Archivo de la categoría: Cerámica y artesanía

TALAVERA RECONQUISTADA, APUNTES HISTÓRICOS PARA UNA HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA (11)

Grabado del siglo XIX que representa las torres albarranas del Charcón, construidas por los cristianos para reforzar las murallas musulmanas.

TALAVERA RECONQUISTADA

Aunque ya en manos de Alfonso VI, Talavera no perdió su condición de ciudad altamente estratégica de la frontera media y, hasta que se consolida el territorio cristiano con la victoria de las Navas de Tolosa en 1212, le espera a nuestra ciudad más de un siglo de inseguridad en el que seguirá siendo objetivo de razzias, asedios y conquistas por parte de los musulmanes impulsados por el fanatismo bélico-religioso de los almorávides y los almohades.

El primer gran ataque contra Talavera se produjo en el año 1102. Alfonso VI había dirigido sus huestes contra Medinaceli, y en respuesta a esa agresión, el gobernador de Granada envió un ejército musulmán contra Talavera, que fue asaltada, aunque parece que la alcazaba resistió.

En 1109 la necesidad de neutralizar Talavera como paso previo al ataque contra Toledo supone una nueva agresión de las fuerzas almorávides que consiguen la conquista de la ciudad y su saqueo consiguiente. Para ello consiguen romper la presa de los actuales molinos de Abajo que hacía más difícil el asalto por inundar con un sistema de compuertas el foso que discurría junto a la muralla. Durante un tiempo quedó en Talabayra una guarnición almorávide y se devolvió el culto islámico a las mezquitas. Sigue la villa algunos años en poder de los almorávides, aunque en fecha no determinada vuelve a poder cristiano, sufriendo durante un tiempo nuevas algaradas sarracenas. También desde Talavera parten acciones de castigo contra territorio musulmán.

Al primer gobernador castellano nombrado por Alfonso VI, Sancho del Carpio, le costó la vida su ineficacia para defender la plaza y cierta connivencia con los árabes, pues el rey ordenó que fuera ejecutado, como se relata en una entrada de este mismo blog.

También durante el reinado de Alfonso VI se produce un hecho que la leyenda y la fábula han nublado con el paso de los siglos, pero que sin duda tiene algo de verdad. Se trata de la historia de Nalvillos que, en la primera de las versiones, asegura que el rey Alfonso apadrina a una hija de Al Mamum, rey moro de Toledo que le había acogido en el exilio provocado por el enfrentamiento con su hermano Sancho. Aixa Galiana, que así se llamaba la princesa, es enviada a Ávila, donde es acogida por Urraca, hija de Alfonso VI. Allí se enamora de ella Nalvillos, un caballero abulense hijo del señor de Navamorcuende, que finalmente se casa con ella, para lo que previamente había renunciado a la religión musulmana. Se rompe con este enlace la promesa de concederla en matrimonio a Jazmín Hiaya, moro principal de Talavera y amigo del monarca. A nuestra villa acude Nalvillos para cuidar del rico patrimonio que Aixa había heredado de su padre en nuestra ciudad y en su entorno. Aquí es recibido con simulada simpatía por Hiaya, en quien cree el joven caballero abulense haber encontrado un buen amigo.

Nalvillos debe acudir a cuidar de un castillo roquero encomendado por el rey. Mientras, con la excusa de llevar a Aixa las rentas de sus posesiones en Talavera, acude el moro a Ávila donde se entrevista con ella en ausencia de su marido ofreciéndola ricos presentes y declarándola su amor. Huyen ambos a Calatrava mientras Hiaya es nombrado por los conjurados rey de Toledo y Talavera. Él y sus adeptos piensan en traicionar a Jasmín gobernador cristiano de la villa y sumarse al plan de los almorávides de atacar Toledo en 1109 neutralizando previamente la plaza fuerte de Talavera. El afrentado Nalvillos acude en auxilio de los suyos en Talavera con trescientos escuderos, entra en la ciudad por un postigo y consigue vencer a la facción musulmana y prender a Hiaya, a quien descuartiza mientras que su mujer es quemada viva en Ávila.

En otra versión que aparece en la “Crónica de Ávila”, Aixa es secuestrada en un ataque de los moros talaveranos contra Ávila. Para recuperarla, Nalvillos acude a Talavera y deja emboscados a sus hombres en una de las atalayas próximas probablemente la de Segurilla. El joven caballero se disfraza de labriego y entra en la villa con la excusa de vender un haz de hierba que había cortado. Llega al palacio donde residían Jasmín y Aixa para contactar con su esposa, pero ella en lugar de disimular su presencia, mientras yace con el moro denuncia a Nalvillos y sus intenciones de llevarla con él. Es detenido el cristiano, preguntado por su captor Jasmín sobre la forma de ser ajusticiado que prefería, indicó que él si se encontrara en lugar del gobernador árabe de Talavera, le habría llevado a ejecutar al lugar más alto. Por ello Hiaya lleva al detenido a la atalaya junto a la que esperan sus hombres que, al tocar Nalvillos una bocina, atacan tomando preso al moro que es quemado en la misma hoguera que estaba preparada para el marido cristiano afrentado. Los caballeros abulenses atacaron después la villa saqueándola y tomando prisioneros y la musulmana infiel es quemada a su vez cuando los cristianos pasan por la finca de La Alcoba.

En 1129 vuelve a ser atacada Talavera por los almorávides, pero trescientos jinetes parten de la ciudad en persecución de los agresores y consiguen infligirles una gran derrota, llevando numerosos cautivos musulmanes de vuelta a la villa. El jefe de las tropas Waidy ben Umar al Lutumi es destituido y obligado a pagar el rescate de los guerreros presos en poder de los cristianos.

Alfonso VII dirigiéndose a su coronación

El monarca Alfonso VII gustaba de descansar en Talavera entre sus diferentes operaciones bélicas en las que parte de sus fuerzas están formadas por caballeros y escuderos talaveranos. En 1172, pasa una temporada después de las razzias que él mismo encabeza por las cercanías de Sevilla y Córdoba. Ordenó remodelar y fortificar la alcazaba talaverana e incluso participó directamente en el amojonamiento y deslinde de los territorios talaveranos que reivindicaba para sí la poderosa ciudad de Ávila. También interviene en la delimitación de las tierras de Talavera con las de Toledo, al este del alfoz.

En 1172, desde Andalucía, y 1173 desde Badajoz, la villa se ve afectada por grandes incursiones almohades, la segunda con 4000 guerreros, y en ella se producen gran número de bajas cristianas con el consabido robo de ganados, destrucción de cosechas y secuestro de mujeres y niños.

En 1177, nuevamente las fuerzas almohades al mando de Alí al Husayn vuelven a atacar el alfoz talaverano. En ocasiones estas razzias estaban determinadas por operaciones estratégicas que intentaban conseguir que los reyes cristianos levantaran el asedio sobre otras ciudades como Cuenca o Ciudad Rodrigo. También en este año de 1177 un destacamento de talaveranos participó en un ataque de Fernando II contra Jerez, pero al volver fueron emboscados y la mayoría muertos o apresados por los musulmanes.

La leyenda del escudo de Talavera nos habla del engaño a los sitiadores musulmanes soltando dos toros para simular abundancia de alimentos en el interior durante un asedio en el que los cristianos se veían perdidos por falta de alimentos

En 1182 una nueva agresión almohade es descubierta por un caballero que consigue huir de las fuerzas sarracenas poniendo en alerta a la población. Acampan las fuerzas islámicas sobre un cerro situado a una milla de distancia, pero la villa arma en su defensa una gran fuerza de diez mil hombres de los que mil eran judíos, lo que nos da idea de la importancia de este grupo étnico en el conjunto de la población talaverana. Consiguen ahuyentar al enemigo que antes había destruido todo lo que se había puesto en su camino.

Después de la derrota castellana de Alarcos, los musulmanes a las órdenes de Almanzor se internan por Extremadura y, tras atacar Trujillo y Plasencia, llegan a Talavera, pero, aunque saquean y destruyen todo lo que encuentran a su paso, no consiguen vencer la fortaleza de sus murallas.

La tregua decretada poco después es el comienzo de una época algo más segura que abarcará casi todo el siglo XIII, aunque todavía nuestro territorio sufrirá ataques más ocasionales y de menor entidad, ya que la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 consolida la frontera en el Guadiana. Aun así, todavía a finales del siglo XII debe Talavera sufrir algunos ataques de los benimerines.

Pero la paz no duraría mucho ya que es ahora la lucha entre facciones rivales de los propios cristianos la que condicionará la inseguridad que todavía durará unas décadas. La fortaleza de las murallas talaveranas seguirá haciendo de la villa un lugar de interés estratégico para los diferentes bandos.

Pero ¿cómo era esa Talavera recién conquistada por las tropas cristianas? Todos los episodios bélicos que hemos enumerado anteriormente condicionaron sin duda cierta decadencia de nuestra ciudad comparándola con la boyante Talabayra musulmana. Las murallas del primer recinto sufrieron debido a los asedios sucesivos derribos y reconstrucciones que todavía podemos observar en la variada tipología de los aparejos de sus muros ocasionada por las sucesivas reparaciones. La ciudad se componía de la “villa”, es decir todo el caserío incluido dentro de ese primer recinto murado islámico, y de unos incipientes arrabales que pronto se convertirán en diferentes colaciones de parroquias como la de San Miguel, Santiago, o el Salvador. Arrabales que luego protegería el segundo recinto amurallado. Las características torres albarranas se construyeron en época cristiana, aunque se duda si fue en el reinado de Alfonso VII y Alfonso VIII o posteriormente.

