DIBUJOS Y REPRESENTACIONES DEL TAJO EN EL SIGLO XVIII
Hay en el siglo XVIII algunas representaciones idealizadas de la ciudad y en algunas de ellas aparece el río Tajo, aunque de forma muy esquemática.
Es el caso de la vista de Talavera que se reproduce en una de las historias manuscritas de la ciudad la de fray Andrés de Torrejón que se encuentra en la Biblioteca de Castilla-La Mancha y que se hizo en 1768.
De izquierda a derecha podemos ver en la parte ribereña del dibujo en primer lugar lo que denominan “paseo de chopos” (10) donde se representan los árboles que ordenó plantar su director Juan Ruliére en el Paseo de los Leones para dotar al barrio de San Andrés de un paseo y jardín, ya que los otros parques de la ciudad, la Alameda y el Prado, se encontraban en el otro extremo de la villa.
También se señala al fondo la Puerta de Cuartos (9) y por primera vez podemos ver representados algunos edificios de la Real Fábrica de Sedas, y en concreto el edificio hoy desaparecido de la Afinaduría (11), donde se hacían los hilos de oro y plata para adornos y entorchados. Entre éste y la puerta de Cuartos estaría el único edificio que queda en pie de la factoría, el llamado de los Molinos Nuevos, que en el otro dibujo del mismo autor aparece como Casa de las Estofas de Oro y Plata.
Con el número 12 se señala el que en realidad era el mayor de todos los edificios de de la seda, el de la Hilanza el que hemos dicho que sería cárcel de presos políticos tras la Guerra Civil para ser derruido después. Con el número 13 se señala la desembocadura de la Portiña y detrás la muralla de Entretorres con una de las albarranas ya arruinada y un portillo abierto en el lienzo.
Más a la derecha se representa la Torre de Nazar que ya hemos comentado se adentraba en el río y sostenía una noria para elevar el agua. A continuación está la Puerta del Río que se dibuja con un arco de sillería y rematada con una especie de espadaña o un balconcillo. En el puente no se representan los molinos del primer ojo del mismo, sí aparecen los que había donde hoy se sitúa la central eléctrica y en el ángulo de l quiebro de su recorrido se puede ver lo que parece un mojón o un monolito junto al número 15 que probablemente tuviera algún escudo o inscripción de una de sus reconstrucciones.
A la derecha del puente se ve la desembocadura del arroyo de Papacochinos y dos pontezuelas que lo salvaban. Y a la derecha del puente aparece la isla de Los Molinos y la del Palodulce o Paloduz. Donde hasta no hace mucho se recogían las raíces del regaliz y se vendía como golosina.
Si seguimos por la ribera encontramos la puerta de Sevilla que todavía hoy día se mantiene en pie. En el lienzo de muralla se perciben dos portillos, probablemente en la zona de la alcazaba, y más al este la torre del Polvorín (20). A continuación se ve el “prado de la villa” con algunas casillas de las que la más cercana a la ermita del Prado y rematada con pequeña espadaña puede ser la ermita de San Joaquín y Santa Ana hoy desaparecida.
En el casco urbano se levantan las torres de iglesias y conventos de la que algunas han desaparecido como la cúpula de los carmelitas descalzos (8) la torrecilla de la iglesia de san Clemente (7) junto a la puerta de Mérida (6). Luego de izquierda a derecha vemos la torre de El Salvador (4), la desaparecida cúpula de los jesuitas (3), hoy teatro Palenque. También ha desaparecido la de San Pedro (30) hoy Almacenes Moro. Ya existía la torre del Reloj aunque diferente de la actual y a continuación el campanario de los jerónimos que hoy es una espadaña de ladrillo (5) y al final Santa Leocadia. La torre a su derecha podría ser la del hospital de San Lázaro en la calle Cristo de la Guía.
Otro esquema dieciochesco que veremos en la próxima entrada de «Ríos de Historia» solamente aporta una imagen esquemática de la Casa de la Hilanza y la Alameda junto a la ermita del Prado.
Traemos hoy algunas fotografías de la calle Carnicerías que debe su nombre a que en ella se situaron desde antiguo las carnicerías municipales, pues esta actividad de la venta de carne era un monopolio del ayuntamiento y a ellas debían acudir a comprar los talaveranos. Parece que antes del siglo XVI se llamó calle de las Verduras
Va de la Plaza del Reloj a la Ronda del Cañillo y pero antiguamente su tramo inferior era en parte la calle Pescaderías que venía desde el arco de San Agustín, hoy reconstruido,y más abajo la calle que se llamó del Cuerno desde antiguo y que continuaba con la calle Sevilla, llamada así por desembocar en la puerta del mismo nombre, de la que conservamos el arco.
