dirección norte discurriendo junto a un pequeño altarcillo que nos recuerda que allí se apareció  la imagen. Siguiendo ese camino llegamos al río cerca del paraje donde se pasa la imagen de la Virgen en un ritual curioso entre los pueblos de Espinoso y Piedraescrita, y del que hablaremos en el próximo capítulo de esta serie.

Arquitectura popular de Piedraescrita

Pero antes visitaremos primero este agradable pueblecito del que existen antiguas referencias a su iglesia como un lugar que servía de refugio a los peregrinos de Guadalupe que se aventuraban por estas sierras.

Las gentes de la comarca siempre se han encomendadoa la Virgen de Piedraescrita en tiempos de sequía.

LA IGLESIA: Cuenta la leyenda que en tiempos medievales, “poco después de la expulsión de los sarracenos”, un vaquero de Espinoso aprovechaba con los  ganados propiedad de su amo talaverano las hierbas frescas del entorno y se le apareció la Virgen en un lugar cercano al pueblo, sobre una roca conocida como “El Canto de la Virgen”, donde hace unos años se ha erigido un sencillo monumento conmemorativo.

Cuenta la leyenda que la Virgen encomendó al vaquero la construcción de una ermita y los lugareños se empeñaban en erigirla en otro lugar diferente al que hoy le sirve de solar, sucediendo que los muros levantados por el día aparecían derruidos a la mañana siguiente, hasta que por fin el templo fue construido donde actualmente se ubica, justo en la divisoria entre las aguas del Guadiana y el Tajo.

Está documentado históricamente que en 1188 el obispo Gonzalo Pérez otorga licencia para la construcción de una iglesia a un tal Nuño Nuñez y a su mujer Aderazo Gómez que aportaban la dote necesaria para su mantenimiento.

Pantocrator románico mudéjar de la iglesia de Piedraescrita

El templo es una edificación sencilla con un ábside que fue octogonal y, según parece, formaba únicamente la sencilla construcción primitiva, más tarde modificada añadiéndose la nave principal. El edificio tiene a los pies un campanario de tres huecos que fue construido en el siglo XVIII. Se accede a la iglesia por un pórtico descendiendo cuatro escalones, ya que el piso del templo se encuentra por debajo del nivel actual del suelo y hay constancia de la existencia de una antigua fuente dentro de la ermita que, como hemos dicho, es una iglesia en realidad. Los muros están fabricados en mampostería de lajas de pizarra con revoco exterior enjalbegado.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es P3201098.jpg

Pero lo realmente interesante desde el punto de vista artístico es el interior de este monumento. Sus paredes  están en gran parte recubiertas de valiosa azulejería talaverana del siglo XVI y XVII con escenas del Nuevo Testamento. En el lado de la epístola destaca un San Cristóbal de grandes dimensiones frente al que se sitúa un panel con una fila de arcabuceros similar al que se encuentra en la ermita de la Virgen del Prado de Talavera, aunque no es esta la única similitud en los motivos dibujados en Piedraescrita. Otros paneles representan a diferentes santos y en el testero se aparece un juicio final con la resurrección de los hombres que son extraídos de las tumbas por ángeles y demonios. Un azulejo parece representar al autor de parte de los paneles cerámicos. Considero esta iglesia de Piedraescrita uno de los santuarios de la cerámica talaverana cuyo contenido ampliaremos en otra ocasión

En el cuarto de esfera que cubre la capilla podemos contemplar la pintura al fresco de un Pantocrátor con estrellas y una luna con cara femenina. Esta es la pintura románica más meridional del territorio nacional. Son también de interés un magnífico Cristo crucificado del siglo XVII, la pila bautismal y una escultura de la Virgen en cerámica talaverana.

El «gusano» de Piedraescrita, rastro de un trilobites en la cumbre de Las Moradas

Justo por encima del pueblo domina el paisaje la cumbre de Las Moradas, el pico más elevado de La Jara en el que persisten restos de amurallamientos donde se habrían refugiado los primeros pobladores cristianos huyendo de las razzias musulmanas. En un risco de cuarcita que mira desde la cumbre hacia el caserío se percibe un fósil que es el rastro de un trilobites de más de 7 metros de longitud,  y no conozco ejemplar de cruciana, que así se llaman estas huellas fosilizadas, con un mayor tamaño. También hay referencias al hallazgo de otras inscripciones hoy desaparecidas en el entorno de la iglesia que habrían justificado el nombre de “Piedra-escrita”.

