UNA REAL CAGALERA QUE COMENZÓ EN TALAVERA

Felipe III

Corría el año de 1619. Su majestad el rey don Felipe III volvía de un viaje a Portugal. Fue allí solamente en esta ocasión pues era entonces parte del imperio español por herencia de su padre Felipe II, al morir sin descendencia el rey portugués don Sebastián.

El talaverano padre Juan de Mariana escribió en el Piélago un libro para la educación del príncipe que luego sería Felipe III, “De Rege et regis institucione”. También otros paisanos como el marqués de Velada, el de Malpica o el talaverano García de Loaysa, su capellán, tuvieron gran influencia sobre el monarca.

Volvía la comitiva del reino vecino por Guadalupe y se detuvo en Talavera, donde en el siglo XVII los reyes a su paso por nuestra ciudad solían alojarse en el palacio de algún noble como el marqués de Villatoya o el conde de la Oliva.

En la cena que le sirvieron al rey en nuestra ciudad, no sabemos si donde se alojó o de las provisiones servidas por sus propios criados, degustó su católica majestad “unas empanadas frías” que no debían estar muy católicas en cuanto a su conservación, pues esa misma noche comenzó a sentirse mal, con “destemplanza de pulso y vientre” Su estado fue empeorando durante el camino a Madrid y, ya en Santa Olalla, se agravó considerablemente con “calenturas, vómitos y descompostura de vientre”, que no sabemos si sus sirvientes intentarían recoger en las bacinillas de loza talaverana que tanto gustaban a su padre, el rey prudente. Orinales que todavía hoy podemos ver en El Escorial expuestos en un armario junto a la cama del rey en cuyos dominios no se ponía el sol.

Avanzaba la corte entre las prisas y las paradas que suponemos haría su majestad entre los vómitos y las carreras al campo cercano, preocupando a los cientos de personas que seguían la real comitiva, con grandes de España, otros nobles, obispos, militares, personal de palacio etc. Finalmente fue necesario que se detuvieran en el pueblo de Casarrubios del Monte, ya muy cerca de Madrid, porque el estado de su real persona obligaba a ello, dado que algunos incluso temían por su vida. Los seis médicos del rey acudieron en su auxilio, y cómo verían al enfermo después de practicarle las consabidas sangrías, que en general solían empeorar el estado de los pacientes, que decidieron recomendar que dieran el viático a su majestad.

Torre de la iglesia de Casarrubios del Monte

Pero “al siguiente día ayudado con medicinas, remedios y otras cosas, se aseguró el mal con grandes evacuaciones, hasta el día de la Presentación de Nuestra Señora…en que cesó la calentura y el Regimiento (ayuntamiento) y vecinos de Casarrubios votaron guardar este santo día por fiesta de guardar para siempre jamás”

Alguien tuvo la feliz idea de traer desde Madrid el cuerpo del que luego sería San Isidro, ya momificado, para que pasara las noches en la estancia del enfermo. Tomó cartas en el asunto el arzobispo de Burgos y sin dudarlo los grandes de España fueron a buscar los restos mortales del santo madrileño que todavía no había sido canonizado y que algunos definen como un poco flojo, pues dejaba que trabajaran los ángeles con el arado mientras él rezaba. Como también es fama que Felipe III era de poco trabajar, con pocas luces y un tanto ludópata.

Y cuentas las crónicas, entre ellas una conservada en el archivo parroquial de Casarrubios, que don Felipe nada más entrar el cuerpo del santo en su cámara notó mejoría. Abrieron la caja para que el rey contemplara los restos de San Isidro, cuyo hijo, Illán, es tradición vino a asentarse a Cebolla, donde tiene ermita con fuente muy a propósito para curar la rabia. Aunque mucho me temo que a los enfermos no les sentara muy bien el agua de la fuente pues la rabia es también conocida como hidrofobia, es decir repulsión por el agua.

Cuerpo incorrupto de San Isidro que se llevó a la cama de Felipe III

Después de orar el monarca ante aquellos huesos, pellejos y calavera, decidió don Felipe quitarle un dedo al santo y guardárselo para así asegurar su curación, y oye, fue dedo de santo, el rey comenzó a mejorar no se sabe si por la presencia en su cama de San Isidro o por la de otras reliquias y que se trajeron de todo el reino en su auxilio, entre los que se encontraba un brazo incorrupto de San Diego de Alcalá. No en vano le llamaron Felipe “El Piadoso”, y por eso también le llevaron desde Toledo a su habitación un pedazo de la cruz de Cristo, una espina de su corona o un pedazo de la toca de la Virgen María, aunque, como la mayoría de estas reliquias de la época, fueran de dudosa procedencia.

Portada dl palacio del conde de Casarrubios donde permaneció convaleciente el monarca

Con toda esta ayuda, mala tenía que ponerse la cosa para que no mejorara su majestad de su real gastroenteritis, y poco a poco comenzaron a disminuir sus deposiciones, vómitos y fiebre mejorando su estado general. En Casarrubios se celebraron numerosas procesiones y actos religiosos, además de importantes reuniones y consejos de Estado, siendo la sacristía de la iglesia del pueblo el centro del poder nacional durante aquellos días. En el curso de su convalecencia, el rey se entretuvo jugando con los meninos a la pelota, paseando, cazando y pescando tencas en el jardín del palacio del Conde de Casarrubios cuya bella portada todavía podemos contemplar.

Cuando el rey volvió finalmente a Madrid el 3 de diciembre, después de casi dos meses de convalecencia, hizo ir delante de la comitiva el cuerpo de San Isidro en solemne procesión con todos los nobles y los prelados, gran aparato de música y todo el cabildo de curas de Madrid, descansando una noche la urna en la ermita de El Álamo y otra en Móstoles, para llegar finalmente el rey a Madrid después de tan accidentado e intestinal recorrido desde Talavera, donde la salmonela o el estafilococo de la empanada se ensañaron con el rey de medio mundo, que quedó tocado por la enfermedad hasta su muerte un año después

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5 comentarios sobre “UNA REAL CAGALERA QUE COMENZÓ EN TALAVERA”

  1. Muy buena crónica amigo Miguel y muchas gracias por ilustrarnos siempre con tus relatos y tus conocimientos ,que nos lleva unos minutos leerlos pero a ti seguro que que te cuesta un poquito más de tu tiempo ,tiempo que a buen seguro empleas gustoso ,un saludo Miguel.

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