LLEGAMOS A POYALES

LLEGAMOS A POYALES  DEL HOYO

Arquitectura popular de Poyales en uno de los magníficos almanaques que se publican en el pueblo con motivo de la fiesta de San Sebastián

Poyales es un pueblo situado en la falda de Gredos que podemos considerar como el primero de La Vera, porque tanto él como Candeleda, aun encontrándose en la provincia de Ávila, forman parte de esta peculiar comarca natural. Las higueras de Poyales producen un fruto de excepcional calidad que se exporta fresco o seco, y el aceite de sus olivares es también de los de los más valorados en la zona. Además de la parte serrana, Poyales tiene una zona de influencia en la vega, regada por el Arbillas y en la que se produce tabaco o pimentón, entre otros productos.

Uno de los molinos de agua del río Arbillas

Desde siempre esta localidad ha peleado legalmente en un largo contencioso con los pueblos vecinos de Arenas y Candelada pues, cuando en la Edad Media nuestro pueblo era simplemente una aldea dependiente de Arenas que se conocía como “El Foyo”, ambas villas se disputaban el entorno de Poyales, hasta que llegaron a un acuerdo para su aprovechamiento conjunto en 1472, dejando a nuestro pueblo solamente un pequeño término como ejido para que pastaran sus ganados de labor, lo que ha constreñido su crecimiento desde antiguo.

El llamado proindiviso está cubierto por una de las zonas boscosas, especialmente de robles, mejor conservadas y más extensas de Gredos

Pasa después a llamarse Aldeanueva de Poyales pero ni siquiera cuando consiguió su privilegio de villazgo en el siglo XVII, denominándose Villanueva de Poyales del Hoyo, consiguió ampliar su jurisdicción, lo que le ha llevado a mantener litigios hasta la actualidad por la jurisdicción sobre el llamado “proindiviso” de Candelada y Arenas. El nombre de Poyales deriva de los cultivos de lino a los que se dedicaba gran parte de su población en siglos pasados, ya que un “poial” es una de esas pequeñas terrazas regadas por arroyos en los que se cultivaba esa fibra vegetal. De hecho el caserío se funda en torno a una denominada “casa poial”.

Imagen de San Sebastián, patrón de Poyales del Hoyo

Entre los atractivos de Poyales contamos con un taller artesano que fabrica juguetes de cartón piedra y que tiene además un pequeño museo. Por otra parte, también puede visitarse “La Casa de las Abejas”, donde se observa a través de vidrios la actividad que desarrollan estos insectos en sus colmenas produciendo la miel y la cera. Es esta una curiosa aula de interpretación de la actividad apícola que entusiasma a los chavales.

Su fiesta más conocida se desarrolla en Enero y es la fiesta de San Sebastián durante la que se encienden luminarias y se reparten dulces típicos, además de la celebración de la Virgen de Gracia el 15 de agosto, típica festividad veraniega.

Retablo de la iglesia de Poyales del Hoyo

El casco urbano conserva rincones con la arquitectura tradicional de entramados, solanas y  curiosas chimeneas, en un abigarrado caserío que vale la pena pasear para ver también su iglesia  gótica de finales del siglo XV, cuyo ábside se cubre con bóveda de crucería. En el exterior podemos ver algunos adornos de ladrillo de tradición mudéjar y en el interior destaca un retablo barroco de finales del siglo XVII fabricado por un artesano de la cacereña población de Casatejada, y que es muy interesante por presentar algunos motivos decorativos similares a los de las iglesias americanas, con máscaras de aspecto indígena además de otros motivos vegetales muy originales.

ASCENDIENDO A LA MIRA POR LOS GALAYOS

ASCENDIENDO A LA MIRA POR LOS GALAYOS

 Partimos desde Guisando por la carretera que sube por el valle del río Pelayos, que en su naciente se conoce como vertiente de Los Galayos. Llegaremos junto a un puente que se halla cerca de un campamento juvenil. Por él podremos acceder, si vamos con tiempo o en alguna otra ocasión, al llamado “Pino Bartolo”, un árbol singular de grandes dimensiones que vale la pena visitar por ser un pino albar de 500 años de antigüedad que se encuentra rodeado de los “bartolitos”, otros pinos que forman un ameno conjunto. El camino es empinado pero vale la pena subir por lo solitario del lugar y por haber sido acondicionada e indicada la senda recientemente.

