LA CAÑADA LEONESA ORIENTAL VIII
NOS DESVIAMOS A ALCAÑIZO
Recorrido aproximado 14 kilómetros (con desviación a Alcañizo) 3 horas y media
Desde la Casa de Postas tomamos nuevamente la cañada atravesando por un puente sobre la autovía Nacional-V. Comenzamos así un nuevo trecho de nuestro camino trashumante, sumamente deforestado pero que en invierno o primavera es agradable recorrer por las llanuras de cereal y pasto que nos rodean, con la panorámica de las sierras de La Jara al sur y de Gredos al norte, rompiendo solamente la monotonía algunos chopos en los arroyos que dan algo de verticalidad al paisaje.
A unos dos kilómetros cruzamos una pista que nos llevaría a Calera tomándola hacia la izquierda y otros dos kilómetros más tarde, para amenizar el estepario trayecto que llevamos, podemos tomar un camino a la derecha que nos lleva a la población de Alcañizo, recorriendo sólo unos cuatro kilómetros. También tenemos la opción de seguir desde la Casa de Postas el cordel que va paralelo a la autovía para llegar a Alcañizo, para luego volver desde el pueblo a la Cañada Leonesa que venimos siguiendo desde Velada.
Son pocos los hallazgos arqueológicos del término, aunque en las orillas del arroyo de Alcañizo se encuentran algunas lascas paleolíticas similares a las de los yacimientos del Guadyerbas. Pero tal vez, el primer indicio de ocupación nos lo da el propio nombre del pueblo, de evidentes raíces árabes y que para algunos significaría lugar de cañaverales o cañizares y para otros “las iglesias”.
El historiador arañuelo Miguel Ángel Reviriego sacó a la luz un documento de la Colegial de Talavera por el que doña María de Portugal, la reina que entonces era señora de esa ciudad, concede en el siglo XIV al alguacil de la misma, don Juan García de Palomeque “que pueda convertir en dehesa la casa de Alcañizo del Campo Arañuelo”. Esto es un dato que nos sugiere la pertenencia de Alcañizo a las Tierras de Talavera antes de pasar al señorío de Oropesa. Lo confirmaría el hecho de que al hacerse cargo los arzobispos toledanos del señorío de Talavera, se les permite ocupar el castillo de Alija y el lugar de Alcañizo que habían sido tomados contra ley por el feudal de Oropesa.
Pero antes de la fecha de estos datos históricos se pueden encontrar algunas otras referencias a lugares situados en el término de Alcañizo. Aparecen en deslindes de Ávila o del señorío de Velada con Talavera durante el siglo XIII, cuando aparecen por ejemplo lugares como Mengacenar o las Ventas de Perobenegas, topónimo hostelero del que es curioso constatar su pervivencia, pues todavía hoy día, después de setecientos años se mantiene el edificio de dichas ventas convertido en hotel de carretera junto a la autovía, habiéndose dedicado a estas funciones ininterrumpidamente durante ochocientos años. Pocos establecimientos podrán exhibir en España tal antigüedad. En esta venta salían a recibir los feudales de Oropesa a los reyes en viaje por estas tierras, y aquí esperó el señor de Oropesa la llegada del emperador Carlos I en viaje hacia Guadalupe.
Cerca de allí, en la hermosa Dehesa del Horcajo, se halla unos de esos balnearios populares, apenas unas charcas de barro entre juncales, a los que las gentes han atribuido tradicionalmente propiedades curativas para el reuma, con la consabida leyenda de que una señora llegó a bañarse tullida en un carruaje sin poder apenas moverse desde hacía meses y salió de su chapuzón completamente restablecida y por su propio pie. Estos baños han tenido siempre fama sobre todo entre las gentes de la Vera que se desplazaban hasta aquí para intentar aliviar sus dolencias. El entorno de estas dehesas y arroyos del norte del término de Alcañizo es agradable para pasear entre sus encinares y los bosquecillos de ribera de sus arroyos. Ya en Alcañizo, podemos dar una vuelta por el pueblo. Veremos algunos ejemplares de arquitectura popular en adobe y ladrillo, algunas fuentes y lavaderos de granito y su rincón más pintoresco, el que rodea al puente que, construido en el siglo XVIII, tiene tres arcos con bóveda de cañón en ladrillo sobre pilares de granito, probablemente más antiguos que la actual construcción. Está rematado con barandilla de mampostería y en una de sus piedras puede verse la fecha de su construcción, 1760.
También visitaremos al otro lado del puente la iglesia parroquial bajo la advocación de Santiago. Se trata de un templo de una sola nave con ábside poligonal de cinco lados. La capilla mayor se separa del resto mediante arco rebajado y el coro está a los pies sostenido por una sola columna El acceso se realiza por dos puertas enfrentadas con arco rebajado de ladrillo, la del norte bajo soportal adintelado de dos columnas. Son curiosas las tres espadañas que se han ido superponiendo durante las diferentes fases constructivas y en el interior, las tablas pintadas del siglo XVIII, probables restos de un retablo.
Además de la Venta de Perobenegas, o Pelabanegas que se dice ahora, en Alcañizo hay algunos bares y en su gastronomía hay que destacar un plato local, las patatas a la alcañizana, que podemos acompañar con los dulces característicos de la zona como floretas, mangas o suspiros. También son típicas las puches que se hacen sobre todo en las vísperas de boda. Como en todos los pueblos de la Campana de Oropesa, la artesanía del bordado está presente en Alcañizo. Entre las fiestas tradicionales es de destacar la soldadesca con el baile de la bandera y las cuestaciones típicas. Son también fiestas de verano las de Santiago el 25 de Julio y la de la Virgen del Rosario el último domingo de Agosto. A su ermita se celebra también una romería el último sábado de Mayo y en ella se ha instalado la campana de la capilla del Dehesón del Encinar.
RETOMAMOS LA CAÑADA LEONESA
Después de conocer Alcañizo volvemos a la cañada y continuamos nuestro trayecto rodeados de un paisaje cada vez más árido entre los barbechos de las llanuras cerealistas de Calera y Alcolea. El arroyo Torrejón va paralelo a la cañada al final del recorrido. Junto a la labranza que le da nombre se sitúa una fuente de aspecto antiguo en la que se ha utilizado un sepulcro de granito, probablemente romano, para dar de beber al ganado. Podemos acercarnos a alguna de las arruinadas labranzas que se sitúan en las elevaciones cercanas y observar la arquitectura popular característica de Alcolea con la utilización mayoritaria del adobe como material de construcción.