SUBIDA AL CERRO DEL CASTILLO

Subida al Cerro del Castillo

Torre fortificada del poblado del cerro del Castillo. Al fondo el cerro del Oso y el Real de San Vicente
Torre fortificada del poblado del cerro del Castillo. Al fondo el cerro del Oso y el Real de San Vicente

 Recorrido aproximado 6 kilómetros. Entre 2 y 3 horas, según nos detengamos en los yacimientos arqueológicossubida-al-cerro-del-castillo

 Preguntamos en el pueblo de Castillo de Bayuela por el camino de “la Madalena”, que nos subirá hasta el antiguo emplazamiento medieval de este pueblo, “el castillo”. Pasamos por una vieja fuente restaurada y llegamos al lugar de donde parte la vaguada por la que asciende el camino, entre las dos elevaciones principales del cerro del Castillo. En la cumbre occidental se encuentra el antiguo pueblo amurallado medieval,  que a su vez se sitúa sobre los restos del viejo castro vettón. Podemos visitar la arruinada iglesia que mantiene su aspecto fortificado medieval en la torre, la portada de aires mudéjares y restos de sepulturas.

El cerro del Castillo está lleno de parajes amenos y vistas panorámicas
El cerro del Castillo está lleno de parajes amenos y vistas panorámicas

Desde aquí podemos acercarnos a una pequeña elevación al sudoeste que
también presenta restos de murallas, aunque más toscas, pues este otro yacimiento está datado hace unos cuatro mil quinientos años, en la Edad del Cobre. Entre ambos cerretes se encuentra una zona con alcornoques y grandes rocas en las que no sería extraño que veamos algún ejemplar de búho real.

Camino de subida al cerro del Castillo
Camino de subida al cerro del Castillo

La elevación oriental cuenta con restos de una necrópolis visigoda y con una vegetación entre los bloques graníticos de cornicabras, encinas, enebros y alcornoques, además de contar también con una magnífica vista panorámica sobre el valle del Alberche al sur y la Sierra de San Vicente al norte.

POrtada mudéjar de la iglesia del cerro del Castillo
POrtada mudéjar de la iglesia del cerro del Castillo

Descendemos hacia el norte por un agradable camino que va hasta la carretera, que a su vez nos llevará de vuelta hasta el pueblo, aunque los aficionados a la escalada pueden practicarla en unas vías abiertas en el cerro Garrido, situado al noroeste del cerro del Castillo.

torrecastillo
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RUTA DE LA BATALLA DE TALAVERA

Ruta por el escenario de la Batalla de Talavera

Recorrido aproximado 17 kilómetros, 4 horas y media

Hoy vamos a dar un paseo por el escenario de la que fue una de las batallas más importantes de la Guerra de la Independencia, recorrido que además nos servirá para conocer el entorno natural del embalse de la Portiña y las sierrecillas de El Berrocal.

Partimos de los Jardines del Prado en Talavera, donde se encuentra, junto a los arcos de entrada, el monumento erigido con cerámica en el año 2009, con motivo del segundo centenario de la confrontación de los franceses invasores y la coalición de ingleses y españoles, aunque en ambos ejércitos peleaban soldados de otras nacionalidades, como polacos, portugueses, holandeses o alemanes.

Seguimos por el paseo central hasta una rotonda en la que veremos un laurel que se plantó precisamente en el primer centenario. Llegamos a la Basílica del Prado, entonces ermita, frente a la que se exhibió y escarneció con disparos de las tropas el cuerpo del general San Juan, acusado por un clérigo trabucaire de haberse dejado vencer en la batalla de Somosierra, en la que los franceses pasaron el último obstáculo antes de entrar en Madrid. La misma ermita fue expoliada por los invasores, llevándose hasta cincuenta arrobas de plata y convirtiéndola en herrería y carretería, aunque se consiguió conservar la imagen escondida en los desvanes de la Colegial, y parte de su ajuar.

Laurel plantado en 1909 con motivo del primer centenario de la Batalla de Talavera

En la ermita se situaron las baterías que defendían la ciudad de las tropas que pudieran cruzar el Alberche, y aquí empezaba con destacamentos españoles el despliegue de las líneas aliadas en su extremo sur, mientras que aproximadamente a la altura del actual hospital se desplegaron las tropas de los franceses hasta el Alberche.

Desde la basílica nos dirigiremos a la avenida de Francisco Aguirre, que seguiremos en dirección oeste hasta llegar a la rotonda de la carretera de Cervera, pues la línea de despliegue de ambos ejércitos iba en dirección noroeste hasta esta zona en que paralelamente a ella se dispusieron a ambos lados y a prudente distancia  las fuerzas enfrentadas. Nosotros seguiremos por la orilla oeste del arroyo de la Portiña, recorriendo el mismo cauce o, más cómodos, por el camino que, pasando por el paraje de Piedrasmuchas, va hasta las depuradoras del embalse de la Portiña.

En el recorrido urbano que hemos hecho, entonces campos cultivados, y en el tramo de despliegue español hasta el Pajar de Vergara se produjo no se sabe bien porqué un episodio de confusión y una crisis de pánico en las tropas españolas que tenían encomendado ese sector, provocándose una desbandada que no tuvo mayores consecuencias en la batalla, aunque el hecho fue convenientemente magnificado por las crónicas de los ingleses, para intentar así aumentar el protagonismo de sus fuerzas.

Sobre el cerro Cascajal, en la zona de esta labranzo construida en 1909 se situaban las baterías francesas que batían el cerro Medellín

Una moza española llamada Isabel Moreno arengaba y llevaba agua a las tropas españolas y recibió la promesa de ser recompensada cuando finalizara la guerra, pero esta “Agustina de Aragón” talaverana no recibió premio alguno, y fue olvidada por las autoridades, pasada la contienda.

Pronto llegamos a la zona del entonces llamado Pajar de Vergara. Allí comenzaba el despliegue de los ingleses con la fortificación de esa labranza con zanjas y defensas hechas con montones de tierra. En este lugar se produjo, durante la primera fase del ataque general del día 28 de Julio, una de las actuaciones del ejército español que apoyando al inglés hizo que consiguieran los aliados detener a los franceses en uno de sus intentos de avance.

Seguimos en  el sector defendido por las tropas inglesas cuando cruzamos el  Canal Bajo del Alberche y su carretera de servicio, y ascendemos hacia las depuradoras de agua de Talavera, cruzando también el arroyo del valle de las Doncellas.

Escenario de la batalla desde las alturas de El Berrocal

Nos encontramos ahora en la zona que sufrió con mayor crudeza el fragor de la batalla, justo en la base oriental del cerro Medellín que se encuentra a la izquierda, y se distingue por tener un chalet en su cumbre. Sobre sus alturas se situaron las baterías inglesas. Para observarlo mejor cruzaremos a territorio “enemigo” por el muro de la presa del arroyo de la Portiña. Allí vemos una construcción de principios del siglo XX en la parte más elevada del cerro Cascajal, donde se encontraba el grueso de las baterías y tropas francesas que intentarían la conquista del cerro Medellín, produciéndose en las inmediaciones del cauce del arroyo y en las lomas de ambas elevaciones los encuentros más violentos y el episodio, más bien legendario, en el que durante un receso de la batalla bajaron soldados de ambos ejércitos a beber al arroyo de La Portiña, donde se encuentran las ruinas de unos molinos que ya existían en aquella época.

