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VIAJE CON HUMOR A LAS TIERRAS DE GABRIEL Y GALÁN (y 2)

BUSCANDO AL POETA ENTRE ENCINAS Y JAMONES (y 2)

Un viaje con humor a los espacios de Gabriel y Galán

Pasamos por Guijuelo jamonil secadero universal

Partimos hacia Guijuelo y al llegar, Ángel, relamiéndose al presentir el aroma del guarril elemento muestra a su compañero casi con entusiasmo los cientos de secaderos de jamones que se reparten hasta por cocheras, pisos y toda clase de dependencias: en cada rincón cuelga un jamón. Aquí estuvo destinado el poeta como maestro pero nada parece quedar como recuerdo de su presencia en este pueblo donde penden los perniles como guirnaldas. Delata la presencia de esos secaderos en los edificios un a modo de pasillo extensible para que, aculando los camiones, tan preciada mercancía no sufra la contaminación del medio ambiente, y dan la sensación de ser una de esas consecuencias de las medidas que las administraciones ponen como condición sine qua non para cualquier actividad industrial y que son exigidas con puntual severidad por inspectores circunspectos, aunque las cosas verdaderamente importantes en esta como en otras actividades se hagan de forma menos imperiosa y la pringue impregne puertas suelos cercanos a los cargaderos.

Busto de Gabriel y Galán en su pueblo natal

Los viajeros van justos de tiempo y no se acercan al pueblo de Granadilla, donde una placa recuerda a la que fue vivienda de la familia de la mujer del poeta. Las fincas que recorría el vate escribiendo sus poemas y vigilando a los trabajadores de su suegro se hallan en gran medida bajo el embalse de Gabriel y Galán que rodea la península en la que se sitúa el viejo y abandonado caserío con muralla y torre defensiva que se está restaurando por una escuela taller.

Desde allí parten los viajeros en busca de la casa natal del poeta en Frades de la Sierra pueblecito al llegar y encuentra la casa con su portalillo previo no muy bien reconstruido según se ven otras casillas humildes que todavía permanecen desde tiempos gabrielgalánicos.

Casa natal de gabriel y Galán en Frades

Pero al salir de la rústica vivienda que contiene una exposición sobre el hijo ilustre quedan los viajeros espantados por la esperpéntica arquitectura, prodigio de mal gusto que se levanta ante el que fue solar del poeta, dorados en rejas y ventanas maniquíes metálicos, dos edificios de la misma propiedad exponentes supremos de lo hortera y de la absoluta falta de sentido estético. Se trata de una tienda de pieles que se intitula ….que se culmina con un enorme globo terráqueo que emerge en medio de la estepa y en el otro, un secadero de jamones de puertas pringosas por el trasiego de tan prosaica mercancía, se culmina tan magna obra de colorines con nada más y nada menos que un caballero medieval dorado de gran tamaño armado, pásmese el lector, de un ebúrneo jamón.

Cababallero del jamón frente al casa natal de Gabriel y Galán

Esa es la España que tenemos con autonomías, diputaciones y ayuntamientos llenos de asesores, políticos y funcionarios de los que ni uno solo se ha dignado manifestar su oposición a que a unos metros de la casa de uno de los escritores que mejor expresó la armonía entre el  medio rural y el ser humano se encuentren tan altas y esperpénticas construcciones coronadas por el caballero de la pata de guarro.

Los viajeros se preguntan por lo que opinaría el bueno de don José María que a la ciudad la llamaba despectivamente “modernópolis” y parece que esa cutremodernez hortera ha llegado hasta los más apartados rincones.

Esperpéntico edificio entre encinares y barbechos del pueblo de Gabriel y Galán

Cruzan los viajeros en su recorrido el Puente del Congosto y descienden del vehículo para pasear puente medieval, o romano, que nunca se acaba de saber esto en tantos y tantos puentes, y pasan por él sobre el Tormes para dar una vuelta al castillo, también de los Alba, y visitar la iglesia donde un batallón de mujeres y el curilla joven adecentan el interior para una boda. Como en tantas de las iglesias visitadas una de las señoras hace encomiable descripción del templo resaltando sus atractivos y poniéndolo a la altura de las más afamadas catedrales.