Pino Bartolo

 

Pero volvamos a la ruta principal. A Los Galayos se accede por una senda que parte de El Nogal de El Barranco, lugar en el que se acaba la carretera y en el que se sitúa un monumento a la cabra montesa autóctona, la Capra Hispánica.

Poco después de pasar el refugio, un poco más arriba, unos indicadores nos llevarán a una majada de cabreros restaurada en la que podemos ver los edificios que tradicionalmente constituían estos conjuntos ganaderos. En primer lugar cuenta con el chozo en el que habitaba la familia, en el que observamos una piedra que sobresale del muro en el lugar donde se hacía el fuego, para evitar así que las chispas prendieran en el techo de piornos. Solamente alguna alacena completa la sencilla estructura de estas construcciones.

«La cabra» del Nogal del Barranco

También podremos ver la quesera, otra especie de chozo circular situado siempre en zonas umbrosas y por cuyo suelo de piedras discurría una corriente de agua que mantenía fresco el queso producido en estos puestos de cabreros. Se trata en realidad de una ingeniosa nevera que permitía a estos ganaderos conservar el queso para no tener que hacer continuos viajes para vender su producto a las zonas habitadas. También podemos ver un pintoresco horno de pan, cochineras y chivitiles para guardar los cerdos o los cabritos respectivamente, o el berengón, otra construcción cubierta de techo vegetal pero con planta rectangular donde se guardaban las cabras.

Horno del puesto rehabilitado en el puesto de

La subida hacia los Galayos es al principio relativamente suave, aunque tanto el piso de la senda, como la pendiente, nos lo van haciendo cada vez más difícil. Pero al llegar junto a Los Galayos no nos arrepentiremos del esfuerzo, pues el paraje granítico con sus elevadas agujas pétreas es sobrecogedor. Los aficionados a la escalada tienen grandes alicientes para la práctica de este deporte en aquellas verticales paredes de piedra y, tanto los montañeros como los excursionistas pueden alojarse en el refugio Víctory, donde podemos curiosear el el mundillo y el ambiente de los escaladores.

Macizo de los Galayos

Seguimos subiendo por una senda donde nos tropezaremos con las monteses, para llegar al refugio en ruinas de Los Pelaos, y un poco más allá, por las praderas y piornales de las cumbres, accederemos a La Mira, gran elevación de 2343 metros de altura, el segundo pico más alto de Gredos después del Almanzor y de los picachos que forman el circo de la Laguna Grande. En su cumbre se levanta todavía una pequeña atalaya construida a piedra seca desde la que disfrutaremos magníficas vistas panorámicas sobre ambas vertientes de Gredos. La torreta se levantó para hacer señales telegráficas luminosas con espejos cuando no había otros medios de comunicación. Las praderas y arroyuelos de estas alturas con sus impresionantes vistas panorámicas harán que nuestro esfuerzo sea rentable.

Recorrido aproximado 15 kilómetros ida y vuelta, 7 horas y media.

Berengón para guardar el ganado en el puesto de cabreros

Hay también en la zona este del término de Guisando un pino resinero de unos doscientos años llamado el pino de La Víbora, y cerca del pueblo, una antigua casa forestal se ha habilitado como Casa del Parque, un aula de interpretación de la Sierra de Gredos que se puede visitar todos los días menos los martes. Si seguimos descendiendo por el río Pelayos por debajo del caserío encontraremos una senda por su orilla oeste que nos llevará hasta la carretera de Arenas a Poyales, donde hay un merendero. Antes habremos pasado por la Charca Verde, un lugar de baño con encanto natural.

SUBIMOS A GUISANDO

SUBIMOS A GUISANDO

Guisando y el valle del río Pelayos

Parece que fue en torno a unas majadas de cabras que se fue articulando el caserío que daría lugar a este pintoresco pueblo de Guisando. Fue siempre aldea de la Villa de Arenas hasta que adquirió su privilegio de villazgo por concesión de Carlos III en 1760, año que figura en la base del rollo jurisdiccional erigido en la nueva villa.