Hasta diez parroquias se llegan a constituir en la Talavera de estos años Santa María, San Pedro y San Clemente dentro de la villa, y Santiago, Santa Eugenia, Santa Leocadia, San Miguel, San Salvador, San Ginés y San Martín en los arrabales. Esta abundancia de iglesias nos sugiere que la política de repoblación de los monarcas que querían fortalecer la marca media incidió en el aumento demográfico de la Talavera cristiana medieval.

Los nuevos habitantes llegados con la conquista son, en su estrato superior, los caballeros francos y castellanos. En la época era conocida Talavera por la preparación bélica de sus habitantes, y tanto fue así que las huestes locales estuvieron formadas por medio millar de guerreros entre caballeros y peones que llegan a hacer por propia iniciativa acometidas contra los territorios musulmanes. Los ballesteros talaveranos eran famosos por su destreza y estaban exentos por privilegios reales de ciertas cargas. El día de San Cebrián debían las fuerzas desfilar armadas ante las autoridades y la población.

Aún llegó el románico a las tierras de Talavera, recién reconquistado su territorio. Pantocrátor sw la iglesia de Piedraescrita.

Muchos de los recién llegados se aglutinaron en torno a la parroquia de El Salvador de Los Caballeros, que tomó su apellido de esta circunstancia, y es tradición que en su pórtico se juzgaba según su fuero, ya que la población mozárabe, cristianos arabizados que residían en Talavera antes de su reconquista, ocuparon en un principio la antigua villa intramuros y muchas de las viviendas y propiedades de los musulmanes obligados a marchar. Su parroquia principal era la antigua mezquita, luego colegial.

Tanto los caballeros recién llegados como los mozárabes, tenían su propio alcalde y se regían por su propio fuero. Los mozárabes incluso hablaban y escribían en árabe, aunque su origen fuera visigodo o hispanorromano. Un ejemplo curioso es que en algunos documentos medievales se hace referencia al párroco de la que colegiata como el “imán de Santa María. Parece que en la parroquia de San Esteban se reunían también a impartir justicia.

Las persecuciones que los musulmanes integristas ejercen sobre estos cristianos mozárabes que vivían en territorio musulmán afectan incluso a los fieles del arzobispo de Sevilla, Clemente, que debe huir con los suyos de territorio musulmán y se refugia en Talavera, que les cede para repoblar territorios jareños. Esos grupos andaluces de mozárabes repueblan algunas de esas zonas, y de su presencia nos han quedado topónimos que todavía permanecen y que nos indican el origen de sus primeros habitantes. Es el caso de Sevilleja, otros han desaparecido o han cambiado la denominación original, como el núcleo inicial del actual pueblecito de Gargantilla que se llamó Cordobilla, otra Cordobilla hoy desaparecida se encontraba en las inmediaciones de las Minas de Santa Quiteria. Anteriormente, durante la ocupación árabe de Talavera algunos cristianos arabizados perseguidos contribuyeron a la repoblación de León o de Zamora

Pero la mayoría de la población estaba constituida por los pecheros, agricultores y ganaderos que no estaban exentos de impuestos como los caballeros. Los artesanos y comerciantes, menos numerosos, completaban el panorama de la población talaverana de la época.

Rótulo del callejón de los Judíos,

La aljama judía de Talavera se encontraba entre las doce más pobladas de España y sus componentes residían en los Arrabales Viejos en su mayoría, aunque sus tiendas se localizaban en la zona comercial de la Puerta de San Pedro y a lo largo del curso de la muralla. Todavía se conserva en la zona de la que fue parroquia de San Esteban un “Callejón de los Xudyos”. De lo numerosos que llegaron a ser los hebreos talaveranos nos da una idea los mil soldados que se unen a la fuerza que repele en 1182 el ataque de los musulmanes. Uno de los más influyentes de la época fue Cidelo, médico y consejero de Alfonso VI y jefe de la aljama de Toledo. Otros judíos aparecen en documentos medievales como artesanos y propietarios de molinos, tiendas y tierras de labor.

Los moriscos que permanecieron en Talavera tras la conquista cristiana debieron ser relativamente numerosos, aunque pertenecerían a las clases más bajas dedicadas a labores agrícolas y artesanales, como la cerámica o la construcción. Parece que en su mayoría vivieron en las viviendas más modestas intramuros.

LA CERÁMICA EN LA TALABIRA MUSULMANA, EN HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA DE TALAVERA (10)

 

Pistero, vasija para verter con cierta precisión los líquidos en la mesa o la cocina. Siglos X-XI. Hallado en excavación del convento de las madres Agustinas de Talavera

LA CERÁMICA EN LA TALAVERA MUSULMANA

La cerámica es una expresión cultural de los pueblos. Las diferentes civilizaciones no sufren una aculturación inmediata tras una invasión, sino que la influencia de la cultura invasora va impregnando poco a poco a la del pueblo invadido. Es el caso de la población visigoda e hispanorromana tras la conquista de Hispania por los árabes.

Miniatura de bota de juguete hallada en las excavaciones de Entretorres. Siglos X-XI. Talavera de la Reina

 

Cantarilla hallada en excavaciones de la calle de la Lechuga en Talavera de la Reina

Las técnicas y las formas de la cerámica visigoda permanecerán todavía durante muchos años, pero de manera paulatina se van introduciendo otras formas en las vasijas y otras decoraciones propias de la cultura recién llegada. Es conocido que se han hallado algunas piezas claramente visigodas con inscripciones o pinturas en letra cúfica que demuestran esa pervivencia cultural que, por otra parte, también se irá modificando con las necesidades que la diferente dieta y alimentación de la nueva cultura junto a otros muchos factores, como el utilitarismo de las nuevas piezas fabricadas para diferentes funciones laborales, artesanales e incluso estéticas que van conformando una cultura material determinada.

Olla con tapadera hallada en las excavaciones del actual centro cultural Rafael Morales. Siglos X-XI

Otro factor de gran importancia en las cerámicas medievales es la convivencia, más o menos alterada en determinados momentos históricos, de diferentes religiones y de los rasgos culturales que ellas  condicionan. Mozárabes, muladíes, judíos, musulmanes, mudéjares, cristianos viejos conviviendo en el territorio irán imprimiendo a lo largo de la historia sus específicas inclinaciones estéticas o funcionales en los objetos fabricados para su vida diaria con una mayor o menor influencia sobre los otros colectivos.

Ataifor o «plato hondo» hallado en las excavaciones de la calle de la Lechuga 1. SglosX-XI. Talavera de la Reina. (Catálogo A témpora)

Una vez que pasa la ciudad a manos de los cristianos con Alfonso VI, comienza en el territorio talaverano una mayor influjo de la cultura castellana y, aunque los almorávides y almohades mantuvieron acciones militares y razzias contra la villa del Tajo su cerámica solamente se fabricó en la parte invadida por estos grupos africanos en el sur de la comunidad autónoma, en La Mancha.

Sobre el sustrato visigodo comienza a influir la cultura cerámica árabe y empiezan a encontrarse tras la invasión nuevas decoraciones con pintura roja en trazos anchos o formas nuevas como el tazón o el candil de piquera, la pieza quizá más característica entre los objetos cerámicos musulmanes. Conviven con piezas de tradición visigoda como los jarros con fondo plano y pellizco vertedor o las ollas trípode, muchas veces elaborados con torno lento.

Jarra, siglos X-XI con decoración pintada, hallada en las excavaciones de Entretorres. Talavera de la Reina: ( Catálogo A témpora)

Pero la innovación tecnológica más específica del mundo musulmán en la cerámica es el vidriado que protege los contenidos alimentarios e impermeabiliza las vasijas y acaba por aplicarse en ambas superficies de los cacharros que se fabrican ya con el torno alto. En muchos casos cuentan estas piezas con anillos soleros, primero de perfiles angulares y luego más redondeados. El vidriado suele ser de color melado o verde, o blanco, verde y manganeso. Es frecuente también el tratar algunas superficies para que adquieran color negro con el manganeso, ya que es color sagrado para los musulmanes. Esa religiosidad también hace que sólo se representen motivos de resonancias religiosas sin temas figurativos salvo las aves del Edén, la flor de loto, o las estrellas del firmamento, cuya bóveda es representada simbólicamente por la concavidad de la pieza.

Ataifor con decoración incisa en el borde

Las formas de las vasijas de mesa son de volumen considerable y ello nos indica que se hacían muchas comidas familiares en común, esa “cucharada y marcha atrás” que es costumbre que hasta hace muy poco se mantenía en muchos hogares rurales, compartiendo con las cucharas respectivas un mismo recipiente. También hay otras piezas tratadas con engobe, mezcla de barro líquido con pigmentos de vidriado.

Decoración de una tinaja musulmana hallada en la Ciudad de Vascos

En Talavera hay yacimientos muy significativos en los que han podido encontrarse piezas de gran interés. Es el caso de los yacimientos de la calle de la Lechuga y Entretorres donde, por ejemplo, se han hallado ollas llamadas de escotadura, con sus tapaderas, típicas del período omeya. También son típicas las cazuelas empleadas en la cocina, anchas de diámetro, pero de baja altura y con dos o cuatro asas. Algunas están decoradas en sus bordes con incisiones o con trazos de pintura roja agrupados muchas veces de tres en tres. Hay una gran variedad de tipologías en cuanto a las vasijas documentadas y en Talavera hay que destacar entre otras un pistero y una cantarilla.

Orza hallada en Ciudad de Vascos de perfil bicónico y pintada en negro

También son de destacar las tinajas domésticas para contener agua o grano y de las que se han hallado buenas muestras en la ciudad de Vascos, población hispanomusulmana de gran interés arqueológico por tratarse de una ciudad fortificada de ocho hectáreas de extensión que fue abandonada tras perder su interés estratégico por anexionarse Alfonso VI Talavera y otras poblaciones ribereñas del Tajo como Castros, Espejel o Alija, todas ellas en el alfoz talaverano.