Dibujo del escenario de la Batalla de Talavera editado con motivo del primer centenario

Podemos imaginar los repetidos intentos de los galos por ascender y rodear el cerro Medellín, y los miles de muertos que quedaron dispersos por el suelo expuestos al calor y la rapiña de los desvalijadores de cadáveres que, ante la necesidad general reinante cayeron sobre el campo de batalla al finalizar el enfrentamiento. Muchas son las hebillas, balas de cañón y otros objetos hallados cuando se labraron estos campos en tiempos posteriores.

Desde el cerro Cascajal y ya en territorio ocupado por las tropas francesas recorreremos ahora el embalse por su orilla, disfrutando de un paraje muy ameno en el que se practica la pesca y se pueden observar aves como la focha común, la polla de agua, el zampullín chico, ánades reales, somormujos, garzas, cigüeñas, especies limícolas y muchas más, para lo que podemos utilizar el observatorio del aula de la naturaleza del ayuntamiento.

Cuando damos la vuelta al pantano entramos de nuevo en la zona de la batalla y en  el campo inglés, aunque apoyado en algunas incidencias por la caballería española. Justo aquí, al norte del cerro Medellín se produjo otro de los episodios más comentados de la batalla, cuando durante una acometida de los ingleses, fueron muy castigados por los franceses con numerosas bajas, según versión de los británicos, por una supuesta zanja en la que dicen cayeron los caballos y jinetes siendo fácilmente masacrados. Analistas españoles y franceses dijeron que la zanja en cuestión nunca existió y que ésta es una excusa de los ingleses para justificar esa derrota. Pero los franceses no aprovecharon el momento y no consiguieron tomar el cerro Medellín, clave de la batalla. En este flanco de las líneas también tuvieron un papel destacado las fuerzas españolas en apoyo de las inglesas.

Casa de Salinas, de donde huyó Wellington a uña de caballo

Vemos descender el arroyo de la Atalaya desde la misma y observamos en la orilla oeste las elevaciones graníticas en las que se desplegaron tropas españolas que protegían ese flanco y que tuvieron una buena actuación. Seguimos hacia la ladera del cerro Medellín en dirección a la carretera de Mejorada hasta llegar a ella y continuamos en dirección a Talavera.

Justo antes de cruzar la autovía vemos a la izquierda la zona de descanso y el monumento de la Batalla, que se hizo cuando al hacer la autovía A-5 se descubrieron fosas comunes con las corazas y los restos de soldados muertos en la contienda.

En este monumento se representa en azulejo talaverano el despliegue de la batalla con los parajes que venimos visitando. El monumento es como un trípode que simboliza los tres ejércitos contendientes y en el hormigón están inscritos los batallones de cada uno que participaron en esta gran batalla, que se ha considerado ganada por el ejército aliado pero que más bien quedó en tablas porque el número de bajas, en total unas quince mil, fue prácticamente distribuido a partes iguales entre los dos ejércitos contendientes. Sobre la ladera del cerro Medellín vemos la labranza de Pero Gordillo que ya existía en la época, y un poco más arriba el monolito que se levantó también en la conmemoración del primer centenario de la batalla. Podemos volver a Talavera por la carretera de Mejorada o por un camino que va desde el canal entre huertas y paralelo a la carretera por la derecha.

FOTOS ANTIGUAS DE LA CALLE CARNICERÍAS

FOTOS ANTIGUAS DE LA CALLE CARNICERÍAS

Calle Carnicerías. Segunda foto de Ruiz de Luna

Traemos hoy algunas fotografías de la calle Carnicerías que debe su nombre a que en ella se situaron desde antiguo las carnicerías municipales, pues esta actividad de la venta de carne era un monopolio del ayuntamiento y a ellas debían acudir a comprar los talaveranos. Parece que antes del siglo XVI se llamó calle de las Verduras

Va de la Plaza del Reloj a la Ronda del Cañillo y pero antiguamente  su tramo inferior era en parte la calle Pescaderías que venía desde el arco de San Agustín, hoy reconstruido,y más abajo la calle que se llamó del Cuerno desde antiguo y que continuaba con la calle Sevilla, llamada así por desembocar en la puerta del mismo nombre, de la que conservamos el arco.

Calle Carnicerías en una foto de Ruiz de Luna de los años 20. Albañales, labriegos y venta de melones y sandías.

Al final de ambas confluían por tanto, junto a la alcazaba, el primer y el segundo recinto amurallado. Hoy la calle está delimitada al oeste por la muralla de ese primer recinto y los muros de la alcazaba.

Inicio de la calle Carnicerías con el comercio de Genaro Suela a principios de siglo

En tiempos de la Segunda República se llamó de García Hernández en honor del militar fusilado junto a Fermín Galán por pronunciarse para la proclamación de la República. En los años sesenta esta segunda parte de la calle Carnicerías se reformó para de los dos callejones antes referido dejar una sola avenida con el nombre de Jose Antonio Primo de Rivera hasta que en los años 80 se denominó a toda la avenida calle Carnicerías.

Foto de Esperón de la calle Carnicerías hacia 1930, como vemos todavía era lugar de venta de sandías.
Foto de Esperón de la calle Carnicerías hacia 1930, como vemos todavía era lugar de venta de sandías.

Dos de las fotografías son vistas muy parecidas de la colección de postales que hizo Ruiz de Luna.

En ellas se ve una considerable actividad comercial, especialmente de melones y sandías. Se perciben curiosos tipos de campesinos de principios del siglo XX y los poco higiénicos albañales de aguas residuales que recorrían la ciudad y a los que se refirieron muchos viajeros por los charcos putrefactos y malos olores que producían, además de ser un medio ideal, el de las aguas estancada, para reproducirse los mosquitos que trasmitían el paludismo endémico en Talavera hasta hace unas décadas.

Detalle de la foto de Ruiz de Luna con algunos personajes
Detalle de la foto de Ruiz de Luna con algunos personajes

También es interesante la arquitectura tradicional con los balcones que cantaba el poeta Rafael Morales. También es de destacar la vista que nos ofrecen las fotografías de la antigua torre del Reloj.

Fusilados republicanos en la calle Carnicerías en septiembre de 1936
Fusilados republicanos en la calle Carnicerías en septiembre de 1936

Antiguo final de la calle Carnicerías en el arco de Sevilla

UN APÓSTOL ANTITAURINO POR ESTA TIERRA EN 1915

UN APÓSTOL ANTITAURINO POR ESTA TIERRA EN 1915

Eugenio Noel en la portada de una de sus novelas
Eugenio Noel en la portada de una de sus novelas

Vaya por delante que el que esto escribe no es antitaurino, más bien gusto de ver ritual tan magnífico, arcaico y colorido como es la Fiesta, pero también me sucede como a los japoneses que llevan a Las Ventas, que solo vemos un toro, ellos por necesidades de su intensa agenda turística y yo porque me canso.

