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EL ALTO PUSA

EL ALTO PUSA

Zona de nacimiento del Pusa con sus robledales

El nombre del río Pusa parece que deriva de la existencia de «posadas» de colmenas en todos estos montes de La Jara que fueron donados por el rey Fernando III el Santo a Talavera para que las repoblara. Toda la zona y especialmente la del nacimiento se conocía como Dehesa de las Pusiellas.

Nuestro río nace cerca de la aldea de Piedraescrita al oeste del monte Viezo, para dirigirse entre robledales y, jarales y brezales hacia el norte para pasar cerca de la aldea de Robledo del Buey, uno de los tres pueblecitos que se encuentran en la parte serrana del extensísimo término de Los Navalucillos, cabecera del municipio de la que hablaremos en futuros capítulos.

Robledo del Buey visto desde el collado de la Ermita

También cuenta Navalucillos con otras dos encantadoras aldeas de hermoso nombre, Los Alares y Valdeazores, que se reparten también su extenso término serrano y que cuentan con algunos rincones de bonita arquitectura popular en mampostería de cuarcita y pizarra, con algunos molinos, zahúrdas, chozos, majadas etc… Estas dos pedanías no se encuentran en el valle del Pusa sino que vierten sus aguas hacia el Guadiana por lo que hablaremos de ellas otro día.

Las tres aldeas tienen iglesias muy modestas pero su localización y su naturaleza agreste son de gran belleza.

Escena en Robledo del Buey

Desde Robledo del Buey el río llega a una zona de picnic y en las tablas del río podremos refrescarnos. Poco después la corriente llega a Las Becerras, donde en una zona de esparcimiento podremos comer y bañarnos. La vista desde el inicio del camino que desciende a las Becerras sobre el valle del principal afluente serrano del Pusa, el arroyo del Chorro, Al fondo a la izquierda la mayor elevación de estas sierras, el monte Rocigalgo.

Todas estas sierras estaban salpicadas de pequeñas labrancillas que llamaban piujares o «atalantos» que en invierno encendían fuego para espantar a los lobos. Se cultivaban pequeños huertos y frutales y se explotaba algo de ganado, pero en gran parte desaparecieron con las repoblaciones forestales.

Estos montes fueron escena de las correrías de los maquis o guerrilleros antifranquistas en la posguerra y también de golfines y bandoleros en la Edad media, cuando eran perseguidos por la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera.

Valle de las Becerras con el Rocigalgo y el chorro al fondo

En este capítulo nos referiremos a una bonita excursión al «chorro» la cascada que da nombre a ese arroyo.

La mayor parte de las rutas que son de interés en el término de Los Navalucillos se encuentran situadas en el Parque de Cabañeros, por lo que se debe pedir permiso para adentrarse en sus montes.

Es el caso de la excursión al Chorro, arroyo afluente del Pusa que cuenta en las faldas del Rocigalgo con unas cascadas muy pintorescas rodeadas de una vegetación de gran interés con tejos, loros, robles, arces de Montpellier etc.

El chorro de Los Navalucillos

Desde Las Becerras tomamos el camino que, en dirección sur, se dirige hacia el paraje del Chorro discurriendo paralelo al arroyo del mismo nombre. En el arroyo de El Chorro, que es afluente del Pusa, encontramos una cascada de unos quince metros de altura pero muy pintoresca por su entorno y su vegetación. Se precipita sobre una charca de aguas trasparentes, en un paraje de gran belleza, sobre todo en invierno, cuando se llega a helar la chorrera. Podemos durante el camino observar árboles singulares como el tejo e incluso, en las umbrías más altas, acebos y abedules.

Podemos después subir paralelamente al arroyo para llegar al pico Rocigalgo, pasando por un hermoso rebollar, donde no será extraño ver algún corzo o venado campando a sus anchas, en un paisaje que se va haciendo cada vez más agreste.

Llegamos a Rocigalgo, que es el pico más elevado de los montes de Toledo y La Jara con sus 1448 metros de altura. Desde allí la vista es impresionante, con un mar de montañas de suave perfil a nuestros pies, con sus pedrizas o canchales y las cresterías de uno de los relieves más antiguos, geológicamente hablando, de la península.

Sale el río Pusa encajonado del valle de las becerras y un embalse retiene sus aguas en un paraje de hermosas vistas.

Embalse del Pusa en la sierra de Navalucillos

MOLINOS DE LA JARA OCCIDENTAL

MOLINOS DE LA JARA OCCIDENTAL

Molino del arroyo de San Vicente

Pasaremos ahora a estudiar las peculiaridades de los numerosos molinos de La Jara y para ello comenzaremos el recorrido desde el oeste de la provincia. Dejaremos para otra ocasión los molinos que se encuentran en la actual provincia de Cáceres pero que pertenecieron a La Jara como territorio histórico talaverano.

En las orillas del arroyo de San Vicente molía un artificio de típica presa jareña en arco invertido de grandes dimensiones. En un edificio anejo se instaló un motor auxiliar de gasoil que precisó del depósito de agua habitual en estos casos para su refrigeración (Sv 1) (Foto 40).

Uno de los molinss del río

En el río Pedroso, a su paso por Mohedas de La Jara, encontramos hoy las ruinas de cuatro ejemplares. El primero está dotado de un cubo de gran altura, unos nueve metros, afianzado con un vistoso refuerzo escalonado de mampostería de pizarra . Es un hermoso ejemplar en cuanto a su arquitectura popular se refiere. De los otros tres molinos, dos son de cubo y uno de presa, habiéndose este último adaptado también a motor.

El arroyo Cubilar y su tributario el Majano cuentan en sus orillas con las ruinas de siete molinos (Ma 1), (Ma 2), (Ma 3)  y (Cu 1), (Cu 2), (Cu 3) y (Cu 4) (Foto 41). Todos son de presa en arco invertido con edificios muy toscos de  pizarra. Únicamente tienen como dependencias la sala del molino y en algún caso una pequeña cuadra adosada. Por su cercanía a Campillo de la Jara pudieran ser estos los artificios que aparecen en las relaciones de Felipe II como molinos “de sequera”.

