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EL SANGRERA (2) LLEGAMOS A TORRECILLA

EL SANGRERA (2) LLEGAMOS A TORRECILLA

El Sangrera va hacia Torrecilla, al fondo a la izquierda

Dejamos en el anterior capítulo el río cruzando la carretera de Los Navalmorales a Espinoso, que coincide en parte con la antigua calzada romana. A la derecha sobre el alto de la raña, a la derecha se encuentra Los Villarejos, cuyo nombre indica la existencia de poblaciones antiguas, lo que se confirma por los restos hallados en su entorno.

El río va festoneado de álamos y fresnos y atraviesa un paisaje más llano de barbechos y olivares con chaparreras en las barreras que limitan el valle del río con las rañas.. Atravesamos cerca de un paraje donde dice la leyenda que junto a una piedra se aparecía una señora vestida de blanco. la piedra desapareció al hacer el camino y parece que tenía un grabado en su parte superior.

Arquitectura popular de Torrecilla de La Jara

Como en tantos pueblos de La Jara, también en Torrecilla los vetones dejaron los verracos como recuerdo de su paso por aquí acompañados de sus ganados. Tres de estas características esculturas zoomorfas han aparecido en el pueblo y, aunque una de ellas se encuentra actualmente en Madrid, otra sí que podemos observarla formando parte de un monumento erigido en un pequeño jardín. Junto a la iglesia, en otro jardincillo, se ha colocado un sepulcro de granito probablemente tardorromano. No sabemos si este sarcófago tiene que ver con el que en las Relaciones de Felipe II dicen los informantes que existía en Torrecilla con la inscripción “Aquí yace Vera, sacrificada a los dioses que nos dan infierno”. Son numerosos los yacimientos de esta época dispersos por el término, como sucede en Los Villarejos, donde no sólo el topónimo, sino también los restos arqueológicos encontrados confirman esa presencia, al igual que junto al río Sangrera donde se halló una pequeña figura de bronce.

Uno de los verracos hallados en Torrecilla de la Jara

Consumada la invasión de los visigodos se produce en esta zona una dispersión de asentamientos rurales, como el que estaba situado a las orillas del río Fresnedoso y tenía su cementerio excavado sobre una elevación conocida como el Cerro de los Moros. Allí se encontraban numerosas sepulturas formadas por lajas de pizarra en las que aparecían restos óseos de individuos de altura considerable, hasta que el vandalismo destrozó la mayoría y un particular llevó algunas de las lanchas que las cubrían a Alcaudete. El ajuar de las tumbas era muy modesto, pues solamente se hallaba en algunas de ellas una pequeña vasija de un asa de clara tipología visigoda con algún pendiente de nácar o algún otro pequeño resto metálico. La existencia de cipos o piedras verticales indicarían la datación de algunas de las tumbas ya como de época musulmana.

Sepulcro y piedra molinera halladas en Torrecilla

El nombre de la población deriva de una de las numerosas torres de observación y defensa o atalayas que en la Edad Media servían a moros y cristianos para la detección inmediata del enemigo en los inseguros territorios jareños. Al principio Torrecilla se llamó “de los Valles” porque, al encontrarse en una situación media entre la sierra y la Jara Baja, su término está surcado por numerosos valles de arroyos y ríos que descienden desde la Jara Alta; como el Pusa en su límite oriental, el Castaño, el Sangrera, el Fresnedoso, el Valbellido o el Jébalo en su frontera occidental, por citar solamente los más importantes. También su patrona, la Virgen del Valle lleva ese antiguo apellido del pueblo y se encuentra alojada en la ermita erigida en las orillas del río Fresnedoso.

Puente de granito sobre el río Sangrera en Torrecilla

En el siglo XV ya aparecen algunas referencias a Torrecilla en sentencias relacionadas con las heredades talaveranas o en otro curioso documento de la Santa Hermandad fechado en 1505 mediante el que se premia a sus habitantes por la caza de un oso.

A principios de siglo se creó una leyenda en torno a la figura de Moraleda, un bandido generoso que parece dejó familia en Torrecilla en una vivienda que aún permanece en pie frente al monumento del verraco. Sus robos y asaltos se cometieron en su mayor parte en la comarca, refugiándose en una cueva cercana al río Pusa a la que también dio nombre.

Rincón de arquitectura popular en Torrecilla

CONJUNTO URBANO

En el casco urbano existe un bonito puente de construcción popular en granito que salva los vanos mediante grandes lajas del mismo material. En cuanto a la arquitectura rural, en Torrecilla podemos observar casas de adobe y tapial muy sencillas, y otras de mampostería de granito, como sucede con el conjunto que se encuentra junto al mencionado puente. Por último, podemos ver las viviendas de estilo mudéjar tradicional o toledano junto a otras que tienen en sus fachadas al ladrillo como protagonista enmarcando lienzos de mampostería de granito muy similares a las que caracterizan al cercano pueblo de Espinoso. De los tres viejos molinos que se encontraban en término de Torrecilla hoy apenas quedan restos.

Iglesia parroquial de Torrecilla de la Jara

LA IGLESIA

La iglesia se construyó en el último tercio del siglo XV y ha sido recientemente restaurada. Fue aneja de la de Alcaudete hasta 1774 y se encuentra bajo la advocación de San Miguel Arcángel. Sus muros están construidos de ladrillo y mampostería y tiene  planta de cruz latina con el ábside plano. La entrada se sitúa en la cara norte a través de una puerta con arco de medio punto. Es peculiar y graciosa la espadaña de ladrillo situada a los pies y compuesta de tres cuerpos, los dos primeros con dos arcos y el tercero con uno y rematado en frontón. En el interior del templo son de destacar la pila bautismal con vasija de cerámica talaverana del siglo XVIII y el retablo principal, también de este siglo, que, al igual que sucede con el de Campillo de la Jara, adornaba una de las capillas de la iglesia de El Salvador de Talavera.

Retablo de la igleisa de Torrecilla procedente de la iglesia de El Salvador de Talavera

RÍO SANGRERA (1)

Valle del nacimiento del Sangrera, al fondo el Risco Ñañas
Zona alta del Sangrera

RÍO SANGRERA (1)

Hoy vamos a comenzar a recorrer otro de los ríos jareños que aunque poco caudaloso también guarda sus encantos y su patrimonio: El Sangrera

Nace el Sangtrta en la confluencia de los términos de Torrecilla de la Jara, Espinoso del Rey y Navalucillos, con la confluencia de tres arroyos, el llamado de la Ruda y otros dos pequeños arroyuelos que nacen bajo el risco Ñañas, paraje mágico del que luego hablaremos. En realidad la mayor parte del naciente se encuentra en término de Torrecilla de la Jara y allí es donde está una de las captaciones de agua potable del pueblo.

Las rañas de La Jara desde el risco Ñañas

El valle de la Ruda, con nombre de planta medicinal es un lugar donde desde ya en el siglo XVII venían de otros lugares para recolectar diferentes especies de plantas que se utilizaban en la farmacopea tradicional. Fue también una zona conocida por los muchos cerezos que se cultivaban y de los que ya abandonados quedan ejemplares escasos, aunque persisten algunas de las calanizaciones utilizadas para el riego de los frutales y huertecillos que allí se cultivaban.

Sale luego el río Sangrera en dirección norte entre los cerros de Valdefuentes y El Molinillo, cuyo nombre se debe a un antiguo molino del que apenas queda el pequeño cubo hecho de atanores.

Cubo de uno de los molinillos del Sangrera que tiene la peculiaridad de estar formado de piezas cilíndricas llamadas atanores. T

Al risco Ñañas se asciende entre pinos, madroños y rebollares. Se trata de una gran risquera cuarcítica con un covacho donde se ha situado un mirador desde el que disfrutaremos de una hermosa vista sobre la Jara Oriental y Valdepusa con una gran variedad de colores por los olivares barbechos y rojas tierras labradas. Es uno de esos lugares que tienen un halo de misterio entre los habitantes de la comarca pues se dice que en las noches de San Juan sale una mora a peinarse a la luz de la luna. También hay un risco cercano que se mueve y suena cuando las gentes se balanceaban sobre él.