Tinaja ovoide hecha a mano y cordada en el borde. Hallada en Ciudad de Vascos SigloX-XI

Las excavaciones de este yacimiento están proporcionando numerosas piezas de cerámica omeya y de la época taifas de gran interés, aunque la mayoría son objetos de uso en la cerámica doméstica, llamada “común”, con escasas muestras de las que podríamos denominar de cerámica de “lujo”, tanto por el poco nivel de vida de la mayor parte de los habitantes de este asentamiento militar y agropecuario de Vascos como porque probablemente esas pocas piezas de mayor calidad y decoración se las llevarían consigo sus habitantes al abandonar la ciudad en el siglo XI. Es en los objetos destinados al ajuar de la mesa donde encontramos una mayor calidad de técnicas como la cuerda seca total o parcial, o los vidriados verdes y de manganeso, así como los motivos decorativos más complejos dentro de su sencillez.

Botella globular con vidriado melado hallada en ciudad de Vascos (Ricardo Izquierdo)

Muchas de los recipientes que se han hallado estaban destinados a contener y trasportar el agua que se encuentra a relativa distancia de la muralla bajando al río Huso por pendientes pronunciadas, aunque probablemente también se haría alguna represa en el arroyo de la Mora para abastecimiento. Encontramos por ello cantimploras, lebrillos, cántaros y tinajas. Otros líquidos, alimentarios o no, se contenían en las jarras, los jarros o las redomas, mientras que los alimentos se contenían en los ataifores, una especie de platos hondos.

Redoma a torno con pico vertedero. Ciudad de Vascos siglo X-XI (Ricardo Izquierdo)

Otra pieza muy característica es el candil que se ha hallado con cierta abundancia. También se hallan numerosas tapaderas destinadas a cubrir las ollas para cocinar, los anafes, una especie de hornillo portátil, o los coladores que también se pueden confundir con la vasija que utilizaban para hacer el cuscús. Otras piezas muy características son las botellitas y las limetas, de cuerpo ancho y cuello alargado.

Colador hallado en Ciudad de Vascos Siglo X-XI (Ricardo Izquierdo)

Hay otros yacimientos de interés para el estudio de la cerámica en la comarca. Uno de ellos es el de Torrejón en Malpica donde se han encontrado ataifores con vidriado verde, otros con verde y manganeso con anillos de solero y con formas ataiformes y otros fragmentos realizados con la técnica de la cuerda seca parcial con fragmentos de jarritas o cuencos.

Jarrita a curda seca con decoración geométrica y vegetal hallada en Ciudad de Vascos (Ricardo Izquierdo)

HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA EN TALAVERA (9). UNA CIUDAD PUJANTE Y COMERCIAL DE AL -ANDALUS

Foto de Ruiz de Luna río años 20 con la muralla árabe lamida por el río y donde se ve la torre de Nazar

UNA PUJANTE CIUDAD DE AL-ANDALUS

Hace mil años, un viajero árabe llamado Al -Edrisi describía así la Talabayra de entonces:

Talavera es una gran villa construida en la orilla del Tajo; el castillo está perfectamente fortificado y la villa es notable por su belleza, su extensión y la variedad de sus producciones. Los bazares son dignos de verse y las casas están agradablemente dispuestas; un gran número de molinos se elevan sobre las aguas del río. Capital de una provincia importante, Talavera está rodeada de campos fértiles. Sus barrios son hermosos y antiguos, y se encuentran allí monumentos de remota antigüedad. Está situada a setenta millas de Toledo.

La villa de Toledo es una capital no menos importante por su extensión que por el número de habitantes

Las aceñas y molinos del Tajo impresionan a Al Edrisi

Si analizamos este texto observamos la referencia a su importancia estratégica y militar, constatamos las alusiones a una ciudad pujante en la que destacan, su aspecto comercial, los bazares, y su actividad agropecuaria.

Otra constante de Talavera es su vinculación con una gran comarca, en el texto vemos que Al- Edrisi comenta que es capital de una provincia importante, el “iqlim” talaverano que, aunque dependiente del reino toledano, gozó según los historiadores de una relativa independencia. También es curiosa la alusión a los antiguos monumentos, probablemente romanos, que llaman la atención de Al-Edrisi. En definitiva, una gran ciudad que el viajero árabe se permite comparar en términos de igualdad en el último párrafo con la ciudad que había sido capital del reino visigodo, Toledo. Una gran ciudad que en Córdoba, la capital del califato, daba nombre a una de las puertas de su muralla.

Una vista de la alcazaba de ciudad de Vascos, uno de las ciudades del Iklim o provincia de Talavera

En toda la civilización musulmana se producía una fractura importante entre el medio urbano y el rural, Talavera no es una excepción y podemos imaginarnos nuestra comarca de una manera muy parecida a la actual, un foco de atracción urbano importante y una población rural cada vez más dispersa en la comarca. La cultura del agua, tan dominada por la técnica islámica, nos hace imaginar un gran número de huertas en fincas de recreo con jardines, situadas en la que también Al-Edrisi considera fértil vega talaverana.En el río los molinos de rueda vertical, las aceñas, eran dinamizados por los azudes del río, las presas que coincidían en gran medida con las actuales. En una de las torres de la muralla que se adentraba en el cauce del río, una rueda de arcaduces como la albolafia de Córdoba; la alcazaba, el palacio de los gobernadores, con sus baños, como esos otros baños que probablemente ya existían en época musulmana y que dieron nombre a una de las calles de lo que entonces eran arrabales de la ciudad, la calle del Baño. La impresionante muralla árabe es el monumento más importante que nos queda de aquella época y precisaría todo un libro para su descripción.

Rótulo de la calle del Baño de Talavera

La influencia de Toledo hace que hasta aquí se irradie el gran movimiento científico y cultural de la capital del taifa, acudiendo, por ejemplo, a impartir lecciones a Talavera grandes juristas como Muhamed ben Abdús. No olvidemos que nuestra ciudad era la segunda en importancia del territorio de Castilla la Nueva después de Toledo y que en ella se desarrollaba una sociedad próspera y poderosa con notables personajes como Abu Othman caid ben Haken Al Karashi nacido en Talavera ya en época de dominación cristiana, 1205, fue rey de Menorca y además de justo y buen gobernante, fue considerado un hombre muy culto, escritor y poeta con profundos conocimientos de derecho y medicina. Reunió en su corte una importante colección de libros científicos y volúmenes preciosos, allí acudían ante él sabios de todas partes, aunque tenía también fama de sanguinario, llegando en su intransigencia a aplicar penas de tortura y muerte a los que bebían vino o a quien cometía faltas igualmente leves pero consideradas negativamente por la moralidad musulmana.

Pocos restos arqueológicos quedan de aquella época, fragmentos de cerámica que aparecen por doquier pero apenas nada más salvo la muralla. Según algunos arqueólogos, la falta de estudios serios y de excavaciones sistemáticas, además de las numerosas incursiones bélicas que la arrasaron pueden ser la causa.

Arcaduz de noria  árabe de cerámica hallado en la excavación del centro Rafael Morales

Para algunos, la mezquita mayor se situó en el solar de lo que más tarde sería iglesia colegial, para otros es el solar del frontero Hospital de la Misericordia el que la habría albergado, ya que existe una curiosa referencia al hallazgo en él de una inscripción epigráfica en la que se leía en letras cúficas: En este lugar no es lícito decir cosa mala, cuando más hacerla.           

En otras entradas de este blog puede el lector encontrar información sobre la ciudad de Vascos y las otras fortalezas del Tajo, sobre la muralla árabe y la alcazaba y también sobre las atalayas y torrecillas de la comarca.

Lucerna o candil árabe de Talavera

UNA HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA DE TALAVERA (8) APUNTES SOBRE LA TALABAYRA MUSULMANA

La corte de Abderramán III gran impulsor de Talavera y sus fortificaciones

TALABAYRA

Recién iniciadas las campañas de conquista de los musulmanes en la península, aparece Talavera en las crónicas como el lugar donde Muza, gobernador del Magreb, se encuentra con su lugarteniente Tarik que, con su expedición relámpago, había conseguido el dominio de la hispania visigoda venciendo al rey Rodrigo. Este hecho un tanto legendario y que diferentes autores localizan en diferentes lugares parece que tuvo lugar en Talabayra en el año 713 y el liberto bereber Tarik, para suavizar el enfado de su superior que venía a su encuentro desde Mérida, trajo inmensas riquezas como presente desde Toledo, ciudad en la que se encontraba cuando fue requerido por su superior. Los cronistas destacan entre esos regalos la llamada mesa de Salomón fabricada en metales y piedras preciosas, además de las coronas de los reyes godos, pero cuentan que no fueron suficientes para aplacar las iras de Muza por la desobediencia del general, humillándole de palabra e incluso abofeteándole.

Talavera y su entorno fueron ocupadas y repobladas por aguerridos pueblos beréberes que defendieron la zona fronteriza entre los reinos cristianos y musulmanes convirtiéndose la ciudad en una de las llaves estratégicas entre ambos territorios. En ocasiones, tribus beréberes que se habían sublevado en otros lugares y ciudades del territorio de Al-Andalus acudieron a refugiarse a Talavera en la que los repobladores eran mayoritariamente de esa etnia, como lo eran los habitantes de la próxima ciudad de Nafza, que parece se corresponde con Ciudad de Vascos.