Presa de uno de los molinos del río Huso

En las cercanías de Puerto Rey y Minas de Santa Quiteria hay dos molinos, uno sobre el río Fresnedoso con restos de un cubo y otro sobre el arroyo de Valderromero cuyo receptor es una presa en arco invertido (Frg 1) y (Vr 1) .

En término de Navalmoralejo, sobre el Andilucha, podemos todavía hoy visitar los restos de un molino con dos grandes rampas paralelas que movilizaban dos piedras. Los canales tienen dos grandes ensanches antes de las rampas que hacían las veces de balsa (Ad1).

Presa de un molino sobre el río Huso

En el río Uso todos los molinos movían sus piedras  con las típicas presas jareñas, salvo el último de ellos (U 7) que contaba con tres rampas de buenas dimensiones (Foto 42). Estos molinos del Uso son en general  de mayor tamaño que sus paisanos de la Jara, estando generalmente dotados de una cuadra y una cocina además de la sala del molino.

En el tercero de ellos (U 3) encontramos uno de los pocos casos de doble presa con doble canal pues, situado en la misma desembocadura del arroyo Cubilar en el Uso, toma caudal de ambas corrientes. Cuenta con dos cárcavos y en uno de ellos parece haberse alojado la única cuba de regolfo que funcionó en la comarca de La Jara.

Entrada a las rampas de un molino en el río Huso

El molino número cinco del río Uso (U 5) se adapta muy bien a la topografía de la ribera mediante una curiosa planta muy alargada. Es de los pocos casos en que el vector de paso del agua bajo el edificio no sigue una dirección perpendicular a la corriente fluvial, sino que esta es casi paralela al eje mayor del edificio molinero (Foto 43).

Molino abovedado en el río Huso

El sexto molino (U 6) es el que presenta aspecto de mayor antigüedad. Tiene cegado el receptor y parte de la sala que, para dotarle de mayor resistencia, está abovedada y presenta huellas de varias reformas y adaptaciones. Está construido, junto al séptimo de los molinos del Uso, en típica arquitectura popular de mampostería granítica, material menos frecuente que la pizarra en los molinos jareños. El séptimo ejemplar también se sitúa en el encajonado cauce bajo del Uso, donde sus avenidas hicieron necesario el recrecido de sus muros dado que las aguas lo destejaban al no estar anteriormente cerrado con bóveda.

Plantas esquemáticas de los molinos del Pedroso, cerca de Mohedas

Probablemente las aguas del embalse de Azután ocultan los restos de un octavo molino del Uso que podría haber estado más cercano a la Ciudad de Vascos y ser el que se nombra en el Libro de la Montería.

Otro de los molinos del Pedroso

UN siglo EN EL QUE nuestra COMARCA FUE ESCENARIO histórico

UN SIGLO EN EL QUE LA COMARCA FUE ESCENARIO

Castillo de Montalbán, donde se ocultó el rey Juan II con don Álvaro de Luna

Juan II y su valido Álvaro de Luna, después de haber huido de Talavera y del secuestro del rey por su primo el infante de Aragón, pasaron tres semanas en el castillo de Montalbán, hasta que volvieron nuevamente a Talavera al retirar el infante don Enrique el asedio.

Pasó el Rey en nuestra ciudad los días de Navidad de aquel año de 1420 rodeado de la corte que celebró la victoria de don Juan. Para ello acudió también el rey de Navarra, que había llegado a serlo por matrimonio y durante cuyas bodas precisamente intentó su hermano Enrique hacerse con el poder secuestrando al Rey.

Alcázar de Talavera, donde residían en la época los reyes en sus estancias en Talavera

Volvió en otras ocasiones Juan II el Débil a Talavera en este siglo pleno de luchas entre facciones de nobles y la realeza. Como la sucedida en 1442, cuando el enfrentamiento se producía entre el propio Juan II y su hijo Enrique IV el Impotente.

En este caso, Pero Suárez, hijo del señor de Oropesa, toma nuestra villa declarándose partidario del futuro Enrique IV. Garciálvarez, su padre, que fiel al rey le había seguido en su huida al castillo de Montalbán, es apresado en esta ocasión por Juan II, por lo que después de unos días su hijo abandona el sitio de la ciudad y el Rey perdona a los sublevados dejando marchar a su padre a Oropesa.

En muchas de las luchas que hubo durante el reinado del rey Juan II la Santa Hermandad de Talavera aportó fuerzas armadas a los bandos en contienda.

Otro de los datos que nos hablan de la vinculación de Juan II a nuestra ciudad es que Alonso Martínez de Toledo, el Arcipreste de Talavera, tuvo entre otros cargos el de capellán del Rey y fue precisamente durante el tiempo que desempeñó estas atribuciones escribió su obra más conocida “El Corbacho” o «Reprobación del amor mundano».

Don Álvaro de Luna fue acumulando como hombre de confianza del rey numerosos señoríos vecinos de nuestra ciudad. A él pertenecieron Castillo de Bayuela y La Adrada, que le fueron entregados por Juan II después del episodio de la huida a Montalbán; Escalona, San Martín de Valdeiglesias, El Colmenar (que luego sería la Villa de Mombeltrán) y gran parte del valle del Tiétar.

Portada de la parte palaciega del castillo de Escalona donde residió y resistió don Álvaro de Luna

Construyó los castillos de Maqueda y el cercano de San Silvestre y todas estas posesiones se completarían luego con las que obtuvo por su matrimonio en segundas nupcias, con doña Juana de Pimentel, ya que había enviudado de su primera mujer, con la que se casó en Talavera.

De los territorios obtenidos por este matrimonio destacaba Arenas de San Pedro y su territorio, con el que don Álvaro de Luna fue dueño de la práctica totalidad del territorio que separaba a Talavera de la sierra de Gredos, controlando los puertos de montaña, los puentes y las cañadas de la Mesta. Este hecho daba a sus señoríos un gran poder estratégico en aquella época, pues dominaba el paso entre las dos Castillas.