Seguimos nuestro recorrido fluvial entre fresnedas y pequeñas zonas de pasto y cultivo hasta llegar a la carretera de Toledo a Guadalupe que parece haber coincidido en parte con una calzada romana, de la que aún se puede ver algún tramo situado más al este. Y eso nos lleva a visitar Ispinum, el pueblo de Espinoso del Rey del que hoy vamos a conocer su historia antes de seguir nuestro periplo por el Sangrera.

Fresnedas en el naciente del Sangrera

Esta vía romana sería directa heredera de una antigua calzada que comunicaba Toledo (Toletum) con Mérida (Emérita Augusta), y que además enlazaba con otra vía secundaria que llegaba desde Talavera (Caesaróbriga) hasta Puerto de San Vicente. Basándose en la descripción de esta calzada algunos historiadores han querido ver en nuestro Espinoso la Ispinum de los romanos.

Pocos elementos arqueológicos tenemos que nos puedan ayudar a conocer la historia de Espinoso del Rey. Solamente se tiene constancia del hallazgo de una moneda romana, concretamente un dupondio, probablemente de la época de Constantino, y algunas ruinas antiguas de muros y basas de columnas. En los términos de otras poblaciones limítrofes se han hallado otros restos, como en el cercano paraje de Los Villarejos, cuyo nombre indica ya la presencia de habitación humana anterior. La historiadora local Concepción Rueda refiere la existencia aún reconocible de algunos tramos de esta calzada en las inmediaciones del pueblo, así como la existencia de un yacimiento castreño amurallado con abundantes restos cerámicos y estructuras de antiguas viviendas sobre una elevación. Son también numerosos los hallazgos de asentamientos rústicos hispano-romanos y visigodos en el curso del río Fresnedoso.

Una de las viviendas tradicionales de Espinoso

Como el resto de La Jara, Espinoso estaría poblado en época musulmana por los componentes de tribus bereberes que defendían la zona fronteriza talaverana contra el avance de los cristianos que, una vez conquistada la fortificada villa del Tajo, avanzaron con sus colmenas y ganados repoblando tímidamente los desiertos jareños. Sancho IV El Bravo otorgó a Talavera, entre otras, la dehesa de los Xebalillos, que comprendía los territorios situados en torno a la cabecera del río Jébalo, en cuyo ámbito se localiza Espinoso.

Rollo jurisdiccional de Espinoso del Rey

Pero en 1579, necesitado Felipe II de fondos para sus empresas bélicas, decide vender a los lugares de su reino el derecho a convertirse en villas independientes de sus señoríos. El primero en separarse de Talavera, y por tanto del señorío arzobispal, fue el lugar de Espinoso pasando a estar bajo la jurisdicción real directa, de ahí el apellido “del Rey” que lleva nuestro pueblo. Como símbolo de la nueva condición de villa que toma se erige el rollo jurisdiccional. Los vecinos deciden comprar su independencia  al monarca alarmados porque un aventurero flamenco llamado Comelín intenta comprar el lugar para vendérselo a un noble talaverano. Con todo ceremonial se hace el amojonamiento del término que, por su aislada situación y cercanía a las sierras jareñas, siempre estuvo muy relacionado con los cuadrilleros de la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera. Es tradición local que aquí pernoctó Santa Teresa, precisamente cuando seguía este antiguo camino romano entre Toledo y Guadalupe.

ANCHURAS Y SUS ALDEAS

ANCHURAS Y SUS ALDEAS

Puente sobre el río Estenilla en Anchuras

Anchuras de los Montes es localidad situada en la provincia de Ciudad Real pero que geográfica e históricamente pertenece la comarca de La Jara. Este extenso territorio es el alfoz de repoblación medieval de Talavera de la Reina, ciudad que aún hoy mantiene su influencia económica y de servicios sobre la localidad de Anchuras. Esta situación especial es la que ha hecho que se denomine el término de este municipio el «Enclave» o «Rincón» de Anchuras. (El Enclave de Las Anchuras. F.Jiménez de Gregorio, Instituto de Estudios Manchegos, Ciudad Real 1953)

Su territorio se compone de la propia población de Anchuras y sus cuatro aldeas: Encinacaída, La Enjambre, Gamonoso y Huertas del Sauceral, localidad ésta última que se encuentra más próxima a los grabados objeto de este artículo. Todos estos pueblos se sitúan en las estribaciones hacia el sur de las sierras de Altamira, La Hiruela y Sevilleja.

Una de las muchas minas del término de Anchura

Geológicamente la zona se encuentra como la mayor parte de La Jara sobre rocas consolidadas silíceas y de gran antigüedad sobre las que predominan las pizarras. Las zonas más elevadas de los serratos están formadas por crestas cuarcitas con pedrizas a veces muy extensas tendidas sobre las laderas. Los afloramientos graníticos que se dan más en la zona norte de la comarca, así como los pizarrosos de la zona que nos ocupa están cubiertos por arcillas y cantos de cuarcita formando extensas llanuras llamadas rañas, cortadas y delimitadas por profundos surcos que han sido excavados por los cursos de agua. Se trata de un relieve “apalachense” y en el área donde se localizan los grabados el suelo está compuesto por pizarras silíceas, litarenitas y areniscas de la serie anteordovícica superior. (Julio Muñoz Jiménez: La Jara, en Guía de Espacios Naturales de Castilla-La Mancha, Servicio de publicaciones de la JCCM 1991)

Las sierras cuarcíticas al norte de los grabados de La Etrera ascienden por encima de los 1300 metros mientras que las rañas se sitúan entre los 600 y los 700 metros. La estación rupestre se encuentra a la orilla de uno de los ríos que ha excavado este territorio, el Estenilla.

Zahurdas de arquitectura popular en Anchuras

Los suelos pizarrosos y de cuarcita son en general muy pobres por lo que los cultivos se limitan prácticamente a las llanuras cerealistas de las rañas y a los olivares de las “barreras” y llanuras de menor pendiente cercanas a los pueblos. Los pastos son de buena calidad pero escasos y algunos huertecillos se riegan con las numerosas corrientes de ríos y arroyos que atraviesan la zona, aunque  tienen regímenes caudalosos en época de lluvias pero con estiajes prolongados en verano. El caudal medio de los ríos comarcanos es de unos 2m/s en la desembocadura.

Las precipitaciones son más abundantes según ascendemos orográficamente a las sierras adyacentes llegando hasta los 1000 l./m2 con temperatura media anual inferior a los 14º,  mientras que en las zonas más bajas como la que aloja los grabados oscilan las lluvias entre los 400 y 600 l./m2, según la cercanía a las elevaciones serranas, sobrepasando los 15º de temperatura media.

La minería ha sido un recurso aprovechado durante siglos. En el entorno de Anchuras y la localidad de Sevilleja, de la que dependía como anejo hasta hacerse municipio independiente en 1785, se han documentado cerca de medio centenar de explotaciones mineras, especialmente de galenas argentíferas y hierro, además de una mina de oro muy próxima, en la localidad de la Nava de Ricomalillo, la llamada mina La Oriental de Sierra Jaeña, la más importante explotación aurífera en el territorio nacional durante los siglos XVII y XVIII y que parece haber sido aprovechada desde tiempos romanos. De ella se extraía el metal para elaborar las conocidas durante el siglo  XVII como doblas jaeñas.

