MONASTERIO JERÓNIMO DE SANTA CATALINA

MONASTERIO JERÓNIMO DE SANTA CATALINA

HISTORIA

Monasterio de Santa Catalina con la cúpula en construcción y los claustros delante

 Como vimos en el capítulo referente a la Colegial, el Arzobispo de Toledo, D. Pedro Tenorio, a finales del siglo XIV, visto el escandaloso proceder de los canónigos de la iglesia mayor de Talavera, les ofreció llevar vida reglada, enclaustrándolos en un monasterio que a la sazón fundaría en el actual solar del convento de Santa Catalina, más conocido hoy por los talaveranos como San Prudencio. No fue del agrado de los canónigos la propuesta y el arcipreste de Hita nos describe su descontento en el Libro del Buen Amor.

Foto de Clifford de mediados del siglo XIX donde se aprecia todavía el edificio más meridional del claustro hoy desaparecidodesaparecido

El arzobispo había acompañado su oferta con la donación al futuro convento de numerosas propiedades, entre las que destacaba por su rentabilidad la de tres casas de aceña (molino de rueda vertical) que el arzobispo había heredado de su madre, los llamados molinos de Calbete, que pudieran ser los conocidos más tarde como molinos de Abajo. Al no ser aceptadas las condiciones por los canónigos, se lo propone a los jerónimos y envían para la nueva fundación, la cuarta de esta orden, a doce frailes del monasterio de la Sisla en Toledo que eligen como prior a fray Gonzalo de Olmedo. Se pone el nuevo convento bajo la advocación de Santa Catalina, a la que D. Pedro Tenorio tenía gran devoción, heredada la parecer de su madre, pues recordemos que tanto el puente como los molinos y el hospital de Puente del Arzobispo estaban también bajo el patrocinio de esta santa cuyo símbolo, la rueda con la que sufrió martirio, podemos contemplar en el testero de la iglesia, en el escudo de cerámica del monasterio que se encuentra en el Museo Ruiz de Luna y en el dintel de la puerta de entrada de los molinos de Puente del Arzobispo.

Rueda de Santa Catalina en el ábside del monasterio de su mismo nombre

Juan Ortiz Calderón era un caballero talaverano que poseía una gran fortuna; al parecer mató a un alcalde de nuestra ciudad y, desterrado en Portugal, conoció al obispo de Coimbra que entonces no era otro que D. Pedro Tenorio, al cual nombra su albacea testamentario. Entre las muchas propiedades de Juan Ortiz se hallaban las dehesas de Valdemorales, Pompajuela y Castellanos. En esta última, situada en el actual término de Alcaudete, dejó mandado se fundase un monasterio de jerónimos. Tenorio consideró más adecuado, por lo insalubre del terreno y por la insuficiencia de la dote, que la nueva institución se afincara en Talavera y para ello añadió al patrimonio del futuro convento varias paradas de molinos y algunas fincas que había heredado de su madre, Juana Duque, nacida en Talavera. Parte del terreno necesario para la construcción de la iglesia y las dependencias monacales, de muy inferiores proporciones a las actuales, fue cedido por los canónigos de la Colegial y otra parte fue donada por el concejo de la villa, comprando más tarde el monasterio manzanas enteras con diversas donaciones de talaveranos acaudalados.

Escudo de la orden jerónima en el muro sur del templo

El  Monasterio de Santa Catalina tenía por ello gran número de propiedades en toda la comarca, según Ildefonso Fernández, superiores a las de los otros dos grandes cenobios jerónimos, el de Guadalupe y el de El Escorial, ya que fue recibiendo durante siglos numerosas donaciones llegó a ser la mayor potencia económica de la comarca y el primer terrateniente. Estaban bajo su dominio la tercera parte de todos los bienes de instituciones religiosas. Cuando se desamortizó el convento era el décimo propietario de la provincia por la extensión de sus fincas.

Además de las propiedades ya enumeradas se donaron al monasterio grandes fincas como Maricantarillo, al sur de Talavera -cerca de las barrancas del Águila- las fincas de La Alcoba, El Pinar y Torrejón, situadas todas en el ámbito de El Casar de Talavera. Estas últimas posesiones estaban enclavadas en antiguos yacimientos romanos y guardaba por ello el monasterio una magnífica colección de monedas y otros objetos hallados allí. La dehesa de Lientes -junto al arroyo del mismo nombre-, numerosas posadas de colmenas, otras fincas cercanas a Talavera como Las Jarillas y Las Albueras. Propiedades diversas en Espinoso, Piedraescrita y Villar del Pedroso, Brujel, Gamonal, Calera, Fuentelapio y Valdeazores además de innumerables censos, capellanías y memorias que hacían de este monasterio de Santa Catalina una de las instituciones religiosas más ricas de España. Además, regentaban los frailes una botica que abastecía a la comarca, tenerías, lagares, molinos y aceñas del Tajo que tenían una elevada rentabilidad. En el siglo XVIII por ejemplo, llegó a tener hasta diez mil cabezas de ganado lanar.

