CAMINOS DE GUADALUPE 2, LA TRADICIÓN DE LA APARICIÓN
Vamos a conocer ahora la leyenda de la aparición que aparece en los más antiguos códices, con referencias no sólo a la aparición en sí, sino a los orígenes legendarios de la imagen.
En algunos de esos antiguos documentos del siglo XV y XVI se atribuye la autoría de la talla de la imagen al mismo San Lucas, quien habría tenido a la misma Virgen como modelo. Muerto San Lucas en Asia Menor la imagen fue enterrada con él y acompañó al cadáver cuando fue trasladado a Bizancio en el siglo IV, y a ella se encomendaron sus habitantes cuando un terremoto asoló la ciudad del Bósforo.
En el año 581, siendo cardenal el futuro papa Gregorio Magno se encontró allí con San Leandro, arzobispo de Sevilla fraguándose entre ellos una gran amistad. El emperador Tiberio II regaló a Gregorio la imagen y algunas reliquias y éste cuando accedió al papado llevó a Roma la imagen que con motivo de una epidemia fue sacada en procesión, cesando la peste por los lugares que iba recorriendo la comitiva y apareciéndose un ángel sobre el castillo, que desde entonces se llamaría de Sant Ángelo, limpiando y enfundando la sangre de su espada, símbolo de la pestilencia.
Convocado concilio en Roma, San Leandro envió a su hermano San Isidoro por no poder ausentarse de Sevilla debido a los problemas habidos con los arrianos. Gregorio Magno le dio la imagen y otros objetos para que los llevara a la ciudad del Guadalquivir. En el camino se desató una tempestad y un clérigo sacó la talla de un arca encomendando la suerte de la expedición a la Virgen. Cesó de inmediato la tormenta y el barco pareció iluminado por cientos de cirios.
Cuando en 711 los árabes invaden España huyen las gentes de Sevilla y unos clérigos toman la imagen y otros objetos sagrados y escapan hacia el norte. Cuando se hayan “fuera de camino” por los valles del Guadalupejo encuentran una ermita con un sepulcro de mármol donde se hallaban los restos de San Fulgencio, lo que se contradice con otra leyenda según la cual son hallados en Berzocana junto a los de Santa Florentina dentro de un sepulcro permaneciendo hoy en su iglesia parroquial. Los clérigos excavan una cueva en la ermita escondiendo la imagen acompañada de una campanilla y una carta y allí permanecen hasta el siglo XIII en que se produce el hallazgo milagroso de la imagen.
Cuando un pastor cacereño llamado Gil Cordero andaba con sus ganados por estos valles se extravió una de sus vacas y después de buscarla varios días la encontró muerta junto a una fuente. No viéndola mordida de lobos u otras alimañas sacó el cuchillo para desollarla, abriéndola como era costumbre por el pecho en forma de cruz. En ese momento se levantó viva la vaca y se apareció la Virgen diciendo al pastor que pusiera la vaca con las otras y fuera a su tierra a buscar a los clérigos para decirles que debían cavar en el lugar de la aparición y que hallarían allí una imagen. Al principio se rieron de él pero debido a la señal que todavía llevaba la vaca en forma de cruz le escucharon. Cuando llegó el pastor a su casa encontró a su hijo muerto y a su mujer llorando. El pastor consoló a su mujer diciéndola que no se preocupara pues Santa María de Guadalupe le devolvería la vida, y así fue, levantándose el muchacho sano y salvo. Los clérigos acabaron así de creerle y acudieron a Guadalupe excavando en la cueva y encontrando la imagen con la carta que describía su periplo y la campanilla.