Iglesia parroquial de Anchuras

En Anchuras se explotó hasta los años ochenta la mina de plata El Brillante, la última en cerrar en la zona y de cuya presa se abastece de agua potable actualmente el pueblo. Colindante con Anchuras se encuentra la localidad de Minas de Santa Quiteria, que es el lugar más cercano a los grabados en el que se documentan minas de cobre así como en el paraje de El Labradillo, en Sevilleja. (“Arqueometalurgia de la Provincia de Toledo: minería y recursos minerales de Cobre, Ignacio Montero Ruiz; Sagrario Rodríguez Montero; Juan Manuel Rojas Rodríguez Malo Editorial: Instituto Provincial de Estudios Toledanos, Toledo, 1990)

 En algunos de estos yacimientos es tan frecuente el hallazgo de cierta proporción de estaño junto al cobre que podríamos hablar de aleación natural de bronce, circunstancia que podría explicar los relativamente numerosos asentamientos del calcolítico y el bronce en La Jara, a pesar de ser tan escasos sus recursos agrícolas. (Jesús Carrobles Santos y Miguel Méndez-Cabeza Introducción al estudio del Calcolítico en La Jara Toledana, ANALES TOLEDANOS XXVIII, 1991)

En cuanto a otros yacimientos de cobre que pudieran condicionar la presencia de grupos humanos en la Edad del Bronce la extracción más cercana se encuentra en la localidad de Aldeanueva de San Bartolomé, en la conocida como mina de La Borracha.

Era y labranza en Anchuras

Hay algunas instalaciones de aprovechamiento del mineral, tanto en la propia Anchuras junto al río Fresnedoso, como en localidades colindantes. Es el caso de las importantes ferrerías de El Mazo en Navalucillos, el Martinete que da nombre a un paraje en término de Alcaudete de La Jara o el mazo que da apellido al municipio situado al norte de Anchuras, Robledo del Mazo. En este mismo municipio se encuentra también el topónimo minero de arroyo de los Lavaderos. Hay referencias  en la obra de Larruga a minas de cobre en término también de Alcaudete. En Campillo de la Jara se han hallado minerales de cobre y estaño. En Los Navalmorales se encontraban las ferrerías de la Herrera y también hay referencias a la existencia de plomo y cobre. En la cercana aldea de Robledo del Buey en el río Estenilla, aguas arriba de los grabados de La Etrera también hay restos de una mina de galena.

La zona fue rica asimismo en balnearios populares cuyas propiedades medicinales eran aprovechadas por los vecinos para aliviar sus patologías reumáticas.

Grabados rupestres de Anchuras junto al río Estenilla

La caza sigue siendo aún hoy, junto al olivar, el principal recurso económico de la zona por las extensísimas zonas de monte bajo cerrado, jarales, encinares y alcornocales con robles, quejigos, enebrales y pinares de repoblación. Una rica flora y fauna muy similar a la del colindante Parque Nacional de Cabañeros, con los venados y jabalíes como especies cinegéticas más abundantes. La pesca de sus ríos pudo ser en la zona un recurso de cierta importancia para las gentes de la prehistoria y la miel es otra de las producciones  tradicionales y, de hecho, sus primeros repobladores medievales fueron colmeneros.

El río Estenilla, en cuyas riberas se localizan los grabados, nace en el cercano término de otra población jareña, Los Navalucillos. Discurre en su primer tramo en dirección sur por terreno montuoso para girar hacia el oeste y pasar junto a la aldea de Los Alares. Después de dar agua a algunos huertecillos y molinos hidráulicos, toma de nuevo la dirección sur para llegar a su desembocadura en el Guadiana, en los reculajes del embalse de Cijara y muy cerca de la desembocadura de otros dos ríos que confluyen casi juntos: el Estena y el Estomiza.

Estos ríos fueron sin duda las primitivas vías de comunicación de una zona tan retirada y agreste, además de los caminos que llegaban desde Talavera de la Reina, la ciudad capital del alfoz al norte, y los que llegaban desde el sur, sin localidades importantes hasta desplazarnos muy al mediodía en la llamada Siberia extremeña y el señorío de la Puebla de Alcocer.

Paisaje anchureño

Un poco más al norte de los grabados cruza un puente que por su aspecto parece haberse construido en el siglo XIX, tal vez para aprovechar los recursos mineros y para conectar estos territorios con el sur, pues el camino que por él cruza el río viene desde la localidad de El Bohonal, hoy con escasos habitantes pero que fue uno de los primeros núcleos en ser repoblados después de la batalla de Las Navas de Tolosa.

Desde ese momento la frontera entre árabes y cristianos bajó desde el Tajo hasta el Guadiana, dejando el enorme desierto de La Jara para ser repoblado desde Talavera. De hecho, la población madre de Anchuras fue Sevilleja de La Jara, repoblada por mozárabes sevillanos (y también cordobeses que poblaron la cercana Cordobilla, hoy desaparecida). Iban encabezados por su obispo Clemente que pidió tierras al concejo talaverano tras su huida de la represión de los almohades.

Madoz en su Diccionario Geográfico dice que “el terreno es sumamente montuoso, áspero y cruzado de sierras en todas direcciones”. Hemos de recordar también para ilustrar lo apartado y agreste de estos territorios que es aquí donde se producen las incursiones primeras de los Golfines, bandoleros que hubieron de ser reprimidos por la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera antecedente como policía rural de la Guardia Civil y que se funda como una cofradía de autodefensa de los colmeneros perjudicados por las incursiones de los salteadores. Partidas carlistas o de guerrilleros antifranquistas también se refugiaron en estos montes.

En cuanto al entorno arqueológico de los grabados solamente

Vista del poblado de La Enjambre

podemos hacer referencia a las azuelas y hachas pulimentadas halladas en las rañas y a algunos topónimos como “La Torrezuela” (Desde el risco de la Cruz, Domingo Díaz Urbina) o “Las Ruinas” en el valle del Estenilla, al norte de los grabados, así como una Laguna de los Moros también cerca del cercano pueblo de Los Alares y en cuyo entorno se han hallado escorias de fundición con hierro, plomo e indicios de zinc y plata.

En las cumbres cercanas de La Jara Alta, al noroeste de los grabados hay algunos topónimos de etimología probablemente más morfológica que arqueológica, como son “El Castillazo” o “El Atalayón”, aunque hay otros como “Las Moradas”, cumbre más elevada de la zona donde sí que se perciben restos de construcciones precarias, que son de difícil datación pues no aparece cerámica en superficie. Para algunos serían lugares elevados de refugio en la época de la Reconquista, con el significado que, por ejemplo, le da Santa Teresa al término “Las Moradas”, como lugar de refugio y aislamiento, y para otros puede tratarse de castros de ocupación temporal para aprovechamientos de pastos altos, muy similares al yacimiento estudiado en la cumbre de la cercana sierra de La Estrella. Por último, algunos piensan que son simplemente asentamientos pastoriles de difícil concreción cronológica.

EL JÉBALO (6), ACABAMOS DE CONOCER ALCAUDETE

EL JÉBALO (6), ACABAMOS DE CONOCER ALCAUDETE

Portada plateresca de la iglesia de Alcaudete

En la entrada anterior sobre el río Jébalo habíamos conocido la historia y la arquitectura de Alcaudete, hoy vamos a acabar de conocer este pueblo jareño, antes de continuar hacia la desembocadura.

IGLESIA

bóvedas de crucería en la iglesia de Alcaudete

 

En 1534 un párroco murciano llamado Juan de Algarra dejó al morir todos sus bienes para financiar la construcción del que tal vez sea el templo más monumental de La Jara que, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, domina hoy el paisaje urbano de Alcaudete. Los dos curas que siguieron a don Juan fueron sobrinos suyos y se llamaron ambos Cristóbal de Bustamante, continuando la obra de su tío y haciéndose enterrar los tres bajo sendas losas de pizarra en la capilla mayor.

El edificio es de grandes proporciones y está edificado en mampostería con sillería en los ángulos. Tiene una sola nave dividida en tres tramos y la capilla mayor con cinco paramentos es algo más baja. Las cuatro bóvedas respectivas son de crucería ojival y en sus claves aparecen esculpidos el blasón del fundador, el jarrón de azucenas símbolo de la advocación y otros motivos. Se trata de una iglesia de estilo ojival con detalles del renacimiento, como la define el Conde de Cedillo. Desde antiguo era conocida la riqueza de la parroquia de Alcaudete de la que dependían las iglesias de varios pueblos cercanos, hasta el punto de que se ha conservado el dicho: “ Cura de Alcaudete, obispillo sin roquete ”.

