HISTORIA DE LOS MOLINOS DE LA JARA Y VALDEPUSA 1
El suelo de La Jara es, en la mayor parte de su extensión, un terreno muy pobre que sólo en las rañas se puede considerar algo más fértil. Este es el principal motivo por el que, en conjunto, fue la suya una economía agrícola casi de subsistencia con escasos excedentes cerealísticos. Paradójicamente es, sin embargo, una de las comarcas que cuenta con un mayor número de pequeños molinos de arroyo situados en corrientes que todavía al recorrerlas hoy, incluso durante épocas lluviosas, nos preguntamos cómo pudieron llegar a mover las piedras de molino con tan escaso caudal.
En la existencia de este gran número de explotaciones molineras pudo influir la condición quebrada de la topografía jareña que permitía los desniveles necesarios para la instalación de molinos. Otro factor a tener en cuenta es el de la escasez de comunicaciones, principalmente en las zonas serranas donde la tradicional inseguridad y aislamiento hizo necesaria la creación de la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera. Todo esto, unido a las grandes distancias que había que salvar, hacía poco rentable el transporte del cereal hasta las grandes aceñas del Tajo e incitaba a la construcción de molinos más cercanos a las tierras de labor.
La Jara fue señorío de Talavera, ciudad que intentó restringir la exportación y molienda del grano fuera de la ciudad. Así consta en diversa normativa y en pleitos que se conservan en el Archivo Municipal desde el siglo XV[1]. Aun así, los modestos “molinos bastardos” fueron poco a poco extendiéndose por todo el territorio jareño.
Hacia 1340, en el libro de la Montería de Alfonso XI, entre los muchos parajes citados aparecen los molinos de Jujo, el actual río Uso.[2] En las sentencias que sobre deslindes emite el Arzobispado, señor de Talavera, en 1418 hay alusiones a “el molino de Riofrío”, único artificio movido en aquella época por ese riachuelo que con el tiempo llegaría a contar con nada menos que veintidós ejemplares[3], constituyendo la mayor concentración molinera de la provincia.
Estas escasas referencias a los molinos de la Jara aumentan en el siglo XVI, cuando se consolida la repoblación del territorio. Así, aparecen en las Relaciones de Felipe II nada menos que siete molinos en Alcaudete, tres pertenecientes a hidalgos talaveranos, uno a las monjas de San Benito de Talavera y otros dos a particulares. En el río Tamujoso todavía no se había instalado ninguno de los tres que molieron más tarde, ya que todavía los habitantes de Belvis,pueblo ribereño del Tamujoso, iban a moler al Tajo y a Alcaudete.
Por las noticias de La Estrella y de Aldeanueva de Barbarroya que aparecen en sus relaciones respectivas, debieron existir varios molinos sobre el río Uso. Eran probablemente los más cercanos a la desembocadura pues desde Campillo y otras localidades situadas río arriba se iba a moler a arroyos más lejanos como el Riofrío o el Cubilar. También se acudía a moler en estos dos ríos desde La Estrella, aunque esta población ya cuenta con dos pequeños molinos cercanos en el arroyo “Candeluga”, actual Andilucha[4].
[1] SUÁREZ ÁLVAREZ, Mª. J.: Opus cit p. 334.
[2] ALFONSO XI.: El Libro de la Montería. opus cit. p. 564.
[3] SUÁREZ ÁLVAREZ, Mº.J.: Opus cit. p. 303.
[4] VIÑAS,C. y PAZ, R.: Opus cit ver “Alcaudete” y “Belvis” “Campillo” y “La Estrella”.
Soy Fidel Cano, y podría contar muchas historias de los molinos de los Ríos. Pues, desde que tenia ocho años, recuerdo que me cargaba mi padre los costales de grano en el burro o la mula, y me mandaba al molino para que lo moliera el molinero. — Una vez convertido en harina, el molinero me los cargaba en el burro y en el recorrido de varios kilómetros, los costales se inclinaban lateralmente, a veces hasta llegar a caer al suelo. Yo no tenia fuerzas para equilibrarlos y me ponía a llorar asustado. Esperaba a que pasara alguna persona mayor por el camino y colocara otra vez los costales en su sitio para continuar el camino. —— Durante el racionamiento estaba prohibido llevar al molino mas grano del autorizado. y nos lo requisaban y nos multaban. — Por este motivo si me cruzaba con la guardia civil, no podía descubrir al dueño del trigo, por mucho que ellos me presionaban. —— Como los molinos del Gevalo no daban abasto a moler todo lo necesario, Mi padre se iba a los molinos de Rio frio y lo hacia por la noche para que no le denunciaran. —– Parece que estoy viendo de caer lentamente los granitos de trigo, desde la tolva a la piedra de granito para convertirlos en harina.