LOS PRIMEROS AZULES
LA CERÁMICA DE TALAVERA ANTES DE FELIPE II
Hay algunos documentos y relatos de viajes de la época que nos orientan en el sentido de que la cerámica renacentista de Talavera nació sobre la base de una tradición alfarera que bebe de la cultura árabe y mudéjar, aunque en 1491 solamente había constancia de la existencia de dos alfareros en la ciudad.
Moraleda y Santamaría son los autores que más han estudiado esta época inicial de la cerámica talaverana de transición entre el mudéjar y el renacimiento con su concienzudo estudio de los fragmentos cerámicos hallados en yacimientos arqueológicos y escombreras talaveranas. Son los primeros autores que nos describen una serie en ese periodo de cambio estético que, además, nos muestra los primeros tonos azules en su decoración que tanto caracterizarán a los barros talaveranos.
Jarros, ataifores y escudillas son las formas más frecuentes de estas piezas que en muchos casos no tienen esmaltado el exterior de las vasijas. Tanto el azul como el blanco de estas primeras piezas presentan esmaltes más desvaídos, menos brillantes y luminosos que los de épocas posteriores. Se denomina esta primera serie la de “la palma” porque sus motivos más frecuentes son trazos curvos y anchos unidos por la base que recuerdan a una hoja de palma esquemática. Se trata de trazos azules sobre fondo blanco estannífero.
El reinado de los Reyes Católicos va del 1474 al 1517. Durante esos años no hay muchas referencias a la actividad alfarera en Talavera, solamente en un padrón de repartimiento de 1491 aparecen en la parroquia de Santiago un cantarero y un hornero, aunque es evidente que la artesanía del barro estaba presente en mayor medida, dada la tradición mudéjar antes descrita. También a principios del siglo XVI se habla en inventarios documentados de la ciudad portuguesa de Coimbra de la importación a esa ciudad portuguesa de “potes de Castilla blancos… y jarros vidriados de Castilla”.
En otro padrón de Talavera de 1513 aparecen ya varios olleros, alfareros y horneros avecindados en varias parroquias de Talavera, pero desde 1518, bajo el posterior reinado de Carlos I, fue aumentando el número de artesanos dedicados al oficio. M. Carmen González Muñoz en su magnífico trabajo sobre la evolución de la población talaverana a lo largo de la historia nos informa de que en 1513 solo había cuatro alfareros, en 1518 eran seis. En 1548 suben a veinte, en 1554 son ya treinta los artesanos, que descienden a veintidós en 1561, y es a partir de esa fecha cuando aumenta considerablemente el número de ceramistas hasta cuarenta y dos.
También comenzó a especificarse en los padrones la presencia de pintores y de alfareros “contiosos”, que podríamos considerar como pequeños empresarios de la cerámica, entre los hidalgos y pecheros. Ya contaba Talavera en esos padrones con más de cincuenta vecinos dedicados a esa actividad.
En 1521 ya tenemos una referencia indirecta a una intensa actividad alfarera cuando en un acuerdo del ayuntamiento se regula por ordenanzas el encendido de los hornos de barro de la villa, para obligar a que se haga por la noche evitando así las molestias a los vecinos bajo sanción de 600 maravedíes. Coincide la fecha de estas ordenanzas con el tiempo en que Fernando de Rojas era alcalde de nuestra entonces villa. Ya se habla en ese documento de “unas ordenanzas antiguas” que nos indican la presencia de actividad alfarera importante a finales del siglo XV y comienzos del XVI. La normativa afectaba a toda la Tierra de Talavera y así, por ejemplo, en 1523, se da por parte del concejo un permiso para la actividad de un horno tejar en el pueblo jareño de Valdelacasa.
Comienzan también a aparecer en los protocolos los contratos entre los alfareros y sus aprendices y se especifican un poco más las diferentes actividades de los artesanos del barro, apareciendo por ejemplo un “alfarero de rueda de abierto”.
Es en 1536 cuando se hace en una de las viejas historias de Talavera la primera referencia a una gran actividad alfarera en el manuscrito de García Fernández:
“Hácese en Talavera barro vidriado en blanco, verde, azul, jaspeado y de otras colores interpoladas es lo mejor que en Castilla se labra….y de ello se provee castilla, andaluzía y portugal y se pasa a yndias”.
Como vemos, no solo se deduce de esas palabras una producción importante, sino que es considerada de gran calidad. Vemos por primera vez que se hace el vidriado blanco que tanta fama daría a los barros talaveranos, así como una variada paleta de colores. La cerámica se hace polícroma y es de calidad con una producción cuantiosa y que incluso se exporta. A pesar del carácter popular que todavía tenía la cerámica talaverana en esa época, comienzan ya a considerarse un lujo las piezas de loza de la villa, pues incluso se regalan como reconocimiento a los arzobispos de Toledo, señores de la villa. Hacia mediados de siglo siguen apareciendo numerosos vecinos hidalgos y pecheros dedicados a la actividad alfarera.
Lucio Marineo Sículo en su “Cosas memorables de España” dice que en 1539 “en Talavera se labra muy excelente vidriado blanco y verde” lo que nos orienta en el sentido de que en la villa la producción era todavía mayoritariamente mudéjar, aunque ya se empezaran a producir las piezas azules características. Moraleda y Santamaría también han hallado fragmentos de azules y dorados de probable origen levantino, que no debemos confundir con la inicial producción talaverana de tonos azules.