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ARQUITECTURA POPULAR V, LADRILLO, TEJA Y CAL

ARQUITECTURA POPULAR V, LADRILLO, TEJA Y CAL

Horno tejar cerca de Azután, junto al arroyo Andilucha
Horno tejar cerca de Azután, junto al arroyo Andilucha

EL LADRILLO

Volvamos al Diccionario de Autoridades, en él se nos dice que el ladrillo es «un pedazo de tierra amasado y cocido, de un pie de largo y algo menos de ancho y con tres de grueso, que sirve para la fabricación de casas». Esta definición corresponde con el ladrillo macizo «de era», tradicionalmente utilizado en nuestra arquitectura popular. Más estrecho y también muy utilizado es el de medio pie y, aunque hay otras medidas y formas caprichosas (redondos, estrella…) empleadas, sobre todo, en la arquitectura mudejarista de Toledo capital, no es frecuente su manejo en la zona en estudio y menos en la arquitectura estrictamente popular. Esas formas sencillas de ladrillo se pueden ver, sobre todo, en la misma Talavera y en el señorlo de Valdepusa, incluyendo los pueblos jareños de Navalucillos o Espinoso, en aparejos que luego describiremos.

Arquitectura en ladrillo y cuarcita típica de Navalucillos y Espinoso del Rey
Arquitectura en ladrillo y cuarcita típica de Navalucillos y Espinoso del Rey

En el resto de las tierras de Talavera solamente se utilizan en remate de los muros, esquinazos; apoyo de las boquillas del tejado, y en algunos machones y verdugadas que refuercen las estructuras de adobe o tapial. No es tema de este estudio una descripción detallada de los tejares y sus procesos de fabricación, pero sí diremos que Talavera, por su tradición alfarera, estuvo desde antiguo bien servida de tejares para la fabricación de tejas y ladrillos, incluso hasta un nivel industrial, pero eso no impidió que repartidos por sus tierras se encuentren, aún hoy, numerosos hornos de tejar que abastecían a los pueblos e incluso exclusivamente a fincas y dehesas.

En estos hornos se cocían los ladrillos tras sacarlos de sus moldes o «gradillas» introduciéndolos por la parte superior del tejar a través de la “boca de carga” y colocándolos con espacios intermedios de aireación que les daba un peculiar aspecto que hizo que se les denominara con el significativo nombre de «hormigueros». Unos arcos de ladrillo en forma de parrilla separaban a estos hormigueros del foco de calor que se cargaba de leña por una entrada lateral e inferior o «boca de dar fuego».

Para solado, pero bastante restringidamente, se utilizaban los ladrillos cuadrados o baldosas que precisaban de una cocción a mayor temperatura y un tipo de barro algo diferente, que les dieran una mayor resistencia.

TEJA:

Tejadillo típico en Sevilleja de La Jara
Tejadillo típico en Sevilleja de La Jara

La teja árabe es la que únicamente se ha utilizado en nuestra arquitectura popular y se enriende por tal «una pieza de barro cocida hecha en forma de canal, para cubrir por fuera los lechos y recibir y vaciar las aguas de las lluvias».

Sus dimensiones clásicas son de cuarenta y dos por quince por veinte centímetros, y solamente puedo utilizarse en pendientes superiores al veinticinco por ciento, para evitar el reflujo de las aguas, e inferiores al cuarenta por ciento de forma que no resbalen las tejas. El barro destinado a la fabricación de tejas no debe contener cal para evitar poros y grietas que originarían goteras. Un molde metálico recibe el barro y el llamado “burrito de madera” comprime al mismo dándole forma de teja que luego cocerá en el tejar.

CAL:

Horno de cal o calero en la Fresneda de la Jara
Horno de cal o calero en la Fresneda de la Jara

La cal era utilizada tanto para la elaboración de argamasas que unieran los mampuestos como para el blanqueo o «enjalbegado» de los muros. Las rocas calizas se extraían de las vetas que afloraban a cielo abierto y en las proximidades se construían los hornos de cocer la cal o «caleros». Estas explotaciones están distribuidas por toda la geografía talaverana pero es en el pueblo de Montesclaros donde se produjo, por la abundancia de yacimientos calizos, una mayor especialización de sus habitantes en el aprovechamiento de la cal.

Desde esta villa, la cal era conducida en mulas y carretas basta Talavera, donde era distribuida a todos los pueblos deficitarios en este material. Era tal el trasiego de cal que incluso en la toponimia ha quedado un «camino de los caleros» y también es frecuente la denominación de parajes e incluso pueblos (Calera) y despoblados (La Calera) por la existencia de hornos de cal en ellos. Como es lógico, en los terrenos aluviales del Tajo no encontramos estas explotaciones calizas, pero con una mayor dispersión que en Montesclaros sí que podemos hallarlas en la Jara y Valdepusa, por ejemplo en Fuentes, La Fresneda o Pueblanueva, además de en otros lugares del berrocal como Mejorada, Segurilla y Pepino. Dentro de la Campana de Oropesa es curiosa la concentración del cerro de Los Caleros en El Torrico .Con sus hornos y las casillas de los artesanos. Para hacer el mortero de cal los albañiles hacían un círculo de arena, colocaban los pedazos de cal viva en su interior y añadían el agua, haciendo la mezcla con legones a continuación.

RUTA DE LOS TRES CASTILLOS

RUTA DE LOS TRES CASTILLOS

Castillo de Villalba en término de cebolla, frente a Malpica
Castillo de Villalba en término de cebolla, frente a Malpica

La comarca de Talavera fue tierra de atalayas y torres defensivas más que de grandes castillos. Era la propia ciudad con sus tres recintos amurallados, la fortaleza principal del alfoz.