Berlanguiano rótulo de Sheriff aficionado al jamón

Volvemos por Piedrahita y visitamos el edificio en el que durante otros cinco años ejerció su magisterio desasnando a los niños que corretearían por su plaza pintoresca donde las señoras juegan al cinquillo. Algunos comercios tienen el decadente y encantador aspecto de los comercios rurales que existieron hasta que en los años sesenta comenzaron todos a querer parecerse a las ciudades. Estas vetustas mercerías y guarnicionerías tienen todo el aspecto de haber sido conocidos por el maestrillo poeta. De refilón vemos el dieciochesco palacio de los Alba, ilustrado edificio que se intentó erigir entre sierras, vacas, chorizos y morcillas de calabaza, de las que compramos buena muestra. Lo cortés no quita lo valiente.

Gabriel y Galán con sus alumnos de Piedrahita

Los viajeros se detienen a yantar donde la guía de la casa natal del poeta les recomienda y allí sobre un trozo de mantel de papel, después de engullir el suculento menú que, aunque barato, ofrece las magníficas carnes del terreno, ya un tanto avinados en la sobremesa, los viajeros se acuerdan de una tarea encomendada y sobre un trozo de mantel con manchas de grasa y tinto escriben el texto de una placa de cerámica que se va a colocar en Talavera para gloria y recuerdo de Gabriel Alonso de Herrera, paisano precursor de las ciencias agronómicas europeas pero como tantos hombres ilustres, olvidado hasta en la tierra que le vio nacer y ejercer de cura beneficiado de la iglesia de San Miguel.

No hay ningún responsable político que tenga la sensibilidad suficiente para conservar la casa de postas que abre la puerta de Extremadura y para aprovechar uno de los pocos edificios que causaban la admiración de aquellos curiosos ingleses del siglo XIX con su trasiego de arrieros, putas y bandoleros, si no hay nadie que adecente la sepultura y lleve unas flores al poeta que tiene una calle dedicada en cada pueblo de Extremadura, si no hay ayuntamiento ni diputación que conserve el entorno de la casa natal del autor que mejor ha trasmitido el amor por la naturaleza, no habrá ninguna posibilidad de atraer realmente al turista que no encontrará playas ni paseos marítimos en esta tierra, pero sí podrá hallar una rica cultura y un hermoso patrimonio que disfrutar.

BUSCANDO A GABRIEL Y GALÁN ENTRE ENCINAS Y JAMONES

BUSCANDO AL POETA ENTRE ENCINAS Y JAMONES (1 de 2)

Un viaje con humor a los espacios de Gabriel y Galán

Nos encaminamos hacia Guijo de  Granadilla

Los viajeros han salido de madrugada para venir a parar por vez primera en la jornada donde desde la vetusta Vía de la Plata convertida en autovía se toma la desviación hacia el pueblo donde murió don José María Gabriel y Galán. Desde la terraza y mojando un donut en el café equivalente yanqui de nuestras autóctonas rosquillas pero de más escaso fundamento, vemos viejas construcciones que en su tiempo fueron ventas y mesones que alojaron trashumantes y trajinantes y que tuvieron su último pálpito vital vendiendo mimbres y otros objetos artesanales elaborados en material tan poco lusitano como el bambú.

Junto a la mesa una máquina expendedora expone a la solanera unos sándwich que en formación exhiben sus salsas y mahonesas para una mejor reproducción de salmonellas y estafilococos. Los viajeros ríen con el rótulo que anuncia tan sufridos alimentos: “Pica-pica” se intitula el invento y pensamos que el título está bien traído por el prurito que producirán en los esfínteres del sufrido usuario cuando deba aligerarse tirando de pantalón en próximas cunetas salvadoras.