Pueden todavía encontrarse numerosas superficies que estaban pintadas en los claustros mudéjares deSanta Catalina y hoy ocultas

Pedro Tenorio solamente tenía labrados el claustro alto y bajo con dos órdenes de celdas, sirviendo de iglesia que luego se denominó capilla del capítulo a la cual entraba el pueblo a través de la puerta del Serafín. Por ella también se accedía al cementerio de la Colegial, situado frente a la conocida entonces como calle Empedrada.

Por bula del papa Nicolás V se permite la construcción de un nuevo templo que comienza a edificarse en 1452, en presencia del arzobispo Alonso Carrillo, que se encontraba en Talavera y asistió al acto de “echar los cordeles”.

Detalle de la decoración del ábside de Santa Catalina

En 1455 se procedió a la construcción de una iglesia de mayores proporciones. Según el Conde de Cedillo, en la decoración del retablo intervinieron Juan de Borgoña y Copin de Holanda. Este templo ocupaba el espacio de la nave actual y a mediados del siglo XVI se construyó el crucero y la capilla mayor por bula de Pablo III, con la oposición de la Colegial que entabló un pleito contra el monasterio. Felipe II pernoctaba en el convento siempre que pasaba por Talavera. En 1624 se reconstruyó el cuerpo de la iglesia.

Varios fueron los monjes ilustres de este monasterio, el predicador Fray Alonso de Plasencia, los dos priores historiadores de Talavera, Fray Andrés de Torrejón y Fray Alonso de Ajofrín, y Fray Pedro de los Molinos, llamado así por ser arquitecto e ingeniero hidráulico que diseñó y construyó numerosas obras de aceñas y molinos de Talavera, Puente del Arzobispo y otros lugares de España. Fray Alonso de Oropesa fue su prior en tiempo de los Reyes Católicos. Fue familiar de Fray Hernando de Talavera y General de la Orden Jerónima.

Detalle de la decoración del ábside

También Cedillo nos dice que «durante la Guerra de la Independencia y con motivo de las varias estancias de los franceses en Talavera el convento quedó muy mal parado…el claustro bajo convirtieron en cuadra, la iglesia en depósito de granos, el claustro alto en enfermería, los panteones fueron abiertos, el molino de aceite destruido y las imágenes quemadas».

La decadencia del monasterio comienza en el siglo XVIII y tras varios escándalos de índole sexual y económico, que requieren la presencia de visitadores que inspeccionan las costumbres y la gestión económica de la institución, acaba por cerrarse en 1821 por un decreto de las cortes durante la oleada revolucionaria de Riego. Se abre otra vez en 1823 con la reacción absolutista para cerrarse definitivamente en 1835. Con la desamortización se vende su edificio y propiedades en lotes que se destinan a cuartel, casa de vecindad, fábrica de sedas y cerillas, almacén de paja y hasta circo de caballos.

detalle del muro sur de Santa Catalina

En 1882 vuelven los jesuitas a Talavera y se les dona el edificio para establecer en él la Compañía su Escuela Apostólica de San Jerónimo. En 1903 una comunidad de padres agustinos calzados se instalaron en la parte del edificio que habían ocupado anteriormente los jesuitas y establecieron allí  un colegio.

CUANDO TALAVERA ACABABA EN AVENIDA SALVADOR ALLENDE

CUANDO TALAVERA ACABABA EN AVENIDA SALVADOR ALLENDE

Vista parcial de una postal de principios del siglo XX con el caserío en el que sobresalen las torres de conventos e iglesias
Detalle de la anterior. Se ve la confluencia de Antonio Torres y Cristo de la Guía

Hoy la zona entre los Jardines del Prado  y el Parque de la Alameda es una zona ajardinada levemente bajo la que se sitúa un aparcamiento. Durante muchos años se situaron allí las atracciones feriales y antes aún se celebraban mercados de ganado.

Allí desembocaban calles como el Cristo de la Guía o Antonio Torres y se sitúa entre la avenida de Toledo y la esquina donde comienza Ronda del Cañillo.

Foto del plan de En sanche de 1945 con la avenida Salvador Allende y al fondo los pinos de los Arcos del Prado

El único elemento urbano que se situaba entre la línea de fachadas y la plaza de Toros era la antigua ermita de San Joaquín y Santa Ana que se puede ver en el dibujo de Van der Wingaerde del siglo XVI.

