MIJARES Y SU GARGANTA

MIJARES Y SU GARGANTA

Mijares y sus sierras

Desde  el puerto del mismo nombre desciende la garganta de Mijares o de las Torres, por pasar por el despoblado medieval de ese nombre. Tal vez la que podemos considerar segunda vía de comunicación entre las dos vertientes de Gredos después del puerto de El Pico. Las cumbres nevadas que lo circundan nos recuerdan que las alturas de la Centenera y otras cercanas son las más elevadas de nuestra sierra, después de las del macizo central.

Arquitectura serrana en Mijares

Parece que el puerto en el que se sitúa Mijares se pudo llamar en la Edad Media “del Fondo” por lo empinado del valle al que da acceso y que aparece en la crónica de los caballeros de Ávila cuando bajan al valle del Tiétar para expulsar al moro Galafrón que con sus huestes cometía toda clase de tropelías. Ganan la batalla, matan a su jefe y se ejecuta al gobernador cristiano de Talavera que había permitido que las huestes musulmanas cruzaran el Tajo y atacaran las poblaciones de Gredos. Este relato se considera el primer cantar de gesta fronterizo, el primero de los romances épicos que se sucederían después narrando aventuras de caballeros que peleaban contra los musulmanes.

Una de las fuentes de Mijares

Mijares es una más de las aldeas del señorío de Mombeltrán que consigue su independencia junto a algunas poblaciones más en 1679, para hacer con ellas en 1703 el llamado Pacto de la Concordia por el que se amojonaban sus respectivos términos y dehesas. En este siglo debió tener nuestra población cierto auge, pues son varias las viviendas que ostentan en sus portadas fechas dieciochescas, y es en esa misma centuria en la que se construye el ayuntamiento.

Ermita de la Virgen de la Sangre

La iglesia parroquial también se edificó en el siglo XVII y XVIII. Al despoblarse el núcleo de las Torres en 1773, el altar mayor de la iglesia se trasladó a Mijares, así como la imagen de la ermita de la Virgen del Helechar cuyas ruinas se encuentra actualmente en término de Gavilanes. El templo, aunque ha sido muy remodelado, presenta algunos elementos de interés, como la ventana de la sacristía.

Portada en la trasera del ayuntamiento

Mijares muestra todavía algunos hermosos rincones con edificios de la arquitectura vernácula, predominando en el llamado Barrio de Abajo y en el de La Esquinilla. También cuenta en su patrimonio con la ermita de la Virgen de la Sangre y otro edificio que hoy es particular pero que fue la ermita de la Virgen de la Buena Dicha, en la plaza del Cerrillo.

Arquitectura popular de Mijares

AL SALTO DE LA GARGANTA DE BLASCO CHICO

AL SALTO DE LA GARGANTA DE BLASCO CHICO

Cascada por rebosamiento del salto de Blasco Chico

 El ayuntamiento ha señalado dos rutas que son recomendables. La primera de ellas sube hasta las Chorreras y por ella podemos también visitar un paraje acondicionado como merendero junto a la fuente de las Jarillas.

Paraje de Las Jarillas en Gavilanes

Como se puede ver en el plano, el camino podemos iniciarlo desde el mismo casco urbano o desde la entrada indicada por el ayuntamiento en la carretera. Pasaremos por pinares y accederemos al mayor atractivo del pueblo, la garganta de Blasco Chico. En ella podemos contemplar una de las más hermosas cascadas de Gredos con más de treinta metros de altura en uno de sus escalones, lo que hace que pueda divisarse desde gran distancia en el valle del Tiétar y la sierra de San Vicente.

Compuertas del salto eléctrico de Blasco Chico

Esas grandes pendientes han hecho que en los años treinta se construyera una central eléctrica que mediante un tubo de gran longitud, aprovecha la caída del agua que se ha desviado desde la garganta mediante un canal hasta las compuertas del tubo. Cuando el agua es abundante, rebosa por un aliviadero y se precipita por unas paredes de roca en otra cascada igualmente impresionante pero situada en la ladera oriental de la garganta. A Blasco Chico le dan agua otras cuatro gargantillas, también de gran belleza, que forman un cono limitado al norte por los picos de Cabezo, Curandera o Guirnaldera.