No debemos dejar de observar la portada plateresca de la fachada sur del templo, formada por un arco semicircular entre columnas sobre pedestales y un ancho friso con salientes de exornos, además de un entablamento con otro friso adornado con águilas en sus lados. Entre los motivos decorativos podemos observar los blasones de los párrocos benefactores de la obra y dos leones. La torre, de construcción posterior, es de estilo herreriano.

Azulejos talaveranos en los arrimaderos de la capilla mayor de la iglesia de Alcaudete

OTROS LUGARES DE INTERÉS

A la entrada del pueblo se puede ver una pequeña fábrica de orujo. Se sitúa a la izquierda de la carretera de Los Navalmorales y tiene interés por su sencilla y peculiar arquitectura industrial. Desde hace siglos han molido seis o siete molinos maquileros en el río y algunos de ellos se conservan en buen estado, representando unas buena muestra de estos venerables ingenios.

Una muestra de la arquitectura industrial rural, esta fábrica de orujo de Alcaudete

Aunque hay datos que sugieren la existencia de un puente antiguo, durante toda su historia estuvo Alcaudete anhelando la construcción de uno que ayudara a cruzar el Jébalo, y tanto el concejo talaverano como la Mesta hicieron diferentes proyectos que no se sustanciaron hasta el siglo XVIII. Hoy día el llamado Puente Viejo está arruinado por las inundaciones de posguerra pero, río abajo, queda todavía en pie el llamado Puente Cacharro.

Puente Viejo de Alcaudete restaurado

FIESTAS

Aunque ha perdido gran parte de sus antiguos ritos, Alcaudete cuenta entre sus fiestas tradicionales con una celebración de gran interés pero que ha decaído en los últimos años. Se trata de la soldadesca que el dos de Febrero, día de la Candelaria, salía por las calles del pueblo formada por un grupo de hombres adornados con cintas de colores según el cargo que ocuparan en la comitiva: general, coronel, teniente coronel, tambores, dos banderas, pinche y alabarderos. Acompañaban a la procesión en la que, como es creencia, las gentes esperaban ver a la vuelta la vela de la Virgen apagada o encendida para saber si se prolongarían los rigores del invierno. Después de estar presente en la misa, el grupo recorría las calles con el redoble de los tambores. Llegados a la plaza formaban círculo, bailaban las banderas y el pinche, que llevaba una especie de cetro adornado con cintas, también danzaba saludando por orden a las diferentes jerarquías del grupo. Esta soldadesca participaba también en la cuestación para las “ánimas benditas” y en el entierro de la sardina.

La Inmaculada, patrona de Alcaudete, aparece representada en varios paneles de las viviendas de Alcaudete

El día ocho de diciembre se celebra la Inmaculada Concepción como advocación del templo que es y patrona del pueblo. Hay misa solemne, procesión, novillada curiosamente invernal, bailes y pólvora.

GASTRONOMÍA

En cuanto a la restauración, debemos señalar que en torno a la carretera se han instalado varios establecimientos siguiendo la tradición de los viejos mesones. En ellos se puede degustar la cocina de la zona. Tradicionalmente ha tenido fama el cordero preparado en diferentes guisos y el cochinillo, pero hoy existen industrias chacineras donde se venden al público buenos embutidos y derivados del cerdo. Aunque tal vez, el producto autóctono característico de Alcaudete sea su sabrosa y tierna lechuga, además de otros productos de su feraz huerta.

 

EL RÍO JÉBALO (4) POR LA FRESNEDA

EL RÍO JÉBALO (4) POR LA FRESNEDA

Arquitectura popular en La Fresneda

Hoy vamos a conocer el siguiente tramo del río Jébalo y para ello vamos a realizar una excursión acercándonos al pueblecito jareño de La Fresneda, desde donde es más fácil el acceso a esta parte del río.

Aunque existen referencias del siglo XVIII a una labranza de Torrecilla “con cuatro casas con sus habitadores, los dos vecinos de Espinoso, y los otros dos, vecinos del lugar de Sevilleja”, el comienzo de la andadura del pueblo como tal se produce a mediados del siglo XIX, pues es conocido que La Fresneda fue fundada por un labrador llamado “el abuelo Lorenzo” al que se reproduce en un panel de cerámica de los que adornan la pequeña plaza local. Todavía se conoce cuál fue su casa y cómo se extendieron las edificaciones según crecía el vecindario descendiente de aquella primera familia pionera, con algunos vecinos más originarios de Buenasbodas. A lo largo del arroyo Valbellido se distribuye el caserío que conserva algunas construcciones y rincones de sabor jareño con sus muros de pizarra o blanqueados. Cerca del cementerio existe un calero, un horno para cocer la cal con la que antiguamente enjalbegaban las casas o fabricaban la argamasa para las construcciones.

Horno de cal cercano a La Fresneda

La iglesia se inauguró en 1944. Construida sobre un solar donado por una vecina, no desentona con la arquitectura tradicional local. Fue erigida con la financiación que proporcionó don Anastasio Granados, sacerdote que fue obispo auxiliar de Toledo pero que cuando era cura en pueblos cercanos durante la Guerra Civil hubo de huir y fue recogido y ocultado por los “fresneanos” durante la contienda.

Pero el mayor encanto de La Fresneda, además de sus gentes, es su entorno y aislamiento.

Labranza junto al embalse del Jébalo

Muy cerca del pueblo, aunque en término de Alcaudete, se encuentra el embalse del río Jébalo. Un paraje de gran belleza , con las aguas represadas entre encinares y olivares, y en cuyas orillas se asientan varias labranzas antiguas de bonita arquitectura tradicional, entre las que destacan la de Paniagua, que llegó a ser una verdadera aldea, o la de Los Villarejos, adquirida por los fresnedanos en parcelas y cuyo caserío domina la presa. En sus inmediaciones se han hallado restos romanos y una necrópolis de la Edad del Hierro que demuestran que no fue el abuelo Lorenzo el primero en asentarse en estos territorios. Si subimos el río unos dos kilómetros podremos bañarnos en pozas solitarias de aguas limpias entre fresnos y riscos de pizarra.

Sepultura tardorromana violada en el Prado de la Moneda antes de su inundación

Nos acercaremos desde el pueblo a la presa, desde el muro comenzamos el paseo y tomamos el camino que en dirección sur nos lleva por la orilla izquierda del río.

Podemos subir por la labranza conocida como Los Villarejos, desde la que hay una magnífica vista sobre el embalse y todo el valle del Jébalo, con sus encinares y olivares que han conquistado las pendientes de las empinadas barreras. El nombre de Los Villarejos, topónimo muy asociado siempre a antiguos poblamientos, nos indica que esta zona es rica en huellas arqueológicas de romanos y visigodos, pues se han hallado restos y sepulturas como la del cercano prado de la Moneda, de nombre también tan sugerente.

Horno de los Villarejos con gallinero bajo él y zahurdas a su lado

Seguimos el recorrido por el camino de circunvalación del embalse y vamos viendo algunas viviendas de pizarra y adobe típicas de La Jara.

A unos tres kilómetros, se encuentra el antiguo poblado de Paniagua, con una era central y algunas viviendas y cuadras que conservan el viejo sabor de las construcciones rurales de la comarca.

Uno de los edificios de labranza de Paniagua de arquitectura popular en pizarra

Por debajo de la aldea de Paniagua hay un puente por el que luego cruzaremos ya de regreso. Río arriba de este puente se suceden varias pozas muy hermosas entre pizarras, con la ribera festoneada de fresnos y acebuches. Malpasillo y Malpasillón son los nombres de dos de ellas que nos sugieren la facilidad para pasar el río de un salto debido a la cercanía de las rocas de ambas orillas.