Esto viene a cuento porque he encontrado a un curioso y olvidado escritor llamado Eugenio Noel que es un verdadero quijote del apostolado antitaurino. Resulta que a principios del siglo pasado inició un periplo por toda nuestra geografía para intentar convencer a nuestros compatriotas de que los toros eran una fiesta bárbara, pero no contento con esto decidió predicar también contra el flamenco, pues consideraba el “flamenquismo” algo así como una degradación de nuestra cultura. Fue recorriendo España con su aspecto ya un poco bohemio y demodé para la época a base de melena y bigotón a lo Balzac, recogiendo datos y costumbres que le dieran argumentos en su apostolado imposible.

Dos de los relatos recogidos en su libro “Los nervios de España” se localizan en nuestra región. El primero de ellos habla de su pernoctación en una venta manchega que a la entrada tenía un rótulo: “Aquí durmió El Quijote”, con esa eterna confusión nacional entre la realidad y la ficción. Como otros de sus escritos, está lleno de datos costumbristas y etnográficos, manejando además un riquísimo vocabulario de términos populares que a veces incluso hace difícil seguir sus textos.

Plaza de Segurilla, donde se desarrollan los acontecimientos del relato de Eugenio Noel
Plaza de Segurilla, donde se desarrollan los acontecimientos del relato de Eugenio Noel

El segundo artículo relata su asistencia a una capea en Segurilla, pueblo cercano a Talavera, donde un mozo se apuesta con otros que hace llorar a un toro, y para ello acaba clavándole al pobre animal una navaja de siete muelles en un ojo.

De paso por Talavera habla de la Fiesta de Toros, Las Mondas, y se maravilla de la azulejería de la ermita de la Virgen del Prado, pero le espanta que tenga adosada lo que él considera una horrorosa verruga, que no es otra que la plaza de toros de Talavera, que cuatro años después se convertiría en santuario del toreo por la muerte de Joselito. El viajero activista se ha documentado sobre Las Mondas, fiesta en honor de la diosa Ceres y luego de la Virgen del Prado, donde se llegaban a lidiar hasta veinte morlacos. Le sorprende que hasta hubiera un canónigo torero que organizaba los festejos con el regidor torero y también le escandaliza que el predicador de Segurilla no se pronuncie contra fiesta para él tan sanguinaria. La iglesia y otros estamentos se mostraron en contra del toreo e incluso hubo papas y prelados que la prohibieron, pero estos intentos fueron tan estériles como los de otros que quisieron prohibir la prostitución, y así no pocos curas se remangaban las sotanas para dar unos pases o correr delante de los astados.

Retrato del escritor antitaurino Eugenio Noel
Retrato del escritor antitaurino Eugenio Noel

Comete Noel el mismo error de muchos otros antitaurinos que es confundir el toreo reglado en sus suertes con los vesánicos y despreciables desahogos vestidos más o menos de antiguo ritual que a veces se desarrollan en nuestros pueblos.

Eugenio Noel murió, como buen intelectual español, de hambre y en un camastro alquilado de un hospital en abril de 1936,  tres meses antes de otra gran escabechina nacional sin toros de por medio.

TALAVERA EN LA LITERATURA Y LIBROS DE VIAJES DEL SIGLO DE ORO

TALAVERA EN LA LITERATURA Y LIBROS DE VIAJES DEL SIGLO DE ORO

Vista parcial del dibujo de Van der Wingaerde de Talavera en el siglo XVI
Vista parcial del dibujo de Van der Wingaerde de Talavera en el siglo XVI

Los viajeros que vienen a Talavera en el siglo XVI y comienzos del XVII llegan a la ciudad en su segunda época de mayor pujanza, cuando cuenta con una clase nobiliaria importante numérica y cualitativamente

 “Gente apacible agradable y cortesana, y en particular la noble, que es mucha, lucidísima y de las más calificadas casas de España”.

Como dice Gonzalo Céspedes y Meneses en sus novelas “El Español Gerardo” y “Varia fortuna del soldado Píndaro”, obra esta última en la que habla de Talavera como “una de las más amenas, alegres, abundantes y deleitosas poblaciones” donde la nobleza se entretiene en “caballos, toros, máscaras, sortijas, torneos y otros pasatiempos”. Es éste un buen novelista talaverano de la época.

Retrato de Francisco de Quevedo, buen conocedor de las gentes de mal vivir de Talavera
Retrato de Francisco de Quevedo, buen conocedor de las gentes de mal vivir de Talavera

Don Francisco de Quevedo hace algunas alusiones a Talavera en sus jácaras, como sucede en la “Carta de la Perala a Lampuga su bravo”, donde describe las relaciones entre una prostituta y su chulo y da la sensación de conocer de primera mano los prostíbulos talaveranos:

“Dejásteme en Talavera / a la sombra de un gitano / hombre gafo de los potros / y aturdido de los asnos / No son dotores los matasanos / sino los procesos y el escribano / A lo menos que se puede / pasan aquí los pecados / tierra barata de culpas / mucho amor y pocos cuartos / A una mujer forastera / los hijos del vidriado / no la dan Lampuga un gozque / si pueden darle un alano…”

Dibujo de Enrique Reaño de los corrales situados al sur de la colegial
Dibujo de Enrique Reaño de los corrales situados al sur de la colegial

El chulo de Talavera es un “gitano gafo de los potros”, o sea que tiene deformada la columna vertebral porque ha sido sometido a tormento para confesar sus delitos. También está “aturdido de los asnos”, es decir que ha sido sacado en vergüenza pública a lomos de un borrico.

En los versos siguientes viene a decir que Talavera es ciudad permisiva “barata de culpas” “mucho amor”, o sea prostitución y “pocos cuartos”, ya que afirma que los talaveranos a los que llama “hijos del vidriado”, es decir ceramistas, no te dan un duro si te pueden dar una perra gorda que viene a significar lo del gozque, que es un perro pequeño y el alano que es una especie canina de envergadura considerable.

Un talaverano más que aparece en la obra de Quevedo es otro miembro del hampa llamado “Añasco de Talavera, aquel “hidalgo postizo / hallador de lo guardado / santiguador de bolsillos…” es decir, un falso hidalgo que tiene por oficio el de ladrón. En la obra de Lope de Vega, aparte de las referencias a la cerámica que veremos en otro lugar, aparece Talavera como la ciudad de origen de uno de los personajes principales de la obra “La Serrana de la Vera”, en la que un joven caballero dice haber nacido en nuestra ciudad. Al referirse a que es sobrino de un obispo y desarrollarse la obra en la época de Carlos V, cuando el obispo García de Loaysa era su confesor, podemos deducir que se está refiriendo a un caballero miembro de la vieja familia de los Loaysa en Talavera.

Sepulcro de García de Loaysa, confesor de Carlos V en el convento de Santo Domingo, su fundación
Sepulcro de García de Loaysa, confesor de Carlos V en el convento de Santo Domingo, su fundación

En 1659 un noble francés llamado Francisco Bertaut comenta a su paso por Talavera el dato curioso de que “En el año de 1518, el papa León X quiso dividir el arzobispado de Toledo, que hallaba demasiado grande, y hacer un obispado en Madrid y otro en Talavera, y hasta nombró para comisario al cardenal Adriano” pero no se pudo ejecutar por negarse los de Toledo y su arzobispo.

