CUANDO EL TAJO NO ERA SOLO CIENO Y MOSQUITOS
El Tajo de las arenas de oro como lo describía Cervantes, era un río como todos, con sus crecidas y sus avenidas que limpiaban los fondos y las orillas descubriendo sus arenales para el disfrute de los bañistas.
Hoy se ha convertido en una charca sin apenas fondo de cieno ovas donde crecen los espadañares y el río se va quedando reducido a la mínima expresión gracias al trasvase y sus muchos cómplices.
En el siglo XVII cuenta una historia de Talavera que los jerónimos hacían anualmente una procesión hasta los molinos de Abajo, entonces de su propiedad y después de oraciones y bendiciones abrían las compuertas bruscamente para que la corriente arrastrara la suciedad del río.
Para que el río tenga un cauce fluvial con un régimen de caudales que limpie islas y playas como antiguamente tendremos que cerrar las compuertas del trasvase y así el Tajo volverá a ser simplemente eso, un río.