Poza de Malpasillo en Jébalo juntoa la labranza de Paniagua

Desde aquí también puede ascenderse el río, si tenemos tiempo, hasta llegar a los parajes del poblado de Portezuelo y el de El Martinete, del que hablaremos en otra ruta por situarse en él unos grabados y pinturas rupestres.

Volvemos después de regreso y cruzamos por el puente peatonal mencionado, siguiendo la otra orilla del embalse hasta regresar de nuevo a La Fresneda.

Puente peatonal junto a la labranza de Paniagua

SIGUIENDO EL JÉBALO POR EL VALLE DE ROBLEDO DEL MAZO

NUESTROS RÍOS, EL JÉBALO 2

SIGUIENDO EL JÉBALO POR EL VALLE DE ROBLEDO DEL MAZO

El río Jébalo a su paso por el valle de Robledo del Mazo

Vamos a conocer ahora el resto del hermoso valle de Robledo del Mazo, formado por este pueblo jareño y sus cuatro aldeas situadas en torno a la cabecera del río Jébalo que nace cerca de Piedraescrita como ya sabemos.

Ya cerca de Navaltoril, otra de las aldeas del valle del   se encuentra el lugar donde las gentes de Espinoso y Piedraescrita desarrolan un curioso ritual sobre el río pasando la imagen de un pueblo al otro.

Cada siete años, durante los meses de Mayo a Septiembre, o bien por necesidad causada por plagas o sequía, y también con una duración de cuatro meses, tienen derecho los espinoseños a tener en su poder la venerada y antigua imagen. El traslado a Espinoso es todo un acontecimiento para el pueblo y la imagen es acompañada por los agrestes parajes serranos que deben atravesarse rezando y cantando coplillas  a la Virgen.

Romería de Piedraescritade 2016 en el momento de cruzar el Jébalo con la imagen FOTO DE LA VOZ DEL TAJO

Primero se lleva la imagen a la vecina aldea de Navaltoril, también situada en el valle de Robledo. Allí se celebra una multitudinaria misa de campaña que preside también la imagen de la Inmaculada de Navaltoril con asistencia de gentes de todos los pueblos de los alrededores. Después se conduce la imagen hasta el paraje conocido como “El Agua de las Juntas” donde, en el mismo lecho del río Jébalo, entregan la imagen las autoridades del valle a las de Espinoso. El camino es largo y para el recorrido se despoja a la Virgen de su corona y se la pone un manto para que no se moje, pues es mucha la fe en su intercesión para traer la lluvia en tiempos de sequía. Es recibida con las calles engalanadas con arcos florales y hierbas aromáticas alfombrando el suelo, entre la emoción de todo el vecindario que la espera en el paraje conocido como el “Plaerón

Iglesia de Navaltoril

Navaltoril es otra de las aldeas de Robledo del Mazo que todavía conserva una arquitectura popular con sabor serrano en un entorno muy agradable, ya que el pueblo se sitúa desde el siglo XV en un antiguo postuero de ganados entre los prados de una nava. Cuenta con dos molinos arruinados cercanos en las riberas del Jébalo. Uno de ellos se encuentra cerca del pueblo y junto a él podemos ver un rústico.

Puente sobre el Jébalo cerca de navaltoril. Ingeniería popular en un puente de roncos jara y tierra apisonada

El otro molino está frente al cruce de la carretera que nos subirá hasta la pequeña aldea de Robledillo, cuyo caserío se sitúa en la cota más alta en la comarca y también está rodeado de un marco natural privilegiado. Es una labranza de Robledo que comienza su andadura en el siglo XVIII conociéndose el nombre de su fundador como “el abuelo Cirilo Galán”.  Cuenta el pueblo con una piscina natural y si continuamos por la misma carretera en dirección a Espinoso podemos disfrutar de la zona de recreo que se ha preparado en torno al ameno paraje de la fuente de La Teja. Otra bonita excursión desde Robledillo es la que nos acerca dirigiéndonos hacia el oeste por una senda hasta el paraje de Vallesú donde mana una caudalosa fuente.

Plaza de Robledillo

Desde Robledillo volvemos a descender hasta el valle de Robledo y continuamos la carretera en dirección oeste pasando por el lugar de Las Humfrías que, como las otras aldeas del municipio, conserva algunas muestras de la arquitectura tradicional y las ruinas de varios molinos en el cercano arroyo de Las Lanchas, pintoresco por sus cascadas.

El caserío de las Humfrías y al fondo el monte conservado con el original bosque mediterráneo en su aspecto original con los canchales típicos de las sierras jareñas

ROBLEDO DEL MAZO

Historia

El pueblo de Robledo del Mazo se fundó a mediados del siglo XV, según se deduce del testimonio de uno de los vecinos que declaran en las Relaciones de Felipe II. Refiere que uno de los fundadores fue su padre, quien con otros cuatro colmeneros se asentó en el valle para explotar una posada de colmenas. El mismo testigo asegura que el nombre del lugar deriva de que los osos que por entonces andaban por aquellas sierras jareñas causaban daños a las colmenas buscando la miel. Para espantarlos, los primeros pobladores de aquellos robledales instalaron en un arroyo un artificio al que “ pusieron hechizo” para que, movido por las aguas, diera sonoros martillazos que ahuyentaran a los animales.

Cascadas del arroyo de Las Lanchas cerca de Las Humfrías

Un testimonio del siglo XVIII asegura que “un incendio redujo a cenizas toda la población y aún los vestidos de la imagen titular, De suerte que habiendo quedado Diego García único vecino y alcalde, entregó en el ayuntamiento de la villa de Talavera su vara y jurisdicción, que con dicho motivo se agregó a la del lugar de Sevilleja. Mas, habiéndose reunido de su calamidad los vecinos dispersos, lograron reintegrarse el dominio privativo del egido y solar del pueblo”. 

CONJUNTO URBANO

Arquitectura popular jareña en el valle de Robledo

El núcleo urbano de Robledo se reparte por la ladera de su asentamiento, con las casas siguiendo calles empinadas y formando grupos bastante homogéneos de viviendas de pizarra enjalbegadas. Las construcciones son de una tipología característica en la Jara serrana, de finalidad totalmente utilitaria, y forman un conjunto curioso que conserva todavía algunos rincones con agradable sabor rural.

IGLESIA

El templo de Robledo  es muy sencillo y también sufrió los avatares bélicos. Estuvo bajo la advocación de Nuestra Señora del Robledo durante el siglo XVI para, más tarde, ser Nuestra Señora de la Encarnación su patrona. La iglesia se independizó de la de Piedraescrita en 1.676 .

 

NUESTROS RÍOS; El JÉBALO (1) PIEDRAESCRITA

NUESTROS RÍOS

El JÉBALO (1) PIEDRAESCRITA

El tejado de la iglesia de Piedraescrita vierte sus aguas a dos cuencas, la del Tajo la del Guadiana

Vamos a ir recorriendo nuestros ríos y aprovecharemos para conocer los atractivos de sus valles y de los pueblos por los que van atravesando. El río Jébalo podemos considerar que nace en Piedraescrita, aunque con las aportaciones en su nacimiento de la garganta de las Puentecillas

Iniciamos el recorrido del río Jébalo, y lo escribo con «J» porque como defiende Jiménez de Gregorio aparece escrito como Xébalo en los documentos antiguos. Río de jabalíes es una de las propuestas que nos quieren solucionar el significado de su nombre.

Piedraescrita desde la ladera del risco de Las Moradas

Nace como hemos dicho cerca del pueblecito jareño de Piedraescrita, cuya ermita se sitúa en la misma divisoria de aguas del Tajo y el Guadiana por lo que las precipitaciones  de su tejado en el lado norte caerían al Jébalo.