En 1672 el joven francés A. Jouvin pasa por aquí y hace una guía de su viaje. Al llegar a Cebolla y contemplar la fértil vega del Tajo dice que es “un terreno semejante al paraíso terrenal, donde está la venta de Montearagón, la venta y el puente del Alberche, que se pasa sobre un puente de madera un río grueso que viene de las montañas de la sierra de Toledo, que se ven a mano derecha, que desagua allí cerca en el Tajo, que sigue por un llano el más fértil de España, donde está Talavera de la Reina”. Aunque confunde a la Sierra de Gredos con los Montes de Toledo, aparece nuevamente aquí el lugar común de todos los viajeros, la percibida fertilidad del terreno. De la ciudad dice el viajero que “está dividida en ciudad vieja y nueva. La vieja está cerrada de gruesas y fuertes murallas, y la nueva, que es más grande, no tiene murallas pero sí varias calles grandes, donde viven ricos mercaderes, pero principalmente cerca de la plaza mayor, donde está el Ayuntamiento, adornado por un hermoso reloj. Se estima por toda España la vajilla de loza de Talavera, desde donde se entra en un llano cubierto de olivares para ir a Calera”. Luego continúa su viaje hasta Guadalupe.

En capítulo aparte veremos las ocasiones en que Cervantes hace alusiones a nuestra ciudad en su obra.

RUTA DEL MENHIR

RUTA DEL MENHIRruta-del-menhir

El paseo de hoy discurre entre los vecinos pueblos de Velada y Gamonal. Partiremos de este último que hoy es entidad local menor dependiente del ayuntamiento de Talavera, a cuya Tierra siempre perteneció, aunque como pueblo independiente.

Menhir de la laguna del conejo entre Velada y Gamonal
Menhir de la laguna del conejo entre Velada y Gamonal

Gamonal cuenta con algunos elementos patrimoniales que debemos reseñar. En primer lugar, hay que destacar su iglesia con un altar de azulejería talaverana de Ruiz de Luna. También tiene el pueblo un vía crucis con un calvario pintoresco, algunos rincones de arquitectura popular en mampostería de granito con muros blanqueados y el lavadero desde el que parte nuestra ruta.

Se trata de un lavadero tradicional con numerosas pilas de piedra en dos círculos que rodean a sendos pozos de los que se extraía el agua. Se ha adecentado la zona con un parque.

Lavadero de Gamonal, vista parcial
Lavadero de Gamonal, vista parcial

Gamonal es pueblo de tradiciones festivas. La antiquísima fiesta de las Mondas que se celebra en Talavera se conserva gracias a que durante dos décadas los vecinos de Gamonal siguieron haciendo su ofrenda a la Virgen del Prado, como desde el tiempo de los romanos se hacía ya con la diosa Ceres.

Desde este pueblo se llevaba un carrito tirado por dos carneros y decorado con flores y banderitas que hoy día es el símbolo de esta fiesta, aunque se hacían y hacen actualmente otras ofrendas diferentes por otras localidades de las Tierras de Talavera.

También conservan la tradición de salir al campo para hacer “calvote” comiendo bellotas, castañas… el día antes de Todos los Santos, o también salen de comida campestre durante el “jueves de comadre”, en carnaval. Aunque su fiesta más característica es también en carnaval con el desfile de los quintos en soldadesca.

LA EXCURSIÓN

 Ruta del menhir

 Recorrido aproximado 12 kilómetros, tres horas y media

 Desde el lavadero tomaremos el camino que sale en dirección norte, justo en la raqueta del cruce de la carretera de Ávila, e iremos ascendiendo por él. A unos quinientos metros se ven a la izquierda unos pequeños taludes arenosos donde algunas mujeres de Gamonal extraían la arena y la vendían en Talavera para fregar las sartenes. Alguna de ellas falleció atrapada por la tierra cuando se derribó la pequeña galería de la que la extraían.

Ruinas de la ermita de la Encarnación
Ruinas de la ermita de la Encarnación

Seguimos subiendo por este camino y, aproximadamente a dos kilómetros del inicio, podemos desviarnos hacia el noroeste hasta la ermita de la Encarnación, antigua iglesia de un despoblado medieval anterior al actual asentamiento de Gamonal. Conserva todavía los muros muy deteriorados, la espadaña sobre un muro fortificado y también se percibe que tuvo un pequeño pórtico en la entrada sur.

Cruz del cCncho del Niño
Cruz del cCncho del Niño

Desde allí seguiremos  campo a través hasta la elevación que se percibe a poniente sobre con una roca con un vértice geodésico. Ésta es el Cancho del Niño que, como el resto del paraje inmediato del Cerro de los Lobos debe su nombre a que según una tradición, en una ocasión el hijo de una lavandera que jugaba por la zona se alejó de su madre y fue devorado por un lobo. Desde allí seguiremos por estas estribaciones del Berrocal, según indica el plano, hasta llegar a una vaguada que desciende en dirección oeste y que llega hasta la ermita Virgen de Gracia, patrona de Velada, que cuenta con una interesantísima azulejería Talavera del siglo XVI y XVII con una zona arreglada para las romerías.

Fragmento de un retablo lateral de la ermita de Velada que representa a Santa Águeda con sus pechos en la bandeja como atributo de su martirio
Fragmento de un retablo lateral de la ermita de Velada que representa a Santa Águeda con sus pechos en la bandeja como atributo de su martirio

Desde aquí seguiremos paralelamente a la carretera de Ávila que cruzaremos antes de que trasponga hacia los llanos del Baldío, dirigiéndonos hacia lo que parece una torre o atalaya, y que en realidad es un molino de viento que perteneció a los marqueses de Velada, cuyo escudo lucía sobre la puerta, aunque fue robado. Desde allí la vista es magnífica sobre los Llanos de Velada, donde se producen sus magníficas sandías y carillas, y el valle del Guadyerbas festoneado por su bosque de ribera, ambos protegidos por su riqueza ambiental, y al fondo, la sierra de Gredos. Podemos descender unos cientos de metros hasta la pintoresca fuente de Praomaría, junto al camino que desciende a los Llanos del Baldío velaíno, para desde aquí regresar por ese mismo camino a Velada,

Éste es un pueblo con un patrimonio considerable y digno de detenernos, como describimos en el capítulo en el que la Cañada Leonesa Oriental pasa por aquí.

Detalle del menhir mostrando sus cazoletas en término de Talavera de la Reina (Gamonal) y señalado uno de sus canales por la flecha
Detalle del menhir mostrando sus cazoletas en término de Talavera de la Reina (Gamonal) y señalado uno de sus canales por la flecha

Partimos después desde Velada en dirección sur por la cañada hasta donde se cruza con el Carril de las Mulas, y cerca del paraje conocido como la laguna del Conejo, a la derecha de nuestro camino, se encuentra sobre una elevación un curioso menhir que, como otros monumentos megalíticos de la comarca, también se localiza junto a estas viejas vías pecuarias. Se trata de un bloque granítico con la típica forma apuntada de los menhires que tiene en su cara sur numerosos huecos semiesféricos, las llamadas “cazoletas”, cuyo significado ritual para las gentes que lo erigieron hace cuatro mil quinientos años desconocemos.  Algunas de estas cazoletas están comunicadas por canalitos cuyo simbolismo también ignoramos.

Después nos dirigiremos por ese mismo carril de las Mulas hasta Gamonal, el punto de partida.