Rollo jurisdiccional de Guisando

El pueblo es muy pintoresco tanto por sus paisajes como por su arquitectura popular que conserva muchos rincones para fotografiar, aunque como sucede en tantos lugares de la zona han ido disminuyendo ante el empuje urbanístico del turismo. Camilo José Cela habla también de Guisando en su precioso libro de viajes por Gredos “Judíos, Moros y Cistianos” en el que además de referir que por su tez y altura las mujeres de Guisando parecen godas y las de Candeleda moras, cuenta la anécdota de cómo le refirieron que en el pueblo había “protestones”, curiosa forma de denominar a un grupo de protestantes que históricamente hubo en la población y que llamaba la atención en tiempos pasados por lo difícil que resultaba mantenerse una comunidad así en la España del nacional catolicismo.

Algunas fotos antiguas de Guisando se exhiben por sus calles

Pío Baroja también pasa por aquí y en su novela “La Dama Errante” comenta “Llegaron a la vista de Guisando. Desde lejos, el pueblo era bonito, con sus tejados rojos y su aspecto de aldea suiza; pero dentro no tenía nada que celebrar: Las calles están llenas de barro y los cerdos andaban entre la gente”.

Como vemos, siempre aparece Guisando como pueblo pintoresco. Todavía quedan hermosos rincones con los elementos típicos de la arquitectura serrana de balcones y solanas con algún entramado y tal vez una mayor superficie de paredes blanqueadas que en otros pueblos de la comarca, lo que hacía decir a Cela que “Guisando es caserío blanco como paloma y sosegado igual que el agua de la fuente clara”, aunque anteriormente era mayor el número de fachadas de mampostería desnuda o revocada y pintada de añil.

Arquitectura popular de Guisando

La iglesia parroquial está bajo la advocación de la Purísima Concepción y es de construcción reciente, aunque no desentona con el entorno y guarda todavía algunas pinturas de mérito en su retablo del siglo XVIII. En la ermita que se halla a la entrada del pueblo podemos ver azulejería talaverana del siglo XVI.

Sus fiestas patronales son el 29 de septiembre en honor de San Miguel, aunque en invierno los carnavales son muy celebrados y nos permiten ver a las mujeres ataviadas con el traje típico. Además, el domingo de Resurrección se celebra el día del huevo en que se pintan huevos cocidos con tintes naturales para dárselos a los niños.

Rincón pintoresco de Guisando

RUTA POR RIOCUEVAS A LAS CHORRERAS DE LA LANCHA

RUTA POR RIOCUEVAS A LAS CHORRERAS DE LA LANCHA

Embalse de Ríocuevas al comienzo de nuestra ruta

Este río nace de la espalda de los Galayos, desde donde se dirige en dirección sudeste hacia Arenas de San Pedro. Pasa por las majadas del Hoyuelo, y después por unas pintorescas chorreras por donde el agua se reparte en chorros y láminas de agua que discurren por el batolito granítico. Junto a estas chorreras se pueden observar unos magníficos ejemplares de pino autóctono, tal vez los más impresionantes de la sierra. Sigue después bajando el río por un cauce cubierto de cepellones.

Haciendo queso en un chozo, aunque los «reores» o moldes ya no son de esparto sino de plástico

Pero nosotros vamos a ascender desde Arenas y para ello comenzaremos nuestro recorrido desde la presa del mismo río que se encuentra junto a la salida de Arenas por la carretera de Guisando. Daremos un agradable paseo por las orillas del embalse subiendo hacia la cabecera de la presa, para después ascender por un camino que nos lleva a la carretera antes aludida.

Chorreras sobre La Lancha

Por ella iremos entre pinares, castaños y olivares hasta la población de Guisando que recorreremos hasta su salida por la pista asfaltada que lleva hacia el Nogal del Barranco. Junto al hostal que allí se sitúa, parte una pista que nos llevará hasta una explanada en la que hay una fuente con su pilón y un refugio. Allí tomaremos un camino que sube en dirección norte y llegaremos a cruzar un arroyo. Subiremos ese arroyo por la orilla sur y contemplaremos los ya referidos monumentales pinos autóctonos y unas chorreras que descienden lamiendo grandes bloques graníticos en un paraje singular.

La flórula en primavera es muy variada y abundante en nuestro recorrido

Por ese mismo camino podemos seguir unos dos kilómetros hasta un puesto de cabreros que conserva los chozos, berengones y otras construcciones tradicionales.