También estuvo don Álvaro a punto de perjudicar gravemente a Talavera pues apoyó al Maestre de la Orden de Alcántara cuando usurpó a nuestra ciudad los territorios situados más al sur de La Jara, con los términos actuales de Sevilleja, Campillo, Puerto de San Vicente, Castilblanco Alía, y Valdecaballeros.

Cuando don Álvaro cayó en desgracia y fue ejecutado por el rey que tanto confió en él, su viuda se retiró al castillo de Arenas, que por eso se llamó desde entonces “de la Triste Condesa”.

Nuestra ciudad y las tierras de su entorno siguieron teniendo cierto protagonismo en la historia de España durante el reinado de Enrique IV el Impotente, rey calificado por Marañón como un “eunucoide displásico”, pero que fue un hombre misántropo y bondadoso a quien no se pudo atribuir directamente ninguna de las muertes que se produjeron durante las luchas nobiliarias que tuvieron lugar a lo largo de su reinado.

Enrique IV el Impotente

Está documentada su presencia en varias ocasiones en Talavera dada su afición al monasterio de Guadalupe, donde fue enterrado, y ser nuestra villa camino habitual hacia el monasterio de las Villuercas en aquellos tiempos en los que se hallaba en su época de mayor esplendor.

Pero es durante la guerra civil que enfrenta a los partidarios de don Enrique con los de su hermano Alfonso, que pretendía reinar por considerarse que Juana, la única hija de Enrique, era en realidad hija del apuesto cortesano Beltrán de la Cueva, y por eso era llamada la Beltraneja, dada la manifiesta impotencia del rey en su primer matrimonio. Se llega incluso a hacer una ridícula ceremonia en la que dos prelados certifican que el rey había recuperado su virilidad en el segundo matrimonio.

Castillo de Mombeltrán

Detrás de esta guerra se esconden en realidad las luchas entre diferentes facciones de la nobleza, y debido al enfrentamiento llegan los detractores de don Enrique a hacer un simulacro de destronamiento del rey en Ávila vistiendo con sus atributos a un muñeco, quitándoselos después y derribándole de una patada.

Los nobles y prelados que apoyaban la causa de don Alfonso se reunieron en julio de1466 en Talavera, partidaria entonces de los rebeldes para tomar una serie de decisiones sobre la estrategia a seguir contra don Enrique. El arzobispo de Toledo y el maestre de la orden de Santiago se muestran más belicosos pero el conde de Benavente y el maestre de Alcántara tienen una actitud más moderada que es al final es la que se adopta.

RUTA DEL MIRADOR DE LA JARA

RUTA DEL MIRADOR DE LA JARA

La flecha indica la localización del mirador

Esta es una ruta muy sencilla en la que ascenderemos hasta la cumbre de la Sierra de La Estrella. Un lugar incomparable para disfrutar de hermosas vistas panorámicas no sólo sobre la comarca de La Jara, sino también sobre Las Villuercas, el valle del Tajo y, al fondo, la sierra de Gredos.

El ascenso se hace desde la pista que conduce a Aldeanueva de Barbarroya desde La Estrella, tomando a un kilómetro aproximadamente el camino llamado de Chozuelas, camino que sube por la ladera oeste de esta sierrecilla encantadora que se levanta como un bastión en medio de la Jara Baja. Conserva en la vertiente oriental su vegetación de bosque mediterráneo con arroyuelos que riegan terrazas y huertecillos. Sus cumbres fueron siempre un lugar estratégico de observación y refugio y hoy tiene un mirador con zona recreativa.

Oropesa y el macizo central de Gredos desde el mirador de la Jara

Este lado de la sierra es el más deforestado, tanto por los cultivos del hombre como por los incendios, siendo la ladera de saliente mucho más poblada de monte. Aun así, vamos subiendo entre almendros, olivos silvestres o acebuches, cornicabras y chaparros hasta un collado en el que el camino gira a la derecha llevándonos hasta la cumbre. Desde allí, la vista es magnífica y podemos distinguir decenas de poblaciones. Al norte se contemplan las cumbres nevadas de Gredos y el farallón de la sierra que se levanta de forma imponente al fondo de las llanuras y dehesas de Oropesa y Campo Arañuelo. Abajo podemos distinguir los caseríos de Navalmoralejo, Puente del Arzobispo, Azután y las murallas de la Ciudad de Vascos con el embalse de Azután al fondo. Al este, vemos el río Uso, la Vía Verde, el caserío de Aldeanuela de Barbarroya y la Cabeza del Conde. Si miramos hacia el sur aparecen las cumbres de la Jara Alta y las llanuras de esta comarca que se extienden hasta el Puerto del Rey y el Puerto de San Vicente. A poniente, podemos percibir los caseríos de Villar del Pedroso, Carrascalejo y la parte del territorio de La Jara incluido en la provincia de Cáceres, con las ásperas cumbres de la sierra de Altamira y las Villuercas al fondo.

La sierra de Altamira y la Jara occidental desde el mirador

En la cima de la Sierra Ancha, justo en el collado situado al sur de la cumbre, podemos visitar los restos del amurallamiento de un castro de la Edad del Hierro en el que es curioso observar los huecos habitables disimulados en el grueso del muro que servían como refugio. Probablemente, estas cuevas camufladas también fueron utilizadas como escondite por los cristianos que, tras la reconquista, se atrevían a repoblar estas tierras inhóspitas batidas por las razzias de almohades y almorávides que les obligaban a esconderse en estas alturas que eran denominadas “moradas” por los asustados repobladores que dejaron en otras elevaciones de La Jara topónimos y murallas similares.

El embalse de Azután con Talavera al fondo desde el mirador

El otro pico de la sierra es La Buha, el cerro más puntiagudo, en cuya cumbre se sitúa una antigua explotación minera. La forma del monte y la cueva minera han hecho que la fantasía popular haya querido ver un antiguo volcán en la cumbre de esta montaña, e incluso se cuenta la anécdota de que cuando en cierta ocasión un ganadero quemó unas alpacas de paja creyeron algunos vecinos que el volcán entraba en erupción.