Camino de Piedraescrita con la piedra que señala el lugar de la aparición. paralelo al camino va el Jébalo naciente

LOS GRABADOS RUPESTRES DE LA ZARZUELA, EN LA NAVA DE RICOMALILLO. Patrimonio en peligro 8

LOS GRABADOS RUPESTRES DE LA ZARZUELA

EN LA NAVA DE RICOMALILLO

Grabados rupestres de La Nava de Ricomalillo, detalle

FICHA DE BIEN EN PELIGRO

 

Denominación.-

Grabados rupestres de L a Zaezuela

Término Municipal.-

La Nava de Ricomalillo

 Situación.-

Junto al camino que desde La Nava discurre hasta la Vía Verde de La Jara, junto a una granja. y al mismo borde del camino Seguir leyendo LOS GRABADOS RUPESTRES DE LA ZARZUELA, EN LA NAVA DE RICOMALILLO. Patrimonio en peligro 8

REMEDIOS CASEROS DE LAS MUJERES DE LA JARA

REMEDIOS CASEROS DE LAS MUJERES DE LA JARA

La flor de la jara en su variedad llamada de las cinco llagas por las cinco manchas oscuras

Reproducimos aquí algunos remedios populares recogidos cuando elaboramos con asociaciones jareñas de mujeres, especialmente de La Estrella, el libro de la Cocina Tradicional en La Jara. Son tratamientos sencillos utilizados tradicionalmente en los pueblos de la comarca

PARA EL CATARRO

200 gr de higos pasiques

100 gr de pasas

4 palos de orégano

5 cucharadas de miel

1/2 litro de agua

Se pone a cocer 15 minutos a fuego lento, se deja enfriar y se toma una cucharada cada tres horas

PARA LA TOS

1 cucharada de harina

1 litro y mediol de miel

Se tuesta la harina. Se echa un vaso de agua y la miel. Se cuece y se hace una papilla espesa. Se toma muy caliente

PARA ABRIR EL APETITO

2 cucharadas grandes de anises

150 gr de cortezas de quina

1 copa de anís

1 l de vino

1 vaso de agua

Se pone todo a cocer durante 10 minutos a fuego lento, después se deja reposar 48 horas. Se toma una copita antes de las comidas

Ruscus aculeatus, planta que se utilizaba para el tratamiento de las hemorroides y que incluso dio su nombre a una crema utilizada para su tratamiento «Ruscus»

PARA EL CÓLICO NEFRÍTICO

Poner dos cebollas gordas a hervir en dos litros de agua. Reducir hasta que queden aproximadamente un litros de agua. Tomarse un poco en ayunas.

PARA LA COLITIS

Infusión de higo chumbo

PARA ABRIR EL APETITO

Infusión de hiel de la tierra

PARA LA CIRCULACIÓN

Infusión de “correhuela” blanca

PARA EL CONSTIPADO

Infusión de flor de la jara y de la amapola

PARA LAS HEMORRAGIAS

Infusión de “culantrillo”.

PARA LA INFLAMACIÓN

La hierba de la mora cocida y puesta en paños calientes

PARA PURIFICAR LA SANGRE

Infusión de «savia» o té de campo

El Colchicum autumnale se utiliza para la obtención de la colchicina, tratamiento para bajar el ácido úrico, pero que también se ha utilizado como veneno

PARA BAJAR LA TENSIÓN ARTERIAL

 Infusión de unas 15 hojas de oliva

PARA LA GARGANTA IRRITADA

Infusión de tomillo salsero y miel. Se hacen gárgaras y se puede tragar después

 

 

Hiperico o Hierba de San Juan

 

EXCURSIÓN A LA FORTALEZA DE CASTROS Y LA OLIVA

UNA EXCURSIÓN DESDE PUENTE

A LA OLIVA POR LA FORTALEZA DE CASTROS

Recorrido aproximado 12 kilómetros, 3 horas y media

También desde Puente del Arzobispo nos acercaremos en un agradable paseo ribereño hasta la fortaleza musulmana de Castros que, aunque se encuentra en término de Villar del Pedroso, es más accesible desde aquí. Los lugareños conocen el paraje como “La Muralla” y para ir hasta allí tomaremos un camino público que coincide con un cordel y que sale inmediatamente a la izquierda del puente, discurriendo por la ribera del río. Justo al comenzar nuestra ruta vemos enfrente los molinos de Santa Catalina que también podremos curiosear de vuelta en el pueblo

Puerta norte de la fortaleza de Castros junto al Tajo

Desde esta orilla tenemos una pintoresca vista de la villa con el puente, los molinos y el caserío. Después de andar unos dos kilómetros, tropezamos con la desembocadura del río Pedroso, que se despeña en cascada sobre el Tajo en un hermoso paraje. Una curiosa leyenda dice que una mora que vivía en el castillo que vamos a visitar, despechada por mal de amores, se arrojó desde estas alturas al río y todavía se la puede ver saltando y se escuchan sus lamentos en las noches de luna del día de San Juan.