 Recorrido aproximado 18 kilómetros ida y vuelta, 5 horas

EL PALACIO DEL INFANTE DESTERRADO EN ARENAS Y VELADA

EL PALACIO DEL INFANTE DESTERRADO EN ARENAS Y VELADA

Palacio de la Mosquera en Arenas de San Pedro, construido para residencia de Luis de Norbón

En Arenas de San Pedro pasó sus últimos días el infante don Luis de Borbón. Había nacido en 1727 y sus padres fueron Felipe V e Isabel de Farnesio. Su hermano mayor fue el rey Fernando VI, pero al morir sin descendencia fue otro de sus hermanos, Carlos III, que a la sazón reinaba en Nápoles, el que se convirtió en el cuarto Borbón de la monarquía española ya que el rey Luis I tuvo un reinado de muy corta duración por su muerte prematura y, de hecho, a nuestro personaje se le puso por nombre Luis en recuerdo de su hermano mayor fallecido.

Familia del infante don Luis pintado por Goya, probablemente entre Arenas y Velada

Con ocho años de edad es nombrado cardenal de Toledo. Éste y otros cargos, entre los que contaba ser maestre de las cuatro órdenes militares fueron atendidos por administradores que gestionaban su considerable fortuna, mientras que Luis residía en la Corte y nunca se ordenó sacerdote, renunciando en 1754 al capelo cardenalicio por graves problemas de conciencia, debido a que, como buen Borbón, su obsesión por el sexo era casi enfermiza, por lo que después de numerosas escapadas y devaneos renunció a la púrpura cardenalicia. Incluso llegó Carlos III a desterrar al pintor Paret por haber hecho presuntamente de alcahuete del Infante en sus salidas amorosas. Entre otras, hubo una amante llamada Mariquita, que tuvo un hijo de sus relaciones y fue desterrada a Palencia por el Consejo de Castilla. Se sabe también que contrajo una enfermedad venérea que hizo renunciar por miedo al contagio a alguna de las reales candidatas a contraer matrimonio con el Infante.

Puerta principal del palacio de La Mosquera

La legislación de entonces, que exigía que el rey fuera nacido en España, habría llevado a que la sucesión de Carlos III no hubiera recaído sobre su hijo, el futuro Carlos IV, sino sobre su hermano Luis, por lo que tanto el Rey como Isabel de Farnesio hicieron toda clase de maniobras para impedirlo, hasta el punto de que Carlos III se llevaba a su hermano a las cacerías para evitar cualquier tipo de intriga que le llevara a la sucesión e incluso al trono.

Acceso por la escalera principal al palacio de La Mosquera

Conociendo de su inclinación por las mujeres, el rey permitió que Luis se casara con una mujer sin sangre real, hija de un militar y de la condesa de Torresecas, lo que sirvió de pretexto para apartarle de la línea sucesoria, siendo incluso desterrado de la corte, de la que debía mantenerse apartado una distancia determinada. Primero se pensó en que residiera en Talavera, pero la distancia a Madrid no era suficiente, por lo que pensó en construir un palacio en Arenas de San Pedro. Mientras se construía el edificio, don Luis vivió largas temporadas en el palacio de los Marqueses de Velada, villa a la que se trasladó frecuentemente con su familia y en la que residió con su pequeña corte, compuesta entre otros por músicos como Bocherini y pintores como Goya o Paret. Fue dueño de colecciones artísticas y científicas de gran valor para la época. En Velada nacieron sus dos hijas y se conservan en su iglesia las crismeras con las que recibieron el bautismo y que regaló el infante a la parroquia. Una de estas “velaínas” sería más tarde la condesa de Chinchón y con ella se casaría el valido Godoy. Fue don Luis protector de las artes y Goya pintó retratos tanto de toda la familia del infante como de las de sus hijas, como el famoso de la condesa de Chinchón que se encuentra en el museo del Prado y en la que se ven las cumbres de Gredos al fondo.

La «velaína» Condesa de Chinchón pintada por Goya

El Infante murió en Arenas, su cadáver fue llevado a la capilla del monasterio de San Pedro y constan en los escritos las protestas de los monjes por mantenerse allí el cuerpo en putrefacción. En 1800 fue llevado con todos los honores a El Escorial. Su sobrino Carlos IV, de paso por Velada, quiso visitar las estancias en las que vivió su desgraciado tío. Su mujer tuvo prohibido ver a sus hijos durante siete años hasta que el Rey lo permitió compadeciéndose de ella, que pasó largas temporadas en Velada. Los sirvientes del Infante vendieron gran parte del patrimonio del palacio de Arenas y muchas de las pinturas y ricos adornos fueron a parar al palacio de Boadilla del Monte, que también perteneció a don Luis.

