Vamos a visitar hoy La Puebla de Montalbán, pueblo que aunque forma parte de la comarca de los montes de Toledo siempre ha tenido muchos vínculos con Talavera y es cuna del autor de la Celestina, el bachiller Fernando de Rojas, que murió en nuestra ciudad habiendo sido uno de sus alcaldes. En este pueblo, también famoso por sus frutales, especialmente sus melocotones, podremos visitar el Museo de La Celestina así como su patrimonio, entre cuyos elementos podemos destacar en primer lugar la iglesia parroquial.
Se comenzó a edificar a comienzos del siglo XV en lo que fue el patio de un palacio del rey Don Pedro el Cruel, y de esa época quedaría todavía el ábside gótico. La mayor parte del edificio es obra renacentista del siglo XVI. Se accede al templo por una portada a los pies de arco de medio punto decorado con dos arquivoltas apoyadas en pequeñas columnas. Las otras dos portadas laterales son más sencillas. El interior, que alberga un órgano y una pila bautismal del siglo XVIII, además de la imagen de la Virgen de la Paz del siglo XVI, se distribuye en tres naves de las que la central es más alta y está cubierta con artesonado de par y nudillo. El edificio se levantó en ladrillo y mampostería, con sillería en esquinas y vanos.
La torre de San Miguel es la más relevante en el perfil de la villa. Es obra de considerable altura de cuatro cuerpos de ladrillo salvo el primero que está construido en sillería almohadillada. Es lo único que queda de la antigua parroquia del mismo nombre construida a finales del siglo XVI.
La ermita de la Soledad es construcción del siglo XVIII rematada en un gran chapitel que guarda un cuadro de Ribera y tallas de mérito, además de pinturas al fresco de cierta calidad. También dieciochesca es la ermita de San José, levantada en ladrillo y con retablo barroco.
El Hospital y ermita del Cristo de la Caridad es edificio del siglo XVI construido en estilo popular al que se accede desde un patio empedrado que da a una graciosa entrada porticada. En su interior, podemos ver un buen retablo barroco principal con la imagen del Cristo de la Caridad, patrón de La Puebla, y otros dos retablos laterales también de mérito aunque más pequeños. Preside la entrada a la capilla una pintura mural que representa a San Martín partiendo su capa.
Embellece la plaza mayor el palacio de los duques de Osuna y señores de Montalbán. Es de planta cuadrada y tres alturas. Se accede a él por una portada plateresca y cuenta con hermosas balconadas castellanas. Custodia en su interior tres artesonados construidos entre los siglos XVI y XVII, y algunas armaduras. Su entorno es pintoresco por el pasadizo que comunica el palacio con la iglesia parroquial para que los señores acudieran a los oficios religiosos. La plaza merece también un vistazo por estar porticada en dos de sus lados y conformarla edificios singulares, aunque alguno sea moderno.
También hay en La Puebla dos conventos. El de las madres concepcionistas comenzó a levantarse y en él es de destacar su iglesia, levantada bajo la traza de Alonso de Covarrubias, construida en piedra berroqueña y caliza con claustro de dos alturas. El convento de los padres franciscanos fue fundado algo más tarde es renacentista y barroco de grandes volúmenes y edificado en ladrillo. En su interior hay una escultura orante del fundador de la institución, Pedro Pacheco.
Son curiosas las numerosas cuevas que hay en el subsuelo del pueblo que en ocasiones están reforzadas por arcos de ladrillo y que forman un verdadero entramado de considerable antigüedad.
El Museo de La Celestina nos muestra la vinculación de La Puebla con esta universal joya literaria, pues fue escrita por Fernando de Rojas, nacido en esta localidad y muerto en Talavera. También hay en el casco urbano un monumento a su hijo más ilustre donde se guardan algunos restos del autor donados a la Puebla por esta ciudad. Es interesante también su colección etnográfica y una serie de fotografías antiguas que representan a personajes y oficios.
En el entorno de La Puebla de Montalbán podemos visitar el puente sobre el Tajo con los restos de sus viejos molinos y central eléctrica, así como la inacabada central de principios del siglo XX que se halla en el paraje de Gramosilla, lugar que también tiene interés medioambiental por sus bosques de riberas. Se puede pasar por el conducto de las compuertas hasta la presa y a la otra orilla si el río no va crecido.