Al final de ambas confluían por tanto, junto a la alcazaba, el primer y el segundo recinto amurallado. Hoy la calle está delimitada al oeste por la muralla de ese primer recinto y los muros de la alcazaba.
En tiempos de la Segunda República se llamó de García Hernández en honor del militar fusilado junto a Fermín Galán por pronunciarse para la proclamación de la República. En los años sesenta esta segunda parte de la calle Carnicerías se reformó para de los dos callejones antes referido dejar una sola avenida con el nombre de Jose Antonio Primo de Rivera hasta que en los años 80 se denominó a toda la avenida calle Carnicerías.
Dos de las fotografías son vistas muy parecidas de la colección de postales que hizo Ruiz de Luna.
En ellas se ve una considerable actividad comercial, especialmente de melones y sandías. Se perciben curiosos tipos de campesinos de principios del siglo XX y los poco higiénicos albañales de aguas residuales que recorrían la ciudad y a los que se refirieron muchos viajeros por los charcos putrefactos y malos olores que producían, además de ser un medio ideal, el de las aguas estancada, para reproducirse los mosquitos que trasmitían el paludismo endémico en Talavera hasta hace unas décadas.
También es interesante la arquitectura tradicional con los balcones que cantaba el poeta Rafael Morales. También es de destacar la vista que nos ofrecen las fotografías de la antigua torre del Reloj.
Siempre tuvo que ser pintoresco y llamativo ver desde el camino que lleva de Talavera a Velada y a la Sierra de Gredos la algarabía y el ambiente de los lavaderos de Gamonal con sus más de 130 pilas de granito situadas en dos grandes círculos, junto al arroyo de Zarzoleja.
En ellas lavaban su ropa las gamoninas remangadas en las pilas de piedra, frotando la ropa con jabón casero hecho con las grasas sobrantes en casa y con sosa. La ropa se tendía en los juncales que crecían en el entorno para que se secara y se blanqueara mejor, y si no era suficiente se podía cocer la prenda con ceniza en los domicilios, una verdadera lejía natural.
Podemos imaginar las bromas, las canciones y los chascarrillos muchas veces subidos de tono, y la alegría y el intercambio de información entre las mujeres del pueblo.
El de Gamonal se trata de un lavadero tradicional con numerosas pilas de piedra en dos círculos que rodean a sendos pozos de planta cuadrada y muros de mampostería granítica de los que se extraía el agua. Actualmente se ha adecentado la zona con un parque, y hay que señalar que debió llamar la atención de la fotógrafa Inge Morath, Esta fotógrafa pasó por aquí camino de Navalcán, donde tenía amigos españoles y debió llamarle la atención el ambiente de las mujeres lavando en algarabía con las ropas tendidas al sol entre los juncales del arroyo Zarzoleja, e hizo algunas instantáneas del lavadero que conserva el ayuntamiento de Navalcán por donativo del propio Henry Miller.
Pues bien, hemos hablado en otra entrada de este blog de la visita de Inge Morath a Navalcán en 1954 haciendo la famosa fotógrafa austriaca que trabajó con la agencia Magnum y en las más famosas revistas del mundo unas magníficas fotografías de una boda navalqueña. Su marido, el dramaturgo y Nobel de literatura Henry Miller, que se casó con ella después de separarse de Marylin Monroe, agradeció el recibimiento y el homenaje que se hizo a su mujer en el discurso de agradecimiento que pronunció cuando se le otorgó el Premio Príncipe de Asturias. Me remito a esta entrada de mi blog que podéis abrir si queréis más detalles:
Pues bien, observando las fotografías he constatado que dos de ellas al menos están realizadas en los lavaderos de Gamonal, probablemente cuando pasó Inge camino de Navalcán, en aquellos años.
En la primera fotografía se ve a una mujer joven de Gamonal que podéis investigar y decirnos quién puede ser y si vive aún, porque si la foto es de 1954 tendría una edad entre 80 y 95 años aproximadamente. La joven se protege del sol con el sombrero de paja y el pañuelo y se ve el agua turbia por el jabón. En los bordes de la pila hay dos trapos enrollados con forma rectangular que creo pueden tener la utilidad de proteger la ropa cuando se la golpea contra la piedra para mejorar el lavado. Al fondo se ve la carretera con unos arbolitos plantados en el borde y el antiguo camino de Gamonal a El Casar que va paralelo a la carretera. Justo detrás de ella se ven los juncales y el cauce del Zarzoleja.
