Camino Viejo, de Talavera o Real de Guadalupe
Primera etapa. Talavera-Alberche
Vamos a comenzar nuestro viaje a Guadalupe por el camino más antiguo. Se trata del camino que históricamente unía Talavera de la Reina, capital de un extenso alfoz, con las aldeas de La Jara más occidental. Es una de las vías que condujo a los primeros pobladores medievales hasta los valles de los ríos Ibor y Gualija y a las dehesas del Pedroso y de Los Guadalupes. En esta última es tradición se apareció la Virgen a un vaquero cacereño, fundándose el monasterio al que peregrinarían millones de personas desde el siglo XIV. Este camino ha sido tradicionalmente conocido con el nombre de “Camino Real” por haber sido protegido y utilizado por diferentes monarcas. En Guadalupe se denomina “Camino de Talavera” .
Partiremos desde Talavera de la Reina por el camino del cementerio para coger el Camino Viejo de Calera, un cordel ganadero por el que discurre una pista que casi en todo su trayecto va paralela a la actual carretera de Talavera a Valdeverdeja. Pasamos primero junto al popular barrio de Patrocinio de San José y después de unos tres kilómetros cruzamos el arroyo de Bárrago por un antiguo puente de finales del siglo XV. En el muro de la cabecera de la ermita de la Virgen del Prado se encuentra el blasón, encastrado anteriormente en el puente, de su constructor el cardenal Mendoza. Más adelante atravesamos el arroyo de Baladiez y poco después sale un camino a unos trescientos metros hacia la derecha que puede llevar a quien lo desee a Talavera la Nueva.
Los “Pueblos Nuevos”: Nos vamos adentrando en nuestro viaje en la vega del Tajo. Sus fértiles tierras fueron parceladas en los años cincuenta para explotar los regadíos que aprovechan las aguas del Canal Bajo del Alberche, alimentado por la presa de Cazalegas y excavado por los presos forzados republicanos de la penitenciería de Santa Apolonia. Las instalaciones de ésta fueron casi totalmente dinamitadas el día antes de ser inaugurados por el general Franco los nuevos pueblos que acogerían a los colonos.
Estas poblaciones fueron diseñadas y construidas por el Instituto Nacional de Colonización. Talavera la Nueva y Alberche del Caudillo son dos de ellas y conservan en gran medida su fisonomía característica, muy uniforme en su trazado urbanístico y en el aspecto de su blanco caserío dotado de los típicos elementos rurales como, ayuntamiento, cementerio, iglesia, fuentes, pilones etc. Pero tienen sin embargo un sabor muy peculiar, entre andaluz y castellano, que no deja de tener su encanto. Los colonos eran de muy diversa procedencia, constituyendo un grupo muy numeroso el de los emigrados de La Vera, considerados históricamente buenos hortelanos y cultivadores de regadío. Otras gentes eran originarias de pueblos cercanos como Gamonal, Navalcán, Parrillas o Segurilla, o bien de lugares afectados por la construcción del embalse, como es el caso de San Román, Cazalegas o Pepino.
En el término de Talavera la Nueva se localiza un importante yacimiento arqueológico:
La villa romana de Saucedo. Nos desviaremos de nuestra ruta y nos acercaremos a Talavera la Nueva para seguir después por el camino de El Casar y, pasado el puente sobre el ferrocarril Madrid-Lisboa, tomaremos a la derecha el camino que discurre paralelo a la vía y luego nos desviaremos por el primero a la derecha. Algo más de dos kilómetros en total que nos acercarán a esta villa romana en la que se realizan campañas estivales de excavación y estudio. Se trata de una explotación agropecuaria cuyas construcciones se sitúan entre los siglos I y VII de nuestra era. Durante las centurias III y IV, se construyó una villa de corte palaciego donde vivía el señor o dominus y de la cual debemos destacar los noventa y siete metros cuadrados de mosaicos con bellos motivos geométricos y un curioso panel con dos delfines enlazados con un tridente.
También se debe reseñar la existencia de un complejo termal con su vestuario y baños caliente, templado y frío para el disfrute de los habitantes del conjunto señorial. Entre sus ruinas se han encontrado fichas y otros elementos de los juegos con los que mataban el tiempo sus usuarios. Estas dependencias tienen un ingenioso sistema de calefacción a través del suelo y de dobles paredes. Como todas las villae que aprovechaban las buenas tierras de la vega talaverana, esta de Saucedo cuenta con una zona de trabajo donde se sitúan las dependencias de almacen, talleres, almazaras, cuadras etc…
El lugar puede que fuera ya considerado sagrado en tiempos prerromanos, tal vez se localizaba en las fuentes próximas un culto a las ninfas, pero a finales del siglo V se cristianiza modificándose las estructuras anteriores para conseguir una edificación basilical con una piscina para bautismos por inmersión. En el siglo VIII, un nivel de incendio indica la destrucción de la villa durante los últimos años de la España visigoda. En “Talaverilla”, como cariñosamente se conoce a esta población en la zona, podemos adquirir alguna pieza de la tradicional cerámica talaverana que también aquí fabrican sus artesanos. En la piscina municipal se puede comer algo antes de volver al camino.
Volvemos al camino principal y seguimos nuestro trayecto a través de las vegas del Tajo por el Camino Viejo de Calera llegando a Alberche del Caudillo que, como hemos dicho ya, es una localidad fundada también por el Instituto Nacional de Colonización que parceló todas estas tierras en 437 unidades de entre cuatro y cinco hectáreas para los colonos y 202 huertos familiares de media hectárea para los obreros agrícolas, todo ello regado por una red de acequias de 325 kilómetros entre las que se salpican las huertas, establos y los secaderos, recuerdo su antiguo aprovechamiento tabaquero.
Fiestas: Aunque hubo que buscar el santo patrón en cuyo honor celebrar las fiestas en estos “pueblos nuevos”, no por ello dejan sus festejos de tener el encanto y la alegría de las manifestaciones rurales.
En Talavera la Nueva se celebra el día del patrón el segundo domingo de septiembre bajo la advocación de San Francisco de Asís. En Alberche se festeja a San Miguel y San Isidro, como no podía ser menos en estos pueblos creados para la agricultura, y se va en romería a una ermita cercana donde se hacen las típicas pujas y bailes.