Un camino va paralelo al cauce y se dirige en dirección norte discurriendo junto a un pequeño altarcillo que nos recuerda que allí se apareció  la imagen. Siguiendo ese camino llegamos al río cerca del paraje donde se pasa la imagen de la Virgen en un ritual curioso entre los pueblos de Espinoso y Piedraescrita, y del que hablaremos en el próximo capítulo de esta serie.

Arquitectura popular de Piedraescrita

Pero antes visitaremos primero este agradable pueblecito del que existen antiguas referencias a su iglesia como un lugar que servía de refugio a los peregrinos de Guadalupe que se aventuraban por estas sierras.

Las gentes de la comarca siempre se han encomendadoa la Virgen de Piedraescrita en tiempos de sequía.

LA IGLESIA: Cuenta la leyenda que en tiempos medievales, “poco después de la expulsión de los sarracenos”, un vaquero de Espinoso aprovechaba con los  ganados propiedad de su amo talaverano las hierbas frescas del entorno y se le apareció la Virgen en un lugar cercano al pueblo, sobre una roca conocida como “El Canto de la Virgen”, donde hace unos años se ha erigido un sencillo monumento conmemorativo.

Cuenta la leyenda que la Virgen encomendó al vaquero la construcción de una ermita y los lugareños se empeñaban en erigirla en otro lugar diferente al que hoy le sirve de solar, sucediendo que los muros levantados por el día aparecían derruidos a la mañana siguiente, hasta que por fin el templo fue construido donde actualmente se ubica, justo en la divisoria entre las aguas del Guadiana y el Tajo.

Está documentado históricamente que en 1188 el obispo Gonzalo Pérez otorga licencia para la construcción de una iglesia a un tal Nuño Nuñez y a su mujer Aderazo Gómez que aportaban la dote necesaria para su mantenimiento.

Pantocrator románico mudéjar de la iglesia de Piedraescrita

El templo es una edificación sencilla con un ábside que fue octogonal y, según parece, formaba únicamente la sencilla construcción primitiva, más tarde modificada añadiéndose la nave principal. El edificio tiene a los pies un campanario de tres huecos que fue construido en el siglo XVIII. Se accede a la iglesia por un pórtico descendiendo cuatro escalones, ya que el piso del templo se encuentra por debajo del nivel actual del suelo y hay constancia de la existencia de una antigua fuente dentro de la ermita que, como hemos dicho, es una iglesia en realidad. Los muros están fabricados en mampostería de lajas de pizarra con revoco exterior enjalbegado.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es P3201098.jpg

Pero lo realmente interesante desde el punto de vista artístico es el interior de este monumento. Sus paredes  están en gran parte recubiertas de valiosa azulejería talaverana del siglo XVI y XVII con escenas del Nuevo Testamento. En el lado de la epístola destaca un San Cristóbal de grandes dimensiones frente al que se sitúa un panel con una fila de arcabuceros similar al que se encuentra en la ermita de la Virgen del Prado de Talavera, aunque no es esta la única similitud en los motivos dibujados en Piedraescrita. Otros paneles representan a diferentes santos y en el testero se aparece un juicio final con la resurrección de los hombres que son extraídos de las tumbas por ángeles y demonios. Un azulejo parece representar al autor de parte de los paneles cerámicos. Considero esta iglesia de Piedraescrita uno de los santuarios de la cerámica talaverana cuyo contenido ampliaremos en otra ocasión

En el cuarto de esfera que cubre la capilla podemos contemplar la pintura al fresco de un Pantocrátor con estrellas y una luna con cara femenina. Esta es la pintura románica más meridional del territorio nacional. Son también de interés un magnífico Cristo crucificado del siglo XVII, la pila bautismal y una escultura de la Virgen en cerámica talaverana.

El «gusano» de Piedraescrita, rastro de un trilobites en la cumbre de Las Moradas

Justo por encima del pueblo domina el paisaje la cumbre de Las Moradas, el pico más elevado de La Jara en el que persisten restos de amurallamientos donde se habrían refugiado los primeros pobladores cristianos huyendo de las razzias musulmanas. En un risco de cuarcita que mira desde la cumbre hacia el caserío se percibe un fósil que es el rastro de un trilobites de más de 7 metros de longitud,  y no conozco ejemplar de cruciana, que así se llaman estas huellas fosilizadas, con un mayor tamaño. También hay referencias al hallazgo de otras inscripciones hoy desaparecidas en el entorno de la iglesia que habrían justificado el nombre de “Piedra-escrita”.

Camino de Piedraescrita con la piedra que señala el lugar de la aparición. paralelo al camino va el Jébalo naciente

LLEGAMOS A VENTAS DE SAN JULIÁN POR LA CAÑADA

LLEGAMOS A VENTAS DE SAN JULIÁN POR LA CAÑADA

Calvario de Ventas de San Julián

En Ventas de San Julián no debemos dejar de visitar la iglesia parroquial que en tiempos fue aneja de la de La Corchuela. Construida en el siglo XVI, está coronada con una espadaña de ladrillo Es un edificio de mampostería y sillería modesto en su exterior. Tiene acceso a través de portada rematada con arco ojival y ábside plano con contrafuertes. El interior se distribuye en una sola nave con el presbiterio cubierto por bóveda de arista y separado de la nave por arco de triunfo de medio punto sobre pilastras en piedra con moldura renacentista. El coro se levanta a los pies sobre un pilar de granito. La iglesia guarda retablos barrocos de interés y debemos reparar en la imaginería con tallas del siglo XVI y XVII.

Fachada oeste y espadaña de la iglesia de Ventas de San Julián

En Ventas de San Julián hay que visitar, además de la iglesia parroquial, el calvario que se sitúa en el cerro del cementerio. La cruz de la estación de la Pasión tiene la peculiaridad de ser la única de la comarca que tiene el Cristo labrado en granito, ya que en la zona suelen ser cruces sencillas, sin imagen esculpida.

Cristo del calvario de Ventas

Al oeste del caserío, siguiendo la cañada, todavía se mantiene en pie el “Venturro” un viejo edificio que fue parada de los ganaderos trashumantes y uno de los pocos en la zona que todavía se mantienen habitados.

Las dos fiestas del pueblo están dedicadas al patrono San Julián cuyo nombre era también el de la dehesa sobre la que se asentaron las ventas que dieron origen al pueblo. La fiesta de verano es la primera semana de Septiembre y la de invierno se celebra el 28 de Enero, día del santo. En cuanto a la gastronomía son de destacar los platos a base de la abundante caza del término pero no debemos marcharnos sin probar el delicioso pan y los dulces caseros tradicionales que se elaboran en su tahona.

El Venturro daba servicio a los ganaderos trashumantes que discurrín por la cañada

Faustino Espejel era un artesano de Ventas que hasta hace poco labraba objetos de arte pastoril como cucharas, morteros, saleros o sellos del pan, objeto éste que se utilizaba en los pueblos antiguamente para marcar los panes que se cocían en los hornos locales con la harina que aportaba cada vecino, de forma que sellando cada hogaza se sabía a qué dueño pertenecían, pues la composición de la masa podía variar de unos a otros con diferencias en la cantidad o la calidad de los cereales. Pero la más interesante de las producciones de Faustino es el rabel, instrumento de pastores por antonomasia que este singular artesano, merecidamente homenajeado por su pueblo con el nombre de una calle, ha venido fabricando hasta hace poco, tocándolo además con maestría en un interesante repertorio de canciones tradicionales. Todos sus objetos se hallan adornados con motivos geométricos labrados en la madera que generalmente es de raíz de fresno.

Almirez labrado de arte pastoril

El entorno de Ventas de San Julián da para numerosas excursiones, no sólo por sus cañadas, sino también por las hermosas dehesas de los alrededores, surcadas por el arroyo de Alcañizo y otros que aquí se funden entre verdes bosquecillos de ribera de fresnos y espinos para ir a desembocar al Tiétar, cuyas aguas embalsa la cercana presa de Rosarito.