En la segunda fotografía se observa el círculo de pilas más cercano a la carretera y a la izquierda se percibe el otro. Todavía no se ve el cementerio nuevo y parece percibirse emergiendo entre los árboles la torre de la iglesia de Gamonal. En primer plano las mujeres extienden la ropa en las orillas del Zarzoleja. Esta foto está tomada desde la carretera, justo en dirección contraria que la primera.
Hoy que es noticia un Tajo lleno de espumarajos en Toledo y putrefacción en Talavera, hay que mostrar cómo el río fue patrimonio de todos sus ribereños, que disfrutaban de una verdadera cultura fluvial que daba alegría a sus vidas. Es lo que el catedrático aragonés Javier Gil creador de la Fundación Nueva Cultura del Agua llamaba FLUVIOFELICIDAD, en las primeras jornadas del Tajo organizadas por la Plataforma de Talavera.
Vemos aquí algunas instantáneas de esa fluviofelicidad de los talaveranos bañándose en en la playa de Los Arenales, en el Paredón, los Sifones, la Presilla o Palomarejos. He ido recogiendo imágenes de diferentes fuentes. Unas pertenecen a diferentes ciudadanos que las prestaron para una exposición de la Universidad de Mayores, otras a la familia de Pedro Pablo González y otros donantes anónimos.
Se añaden a otras entradas de esta web que podéis buscar en la pestaña de Naturaleza y Ríos o en la de fotos antiguas.
Desde mediados del siglo pasado nuestra ciudad y las poblaciones de su entorno, sobre todo las situadas en la zona sur de su ámbito de influencia, venían demandando una solución definitiva al problema crónico de las comunicaciones, que se veían obstaculizadas por el lamentable estado del Puente Viejo. Sufría éste continuos destrozos por las crecidas y los cortes consiguientes del tránsito sobre el Tajo con las pérdidas económicas que eso suponía. Benito Díaz Díaz nos cuenta en su libro sobre la Restauración en Talavera que ya en la década de 1870 hay una iniciativa encabezada por el representante en cortes del distrito talaverano, el marqués de Malpica, para conseguir la construcción de un nuevo puente que remediara la permanente precariedad del antiguo.
A finales del siglo XIX el problema se agrava y la movilización ciudadana intenta conseguir una solución definitiva, sobre la que muchos se muestran escépticos por el fracaso anterior de diferentes tentativas. Es el caso del cronista de la época, Ildefonso Fernández, que en su Historia de Talavera, comenta:
«Hechos están, según parece, los planos para construir otro puente de hierro, frente a la Glorieta; pero el proyecto no ha pasado de esa categoría, acaso uno de tantos ardides políticos como se suelen emplear para conseguir votos en vísperas de elecciones de diputados».
Sin embargo, en las elecciones generales de 1898, el candidato liberal, Jose Luis Gallo, gana en el distrito de Talavera y consigue llevar a efecto una de sus promesas electorales, lograr la construcción de un nuevo puente sobre el Tajo. Fue grande el alborozo de los talaveranos al aceptar el gobierno acometer el proyecto, celebrándose el hecho con repicar de campanas cuando llegó la noticia a la ciudad. José Luis Gallo fue nombrado hijo adoptivo de Talavera y a él se dedicó la calle que actualmente da acceso al puente, la antigua calle de Los Siete Linajes.
Por diversas vicisitudes políticas y administrativas se retrasa la subasta de las concesiones hasta 1901, pero tres años más tarde, en 1904, comienzan las obras, debido este retraso, en parte, a las crecidas del río. La construcción del puente se adjudica a la Sociedad Metalúrgica Duro-Felguera que, a su vez, subcontrata las obras de “tierra y fábrica” a la empresa del constructor Félix Forero. La vivienda de este empresario se conserva todavía en la plaza de Aravaca y alberga la delegación de la Consejería de Agricultura. Es una hermosa construcción de arquitectura racionalista, con detalles de cerámica en su patio y fachada. Fue, ésta del puente, una obra innovadora para el momento y su inauguración constituyó una noticia de alcance nacional. El hecho se convirtió en toda una fiesta popular para los talaveranos, con arcos de triunfo, fuegos artificiales junto al río y diversos actos culturales y sociales entre los que destacó la representación de una comedia alusiva al evento. La ceremonia central fue la inauguración propiamente dicha con el desfile de la comitiva de autoridades desde la estación de ferrocarril hasta el puente.