Ven los exploradores de literarios solares cómo se anuncia la ciudad romana de Cáparra con su arco famoso pero es largo el recorrido y además es lunes, día maldito de la semana para los curiosos de museos y pedruscos en general. Van los viajeros comentando la belleza de los sanos encinares que asombran los buenos pastos que las lluvias abundantes han dejado este año y aparecen las primeras vacas coloradas y cochinos retozones.

Rótulo en la ermita del Cristu Benditu, motivo de uno de los poemas más conocidos de Gabriel y Galán. A la entrada de Guijo de Granadilla

Llegamos a Guijo de Granadilla pueblo donde vivió sus últimos años don Jose María y justo a la entrada del caserío se levanta la ermita que aloja la imagen del Cristu Benditu al que dedicó uno de sus más conocidos poemas. Recuerdan los visitantes cómo estas terminaciones en u de la alta Extremadura nos hablan de la repoblación leonesa, en definitiva de un asturianu mal hablau. La ermita ha perdido parte del sabor rústico, pues ya no tiene el pórtico pintoresco que han visto en viejas fotografías.

Recorren el casco y disfrutan de algunos rincones y construcciones que vieron pasar al maestro que casó con la hija de los terratenientes. Muchas de las casas están adornadas  con una parra que recorre la fachada. La iglesia donde el pío vate escucharía tantas veces la misa está cerrada. Muestra en puertas y sillares la cruz de San Andrés que nos habla de su advocación. Es construcción berroqueña de cierto empaque en la que curiosean los viajeros y descubren una gárgola con aspecto de ángel feo y cabezón.

Siempre llama en los pueblos poco turísticos la atención de los vecinos la presencia de forasteros a los que muchas veces confunden con cobradores de la luz que miran los contadores o con alguien que viene desde la capital para tocar los cojones, porque en general es a eso a lo que van los enviados de la administración a los pequeños lugares.

Vivienda de Guijo de Granadilla donde vivió Gabriel y Galán, hoy casa museo

Una señora setentona, como ve a los viajeros hacer fotografías de la iglesia, deja de desconfiar de ellos y  les dice que tiene una medicina que es gratis, andar, se toca las chocolatinas chuleando de abdominales planos y cuenta que no solo echar un pie detrás de otro la mantiene en forma, que en la cama flexiona las piernas y otras gimnasias y que por ello no está como otras más jóvenes que ella “que se mean encima y ni se menean”.

Callejeando llegan a la plaza, presidida por un busto del poeta. Mira hacia el ayuntamiento adornado con el mismo balcón desde el que con motivo de hacerle hijo adoptivo recitó un largo poema el nuevo “hijo del Guijo”. Se trata de solo para mi aldea y los viajeros, que han hecho no pocos pregones en octosílabos para las fiestas de los pueblos de su tierra, observan cómo se trata de una composición sencilla destinada a gentes sencillas, que incluso puede parecer algo ramplona. Tampoco tiene ni una sola alusión al lugar en sí o a sus gentes, vamos que lo mismo se podía haber escrito para el Guijo de Granadilla que para San Feliú de Guixols.

Dominando la plaza sobre un plinto sobreelevado está la casa museo del poeta, donde murió joven y comenzando su carrera literaria. Es casa que se nota caciquil y un tanto pretenciosa adornada de alta reja y una terracita con balaustre. Hoy día solamente la mitad de ella es visitable pues la casona sufrió las particiones familiares. Observan los viajeros que se encuentra abierta en edificio anejo la biblioteca municipal y entran por si aun siendo lunes suena la flauta y les enseña el museo un alma caritativa.