En la falda oriental de la sierra se ha preparado una zona recreativa en torno a una fuente situada en un agradable paraje al que se puede acceder desde la pista que conduce a Aldeanueva de Barbarroya por un camino que parte a la izquierda por la falda de la sierra.

El cerro de la Buha al fondo desde la puente de La estrella

LA ESTACIÓN DE TREN DE TALAVERA: FOTOS ANTIGUAS Y CERÁMICA

LA ESTACIÓN DE TREN DE TALAVERA

La estación del tren en una postal de los años 20 de Ruiz de luna

Ahora que intentan desmantelar los servicios ferroviarios de Talavera con trenes casi decimonónicos vamos a recordar la estación que cuando se construyó supuso un gran cambio en la ciudad, tanto por los nuevos servicios que ello suponía como por los cambios urbanísticos que supuso en Talavera  y las ampliaciones del casco por paseo del Muelle y el paseo de la Estación.

Todavía quedan algunas instalaciones para abastecer de agua a los antiguos trenes de vapor o alguna vieja grúa.

Fue en 1876 cuando llegó el tren a Talavera, aunque hubo intentos por llevarlo a través de Castilla la Vieja y descender por Baños de Montemayor hacia Plasencia y Cáceres. Exactamente lo mismo que ahora se plantea el ministerio para dejar a Talavera sin AVE. En aquella ocasión rectificaron su intención y esperemos que en este caso lo hagan también.

Desde 1860 hubo ya presiones de las fuerzas vivas talaveranas para que llegara a la ciudad Los ayuntamientos debían pagar una parte por adelantado y eso también retrasó algo el proyecto.

Fachada de la estación del tren en su estado actual

Sin embargo hubo resistencia por parte de comerciantes y hosteleros que consideraban perjudicados sus derechos por detenerse así menos  viajeros y mercancías en Talavera, aunque la actividad agropecuaria y la escasa industria se verían beneficiados por el ferrocarril.

La estación desde el puente de la Vía en una vieja fotografía

Hubo otros intentos de traer el ferrocarril a Talavera: una primera línea directa desde Madrid, otra de tranvía desde Toledo, un tren que nos comunicara con Gredos a través de Oropesa, otro que llegara a Talavera  conectando con el que llegaba de Madrid a Almorox, otro desde Los Navalmorales y uno más desde Alcázar para comunicarnos con La Mancha, pero ninguno llegó a cuajar, aunque de lo que queda de algunos de esos proyectos hablaremos otro día, como también se frustró el tren Talavera- Villanueva de la Serena, hoy vía Verde de la Jara.

Otra postal con la estructura original de la estación

LA CERÁMICA DE LA ESTACIÓN

Sobre la vieja construcción de la estación se instalaron en los años 70 del pasado siglo unos paneles de cerámica de motivos renacentistas que dieran realce al edificio.

Rótulo con el taller autor de la cerámica

Se trata de cerámica de Artesanía Talaverana, cuando todavía esta empresa de Mauri y Corrochano se encontraba en la calle capitán Luque como se puede ver en la inscripción que reproducimos.

Uno de los motivos renacentistas que se repiten en la decoración de la estación
Otro de los paneles decorativos de la estación

Otro de los motivos cerámicos es un escudo de Talavera que se sitúa en el vértice de la achada sur de la estación.

Escudo de Talavera en la estación de ferrocarril.

EXCURSIÓN AL PIÉLAGO

CONOCER EL PIÉLAGO

El río Guadyerbas nace en El Piélago en un paraje lleno de magia y elementos históricos y arqueológicos enmarcados por una hermosa naturaleza. En esta excursión vamos a intentar conocerlo

Robledales y castañares de El Piélago
Robledales y castañares de El Piélago

unpaseoporpiélagoPodemos acceder al Piélago desde el Real de San Vicente o desde Navamorcuende, con una distancia desde Talavera de algo más de treinta kilómetros. En el primer caso subiremos entre castañares y en el segundo atravesaremos un hermoso rebollar. También se puede acceder por un bonito camino asfaltado con una hermosa vegetación y un paisaje impresionante desde Hinojosa de San Vicente.

El punto de partida del sendero se sitúa junto a un pinar, justo en el lugar donde la carretera deja de ascender e inicia el descenso en uno u otro sentido. Desde allí recorreremos unos trescientos metros en dirección Navamorcuende hasta un camino que parte desde una curva hacia el repetidor que se sitúa en la cumbre del Cerro Cruces. Cuando hemos avanzado unos cien metros observamos unos muros derruidos a la izquierda, nos acercaremos a ellos y observaremos que se trata de uno de los pozos de nieve donde los frailes del convento cercano acumulaban apisonada la nieve en capas que alternaban con paja. Luego la trasportaban en caballerías hasta Talavera en recipientes de corcho y durante la noche, para tener así menos pérdidas, constituyendo una de las mayores fuentes de ingresos para los frailes. Fue la única forma de refrigeración hasta finales del siglo pasado y de ahí su interés económico. Con ella se hacían también medicamentos pues se creía en su poder curativo, además de los primeros helados ya documentados desde el siglo XVII.

Pozo de nieve de El Piélago
Pozo de nieve de El Piélago

Seguimos por la ladera del Cerro Pelados y atravesamos un pinar contemplando a la izquierda la cuenca formada entre las elevaciones de Cruces, Pelados y San Vicente, que conocemos como El Piélago, lugar llamado así por tener hasta  las cien  fuentes que se contaban en el siglo XVIII. Llegamos junto a la base del cerro de Las Cruces y tomamos el camino que por su loma nos lleva entre robles y rebollos hasta los repetidores de televisión, desde donde podemos disfrutar de una vista incomparable sobre la Sierra de Gredos y sus pueblos, además de las localidades de la cara norte de la Sierra de San Vicente, como Almendral o La Iglesuela.

Una vez disfrutemos del paisaje, descendemos por el camino que bajaba paralelo a una antigua línea eléctrica hasta llegar a la carretera, que pasa entre un conjunto de tres molinos de agua de los que uno de ellos es casi monumental pues tiene todo el edificio y el cubo fabricados en buena sillería.