La humedad y el tiempo habían deteriorado gravemente esta obra de ingeniería tan significativa en la historia reciente de Talavera, sufriendo además en su estructura los avatares de la Guerra Civil, que dejó huellas de los bombardeos en sus estructuras metálicas. El puente ha sido recientemente restaurado por la Consejería de Obras Públicas y se ha rebautizado con el nombre de puente Reina Sofía pintándole de color rojo.
DESCRIPCIÓN
El Puente de Hierro tiene una longitud total de 426 metros, está dividido en diez tramos metálicos de 41 metros de luz que se construyen en hierro y acero. La estructura se desliza sobre cojinetes de acero que, a su vez, se apoyan en nueve pilares y dos estribos de mampostería que se fundamentan sobre hormigón. Los paseos vuelan de la estructura y la iluminación se realiza a base de farolas de época.
Varias de las historias inéditas de Talavera hacen referencia a la antigüedad de este monasterio que se fundó en 1430, según tradición popular, sobre una ermita que se remontaba a tiempos visigodos. Poco más se sabe sobre sus orígenes pues parece que durante un incendio desatado en un mesón cercano llamado «de las Tres Puertas», llegó el fuego al archivo quemándose todas las antiguas escrituras y documentos que «en la celda del ministro se custodiaban».
Según Francisco de Soto, cuando los frailes vinieron a asentarse en Talavera se hospedaron en casa de un médico de la ciudad y la frecuentación del modesto convento por «grandes predicadores y confesores espirituales, que con el ejemplo de su virtud y enseñanza aficionaron a los naturales de tal calidad, que con sus limosnas fue creciendo el edificio, hasta que llegó al estado y forma que hoy tiene.»
Llegó a ser una de las grandes casas de la orden trinitaria celebrándose en este cenobio numerosos capítulos provinciales a los que acudían los prelados de Castilla y Andalucía. Era la sexta fundación de la orden en antigüedad.
La Desamortización pone en venta sus edificios, la Huerta de los Trinitarios y el llamado corral de los Carneros. Su último destino fue el de fábrica de harinas antes de que, lamentablemente, se convirtiera en bloque de viviendas. Solamente dos portadas de acceso se conservan como entradas del inmueble.
DESCRIPCIÓN
La iglesia tenía considerables dimensiones y un crucero capaz y suntuoso. Se hallaba adornada por numerosas capillas con sus retablos utilizándose la capilla mayor para enterramiento de los miembros de la noble y antigua estirpe talaverana de los Duque de Estrada.
Una de las capillas de la iglesia alojaba a la cofradía de la Concepción que antes radicaba en la iglesia de San Pedro. Por este motivo se celebraban solemnemente las fiestas de la Purificación, la Anunciación y la Concepción en la iglesia del monasterio.
Otra capilla de la que al menos conservamos la imagen es la de la Virgen de la Soledad que era protagonista de «dos procesiones a que concurría mucho número de gentes; la primera se hacía el segundo domingo de cuaresma por la tarde a Nuestra Señora del Prado y había sermón. La segunda se hacía en Viernes Santo por la noche con muchas luces y muy devotas insignias». Hoy día la imagen es custodiada en la iglesia de Santiago.
Los franceses se cebaron en sus destrozos con este monasterio «cuyas celdas en número de sesenta, oficinas, cocina, refectorio, coro refectorio, órgano, el precioso retablo del altar mayor, archivo, puertas de la iglesia y de la sacristía y el hermoso palenque de piedra que daba acceso a este templo fue todo derribado, saqueado, incendiado y destruido».
En los testimonios gráficos que aún conservamos se puede percibir el edificio como una gran construcción en ladrillo que presenta un buen crucero y la espadaña junto a la fachada suroeste que se remata con un frontón. Las portadas que se conservan están decoradas con la cruz de los trinitarios en los escudos y dinteles. El templo fue seguramente reformado y ampliado en el siglo XVII, como se deduce del dibujo de Van der Wingaerde, donde presenta dimensiones y aspecto más modestos, sin la capilla mayor ni el crucero.
