VENUS Y HÉRCULES JUNTO AL TAJO
Continuación del capítulo anterior de «Ríos de Historia» sobre la relación de la Talavera romana con el Tajo.
Aun así, esa escasa altura sobre el nivel de las aguas ha hecho, entre otras causas, que históricamente Talavera haya sido una ciudad con mal saneamiento, una ciudad en la que los viajeros han percibido suciedad, albañales atascados y hasta charcas poco saludables como la de El Charcón, que ya lo lleva en el nombre. En las excavaciones se han encontrado numerosas conducciones de aguas residuales con pequeños canalillos que en muchos casos acababan en pozos negros y no en el mismo río. Todos sabemos cómo ciertos sótanos de Talavera cercanos al río se anegan cuando suben las aguas y hasta el mismo hospital actual tuvo que construir un sistema de saneamiento que impidiera su inundación por retroceso de las alcantarillas. Es seguro que también hubiera cloacas romanas de mayor entidad como la que va de los jerónimos al río y que tradicionalmente ha sido considerada por los talaveranos como un sugerente pasadizo secreto.
Es difícil saber cuál era la situación del cauce del río hace dos mil años pero por los estudios arqueológicos se puede deducir que nuestra ciudad se situaba limitada por el Tajo, aunque con un espacio de tierra entre el casco urbano y la corriente fluvial, como todavía se advierte en el dibujo de la ciudad del siglo XVI de Anton van der Wingaerde.
El casco urbano se habría delimitado con el ritual clásico latino de trazar los límites arando con un toro y una vaca y haciendo el surco que marcaría los límites. Éste podría ser el origen del escudo talaverano, donde aparecen saliendo del recinto amurallado las dos reses. Dos son los ejes básicos del diseño urbanístico romano el decumano. Eje que en nuestro caso sería una vía que unía la puerta de Mérida, que según los especialistas era de claramente de origen romano, y otra que habría estado donde actualmente se encuentra la alcazaba, que se construyó en época musulmana con materiales romanos, tal vez la puerta que hoy llamamos de Pescaderías o la propia entrada occidental de la alcazaba. La otra vía perpendicular es el cardo y hoy se puede identificar recorriendo desde la Puerta de Zamora la calle Mesones hasta la otra puerta romana del Arco de San Pedro siguiendo por la calle Gabriel Alonso de Herrera hasta el claustro de los jerónimos, donde se halló la escultura de Venus reconvertida en imagen de Santa Catalina. La zona de los templos se encontraba muy próxima al río y ha persistido hasta ahora con la Colegial, los jerónimos, bajo cuyos cimientos se encontró la cabeza de bronce de un toro y también en la zona de San Clemente donde se encontró la escultura también de bronce de Hércules.
Esa cruz que forman el cardo y el decumano se enmarcaría en un recinto rectangular cuyo lado sur sería paralelo al río. Ese recinto dentro de las murallas y ampliado probablemente por los barrios de Santa Leocadia hacia el este y San Esteban al oeste habrían constituido la ciudad romana de unas 24 hectáreas, similar en superficie a la de muchas otras ciudades romanas pero con una abundancia en inscripciones epigráficas superior a la media.
La muralla romana talaverana puede que no ciñera la totalidad de la población de la época, sino únicamente el equivalente al actual primer recinto, aunque con modificaciones especialmente en la zona de la alcazaba. La puerta de Mérida tenía estructuras muy similares a las de otras puertas romanas situadas en diferentes lugares del Imperio y también el conocido como arco de San Pedro, aunque con modificaciones medievales posteriores.
Hasta ahora lo que parece constatado por las excavaciones y por el estudio de los cimientos de la muralla, es la existencia de la misma al menos desde el siglo III. Desgraciadamente, la parte de la muralla del río, que tradicionalmente se ha considerado la más antigua, se halla sepultada por la Ronda Sur.
La calzada romana principal entraría por la calle del sol hasta la Plaza del Reloj, delante de la puerta del arco de San Pedro y saldría por la Corredera y la calle del Carmen hacia Mérida. El puente romano habría cambiado su dirección en época como más tarde veremos, tal vez por la modificación de la dirección del cauce producido con el paso de los años, y como ha sucedido con tantos meandros y brazos del río que han modificado su trayecto, desapareciendo algunos y naciendo otros nuevos. Ese cambio de dirección en el impacto de las aguas contra los tajamares y la formación de nuevas islas habrían condicionado que se modificara el trazado del puente en época bajomedieval probablemente.
No se han hallado todavía el circo o el anfiteatro de nuestra Caesaróbriga, pero no debemos descartar su existencia bajo los cimientos de las casas de los antiguos arrabales, donde sí se han hallado varias necrópolis y también enterramientos aislados. Las excavaciones sistemáticas que se han realizado, desgraciadamente muy pocas para la entidad de Talavera, la preponderancia de los intereses de los constructores, y el escaso amor por su patrimonio que siempre ha caracterizado a los talaveranos han sepultado bajo el hormigón y la dejadez de las autoridades muchas huellas de lo que fue una ciudad romana de dos mil años de antigüedad en la que se han descubierto nobles edificios del antiguo foro en el entorno de la plaza del Pan, como por ejemplo en el patio del ayuntamiento o en el centro Rafael Morales, esculturas como la Venus o el Hércules y venerables piedras que formaban parte de casas y edificios públicos y que hoy se encuentran esparcidas por los parques a falta del museo histórico y arqueológico que está pidiendo a gritos Talavera.