Seguimos la carretera y cruzamos el río Guadyerbas en su nacimiento, y si es época lluviosa podemos dar un breve paseo por sus orillas viendo cómo desciende con bonitas chorreras y pequeñas cascadas. Volvemos a la carretera y seguimos hasta llegar a la zona de esparcimiento y un campamento.

El Guadyerbas al salir de los robledales de El Piélago
El Guadyerbas al salir de los robledales de El Piélago

Allí podremos descansar, para a continuación seguir de nuevo por la carretera hasta el convento, construcción en ruinas del siglo XVII y XVIII que tiene su encanto típicamente romántico, con su hiedra y su aspecto sombrío. Poco antes del convento, parte de la carretera un camino hacia la derecha, hasta él retrocederemos, y tras recorrer unos trescientos metros veremos a la izquierda, entre los pinos, las ruinas del edificio de otro pozo de nieve.

Fachada del convento de el Piélago

Desde aquí mismo, o mejor desde el punto inicial de partida, ascenderemos por la linde de los pinos, hasta la cumbre del cerro de San Vicente y allí, junto al vértice geodésico, se encuentra la cueva de los Santos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta, y sobre ella los restos de la ermita que erigió Francisco de Raudona, un hombre casado con una viuda del pueblo de San Román que andando por estos parajes creyó durante una experiencia mística ver en la cueva las marcas sobre la roca de las espaldas de los mártires patrones de Talavera, escondidos aquí cuando huían de las persecuciones del emperador Diocleciano. Sobre la pared de la izquierda se observa una pililla y una cruz labradas en la piedra.

Cueva de los Santos Mártires en el Cerro de San Vicente
Cueva de los Santos Mártires en el Cerro de San Vicente


A quinientos metros al sur de la cueva está el castillo. Parece que fue musulmán en su origen, y así lo confirman dos enormes cimitarras grabadas sobre la cara sur de la roca que lo sostiene, aunque una de ellas está parcialmente destruida por haberse fragmentado el batolito de granito. La parte más antigua es una torre que se encuentra a saliente y que es de estilo y época califal. La vista panorámica es desde aquí  impresionante: los valles del Alberche y el Tajo, Talavera al fondo a la derecha, al sur los Montes de Toledo y La Jara, más al oeste el Campo Arañuelo y las Sierras de Guadalupe, y debajo Hinojosa, El Real o Garciotún, casi como si fuéramos a caernos sobre ellos.

Castillo musulmán de la Sierra de San vicente
Castillo musulmán de la Sierra de San vicente

HISTORIA Y MAGIA: Pocos lugares tienen como éste una carga histórica y mágica tan acusada. Dice la tradición y la hipótesis histórica del historiador y arqueólogo alemán Schulten, que desde esta sierra atacaba el caudillo lusitano Viriato a las huestes romanas, y que sería el cerro de San Vicente el que los romanos conocieron como Monte de Venus, que tuvo para ellos unas connotaciones mágicas y religiosas. En él se encontraron sepulturas romanas y una dedicatoria a un dios celta prerromano llamado Togote. También los mártires Vicente sabina y Cristeta, los templarios, que algunos defienden que estuvieron por estos pagos, además de los ermitaños, hacen del Cerro de San Vicente un lugar ideal para los amantes de lo esotérico.

Se puede comer en Navamorcuende y en el Real en varios restaurantes donde son de destacar las carnes a buenos precios.

Recorrido aproximado 10 kilómetros,  2 horas y media, aunque si lo deseamos podemos seguir el Guadyerbas en su descenso hasta el embalse y volver en otra hora larga.

LA VÍA VERDE DE LA JARA:  OTRO RECURSO TURÍSTICO DESAPROVECHADO

LA VÍA VERDE DE LA JARA:  OTRO RECURSO TURÍSTICO DESAPROVECHADO

El viaducto sobre el Tajo conocido como Puente de Amador

Lleva uno tanto tiempo predicando la riqueza del patrimonio comarcal de cara a su aprovechamiento turístico, que ya me duele la boca de proclamarlo, pero como dice una vecina mía con respecto al cuidado de las flores y los tiestos: Es «Tiempo perdío»·.

Hace ya casi 30 años que hice los primeros artículos sobre la Vía Verde de La Jara o la Vía del Hambre, nombre por el que se la conocía en la zona y que para mí tiene mucho más gancho, pero a los políticos, que se la cogen con papel de fumar en esto de lo políticamente correcto, no les gustaba la alusión famélica y pusieron el otro nombre mucho más insulso.

Cuando hice aquellos primeros artículos todavía los derrumbes hacían difícil el paso por ella y nada se había hecho para potenciarla, luego se arregló el piso y poco más, porque las estaciones perecen poco a poco, arruinándose víctimas de la incuria, cuando podrían haberse restaurado y utilizado como albergues y zonas de servicio para los viajeros que deambularan o pernoctaran por la zona. El ejemplo más lamentable es el de la estación de Aldeanueva de Barbarroya.

Estación de Aldeanueva de Barbarroya que en la actualidad se halla más deteriorada que en la foto

Me dirán los políticos que se organiza el encuentro de ciclistas de Talajara al que acuden miles de personas,pero se van igual que vinieron, sin conocer ni un sólo pueblo de La Jara, sin conocer nada del patrimonio cercano a la Vía y sin gastarse un duro en la comarca, en productos de la zona o en restauración, porque sencillamente hacen una carrera de las que ahora son tan frecuentes, más destinadas a vigoréxicos que a tranquilos viajeros, de la que volverán a sus casas con una nueva marca en el cronómetro, con algún minuto por debajo de carreras anteriores y alguna foto en su teléfono.