CURIOSIDADES Y PERSONAJES
Entre los miembros de la familia de los Duque de Estrada, protectora del monasterio de La Trinidad, destacó Fernando Duque de Estrada que fue maestresala de los Reyes Católicos, ayo del príncipe D. Juan y más tarde mayordomo de Juana la Loca, embajador en Francia y después en Inglaterra donde negoció el matrimonio de la princesa Catalina con Enrique VIII. El palacio de la familia ocupaba el solar del actual «Casino». Puede que la confianza de los monarcas con este hombre influyera en el hecho de que a su paso por Talavera, Isabel y Fernando pernoctaran en este convento.
La fundación de los conventos trinitarios tenía como primer objetivo el rescate y atención de los cautivos tomados por los musulmanes a los cristianos. Había en el monasterio un Santo Cristo del Rescate al que los talaveranos tenían gran devoción y se le atribuían numerosos milagros, parece que la imagen fue rescatada por un trinitario de Talavera que lo trajo de Argel. Se le hacía fiesta especialmente ceremoniosa en el mes de Septiembre. Otra procesión solemne de todo el cabildo venía al convento el día de la Sma. Trinidad y los escribanos de la ciudad custodiaban aquí el santísimo los días de Jueves y Viernes Santo.
En el siglo XVIII, decía refiriéndose a su iglesia el cura de San Miguel: « Esta parroquia es la más antigua de todas, como lo manifiesta su fábrica y lo acredita su preferencia en el orden de mangas en las procesiones, en las Mondas y demás. Es también la mayor de todas, tiene cuatrocientos vecinos como consta de matrícula. Es la única del pueblo que no tiene servidumbre de patronato ni en las capillas ni en los altares.»
En efecto, fue esta iglesia de las más antiguas de Talavera y ya figura en documentos mozárabes del siglo XIII. Inicia en el siglo XVII una lenta decadencia hasta que se agrega a la de El Salvador en 1842 y, debido a su paulatino abandono, se arruina en 1855 pasando a convertirse en almacén de maderas.
Era una parroquia poderosa que llegó a tener hasta treinta capellanías. De ella dependía un colegio de gramáticos fundado en 1603 para la formación de ocho niños. También estaban bajo su influencia el Convento de Santo Domingo (antes parroquia de San Ginés) y el Convento y Hospital de San Juan de Dios.
Dice la historia de Talavera de Francisco de Soto que: «a los pies de la iglesia hay un arco grande de ladrillo, el cual sirvió antiguamente para que unas beatas que vivían allí junto pudieran entrar en la iglesia a oír misa y el oficio divino sin salir a la calle, porque eran muy recogidas, y grandes siervas de Dios; y después que dieron la obediencia a la orden de San Francisco, se puso una reja de hierro en este arco, y desde allí oían misa y confesaban y, por estar tan cerca de esta iglesia, las llamaban las Beatas de San Miguel, a quien en esta villa estimaban mucho…Estuvieron allí por espacio de 112 años y después se pasaron junto a la iglesia de S. Salvador, y tomaron el hábito de la Concepción, y pusieron por nombre a la casa de la Madre de Dios»
DESCRIPCIÓN
Quedan escasos restos del templo que, como tantos otros de Talavera, estuvo en su mayor parte edificado en estilo mudéjar. En una fotografía cedida por el Archivo Municipal, se puede todavía observar cómo la torre pegada al segundo recinto amurallado conserva el campanario y donde las estructuras similares a grandes almenas que hoy la coronan no son tales sino que en realidad se trata de los pilares que sostenían la techumbre de la torre compuesta de tres cuerpos. Otra estructura todavía en pie por estar reutilizada como vivienda, es el pórtico sur del templo, del cual se percibe, embutidas en el muro, la arquería y las columnas que lo formaban. Todavía el conde de Cedillo alcanzó a ver el edificio en pie y nos lo describe así:
Es un templo de tres naves con sendos ábsides de cabecera y una torre campanario a los pies del lado del poniente. Los ábsides son semicirculares. Al exterior están muy reformados y embebidos entre el caserío; al interior conservan restos de galerías decorativas de arquillos de medio punto. La torre ancha y no alta, es de mampostería y sillería y en su parte superior de ladrillo. En las caras de este cuerpo superior muestra arcos de ojiva túmida, unos inscritos en alfices y otros no.
El templo es espacioso y sus naves están separadas entre sí por arcos apuntados que apoyan en pilares de fábrica. Las techumbres son artesonados de limas mohamares con parejas de tirantas y ménsulas labradas.