UN PASEO POR LAS BARRANCAS DE PUEBLANUEVA

UN PASEO POR LAS BARRANCASun-paseo-por-las-barrancas-b

Barrancas de Las Vegas de Santa María
Barrancas de Las Vegas de Santa María

La orilla sur del Tajo conforma a su paso por Talavera un paisaje muy peculiar debido a las grandes barrancas excavadas por el río y a los arroyos que rompen las terrazas cuaternarias.

Estas formaciones tienen un pequeño ecosistema con una fauna y una flora características.

Para comenzar nuestra ruta de hoy, vamos a aproximarnos en vehículo o bicicleta hasta el punto inicial. Cruzamos el río por el puente de Hierro y nos encaminamos hacia nuestro objetivo por la carretera que nos lleva a San Bartolomé de las Abiertas. Nos desviamos en dirección a La Pueblanueva y, pasados unos cuatrocientos metros del kilómetro número seis, nos desviamos en dirección norte. El camino llega a la labranza de Charquitos, donde dejaremos el vehículo para descender andando hacia el arroyo del Boquerón .

Otra de las vistas de las barrancas de Pueblanueva

Lo seguimos y pasamos junto a una fuente abrevadero. Más abajo vamos viendo como pequeñas barrancas afluentes del arroyo dicho se van haciendo más espectaculares hasta llegar a las últimas junto al río, donde hay bosquetes de ribera de álamo blanco, tarayeras y playazos sobre la ribera. Después de curiosear en la zona subiremos por la loma indicada hasta una zona de siembra a la que llega un camino por el que finalizaremos el ascenso a la raña.

Son varias las especies de orquídeas que podemos encontrar en las barrancas
Son varias las especies de orquídeas que podemos encontrar en las barrancas

En el recorrido podemos asomarnos a contemplar los barrancos que quedan a la izquierda del camino. En los arroyos que descienden por las barrancas podemos ver espeso monte de coscoja,  que es una especie de quercus, familia de las encinas, pero que crece más achaparrada y en terrenos algo más calizos, y que se caracteriza por tener las hojas con borde irregular, punzante y de un verde más vivo que las de la encina. Los chaparros, los enebros, en las zonas más secas y empinadas, las cornicabras y algo de romero y esparto suelen acompañar a estos coscojares. En las zonas bajas y húmedas hay algún álamo blanco y a veces quejigos dispersos. En estas cárcavas podemos observar infinidad de córvidos y alguna nidificación de rapaces que anidan en sus paredes.

Llegamos así a una bifurcación que tomaremos a la izquierda pasando por el cerro de Santa María, donde antiguamente hubo una población medieval. Descendemos hacia el río y vamos a visitar en la vega, un monumento funerario romano, tal como indica el plano, aunque probablemente tengamos que preguntar a los hortelanos de la zona.

Dibujo del sarcófago hallado en el mausoleo Las Vegas de Pueblanueva

La cámara sepulcral tardorromana es impresionante, aunque su entorno se halla bastante descuidado. En su interior se encontró un magnífico sepulcro romano paleocristiano bellamente labrado y que hoy se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional. Aquel que lo desee puede dirigirse hacia la población de Las Vegas, poblado de «Colonización» de los años cincuenta que es quizá el que, de todos los pueblos creados con los regadíos, conserva mejor ese aire tan homogéneo y característico de estos lugares de nueva fundación.

Volvemos sobre nuestros pasos subiendo nuevamente hacia el cerro de Santa María y observamos desde allí las barrancas y el gran meandro que hace el río junto a ellas. Nos detendremos a contemplar una magnífica vista de la comarca de Talavera y toda la vega del Tajo que la circunda con Gredos y la Sierra de San Vicente al fondo y el Soto de Entrambosrríos, llamado así por encontrarse en la confluencia del Alberche con el Tajo, La vista es impresionante con grandes y peligrosos cortados que caen a plomo desde alturas cercanas a los cien metros sobre el cauce del Tajo

Mausoleo romano de Las Vegas antes de su limpieza
Mausoleo romano de Las Vegas antes de su limpieza

 

LOS MOLINOS DE AGUA EN LA EDAD MEDIA

LOS MOLINOS DE AGUA EN LA EDAD MEDIA

Una nueva entrada  de mi libro agotado «Los Molinos de Agua de la Provincia de Toledo». Describiremos su historia desde la reconquista cristiana hasta el siglo XV

Molinos de Puente del Arzobispo , fundados por el mismo arzobispo Tenorio en el siglo XIV para financiar los hospitales de la villa
Molinos de Puente del Arzobispo , fundados por el mismo arzobispo Tenorio en el siglo XIV para financiar los hospitales de la villa

Podemos pensar que estas primeras instalaciones molineras en territorio recién conquistado serían de propiedad real y que más tarde los monarcas las ceden total o parcialmente a órdenes y jerarquías religiosas o a los señoríos laicos que les habían sido fieles como frecuente reconocimiento a sus servicios de armas. Ejemplo del primer caso es la donación de Alfonso VII de los molinos de Alportel en Toledo al Obispo de Osma, estos mismos molinos en 1143 son propiedad de la catedral[1]. Otro ejemplo también ilustrativo, podemos encontrarlo en el libro de M Jesús Suárez Álvarez » La Villa de Talavera en La Edad Media», cuando recoge la donación de unos molinos por Alfonso VIII en esta ciudad, hacia el año 1207, al monasterio de Santa María de las Huelgas en Burgos[2]. Este mismo monasterio es dueño de los molinos de Ciscarros próximos a la dehesa de su propiedad en El Bercial, donde su cabaña de cuarenta mil ovejas aprovechaba los  pastos invernales.

Los frailes de Calatrava y las monjas de San Clemente de Toledo poseían tres aceñas «so el Alcaçar de Talavera, cerca del muro». Este poderoso convento también era dueño de unas aceñas en Azután, villa de su dominio.

Con los señoríos laicos vemos aparecer molinos que sirven a sus dueños no sólo como fuente de ingresos sino que además, mediante un control monopolístico de la molienda en sus territorios, conseguían una inmejorable fuente de información y control sobre la producción cerealística de sus vasallos y la carga tributaria a aplicar a los labradores de sus tierras. Vemos las primeras referencias a este tipo de dominio en los siglos XIII y XIV con los molinos de los señores de Malpica (fig. 30)[3], Oropesa o Mejorada.

A partir del siglo XIII comienzan en Europa a construirse nuevos  molinos y a dispersarse por todos los ríos y arroyos. Las noticias que nos llegan de ellos son relativas sobre todo a documentos de donaciones reales y a las acotaciones de señoríos, donde en muchos casos aparecen como verdaderos mojones de deslinde. Estos nuevos ejemplares comienzan a situarse no sólo en corrientes principales sino también en arroyos secundarios, como es el caso de los molinos de Riolobos que aparecen en la delimitación del señorío de Mejorada que hace Sancho IV al segregarlo de Talavera en 1288.[4]

Los molinos de Riofrío en Sevilleja ya aparecen en documentación del siglo XV
Los molinos de Riofrío en Sevilleja ya aparecen en documentación del siglo XV

Los medievalistas han hallado referencias a estos pequeños molinos de ribera que ya tienen una menor dependencia señorial y que por ello se conocen como «molinos bastardos».[5] Los señores, en parte obligados por las necesidades que los nuevos núcleos de repoblación tienen de una molienda más cercana a sus lugares, van concediendo permiso para la construcción y beneficio de molinos a algunos de sus vasallos y comienza así el retroceso del monopolio de la molinería. Estas prerrogativas eran de todas formas un signo de señorío, y por ejemplo la villa de Talavera entabla un pleito con el vecino señor feudal de Belvis de Monroy porque éste ha concedido permiso a uno de sus vasallos para la construcción de un molino en el río Ibor[6], entonces comprendido en las Tierras de Talavera

Durante el siglo XIV, las pocas referencias a la propiedad de los molinos siguen señalando como dueños a la Iglesia o a la nobleza, disminuyendo por ventas, permutas o cesiones los privilegios reales sobre la molienda. De esta forma doña Inés de Ayala y su esposo don Diego López de Toledo, alcalde mayor de esta ciudad, son propietarios de los molinos de Malpica y de los de Adabaquín en Toledo. En 1383 D. Diego cede su parte al cabildo catedralicio que se convierte así en su único propietario[7].