Arco de herradura en el castillo árabe de Marco en Villar del Pedroso

Dado que muchas de las sublevaciones internas contra el poder árabe estaban protagonizadas por estos pueblos norteafricanos, la frontera norte de Al-Andalus se convirtió, sobre todo en el valle del Duero, en una zona sumamente insegura que aprovechó el rey asturiano Alfonso I para ampliar su dominio territorial hacia el sur. Este hecho obligó a los árabes a crear una línea de fortalezas con el Tajo como eje que servirían para frenar el avance cristiano. En nuestra comarca, la propia Talavera, Canturias, Nafza, Castros, Espejel o Alija fueron algunas de esas fortalezas, todas ellas situadas a las orillas de nuestro río.

En el año 788 muere Abderramán I dejando su reino al tercero de sus hijos, Hixem. Sus dos hermanos, Suleiman y Abdalah no lo aceptan y se hacen fuertes en Toledo sitiándolos Hixem. A duras penas se mantiene la paz hasta su muerte en 796. Nombra heredero a su hijo Al-Hakam, que ordenó mejorar las fortificaciones de Talavera, pero sus tíos Abdalah y Soleimán vuelven a reclamar su derecho dinástico y se sublevan nombrando a Ubayd Allah Humayd como autoridad suya en Toledo.

Los bereberes de Talavera, al mando del renegado Amrús, permanecen fieles al emir de Córdoba que le ordena sofocar la rebelión de los toledanos. Consigue el jefe de la guarnición talaverana que, a cambio de dinero y riquezas, le entreguen la cabeza del general rebelde de Toledo. Los emisarios que traen la cabeza a nuestra ciudad son bereberes toledanos, los Banú-Majsi, que tenían cuentas pendientes con el clan de los bereberes talaveranos y al anochecer, aunque habían depuesto sus armas contra el emir son asesinados por venganza. Amrús deja en Toledo a su hijo Yusuf como jefe de la guarnición.

Placa fundacional de la muralla y la alcazaba levantadas por Abderramán III

Pero no es este el único suceso sangriento en que se ve envuelto el jefe militar musulmán de Talavera, ya que en el 805 los toledanos, ayudados por soldados francos, vuelven a sublevarse y Yusuf es tomado preso. Amrús vuelve a vencer, se inician conversaciones y se restablece la paz simulando Amrús haber perdonado a los insumisos e invitándoles a una fiesta en la que, durante la conocida como “Jornada del Foso”, asesina y decapita a cuatrocientos notables árabes toledanos y expone sus cabezas en público. Cuentan las crónicas que este hecho fue presenciado por un adolescente, el futuro Abderramán II, que quedaría afectado toda su vida por un tic nervioso originado por la impresión que le causó la masacre.

Estas y otras sublevaciones de los toledanos explican la importante fortificación de Talavera pues, como vemos, su importancia estratégica no estaba sólo condicionada por ser un bastión ante el avance cristiano sino también como punto de control sobre los insumisos toledanos, junto a otras ciudades como Madrid, Zorita y Calatrava  que con ese fin fueron fortificadas por Muhamad I que, en el caso de esta última fortaleza manchega, refuerza su guarnición en el año 855 con  gentes de Talavera, conocidas en la época por su ímpetu y preparación militar.

Pero los enfrentamientos entre Toledo y nuestra ciudad no cesarían y así, en el año 857, las tropas bereberes toledanas atacan Talavera, sufren una emboscada y son setecientas las cabezas de los vencidos atacantes que son enviadas a Córdoba.

Ahmed ben Muhawiya, un cordobés apodado Ibn al Quitt, “el hijo del Gato” se hace pasar por mahdí, jefe religioso miembro de la familia de Mahoma que debía venir a destruir la fe corrompida y restablecer la verdadera fe del Islam en todo el universo. Este visionario predica la guerra santa a los bereberes de las fronteras inferior y media prometiéndoles conquistar la ciudad de Zamora. Las gentes berberiscas de Talavera y su alfoz se unen masivamente a la iniciativa y Al-Quitt reúne un ejército de 60.000 hombres. Le ayuda el jefe de Nafza y en esta ciudad musulmana se establece el cuartel general. Cercada Zamora en el año 901, Al -Quitt es derrotado y su cabeza colgada como trofeo en una de las puertas de la ciudad.

A medida que se fortalecen los reinos del norte, comienza Talavera a sufrir las incursiones de los monarcas cristianos como es el caso de Alfonso III, rey de León que, en una expedición contra el reino de Toledo, ataca Talavera y vuelve a Zamora con un rico botín a comienzos del siglo X. Otras incursiones de D. García, Ordoño II, Ramiro II y Ordoño III afectan a la Talabayra musulmana de este siglo ocasionándola en mayor o menor medida daños en sus murallas, despoblación, destrucción de cosechas y pérdida de ganados y otros bienes.  En el año 936, Abderramán III construye la alcazaba talaverana dejando en la torre sureste la placa fundacional que hoy se halla en el Museo Arqueológico Nacional.

En otras ocasiones Talavera servía de campamento base para las razzias de los musulmanes contra los reinos cristianos de Galicia o León.  El mismo Almanzor pernocta en la alcazaba talaverana en una de sus aceifas contra los cristianos.

Tinaja musulmana con inscripción en árabe hallada en Talavera al hacer obras en el arco de San Pedro, una de las puerta musulmanas de la muralla

Todos estos hechos bélicos en torno a la ciudad condicionaron no sólo la ya comentada fortaleza de sus murallas, sino la abundancia de atalayas y torres de observación en su entorno y en toda la comarca, es el caso de las atalayas de Segurilla, El Casar y Mejorada, o de castillos como el del Cerro de San Vicente, toda una línea de observación y avanzadilla situada en las elevaciones de El Berrocal, para que Talavera no fuera sorprendida ni por los ataques cristianos ni por los reinos taifas vecinos en los últimos años de la dominación árabe. Parece que desde las atalayas se avisaba a la población con señales de humo. Tenían una puerta elevada sobre el suelo con una escala que se podía retirar en caso de peligro y varios pisos sin apenas huecos de ventana y almenadas en su borde superior. La de El Casar se observan algunas estructuras de habitación en su entorno.

Talavera contaba con un sistema de inundación del foso que discurría entre la muralla y otro muro externo de menor envergadura. Este sistema se alimentaba de las aguas del Tajo que inundaban el foso cerrando las presas y aliviaderos de los molinos y aceñas del Tajo pero en algún asedio se invalidó su misión defensiva derribando simplemente la presa de los molinos de Abajo.

Dividido Al-Andalus en reinos taifas, Talavera queda incluida en el reino de Toledo y uno de sus reyes, Al Mamum tiene que huir a Talavera tras su derrota a manos del reino taifa de Zaragoza que había conquistado parte de sus territorios de Guadalajara. Desde nuestra ciudad pide ayuda al rey de Pamplona enviándole dinero y regalos.

Atalaya de El Casar de Talavera

El sucesor de Al-Mamum fue el último rey árabe de Toledo, Al- Qadir. Su debilidad, las revueltas internas y la injerencia de taifas vecinos como el de Badajoz o el de Zaragoza, obligaron a Al Qadir a pedir ayuda a Alfonso VI que se la concedió en varias ocasiones, pero imponiéndole cada vez condiciones más duras, incluso la concesión de la fortaleza musulmana más cercana a Talavera, Canturias, en el Tajo, frente a la actual población de Calera.

Alfonso VI había sido acogido por Al- Mamum en Toledo hasta la muerte de su hermano y enemigo Sancho IV. Aunque Alfonso VI, mientras vivió su anfitrión, respetó la integridad del reino de Toledo, pero la precariedad de la situación de Al-Qadir llevó a la postre a la capitulación de la ciudad de Toledo en 1085. Dos años antes, en 1083, Talavera y otras plazas cercanas, ya estaban en manos cristianas.

TIEMPOS DEL CÓLERA 100 AÑOS ANTES QUE GARCÍA MÁRQUEZ

Este curioso azulejo talaverano se encontraba sobre la entrada de una vivienda del pueblo de Las Herencias, en La Jara.

Azulejo de Cerámica talaverana con referencia a la epidemia de cólera del siglo XIX
Azulejo de Cerámica talaverana con referencia a la epidemia de cólera del siglo XIX

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es curiosa la referencia a «los azarosos tiempos  del cólera» a mediados del siglo XIX, 100 años antes de que escribiera algo similar el gran García Márquez.

En realidad se trata de dos azulejos. En el primero se representa a la Inmaculada Concepción en la ya decadente cerámica talaverana de la época, aunque el dibujo no deja de tener su encanto popular.  La decoración de las cenefas son flores y motivos que nada tienen que ver con los de la azulejería renacentista.

En el azulejo de abajo se nombra a los dueños de la vivienda y al albañil que la construyó. Es cierto que el cólera produjo estragos horrorosos por ser una enfermedad que produce intensas diarreas muy violentas y deshidratación que en aquella época eran difíciles de tratar al no contar con los antibióticos ni los medios adecuados. Se trasmite por aguas con contaminación fecal y en aquella época sin saneamientos ni tratamiento de las aguas potables la infección se extendía rápidamente.  La epidemia fue catastrófica y causó miles de muertos dejando algunas localidades prácticamente despoblados.

LA CERÁMICA FUNERARIA POPULAR

Placa funeraria del cementerio viejo de Oropesa
Placa funeraria del cementerio viejo de Oropesa

La cerámica de Talavera es conocida sobre todo por la preciosa azulejería y las magníficas piezas del siglo XVI y XVII que hicieron de esta manifestación del noble oficio del barro la preferida de Felipe II, que la puso de moda entre los poderosos de la época y concedió a sus alfares el privilegio de exportación a su inmenso imperio. Pero hay otras producciones de la cerámica talaverana menos conocidas y de elaboración más tardía y popular que, no por menos llamativas desde el punto de vista estético, carecen de interés como expresión artesanal y llena de contenido antropológico, sobre todo en cuanto al estudio de la mentalidad popular referida a un tema como es la muerte, con el que, según Quevedo,  tanto teníamos que ver los médicos. Se trata de la cerámica popular funeraria que se puede observar en casi todos los cementerios públicos situados en torno a Talavera y Puente del Arzobispo.