 Recorrido aproximado 19 kilómetros, 5 horas

OTROS PASEOS 

Escalera de caracol de acceso a la torre de la iglesia medieval de Las Torres

También hay otras dos excursiones posibles: la primera se halla en la parte baja de la garganta, ya en el valle del Tiétar, donde se encuentran los restos de la vieja población de las Torres, en la que, como su nombre indica, podemos ver los restos de dicha torre medieval que para algunos es un yacimiento que podría estar ya poblado en época árabe e incluso romana.

Paisaje del entorno de Gavilanes

Pasaremos también junto a otra construcción medieval, la ermita de la Virgen del Helechal a la que en tiempos pasados se hacía una gran romería de los pueblos circundantes pero que cayó en franca decadencia cuando en el siglo XVIII, durante una de esas fiestas brillaron las navajas en un gran tumulto que se formó por disputas entre los vecinos de pueblos diferentes. Se encuentra esta antigua ermita junto a un viejo camino, rodeada de encinas y con las paredes arruinadas pero recuperables. En el ábside hay restos de argamasa que indican la existencia de una antigua decoración con azulejos hoy desparecida.

Ermita de la Virgen del Helechal en ruinas, cerca de Gavilanes

La otra ruta sube a las cumbres de la sierra recorriendo el valle que alimenta con sus gargantillas a la de la Chorrera o de Blasco Chico.

Paisaje de Gavilanes

La garganta de Mijares también discurre al este del pueblo, y cuenta además de con viejos molinos a los que venían moler desde muchos kilómetros a la redonda, con hermosos charcos transparentes para bañarse, especialmente el conocido como El Tudón, además de otros como el Negrillo, Loaysa o el Calderas.

EL PUEBLO DE GAVILANES EN EL VALLE DEL TIÉTAR

EL PUEBLO DE GAVILANES EN EL VALLE DEL TIÉTAR

Ruinas de la iglesia de Las Torres, uno de los primeros poblados medievales de Gredos

Este pueblo se encuentra a caballo de la garganta de Mijares y de la de Blasco Chico y en su término se encuentran algunos de los restos más antiguos del poblamiento del valle del Tiétar.

Paneles de cerámica talaverana de Ruiz de Luna y Niveiro. Casi todos los pueblos de Ávila tuvieron rótulos de cerámicas Niveiro a la entrada de los cascos urbanos

El historiador local David Martino ha hallado útiles paleolíticos diseminados, y hachas pulimentadas del neolítico, así como dos castros situados en los parajes conocidos como “El Cerro” y la Pinosa, ya en término de Mijares, que nos han dejado puntas de lanza, cuchillos o brazales de arquero de la Edad del Bronce o algún ajuar funerario de la Edad del Hierro, en la que los vettones habitaban los poblados elevados de estos castros. Otro lugar de interés es el conocido como La Mina, donde se han explotado y procesado el hierro y el plomo desde hace siglos. Aquí y en otros sitios se ha demostrado también la presencia romana, visigoda, y árabe por fíbulas, monedas y cerámicas.

Buitre leonado en la sierra de Gavilanes

El puerto de Mijares es el segundo más accesible después del de El Pico, por lo que no es extraño el trasiego de diferentes civilizaciones por la zona, así como durante la Reconquista serían habituales las razzias de árabes y cristianos acometiéndose y atravesando la tierra de nadie que según las crónicas, fue Gredos durante aquellos años.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es IMG_7472.jpg

Una de las tres cuadrillas de “serranos”, los aguerridos soldados-pastores de Ávila que repoblarían su territorio, estuvo encabezada por la familia de Blasco Jimeno, caballero que tuvo un hijo al que se le conoció como Blasco Chico, el mismo nombre que tiene la garganta que cruza el término de nuestro pueblo, por lo que podemos deducir que Gavilanes habría sido fundado hacia 1135. Tenemos además noticias históricas que nos dicen cómo, hacia 1350, Alfonso XI mandó a Gil Blázquez repoblar entre otros lugares al sur de Gredos, los de Gavilanes y Las Torres. Lugar este último del que también quedan restos de la torre que le da nombre y de la iglesia, que se encuentran en término de Gavilanes por haber absorbido este pueblo su término al despoblarse. A finales de este mismo siglo, otro caballero llamado Juan de Ávila da un nuevo impulso repoblador a los aledaños de la garganta de Blasco Chico y su chorrera, que ya aparece en las crónicas.