Un caso de cesión real es el de doña María de Portugal, que al renunciar a sus privilegios sobre la dehesa talaverana de Cabañuelas, incluye «las ruedas, pesquerías y canales» (fig. 31)[8].

Planta de los molinos de cabañuelas. Autor Rafael Gómez
Planta de los molinos de cabañuelas. Autor Rafael Gómez

Hacia mediados del siglo XV, señores e instituciones religiosas mantienen mayoritariamente la propiedad de los molinos, la Catedral de Toledo es dueña de los de Saelices y doña Guiomar de Meneses deja al Hospital de la Misericordia los molinos de la Solanilla en Toledo[9]. Los concejos van accediendo también a la explotación molinera y por ejemplo el concejo talaverano cuenta entre sus propios con una aceña[10].

Pero continúa, aunque lentamente, diversificándose la propiedad de estos artificios, primero por ser objeto de ventas, donaciones y arrendamientos, y en segundo lugar porque, dada la expansión de la agricultura que acompaña a  la repoblación y nuevos rozamientos de los territorios de Toledo y Talavera, con la correspondiente formación de las alquerías y primeros núcleos estables en los Montes de Toledo y La Jara , se va creando la necesidad, condicionada por las largas distancias y el mal estado de las comunicaciones, de construir molinos pequeños en corrientes secundarias, menos rentables pero más accesibles para los nuevos pobladores.

Comienza a haber referencias al trabajo de los molineros en las relaciones de oficios de villas y lugares. La legislación de la época incide sobre los fraudes que los molineros puedan cometer en el desempeño de su labor. Don Pedro González de Mendoza, arzobispo de Toledo, aprueba ordenanzas al respecto para sus vasallos de Talavera en el año 1489[11].

Siguen aumentando las referencias a molinos en manos privadas y así en 1454, dos regidores talaveranos solicitan el primer ojo del puente para la construcción de unas aceñas. También van aumentando los artificios que caen en manos de entidades eclesiásticas menores como capellanías, cabildo colegial y hospitales. Estas instituciones comienzan a su vez a negociar con los molinos o con una parte de los mismos – tenemos noticias sobre la venta de hasta un dozabo o doceaba parte de un molino – pasando a manos de la nobleza menor o de algún hacendado. En otras ocasiones, el dominio eclesiástico, más flexible en sus privilegios señoriales, concede cierta independencia administrativa a sus tierras y los molinos pasan a ser de propiedad concejil como en el caso ya referido de Talavera[12]. En el siglo XVI, once molinos de la Puebla de Almoradiel, por ejemplo, pagan un cuarto de sus beneficios al comendador de la villa y otros tres a la encomienda de Mirabel[13].

Los molinillos bastardos se extienden por el territorio. Molino en el río estenilla, en la localidad jareña de Anchuras
Los molinillos bastardos se extienden por el territorio. Molino en el río estenilla, en la localidad jareña de Anchuras

Los pequeños molinos periféricos de menor entidad, los antiguos molinos bastardos, tienen en ocasiones propietarios situados en los estratos superiores de la sociedad del siglo XVI. En Alcaudete de la Jara, un molino del Gévalo es de las monjas de San Benito de Talavera y otro pertenece al convento de La Madre de Dios; dos molinos más son propiedad de una familia de la nobleza talaverana, los Meneses, y el quinto es de los Duque de Estrada. En el arroyo de Villamocén, el regidor de Toledo Ruy Gómez es propietario también de dos molinillos.[14]

[1] PORRES MARTIN -CLETO, J. Opus cit. Las Calles...p. 200.

[2] SUAREZ ALVAREZ, M1. J. : Opus Cit. p. 335.

[3] A PALOMEQUE  TORRES, APueblas y Gobierno del Señorío de Valdepusa durante los siglos XV, XVI y XVII@, Cuadernos de Historia de España, (Buenos Aires, 1948), pp 73-103;  y A El Señorío de Valdepusa y la Concesión de un Privilegio de Villazgo al lugar de Navalmoral de Pusa en 1635@  A.H.D.E. XVII, 1946.

[4] A. FRANCO SILVA, ALa Fundación de pueblas en tierras situadas al noroeste de la provincia de Toledo@ , Historia, Instituciones y Documentos, Sevilla, Universidad, 1990, pp. 31-53.

[5] ESCALERA, J. y VILLEGAS, A. : Opus cit. p.36.

[6]SUAREZ ALVAREZ M. J. Opus cit. p. 89.

[7] PORRES MARTÍN -CLETO, J.: Opus cit. p. 1040.

[8] SUAREZ ALVAREZ, M. J.: Opus cit. p. 401.

[9] PORRES MARTÍN-CLETO, J.: Opus cit. p. 326

[10] SUAREZ ALVAREZ, M. J.: Opus cit. p. 203.

[11] Ibidem. p. 184.

[12] Ibidem.  p. 184.

[13]AGUIRRE, D.: El gran priorato de San Juan de Jerusalén, Toledo, Diputación Provincial, 1973.

[14] VIÑAS, C. Y PAZ, R.: Relaciones histórico-geográfico- estadísticas de los pueblos de España hechas por iniciativa de Felipe II , Madrid, Instituto Balmes de Sociología, Instituto J. S. Elcano, C.S.I.C., 1951. En las notas que aluden  a estas Relaciones nos referiremos a la encuesta del pueblo en cuestión y las cuestiones 20, 21 y 22 que se refieren a los ríos y molinos de cada término municipal.

HEREJES EN TALAVERA

HEREJES EN TALAVERA

Proceso de un hereje por la inquisición
Proceso de un hereje por la inquisición

Hablábamos en otra entrada de los casos más famosos de brujería y hechicería en Talavera. Hoy comentaremos algunos casos de herejía en esta ciudad castellana donde se asentaron poco las corrientes religiosas que para la iglesia católica eran consideradas heréticas.

En cuanto a los protestantes sólo algunos fueron procesados por delitos menores como decir que las imágenes de los santos eran pedazos de madera, falta ésta que hasta en los dichos populares aparece con el famoso “¿Quién te conoció ciruelo?”, que decía aquel rústico al ver como la gente veneraba a la imagen del santo que se había hecho con el tronco de un árbol de su propiedad.

Hubo procesados talaveranos por tener inclinaciones luteranas, concretamente por motivos como haber mantenido en público ideas contra la autoridad del Papa, dudar de la validez de sacramentos como la confesión y el matrimonio, o por poner en cuestión la existencia del infierno.