Muchos de los camposantos fueron trasladados desde las céntricas iglesias de los pueblos hasta su más higiénica periferia por la normativa  promulgada el siglo pasado. Es por ello difícil saber si durante los siglo XVI y XVII se produjo esta manifestación cerámica funeraria y de hecho los ejemplares más antiguos que he podido encontrar se datan a finales del siglo XVIII. Posteriormente hay una verdadera explosión  en la segunda mitad del siglo XIX y vuelve a reavivarse cuando se produce el renacimiento de la cerámica talaverana con Ruiz de Luna.

Las abundantes piezas del pasado siglo son monocromáticas, en tonos marrones o sepia y con una gran sencillez en la decoración, sin embargo, tienen una gran expresividad en cuanto a la lírica popular de sus epitafios se refiere. Una excepción a este modelo son algunas placas de Puente del Arzobispo que adaptan a ciprés su tradicional motivo del “pino” con sus hermosas tonalidades verdes.

Placa funeraria en cerámica en color del taller de Ruiz de Luna
Placa funeraria en cerámica en color del taller de Ruiz de Luna

Ruiz de Luna redescubre la cerámica de Talavera en la primera mitad del presente siglo y encontramos  curiosas manifestaciones de su arte en las placas de cementerio que ejecuta, algunas de ellas en relieve y de las que reproducimos algún ejemplar. A las nuevas generaciones de esta familia de ceramistas les toca vivir la posguerra y producen una serie de monumentos o paneles de azulejos referentes a los caídos del bando nacional durante la confrontación , todo un género cerámico funerario que requeriría un estudio aparte ya que, sin entrar a considerar su contenido ideológico, no están exentas de belleza.

Pero aparte de consideraciones estéticas sobre el soporte cerámico hay que resaltar la riqueza de los epitafios que se escriben sobre estas modestas lápidas de barro cocido. Epitafio significa en griego “sobre sepultura” y desde la antigüedad se ha venido expresando esta última vanidad humana que es el “mensaje postrero” que en forma de monólogo, diálogo o poema dejamos a las generaciones futuras. Los romanos repartieron su epigrafía por toda nuestra península y es ésta una de las principales fuentes para el estudio de su historia. Los más modestos de ellos se enterraban bajo algunas grandes tejas, esas “tégulas” que a veces tenían grabada alguna inicial o pequeña inscripción.

Placa funeraria cerámica de Puente en Aldeanovita

En los cementerios de Los Navalmorales y en Espinoso, he hallado algunas grandes baldosas muy similares con una modesta inscripción realizada  ya en nuestro siglo con un punzón cuando el barro aún estaba fresco. Es la más modesta expresión funeraria, probablemente, sobre la tumba de algún humilde peón agrícola.

Los motivos ornamentales de esta cerámica funeraria son los tradicionales: la cruz, el túmulo, los cipreses, diferentes y sencillos adornos vegetales y algunos geométricos en  las cenefas. En las placas de los niños es frecuente la presencia de ángeles más o menos afortunados en la ejecución de su dibujo.

Hay algunas alusiones a la enfermedad que provocó la muerte y a si fue repentino el desenlace o bien se produjo “ tras larga enfermedad”:

Padre nuestro que estás en los cielos / por el alma de Jacinta va / que bastante ha sufrido / con los años de su enfermedad.

En ocasiones se dejan entrever las arcaicas etiologías que el pueblo considera causa del deceso:

La muerte te sorprendió /  dejándonos sin consuelo / Petronilo ruega a Dios  / por tus padres  en el cielo. / Tu fuiste la mejor rosa  / del jardín de Jericó / y cuando más fresca estabas / Mal aire te desojó.

Otras veces se teatraliza el final de la vida pues, hasta en las mentes más sencillas, hay deseos de trascender no sin cierto histrionismo:

La muerte me separó / de los seres tan queridos  / y para mayor dolor / me dejó dos angelitos / Un ataque me separó / de Ulalio y de Ulalita  / y al volver un poco en sí / por los dos yo preguntaba.

Los recursos poéticos tienen a veces cierto aire de haber sido extraídos de sermones, por ejemplo en alguna de las muchas despedidas en primera persona del difunto a sus deudos se dice:

Adiós hermanos queridos / Bien me podéis perdonar  / de cuanto os haya ofendido / Adiós, Hasta Josafat.

Placa de cerámica funeraria del cementerio viejo de Oropesa
Placa de cerámica funeraria del cementerio viejo de Oropesa

La rima pura y dura es la que con frecuencia busca el anónimo autor :

Adiós, madre, dulce encanto /yo sé que estás en la gloria /Gozando de Dios ,¡ Qué llanto / derrama por ti Gregoria !

O este otro ejemplo de rima más traída por los pelos:

 Emilia de mi corazón/ para qué quiero vivir / si ya no tengo ilusión / desde que te vi morir / tu triste esposo afligido / Reomualdo Rodríguez Lozano / se quedará en la vida / sin tú cariño ni amparo.

Los recursos poéticos están a veces impregnados de los lugares comunes del estilo literario vigente en la época que, no  lo olvidemos, coincidía en muchos casos con el romanticismo:

El cuerpo descansa aquí / de la virtuosa Petra / pero su alma penetra / la gloria porque está allí / de este mundo baladí / salió y ha subido al cielo /  rápidamente en un vuelo / dejando a su esposo e hijos / entre dolores prolijos / en el mayor desconsuelo.

Todavía se escriben las mismas llamadas que hacían los romanos a que el viajero se detuviera junto a las tumbas del camino y, así  por ejemplo, dice una de ellas : Pasajero que a la postre / de este mundo al otro vas / rézame un Ave María / que Dios te lo pagará.

Toda esta cerámica funeraria es, no lo olvidemos, el último pequeño lujo que gentes muy humildes daban a sus seres queridos y por eso no debemos esperar que se canten las glorias y honores que glosaban los antiguos epitafios. Lo más que se puede encontrar es un “ fue alumno del instituto de Toledo”, “fue cura ecónomo de Piedraescrita” o “fue uno de los devotos que más se distinguieron en cooperar con sus limosnas para la construcción de este templo de Navaltoril”. No son, desde luego, grandes hechos heroicos los que aquí se reflejan.

Otro tipo de epitafio dentro del género es el que podríamos clasificar como “ tétrico”, el típico epitafio de calaveras y espanto.

¿Qué es de tu talle? Pues si considero / y contemplo despacio tu figura / has quedado tan feo que yo infiero / que si alguno amara tu hermosura / y viese un retrato de tu rostro fiero / No quisiera mirarla ni en pintura.

Desgraciadamente, las flores de plástico, los mármoles y todo un elenco de elementos kitch han sustituido en los cementerios actuales a estas bonitas placas de cerámica llenas de contenido y cultura popular.

HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA DE TALAVERA (5) LA EDAD DEL HIERRO II, LOS VETONES

LA EDAD DEL HIERRO II, LOS VETTONES

Sobre el sustrato del anterior periodo orientalizante y esas culturas de transición de la Edad del Bronce a la del Hierro que lo conformaron, irán incidiendo corrientes culturales mediterráneas y centroeuropeas que, al mezclarse con las variadas peculiaridades autóctonas, acabarán conformando la personalidad de los pueblos protohistóricos que van a encontrar los romanos a su llegada a Hispania en general, y a nuestra tierra en particular. Esta segunda Edad del Hierro, entre los siglos IV y II antes de Cristo, coincide en nuestro ámbito con la cultura de los vettones, el pueblo indígena que habitaba en nuestra comarca.

Muralla del castro de Puente Pinos en El Bercial, Alcolea.

También en esta época histórica, esta tierra se comporta como tierra fronteriza entre diversos pueblos, como son los que más tarde serían llamados celtíberos, carpetanos, lusitanos y, sobre todo, vettones, ya que es en el ámbito de este mundo vettón, de la llamada cultura de los verracos, donde más cómodamente podemos situar a nuestra tierra[1].Se produce durante este periodo una progresiva «celtización», una mayor influencia centroeuropea, cultural e incluso étnica sobre unos pueblos que, como ya hemos visto en el capítulo anterior, venían recibiendo desde el suroeste de la península las influencias orientalizantes mediterráneas.

Así, por ejemplo, en el yacimiento del cerro Torrejón de Malpica de Tajo, encontramos cerámicas de clara influencia de las culturas de la meseta superior, digamos que más castreña, más céltica, del tipo de las enmarcadas en el ámbito de la llamada cultura de Cogotas II, nombre de un prototípico yacimiento abulense de estas culturas. Pero, por otra parte, también se encuentran cerámicas de las llamadas «ibéricas» con referencias en asentamientos andaluces de adscripción tartéssico-turdetanas[2]

Elevaciones al sur del Tajo sobre los que se sitúa el yacimiento de arroyo Manzanas

Sin embargo, el yacimiento que en la Edad del Hierro II tiene una mayor importancia en las tierras de Talavera es el de arroyo Manzanas, cuya importancia supera el interés local porque puede aportar datos que servirían para dilucidar algunos de los problemas planteados por las culturas protohistóricas del occidente peninsular[3].

