CONVENTO DE LOS CARMELITAS, «EL CARMEN»
EL CARMEN
HISTORIA
El monje talaverano Melchor de San Antonio llegó a la ciudad en el año de 1690 con el ánimo de fundar junto a otro compañero una comunidad de su orden de carmelitas descalzos. La empresa hubo de vencer la oposición de las otras comunidades religiosas ya asentadas y de los nobles que las protegían. Sin embargo, los frailes son tutelados por el cardenal Portocarrero y por la influyente familia Meneses, doña Luisa Luna Meneses y don Pedro de Meneses que les concedieron las casas en las que se instalaron por primera vez los frailes, consiguiendo al fin fijarse en Talavera.
Con las piedras y sillares de la antigua parroquia de San Esteban y de la muralla de la zona de San Clemente comienzan las obras en un solar cercano a la iglesia de San Andrés, derribando varias casas y corrales colindantes.
En 1711 se consagra el templo celebrándose grandes fiestas en la villa durante cinco días con fuegos artificiales y en 1719 se concluyen definitivamente las obras de todo el convento.. La desamortización acaba con el convento que venía sufriendo ya un claro declive desde la invasión francesa en la que sufrió graves destrozos.
En 1848 se dedica a fábrica de tinajas y en 1849 es adquirido por Juan Niveiro que instala allí la fábrica de cerámicas “El Carmen”. En los años 60 se hace cooperativa de ceramistas y también en esa época se construye un nuevo edificio en la calle Santa Teresa para esta orden en Talavera que después se haría parroquia.
DESCRIPCIÓN
Según el magnífico trabajo sobre la arquitectura de fray Lorenzo de San Nicolás, escrito por Pedro López Gayarre, esta iglesia del Carmen tiene algunas peculiaridades en su fachada con respecto a otras obras del mismo autor, entre ellas la de utilizar más la piedra en la zona central, en portada, hornacina y vano, decorados posteriormente con cerámica de Niveiro.
Su planta busca el rectángulo ideal. El interior estaba decorado con cerámica del siglo XVII pero con el mismo diseño que en el XVI escogió Felipe II para las dependencias palaciegas de El Escorial. Una gran bóveda encamonada semiesférica se levanta sobre el crucero y en sus cuatro esquinas se habían pintado a los cuatro evangelistas.
Como sucede siempre en las obras de este mismo autor, predomina el ladrillo con piedra en los elementos antes referidos y en los zócalos, aunque parte de los muros se edifican en tapial.
No describiremos aquí las estructuras que se hicieron para convertir el edificio en un alfar, y que se encuentran en la parte posterior del conjunto.