Jardines de la Mosquera reproducidos en su diseño como los jardines franceses del gusto de la época y de la casa Borbón

EL PALACIO

Sobre el elevado paraje de La Mosquera cedió el ayuntamiento de Arenas los terrenos necesarios para la construcción del palacio del Infante, a cambio de realizar algunas obras de interés para el municipio.

La condesa de Chinchón de niña en un retrato de Goya en el que se ven las cumbres de Gredos.

Se encomendaron los planos a Ventura Rodríguez, que realizó una traza de líneas sencillas. Las obras comenzaron en 1780, aunque finalizaron tres años más tarde sin que se hubieran realizado más que en un sesenta por ciento de la superficie del proyecto inicial, ni se hubiera acabado en todos sus detalles la magnífica portada principal con tres arcos, sobre los que se sitúa un balcón con balaustrada y seis columnas dóricas adosadas. De los jardines apenas queda nada de lo que fueron, pues han desaparecido los adornos, fuentes y esculturas, además de las exóticas especies que los poblaban. En la cercana Casa de Oficios vivían los sirvientes y también había cuadras donde se alojaban los caballos y los perros que tan frecuentemente utilizaba el Infante en su mayor afición después del sexo, la caza. De los cuatro torreones que remataban las esquinas del edificio solamente se construyeron dos. En el interior son de destacar su escalera monumental, sus pisos de piedra, sus novedosas letrinas o el patio con una sencilla fuente.

Vista desde una de las ventanas del palacio de la Mosquera similar al del retrato de Goya de la Imagen anterior.

Pocos años más tarde, invadida España por los franceses, utilizaron el palacio como cuartel general durante su estancia en Arenas y quemaron la villa, sufriendo su población la brutal violencia de las fuerzas napoleónicas.

RUTA A LAS CUEVAS DEL ÁGUILA POR LOS LLANOS

 RUTA A LAS CUEVAS DEL ÁGUILA POR LOS LLANOS

Ermita al inicio de nuestra ruta

Hoy vamos a conocer ese primer núcleo habitado que dio origen a esta población de Arenas y también iremos a las famosas Cuevas del Águila, que se encuentran en el término de Arenas de San Pedro. 

Compuertas de las conducciones de agua del antiguo martinete de Juan Ruliere en Arenas de San Pedro

Desde el llamado puente romano de Arenas tomamos el camino que sale inmediatamente después de cruzarlo por la calle del Martinete, llamada así por haberse situado allí un martinete de batir cobre construido por el francés que fue director de las reales Fábricas de Seda de Talavera y alcalde de Arenas de San Pedro don Juan Rulière. Todavía se puede ver el canal que llevaba el agua hasta esta instalación industrial de siglo XVIII, aunque sus edificios ya han sido sustituidos por naves modernas.

Rótulo de la fuente de Las Brujas en el inicio de nuestro recorrido coincidente con la senda de los Pescadores

Seguimos el camino y dejamos a la derecha, en la otra orilla, las depuradoras de aguas residuales de Arenas. Vamos entre pinos y algunos robles con el monte muy agreste de la otra orilla. Llegamos a la confluencia con el río Pelayos y ascendemos por su orilla norte hasta un viejo puente por el que cruzaremos a la otra orilla para tomar después una senda que desciende paralela al río Arenas aunque bastante elevada sobre el cauce.

Senda de los pescadores por la pista que seguimos en nuestra ruta

Esa senda coincide durante un tramo con una pista forestal que deberemos abandonar para seguir de nuevo la senda que desciende hasta Los Llanos, antiguo despoblado habitado al menos desde el siglo XIV del que solamente se conservan las ruinas de la iglesia junto a un viejo puente desafortunadamente restaurado. A partir de ahí el río discurre por la vega entre regadíos y pequeñas parcelas de huerta hasta su desembocadura en el Tiétar.

Parajes del antiguo despoblado de Los Llanos

Seguimos después por la pista que nos lleva a las cuevas del Águila, descubiertas por unos niños jugando, aunque pusieron en riesgo su vida pues se les acabó la vela o candil que llevaban, y hubieron de buscar la entrada a tientas. Sus grandes salas, muy bien iluminadas, nos hacen disfrutar de una gran variedad de tonalidades en sus formaciones calizas y de caprichosas formas en sus estalactitas y estalagmitas, que a veces sugieren a la imaginación curiosas figuras. 