Justo en el codo que hace el río Pedroso antes de su desembocadura, se observan sobre el cauce los restos de un batán, con cuyos beneficios dejó también estipulado el arzobispo Tenorio que se financiaran los hospitales de Puente. Siguiendo el cauce del riachuelo nos encontramos con el bonito conjunto que forman un puente y un molinillo de ribera. En la elevación situada entre los dos ríos se sitúa la fortaleza que formaba, junto a las de Vascos, Espejel, Alija, Azután, Canturias o Talavera, una fuerte línea defensiva destinada a impedir que los cristianos atravesaran la frontera natural del Tajo en su avance hacia el sur. En este caso nos encontramos ante una alcazaba con un poblado alrededor, sin contar en este caso con el amurallamiento que rodea al caserío en la Ciudad de Vascos pero que, como se deduce por sus características constructivas, también se levantó entre los siglos IX y XI por las aguerridas gentes bereberes con las que los árabes repoblaron estas orillas.

Fortaleza de Castros vista desde el otro lado del río

La vista desde sus murallas es impresionante y vemos al río Tajo que discurre por terreno quebrado con su cauce cortado por las azudas o presas que llevaban agua a los molinos, como las aceñas del Conde de Oropesa, un gran edificio que se contempla algo más abajo de esta fortaleza Castros, en la otra orilla. Parece que este castillo tenía también como misión la defensa de un puente que se encuentra a sus pies y del que se mantienen todavía los tajamares. Reconquistada esta tierra por Alfonso VI fue encomendada la defensa de este castillo a los caballeros de Calatrava y de ahí que a unos molinos cercanos, situados río arriba, se les conociera como molinos “de Calatravilla”.

Tajamares del puente de Castros

Desde la fortaleza seguiremos por el camino indicado hasta el paraje de La Oliva, un antiguo despoblado rico en restos arqueológicos. Es una de las diecisiete heredades del Pedroso que Fernando III otorgó a Talavera para que las repoblara. Se trata de La Oliva, situada en una hermosa dehesa con buenos ejemplares de encina y alcornoque y que, al igual que El Villar, muestra signos de las diferentes culturas que se asentaron allí a través de los siglos. Se han hallado al menos tres verracos en su entorno, de los cuales quedan dos, uno apenas reconocible en un prado cercano a la arruinada iglesia y el otro, situado junto a la vivienda de los propietarios actuales de la finca, que es conocido como el “Toro Mocho” por haber perdido parte del morro.

El Toro Mocho, hoy en El Villar de El Pedroso

Para algunos eruditos, los cimientos de la iglesia tienen en sus aparejos la apariencia de haber sido romanos, civilización que confirma su presencia por la inscripción de un ara que se sitúa frente a la puerta norte, entre otros restos arqueológicos. La construcción de la iglesia medieval pudo hacerse en su mayor parte durante el siglo XV, como indican los arcos conopiales de sus portadas. La cúpula ochavada que cubre el ábside tiene aspecto de haber sido construida en el siglo XVIII y en ella todavía se percibe el camarín donde se alojaba la Virgen de las Misericordias, según la tradición aparecida sobre una oliva y con fama de milagrosa en la comarca.

Iglesia de La Oliva

Volveremos a Puente por el camino indicado o desandando el que hemos traído.

Dehesa de la Oliva desde la otra orilla del Tajo.Al fondo La jara y la sierra de Altamira

LA CABRA Y EL VACUNO EN LA GASTRONOMÍA JAREÑA

LA CABRA Y EL VACUNO EN LA GASTRONOMÍA JAREÑA

Cabra representada en la azulejería de San Antón del pórtico de la ermita

LA CABRA

Un terreno tan abrupto y de vegetación tan montuosa, con suelo tan pobre y escasos pastos, es terreno ideal para el ganado cabrío. Las tribus de la Lusitania, donde como hemos dicho se encontraba nuestra comarca, comían con deleite la carne de macho cabrío. Y como también dice nuestro paisano Alonso de Herrera, “por comer de todas las yerbas en los años fortunosos se sostienen muy bien y mejor que los otros ganados, y en los buenos temporales son iguales y aún mejores que las otras crías, y la verdad es que nunca cabra se vido muerta de hambre, que de todo comen y aún cosas ponzoñosas, que ninguna cosa les daña y aun en falta de otros mantenimientos, lamen las paredes y aún las derruecan”.