Se sitúa el yacimiento en las elevaciones erosionadas con las típicas cárcavas de las terrazas del Tajo, dominando las fértiles vegas entre Talavera y las Herencias. El asentamiento presenta varias fases de ocupación desde el bronce final hasta que en el siglo II a. de C. los romanos fuerzan el traslado a zonas menos defendibles a los pueblos que ocupan situaciones estratégicas o fortificadas. Este yacimiento al sudoeste de Talavera, en los Cerros de la Raña y dando vista al Tajo, es el asentamiento vettón más cercano que conocemos. Se sitúa el yacimiento en las elevaciones erosionadas con las típicas cárcavas de las terrazas del Tajo, dominando las fértiles vegas entre Talavera y las Herencias. Los primeros hallazgos se remontan al año 1924 cuando unos gañanes encontraron cántaros de barro en cuyo interior había restos humanos calcinados. Prospecciones sistemáticas posteriores nos han descubierto poblados instalados en lo alto de tres cerros que están conformados por habitaciones de planta rectangular con gran abundancia de materiales: cerámicas, huesos, fragmentos de metal y escorias. También se ha localizado lo que puede ser una necrópolis de urnas para sus fases de ocupación desde el bronce final hasta que en el siglo II antes de Cristo, los romanos fuerzan el traslado de los pueblos que ocupan situaciones estratégicas o fortificadas.

Otros elementos cerámicos hallados en el Castro de El Raso

Este asentamiento tiene también el interés de contar con numerosos paralelos culturales con el castro de El Raso en Candeleda, aunque hay así mismo diferencias notables, como, por ejemplo, el entorno que en el caso abulense es más apropiado para la ganadería mientras que el talaverano estaría más vinculado a actividades agrícolas y mineras, sin descontar el intercambio de mercancías por situarse en lugar de obligado paso en las comunicaciones antiguas La actividad metalúrgica parece estar confirmada por el hallazgo de moldes, crisoles y restos de útiles metálicos; se ha vinculado esta actividad con los yacimientos y antiquísimas extracciones mineras de La Jara[4].

Más dudosas son las adscripciones a la Edad del Hierro de otros yacimientos dispersos por la comarca, como por ejemplo las fortificaciones del posible castro situado en las cumbres de la Sierra de la Estrella [5], o ciertos hallazgos cerámicos de Navalmoralejo, Alcaudete o Belvis[6]

Objetos cerámicos hallados en la excavación del castro de Puente Pinos en El Bercial, Alcolea de Tajo

Las cerámicas de los yacimientos locales no son muy abundantes, tal vez por no haberse hallado todavía un castro similar al de El Raso y otros de nuestro entorno, especialmente en Gredos, aunque sí se ha excavado el asentamiento de Puente Pinos cercano a la población de El Bercial, en Alcolea de Tajo, junto al embalse de Azután, cerca del antiguo vado de Puente Pinos. Está amurallado con dos recintos levantados con piedra y en talud, con torres de diferente planta y se encuentran varias fases de población iniciándose en la fase de las culturas orientalizantes de las que se han hallado significativos elementos cerámicos. Hay, como en otros yacimientos de esta época, muestras de haberse desarrollado una industria metalúrgica doméstica en pequeños hornos caseros. También se han hallado cerámicas griegas que subieron hasta aquí con la influencia tartéssica. Se han encontrado numerosos huesos que nos hablan del predominio de la ganadería en la economía vettona.

Cerámicas y objetos metálicos hallados en el castro de El Raso

Las cerámicas de estos yacimientos son descritas así por el arqueólogo Juan Manuel Rojas Rodríguez Malo: “cerámicas a torno pintadas y estampilladas…La cerámica más típica en esta época, de la que hay constancia en los dos yacimientos, aunque con una amplia tipología de formas y decoraciones, se compone, fundamentalmente, de vasijas de cocina y aprovisionamiento, hechas con barros groseros, de pastas marrones, que suelen ser pucheros, orzas y pequeñas tinajas, a veces decoradas con impresiones de estampillados en S o con motivos variados dispuestos en bandas. Otro gran grupo está formado por vasijas con pasta de barro anaranjado o beige bastante decantado, cuyas formas más frecuentes son los perfiles ovoides, bases cóncavas y bordes vueltos que, suelen tener decoración pintada a base de bandas horizontales finas y/o gruesas. Dentro de este tipo de vasijas existen variantes en las que la pasta es de color gris”.

 Sobre la cultura vettona nos extenderemos en otro lugar.

[1]ALMAGRO BASCH, M. , GARCÍA BELLIDO, A. : La protohistoria, en Historia de España de Menéndez Pidal, Madrid 1990.

[2]GARCÍA TÖRRONEN, T. ,GUTIERREZ DE LA CONCEPCIÓN, M.N. : Prospecciones en el Cerro Torrejón de Malpica de Tajo.

[3]MORENO ARRASTIO, F.J. : Notas al contexto de Arroyo Manzanas( Las Herencias ) Toledo , en Actas del Primer Congreso de Arqueología de la Provincia de Toledo. Toledo 1990.

[4]URBINA, D. y otros:  Introducción  al estudio de las fuentes de abastecimiento de hierro en el yacimiento prerromano de Arroyo Manzanas, en Actas de las primeras Jornadas de Arqueología de Talavera y su Tierra. Diputación Provincial de Toledo. Toledo 1992.

[5]JIMÉNEZ DE GREGORIO, J. : Hallazgos arqueológicos en …Anales Toledanos XXVI.

[6]JIMÉNEZ DE GREGORIO, F. : Aproximación al mapa arqeológico del occidente toledano, en actas de las Primeras Jornadas de Arqueología de Talavera y su Tierra. Diputación Provincial de Toledo. Toledo. 1992.

Verraco vettón de Cabeza del Moro en Talavera

HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA DE TALAVERA (4) LA EDAD DEL HIERRO I

EDAD DEL HIERRO I

El PERIODO ORIENTALIZANTE

Uno de los cuencos hallados en la tumba de El Carpio en Belvís

A partir de una serie de objetos metálicos singulares, se propuso hace unos años la existencia de una ruta natural en dirección sur-norte que discurría por el occidente de la península ibérica, un viejo camino que sería el precedente de lo que más tarde, en época romana, se denominaría la Vía de la Plata[1]. Desde Huelva y Cádiz, ascendía un trayecto jalonado de hallazgos de braseros y jarros, con ramificaciones por los valles de los grandes ríos hacia el interior. Varios hallazgos en la comarca de Talavera nos indican que al menos llegaba hasta aquí una de esas vías secundarias que nos relacionaban con el mundo de Tartessos.

El llamado «puñal de Ronda» o de El Carpio de Tajo, aunque en realidad se encontró en término de Mesegar, es de una tipología ya enmarcada en la llamada metalurgia del «grupo Ría de Huelva» y se datan en torno al siglo IV a. d. C.[2]

Estela de guerrero de Las Herencias

Aunque se han hallado cerca de media docena de las estelas llamadas de guerrero de esa época, la primera de ellas, la estela hallada en las Herencias, que pudiera estar relacionada con la necrópolis indígena de un asentamiento cercano del Arroyo Manzanas donde se han encontrado algunas cerámicas contemporáneas, es una estela de las llamadas del tipo II C de Pingel. Este tipo se caracteriza por la presencia de figura humana a la que suelen acompañar una serie de atributos como la espada, lanza, escudo, carro o espejo. En nuestro caso, el personaje aparece tocado con un casco de cimera, una lanza con la hoja hacia abajo, un escudo con escotadura en V, una posible fíbula y tal vez unas tenazas bajo la mano derecha. También se ha datado en el siglo IX a.d.C.[3] Nuevos ejemplares de estas estelas se han encontrado como una en Aldeanueva de San Bartolomé, y otra más de Las Herencias.

Jarrita tartéssica de Las Fraguas en arroyo Manzanas, hoy en el Museo Metropolitano de Nueva York

El ajuar funerario de «Las Fraguas» fue dado a conocer por el historiador talaverano Jiménez de la Llave en 1860 y consiste en tres elementos, un jarro y un timiaterio en dos piezas, además de la referencia a «trozos muy delgados de cobre que indican haber pertenecido a una caldera u otro cuerpo esférico». El jarro es de los llamados tartéssicos y es un jarro piriforme de boca plana con asa de triple sección que termina junto a la boca en tres cabezas de serpiente y que arranca de una palmeta con dos canalículos rematados en un capullo esquemático.

Entre los paralelos de este jarro había uno que era muy similar y que se encontraba depositado en el Metropolitan Museum de Nueva York; el estudio de M. Fernández Miranda y J. Pereira ha permitido conocer que es el mismo que el encontrado en Talavera, dada la coincidencia con el dibujo de Jiménez de la Llave y su procedencia del comercio de antigüedades[4].

Vasija hallada en el enterramiento de El Carpio con incrustaciones de cobre

El jarro, el timiaterio y el posible brasero permiten identificar el conjunto con un ajuar funerario con el que se realizarían rituales-libaciones, incineración de sustancias olorosas; estos rituales serían privativos de los individuos más relevantes del área tartéssica y su zona de influencia. Estas fórmulas funerarias estarían datadas en torno al siglo VII a. de C.

Hallamos en estos yacimientos de la primera Edad del Hierro cerámicas hechas a mano decoradas con pinturas de color rojo, amarillo o blanco asociadas a zonas de habitación y en el arroyo Manzanas con restos de moluscos de río.