El Prado con la ermita de la Virgen y la ermita de San Joaquín y Santa Ana e primer plano

Hay otras antiguas fotografías en las que se en las típicas casas de dos plantas con balcones de la arquitectura tradicional talaverana y al fondo las torres de los conventos e iglesias de la ciudad. Santa Catalina, la Colegial, la Torre del Reloj,  San Pedro, el convento Jesuita o Palenque con la cúpula todavía en pie etc…

Frente de fachadas en lo que hoy es avenida Salvador Allende en fotografía de principios de siglo

Otras fotos aéreas de los años sesenta nos permiten ver las atracciones feriales o el ganado de la feria, aunque otras de estas fotos las dejaremos para otra entrada.

La esquina Salvador Allende-con Ronda del Cañillo vista desde el sur en foto aérea de los años 60. Al fonde la carpa del Circo junto a los Jardines del Prado
La confluencia de Salvador de Allende y Ronda del Cañillo vista desde el este
Foto aérea en la que se puede ver Salvador allende desde el oeste con los jardines del Prado y a la derecha todavía la Alameda
Vista aérea de los años 60 con la placita en la que acababa Antonio Torres y todavía sin construir el edificio de Ronda del Cañillo esquina a Salvador Allende
Vista aérea de Salvador Allende con la desembocadura de Antonio Torres y Cristo de la Guía. Por delante la explanada del ferial.
Otra vista parcial de Salvador Allende en su tramo norte con las atracciones feriales y a la derecha la confluencia del paseo de los Arqueros
Confluencia de Ronda del Cañillo con Salvador Allende

 

EXCURSIÓN AL CANTO AMARILLO EN GARCIOTÚM

Al Canto Amarillo

Molino del Saucedoso

Desde Garciotúm nos dirigiremos por la carretera en dirección oeste hasta llegar al arroyo de Las Cañadillas o Saucedoso, que ascenderemos corriente arriba observando los restos de estos curiosos artificios tan numerosos en la Sierra de San Vicente. También pasaremos junto a un puente levantado en el siglo XVII.

Puente sobre el arroyo Saucedoso

Llegaremos a la confluencia con el arroyo del Batán, llamado así por haber movido antiguamente uno de estas máquinas que daban el apresto a las lanas a fuerza de golpearlas con mazos movidos por el agua. Siguiendo su curso pasamos por parajes solitarios con una zona de pequeñas cascadas muy agradable.

Puente de los Pilones

Accedemos así a un camino que cruza sobre el llamado Puente de los Pilones, rústica obra de ingeniería realizada con enormes bloques graníticos. Justo enfrente, hacia el este, se divisa el Cancho Amarillo, gran bloque granítico que los líquenes han teñido de ese color, y que se asienta sobre una pequeña elevación  en un paraje ameno desde el que se contempla una hermosa vista panorámica de la sierra. Se trata del típico lugar con un halo misterioso, con algunos abrigos y cuevecillas y, cómo no, la leyenda de un tesoro, pues cuentan los lugareños que en el siglo pasado escribió un indiano que se había marchado a América al ayuntamiento local, advirtiendo de la existencia de un tesoro enterrado en este paraje, lo que despertó una auténtica fiebre del oro en la zona, y hasta desde  Pelahustán venían amparadas por la noche, gentes que cavaban durante horas con la esperanza de hallar las riquezas que escondía el cerro, aunque nunca las encontraron.

Uno de los enebros monumentales de los parajes que recorreremos

Seguimos hacia el cordel de merinas que desde Pelahustán se dirige hasta Talavera, para tomarlo en dirección noreste. Pero antes, podéis visitar en las cercas de la derecha un enebro monumental y el lugar donde se encuentra “El Calerón” un horno de cal tradicional, o calero. Benito Pérez Galdós hace una referencia a los mármoles de Garciotún en su novela “Angel Guerra”, pues eran explotados antiguamente en esta zona de piedra caliza y se utilizaron en la ornamentación de algunas iglesias de Talavera y su comarca.

Horno de Cal o Calero en Garciotúm

Continuamos nuestro trayecto dejando a la derecha un macizo granítico, Los Costizos, a los que iremos dando la vuelta, y si tenéis tiempo y ganas, os recomiendo que ascendáis a la cumbre por donde indica el plano y allí disfrutéis del panorama y del bosquecillo de enebros, alcornoques y encinas que lo adornan.