Cerca de Ventas de San Julián, en la dehesa del Verdugal por la que pasaremos en la próxima jornada se produjeron dos asaltos, uno de ellos inmortalizado por Goya, pero de eso hablaremos en otra jornada.

Dehesas de Ventas de San Julián con Gredos al fondo

DE MOHEDAS A PUERTO POR LA CAÑADA

CAÑADA LEONESA ORIENTAL XIV

Mohedas bajo la tormenta y detrás la sierra de Altamira

DE MOHEDAS A PUERTO

Recorrido aproximado 11 kilómetros, 3 horas

Antes de iniciar nuestro tramo de hoy, que acabará en la población de Puerto de San Vicente, en el límite con Extremadura, vamos a visitar el pueblo de Mohedas, que es otra población en cuyo término existe una considerable riqueza arqueológica. El historiador local Fermín Fernández Craus ha localizado decenas de yacimientos donde aparecen piedras trabajadas datadas en el paleolítico o molinos barquiformes, puntas de flecha y hachas pulimentadas de épocas posteriores como el Calcolítico o la Edad del Bronce, incluso se ha encontrado un bonito brazalete de este metal. Son también numerosos los hallazgos de cerámicas de época romana y molinos de mano dispersos por su demarcación. También se han documentado tres aras romanas, dos de las cuales se utilizan como poyos para sentarse a la entrada de la ermita de la Virgen del Prado. De época visigoda son varios enterramientos localizados en los alrededores, un hermoso capitel y algunos fustes de columna.

Capitel visigodo en Mohedas

Como todos los pueblos jareños, Mohedas  fue aldea de Talavera que la repobló después de la conquista cristiana del territorio. El propio nombre del pueblo es de origen árabe pues parece que “mohedas” quiere decir lugar de monte alto o jaral. Es como si dijéramos que nuestro pueblo se llama “Jaral de la Jara”. De aquellas épocas de razzias e inseguridad queda en las cumbres de su sierra un lugar llamado Las Moradas, donde se habrían ocultado los habitantes mozárabes del territorio durante las épocas de enfrentamiento entre los dos bandos y, posteriormente, las partidas de maquis durante la posguerra última. También en la cueva de Los Doblones, con leyenda de tesoro incluida, se escondieron los guerrilleros antifranquistas.

LA IGLESIA. La iglesia de Mohedas perteneció también a la parroquia de Santiago de Zarzuela, hasta que se independizó pasando a ser cabeza eclesiástica de los pueblos de su entorno. A su templo quedaron subordinados los de Aldeanovita, Campillo y Puerto de San Vicente. Tal vez por ello su iglesia del siglo XVI sea la menos modesta de la zona y no deje de ser una buena expresión de la arquitectura religiosa rural. Se trata de una construcción en mampostería de tres naves con una puerta en la fachada sur formada por un arco de medio punto protegido por un recuadro o guardapolvo con ménsulas. La otra portada se sitúa en el lado de poniente y se abre bajo una bóveda de cañón en los mismos pies de la torre. Es un arco conopial sobre el que se ven a ambos lados dos medallones con el sol y la luna labrados en piedra.

En el interior del templo es de destacar el arco triunfal apuntado que indicaría una construcción más antigua, tal vez del siglo XV. Las naves están separadas por dos filas de columnas renacentistas que sostienen arcos rebajados. El retablo mayor, probablemente fabricado en el siglo XVII, es de cierta calidad y el presbiterio se encuentra adornado con varios paneles de hermosa cerámica de Talavera del siglo XVI formando un zócalo. Entre los motivos que decoran los azulejos vemos un escudo de armas y las imágenes de la Virgen y San Sebastián enmarcadas por los típicos motivos geométricos y vegetales de la azulejería renacentista talaverana.

Estela romana que sirve de asiento a la puerta de la ermita de la Virgen del Prado en Mohedas

ERMITA: La Virgen del Prado es patrona de Mohedas y su ermita se sitúa en la entrada oriental del casco urbano. Se trata de un bello edificio de buenas proporciones con planta basilical de tres naves que está levantado en ladrillo y sillería. En su entrada se sitúan haciendo de poyos dos bloques de granito de los que uno al menos fue un ara romano.

Puerta de la que fue casa natal del obispo asesinado por los franceses Juan Álvarez de Castro

CONJUNTO URBANO: Mohedas conserva bastantes construcciones de factura tradicional jareña en bonito aparejo de pizarra combinada con granito, como sucede en casi todos los pueblos de la jara occidental. Aquí se mantienen algunos edificios cuya arquitectura popular presenta algo más de empaque que las modestas edificaciones habituales en la comarca. Entre ellos debemos señalar la vivienda en la que nació uno de los más ilustres personajes “mohinos”, como denominan a los habitantes de Mohedas sus vecinos de Aldeanovita. Se trata de don Juan Álvarez de Castro obispo de Coria y héroe de la Guerra de la Independencia. La inscripción de 1790 sobre el portón con tejadillo así lo atestigua.

Fuente en Mohedas de la Jara

LUGARES DE INTERÉS: Mohedas Se encuentra muy cerca de la Sierra de Altamira por lo que podemos organizar desde el pueblo alguna que otra excursión a sus laderas. Los caminos suben por entre los arroyos que descienden de sus cumbres y que fueron cultivados desde antiguo con pequeños huertecillos y con frutales que suponían un complemento económico para las economías familiares locales, ya que eran comercializados en caballerías por todos los pueblos vecinos. Entre las más pintorescas de estas pequeñas gargantas donde se salpican las casillas y chozos de huertos y olivares podemos destacar las del Zauceral, Las Tablas o La Huesa.

Chozo en Mohedas con decoración de piedras de cuarzo

Si ascendemos por las laderas comienzan a aparecer los bosques de chaparros, madroños, quejigos y rebollares con manchas dispersas de castaño que hacen de estos parajes un lugar sumamente agreste y agradable. Podemos subir hasta los Riscos Altos o hasta las Moras, las dos elevaciones más destacadas de la sierra donde se refugiaban partidas de maquis y desde las que podemos disfrutar de un magnífico paisaje con la Jara hacia el este y el valle del Gualija y las Villuercas al oeste; el ascenso es duro pero realmente vale la pena. Otra elevación cercana, situada más al norte del término, es el Cerro del Castillo llamado así probablemente por los restos de amurallamientos que lo circundan.

FIESTAS: Entre las fiestas populares de Mohedas debemos resaltar la que se celebra el quince de Agosto en honor de la Virgen del Prado, patrona del pueblo a quien se dedica la ermita ya reseñada. En invierno se celebra San Sebastián. Esta última es sobre todo una fiesta religiosa sin las connotaciones arcaicas y a veces paganas que suelen tener los festejos celebrados bajo esta advocación en otros lugares, aunque por supuesto no faltan la música, la pólvora y la procesión con subasta de las andas del santo. El día de Todos los Santos se sigue manteniendo la costumbre de hacer el Calvote saliendo al campo los vecinos pertrechados de toda clase de frutos secos a disfrutar de un día en contacto con la naturaleza.

GASTRONOMÍA: El producto autóctono por naturaleza es el aceite de oliva del que, ya en el siglo XVIII, se decía que su color y transparencia eran similar a los del ámbar.

No debemos marcharnos sin probar las migas, el gazpacho o la cachuela, acompañados por ejemplo de unas dulces floretas.

El recorrido va al principio por terreno montuoso con algunos elementos de arquitectura popular en los que detenerse y luego por zona de siembra, siempre con la sierra de Altamira a nuestra derecha.

DE LA ESTRELLA A ALDEANOVITA POR LA CAÑADA

CAÑADA LEONESA ORIENTAL XIII

DE LA ESTRELLA A ALDEANOVITA POR LA CAÑADA

Arquitectura popular al paso de la cañada por término de Aldeanovita

Recorrido aproximado 7 kilómetros, más tres de la desviación a Aldeanovita, 3 horas

El recorrido de hoy tiene como lugar dominante en el trayecto al pueblo de Aldeanueva de San Bartolomé, al que podremos acercarnos desde la cañada con una pequeña desviación de tres kilómetros entre la ida y la vuelta,.