Casco urbano de Gavilanes desde la sierra

Al igual que otros lugares que se encuentran al sur de Gredos, Gavilanes, como aldea de El Colmenar (Mombeltrán), pasaría a formar parte de los señoríos del condestable Ruy López Dávalos y después de don Álvaro de Luna hasta su ejecución. Más tarde recibirá el señorío de Colmenar de las Ferrerías, villa que hoy conocemos como Mombeltrán, el que la daría este nombre, don Beltrán de la Cueva. En el siglo XVIII se amojonan sus términos y en el XIX se añaden los de la aldea de Las Torres, la más vieja población del lugar que queda así desierta desde entonces.

Era en término de Gavilanes

En Gavilanes podemos ver algunas zonas con pintorescas construcciones, sobre todo en la zona sur del casco y en el barrio del Tinajero, en el norte. La iglesia es la típica construcción parroquial abulense en sillería granítica con torre cuadrada. En origen fue construida en el siglo XVI pero se halla muy reformada hoy día. El templo está bajo la advocación de Santa Ana, cuya imagen se encuentra en su retablo del siglo XVIII. Cuenta con pila de piedra agallonada y su correspondiente pililla de cerámica de Talavera.

 

EL CERAMISTA JUAN FERNÁNDEZ AUTOR DE UN PANEL DE PIEDRAESCRITA

UN PANEL DEL CERAMISTA JUAN FERNÁNDEZ EN PIEDRAESCRITA

Panel de la Visitación en Piedraescrita cuya autoría de Juan Fernández explico en este artículo.

Son muy pocos los grandes azulejeros talaveranos que firmaron sus obras, y son muy escasos los documentos que demuestran fehacientemente la autoría de los paneles de cerámica talaverana de primera época, aunque todavía no se han estudiado suficientemente los archivos parroquiales y los de las diócesis en busca de datos que nos confirmen la autoría de las obras.

Altar y retablo del lado de la epístola en Piedraescrita

Además de estos recursos documentales para asignar a los alfareros cada panel de azulejería, considero que aún está por explorar sistemáticamente una metodología que creo nos podría dar resultados positivos. Se trata de la comparación de todas estas obras entre sí por sus motivos y recursos decorativos, especialmente los colores, tanto en las figuras representadas como en los azulejos de repetición con sus variados motivos geométricos y vegetales. Ese cotejo de imágenes puede sin duda ayudar a identificar a los autores, pues se crearían así grupos de obras que se pueden asignar con mayor o menor certeza a un autor determinado para, con investigaciones documentales posteriores, ir asignando el nombre del artesano concreto a cada uno de esos grupos de obras.

Anagrama de la firma de Juan Fernández en el panel de la Santa Cena de Candeleda

Recientemente se ha realizado una magnífica restauración de la azulejería de esa joya de La Jara que es la iglesia de Piedraescrita.

El altar del lado de la epístola tiene en el centro del mismo una representación de la visita de la Virgen a Santa Isabel. Esta obra, tanto por sus colores algo más oscuros, menos vivos, como por la decoración de las columnas abalaustradas con decoración vegetal que flanquean la escena, es evidente que es obra mismo autor que el panel de la Santa Cena, una obra cumbre de la azulejería talaverana que se puede disfrutar en la iglesia de Candeleda y que es precisamente uno de las pocos paneles que diferentes autores consideran que es obra de Juan Fernández, a causa del anagrama ( JVº FRS) de su firma que se puede ver en una cartela de la predela inferior, bajo la escena de San Zacarías con San Juan Bautista en ella representado. Por otra parte, es evidente que han sido pintadas por la misma mano, especialmente por los pliegues de los vestidos y los árboles compuestos de varios niveles de follaje.

Arbolado del panel de Piedraescrita

Arbolado del panel de Candeleda

Tanto el padre Vaca y Ruiz de Luna, en su tratado sobre la cerámica talaverana, como Alice Frothingham han querido ver en las iniciales que figuran en el panel de Candeleda el anagrama de la firma de Juan Fernández por lo que podemos deducir que al menos ese panel de Piedraescrita tiene la misma autoría.