A los condenados en las causas inquisitoriales de los siglos XVI y XVII les costaron sus creencias penas de destierro, azotes o cárcel, pero no se conoce que ningún talaverano muriera por ello en la hoguera. La casa de la dirección de la Real Fábrica de Sedas, o patio de San José, lugar relacionado popularmente con brujerías y herejías.

Patio de San José de la antigua casa de la Dirección de las reales Fábricas de Seda, siempre vinculada en la mentalidad popular a fantasmas, brujas y herejes
Patio de San José de la antigua casa de la Dirección de las reales Fábricas de Seda, siempre vinculada en la mentalidad popular a fantasmas, brujas y herejes

Ya en en el siglo XIX pasa por Talavera viniendo de Extremadura el inglés George Borrow, vendedor protestante de Biblias que escribió su magnífico “Viaje de España” y que al pasar por nuestra ciudad es bien aceptado, aunque en Toledo no le dejan entrar por orden del arzobispo. Es curioso el dato de que encuentra en el camino a un talaverano que dice ser judío pero que profesa en secreto su religión.

Camilo José Cela en su ameno libro de viajes sobre Gredos titulado “Judíos, Moros y Cristianos” habla de que en el cercano pueblo de Guisando había un pequeño grupo de luteranos, pero que en el pueblo en lugar de protestantes les llamaban “protestones”. Los masones, aparte de sus connotaciones políticas, también fueron considerados como corriente herética por la Iglesia.

Dice camilo José Cela que le dijeron en Guisando que en el pueblo había "protestones" en lugar de protestantes
Dice camilo José Cela que le dijeron en Guisando que en el pueblo había «protestones» en lugar de protestantes

En Talavera, parece que la llegada de extranjeros, sobre todo franceses y algún suizo, que vinieron a trabajar en las Reales Fábricas de Seda trajo algunas de estas ideas. Así lo aseguraba en una carta uno de los monjes de Santo Domingo que daba noticias al Santo Oficio de haberse fundado en la ciudad una logia de masones con el nombre de “Corazón”. La había promovido un soriano llamado Vicente Hoces y con ella estaban conectados gran parte de los miembros de la alta sociedad talaverana de finales del siglo XVIII.

Durante la Guerra de la Independencia un alcalde de Pueblanueva fue convencido por un oficial francés que le había salvado de la cárcel para que se hiciera masón. El pobre hombre, con más miedo que ganas de entrar en la logia, pasó por todo un ritual que describe en la declaración que hizo a la Inquisición después de haber sido expulsados los franceses. Un ritual lleno de preguntas, palabras simbólicas, gestos y saludos en clave, pasó de unas habitaciones a otras con el sonido de martillos sobre las mesas, y hasta le someten a la prueba de saltar sobre unas púas que resultaron ser de cera.

En la libreta del capitán Isaac Gabaldón, militar de los servicios secretos militares asesinado tras la Guerra Civil en todavía poco claras circunstancias, aparecían los nombres de numerosos talaveranos a los que clasificaba de masones. Muchos de ellos eran médicos, profesionales, militares y gente influyente en el nuevo régimen, cuya identidad se intentó tapar con la muerte del guardia civil, según aseguran algunos historiadores e insinúa un proceso de revisión que se hizo años después del asesinato. Hubo extranjeros de los que llegaron a Talavera con las Reales Fábricas que se burlaban de los dogmas católicos en público, o mantenían ideas heréticas mezcladas con blasfemias en conversaciones con los del lugar, por lo que hubo de tomar cartas en el asunto el Santo Oficio. Cuatro de ellos fueron procesados por luteranos y, además por sodomitas pero no parece que, aunque entonces la homosexualidad era un grave delito, hubiera mayores consecuencias. En otra ocasión, cuando los talaveranos observaban sorprendidos una estrella durante el día sobre la ermita del Prado, un incrédulo francés dijo que si esa estrella se precipitara desde el cielo no caería sobre la ermita, sino sobre el zancarrón de Mahoma, lo que también le costó ser procesado.

Reales Fábricas de Seda en foto de Ruiz de Luna. Fue lugar donde los franceses difundieron creencias no católicas en Talavera
Reales Fábricas de Seda en foto de Ruiz de Luna. Fue lugar donde los franceses difundieron creencias no católicas en Talavera

Otros también fueron acusados de tener en su poder abanicos con motivos eróticos en los que aparecían clérigos en posturas poco edificantes. Pero el grupo más curioso calificado de hereje por la Inquisición fue una célula de molinosistas que bajo el liderazgo del presbítero Diego Fernández Blanco, se formó en Talavera a principios del siglo XVIII. Miguel de Molinos fue el fundador de esta secta herética cuya teoría, el quietismo, atrajo a muchos personajes importantes de la Italia de finales del siglo XVII, hasta que el fundador fue procesado y condenado a reclusión perpetua. Aparte de los atractivos místicos que sin duda tenían sus ideas y de ciertos aspectos esotéricos de las mismas, era el consentimiento de las relaciones sexuales en sus conventículos o reuniones lo que atrajo más adeptos a esta teoría.

En Talavera, Diego Fernández tenía numerosos episodios de arrobo místico en los que llegaba a eyacular. Había vivido descaradamente amancebado, y con otro clérigo llamado Lorenzo Blanco y una tal Hipólita García captaron en Talavera y su comarca a numerosas mujeres, muchas de ellas monjas y algunas nobles que tenían experiencias místicas y no tan místicas con sus maestros. El grupo fue disuelto por el Santo Oficio y a Diego se le suspendieron sus funciones sacerdotales.

IGLESIA DEL ANTIGUO HOSPITAL DE LA ORDEN DE SANTIAGO: “SANTIAGUITO”

IGLESIA DEL ANTIGUO HOSPITAL DE LA ORDEN DE SANTIAGO: “SANTIAGUITO”

Iglesia del Hospital de Santiago, "Santiaguito" en grabado del siglo XIX
Iglesia del Hospital de Santiago, «Santiaguito» en grabado del siglo XIX

HISTORIA

El 25 de Abril de 1226 fue fundado por don Alfonso Téllez deMeneses el hospital de merced de redención de cautivos de la villa de Talavera. Puede que influyera en esta fundación el apresamiento de sesenta caballeros y cuatrocientos peones talaveranos en una incursión cristiana sobre Andalucía el año de 1213. El hospital fue entregado a la Orden de Santiago y era el sexto de los diez hospitales que con el mismo objetivo fundó esta orden. Tuvo también, según las épocas, otras funciones como la de atender a pobres transeúntes y servir de hospedería de caballeros santiaguistas o de peregrinos en camino a Santiago de Compostela o Guadalupe .

Según Ángel del Cerro, para su financiación contaba con ganados, donaciones y la renta de varias fincas, especialmente la de La Órbiga y la Orbiguilla, la dehesa de Santa María y un zumacal (el zumaque es una planta utilizada para el curtido de las pieles). Además, tenía las rentas de ciertas propiedades en Garvin y las de los molinos de Espejel, hoy en término de Valdelacasa de Tajo.