Otro de los yacimientos de gran importancia en esta época de transición entre la Edad del Bronce y la del Hierro es el enterramiento hallado en la labranza de “El Carpio”. Se trata de una sepultura de características principescas, como se deduce de la calidad de los objetos metálicos elaborados en hierro y plata, así como el ajuar cerámico de tipo orientalizante aparecidos en su excavación y que nos habla de una influencia del mundo tartésico en las culturas de la zona allá por el siglo VII antes de Cristo. El enterramiento de la casa de El Carpio se sitúa en el actual reculaje del embalse de Azután en la desembocadura del río Jébalo, el embate de las aguas puso al descubierto esta interesante inhumación del momento en que se produce en nuestra comarca la transición de la Edad del Bronce a la de Hierro.[5]

Se trata de una fosa de sección escalonada en la que se practicó la inhumación de al menos, dos individuos, un adulto femenino y un recién nacido con un ajuar abundante en el que se combinan piezas locales y foráneas. Diversos cuencos a mano con decoración pintada con motivos geométricos que podrían formar parte de un depósito de ofrendas, seis grandes urnas, anillos y brazaletes de bronce, son algunos de los objetos hallados que podríamos considerar como autóctonos.

Alabastrón hallado en el enterramiento de El Carpio en Belvís

Los materiales de inspiración externa serían: una vasija globular cuya forma y decoración tiene paralelos en el horizonte cultural andaluz, con dos recipientes de pequeño tamaño y clara adscripción al mundo cultural fenicio, se trata de una ampolla y un alabastrón de cerámica que tenían la función de conservar aceites perfumados. También, aparecieron seis urnas fabricadas a mano con perfil globular y borde exvasado con tratamiento superficial con escobillado y restos de pintura. Hay también cuarenta cuencos hechos a mano con arcillas de perfil semiesférico, borde redondeado apuntado, ligeramente marcado por un leve estrangulamiento. Conservaban restos de decoración pintada con diferentes motivos geométricos en amarillo y rojo, tanto en el exterior como en el interior. Otros peculiares objetos cerámicos aparecidos son un pequeño recipiente con forma de pera con un orificio en el extremo superior y plano en la base con abundantes agujeros a modo de colador que algunos consideran un reloj de agua o clepsidra y para otros sería un curioso instrumento que se introduce en un recipiente, se llena de líquido y luego se tapa el orificio hacienda el vacío para luego verter su contenido en otro recipiente. También formaba parte del ajuar una placa rectangular con los lados más estrechos cóncavos y por último, en un nivel por debajo de los restos humanos inhumados, se descubrió una gran urna realizada a mano que contenía a su vez otro gran recipiente en el que se encontraban, además de dos cuencos pintados, dos jarritas, una de ellas con decoración de incrustación de bolitas de bronce.

En cuanto al ajuar metálico, los restos de un caldero de bronce, una vasijita de plata usada para libaciones, los restos de un brasero de bronce, una fíbula de bronce, parte de un vasito de plata, varios anillos, un pequeño brazalete y dos cuchillitos de hierro, que son tal vez lo más significativo de este hallazgo, ya que ese metal en un contexto cronológico de transición del bronce al hierro, se consideraría un objeto exótico y muy valorado.

Todo este hallazgo se debe considerar formando parte de un ritual autóctono de inhumación y las ofrendas de tipo alimenticio, la distribución de los ajuares y el propio ajuar son componentes de origen más bien foráneo.

Un último hallazgo, unas fíbulas encontradas en Azután, confirmaría la presencia de tradiciones indígenas asociadas a influencias procedentes del suroeste peninsular, del área de influencia tartéssica y fenicia occidental[6]. Puede que estos indígenas, enriquecidos por el comercio con esos lugares, se enterraran con los ricos ajuares que hemos visto y que identifican más bien a las clases más poderosas de esas culturas, que habrían conseguido su enriquecimiento a través del comercio de metales, sal etc…

[1]FERNÁNDEZ MIRANDA, M. y PEREIRA SIESO, J. :Indigenismo y orientalización en la Tierra de Talavera, en Actas Primeras jornadas de Arqueología de Talavera y su Tierra. Diputación Provincial de Toledo. Toledo 1992.

[2]JIMÉNEZ DE GREGORIO, F. :Archivo Español de Arqueología Vol.XXVIII . pp 174-186.

3FERNÁNDEZ MIRANDA, M

Estudios en Homenaje al Dr. Antonio Beltrán Martínez), 1986, ISBN 84-600-4366-5, págs. 463-476

 

[4]MAROTO, M.: Fuentes para el estudio de la arqueología en la provincia de Toledo. Diputación Provincial de Toledo. Toledo 1990.

[5]PEREIRA SIESO, J. : Aportes orientalizantes en el valle del Tajo, en Revista de Arqueología nº 62

[6]JIMÉNEZ DE GREGORIO,F. : Fíbulas de tipo hispánico de Azután, Archivo Español de Arqueología XXVIII, pp. 185-187.

HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA DE TALAVERA (3) LA EDAD DEL BRONCE

BRONCE ANTIGUO Y PLENO

Pithoi hallado en el yacimiento del Cerro de la Mesa de Alcolea de Tajo

Aunque es difícil establecer en la meseta una secuencia para el calcolítico y la Edad del Bronce por falta de estudios estratigráficos, podemos hablar en nuestra zona de varios asentamientos en los periodos iniciales del bronce. Entre ellos se encuentra el yacimiento de Villarejo de Montalbán conocido como Riscal de Velasco, del que ya hemos hablado en el capítulo anterior [1] y cuyas fortificaciones no sabemos si pertenecen al calcolítico o a la edad del bronce. Otro poblado se situó en el Cerro de la Mesa (Alcolea de Tajo) sobre un cerrete que domina la orilla derecha del Tajo[2], «Muestran estos yacimientos, además de una gran extensión y algunas fortificaciones de la época, unas características por las que podrían representar una variedad local en la zona más en contacto con Extremadura y que podría ser una evolución de los poblados existentes en esta misma zona».

Hachas pulimentadas halladas en el entorno de los yacimientos de la Edad del bronce y Calcolítico de Villarejo de Montalbán. Colección Garayalde

En cuanto a las necrópolis, contamos con un yacimiento bastante significativo que es el del Cerro del Obispo en Castillo de Bayuela, necrópolis de inhumación en «pithoi» que se localizan de costado, contorneados por bloques de granito formando una caja exterior y una torta de cerámica que cubre la totalidad de la estructura. En el ajuar de estos enterramientos encontramos acompañamiento funerario propiamente dicho consistente en objetos del difunto inutilizados (cuchillos de sílex, hachas de piedra pulimentadas, molinos barquiformes, brazales de arquero, ídolos de cuernos, fusayolas, crisoles, vasos, cazuelas, leznas…), ajuar funerario de carácter ritual ( cazuelas, vasos y cuencos rituales más pequeños y sin utilizar) además de ofrendas funerarias para el sustento de «la otra vida» como son cuartos de cáprido, bóvidos y ganado lanar que se depositan entre el «pithoi» y las lajas de granito[3]

Riscal de Velasco

En el próximo Cerro del Castillo puede que habitara la población que se enterraba con estos ritos de inhumación que tienen cierta correspondencia con prototipos argáricos.

La cultura material de este tipo de yacimientos es bastante homogénea, cerámicas sin decoración como vasos carenados, cuencos hemiesféricos, botellas, grandes orzas de provisiones etc. La industria lítica de láminas de sílex, dientes de hoz, molinos barquiformes y algún punzón de hueso[4].

Pebetero hallado en las excavaciones del Cerro de la Mesa en Alcolea de Tajo

A estos yacimientos podemos sumar el del Cerro del Oso en el Real de San Vicente y el de la alcazaba de la ciudad de Vascos que, antes de ser un yacimiento romano o musulmán, fue un asentamiento de la Edad del Bronce, situado como otros que hemos visto en un cerro elevado junto a una corriente fluvial, en este caso, el río Huso.

Según Juan Manuel Rojas Rodríguez Malo, las Características comunes de las cerámicas de estos yacimientos del Bronce Pleno son la presencia de un alto porcentaje de vasijas con bordes exvasados y con carenas medias bajas con cuencos tanto globulares como de media esfera, aunque también se dan vasos de paredes rectas. Son frecuentes los motivos decorativos a base de cordones horizontales y mamelones, con motivos impresos de digitaciones y ungulaciones sobre el borde y los cordones. En el Bronce Pleno es frecuente la decoración con triángulos y paralelas rellenos de puntos y líneas.

Las cerámicas del horizonte Cogotas I aparecen sobre los sustratos del bronce pleno, en algunos de los casos antes referidos, llenándose el vacío que hasta ahora había en la dispersión de estos yacimientos en la meseta sur y así en nuestro ámbito localizamos los dos tipos de asentamiento de este periodo, yacimientos en llano como El Carpio I o el Golín; y el arroyo Manzanas o el cerro Torrejón de Malpica de Tajo, más en la línea de los poblados de altura[1]. Los primeros suelen tener el patrón de los llamados «fondos de cabaña» como el del Golín de Puentes Caídos a las orillas del pantano de Navalcán hallado por mí en la retirada de las aguas del mismo, con una vasija de aprovisionamiento, hecha a mano, semiesférica y carenada de gran tamaño y decorada con incisiones en zig-zag, cremallera y dientes de lobo, con tipología encuadrable en el horizonte de Cogotas I Podían observarse en los alrededores los restos arrasados de algunos silos más, de forma circular[2].

Parece que la ganadería y la caza estarían relacionados con este tipo hábitat y la economía de intercambio y agricultura con los segundos.

Las cerámicas encuadradas en esta cultura “Cogotas I” presentan la novedad de las decoraciones del tipo “boquique”, como sucede con algunos fragmentos hallados en el yacimiento de arroyo Manzanas. Se trata de una técnica elaborada mediante con un dibujo superficial de «punto y raya» que caracteriza a esta decoración alfarera doble o mixta, se conseguía punteando con un punzón o algún tipo de sierra dentada, trazos pequeños y sucesivos a lo largo de una línea incisa continua, “dando el aspecto de un cosido”.