Columna abalaustrada del panel de Piedraescrita

La escena de la iglesia jareña está además flanqueada por azulejos que representan el famoso florón con el que Juan Fernández decoró los arrimaderos de El Escorial y otros palacios reales, aunque añade el color amarillo y el anaranjado a ese mismo diseño en azul y blanco que es más frecuente en los arrimaderos del gran monasterio. También se representan unos flecos simulados alternando el color azul y el amarillo que quieren imitar a los de los paños sagrados que decoran los altares. Esta simulación textil es muy frecuente en los altares de cerámica talaverana.

Columna abalaustrada del panel de Candeleda

Juan Fernández aparece por primera vez en 1565 como residente en la colación de la parroquia de El Salvador. En 1566 figura como testigo experto en los ensayos de esmaltes y pinturas que hace Jerónimo Montero en Talavera por mandato de Felipe II. Juan Fernández es también el maestro azulejero que fabrica por encargo del rey Prudente miles de azulejos para el monasterio de El Escorial.
Son varios los documentos que el padre Vaca estudia en el archivo municipal de Talavera que hacen referencia a este ceramista: un concierto para admitir a un aprendiz, dos poderes para cobrar cantidades que se le adeudaban y otro en el que su mujer manifiesta su deseo de ser enterrada como él en el convento franciscano de Talavera, hoy iglesia de San Francisco. Otro Juan Fernández de Oropesa que aparece en documentación posterior parece haber sido su hijo.
Creo que con mi hallazgo queda confirmada la presencia de la obra de Juan Fernández en Piedraescrita.

Florones que enmarcan el altar de Piedraescrita de Juan Fernández. Flecos bicolores que simulan los manteles sagrados  en la parte superior.

Panel de San Zacarías y San Juanito en el retablo de la iglesia de Candeleda

RUTA DE CASAVIEJA AL PUERTO DEL ALACRÁN Y OTROS PASEOS

RUTA DE CASAVIEJA AL PUERTO DEL ALACRÁN Y OTROS PASEOS

Vamos a ascender desde Casavieja hasta el puerto del Alacrán, uno de esos puertos secundarios que pasaban al otro lado de la sierra por caminos de herradura, y que servía para el intercambio de los productos diferentes que se cultivaban en la fría vertiente norte y los de la más cálida cara sur de la sierra.

Presa de los Castaños en el entorno de Casavieja, al comienzo de la ruta

Se trata de una senda marcada con señales blancas y amarillas que se toma desde la carretera que va a la zona recreativa de fuente Helechosa, cerca de la presa y fuente de los Castaños, aunque hay posibilidad de subir en bicicleta o todoterreno por las pistas forestales acortando el camino considerablemente, opción que podemos elegir orientándonos con el plano adjunto.

Chorreras en la garganta de la Cereceda

Si se hace completa, es una excursión dura que salva un desnivel de más de 1000 metros y discurre por una senda entre pinos y robles con algún tramo de bosque de galería junto al arroyo de la Cereceda. No hay problema con el agua pues encontraremos varias fuentes aunque en la parte alta hay algunas zonas en las que la senda es difícil de identificar.

 Recorrido aproximado 12 kilómetros, 7 horas ida y vuelta con el recorrido completo.

El entorno de Casavieja tiene hermosos parajes para pasear entre prados con sus pajares y bosques de fresnos y robles

Otro paseo muy ameno y tranquilo se puede hacer deambulando por la parte norte de la pequeña meseta sobre la que se sitúa el caserío de Casavieja, y recorriendo hermosos prados y bosques de robles, fresnos y pino.

Otra de las rutas en torno a Casavieja es la indicada ruta de los molinos

Por último, también podemos hacer una interesante ruta marcada que recorre los numerosos molinos ribereños de la garganta de la Cereceda, pasando por el bonito puente medieval de la Márgara y por un antiguo horno de tinajas. Otros pequeños arroyos y gargantas son también hermosos pero desgraciadamente en su cabecera nos encontraremos con el desolado aspecto de la sierra quemada en gran parte hace unos años.