Más tarde publiqué la Guía de la Vía Verde donde desgranaba el patrimonio que se encuentra en sus cercanías y cómo se podía visitar, pero fue también «tiempo perdío», no han puesto ni un solo indicador que nos oriente sobre cómo visitar elementos de interés histórico o etnográfico como los lavaderos de Aldeanueva, el Canto del Perdón, los grabados de la Nava de Ricomalillo  etc, etc y mucho menos los atractivos que se encuentran en el término de los pueblos por donde discurre y que servirían de excusa para la visita a los mismos y me refiero, por ejemplo, a las minas de oro de La Nava, los molinos de Riofrío etc .Gran parte de este patrimonio se está dejando perder cuando podría ser un gran atractivo para los viajeros, y como ejemplo más evidente citaré los Baños de la Retortilla.

El río Tajo es atravesado por la vía verde, al fondo

Compartiendo con Calera el protagonismo como inicio de la Vía se podría conectar desde Talavera por el camino del Barro o por otros que nos enseñen los interesantes parajes naturales del Tajo y las llamadas tablillas del reculaje de Azután frente a Las Herencias y Canturias.
Algo que sería absolutamente necesario es habilitar una zona de baño dado que los estíos jareños son muy calurosos. Hay diferentes lugares con el agua necesaria como por ejemplo el entorno del arroyo de San Vicente y su embalse..

También sería de gran interés situar junto a la vía un centro de interpretación de La Jara, esta maravillosa comarca que rezuma épica y estética

Chozo junto a la Vía Verde

Solamente en Campillo se han tomado algunas iniciativas  para aprovechar la vía, pero han sido ideas de francotirador, sin que haya un proyecto integrador que realmente ponga en valor este recurso.
La Vía debería además estar integrada con los otros grandes recursos turísticos de La Jara como son la Ciudad de Vascos, a la que se podría acceder por un puentecillo sobre el Huso, los caminos de Guadalupe o la Cañada Leonesa, y así se podría potenciar realmente el turismo rural para que se ayude a sobrevivir a esta comarca en franco proceso de despoblamiento.
Pero todo eso es hacer política de verdad, eso que a nuestros representantes les importa un bledo, insistir en que espabilen, que trabajen y se pongan al servicio de los ciudadanos es una vez más «tiempo perdío».
Miguel Méndez-Cabeza

CONVENTO DE LOS CARMELITAS, «EL CARMEN»

CONVENTO DE LOS CARMELITAS, «EL CARMEN»

Fachada del convento de los carmelitas o «El Carmen»

EL CARMEN

 HISTORIA

 El monje talaverano Melchor de San Antonio llegó a la ciudad en el año de 1690 con el ánimo de fundar junto a otro compañero una comunidad de su orden de carmelitas descalzos. La empresa hubo de vencer la oposición de las otras comunidades religiosas ya asentadas y de los nobles que las protegían. Sin embargo, los frailes son tutelados por el cardenal Portocarrero y por la influyente familia Meneses, doña Luisa Luna Meneses y don Pedro de Meneses que les concedieron las casas en las que se instalaron por primera vez los frailes, consiguiendo al fin fijarse en Talavera. Seguir leyendo CONVENTO DE LOS CARMELITAS, «EL CARMEN»

LA BATALLA DE TALAVERA (y 2) LA SANGRE CORRE EN LA PORTIÑA

LA BATALLA DE TALAVERA (y 2)

LA SANGRE CORRE EN LA PORTIÑA

Grabado de la colección del autor que muestra una recreación decimonónica de la Batalla de Talavera

Con estas acciones queda pues establecido el frente en una línea imaginaria que, bajando desde la atalaya de Segurilla siguiera por el arroyo de la Portiña para luego llegar hasta el Tajo, pasando cerca de la ermita del Prado por delante del caserío de Talavera.

Las fuerzas francesas se situarían al este de esa línea, las inglesas al oeste ocupando la mitad norte de la misma, en la zona cercana al actual embalse de La Portiña y sobre todo el cerro Medellín, y las españolas la mitad sur, desde el pajar de Vergara hasta la misma Talavera entre olivares y con el terreno surcado de zanjas.

El cerro Medellín domina todo el escenario de la batalla, por lo que desde el principio es objetivo de los franceses que ya el mismo día 27 por la noche intentan en una escaramuza tomar la altura, tanto por su valor estratégico como por encontrarse la mayor parte de las tropas inglesas situadas detrás del cerro.

El cerro de Medellín visto desde las elevaciones de Segurilla, fue escenario de la Batalla, sobre él se asentaron las tropas y baterías inglesas.

Antes se había producido el primer encuentro entre el ejército francés y los soldados españoles más novatos, de los cuales, algunos sorprendidos y asustados huyen en principio. Un episodio que se ha exagerado debido a las manipulaciones y opiniones negativas que sobre las fuerzas españolas difundieron en sus escritos los propagandistas ingleses. Parece que este ataque lo que pretendía en realidad era disimular el que sobre el cerro Medellín iban a acometer los franceses.

Podemos imaginar el escenario en el actual emplazamiento del muro de la presa de La Portiña. En el lado derecho mirando a Segurilla, sobre el llamado cerro del Cascajal, los franceses. En medio, el arroyo sin la presa actual y con su barranco de considerable profundidad, y a la izquierda los ingleses desplegados por las faldas del cerro Medellín.

El embalse de la Portiña ocupa gran parte del escenario de la Batalla de Talavera. En la zona del muro se dieron los combates más encarnizados.

Los franceses atacan inopinadamente a las diez de la noche y se empiezan a extender sin fuego artillero por las faldas del Medellín. Aunque son descubiertos por los soldados alemanes encuadrados en las fuerzas inglesas, el ejército aliado es sorprendido y el mismo general británico Hill, cuando viene de cenar en Talavera, es casi apresado por los franceses tirando de la brida de su caballo.

Aprovechando la sorpresa, un destacamento francés llega incluso a coronar el cerro Medellín, pero es desalojado nuevamente por las tropas inglesas, aunque éstas tienen bajas y pierden algunos cañones. Durante el resto de la noche hubo algunos tiroteos de nervios e incluso murieron varios oficiales ingleses bajo el propio fuego desatado por una falsa alarma.

Recreación de una acometida en la Batalla de Talavera

El día 28 amanece y los ingleses ven desplegadas las fuerzas napoleónicas frente a ellos con una gran batería de artillería concentrada en el cerro Cascajal. Para reforzar la ladera norte del cerro Medellín, Wellington pide ayuda a Cuesta que le envía varios destacamentos de caballería, de infantería y algunos cañones.

