NOTAS HISTÓRICAS SOBRE LAGARTERA
Según el historiador local Julián García Sánchez, Lagartera fue fundada en torno a un molinillo situado aguas abajo de un pequeño puente del camino que une este pueblo con Oropesa, en el barrio conocido como Toledillo.
Como se deduce de un documento del siglo XI que se refiere a las iglesias de la zona, Lagartera y Torralba serían núcleos habitados antes incluso que la misma Oropesa, que ve cómo se reconstruye su castillo y la población empieza a habitar sus alrededores en fecha más tardía que estos dos pueblos. Después formarían ambos parte del señorío que perteneció al extenso alfoz de Ávila en lo civil hasta el siglo XIX, cuando se incluyó en la provincia de Toledo, y en lo religioso hasta mediado el siglo XX centuria en la que pasan a la diócesis toledana.
Para el autor antes aludido y basándose en el patrón estético de la decoración de su rica artesanía, en la toponimia, en el habla y en otros aspectos culturales del pueblo, Lagartera habría sido poblada por mozárabes. El origen del nombre de Lagartera no estaría como afirman algunos en la abundancia de lagartos de su entorno sino que, basándose en documentos parroquiales del siglo XVI, podemos saber que en un principio el lugar se llamó Gartera, aunque más tarde se añadiría el artículo “La” quedando ya unido al topónimo hasta nuestros días.
La tradición local, recogida en el siglo XIX por don Pedro España, cura de la parroquia del Salvador, dice que el pueblo fue fundado por un tal tío Gartera que habría construido un molinillo en el arroyo de la Chorrera en torno al cual se habría ido formando la parte más antigua del caserío conocida como Toledillo y en la que probablemente habría tenido su solar una iglesia más antigua que la actual.
Para poder financiar una “coronelía” de dos mil hombres a Felipe IV durante la guerra con Francia, el conde de Oropesa se vio obligado en 1642 a conceder por carta-privilegio del rey la exención de varios lugares del señorío de Oropesa entre los que se encontraba Lagartera, consiguiendo el lugar así pasar a ser una villa con su propia jurisdicción civil y criminal. Para compensar también al conde por esos gastos, el rey permitió el adehesamiento de varias fincas de gran extensión cuya propiedad llevaría al largo pleito de los “Dehesones” que mantendría durante siglos la casa condal con los ayuntamientos de sus pueblos.
Durante la Guerra de la Independencia las gentes de Lagartera fueron maltratadas e incluso algunos fueron asesinados, sufriendo las haciendas el saqueo más feroz. La iglesia y el hospital se utilizaron como cuadras. La torre parroquial sirvió como atalaya de vigilancia para los franceses.
Aunque artistas como el fotógrafo Charles Clifford ya se habían interesado por lo pintoresco de una boda lagarterana en fecha tan temprana como 1858, es a finales del siglo XIX cuando el boticario y erudito Platón Páramo estudia y divulga la importancia de la cerámica de Talavera y Puente y los bordados lagarteranos, comenzándose así a conocerse estos y a revitalizarse tan históricas actividades artesanales.
Conoce Páramo a Sorolla en Toledo cuando el pintor tenía el encargo de realizar en Nueva York un mural con tipos españoles. Invita al valenciano a residir en su casa de Oropesa y baja con él a Lagartera durante varias semanas para pintar a gentes de la época, principalmente a familiares y criados de Ramón Moreno, correligionario político de Platón Páramo que había llegado a ser diputado en las filas de Maura. Nos encontramos a finales de los años veinte, cuando la generación del veintisiete hace en su literatura exaltación de los valores tradicionales castellanos. Tanto la cerámica de Talavera con Ruiz de Luna que se asocia con Platón Páramo, Guijo y Ginestal, como las labores de las labranderas lagarteranas, comienzan una segunda etapa de gloria. Luego vendrán otros pintores y fotógrafos que intentarán desentrañar con sus cámaras y sus pinceles la belleza antigua de lo artesano, la abigarrada hermosura del traje de lagarterana lleno de sugerencias orientales y de otras tal vez más antiguas.
Es precisamente en 1926 cuando Luca de Tena, Rehoyo y el maestro Jacinto Guerrero componen la zarzuela “El Huesped del Sevillano” popularizando aún más las cosas de esta villa arañuela que les honrará años más tarde dando el nombre de una calle a cada uno. Otro paisano de aquel molinero que se llamó “tío Gartera” sorprenderá a Nueva York con su pintura en la que aparecen escenas cristalizadas de la vida de su pueblo, se trata de Marcial Moreno Pascual, cuya obra se exhibe en el museo de imprescindible visita que lleva su nombre.
Gracias Miguel por el resumen de la historia de Lagartera. Es el más verídico y contrastado de todos los que a menudo circulan, tanto en la Red como en periódicos y revistas.
Se nota que eres un gran investigador e historiador, que sabe extraer el trigo de la paja.
Gracias, me alegro de que sirva para divulgar un poquito de lo mucho valioso que tiene Lagartera.