Arquitectura popular en el entorno de Garciotúm

Tomaremos para volver el camino de Nuño Gómez, que discurre entre prados, encinares y enebrales. Las rapaces nocturnas y diurnas anidan en los berrocales de todo nuestro recorrido y no será extraño que nos topemos con algunas.

CONOCIENDO GARCIOTÚM

CONOCIENDO GARCIOTÚM

Arquitectura popular en Garciotún

Nuestra excursión comienza hoy en el pequeño pueblo serrano de Garciotúm. El nombre de esta localidad, así como el de las otras dos que vamos a visitar, procede del nombre de los respectivos caballeros abulenses que repoblaron sus términos en la Edad Media, allá por el siglo XI y XII: García Fortún, Nuño Gómez, o un tal Pelayo, en el caso de Pelahustán, que fueron premiados por sus hazañas en la reconquista con el territorio sobre el que luego se asentarían estos tres pueblos de la Sierra de San Vicente. También un paraje con el nombre de “la ermita caída” pudiera sugerirnos en Garciotúm un poblamiento antiguo.

Piedra labrada de origen desconocido que puede para algunos tratarse de una ventana visigoda

Garciotúm fue aldea de Castillo de Bayuela, capital del señorío de Montesclaros, hasta hacerse villa en el año 1670. Antes de hacer la ruta visitaremos la ermita, la pintoresca placita de la iglesia, que es construcción del siglo XV, y un llamativo y original monumento megalítico moderno que se halla junto a la carretera. También daremos una vuelta por sus calles observando su arquitectura popular de mampostería granítica. Siempre tuvo una población reducida pero su entorno está adornado de un encanto natural especial.

Monumento granítico en Garciotún

Sí que existe, sin embargo, una referencia literaria a Garciotún, nada menos que de Benito Pérez Galdós que, en su novela “Angel Guerra”, hace una alusión a «los mármoles de Garciotún», aunque también hay constancia de la utilización de esta piedra en la Colegial talaverana o en la Basílica del Prado de la misma ciudad.

Su término se compone de prados y monte más o menos adehesado cruzando por él la cañada ganadera que desde Pelahustán se dirige hasta Talavera pasando por Castillo de Bayuela. Estas circunstancias han hecho que la actividad económica se halla centrado desde siempre en la ganadería y en la explotación de pequeños huertecillos, algunos frutales y cultivos hoy desaparecidos como los linares y el capullo de seda.

Iglesia parroquial de Garciotún

En el siglo pasado ocurrió una anécdota curiosa cuando un indiano escribió al ayuntamiento contando como él mismo había visto esconder un valioso tesoro en el llamado Cancho Amarillo, paraje curioso y digno de visitar, lleno de abrigos y cuevecillas. Durante una temporada, se despertó la fiebre de los buscatesoros, que acudían armados de pico y pala, incluso de noche en el caso de los vecinos de pueblos cercanos, que intentaban así eludir la vigilancia de los lugareños, celosos guardianes de un tesoro que jamás apareció. El Cancho Amarillo se encuentra próximo al llamado Puente de los Pilones, magnífico ejemplo de ingeniería popular construido con grandes bloques graníticos.

Ermita de la Purísima de Garciotún

Aguas abajo del puente podemos descender a parajes solitarios en una zona de pequeñas cascadas. También son dignos de visitar los molinos del arroyo Saucedoso, que se hallan en un bonito lugar donde también podemos observar el llamado» Puente Romano» de Castillo de Bayuela datado en el siglo XVII. Funcionó también en Garciotúm un horno de cal todavía conservado en el paraje de El Calerón, en cuyas proximidades se hallan magníficos ejemplares de enebro. Antes de partir de Garciotúm visitaremos un curioso y espectacular monumento de granito con inscripciones grabadas y hecho por un particular junto a la carretera. También podemos callejear observando su arquitectura popular serrana.

En próximos capítulos hablaremos de la curiosa fiesta de «la Malena»

FOTOS DEL MERCADO DE GANADOS ( y 3)

FOTOS DEL MERCADO DE GANADOS ( y 3)

Después de comentar en anteriores entradas fotografías del mercado de ganados en sus primeros emplazamientos del teso y de la Alameda. Hoy veremos fotografías de los últimos emplazamientos.

Pero comenzaremos con una fotografía del Servicio de Extensión agraria de los años 60 en que se dramatiza un trato entre ganaderos en el Mercado de ganados de Talavera. El funcionario, agente del Servicio de Extensión Agraria, representa el papel del tratante como intermediario mientras los dos ganaderos se estrechan las manos, un ganadero lleva la vara.

Un trato en el Mercado de ganados de Talavera

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TIEMPOS MEJORES Y TIEMPOS PEORES EN TALAVERA A LO LARGO DE LA HISTORIA

Vista de Talavera de van der Wingaerde en el siglo XVI

TIEMPOS MEJORES, TIEMPOS PEORES

 

Talavera fue percibida desde hace siglos como una ciudad con futuro y así decía Pons en el siglo XVIII

“El territorio hasta Talavera es de más de una legua; y siendo vega muy llana, se podría regar parte de ella con las aguas del Alberche, que me parece vienen someras. Esto, me dijeron, se ha pensado varias veces, pero no se ha hecho. Logra esta villa …una situación tan ventajosa como ninguna otra de cuantas he visto. Está fundada en medio de la referida vega. Baña el Tajo sus murallas por el lado del mediodía, y en la situación es muy parecida a la ciudad de Córdoba.”

También Laborde a principios del XIX vislumbra las posibilidades de nuestra ciudad

“llanura descubierta, muy fértil, hermosa y alegre, y bajo un cielo bellísimo”

“Desde ella se distingue ya a Talavera en toda su extensión, formando con sus grandes edificios, torres y chapiteles, un grupo de diversas pirámides, cuyo golpe de vista agradable, da una idea de la opulencia de esta ciudad.»

“Su vega amena y deliciosa produce mucho trigo, vino, aceite, seda, hortalizas y legumbres, los pastos de sus dehesas mantienen mucho ganado lanar, vacuno y de cerda”.

Y hasta se felicita por el clima.

“El de Talavera es bellísimo, su cielo puro y sereno, los inviernos templados, las aguas muy buenas y los alimentos de sabrosa calidad; pero el verano es muy cálido

Y algunos como Barreiros comienzan a describir una Talavera ya pujante en 1548

“La tierra es buena comarca de pan, vino, miel, frutas y ganado. En ella hay mucha gente noble y rica, eclesiástica como secular y muchos hidalgos honrados…”

O cuando A. Jouvin en 1672 dice que es:

“un terreno semejante al paraíso terrenal…y la venta y el puente del Alberche, que se pasa sobre un puente de madera, un río grueso…, que desagua allí cerca en el Tajo, que sigue por un llano el más fértil de España, donde está Talavera de la Reina”

Aunque la descripción de una Talavera más importante es la que hace de la Tababyra musulmana Al-Idrisi hace mil años

Calle de San Francisco y Trinidad en en los años 20

“Talavera es una gran villa construida en la orilla del Tajo; el castillo está perfectamente fortificado y la villa es notable por su belleza, su extensión y la variedad de sus producciones. Los bazares son dignos de verse y las casas están agradablemente dispuestas; un gran número de molinos se elevan sobre las aguas del río. Capital de una provincia importante, Talavera está rodeada de campos fértiles. Sus barrios son hermosos y antiguos y se encuentran allí monumentos de remota antigüedad. Está situada a 70 millas de Toledo. La villa de Toledo, al oriente de Talavera, es una capital no menos importante”.

Nuestro novelista Céspedes y Meneses vive en esa otra Talavera rica del siglo XVI

 “Gente apacible agradable y cortesana, y en particular la noble, que es mucha, lucidísima y de las más calificadas casas de España”.

“una de las más amenas, alegres, abundantes y deleitosas poblaciones” donde la nobleza se entretiene en “caballos, toros, máscaras, sortijas, torneos y otros pasatiempos”.

El Tajo antes de que nos lo robaran

Y a estas talaveras boyantes podemos añadir esos años llenos de vida de finales de los 60 y principios de los 70 que la consagraron como la segunda ciudad de esta región en la que nos metieron con calzador, para luego olvidarse de nuestra existencia.

Pero también hubo tiempos peores, como la Talavera de después del destrozo de los franceses que hicieron correr el vino y el aceite por las calles o dinamitaron centenares de casas especialmente en el barrio de San Andrés. Talavera vio reducida en casi dos tercios su población, y además había visto poco antes como se cerraban las Reales Fábricas de Seda que daban empleo a tres mil personas en la comarca.

O la Talavera fea y pobre que ve Gerald Brenan cuando se tiene que quedar aquí en los años de la posguerra civil por una avería del tren (¿les suena?)

Lo que sí es cierto es que con la ayuda o sin la ayuda (que es lo habitual) de las administraciones y a pesar de la absoluta incapacidad de nuestros políticos volveremos a salir adelante. Seguro.

SUBIMOS AL CERRO DEL CASTILLO EN BAYUELA

SUBIMOS AL CERRO DEL CASTILLO EN BAYUELA

Cerro del Castillo con la torre medieval en la cumbre

Preguntamos en el pueblo por el camino de “la Madalena”, que nos subirá hasta el antiguo emplazamiento medieval de este pueblo, “el castillo”. Pasamos por una vieja fuente restaurada y llegamos al lugar de donde parte la vaguada por la que asciende el camino, entre las dos elevaciones principales del cerro del Castillo.

La iglesia medieval en ruinas en el cerro del Castillo

En la cumbre occidental se encuentra el antiguo pueblo amurallado medieval,  que a su vez se sitúa sobre los restos del viejo castro vettón. Podemos visitar la arruinada iglesia que mantiene su aspecto fortificado medieval en la torre, la portada de aires mudéjares y restos de sepulturas.

Portada mudéjar de la iglesia del Castillo

Desde aquí podemos acercarnos a una pequeña elevación al sudoeste que también presenta restos de murallas, aunque más toscas, pues este otro yacimiento está datado hace unos cuatro mil quinientos años, en la Edad del Cobre. Entre ambos cerretes se encuentra una zona con alcornoques y grandes rocas en las que no sería extraño que veamos algún ejemplar de búho real.

Paraje en el Cero del Castillo

La elevación oriental cuenta con restos de una necrópolis visigoda y con una vegetación entre los bloques graníticos de cornicabras, encinas, enebros y alcornoques, además de contar también con una magnífica vista panorámica sobre el valle del Alberche al sur y la Sierra de San Vicente al norte.

Muralla del castro del cerro del Castillo

Descendemos hacia el norte por un agradable camino que va hasta la carretera, que a su vez nos llevará de vuelta hasta el pueblo, aunque los aficionados a la escalada pueden practicarla en unas vías abiertas en el cerro Garrido, situado al noroeste del cerro del Castillo.

Vista de prados y encinares desde el cerro del Castillo

 Recorrido aproximado 6 kilómetros. Entre 2 y 3 horas, según nos detengamos en los yacimientos arqueológicos

Camino de ascenso al cerro del Castillo

TALAVERA NO FUE COMUNERA

TALAVERA NO FUE COMUNERA

Desmantelamiento de la iglesia de San Pedro donde los talaveranos se reunieron y decidieron no sumarse al movimiento comunero

No eran buenas las relaciones de Talavera con la Ciudad Imperial en los tiempos de Carlos V. En 1518 se había intentado recuperar el antiguo obispado que había existido en Talavera durante la época visigoda. La extensión del obispado de Toledo era excesiva y se pretendió crear uno en Talavera, pero en Toledo “pusieron tantas pegas que hubieron de desistir” aunque el papa León X había otorgado una bula para que se crearan sendos obispados en Madrid y Talavera. Los arzobispos toledanos se ocupaban poco de los asuntos de la villa y el concejo era en la práctica el que detentaba el poder. Como refieren las crónicas de la época, sólo se iba a Toledo cuando era estrictamente necesario y se podía obtener algún beneficio, pero en asuntos eclesiásticos se acudía directamente al Papa y en temas de administración se iba directamente al Rey.

Blasón de los Maldonado en la casa de los Maldonado en Salamanca. Fue construida por Rodrigo Arias Maldonado, el doctor Talavera, procedente de nuestra ciudad

En ese contexto, en nuestra ciudad dominaba además la alta nobleza, adicta al Emperador, mientras que en Toledo tomaban cada vez más fuerza la baja nobleza, el clero y los artesanos. En Talavera tenían además una gran preponderancia los nobles de los señoríos vecinos que en muchos casos tenían casa en nuestra villa y participaban del gobierno de la misma.

Sin embargo, una de esas poderosas familias, la de los Maldonado, aunque de origen talaverano, estaba asentada en Salamanca y tuvo un importante papel en el levantamiento, poniéndose del lado de los comuneros y siendo uno de sus tres famosos líderes, Padilla, Bravo y el propio Maldonado, nieto del doctor Talavera.

La capilla de Talavera en la catedral vieja de Salamanca, donde se conservan los restos del doctor Talavera, abuelo del comunero Maldonado. En la capilla de Santa bárbara hay azulejería talaverana.

El último arzobispo de Toledo, el cardenal Croy, había fallecido y gobernaba temporalmente el arzobispado don Francisco de Mendoza. Pero el obispo rebelde Antonio de Acuña, alineado con los sublevados, se apoderó del gobierno de la sede toledana, viéndose el gobernador legítimo obligado a huir a Talavera que ya se había mostrado contraria a la revolución comunera.

La ciudad de Toledo adherida al movimiento de las Comunidades solicitó hermandad a Talavera. El pueblo se reunió en la iglesia de San Pedro donde fue leída la carta, pero uno de los presentes llamado Juan García de Cuerva levantó la voz diciendo: “Señores, buen rey tenemos y estamos como nos estamos”. Fue aclamado por los asistentes, negándose así la ayuda solicitada por el Toledo sublevado.

En enero de 1521 el ayuntamiento de Talavera comienza a prepararse para su defensa ante posibles ataques del bando comunero. Se trasladan las armas del concejo a la torre de la iglesia de San Pedro y, aunque no se reparten gratuitamente armas al vecindario, sí que se ponen en venta, destinando los beneficios obtenidos a reforzar las defensas de las puertas y murallas. En Febrero se cierran esas puertas y se niega el envío de hombres armados en ayuda de los sublevados de Toledo. En Marzo se rechaza que se autoproclame arzobispo de Toledo el obispo de Zamora, Antonio de Acuña, que hubiera sido por tanto señor de Talavera. Es tanta la oposición que incluso por parte de la iglesia talaverana en boca del deán de la Colegial se amenaza con que si viniera a Talavera e intentara acceder a la Colegial “entrando por una puerta todos los canónigos y yo saldríamos por la otra”.

Ejecución de los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado

La ciudad se apresta para la lucha, se compra pólvora y plomo y se preparan moldes para la munición. Se ordena a tres alarifes que reconozcan las murallas por si hay que hacer reparaciones y se ponen guardas en las puertas. El autoproclamado arzobispo intenta atraerse la fidelidad de Talavera, pero reunido el pueblo se rechaza nuevamente unirse a él, aunque antes había amenazado con declarar a los que se le opusieran enemigos de la república. Siguen los preparativos tomando fondos del Rey y de la Iglesia por orden de Juan de Ayala y se encargan miles de saetas.

Carlos I agradece desde Worms la fidelidad de Talavera hacia él. Nuestra ciudad nunca fue comunera, pero tampoco fue agradecido por ello el Emperador.

El obispo García de Loaysa fue confesor del emperador Carlos V y fundador del convento de Santo Domingo de Talavera, donde se halla su sepulcro

La capilla de San Salvador (también llamada de Talavera) es la más antigua de todo el claustro de la catedral vieja de Salamanca. Cubierta por una cúpula octogonal con 16 columnas cruzadas denota una clara influencia islámica (siglo XII). Presidiendo la capilla se encuentra un retablo, pieza del siglo XVI de gran valor del que es titular la Virgen.

A principios de dicha centuria Rodrigo Arias Maldonado, natural de Talavera, catedrático y rector de la Universidad cuyo sepulcro y el de su esposa se encuentran en el centro de la capilla.  logró restaurar en ella la liturgia en rito hispano-mozárabe.  A su nieto Francisco Maldonado, comunero de Castilla, pertenecía el pendón que aquí se conserva.

SANTUARIOS DE LA CERÁMICA EN LA COMARCA (8) LAS PLACAS FUNERARIAS DEL CEMENTERIO DE OROPESA

SANTUARIOS DE LA CERÁMICA EN LA COMARCA (8)                    LAS PLACAS FUNERARIAS DEL CEMENTERIO DE OROPESA

Placa funeraria de Ruiz de Luna en el cementerio viejo de Oropesa

Además de la magnífica azulejería que adorna iglesias ycapillas hay otras producciones de la cerámica talaverana menos conocidas y de elaboración más tardía y popular que, no por menos llamativas desde el punto de vista estético, carecen de interés como expresión artesanal y llena de contenido antropológico, sobre todo en cuanto al estudio de la mentalidad popular referida a un tema como es la muerte. Se trata de la cerámica popular funeraria que se puede observar en casi todos los cementerios públicos situados en torno a Talavera y Puente del Arzobispo.

Placa funeraria en Oropesa con lírica popular funeraria

Uno de los mejores y que además son fácilmente visitables es el viejo cementerio de Oropesa, ocupado hoy por un parquecillo bajo las murallas de la villa al oeste del castillo. En el parque se ha instalado como elemento decorativo una buena colección de estas placas funerarias.

Placa funeraria polícroma de Oropesa

Muchos de los camposantos fueron trasladados desde las céntricas iglesias de los pueblos hasta su más higiénica periferia por la normativa  promulgada el siglo pasado. Es por ello difícil saber si durante los siglo XVI y XVII se produjo esta manifestación cerámica funeraria y de hecho los ejemplares más antiguos que he podido encontrar se datan a finales del siglo XVIII. Posteriormente hay una verdadera explosión  en la segunda mitad del siglo XIX y vuelve a reavivarse cuando se produce el renacimiento de la cerámica talaverana con Ruiz de Luna.

Placa funeraria polícroma  funeraria en Oropesa

Las abundantes piezas del pasado siglo son monocromáticas, en tonos marrones o sepia y con una gran sencillez en la decoración, sin embargo, tienen una gran expresividad en cuanto a la lírica popular de sus epitafios se refiere. Una excepción a este modelo son algunas placas de Puente del Arzobispo que adaptan a ciprés su tradicional motivo del “pino” con sus hermosas tonalidades verdes.

Placas monócromas en el cementerio viejo de Oropesa

 

UN PASEO POR BAYUELA

UN PASEO POR BAYUELA

Vista de Castillo de Bayuela con el cerro del Castillo detrás en el que se alza la torre de la iglesia medieval

Castillo de Bayuela es la capital histórica de la vertiente sur de la Sierra de San Vicente. Fue villa por privilegio de Enrique III y antes tierra de Ávila. Perteneció al marquesado de Montesclaros y su condición de villa la atestigua su rollo o picota, la más monumental de nuestro territorio que el conde de Cedillo describe diciendo que  “es esbelto y elegante. Sobre una gradería de cinco escalones se levanta una columna toscana cuyo capitel sustenta a cuatro salientes animales. Síguese un tallo con dos escudos en que campan los conocidos blasones de los Mendoza y termina el monumento con un farol o templete compuesto de cuatro columnillas y la cubierta graciosamente adornada con pináculos.

Detalle del rollo jurisdiccional de Castillo de Bayuela

 

Es obra de principios del siglo XVI”. La palabra “bayuela”, unos lo relacionan con los bayales o linares cultivados en la zona y otros la hacen derivar de “Valle de Alá”. Cuando los pobladores medievales bajan del cerro se asientan en un lugar llamado “Pajares”, absorbido luego por el caserío actual.

Verracos de Castillo de Bayuela

Existen numerosos restos arqueológicos en el entorno que nos hablan del poblamiento de la zona desde el paleolítico. Muy cerca de la plaza se pueden ver dos verracos de granito que nos demuestran la presencia del pueblo celta de los vettones, que habitaban estas tierras antes de la llegada de los romanos, dos mil años atrás. La mayor de estas esculturas zoomorfas fue bajada desde el cerro del castillo por los quintos en el año treinta y seis. Aunque no es bien conocido su significado, se ha especulado sobre su función protectora de los ganados, una especie de grandes amuletos benefactores, aunque otros han querido explicar su presencia como señalización de pastos o abrevaderos. Fueron reutilizados ya en época romana como monumentos funerarios.

Iglesia de Castillo de Bayuela

Tampoco debemos dejar de visitar la iglesia parroquial renacentista por el magnífico retablo de cerámica de Ruiz de Luna, una de las obras cumbre de este gran artista que recuperó a principios del siglo XX la artesanía más emblemática de la comarca. También es de destacar la azulejería del presbiterio que representa los santos de la diócesis de Ávila, a la que perteneció la sierra de san Vicente hasta los años cincuenta. El templo es todo de mampostería y sillería reforzada con contrafuertes. La torre campanario es de planta cuadrada y con la sencillez y el aspecto sobrio y compacto de tantas iglesias de la Sierra de San Vicente. La cornisa está adornada con perlas y la portada meridional es la más monumental, con dos pilastras dóricas estriadas y un entablamento que cercan un arco de medio punto sobre el que se encuentra una hornacina.

Detalle de la portada de la iglesia de Bayuela
Remate del magnífico retablo de Ruiz de Luna en la iglesia de Castillo de Bayuela

Son de destacar también algunos rincones de arquitectura tradicional entre cuyas peculiaridades debemos señalar las bonitas porteras repartidas por cercas y prados, los aparejos de mampostería granítica y los “boquerones”, pequeñas puertecillas elevadas para guardar la paja en los doblados, pues no en vano se dice en la comarca: Los de Bayuela pajariegos, que toda la paja encierran, y un año que no la cerraron se murieron las becerras.

Puerta en la arquitectura popular de Bayuela

Entre las fiestas debemos señalar sus festejos taurinos con encierros en verano, la fiesta de San Blas en la que se presenta a los niños al santo para que los proteja de las enfermedades de la garganta y las fiestas patronales de san Andrés.

Son famosos sus embutidos y es un pueblo con amor a sus tradiciones y a su cultura popular. Aquí se encuentra un centro de interpretación de la cultura y la naturaleza de la Sierra de San Vicente.

Portera tradicional en Castillo de Bayuela

Otros elementos de interés son los molinos del arroyo Saucedoso y el cercano puente de los Molinos, datado en 1607, a los que nos acercaremos en la ruta del “Cancho Amarillo”.