Se deduce por esta descripción que la planta del edificio sería muy similar a la de San Clemente, con sus tres ábsides y un artesonado mudéjar. La torre se encontraría a los pies, donde también se situaría el acceso al convento de las monjas que luego tomarían el nombre de la Madre de Dios. En la capilla mayor estaba la pintura de la Quinta Angustia y en las capillas laterales el altar del Cristo y el de San Ildefonso decorado con azulejos. En la fachada sur se abriría una puerta con el pórtico que todavía hoy se puede observar reutilizado como vivienda.
Entre las antiguas imágenes que enriquecían el patrimonio de esta iglesia se encontraba una de Nuestra Señora del Socorro, muy venerada en la ciudad. Se encomendaban a ella las mujeres embarazadas para no tener problemas durante su gestación y parto. En varios textos antiguos se hace referencia a un supuesto milagro protagonizado por esta imagen que, según cuentan esos relatos, sanó a una tal Ana de Olea cuando, inválida y apoyada sobre unas muletas, se estaba encomendando a la Virgen del Socorro.
Otra imagen muy venerada en Talavera y que también formaba parte del patrimonio de esta parroquia, fue una talla de Ecce Homo que anteriormente se encontraba en el convento de los jesuitas, la cual ellos mismos trajeron desde Roma y más tarde, cuando fueron expulsados de Talavera, pasó a esta parroquia de San Miguel. Contaba una tradición local que esta imagen habló a un hombre mientras oraba ante ella.
En el muro del lado del evangelio en la capilla mayor había pintado un fresco de la Quinta Angustia sobre una antigua sepultura con blasones, uno con cinco flores de lis, otro con seis roeles y el tercero con un lobo atado a un árbol que exhibía la inscripción: AQUÍ YAZEN SEPULTADOS LOS HONRADOS RODRIGO DE SESÉ, EL QUAL FINÓ A XXV DÍAS DEL MES DE MAYO AÑO DEL NACIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR JESSXPO DE MCCCC E NOUENTA ANOS. Este Rodrigo de Sesé fue un noble de linaje aragonés que desempeñó sus funciones de alcalde de Talavera con fama de rectitud en el cargo y que a su vez tuvo hacia 1330 otro antepasado, también alcalde, llamado Miguel Pérez de Sesé. Dejó a la iglesia, además de la pintura, varios objetos litúrgicos para decir misa, un olivar para el aceite de la lámpara y «cuarenta cuentas de calcedonia y un agnus dei que se pusieron en el Santísimo Sacramento». El patronazgo de esta capellanía vino a parar a los Loaysa y Girón que unieron sus apellidos en D. García de Loaysa y Girón, arzobispo de Toledo.
Sabemos también que se levantó «un altar delante del arco que está a la mano derecha como se entra en la capilla mayor con advocación de San Ildefonso muy adornado de azulejos» y que «en la parte de la epístola desta yglesia ay otra capilla adonde está un crucifijo antiguo muy devoto de bulto a donde acude mucha gente a reçar». Puede que tuviera que ver con el que se describe en el siglo XVIII al referir el párroco que «Inmediato a la parroquia, en el muro exterior del pueblo, hay un postigo que llaman Vengamedel, por donde se dice que se ganó Talavera a los moros. Encima de este postigo hay un adorno y altar de una imagen de Ecce Homo mui milagrosa , con título de Cristo de la Salud, de donde tomó principio la devoción del Santísimo Cristo que se venera en la iglesia.»
CURIOSIDADES, FIESTAS Y COFRADÍAS
Había en este antiguo templo numerosas lápidas en piedra y pizarra que pertenecían a enterramientos de numerosos nobles y caballeros medievales. Uno de ellos debía estar sepultado en la entrada ya que, según cuentan diversas fuentes:
«Excavando en el portal principal de la parroquia para hazer una sepultura, se encontró un sepulcro de una sola piedra, que hoy sirve de pila a un pozo del jardinito de la iglesia, y dentro de él unos huesos, unas espuelas de oro, un espadín con puño de oro y contera de lo mismo, con lo que se hizo el cáliz mejor que hay, sin haverse podido descubrir qué personaje era» (Relaciones de Lorenzana 1782)
En esta iglesia se fundó la cofradía del Patrocinio de San José. Se celebraba fiesta desde 1477 con «procesión solemne y muy adornada», se llevaba en andas el santo acompañado de muchos clérigos y de los cantores y chirimías de la Colegial, «estando compuesta ese día la Yglesia de ricas colgaduras y muy perfumada de olores». Parece que la imagen vino a parar a esta parroquia desde las ruinas de su ermita, que se hallaba en la zona situada entre el casco urbano y la Virgen del Prado, cuando, después de perderse este edificio, se fundó una cofradía que permitió continuar con el culto.