Restos de Iglesia de Los Llanos

Volveremos a Arenas por la carretera de Los Llanos, que llega a las elevaciones situadas al sur del casco, discurriendo entre parcelas de higueras, cerezos, olivares y huertos con buenas vistas sobre el valle del Tiétar. O también podemos volver siguiendo el margen izquierdo u oriental del río Arenas siguiendo la llamada Senda de los Pescadores que ya hemos descrito en otra entrada de este blog.

Una de las formaciones calizas de las Cuevas del Águila

 Recorrido aproximado 14 kilómetros, 3 horas y media más la visita a las cuevas del Águila

Flora en Arenas de San Pedro

ARENAS DE SAN PEDRO CAPITAL DEL VALLE DEL TIÉTAR

ARENAS DE SAN PEDRO CAPITAL DEL VALLE DEL TIÉTAR

Iglesia de Los Llanos, primera población de la que derivó Arenas de San Pedro

Probablemente el nombre de esta localidad se deriva de la existencia de los arenales traídos y depositados por su garganta en las inmediaciones del actual caserío. San Pedro de Alcántara, patrón de Extremadura y Portugal vino a morir aquí, donde fundó el monasterio franciscano del que luego hablaremos, y de ahí el apellido de esta localidad.

La arqueología de Arenas ha dado hasta ahora pocos resultados sobre pueblos prehistóricos, aunque su término, como todo el entorno, estuviera sin duda habitado por los vettones antes de que los romanos aprovecharan sus recursos mineros de hierro.

Castillo «de la Triste Condesa» en Arenas de San Pedro

El primer asentamiento de su territorio se situaba en la zona de explotación minera de Los Llanos, al sur de su territorio, en el que hoy día todavía podemos ver su antigua iglesia convertida en ermita de Nuestra Señora de los Llanos, de propiedad privada. Este poblado es abandonado según la leyenda cuando una plaga de termitas acaba con los edificios tras una aparición de la Virgen del Pilar en 1054 en el llamado Ojo de la Jara, paraje donde se sitúa el actual casco urbano de Arenas, que entonces era una zona boscosa en la que vivían ermitaños agustinos y los pastores que encontraron la imagen, a los que desde entonces se llamó “pilaretes”. Aunque no solo hubo este asentamiento minero llamado de La Tablada, sino que la propia Arenas y su entorno, incluido Ramacastañas, eran conocidos desde la Edad Media como Las Ferrerías de Ávila, por sus minas y por haber sido repoblada la zona por la ciudad amurallada.

Ventana en el castillo de Arenas de San Pedro

Hay algunos hallazgos arqueológicos que nos hablan de la presencia musulmana en la zona pero es en el siglo XIV cuando Rui López Dávalos consigue del Rey segregar este valle del  de la ciudad de Ávila, concediendo a Arenas su privilegio de villazgo, para, al poco tiempo, lograr que Enrique III se la otorgue para ser así su primer señor feudal, ya que su lugar preeminente en la corte como Condestable le otorgaba gran influencia sobre el monarca.

Dávalos es quien inicia la construcción del castillo de Arenas. Una gran fortaleza levantada con el esfuerzo y contribución de los habitantes del señorío y que ha sufrido numerosas vicisitudes a lo largo de su historia. Cuando cae en desgracia el condestable Dávalos, el castillo pasa a los Pimentel, y su heredera doña Juana Pimentel hereda el castillo, donde se retira tras la ejecución de su marido, don Álvaro de Luna, por lo que se la conoce en la época como “la Triste Condesa”, y así firmaba ella misma. Después, con su hija María de Luna, pasaría a los Mendoza, duques del Infantado. La fortaleza sufre diferentes asedios e incendios que afectan a su estructura, sobre todo en el siglo XIX, cuando es atacado en la Guerra de la Independencia y en las guerras carlistas de 1838. En 1853 es donado al ayuntamiento por el duque de Pastrana para instalar en él el cementerio, aunque también tuvo en algunas épocas funciones de prisión. En la actualidad, ya restaurado, su patio sirve como escenario de actividades culturales y su torre del homenaje cuenta con una muestra de la época medieval y con sala de exposiciones y salón de actos.