Hoy vamos a ir al sector más occidental de esta tierra, a Valdepusa territorio segregado de La Jara, donde conoceremos tres castillos poco conocidos y realizaremos además un agradable  recorrido por las orillas del río que da nombre al señorío.

Esquema del recorrido de la ruta descrita de mi libro Rutas y Senderos de talavera y Comarca. Autor del dibujo de Jose maría Perianes

Esquema del recorrido de la ruta descrita de mi libro Rutas y Senderos de Talavera y Comarcas. Autor del dibujo de Jose maría PerianesPara comenzar esta ruta nos aproximaremos hasta Malpica de Tajo. Justo enfrente de la desviación de la carretera que nos trae desde Talavera podemos subir a observar en un cerro inmediato y rodeado de olivos el castillo de Villalba, edificado en tan estratégico lugar para controlar el paso de viajeros y ganados que durante siglos transitaban por estas cañadas y calzadas romanas.

Castillo de Villalba en Cebolla

Esta fortaleza dicen que estuvo habitada por templarios y está construida en ladrillo y canto rodado con argamasa y en ella se rodaron unas escenas de la película “Con el viento solano” de Mario Camus, premiada en Cannes.

Cruzamos el Tajo hacia Malpica y vale la pena dirigirse al puente de hierro desde donde se contempla una hermosa vista del castillo-palacio en el que residían y aún residen los señores que ostentaron el Señorío de Valdepusa. Nos encontramos ante una construcción residencial que, aunque está estratégicamente defendida por el río, tiene una función más palaciega que defensiva.

Castillo de Malpica de Tajo

En las proximidades de Malpica, podemos visitar, por un camino que parte de la carretera que se dirige a San Martin de Pusa a la izquierda, los restos de la villa romana de las Tamujas que, aunque se encuentra en un estado lamentable, nos da una idea de la planta de las viviendas que disfrutaban los poderosos señores romanos que explotaban las buenas tierras de la vega del Tajo.

Volvemos a Malpica y tomamos la carretera que se dirige al pueblecito de Bernuy y, al llegar al Pusa, nos desviamos por un camino que asciende por sus orillas, al principio entre huertecillos y regadíos y más tarde junto a más o menos degradadas fresnedas, alamedas, y saucedales. Ya más alejados de la orilla son los encinares y tierras de labor las que alegran el recorrido, en las laderas del valle, sobre todo si son muy empinadas, podemos encontrar manchas muy bien conservadas del bosque mediterráneo que originariamente cubría todas las rañas de la Jara y Valdepusa. No os extrañe que puedan saliros al paso varios guardas de caza, la abundancia de perdices y conejos que se cruzarán en el camino harán que os expliquéis tanta vigilancia, y es que esta zona es una de las más ricas en caza menor de la comarca. Los italianos acuden aquí atraídos por la caza del zorzal principalmente ya que los muchos olivos y acebuches que veréis en el trayecto son el habitat ideal para las palomas y zorzales de paso.

Los primeros pobladores medievales de estas tierras fueron ascendiendo río arriba y primero repoblaron la zona del actual San Martin de Pusa. Si subimos por la orilla sur encontraremos unos grandes muros de argamasa arruinados que no son otra cosa que los restos de uno de esos primeros intentos repobladores, Venta de Mozárabes; el nombre no puede ser más sugerente.

Ruinas del castillo de Santisteban en san Martín de Pusa
Ruinas del castillo de Santisteban en san Martín de Pusa

Llegamos al puente de la carretera de Talavera a los Navalmorales, y cerca de la orilla oeste podemos detenernos a observar un horno de tejar, con la boca de carga de fuego, la de carga de ladrillos que se sostienen sobre un entramado de arcos, «el hormiguero», y enfrente la caseta de los tejeros, el pozo del agua, la alberca de amasar el barro, la era donde se secaban los ladrillos antes de cocerse. Podemos detenernos e imaginar los afanes de estos artesanos antes de tomar un cordel a la izquierda que parte de la carretera junto a un caserío que se sitúa unos centenares de metros más arriba en dirección a Talavera. Avanzando unos quinientos metros sobre la primera terraza del río se encuentran los restos del tercer castillo, apenas un par de muros que se mantienen en pie milagrosamente, se trata del castillo de Santisteban, otro despoblado de los que más tarde darían origen a la población de San Martin. Vale la pena encaramarse junto a las ruinas para contemplar una bonita vista panorámica del valle del río Pusa.

Tomamos ahora el cordel que va paralelo al río, pero por la terraza superior, y discurre entre un bosquecillo de chaparros y acebuches que, si tenemos tiempo y ganas, podemos abandonar para descender a las orillas del río y dar un solitario y ameno paseo por el sotobosque.

El Pusa y el puente de Malpasillo cerca de Santa Ana de Pusa
El Pusa y el puente de Malpasillo cerca de Santa Ana de Pusa

Finalmente el cordel se une a la carretera o a un camino asfaltado que se dirige hacia Santa Ana de Pusa, el último de los lugares que se repoblaron en el señorío de Valdepusa. Es un pueblo con un entorno muy agradable, sobre todo el encajonado cauce del Pusa que forma pequeños cañones y tablas muy cerradas entre los batolitos graníticos. Para este paseo se parte desde el cementerio hasta la orilla misma donde se encuentran los restos de un molino de agua, pasamos la zona de Malpasillo lugar llamado así por poderse cruzar el río de un sólo pero peligroso paso, tan delgado es el corte que las aguas han labrado en la roca. Después pasamos junto a un bonito puente del siglo pasado y seguimos andando por la orilla durante unos tres kilómetros hasta llegar a un cañón de mayor altura y similar a los del Jébalo en Alcaudete o el Uso junto a la Ciudad de Vascos, en estos barrancos acabamos nuestro recorrido por el valle bajo del Pusa.