Muy cerca de la división de términos en la que hoy comenzamos nuestro periplo se encuentra uno de los monumentos megalíticos con los que cuenta La Jara. Es el llamado dolmen de La Estrella. Se encuentra en la finca conocida como La Aldehuela. Los ortostatos se erigieron hace más de cuatro mil años por los hombres del Calcolítico o Edad del Cobre.

Mina de cobre de La Borracha

Hay que señalar que a la distancia de algo más de un kilómetro en dirección oeste se pueden observar todavía las curiosas trincheras de unas antiguas explotaciones de cobre conocidas como las minas de “La Borracha”. No es extraño que estos afloramientos de metal, así como los del cercano pueblo de Campillo de la Jara, hubieran sido ya explotados por las gentes que construyeron el dolmen y que, probablemente, fueron también de los primeros pueblos que pusieron en práctica la agricultura y la ganadería en estas tierras.

Aunque actualmente se encuentra algo modificada su estructura por las labores agrícolas, podemos distinguir que el monumento estaba formado por una serie de doce ortostatos de piedra con una altura de 1,80 metros, de los cuales una parte se clavaba en el suelo. Son unos grandes lanchones de granito que se disponen en círculo formando una cámara. A ella se accede por un corredor limitado por dos filas de seis ortostatos de menor altura entre los que se puede distinguir uno de pizarra que tiene grabada una cazoleta. Otro ortostato caído entre la cámara y el corredor presenta también grabadas cazoletas y unas figuras antropomorfas muy esquemáticas que simulan figuras humanas. Las cazoletas son huecos semiesféricos de los que se desconoce el significado aunque se ha especulado con su carácter simbólico o de utilidad en determinados rituales. Todo el conjunto estaba rodeado y cubierto por un túmulo formado por acumulación de tierra y  pequeñas piedras

Dolmen de La Estrella

Parece que estos dólmenes se construían con una finalidad funeraria pero también tenían un significado relacionado con la distribución del territorio entre las tribus. En su interior se ha encontrado industria en piedra tallada, desde pequeños dientes de sílex que se embutían en un mango formando una hoz, hasta puntas de flecha y magníficos cuchillos del mismo material, acompañados con fragmentos de la cerámica hecha a mano utilizada en la época, sin torno.

Otra forma de acceder al dolmen que ahora nos ocupa es tomar la carretera desde Aldeanueva en dirección a La Estrella y antes del punto kilométrico 66,2 tomar un camino a la izquierda que nos conduce hasta el camino de Puente del Arzobispo, a menos de un kilómetro. Lo tomaremos en dirección norte y lo seguiremos dos kilómetros y medio hasta llegar al dolmen que se encuentra situado a unos doscientos metros a la izquierda.

Chozo en falsa cúpula cercano a la Cañada Real

Y ya que estamos con temas arqueológicos, debemos reseñar que el caserío se sitúa a los pies de una pequeña elevación que se denomina el Castrejón. Como su nombre indica, este lugar fue un antiguo castro amurallado cuya fortificación es conocida en el pueblo como “La Cerca de los Moros”, de cuyas defensas todavía podemos observar restos arruinados que habrían sido construidos en la Edad del Cobre, como el dolmen antes referido. También se observan restos de los muros de las viviendas del poblado que estuvo habitado nuevamente en la Edad Media. Vale la pena encaramarnos a esta pequeña altura y disfrutar de la vista jareña que desde allí se contempla.

Al igual que sucede con Las Herencias, cuenta este pueblo con dos estelas de la Edad del Bronce en pizarra. En una de ellas se observan una serie de motivos grabados entre los que destaca una figura humana de guerrero tocado con un casco del que salen dos enormes cuernos. El guerrero está acompañado de su espada, la lanza, el escudo, el carro y un animal muy esquemático que podría querer representar el animal de tiro. También aparecen las habituales cazoletas que vamos viendo talladas en los monumentos prehistóricos de la comarca.

Arquitectura popular Aldeanueva de San Bartolomé

Al este del caserío se sitúa una fuente en la que uno de los pilones para abrevar el ganado no es otra cosa que un sepulcro antropomorfo de granito en el que se marca claramente la zona destinada a la cabeza del difunto. La presencia romana también está documentada por el hallazgo de tres aras romanas, una de las cuales sirvió para que un tal Valerio Vracio cumpliera un voto a Júpiter, como se deduce de la inscripción.

Como todos los lugares de La Jara, estuvo habitada por los árabes y más tarde fue repoblada por los cristianos desde Talavera a partir de su conquista por Alfonso VI en 1083. Toda la zona occidental de La Jara estaba comprendida en la dehesa  del Pedroso, dividida más tarde en diecisiete heredades y cuyo territorio fue otorgado por Fernando III el Santo en 1220 al concejo talaverano para su repoblación. En la zona que visitamos ahora, el núcleo urbano más antiguo es Mohedas de la Jara y, según Jiménez de Gregorio, unos pastores que procedían de esta cercana localidad fueron los que en 1425 refundaron una nueva aldea o “aldea nuevita”, la conocida por el nombre de Aldeanueva de Mohedas, como todavía aparece en las Relaciones de Felipe II, estableciéndose posiblemente su primer caserío alrededor de un núcleo inicial en torno al actual barrio de “Toledillo”.

«Trenza» o artesanía de paja de centeno de Aldeanovita

En el siglo XVI, cuando se construye el templo parroquial y se pone bajo la advocación de San Bartolomé, el pueblo toma el apellido del santo y en 1833, al abolirse todos los señoríos, Aldeanueva adquiere la independencia respecto a Talavera como todos los lugares de La Jara. Es Aldeanovita un lugar de gente emprendedora que tradicionalmente se dedicó al campo y al trato de ganados. Cuenta con uno de los mayores índices de universitarios por número de habitantes de España y como curiosidad diré que aquí fue agraciado el “primer millonario” de las quinielas, lo que mereció un reportaje del No-Do sobre nuestra localidad.

IGLESIA: La iglesia merece una visita pues se trata de una construcción en sillería granítica del siglo XVI muy similar en su curiosa estructura al templo de Mohedas, con el que coincide en la peculiar entrada situada bajo la torre en su cara oeste.

Otra curiosidad del templo es la decoración que el pintor ruso Wladimir Straschko ha realizado en la capilla mayor de la iglesia que, aunque chocante por su estética en este pueblo jareño, no deja por ello de tener calidad artística.

Fuente de los antiguos baños de la Ferrumbrosa

CONJUNTO URBANO: Un paseo por el caserío no dejará de sorprendernos con algunos rincones de pintoresca arquitectura popular en pizarra, aunque son cada vez más escasos los edificios que conservan el aparejo tradicional.

Antiguamente dieron su servicio terapéutico a la comarca los baños de la Ferrumbrosa donde venían los lugareños a intentar aliviar sus dolores reumáticos, hoy solamente queda la fuente medicinal de la que se abastecían ya que el edificio destinado a las bañeras y  hospedaje ha desaparecido.

Arquitectura popular Aldeanueva de San Bartolomé

GASTRONOMÍA: No hay restaurantes en la población aunque podemos comer algo en sus bares y no debemos marcharnos sin adquirir uno de los magníficos quesos de oveja que se comercializan en las dos queserías locales. Entre los platos de la gastronomía local debemos destacar el pisto y su cordero excepcional. Para postre los dulces llamados candelillas o el rosco de la Virgen.

FIESTAS: Entre las fiestas populares debemos destacar las patronales de verano en honor a San Bartolomé, celebradas el 24 de Agosto. Todavía se festeja la “Candelaria” en invierno aunque ya queda solamente el rito religioso con la procesión y los dulces típicos, sin los aspectos carnavalescos que se mezclaba con esta celebración hace años.