Arquitectura popular en Arenas de San Pedro

Se trata de una estructura cuadrangular con torres redondas en las esquinas y una gran torre del homenaje de planta rectangular, con otras pequeñas cuadradas en los lienzos sur, oeste y norte, mientras que en el lienzo oriental su espacio lo ocupa la gran torre del homenaje. Las estructuras que ocupaban el interior han desaparecido pero en sus muros vemos algunas ventanas góticas geminadas enmarcadas en un ajimez mudéjar, algún balcón amatacanado y un balcón modificado en varias épocas. Es monumento histórico artístico desde 1931.

Puente medieval de Arenas de San Pedro, en primer plano la captación del canal del antiguo martinete que fue propiedad de Juan Ruliere, director de las Reales Fábricas de Seda de Talavera

El castillo defendía el puente llamado de Aquelcabo sobre la garganta y a su vez la fortaleza era defendida por ese lado por la propia corriente. Este puente cuya fecha de construcción es difícil de precisar pero que podemos datar en torno al siglo XV, como sucede con otros muchos puentes medievales es conocido como “puente romano”, o también “puente viejo”. Tiene un arco central de mayores dimensiones y dos laterales.

Iglesia de Arenas de San Pedro

Igualmente se encuentra muy cerca del castillo la iglesia parroquial bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción y dedicada a la Virgen del Pilar. Se trata de una construcción que se comienza en el siglo XIV, de donde procede su factura gótica con su espacio interior distribuido en tres naves cubiertas con bóvedas ojivales sobre pilastras y un ábside cuadrado también abovedado. La decoración de bolas nos habla del característico gótico abulense así como su magnífico púlpito de granito. De época posterior es una torre cuadrangular renacentista a la que se asciende por una escalera situada en la curiosa estructura semicilíndrica adosada al exterior. Se remata con balaustrada y es llamada de Santa Bárbara por una inscripción típica de muchas torres encomendándose a la santa para defenderse del rayo.

Decoración en azulejería talaverana de Ruiz de Luna en la iglesia de Arenas de San Pedro

En su capilla mayor destaca la magnífica cerámica talaverana del gran artista Juan Ruiz de Luna, con una serie de paneles sobre los santos de la diócesis de Ávila. A un lado los mártires y en el otro los confesores, aunque hay otros paneles en la iglesia de mayor antigüedad (siglo XVI). Además, debemos destacar en la capilla mayor una pintura de la escuela de Murillo sobre la Asunción.

Humilladero de Arenas de San Pedro

También es gótica la ermita del Cristo del Humilladero que, como tal, se sitúa en una de las entradas de la villa, la oriental.

Del palacio y el convento hablaremos en otra entrada

SUBIDA AL PUERTO DEL PEÓN

SUBIDA AL PUERTO DEL PEÓN

En nuestra subida podemos observar el espaldar de los Galayos desde el camino al puerto del Peón

 Nace el río de Cantos en la zona del espaldar de Los Galayos, risquera de grandes agujas apropiadas para la escalada de la que hablaremos más adelante, y en las elevaciones cercanas al Puerto del Peón, hasta el que sube una senda que en algunos tramos se convierte en camino bien calzado, y cuyo recorrido es relativamente suave desde El Hornillo hasta coronarlo.

El brezo es la flora dominante en el camino de subida al puerto del Peón

Es también una bonita excursión en la que podremos disfrutar de unas hermosas vistas sobre la vertiente norte de la sierra y desde donde, si lo deseamos, en un paseo agradable por la cuerda también podremos acercarnos entre cabras monteses hasta la cumbre de La Mira.

Puerto del Peón desde La Atalayuelas

Cerca del pueblo y del inicio de nuestra excursión, el río Cantos cuenta con parajes de gran belleza y en él podemos disfrutar de pozas en un entorno pintoresco como el Charco Verde o la muy conocida charca de La Francisca, con una fuente dedicada a las truchas y por la que se pasa cuando por una carretera forestal nos dirigimos a los prados de Mingo Fernando, un paraje de los más accesibles si desde allí queremos ascender a otros lugares de la garganta o al espaldar de Los Galayos.

Puerto del Peón

También en el entorno del Hornillo se encuentra el Ríocuevas, en el que se encuentran unas hermosas chorreras sobre grandes moles graníticas por las que se desliza el agua.

Chorreras del Ríocuevas

Cerca de ellos en el camino de ascenso a las chorreras hay ejemplares de pino autóctono de grandes dimensiones.

