CAMINO REAL DE GUADALUPE (2) CALERA Y CHOZAS
Nos marchamos de Alberche del Caudillo por el mismo camino que hemos traído, es decir, por el Camino Viejo de Calera. El cordel sigue discurriendo entre las huertas de la vega del Tajo donde se ha pasado del cultivo de tabaco y algodón con que se iniciaron los regadíos en los años cincuenta al actual aprovechamiento fundamentalmente forrajero de maíz y alfalfa, pues parece que estas tierras de Talavera, tradicionalmente ganaderas, vuelven irremisiblemente una y otra vez a su ancestral aprovechamiento pecuario. Aún así, se encuentran algunas parcelas aprovechadas para frutas y verduras y los restos arruinados de algunas de las antiguas huertas que, antes de la construcción del canal del Alberche, sacaban con norias las abundantes aguas del subsuelo.
Antes de llegar al casco urbano de Calera cruzamos sobre la Vía Verde de La Jara. Esta ruta discurre en dirección sur, atravesando la Jara Baja, sobre la inacabada línea de ferrocarril Talavera-Villanueva de la Serena cuyo proyecto inicia su andadura allá por los tiempos de la dictadura de Primo de Ribera. Se retoma la idea en tiempos de la república y se impulsan sus obras durante los años cincuenta y sesenta, intentando comunicar el Plan Badajoz con los regadíos talaveranos para abastecer a la capital de España. Aunque se abandonan las obras cuando solamente quedan por instalar los raíles, en los años de la posguerra son muchos los jornales generados por ellas que ayudan a las precarias economías de la zona en su subsistencia por lo que llega a conocerse en los pueblos del entorno como la Vía del Hambre. Tiene un recorrido señalizado y adaptado para el cicloturismo o las rutas ecuestres de más de cincuenta kilómetros, con sus túneles, viaductos y estaciones, conectando en el tramo rehabilitado la población de Calera con Puerto de San Vicente. Para conocer esta ruta recomendamos el libro La Vía Verde de La Jara del mismo autor de esta Guía y publicado por la Diputación Provincial de Toledo.
Pero como hoy vamos siguiendo el Camino Real, dejaremos la Vía del Hambre para otra ocasión y pararemos a dar una vuelta por Calera y Chozas. El actual pueblo pertenece a las antiguas tierras de Talavera y se formó a partir de varios núcleos de población entre los que se encontraban Cobisa, Chozas, Calera o Tórtolas. El primero de ellos se encontraba al sur del actual casco urbano y estaba habitado ya en época romana; en el siglo XVII parece que se despuebla, según cuentan los ancianos un siglo después, a causa de una extraña epidemia de hormigas que producían altas fiebres con su picadura. Frente al ayuntamiento de Calera se erige hoy un monumento a fray Mateo de Cobisa que en 1628 se fue a evangelizar nada menos que a los chinos de la actual Taiwán, este fraile dominico era además de muy pío y docto, un profeta y visionario que según sus contemporáneos podía prever toda clase de muertes, robos, inundaciones y otras desdichas.
El despoblado de Chozas pierde sus habitantes en 1820 asimilando Calera su término. Tórtolas cuenta también con restos romanos en su entorno y todavía se mantiene el edificio que fue en siglos pasados lugar de esparcimiento de los canónigos de la colegial de Talavera, tan poco morigerados en sus costumbres sexuales que hubo de venir a reprenderlos en nombre del Papa, nada menos que Juan Ruiz el Arcipreste de Hita. El núcleo de Calera propiamente dicho se formó en torno a la explotación de las vetas calizas de la zona de donde se extraía la cal que entre otras cosas sirvió para construir la Colegial de Talavera.
Calera ha sido tradicionalmente famosa por la calidad de sus melones de secano, que en nada tienen que envidiar a los de Villaconejos. También ha sido proverbial la calidad de las tejas y ladrillos que se cocían en sus hornos y que se hacían del barro magnífico que también venían a recoger los alfareros talaveranos para elaborar su conocida cerámica. Así mismo podemos destacar las hortalizas y verduras de su vega, por ejemplo, los pimientos. En Calera se puede comer en un par de restaurantes y un hotel ofrece sus habitaciones muy cerca del inicio de la Vía del Hambre.
A destacar dos fiestas, en primer lugar la del Cristo, el catorce de Septiembre que es el típico festejo popular de verano y el Carnaval, que ha tomado gran auge en los últimos años contando con una gran participación de la población.