Los franceses inician el ataque con el sol deslumbrando a los aliados, y comienzan a batir con intenso fuego de artillería el Medellín. En principio se abren peligrosos huecos en las líneas aliadas causando bajas numerosas, pero aprovechando un hueco abierto en las tropas francesas, son atacadas por orden de Wellesley también por el flanco y se ven obligadas a retroceder.

Plano de la batalla de Talavera con los destacamentos franceses en azul, amarillo los españoles y granate los ingleses

Ante el fracaso de este ataque, se reúne un consejo de guerra francés en casa Salinas presidido por el mismo José Bonaparte, quien prefería dilatar nuevas acometidas hasta que el mariscal Soult llegara desde la zona de Salamanca para sorprender a los aliados por detrás, pero eso supone al menos resistir una semana a Cuesta y Wellington en Talavera y a Venegas en Toledo, por lo que al final deciden acometer un nuevo ataque cuidadosamente planeado en tres fases. En la primera de ellas se atacó a las cuatro de la tarde y en plena canícula el centro del frente, sobre el pajar de Vergara, pero las tropas inglesas y españolas, con especial actuación de la caballería, rechazaron a las napoleónicas, formadas en este caso por soldados alemanes y holandeses, entre los que causaron bastantes bajas capturando cañones y banderas.

Detalle del plano de la batalla con el frente más activo en el enfrentamiento. La flecha señala lasituación aproximada del muro de la presa de la Portiña.

Esta primera fase es en realidad una maniobra de distracción para atacar nuevamente el cerro Medellín. Los franceses al mando del general Lapisse, cruzan otra vez el arroyo de la Portiña e intentan tomar el cerro Medellín, pero la lucha es encarnizada, se encuentran en peor situación que los ingleses y, tras ser herido su general, que muere más tarde, se ven obligados a retirarse.

Los ingleses pasan a la ofensiva y persiguen a los franceses, pero estos, que se han retirado organizadamente, les hacen frente y se ven abocados a una situación muy comprometida sobre la que debe tomar el mando el mismo Wellington, que la reconduce, aunque sus guardias tienen bajas numerosas. Después de dos horas de combate, los dos ejércitos quedan exhaustos, nuevamente cada uno a un lado del arroyo.

Reculaje occidental de la Portiña, donde tuvo lugar el desastre de la caballería inglesa.

La tercera fase del plan francés consistió en el ataque al cerro Medellín por su cara norte y oeste. Al avanzar los franceses se encuentran con las tropas españolas de refuerzo pedidas a Cuesta y comienza el tiroteo en las faldas de la sierra de Segurilla en un combate muy duro que costará la vida al coronel que manda las tropas españolas. Los franceses titubean y Wellesley ordena atacar a su caballería, pero debido a una distancia excesiva hasta las tropas francesas y a la zanja de una torrentera, exagerada en dimensiones por las fuentes inglesas, el ataque es un desastre con numerosas bajas en la caballería británica. Pero los franceses desisten de la maniobra y ya no intentan acometer el cerro por el norte y el oeste.

La Portiña tras finalizar la batalla en un grabado de la colección del autor

Al amanecer del día 29 los franceses se retiran. No quieren dejar desprotegida la línea del Tajo con el peligro que ello supondría para un avance aliado sobre Madrid. Las cifras oficiales hablan de unas 5400 bajas inglesas entre muertos y heridos. Los que llevaron la peor parte fueron los soldados alemanes que luchaban bajo bandera inglesa. En el ejército galo las bajas son unas 7300. Los españoles tuvieron entre 1000 y 1500 bajas.

Aunque para muchos la Batalla de Talavera quedó en tablas el mismo Napoleón dice en una carta a su ministro de la Guerra que “lo cierto es que he perdido la batalla de Talavera” .

HISTORIA CORTITA DE LA BATALLA DE TALAVERA (1 DE 2)

ANTES DE LA BATALLA

PINTURA QUE RECREA LA BATALLA DE TALAVERA

¡ QUÉ HERMOSA OCASIÓN PERDIDA !

Con esta frase se quejaba Napoleón de la derrota de sus ejércitos en Talavera a finales de Julio de 1809. Se cumplen en estos días por tanto el aniversario.

Los ingleses habían desembarcado en Portugal y habían iniciado una campaña conjunta con el ejército español contra los franceses, sobre todo por su propio interés estratégico en la guerra europea.

Desde Portugal habían entrado los británicos en el territorio español al mando de su prestigioso general Arthur Wellesley, más tarde vizconde de Talavera y lord Wellington. Habían avanzado hasta Plasencia y según el plan trazado, el ejército español de Extremadura, al mando del sexagenario general Gregorio García de la Cuesta, debía unirse al inglés para iniciar el avance hacia Madrid. Las tropas francesas al mando del mariscal Víctor, el general Sebastián y el propio José Bonaparte se disponen en arco para defender Madrid del avance aliado por el sudoeste, mientras las tropas de Soult, más al norte, intentan proteger Castilla del avance de los ejércitos británico y portugués situados frente a Ciudad Rodrigo.

RETRATO DEL GENERAL CUESTA

En el pueblecito de Casas de Miravete se encuentran por primera vez Cuesta y Wellesley en una escena novelesca. La delegación inglesa se pierde de noche y los españoles deben esperar a sus aliados en formación a la luz de las antorchas durante cuatro horas, con el consiguiente sufrimiento de Cuesta, que soporta impávido el dolor de la herida recibida en Medellín y que a veces hace incluso necesario llevarle en una silla de mano. En la entrevista entre los dos generales aliados deben utilizar a un oficial español de origen irlandés como intérprete porque Cuesta se niega a utilizar el francés, idioma del invasor que ambos militares conocen. Para colmo, les dan a los británicos un alojamiento en las pobres chozas de Miravete agasajándoles con una especiada cena española que los ingleses no están habituados a comer.