Juanjo es el bibiotecario, hombre grande que custodia también la casa del poeta y nos recibe en plena canícula extremeña. Con entusiasmo se ofrece a enseñárnosla. Comentamos a la entrada uno de los documentos enmarcados en el que aparece un extracto del registro con el certificado de defunción del poeta. Siempre se dijo que falleció de una pulmonía por la tupina de agua que se pegó un día frío en el que hubo de cabalgar para asistir a un sepelio, pero parece que ya antes andaba mantujo el vate y en el certificado dice algo así como fiebre nerviosa gástrica que algunos médicos, entre ellos un nieto suyo también facultativo piensan que se trató en realidad de una apendicitis con peritonitis lo que le llevó a la tumba.

Certificado de defunción de Gabriel y Galán

Todavía conservan algunas de las habitaciones las pinturas un tanto pretenciosas, imitación de papel pintado de principios de siglo, la casa del terrateniente, aunque no está mal la cocina con útiles etnográficos entre los que se encuentra algo que llama la atención de los visitantes, unos rústicos zancos para andar por los prados encharcados del pueblo como si de algún pueblo gallego se tratara. Deben ser cosas del cambio climático.

Conmueve la mesa auténtica con tablero de pizarra donde escribió el poeta y las alcobas con elementos originales, hasta un reclinatorio, que no es extraño por la profunda religiosidad del vate, un punto beatorra. Viejas fotografías, algunas interesantes y pintorescas, como la de don José María vestido de charro o la de su madre, “el ama” de su poema. Carteles y paneles de exposiciones de cuando había “conquibus” para eventos culturales completan la exposición.

En el umbral preguntan al guía por la consideración general que ha quedado en el alma popular de El Guijo con respecto a su ciudadano más famoso y responde Juanjo con una frase terminante, “un santo, la gente le consideraba un santo”. Sorprende a los viajeros la respuesta y piensan que para que la opinión general respecto a Gabriel y Galán fuera esa, siendo el personaje el yerno del cacique, es que realmente debería ser buena gente.

Escalera de la casa de Gabriel y Galán en Guijo de Granadilla

Antes de marchar los viajeros se toman unos botellines con el custodio del solar del poeta, la tapa es guarro, cortezas que rezuman apetitoso colesterol y choricillos con gran cantidad de deliciosos triglicéridos reconfortantes. Lo engullen los viajeros aún jugándose la vida, pero como no somos nadie y si no que se lo digan al poeta que murió en primera versión de una tupina de agua y un “constipao mal curao”, que es diagnóstico frecuente entre españoles.

Aprovechando el calor del Mahou, nuestro guía aprovecha para trincar a los viajeros para unas jornadas culturales. Anda la cosa de la cultura a la cuarta pregunta pues en España siempre se ha considerado algo superfluo y así nos va. Pero en el medio rural ya es indigencia y no tienen los ayuntamientos ni para las medallas de bakelita de las carreras de sacos y los partidos de solteros contra casados, que es la mayor manifestación cultural que va quedando en las cada vez más decadentes aldeas.

Juanjo endilga a los forasteros hacia el cementerio y allá se dirigen, aparcan bajo frondosas encinas y comentan el curioso rótulo de la entrada del camposanto que prohíbe “la circulación en el recinto”, suponen los curiosos viajeros que será el tráfago de las ánimas benditas.

Sepultura de Gabriel y Galán en Guijo de Granadilla

El cementerio mantiene todavía una zona sin nichos, esos nuevos pudrideros que a Miguel le dan un poco de grima. No puede en estos terrenos de clima extremo y extremeño haber césped como en los cementerios europeos pero pequeños cardos verdean el suelo. Tardan en encontrar el enterramiento de GyG pero al final damos con ella.  Jaramagos y hierbajos adornan la abandonada tumba del hombre más sensible que pisó estas tierras. Leen los viajeros uno de sus poemas y vuelven a lamentarse una vez más del desierto cultural patrio origen de todos nuestros males y no hablan de flores naturales y rituales decimonónicos sino de respeto y cariño por lo nuestro.