EL ALCALDE BRUJO DE TALAVERA
El licenciado Alonso de Montenegro era alcalde de Talavera a mediados del siglo XVI. En 1558, una beata que vivía junto al convento de la Madre de Dios le denuncia por nigromante o brujo ante el comisario del Santo Oficio, según nos cuenta J.Blazquez de Miguel en su magnífico trabajo sobre «Herejía y Heerodoxia en Talavera».
En una discusión con su hermana la denunciante le había oído decir que los dos eran moros, y que el abuelo de ambos le había dejado un libro de encantamientos por el que sin tener dinero ni heredades podría tener de comer para toda la prolongada vida que le esperaba. Para que los encantamientos del libro tuvieran su efecto debía cumplir con los preceptos de sus antepasados y renegar de la fe cristiana, a lo que le obligó su padre escupiéndole después en la cara para confirmarlo. El brujo le ordenó a su hermana que también renegara y adorara al diablo pero ella se negó, por lo que la discusión fue a mayores golpeándola y arrastrándola del pelo.
A ella también le achacaban las gentes no pocas barbaridades, pues se decía que había consentido el asesinato de uno de sus hijos, otro se había ahogado en extrañas circunstancias y un tercero había sido azotado salvajemente por su propio padre y su tío Montenegro, crucificándole y coronándole de espinas.
También la acusaban de permitir las relaciones de su hijo con varias mujeres entre las que se encontraba una criada de la casa a la que hicieron abortar y enterrar el niño en el corral después de asesinarlo. Incluso se aseguraba que en un cuarto retirado de su casa conservaban carne momificada de niños colgando del techo y que Montenegro mantenía además relaciones sexuales con su hermana. El alcalde nigromante contrajo matrimonio tres veces en tierras navarras y otra más con una mujer de Santa Olalla con fama de judía pero con cierta fortuna, terminando así con sus apuros económicos.
Llegó más tarde a ser alcalde de Talavera y se decía que castigaba a los buenos y mandaba liberar a los malos, entre los que se contaba una mujer a la que favoreció a cambio de que le enseñara sus artes maléficas. Se acusó a la presunta bruja de haber ido con él al cementerio de El Salvador donde le aconsejó que a la luz de una vela de pez y delante del libro de su abuelo reverenciase a Lucifer y a cambio de su favor le entregasesu alma y la de sus tres hijos. También conseguía, según las acusaciones de varios testigos, provocar fuertes tormentas e inundaciones contra los “cristianillos talaveranos” y sabía conjuros de amor por los que hacía que se enamoraran los jóvenes. Cuando más tarde se casó con las tres mujeres navarras y fue descubierto, el polígamo reconoció serlo y alegó estar enamorado de las cuatro mujeres. No se libró por ello de ser condenado a galeras, aunque por ser hidalgo pudo evitar el castigo pagando una multa. El comisario del Santo Oficio consultó el caso con el prior del convento dominico de San Ginés, pero no sabemos si porque era hombre influyente o porque no había pruebas de los hechos denunciados se olvidó la cuestión.
Los Montenegro eran una noble familia que fundaron a finales del siglo XV la capilla de Santa María del Pópulo en la Colegial enterrándose allí el fundador de la misma y padre o abuelo de nuestro brujo, llamado también Alonso de Montenegro.