Antiguamente se comía el macho cabrío, especialmente en las fiestas de quintos, como símbolo de iniciación sexual en este rito de paso en el que los varones pasaban a la edad adulta, También se consumía en ocasiones la cabra accidentada o cuando ya estaba próxima su muerte, pero hoy día es raro en nuestra zona el guiso de la cabra como carne habitual de consumo. Sí que lo ha sido en comarcas cercanas como La Vera, en las que todavía se puede adquirir en las carnicerías, aunque tal vez el sabor más suave de su especie autóctona haya sido la causa de su persistencia en el consumo.

Cabras en el antiguo teso de ganados en vista parcial de foto de Ruiz de Luna

Pero sin embargo, sí es actualmente más frecuente consumir los cabritos, al contrario de lo que sucedía antiguamente pues, al igual que sucedía con los corderos, tampoco respecto a los cochinillos o las terneras se consideraba económicamente rentable su consumo, debido a la ajustada economía de subsistencia de nuestros pueblos, y a que además no estaba culturalmente bien considerado, e incluso desde un punto de vista médico se pensaba que era insalubre su consumo. De hecho, la carne más frecuente en las cocinas hasta hace un siglo fue el carnero, como figura en los numerosos documentos de abastos que se guardan en los archivos históricos, como el de Talavera, donde por ser cabeza del alfoz se regulaba el consumo de los pueblos de La Jara.

En Aldeanueva de Barbarroya se criaba durante el siglo XVIII según el Catastro de Ensenada ganado cabrío especial para carne, y diferenciado del de leche, llamado entonces de “machadas”.

En muchos de los pueblos jareños con buena cabaña de caprino se podían ver hasta no hace tantos años a los vendedores ambulantes de leche que iban con sus cabras más “bolsadas” ordeñándolas delante de los clientes a las puertas de sus casas y despachándoles directamente de la ubre con un cacillo de latón de un cuartillo de capacidad.

Ganado vacuno representado en el panel de San Antón del pórtico de la ermita del Prado. Siglo XVI

VACUNO

Por la razón que antes hemos comentado de la pobreza de los suelos La Jara, además de su clima extremado, sobre todo en verano, no son los pastos de esta comarca los ideales para la cría de vacuno, salvo el que de manera extensiva pasta en algunas zonas de la Jara Baja, ya más cercanas al valle del Tajo, aunque es cierto que en las más antiguas relaciones históricas aparece este ganado sin ser muy numerosas las cabezas enumeradas, pues eran utilizadas mayoritariamente como animales de tiro.

Este ganado también aparece incluso en leyendas como la de la aparición de la Virgen de Piedraescrita, cuando es un vaquero el protagonista de la aparición, o en el caso de la aparición de la Virgen de Guadalupe, territorio entonces perteneciente a La Jara como ya hemos dicho, cuando el pastor se dispone a sacrificar una de sus vacas, aunque como vemos, en ambos casos nos encontramos en zonas serranas de pastos más frescos.

Ganado vacuno en el teso de ganados hacia 1920

Otra razón es que el vacuno  se criaba fundamentalmente como animal destinado al trabajo, siendo los bueyes y no las especies equinas, las destinadas a la labor. Las dehesas boyales, como su nombre indica eran dehesas comunales en las que se llevaba a pastar a los bueyes y no al vacuno destinado a carne. Herrera nos decía sin embargo que la carne de ternero “es muy singular vianda, ansí en su sabor como en su virtud, de gentil substancia, de muy singular mantenimiento y de fácil digestión, y por eso es carne de caballeros y ricos” Sin embargo considera de muy mala calidad e incluso enfermiza la carne de reses ya viejas.

Y añade en consideración a este ganado: “…Pues quien hiciere por ganado vacuno débelo bien tratar, que es de mucha ganancia y honra, y antes procure tener cien cabezas bien tratadas y de buena casta, y más darán que doscientas mal regidas y miradas”