[1]CARROBLES, J. ,MUÑOZ, K. Y RODRÍGUEZ, S. Op. Cit. La Edad del bronce…

[2]VILLA GONZÁLEZ J.R. : Arqueología de urgencia en la campana de Oropesa, en Actas del Primer Congreso de Arqueología de la Provincia de Toledo. Diputación Provincial de Toledo, Toledo 1990.

Muralla del yacimiento de Cerro del Oso

[1]CARROBLES, J. y MENDEZ-CABEZA FUENTES, M. Op. Cit. Introducción al calcolítico…

[2]CARROBLES, J. , MUÑOZ, K. y RODRÍGUEZ, S. Op. Cit. La Edad del Bronce en el valle medio del Tajo…

[3]MENÉNDEZ ROBLES, M.L. ,GIL J.I., REYES, F. y REYES J.L. Tipología del material procedente de la necrópolis del Bronce Medio de El Cerro del Obispo en castillo de bayuela Toledo en Actas del primer Congreso de Historia de Castilla-La Mancha ,Tomo III. Junta de comunidades de Castilla La Mancha. Talavera de la Reina 1988.

[4]CARROBLES , J., MUÑOZ, K. y RODRÍGUEZ, S. Op. Cit. La Edad …

HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA DE TALAVERA (2): LA EDAD DEL COBRE O CALCOLÍTICO

LA CERÁMICA EN LA EDAD DEL COBRE EN LA TIERRA DE TALAVERA

VASIJAS CAMPANIFORMES DE LA GOLILLEJA EN BELVÍS DE LA JARA

CALCOLÍTICO PRECAMPANIFORME

Los hallazgos de este periodo histórico son, sin embargo, mucho más frecuentes que los del neolítico y responden a un patrón característico, situación en los cursos medios de los afluentes del Tajo, sobre elevaciones graníticas con cuevas y oquedades entre los batolitos que se aprovechan como depósitos funerarios o para habitación. La localización de estos asentamientos suele ser estratégica y a veces se complementa con amurallamientos y atalayas. Es común en ellos la cercanía de afloramientos cupríferos en los límites geológicos de la plataforma continental erosionada por los riachuelos junto a los que se asientan los yacimientos, junto a un entorno adecuado a la agricultura y el pastoreo[1]

El río Tajo desde el yacimiento de Los Castillos

Aun así es difícil diferenciar las culturas del neolítico y las del calcolítico. En nuestro ámbito solo se han excavado yacimientos como el de Los Castillos en Las Herencias y otro en Mesegar de Tajo. Únicamente  ciertas características de las cerámicas Nos sirven para diferenciar las dos épocas.

Los materiales hallados en este tipo de yacimiento son principalmente, en cuanto a cerámica se refiere, cuencos de casquete esférico, vasos de paredes rectas algo exvasadas con algún ejemplar decorado a la almagra, vasijas de borde vuelto, las abundantísimas ollas de borde entrante y algunos platos y piezas carenadas que junto a fragmentos de pesa de telar y de queseras, complementan el repertorio de cerámicas a mano que se han encontrado en prospecciones de superficie.

El material lítico es muy característico de este periodo ya que son muy numerosas las lascas y los núcleos poco trabajados-incluso auténticos cantos trabajados, con un aspecto completamente arcaizante hasta el punto de ser difícil establecer una tipología concreta.

Cerámica de la Edad del Cobre del yacimiento de Los Castillos en Las Herencias

Tanto el material descrito como los patrones de asentamiento, vinculan estas culturas al calcolítico extremeño, relacionado a su vez, como en el caso del neolítico, con toda la zona occidental de la península, en claro contraste con los pueblos que habitaron en aquella época el sudeste español[2].

Los poblados calcolíticos que acabamos de describir serían, en parte, los que erigieron algunos de los monumentos megalíticos descubiertos en la zona, constituyendo su manifestación funeraria más genuina, aunque no la única, como demuestran el enterramiento de San Martín de Pusa, donde se ha excavado junto al talud de la carretera, un enterramiento colectivo en fosa con un cuenco decorado a la almagra[3].

Frente al yacimiento de Mildiablos, en Villarejo de Montalbán, se encontró un enterramiento en cueva femenino con un cuenco también globular como ajuar[4]

FRAGNENTOS CERÁMICOS HALLADOS EN LOS YACIMIENTOS CALCOLÍTICOS DE LA COMARCA TALAVERANA

De una mayor entidad es el yacimiento calcolítico de «Los Castillos» situado en una barranca junto al Tajo, en término de Las Herencias. Tiene este yacimiento importancia no sólo por la abundancia de los materiales y la calidad de los mismos, sino que además parece haber tenido características de transición entre las dos áreas consideradas tradicionalmente de la Edad del Cobre.  Lo más destacable es la abundancia de cerámicas a mano decoradas ya sea con pintura de tonos rojos, ocres, anaranjados y blancos, en trazos curvos, meandros y motivos radiales, ya sea con decoración impresa de triángulos y acanaladuras o, más escasamente, con relieves y pastillas repujadas.

La industria lítica, al contrario que en los yacimientos descritos anteriormente, se halla confeccionada en sílex, los útiles más frecuentes son las láminas y las puntas, en algunas de las primeras se observa el lustre de cereal, por haberse destinado a la siega engarzadas en palos curvos y, en el caso de las puntas, destacaremos los tres tipos, de base cóncava, foliáceas y pedunculadas. También se han hallado punzones de hueso y dos de los llamados «idolillos de violín» además de morillos o ídolos de cuernos.

[5]En el caso de los materiales descritos está más clara su adscripción a culturas del occidente peninsular, mientras que otros tienen mayores paralelismos con pueblos del sudeste. La cronología de estos asentamientos y de los anteriores se puede establecer entre el 2500 y el 1.800 a.d.C. y puede que, dentro del ámbito local, los yacimientos periféricos tuvieran una mayor relación con los aprovechamientos mineros y su protección y control, mientras que los del valle del Tajo, como el de Los Castillos, tendrían una mayor importancia en cuanto a los aprovechamientos agrícolas, intercambiando sus productos con los anteriores, situados en tierras menos fértiles.

Entre los yacimientos periféricos de La Jara destacaremos la variedad de materiales cerámicos de Mildiablos, los amurallamientos y bastiones del Riscal de Velasco y Alcaudete I, y la existencia de una atalaya junto al Gébalo que comunica visualmente los asentamientos de Alcaudete I y Alcaudete II [6].

En el yacimiento amurallado de Castrejón, en Aldeanueva de san Bartolomé, pueden observarse algunos grabados de antropomorfos en el mismo recinto del asentamiento.

VASIJA CAMPANIFORME HALLADA EN TALAVERA. COLECCIÓN CERRALBO

CALCOLÍTICO CAMPANIFORME

En cuanto a este periodo solamente podemos referirnos a los hallazgos cerámicos puntuales de Talavera [7] y en La Golilleja, en término de Belvis de la Jara, así como en el arroyo Manzanas[8].

Conocemos por otra parte la utilización de los dólmenes en la fase campaniforme. En el de Azután, por ejemplo, se recogieron fragmentos de campaniforme marítimo, en la Estrella campaniforme inciso y en Navalcán, el de tipo Ciempozuelos. Es frecuente, por tanto la denominada «intromisión campaniforme» en los monumentos megalíticos[9]

No se ha estudiado en nuestra comarca ningún asentamiento campaniforme aunque, por la localización de los hallazgos cerámicos, hay un predominio de los asentamientos en el valle del Tajo, dominando vías de comunicación sobre cotas elevadas y junto a las tierras fértiles, por lo que de los tres patrones descritos para los yacimientos campaniformes en el valle del Tajo: asentamientos mineros, comerciales y agrícolas, nos encontraríamos más bien en el caso de estos últimos[10].

Las vasijas campaniformes son piezas que probablemente realizaban alfareros profesionales y que se han hallado en gran parte de Europa. Eran elementos de prestigio que se enterraban con sus dueños como ajuar junto con otros objetos, adornos y armamento.

[1]CARROBLES, J. Y MÉNDEZ-CABEZA, M.: Introducción al Calcolítico en la Jara Toledana. ANALES TOLEDANOS nºXXVIII, Toledo, Diputación Provincial, 1991.

[2]Opus Cit. Los orígenes…

[3]ALVARO, E. : La Edad del Cobre en el Valle del Tajo. CARPETANIA I, 1987.

[4]Notificación personal de Miguel Méndez.

[5]ALVARO, E. MUNICIO, L. y PIÑÓN, F. Informe sobre el yacimiento de Los Castillejos, Las Herencias. I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha Tomo II, pp.181-182

[6]MÉNDEZ-CABEZA FUENTES, M. : comunicación personal.

[7]CASTILLO, A.. El neoeneolítico, en Historia de España de Menéndez Pidal, Tomo I , La prehistoria

[8] CARROBLES, J. , MUÑOZ, K. Y RODRÍGUEZ, S. : Poblamiento durante la Edad del Bronce en la cuenca media del tajo, Actas del Simposio LA EDAD DEL BRONCE EN CASTILLA -LA MANCHA, Diputación provincial deToledo, Toledo 1990

[9]BUENO RAMÍREZ, P. : Megalitos en la submeseta sur. La provincia de Toledo, en Actas del primer congreso de Arqueología de la Provincia de Toledo.

[10]ROJAS RODRIGUEZ-MALO, J.M. : Relación habitat-economía en el mundo campaniforme toledano, en Actas del Primer Congreso de Historia de Castilla-La Mancha.Junta de Castilla-La Mancha. Talavera de la Reina, 1988.

[11]ROJAS RODRIGUEZ-MALO, J.M. : Relación habitat-economía en el mundo campaniforme toledano, en Actas del Primer Congreso de Historia de Castilla-La Mancha.Junta de Castilla-La Mancha. Talavera de la Reina, 1988.