Un paseo por el pueblo nos mostrará su arquitectura popular en ladrillo de tradición mudéjar con fábrica de aparejo toledano. Muchas de las viviendas, corralones, lagares y casonas son de grandes proporciones y nos recuerdan la forma de vida labradora del lugar. En la iglesia existió un patrimonio importante, incluido un cuadro de Santo Domingo de Silos atribuido al Greco, pero la destrucción de la Guerra Civil y la venganza de los franceses en 1809 acabaron con casi todo.
En su extenso término se puede disfrutar de tres tipos diferenciados de paisaje. Al este las vegas y la ribera del río que venimos conociendo por el camino. Al sur los más abruptos riberos del Tajo, hacia los que nos puede conducir la Vía Verde. Tienen una belleza singular con la gran extensión de agua del reculaje de Azután en la desembocadura del Jébalo y su paisaje de bosque mediterráneo con encinas, cornicabras, acebuches y almendros entre los que corren los venados. Al norte los encinares adehesados cercanos a la carretera de Velada. Por último, el camino que nos lleva hacia Puente del Arzobispo discurre por terrenos de buena tierra para los cultivos pero completamente deforestados aunque el farallón de Gredos al norte ofrece una vista muy hermosa en los días claros.
UN CAMINO ALTERNATIVO: Para llegar desde Talavera a Calera puede también el peregrino tomar el llamado Camino del Barro. Era el más utilizado por los alfareros que venían a Calera para extraer el material con el que realizar su cerámica. Discurre paralelo al Tajo y su paisaje es menos monótono que el anteriormente descrito ya que, al pasar junto al río, permite disfrutar de su ecosistema de ribera con alamedas, fresnedas, saucedas etc… que se hace especialmente interesante en alguna de sus islas, como la que se encuentra frente a la estación depuradora de aguas de Talaverilla. Son buenos lugares para disfrutar de la pesca o el piragüismo pero para los naturalistas amantes de las aves existe un lugar de una riqueza sorprendente en las llamadas Tablillas de Azután. Se sitúan en el último reculaje del embalse del mismo nombre que ha formado los espadañales inundados por las aguas donde anida una gran variedad de aves como garzas reales, garcillas, cigüeñas y anátidas de diferentes especies.
Este camino viene a parar cerca de la ermita de la Virgen de Chilla, rebautizada “de la Vega”. Es de reciente construcción y alberga una de las piedras sobre las que según la leyenda se apareció la Virgen a un pastor llamado Finardo al que no hicieron mucho caso los habitantes de Calera, a pesar de que llegó a presentarse tres veces ante él. La Virgen volvió a aparecérsele en la sierra de Gredos, en la garganta de Chilla y allí, las gentes de Candeleda, sí construyeron una ermita al dar más crédito al zagal en su relato místico. Un mayordomo recogía antiguamente en Calera con un costal los donativos en especie o en dinero que llevaba el día de la fiesta al templo serrano.
Hola conoceis algun libro bueno del camino de Guadalupe, bien desde Toledo o desde Talavera?Saludos
El primero y único libro es Los caminos de Guadalupe y su Real Monasterio» del que soy autor
No olvidemos que a Calera y Chozas llega el ferrocarril en 1877 con la apertura del tramo entre Talavera y Oropesa por parte de la Compañía de Ferro-carril del Tajo.
Aunque no tuvo un barrio de la estación pujante, como el que llegó a ser el de Oropesa, fue un punto estratégico para los ferroviarios de la época del vapor, pues en las temporadas de intenso calor y sequías los depósitos de agua (cubatos) de la estación de Talavera de quedaban sin poder abastecer a las locomotoras con lo que debían de ir o bien hasta el Alberche o bien a Calera y Chozas. A día de hoy, el cubato de la vieja y desaparecida estación de Calera afortunadamente aún se conserva.
En 1973 es cuando Renfe decide trasladar sus dependencias de la antigua ubicación a la que hoy conocemos todos.
Antes del cierre y desmantelamiento de la estación, llegaron a su escueta playa de vías infinidad de vagones con hormigón para la construcción de la presa de Azután.
Allí se descargaba en un silo del cual sólo quedan los pilares.
A grandes rasgos esta es la historia ferroviaria de esta localidad.
Gracias por tu aportación.