Otra fiesta relacionada con esta iglesia era la del Santo Ángel de la Guarda. El primero de mayo acudía en pleno el ayuntamiento en procesión a San Miguel desde la Colegial y había sermón muy solemne. En la fiesta de las mondas correspondía un toro a esta parroquia y se lidiaba en la placita que actualmente lleva su nombre. Se celebraban también dos días de fiesta a San Ildefonso, uno de ellos patrocinado por un indiano llamado Lorenzo de Adrada.
En el ámbito parroquial de San Miguel se encontraban la ermita de Santa Apolonia y un paraje conocido como San Antolín en el que se localizó en un principio el convento de las monjas benitas.
Gabriel Alonso de Herrera, autor de un tratado de agricultura que le convirtió en el precursor de las ciencias agrícolas y ecológicas en España fue uno de los clérigos ilustres de esta parroquia de San Miguel donde ejerció su sacerdocio como beneficiado al final de su vida.
Fernando de Rojas, autor de la Tragicomedia de Calixto y Melibea, fue feligrés de esta iglesia dándole la extremaunción el cura de la misma.
Aunque hoy solamente nos queda el nombre de una calle, el Arco de San Pedro era en realidadr la más monumental de todas las puertas del primer recinto amurallado, la puerta de San Pedro.
Fue derribada en 1885 y se apoyaba en la antigua muralla árabe aunque modificada y agrandada en varias ocasiones. De una de estas reconstrucciones tenemos referencias, concretamente de la reforma que realizó el Cardenal D. Pedro González de Mendoza, cuyo escudo aparecía sobre la puerta que, además, estaba dotada de rastrillo para asegurar el acceso. El padre Fita refiere que había en esta puerta una inscripción que decía: «Esta puerta mandó alçar el cardenal nuestro Señor el año de MCCCCXCIIII años, siendo corregidor el comendador Juan de Horosco».
Su estructura declara la época de la reforma ya que en los dibujos que han llegado hasta nosotros se aprecia que la puerta es construcción típica del siglo XV con su arco carpanel y su decoración de bolas con tres pináculos. Sobre el central de ellos se situaba una imagen gótica de la Virgen con doselete, actualmente está adosada a uno de los muros del interior de la Ermita de la Virgen del Prado.
También decoraban la puerta algunas pinturas de temas religiosos alusivos a la Eucaristía que, según dice el padre Fita, habrían sido pintadas en el siglo XVI o el XVII: «en la cúspide representa la custodia del sacramento, con varias figuras a los lados y en las gradas inferiores: ya alegóricas como la Fe; ya históricas como Santo Tomás de Aquino, el noble autor del Pange Lingua, ya bíblicas en fin y muy adecuadas, de mayor tamaño que el natural, como David con su arpa y Moisés con el rótulo profético, tomado del Deutoronomio, XVIII, 15».
En los lienzos de muralla inmediatos, había alguna inscripción epigráfica romana dedicada a Pompeyo. Sobre la cimentación de una de las torres que protegían esta puerta se construyó la antigua torre del Reloj y sobre el arco discurría un pasadizo para dar acceso al relojero.
En una casa particular, que tenía a la inmediata torre albarrana formando parte de su estructura, existía todavía en el siglo XVIII una tinaja, cuyo dibujo realizó Pedro Guerra y que muestra su escritura árabe
En fotografías antiguas podemos ver cómo a principios del siglo XX paraban coches de viajeros en la plaza del Reloj, también décadas más tarde camiones y autobuses paraban en el entorno de la Plaza de España. Pero es a mediados del mismo siglo cuando se construye la estación de autobuses.
El solar donde actualmente se sitúa el Corte Inglés y el hotel, en cuyo sótano se sitúa la actual estación, estuvo la primitiva estación de autobuses.
La estación fue el centro neurálgico de la ciudad durante los boyantes años setenta con los edificios cercanos de la cafetería Tresku, la Bombonera, que permanecía abierto 24 horas, el hotel Arellano etc…
Las gentes que entonces llegaban al reclamo comercial de Talavera, tratantes, ganaderos y las gentes del trapicheo talaverano tenían en la zona su punto de encuentro, así como otras gentes como trileros, algún timador en busca del paleto incauto y otros que buscaban encuentros sexuales de todo tipo.
