Iglesia parroquial de San Martín de Pusa. Los arcos que se ven pertenecen a la casa donde probablemente descansó Santa Teresa
EL RÍO PUSA POR SAN MARTÍN
Hoy seguimos el Pusa desde la zona de la cueva del Bandido Moraleda, donde el río discure por un valle ya más ancho sin estar encajonado entre paredes graníticas.
Las fresnedas y saucedas se hacen más tupidas y en loas zonas más alejadas del río y en las barreras crece el monte Mediterráneo.
Cruz que desde un alto domina el arroyo de San Martín, afluente del río Pusa
En la orilla de la izquierda se levantam los restos descarnados de un torreón que formaba parte del castillo de Santisteban, una construcción militar del siglo XIV que defendía el acceso al valle. Frente a él desemboca el arroyo de de San Martín, más arriba llamado de Navajata, un arroyo en cuyas orillas se plantaban los famosos albaricoques de secano de hueso dulce hoy casi desaparecidos. También hay referencias de una mina de plata, varios molinollos de agua arroyo arriba, entre San Martín y Los Navalmorales, pero también algunas huellas de yacimientos romanos en las labranzas de San Isidro y Macarro Bajo, donde había una villa y puede que una basílica.
Fresneda en el río Pusa
San Martin de Pusa, donde vale la pena dar antes de salir un paseo por el pueblo y observar algunos ejemplares de la arquitectura popular típica de la zona, que es una arquitectura del llamado aparejo toledano, con fachadas de ladrillo que enmarcan paños de tapial o de mampostería.
Casona palacio de los señores de Valdepusa
El palacio de los señores de Valdepusa que se encuentra en la plaza, es buena muestra de esta forma de construir. Este palacio se construyó cuando el centro económico del señorío se desplazó a San Martín y, aunque en Malpica estaba el castillo, aquí se construyó esta casona palacio para residencia de los Fernández de Córdoba. En el interior del palacio se esconde un verraco de piedra que formaba parte de la cimentación del edificio y que nos demuestra la presencia de los vetones, aunque son también numerosos los restos romanos hallados en su término, incluyendo varias inscripciones epigráficas.
Herrajes de la puerta de la ermita del Cristo de Valdepozo
Desde la plaza nos dirigimos a la iglesia, una mole de ladrillo no exenta de gracia y que impresiona cuando se llega desde Los Navalmorales. En su interior podemos contemplar un magnífico sagrario de plata y ébano, obsequio a la parroquia de los señores feudales en el siglo XVII.
En una casona cercana a la iglesia parece que pernoctó Santa Teresa en su andariego trajinar.
Azulejo de cerámica talaverana del siglo XIX que representa al Cristo de Valdepozo
No debemos marcharnos de San Martin sin conocer la Ermita del Cristo de Valdelpozo, de aparejo toledano y bien conservado artesonado. En la casa aneja del santero y en mitad de una habitación se encuentra el pozo donde fue arrojado el Cristo para preservarlo en los tiempos tumultuosos de la Guerra de la Independencia. Para algunos este es el “Pozuelo” que daba nombre a la primitiva población que dio lugar a San Martín.