Entrada de la rampa de uno de los molinos de Caavieja

ENTRAMOS A CASAVIEJA

ENTRAMOS A CASAVIEJA

Arquitectura popular en Casavieja

Casavieja es el último pueblo del señorío que venimos recorriendo, el señorío de La Adrada que ocupó la que ya en la Edad Media y todavía hoy conocemos como dehesa de La Avellaneda, un extenso territorio que asciende por las laderas de Gredos.

Balconcillos típicos en Casavieja

Casavieja no hace hoy día honor a su nombre, por haberse construido numerosas viviendas de recreo al norte del casco urbano. Ya no es, como decía Cela, “un pueblo tímido, con el nombre bien puesto”, aunque sí suponemos que seguirá siendo un “pueblo honesto y patriarcal”, como también lo define nuestro premio Nobel. Ese nombre nos indica la existencia de algún elemento constructivo antiguo, anterior a la época de repoblación, durante la que desde Ávila vinieron sus caballeros a conquistar y poblar la zona.

Portada norte de la iglesia de Casavieja

En el caserío deberemos conocer la iglesia parroquial, construida entre los siglos XV y XVIII, a la que se accede por una hermosa portada herreriana rematada en bolas. Su única nave está techada con sencillo artesonado mientras que la capilla mayor y una de las laterales se encuentran cubiertas con bóvedas góticas. El retablo principal  es del siglo XVIII y cuenta con algunas imágenes populares pero antiguas. También podemos ver un cuadro del siglo XVII representando a San Bartolomé y otras tablas del XVIII con la Dolorosa y el Nazareno, obra de Luis Martín Salamanca. La torre tiene tres cuerpos, los dos primeros de piedra y levantados en el siglo XVII, y el tercero de ladrillo y más moderno. También es interesante el sagrario con la representación de un pelícano como símbolo de Cristo.

Altar mayor y bóveda de la iglesia de Casavieja

Podemos recorrer su casco urbano, donde todavía quedan bastantes edificios representativos de la arquitectura vernácula con sus típicos balconcillos o “solanillas”.

Puente en Casavieja

LA GARGANTA DE NUÑO COJO Y UN POETA BOTICARIO

SUBIENDO LA GARGANTA DE NUÑO COJO DESDE PIEDRALAVES

Puente de la garganta Nuño Cojo

 El entorno de Piedralaves gira en torno a la garganta de Nuño Cojo que pasa por el mismo caserío. Es un paseo agradable subir entre pinos por la orilla de esta corriente. Uno de los viejos molinos ribereños, muy cercano a la población, todavía sirve como “fábrica de luz” pues sus aguas mueven una turbina. Más arriba podemos disfrutar de la piscina natural de “la Nieta”, y siguiendo el recorrido pasaremos por una fuente con una zona de pic-nic y los restos de otro molino que también fue batán, un artificio para desengrasar, limpiar y suavizar la lana a base de ser golpeada por un mazo movido por el agua.

Molino en la garganta de Nuño Cojo

Al final de la pista asfaltada que discurre paralela a la corriente de la garganta, se llega hasta la presa de abastecimiento de la localidad con su imponente muro hecho de grandes bloques graníticos. El embalse se sitúa en un bonito entorno de pinares que pueblan las orillas de las tres gargantillas que confluyen en él. Podemos hacer un recorrido por ellas subiendo por un camino que parte de la orilla oriental del embalse, y va rodeando el valle para llegar a unas pistas que nos puede llevar a Casavieja, o bien podremos descender de nuevo hasta un camino que cruza la garganta de Nuño Cojo por un puente de piedra cerca del que hemos pasado en nuestro ascenso.

 Recorrido aproximado 15 kilómetros, 4 horas.

Embalse en la cabecera de la Garganta de Ñuño Cojo

León Felipe

EL POETA BOTICARIO

 En 1919 el poeta León Felipe regentaría la farmacia de La Adrada durante un año. Este gran escritor de vida muy ajetreada, además de boticario fue comediante, mendigo y hasta pasó tres años en la cárcel por desfalco. Se alineó con el bando republicano en la Guerra Civil y se exilió en 1938. En alguno de sus poemas hay referencias a su paso por La Adrada:

¡Qué solo estoy Señor!

¡Qué solo y qué rendido!

de andar a la ventura

buscando mi destino

En este pueblo de Ávila escondido

pensando que no está aquí mi sitio

que no está aquí tampoco

mi albergue decisivo