Según entrabas por la puerta principal de viajeros, situada en la fachada sur, dando a la carretera de Madrid, hoy avenida de Extremadura. A la entrada se situaba a la izquierda la cafetería también centro de encuentro de viajeros y transeúntes. Enfrente la tienda cerámica y flores de Caballero y la papelería de Ramiro Gómez.
Luego se accedía al hall, donde se encontraban las taquillas y la consigna con un ir y venir de gentes incesante. Además había una peluquería, una tienda de dulces, gestoría, una tienda de lotería, Radio América, Kazán y otros establecimientos que no recuerdo. En los pisos superiores se situaba el hotel y salones donde se daban comidas de diferentes eventos.
Luego se accedía a los andenes donde Sepulvedanas, Doaldis, Auto Res, El Galiano, la Campillana, la jareña y otras muchas «rápidas» y «empresas» daban servicio a nuestra gran comarca antes de que nos la desguazaran. A la salida de los autobuses había una garita de control que se ve en alguna de las fotos que adjuntamos.
Comentamos aquí fotografías de la calle Mesones o Medellín, una vista desde el norte de ediciones Campos y otra de Ruiz de Luna desde el sur
Esta calle es uno de los ejes principales del urbanismo de la antigua Talavera. Va desde la Plaza del Reloj (y la puerta principal de la ciudad que era el Arco de San Pedro) hasta la Puerta de Zamora.
Atraviesa los Arrabales Nuevos que se encontraban entre el primer recinto amurallado y el segundo, que discurría paralelo a la Cañada de Alfares y que se abre en la Puerta de Zamora por donde entraban y salían los viajeros que venían desde el norte. No olvidemos que Talavera es lo que es porque se encuentra junto al vado del Tajo más cercano al puerto del Pico, la vía natural que comunicaba las dos mesetas para el paso de personas, ganados y mercancías. Es curioso que el nombre aluda a Zamora y no a Ávila como ciudades de referencia al norte de Talavera durante la Edad Media, y de hecho la calle aparece también en documentos medievales como calle de Zamora. Dejaremos esta puerta y el extremo norte de la calle para otro capítulo.
Durante los siglos XV y XVI alojó la casa que hacía esquina con la plaza del Reloj la Audiencia o juzgado y alguna otra dependencia municipal.
Se llamó también calle Medellín, desde 1888 hasta 1937, pues se dirigía hacia el cerro de ese nombre, donde tuvo lugar la Batalla de Talavera.
En ella se encontraban numerosas pensiones y mesones para los muchos viajeros que transitaban por la ciudad, pero también fue una calle muy comercial donde se encontraban establecimientos entre los que hemos conocido el del sugerente nombre de Berlín Industrial, «Resti», la sombrerería de Viuda de Cándido Martín, la pastelería Marfil, el Mesón del Potro (en la pequeña plazuela que es prácticamente un ensanchamiento de la calle en su intersección con el Baño y Ramón y Cajal).
La otra vieja plaza alberga la iglesia de Santiago, de la que hablaremos más ampliamente. Al otro lado estaba la plaza que albergaba el cine Calderón, que formaba parte antes de un convento franciscano.
Al final de la calle se encontraba una institución tan emblemática como es la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera construcción mudéjar fatalmente destruida en los años 80 para hacer el bodrio que hoy ocupa su lugar, junto a la puerta de Zamora. De ambos monumentos también mostraremos imágenes antiguas en otra entrada de nuestro blog.
Todavía se conservan algunos edificios de arquitectura tradicional, como el que hoy día se encuentra justo frente a Santiago construido en ladrillo, aunque en estas fotos se muestra una arquitectura tal vez más rica que la actual, con grandes miradores y balconadas, así como algunos edificios decorados con arquitecturas fingidas pintadas en sus muros.
Si observamos el detalle de la segunda foto vemos el rótulo que anuncia la «Posada del Fresco de Sotero, El Extremeño», mercancía tan talaverana como los botijos colgando a la entrada de un comercio. También se lee un rótulo que anuncia a un sastre , tres personajes rústicos con su faja y su montera con dos de ellos conduciendo dos borricos con su carga. En la Plaza del Potro se ve el rótulo de otro establecimiento de un tal García. En el centro de la calle, el consebido albañal y al fondo la iglesia de Santiago.
Página Talavera y su Tierra de Miguel Méndez-Cabeza Fuentes
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