Grandes pinos de Ríocuevas

UN PASEÍTO POR EL HORNILLO

EL HORNILLO

Rollo jurisdiccional de la villa de El Hornillo

Otro de los afluentes que van a desembocar al río Arenas es el río o garganta de Cantos, que en su tramo más alto se denomina arroyo de Pinarejos.

Puente sobre el río Cantos en El Hornillo

Esta corriente de agua se encuentra vinculada a El Hornillo, otra pequeña población que históricamente fue aldea de Arenas de San Pedro hasta su emancipación por privilegio de villazgo en 1752, aunque ya en el siglo XII hay en una relación de aldeas abulenses una referencia a El Hornillo.

Una de las fuentes de El Hornillo

La arquitectura popular, el rollo jurisdiccional, la ermita de San Marcos o las fuentes del casco son algunos de los atractivos de El Hornillo, ya que la iglesia parroquial es de moderna construcción.

Flora en las orillas del río Cantos junto al Hornillo

LA IGLESUELA DEL TIÉTAR

LA IGLESUELA DEL TIÉTAR

La Iglesuela con Gredos al fondo

Vamos a recorrer hoy la zona más septentrional de la Sierra de San Vicente, visitando un pueblo que, aunque están actualmente incluidos en el territorio de Castilla-La Mancha, históricamente formaron parte del alfoz de la poderosa ciudad de Ávila.

La Iglesuela se encuentra en pleno valle del Tiétar y su término asciende incluso por las laderas de Gredos. Perteneció al señorío de La Adrada hasta que se independizó como villa a mediados del siglo XVII.

Ayuntamiento de La Iglesuela

Debemos dar una vuelta por el casco urbano y observar su arquitectura popular, de la que todavía quedan no pocos edificios con las características típicas de las construcciones serranas abulenses. Los tejadillos voladizos, las balconadas de algunas fachadas y los perfiles largos de los tejados, con escasos huecos en sus muros graníticos, son algunas de las características más significativas.

Arquitectura popular de La Iglesuela

Otra peculiaridad de La Iglesuela es la abundancia de fuentes tanto en el casco urbano, donde llevan el nombre del barrio en el que se sitúan, como en los alrededores. Casi todas están abovedadas con sillares de piedra y tienen lavaderos o pilones para beber el ganado, también labrados en el mismo material. Junto al pueblo, en las agradables praderas de El Ejido hay varias, una de ellas algo más ornamentada y con un largo abrevadero para facilitar el acceso a los rebaños numerosos de ovejas.

Una de las fuentes de La Iglesuela

La iglesia parroquial es del siglo XVI construida en estilo herreriano, aunque no hace honor al nombre del pueblo, ya que no es ésta una “iglesuela” sino más bien un templo de interés con grandes proporciones, especialmente la torre. Su perfil es peculiar por ser de menor altura la nave principal que la capilla mayor.

Vista de la torre de la iglesia y el caserío de La Iglesuela

La construcción es de buena sillería con bóvedas de crucería y altos pilares octogonales que separan las tres naves. La capilla bautismal es una pequeña dependencia granítica con bóveda de cañón, mientras que una hermosa cúpula de sillería cubre la capilla mayor. Es de resaltar también el pórtico y el atrio que rodea al templo.

Capitel y zapata de la iglesia de La Iglesuela

A unos quinientos metros del casco urbano, en dirección norte, parte un camino a la derecha que nos llevará hasta la curiosa Ermita de la Fuente Santa, a la que se dirige una bonita romería a primeros de Mayo, pues es muy venerada en la comarca la Virgen de la Fuensanta por las propiedades curativas atribuidas a la fuente, que se sitúa en los mismos muros de la edificación.

Canto de la salve en la procesión de la Virgen de la Fuente Santa

El 1 de mayo se lleva en procesión la imagen a la ermita y en el paraje conocido como la Cuesta del Arroyo se le canta una salve popular entre la emoción de los concurrentes. Ya en la ermita se come un bollo típico llamado “jornajo”.

Ruinas de la ermita del Cristo antes de su restauración parcial

A la entrada del pueblo, pero desgraciadamente en estado de ruina, se encuentra la ermita del Cristo que contaba, al igual que la iglesia, con magníficos retablos de azulejería talaverana del siglo XVI.

Página Talavera y su Tierra de Miguel Méndez-Cabeza Fuentes

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies