Vamos a acercarnos a la arquitectura popular de Belvís de la Jara de la mano de un ilustre Belviseño, don Fernando Jiménez de Gregorio maestro de los historiadores de la comarca.
En su libro de 1953 “Historia de Belvís” deduce de las relaciones de Felipe II de su pueblo y de otros cercanos, además de otros censos y documentos, lo que él imagina que era la vivienda de este pueblo jareño que contaba en aquellos años del siglo XVI con unas ochenta casas.
Su caserío “se presentaba modestísimo, de casas de barro y canto, con cubierta de madera del país. roble o madroña generalmente, con el techo de leña (retama, jara), que en el país llaman ripia. El tejado, pocas veces de teja, las más de barro
Es un conjunto pequeño, mezquino, de viviendas achatadas, de un solo piso. El suelo, terrizo las más de las veces, o a lo sumo empedrado, en excepcionales ocasiones estaría cubierto con baldosa o lancha de pizarra. Sus paredes. encaladas. Daban una sensación monacal. Y al paisaje una nota de blancura entre el gris verdoso de la vegetación de sus montes. Puertas pequeñas, con umbral de lancha pizarrosa, y el dintel de madera con un rebaje en el centro a manera de grosero arco
A través de un patio o estrecho pasillo se llega a la verdadera vivienda, que está toda en el interior, como huyendo de la calle, por lo que no es extraño que apenas se adviertan en la pequeña fachada ventanas, porque todas dan al corral y al patio. Esto es una muestra de aislamiento e individualismo en todos los pueblos de La Jara. En donde se repiten estas Formas de construir al interior.
Sus escasos huecos son muchas veces verdaderos agujeros, defendidos algunos con unas maderas en forma de cruz que sirve de reja. Sobre los achaparrados tejadillos, se alzan las chimeneas pesadas y monumentales, la parte sin duda más noble del edificio. De la época fundacional quedaban en este siglo XVI algunas casas habitables; otras en ruinas o abandonadas.
En sus casas vivían 105 campesinos, integrando la hermandad que origina el común oficio, las idénticas privaciones y trabajos y la escasa o nula diferencia social.”
El nombre de Azután es árabe y hace referencia a una torre medieval del sultán. No debemos tampoco olvidar la repoblación berebere de la zona y la cercanía de la Ciudad de Vascos.
Esta población pertenece a la comarca de La Jara, aunque no perteneció al señorío de la villa de Talavera como el resto, sino que Alfonso VII se la cedió en señorío a Miguel Midiz, un personaje mozárabe que le prestó servicios. Murió y su mujer decidió que su hija Rama ingresara en el monasterio de San Clemente de Toledo. Cuando fallece la madre la herencia pasa a su hija y tras la muerte de ésta el pueblo de Azután pasa a ser dominio del monasterio toledano.
Ya en la carta puebla, y como sucede en otras localidades de nuestro entorno, aparece que por ser vecinos y tener casa en el pueblo se debían entregar tres perdices o tres gallinas al año. Algunos vecinos edifican casas y cercas en el siglo XIV sin permiso de la abadesa de San Clemente y ordena que se derriben generando un conflicto judicial.
Al estar situado el caserío en plena vega fluvial del Tajo, los materiales utilizados son el barro en forma de adobe o de tapial con zócalos de canto rodado para evitar en lo posible que la humedad suba por los muros o se destruyan con la humedad. En ocasiones estos materiales se consolidan con ripio de fragmentos de teja.
También hay algunas casas construidas en ladrillo con características mudejaristas. De hecho cerca del arroyo Andilucha se localiza un gran horno tejar para cocer ladrillos y tejas.
A mediados del siglo XIX Madoz dice que las casas son «malas y de pocas comodidades». Sin embargo, a mediados del XX las describe Moreno Nieto las describe como construidas de adobe y tapial de tierra y encaladas, «La casa en general suele ser amplia con techos bajos de madera y de corrales amplios. El tejado es a dos aguas y con regular inclinación. Las puertas son grandes y por una de ellas entra el carro.»
Reproduzco aquí un interesante fragmento de un estudio geográfico de Fernando Jiménez de Gregorio, de 1953, sobre el Rincón de Anchuras, donde trata sobre las viviendas de Anchuras y sus pedanías.
«Las modernas casas de Las Anchuras capital, aunque de pizarra y cuarcita tienen una parte de ladrillo en el encuadre de los huecos que son de buen tamaño. Algunas aparecen revocadas y con la vivienda a la calle.
Aunque la absurda división provincial de 1833 tuvo el capricho de incluir a Anchuras en la provincia de Ciudad Real, este pueblo es por historia y geografía una localidad de la comarca de La Jara, y perteneciente al alfoz de Talavera por tanto, no a la comarca de Los Montes en Ciudad Real.
Nació este pueblo en el ámbito territorial de Sevilleja de la Jara, de la que era anejo el pueblecito de La Enjambre, primero en ser poblado de los cinco núcleos de población que conforman el llamado enclave de Anchuras.
Por ello no aparece en las relaciones de Felipe II del siglo XVI, porque en esa época solo existía el caserío de construcciones de pizarra con techumbres vegetales que era La Enjambre.
En el siglo XVII ya aparece la propia Anchuras como lugar poblado, pero es en el siglo XIX cuando Madoz en su diccionaio geográfico nos dice que las casas son como zahurdas, por su precaria construcción e incluso comenta que son de mayor calidad las cuadras y pajares que las propias viviendas, que también se describen con techo vegetal.
Como todos estos pueblos de La Jara profunda, los materiales empleados son la pizarra y la cuarcita con cubiertas de teja, aunque antiguamente fueran «retamizas». Como tantas de nuestro entorno presentan las paredes enjalbegadas y en las más modernas se utiliza el ladrillo en jambas y dinteles. También hay elementos de arquitectura popular típica jareña revocada con huecos recercados y rematados en arco de medio punto rebajado
Alía formó parte de La Jara, la tierra histórica de Talavera de la Reina, aunque hubo intentos de nobles que quisieron desgajarla del alfoz de la villa del Tajo. En esta comarca debemos incluirla por la tipología de sus construcciones, pero con algunas peculiaridades como el empleo de ladrillo. Su situación en territorios serranos hace que se utilice la cuarcita además de la consabida pizarra.
Conserva el pueblo una arquitectura tradicional típicamente jareña construida mayoritariamente en mampostería de pizarra y cuarcita.aunque se diferencia de otros lugares comarcanos en que las jambas y dinteles se hacen con ladrillo en vez de construirse con piedra, tal vez como influencia de la mayor utilización del ladrillo en las construcciones de estilo mudéjar del entorno de Guadalupe, cuyo ejemplo más significativo es la iglesia parroquial de Alía.
Las puertas en algún caso están rematadas con arco de medio punto rebajado. Las ventanas suelen ser pequeñas. Sí se utiliza la madera en dinteles de pequeños huecos,
La mator parte de las viviendas es de una sola planta, aunque alguna cuenta con primera y troje e incluso algún balconcillo. La mayor parte de ellas están enjalbegadas. Las cubiertas son de teja árabe y las chimeneas son de grandes proporciones por influencia extremeña.
Hay algún ejemplar de porticado con pilares octogonales de ladrillo aplantillado típicos de la influencia mudéjar del monasterio y similares a los que se pueden ver también en la propia Guadalupe o en Puente del Arzobispo, por ejemplo.
Hoy visitamos este pueblo enclavado en la cara norte de la Sierra de San Vicente que como todos los de esta comarca fueron repoblados en la Edad Media por los caballeros abulenses, repoblación que es evidente por algunas características comunes en su arquitectura con la vecina Gredos.
Fue una de las aldeas del señorío de Navamorcuende y el principal material de sus construcciones es el granito, aunque hay alguna presencia del adobe especialmente en los doblados.
Las construcciones son de mampostería y sillarejo con sillería no muy elaborada en vanos y esquinazo
La descripción que se hace en el Diccionario de la Provincia de Toledo en 1960 dice:
«Forma un solo núcleo alrededor del cual existe un cinturón de pajares y corralones para los ganados….Las casas se construyen de granito con las esquinas y huecos labrados, balcón corrido, y fachadas enfoscadas de cal y arena. Por lo general suelen tener un solo piso y granero encima. Consta de un portal de entrada, cocina, sala, o comedor y habitaciones con escasa ventilación. . posee cuadras para las caballerías y corral para el resto del ganado. La cocina es ancha, con amplia campana y la lumbre en el suelo. Las puertas son de dos hojas y el tejado a dos vertientes.»
Es cierto que en estas construcciones de sillarejo los huecos son siempre de pequeñas dimensiones por lo que debilitan los vanos a estas construcciones sin argamasa, solo con barro como aglutinante. Aunque sí hay paredes enfoscadas, la mayoría muestran la piedra desnuda, salvo las de nueva construcción.
Muchos de los perfiles son muy alargados rematando los tejados sobre muros de baja altura como los de la imagen adjunta.
Muchas de las entradas al patio previo a la vivienda están cubiertas por un pequeño tejadillo protector. Madoz dice en 1850 que «hay 170 casas de un solo piso y de 5 varas de altura que ocupan además mucha extensión por comprender además muchas cercas y corrales.»
El recorrido sugerido parte de la carretera de Hoyocasero a Navalosa, cerca del kilómetro 8 y desciende hacia la ermita de Los Santos, para desde allí bajar hacia el Alberche por una pista. Cruza el río por un pequeño puentecillo para subir después hasta el paraje de Las Cabañas donde hay una buena agrupación de estas construcciones.
Seguimos ascendiendo hasta otro conjunto un poco más elevado en la ladera y descendemos hacia el paraje del Batán, junto al arroyo de Navalvado, que cruzaremos para subir entre algunas de estas construcciones hasta la pequeña aldea de Majadillas, otro núcleo que cuenta con un buen grupo de estas pintorescas construcciones.
Luego descendemos por la carretera hasta el paraje de La Puente, donde podremos reponernos del camino en su merendero para después subir hacia el pueblo atravesando otro núcleo con varias cabañas. Desde Navalosa, después de dar una vuelta, especialmente por su barrio alto, volveremos por carretera hasta el punto de partida.
Recorrido aproximado 15 kilómetros, 4 horas y media
Aldeanueva de San Bartolomé o «Aldeanovita» es un pueblo de la Jara Occidental que como otras localidades de esta zona combina el granito y la pizarra en sus construcciones lo que da a los muros un aspecto muy pintoresco, aunque desgraciadamente son pocas las construcciones tradicionales que quedan en sus calles. Muchas de ellas han sido sustituidas por edificios de hasta tres plantas con balcones sencillos de hierro que han hecho perder el aspecto de la bonita arquitectura vernácula.
Muchos de los viejos edificios estaban enjalbegados y otros más modernos revocados con cal y arena perdiendo así su aspecto original. Los huecos son de pequeñas dimensiones, pues era técnicamente necesario en estas construcciones de sillarejo con barro de frágil estructura
También hay algunas viviendas con el tipo común a muchos pueblos de la comarca con puertas y ventanas con recercados pintados y ventanas sencillas rematadas a veces con arcos de medio punto rebajado.
No encontramos casonas, aunque sí algunas viviendas de dos pisos de mayor entidad y dimensiones.
En el siglo XVI decían sus vecinos: «Y las casas son de piedray barro, y de tapias de tierra y de madera de encina y teja, y otras cubiertas de escoba, y los materiales los hay alrededor de él. Y otras se hacen con madera de pino que viene de aquí quince leguas de un pueblo que se dice Arenas y desde otros lugares lejos ansí mismo» .
A mediados del siglo XIX son » 125 casas habitadas , 3 cerradas y 14 destruidas, formadas todas de piedra o barro y cubiertas de teja la mayor parte. Otras con retama y de piso bajo. Componen diecisiete casas y dos plazas»
A mediados del siglo XX ya son 324 casas » la casa típica es de piedra y ladrillo y está enjalbegada, consta de tres o a cinco habitaciones y cocina. Los suelos son de ladrillo y baldosines. Tiene anejos cuadras, corrales y pajares. Tejados a dos aguas con mucha inclinación y. Puertas y ventanas de dos hojas».
Ya vemos que como en todos los pueblos de nuestro entorno hubo tejados de teja y vegetales y las grandes vigas eran traídas de Gredos.
Desde Hoyocasero podemos seguir nuestro recorrido por el valle del Alberche acercándonos por una pista asfaltada hasta el pueblecito de Navaquesera, con su caserío que se asoma desde el balcón de sus 1509 metros. Es una localidad pintoresca rodeada de huertos y calles que se alegran con flores cultivadas. Su pequeña iglesia granítica está rematada con espadaña y desde allí podemos bajar hasta la carretera que nos lleva a Navalosa, pueblo al que también podemos llegar directamente desde Hoyocasero.
El principal atractivo de Navalosa es su arquitectura popular, no sólo en su casco urbano sino también en su entorno, ya que repartidas por su término hay numerosas construcciones muy similares a las pallozas de León. Se trata de edificaciones rústicas de planta generalmente rectangular u ovalada con techo de piornos o retamas. El ganado se situaba en la planta inferior, donde además se suele encontrar un pesebre hecho con lajas de granito. En el nivel superior, situado sobre una tosca estructura de vigas de madera, se encuentra el pajar, al que se accede por una puerta-ventana exterior, generalmente abierta sobre uno de los extremos laterales del edificio. Sobre la cumbrera se colocan lanchas de granito que impiden que se vuele la techumbre vegetal.
Frecuentemente, junto a estos pajares de verano o cabañas, que es como se denominan aquí estas peculiares edificaciones, podemos ver unos pequeños habitáculos de mampostería en forma de casillas de planta cuadrada con el techo de grandes lajas de piedra, donde la familia solía hacer su vida diaria para evitar el peligro de incendio que tienen los pajares.
Otras edificaciones como chozos, zahúrdas o gallineros se encuentran en las inmediaciones de estas “pallozas” serranas formando conjuntos muy vistosos que en algunos lugares llegan a constituir verdaderos poblados, como es el caso de Las Majadillas, las Cabañas y otros situados principalmente junto a las riberas del Alberche, además de algunos en la periferia inmediata del casco urbano de Navalosa, concretamente en sus barrios más elevados, donde también podemos observar curiosas eras delimitadas por losas graníticas y varios potros de herrar.
Hay que señalar que estas construcciones se encuentran solamente en el término de Navalosa y son una de sus señas de identidad, pero no las únicas, ya que es una localidad que ha contado siempre con numerosos artesanos que con frecuencia salían de su pueblo para ir a vender sus productos a zonas más o menos cercanas como la Moraña, la comarca de Talavera etc. Hoy día quedan todavía algunos talleres artesanos que fabrican mantas típicas en telares manuales.
También es muy característica su fiesta de carnaval, en la que salen los quintos disfrazados de “cucurrumachos” , palabra similar a la que denomina a estos personajes en fiestas de invierno similares como los morraches de Malpica de Tajo, o los marraches de Navalucillos, y que además es un término relacionado con “mamarracho” con el que se califica a personas de aspecto grotesco, por similitud con estos disfraces llamativos que, en el caso de Navalosa, se hacen con pelambreras confeccionadas con crines de caballo y con cuernos de cabra, además de las artesanales mantas de la localidad que se ciñen con cinturones que sostienen los cencerros. Los mozos se dividen en los quintos nuevos y viejos, que se reúnen en torno al mayo de la plaza, donde también se lanza paja a los presentes. Otros elementos comunes a otras de estas fiestas de invierno son la vaquilla o las cuestaciones de los quintos pidiendo alimentos o bebida por el pueblo, entre otras. También se visten los mozos de manera similar a las soldadescas de otras localidades, con las escarapelas, las cintas etc. Además del carnaval, otras fiestas de Navalosa son Santa María la Blanca el ocho de Septiembre y la Romería de San Felipe el dos de mayo.
Aldeanueva de Barbarroya es pueblo jareño situado entre afloraciones granticas y suelos formados por esta roca degradada. también cuenta con zonas rañosas más arcillosas.
«…declararon ser los edificios de casas de piedra e tierra e teja, e haberlo en el mesmo lugar, y la madera traerla de lejos del dicho lugar». Así decían los vecinos que eran los edificios de Aldeanueva hace casi quinientos años.
Y la descripción ns sirve para la actualidad también porque las viviendas están construidas mayoritariamente en mampostería de granito con sillarejo e incluso sillería en vanos y esquinas en algunos edificios.
Lo que ellos llaman tierra es el adobe y el tapial de algunas construcciones y la madera que viene de lejos son los pinos que como en tantos de nuestros pueblos era importado del entorno de Arenas de San Pedro en Gredos, especialmente para las vigas maestras de mayor longitud y grosor, ya que la encina o el fresno eran poco apropiadas para las construcciones por su menor longitud e irregularidad de los troncos.
Moreno Nieto dice en 1960 que «la casa típica está construida de adobes, ladrillos y piedra, con la fachada enjalbegada y el tejado a dos aguas con regular inclinación. Suele constar de una planta con cuadras, pajares y corral. La cocina es de lumbre baja y chimenea de campana. Las ventanas son de madera y tienen rejas de hierro»
También vale la pena dar una vuelta por el pueblo pues se conservan varias construcciones de cierto empaque construidas en granito con algún que otro blasón en sus portadas.
Página Talavera y su Tierra de Miguel Méndez-Cabeza Fuentes
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