Ábside de la iglesia mudéjar de Santiaguito
Ábside de la iglesia mudéjar de Santiaguito

Los bienes del hospital eran recibidos en especies o en metálico y cada vez se fueron destinando menos a la redención de cautivos y en mayor medida a las necesidades del templo y de los clérigos que le servían. A lo largo de su historia la nobleza de Talavera fue usurpando de facto muchas de sus propiedades y el alejamiento paulatino de la frontera de guerra con los musulmanes hizo que el hospital entrara en decadencia hasta que, en tiempos de los Reyes Católicos, se incorporan sus rentas al Hospital de Santiago de Toledo.

Asimismo se destinaba este hospital de Santiago a la custodia de los cautivos musulmanes que habrían de ser intercambiados por presos cristianos. De hecho, en uno de los inventarios se hace referencia a ocho camastros y una cadena con veinte colleras para el traslado de las cuerdas de prisioneros.

La capilla del hospital quedó como parroquia aunque nunca contó con muchos vecinos, ni siquiera cuando se le acumuló la semiderruida parroquia de San Martín. En 1510 no tiene ya culto y en 1631 se anexiona a la parroquia de San Clemente quedando el edificio abandonado.

Puerta mudéjar de "Santiaguito"
Puerta mudéjar de «Santiaguito»

En la invasión francesa se destruyó parte del templo y más tarde se utilizó como fábrica de jabón y almacén de maderas. En 1978 fue declarado monumento nacional. Recientemente se ha restaurado y al menos podemos observar el bello ábside de su iglesia.

No debemos confundir ésta con otra iglesia de Santiago, probablemente más antigua y que se habría situado en la “villa” , dentro del primer recinto amurallado y en algún lugar entre la Colegial y San Clemente. La iglesia de “Santiaguito” ya estaba edificada en el siglo XIII, puede incluso que a finales del XI ya existiera la iglesia aunque no en el mismo edificio, ya que Alfonso VI concedía al monasterio de San Servando de Toledo «in civitate Talavera, qui locum olivarum es, concedo ibi pro iluminaria tamen ecclesiam Sancti Jacobi». No sería de extrañar la temprana existencia de esta iglesia pues, en los años inmediatos a la reconquista, el barrio de los Arrabales Viejos era uno de los más poblados de la ciudad. En él se habían asentado los cristianos castellanos que repoblaron la ciudad, mientras que los pobladores mozárabes, que habían convivido con los musulmanes durante su dominación, acabaron ocupando mayoritariamente la “villa”.

Pozo del Hospital de "Santiaguito"
Pozo del Hospital de «Santiaguito»

DESCRIPCIÓN:

Esta iglesia se habría encuadrado en lo que algunos autores denominan el románico en ladrillo, la forma más arcaica del mudéjar, aunque todavía existe cierta confusión con la terminología que hace referencia a la arquitectura cristiana de influencia musulmana.

Vamos a acudir también aquí a las preciosas descripciones que hace del patrimonio el Conde de Cedillo:

«Conserva al exterior con su propio carácter el elegante y poligonal ábside, que se adorna con dos órdenes sobrepuestos de arquillos ciegos; semicirculares en el inferior, y en el superior de ojiva túmida inscritos en lobulados y un arco reentrante. Arte mudéjar. Siglo XIII.»

Estos dos órdenes o series de arcos se apoyan sobre una base de mampostería separada de ellos por verdugadas de ladrillo. El ábside poligonal tiene once lados.

En dibujos y grabados antiguos se puede todavía observar la existencia de una espadaña de doble hueco a la que se accedía por una escalera de caracol y que se situaba sobre la línea de separación entre el ábside y la única nave con que contaba el templo.

En el interior, los muros estaban decorados con azulejos en gran parte de su superficie. La cubierta, como en casi todos los edificios mudéjares, era de madera con tirantas horizontales, aunque desconocemos si estaba decorada con la típica lacería de tradición árabe.

El ábside y la nave se encontraban separados por un enrejado de madera. A ambos lados se situaban sendos altares secundarios que, como el altar principal, se encontraban elevados sobre gradas y decorados con azulejos.

Entre las imágenes que se veneraban en estos altares hubo variaciones a lo largo de la historia. Se conoce la existencia de dos imágenes de Santiago, una de la Virgen, un retablo de Santa Ana, que se trajo del Hospital de Santiago de Toledo, y el conocido como «Cristo Santiaguito» que durante mucho tiempo dio nombre al templo. Tras el cierre de la iglesia, fue trasladado a la sacristía vieja de la Virgen del Prado permaneciendo todavía hoy en la ermita. Es una imagen policromada de gran belleza, llamada también Cristo de Trapo, su estilo es románico de transición al gótico y se ha datado en el siglo XII.

Cristo "santiaguito" o "Cristo de Trapo", actualmente en el museo de la basílica del Prado
Cristo «santiaguito» o «Cristo de Trapo», actualmente en el museo de la basílica del Prado

Los visitadores que llegan a la iglesia en 1525 relacionan el ajuar que se encuentra en ella:

«Un vestimento con su alba, con refaldos carmesí, damasco, su estela y su manípulo. Una casulla de lienzo morisco con una cenefa labrada en oro basto. Una palia de holandilla bordada en seda con una cruz en medio. Una cruz grande y un crucifijo de latón. Unas ampollas de estaño.Un misal toledano. Un cáliz de plata con su patena. Un acetre o caldero para el agua bendita. Un frontal de chamelote y terciopelo negro forrado de bocací. Un arca de pino para guardar los ornamentos. Un retablo pequeño de Santiago. Un ara y corporales con su sábana en el altar mayor. Una esquililla. Dos candeleros y una cruz de latón.Una lámpara grande. Un facistol. Una cruz junto a la pila de agua bendita.»

Había otros edificios anejos a la iglesia como un claustro situado al sur del templo y al que se accedía por una puerta desde la nave del mismo. En este claustro, adornado con arquería de ladrillo, fueron sepultados el maestre de la orden Pelayo Pérez Correa y otros caballeros santiaguistas accediéndose desde él a la espadaña. Los edificios destinados a dependencias del hospital propiamente dicho, se situaban en su entorno y contaba con un huerto, su pozo y una tapia que rodeaba todo el conjunto.

Imagen del Cristo "Santiaguito"
Imagen del Cristo «Santiaguito»

CURIOSIDADES

El maestre de la Orden de Santiago D. Pelayo Pérez Correa, famoso por sus victorias sobre los moros y por su intervención en la conquista de Jaén y Sevilla murió encontrándose en Talavera y fue enterrado en el claustro de nuestro Hospital de Santiago. Era este monje guerrero famoso por el relato que le hacía protagonista de un milagro en el que, por intercesión de la Virgen, se paró el sol para que hubiera tiempo de finalizar una batalla victoriosa para los cristianos. Esa fama hizo que Felipe II, a su paso por Talavera camino de Lisboa, se acercara a visitar la tumba en la que ya no estaba el cuerpo del maestre pues se había trasladado por orden de Fernando el Católico a la Iglesia de Santa María de Tentudia en Sierra Morena. En la Talavera de 1494 este traslado fue todo un acontecimiento organizado por Pedro de Cervantes, caballero santiaguista y a la sazón regidor de la ciudad. Para la solemne ceremonia acudió el cabildo colegial y el concejo que despidieron al cadáver acompañándolo hasta las afueras de la villa

Página Talavera y su Tierra de Miguel Méndez-Cabeza Fuentes

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