LOS CLAUDIO COELLO DE LA CALZADA

LOS CLAUDIO COELLO DE LA CALZADA

Las pinturas del hermoso retablo mayor de la iglesia parroquial de La Calzada de Oropesa y del que hablaremos otro día son en principio encargadas al pintor madrileño José Jiménez Donoso, pintor  que colaboró con Claudio Coello, pero que no llega a realizar este trabajo por resultar demasiado caro para las arcas de la parroquia, por lo que se encargan las pinturas a Simón Vicente, pintor toledano que ajusta los lienzos en un precio menor.

A este artista se atribuían las pinturas del retablo hasta que el restaurador Luciano Gutiérrez descubrió durante  la limpieza de los lienzos la autoría de Claudio Coello, como se contaba en el diario “El País” el 19 de marzo de 1986:

Retablo central de Claudio Coello en la iglesia de La Calzada
Retablo central de José Jiménez Donoso en la iglesia de La Calzada

Un fugaz escalofrío recorrió, a comienzos de este año, el cuerpo del restaurador toledano Luciano Gutiérrez. Desde un andamio de 16 metros de altura y con evidente peligro para su integridad física descubrió una inscripción latina que rezaba: «Claudius Acoello pigtor rexis faciebat 1691». Era sin duda la prueba que determinaba que los tres óleos de la parte superior del retablo de la iglesia de la Asunción de Calzada de Oropesa (Toledo) pertenecen al pintor barroco Claudio Coello, discípulo de Ricci, y no a otro artista toledano, como se creía hasta entonces.

«Nunca dudé», cuenta Luciano Gutiérrez -quien ayudara hace unas semanas a John Brealey en la limpieza de El Expolio de El Greco en la catedral de Toledo-, «que la obra pertenecía a un gran pintor», porque «vi desde el principio que era maravillosa». Tras casi 300 años ocultos bajo el polvo, el restaurador y escultor Luciano Gutiérrez descubrió a comienzos de este año que los tres cuadros que forman el tríptico del retablo del altar mayor de la iglesia de Calzada de Oropesa pertenecen a Claudio Coello. En la parte superior de este retablo, de finales del siglo XVII, donde la pintura se amplía hasta entrar en uno de los ábsides del templo, se pueden apreciar tres óleos. El central, La coronación de la Virgen, tiene una dimensiones de 4,5 por 3,20 metros, y los otros dos, de 4,67 por 1,86, recogen La gloria de los ángeles, que festejan esta coronación.

Gerardo Ortega, cura párroco de Calzada de Oropesa, ha explicado a este periódico que la razón por la que el pintor pudo realizar esta obra dos años antes de su muerte estaría en que en 1685 el conde de Oropesa, Manuel Joaquín Álvarez de Toledo, fue nombrado valido de Carlos II. Dos años antes, en 1683, Claudio Coello comenzó a trabajar para la Corte del Rey en Madrid . Ésta es la interpretación que los expertos dan para explicar la vinculación del artista con el pequeño pueblo, en el límite con la provincia de Cáceres y con apenas 1.000 habitantes

Archivo parroquial

En principio se consideraba que los tres lienzos pertenecían a un pintor toledano, Simón Vicente, al encontrarse en el archivo parroquial con fecha de 1687 una carta del obispado de Ávila -diócesis a la que pertenecía entonces la localidad- por la que se le recomendaba al párroco el encargo de unas pinturas para el retablo de la iglesia del pueblo. En la carta se nombra como posibles autores de las pinturas a José Donoso y a Simón Vicente, éste último «maestro de pintura de Toledo que lo hará por menos cantidad», señala Gerardo Ortega citando los documentos.

Lo cierto es que el encargo no le resultó barato a sus patrocinadores, porque ya en el siglo XVII el tallado y el dorado del retablo en oro de 23 kilates costó 17.000 ducados-oro.

Pero en el retablo de la iglesia parroquial, de estilo herreriano, desafecta al culto desde el final de la contienda civil hasta la década de los cincuenta, alberga en su parte central una pintura del artista nacido en Calzada de Oropesa Nicolás Soria, el mismo que tallara la cruz de los Caídos.

Los estudiosos no descartan que esta pintura central, La Asunción, que sustituye otra anterior que ocupaba el mismo lugar, fuera pintada también por Coello, al ser precisamente la Asunción la que da nombre a la parroquia. Este primer lienzo de cinco por tres metros fue destruido durante la guerra civil. Para ocupar su espacio, Nicolás Soria pintó otro de las mismas dimensiones. 

Después de dos meses de trabajo, tres manos de limpieza y otras tres para revitalizar la pintura ha necesitado Gutiérrez para que las tonalidades primitivas de los lienzos afloraran. Precisamente y después de todo este trabajo el restaurador halló la inscripción latina prueba de la autenticidad de los cuadros.

Además, se ha tenido que tensar y retelar la parte derecha del tríptico, desprendido del bastidor en su parte derecha. Los gastos de restauración del retablo, el arreglo de los ventanales de la iglesia y el acondicionamiento de un crucifijo tallado en madera del siglo XVII han sido costeados entre el arzobispado de Toledo, la propia parroquia de Calzada y las donaciones de los fieles del pueblo”.