RETRATO DE LORD WELLINGTON , VIZCONDE DE TALAVERA

Ambos ejércitos tienen problemas de abastecimiento de víveres en unas tierras ya esquilmadas por la guerra y el saqueo francés. También sufren la falta de medios de transporte, lo que les servirá a los ingleses, entre otros argumentos, para poner excusas a su inacción y crear una leyenda negra en torno a Cuesta y al ejército español que, por otra parte, se encontraba formado por restos de regimientos casi destruidos en las primeras batallas contra el ejército de Napoleón y por nuevos reclutas poco adiestrados y mal equipados, incluso sin calzado. Mantenía además el ejército español una estructura militar algo anticuada, aplicando las viejas tácticas prusianas, aunque introduciendo por observación de los propios franceses en el campo de batalla algunos nuevos métodos en su acción guerrera. Había por otra parte una gran escasez de oficiales formados y con experiencia que pudieran instruir a las tropas.

Eran en definitiva un montón de campesinos mal adiestrados aunque con ganas de batirse, formando un ejército dividido en unidades de lo más heterogéneo. Pero los medios que se tenían eran los que eran y con ellos había de acometerse la lucha contra los ejércitos franceses, expertos y fogueados en la conquista de media Europa y con un equipamiento y un adiestramiento muy superior al de los batallones españoles, maltrechos ante la resistencia al invasor. El ejército español que habría de enfrentarse en Talavera a los franceses contaba con unos 20.000 soldados de infantería, 3.000 de caballería y 30 cañones. El británico estaba formado por unos 17.000 infantes, más de 3000 jinetes y 25 cañones. Con él luchaban tropas portuguesas y alemanas de Hannover, de donde provenía la familia real inglesa. Los franceses tenían 37.000 soldados, 7500 jinetes y más de 100 cañones.

ESTANDARTE DE UN REGIMIENTO ESCOCÉS CON EL NOMBRE DE TALAVERA EN LA CATEDRAL DE GLASGOW

En Miravete deciden Cuesta y Wellington remontar el Tajo y enfrentarse a Víctor en Talavera, para así abrir paso hacia Madrid, mientras parte del ejército inglés avanzaría por el piedemonte de Gredos para envolver a los franceses por el norte.

Los ingleses comienzan su avance desde Plasencia y las tropas españolas cruzan el Tajo por el Puente del Arzobispo. Los dos ejércitos aliados se encuentran en Calzada de Oropesa el 21 de Julio de 1809. El día 22 acampan en los llanos de Velada y Gamonal e incluso la vanguardia española tiene una escaramuza con las tropas francesas en El Casar de Talavera.

El día 22 los franceses se retiran a través de las calles de Talavera y podemos imaginar a sus miles de soldados pasando por la Puerta de Cuartos, San Andrés, calle Cerería, la Corredera, plaza del Reloj y calle del Sol, cruzando el casco urbano semiabandonado por sus habitantes y quemando mientras tanto “sus casas principales, sus conventos y los campos de trigo” como relata el alférez inglés Aitchinson.

Para los franceses, la presencia de los soldados ingleses y españoles es realmente una sorpresa, pues sus informaciones situaban al ejército español todavía en la zona de Almaraz y a los soldados británicos en Plasencia, por lo que cunde la alarma en su Estado Mayor de Madrid.

ZONA DE LA PORTIÑA DONDE SE DESARROLLÓ LA BATALLA DE TALAVERA ANTES DE HACER LA PRESA

Para reforzar a sus tropas ordenan al general Sebastiani, cuya misión era retener a las tropas del general español Ve n e g a s cerca de Toledo, que baje Tajo abajo a incrementar las tropas francesas en Talavera. Pero, aunque hay un intento de las tropas inglesas y las españolas para romper las líneas francesas, finalmente el ejército aliado se queda en la franja de la vega comprendida entre Talavera y el Alberche, con la intención de vadearlo y atacar a los franceses al día siguiente.

Pero el río, que por las lluvias recientes va inusualmente caudaloso para ser el mes de Julio, hace que, al no ser operativo el puente del Alberche por ser estrecho y de tablas que no soportarían el peso de soldados y cañones, se busquen vados alternativos aguas arriba para atacar así al ejército napoleónico.

Sin embargo, al amanecer del día 23 ya se han marchado los franceses y los ingleses se niegan a perseguirlos aduciendo falta de abastecimientos. Esto es sólo una excusa, pues es el armisticio de Znaim con el consiguiente abandono de la guerra por Austria el motivo de que lord Wellington no se entregue a las operaciones pactadas en Casas de Miravete. Además, los ingleses estaban conspirando con la ayuda de algunos militares españoles para poner a Wellesley al mando del ejército en lugar de a Cuesta y no era bueno para sus planes que el general español pudiera tener un buen papel en una acción contra el enemigo. Los franceses se retiraron a través de la Puebla de Montalbán hacia Toledo, pero Cuesta creyó que iban en dirección a Madrid. Cuando se dio cuenta, ya era tarde y los franceses volvieron sobre sus pasos con dos cuerpos de ejército en dirección a Talavera, sorprendiendo desprevenidas a algunas tropas españolas que iban separadas del grueso de sus fuerzas. Como eran muy inferiores en número y el terreno de Alcabón muy llano, los españoles deciden retirarse protegidos por dos regimientos de dragones que se sacrifican para salvar al resto de las tropas, ocasionándose además un mayor número de bajas por la dificultad de paso que producen las espinosas cambroneras de las lindes, cayendo en la acción unos trescientos o cuatrocientos jinetes españoles. Cuesta consigue replegarse hasta el Alberche y lo cruza al amanecer del día siguiente. También tuvieron una desagradable sorpresa las tropas inglesas cuando, sin haber finalizado todavía el paso del río de las fuerzas españolas, los franceses, ante la falta de vigilancia de las orillas del Alberche, lo vadearon con el agua al pecho y sorprendieron a los ingleses, que se vieron obligados a retirarse. Incluso el mismo Wellington tiene que huir de la Casa de Salinas con las balas silbándole al oído, dejando incluso el catalejo que le servía para observar al enemigo.