TALAVERA RECONQUISTADA
Aunque ya en manos de Alfonso VI, Talavera no perdió su condición de ciudad altamente estratégica de la frontera media y, hasta que se consolida el territorio cristiano con la victoria de las Navas de Tolosa en 1212, le espera a nuestra ciudad más de un siglo de inseguridad en el que seguirá siendo objetivo de razzias, asedios y conquistas por parte de los musulmanes impulsados por el fanatismo bélico-religioso de los almorávides y los almohades.
El primer gran ataque contra Talavera se produjo en el año 1102. Alfonso VI había dirigido sus huestes contra Medinaceli, y en respuesta a esa agresión, el gobernador de Granada envió un ejército musulmán contra Talavera, que fue asaltada, aunque parece que la alcazaba resistió.
En 1109 la necesidad de neutralizar Talavera como paso previo al ataque contra Toledo supone una nueva agresión de las fuerzas almorávides que consiguen la conquista de la ciudad y su saqueo consiguiente. Para ello consiguen romper la presa de los actuales molinos de Abajo que hacía más difícil el asalto por inundar con un sistema de compuertas el foso que discurría junto a la muralla. Durante un tiempo quedó en Talabayra una guarnición almorávide y se devolvió el culto islámico a las mezquitas. Sigue la villa algunos años en poder de los almorávides, aunque en fecha no determinada vuelve a poder cristiano, sufriendo durante un tiempo nuevas algaradas sarracenas. También desde Talavera parten acciones de castigo contra territorio musulmán.
Al primer gobernador castellano nombrado por Alfonso VI, Sancho del Carpio, le costó la vida su ineficacia para defender la plaza y cierta connivencia con los árabes, pues el rey ordenó que fuera ejecutado, como se relata en una entrada de este mismo blog.
También durante el reinado de Alfonso VI se produce un hecho que la leyenda y la fábula han nublado con el paso de los siglos, pero que sin duda tiene algo de verdad. Se trata de la historia de Nalvillos que, en la primera de las versiones, asegura que el rey Alfonso apadrina a una hija de Al Mamum, rey moro de Toledo que le había acogido en el exilio provocado por el enfrentamiento con su hermano Sancho. Aixa Galiana, que así se llamaba la princesa, es enviada a Ávila, donde es acogida por Urraca, hija de Alfonso VI. Allí se enamora de ella Nalvillos, un caballero abulense hijo del señor de Navamorcuende, que finalmente se casa con ella, para lo que previamente había renunciado a la religión musulmana. Se rompe con este enlace la promesa de concederla en matrimonio a Jazmín Hiaya, moro principal de Talavera y amigo del monarca. A nuestra villa acude Nalvillos para cuidar del rico patrimonio que Aixa había heredado de su padre en nuestra ciudad y en su entorno. Aquí es recibido con simulada simpatía por Hiaya, en quien cree el joven caballero abulense haber encontrado un buen amigo.
Nalvillos debe acudir a cuidar de un castillo roquero encomendado por el rey. Mientras, con la excusa de llevar a Aixa las rentas de sus posesiones en Talavera, acude el moro a Ávila donde se entrevista con ella en ausencia de su marido ofreciéndola ricos presentes y declarándola su amor. Huyen ambos a Calatrava mientras Hiaya es nombrado por los conjurados rey de Toledo y Talavera. Él y sus adeptos piensan en traicionar a Jasmín gobernador cristiano de la villa y sumarse al plan de los almorávides de atacar Toledo en 1109 neutralizando previamente la plaza fuerte de Talavera. El afrentado Nalvillos acude en auxilio de los suyos en Talavera con trescientos escuderos, entra en la ciudad por un postigo y consigue vencer a la facción musulmana y prender a Hiaya, a quien descuartiza mientras que su mujer es quemada viva en Ávila.
En otra versión que aparece en la “Crónica de Ávila”, Aixa es secuestrada en un ataque de los moros talaveranos contra Ávila. Para recuperarla, Nalvillos acude a Talavera y deja emboscados a sus hombres en una de las atalayas próximas probablemente la de Segurilla. El joven caballero se disfraza de labriego y entra en la villa con la excusa de vender un haz de hierba que había cortado. Llega al palacio donde residían Jasmín y Aixa para contactar con su esposa, pero ella en lugar de disimular su presencia, mientras yace con el moro denuncia a Nalvillos y sus intenciones de llevarla con él. Es detenido el cristiano, preguntado por su captor Jasmín sobre la forma de ser ajusticiado que prefería, indicó que él si se encontrara en lugar del gobernador árabe de Talavera, le habría llevado a ejecutar al lugar más alto. Por ello Hiaya lleva al detenido a la atalaya junto a la que esperan sus hombres que, al tocar Nalvillos una bocina, atacan tomando preso al moro que es quemado en la misma hoguera que estaba preparada para el marido cristiano afrentado. Los caballeros abulenses atacaron después la villa saqueándola y tomando prisioneros y la musulmana infiel es quemada a su vez cuando los cristianos pasan por la finca de La Alcoba.
En 1129 vuelve a ser atacada Talavera por los almorávides, pero trescientos jinetes parten de la ciudad en persecución de los agresores y consiguen infligirles una gran derrota, llevando numerosos cautivos musulmanes de vuelta a la villa. El jefe de las tropas Waidy ben Umar al Lutumi es destituido y obligado a pagar el rescate de los guerreros presos en poder de los cristianos.
El monarca Alfonso VII gustaba de descansar en Talavera entre sus diferentes operaciones bélicas en las que parte de sus fuerzas están formadas por caballeros y escuderos talaveranos. En 1172, pasa una temporada después de las razzias que él mismo encabeza por las cercanías de Sevilla y Córdoba. Ordenó remodelar y fortificar la alcazaba talaverana e incluso participó directamente en el amojonamiento y deslinde de los territorios talaveranos que reivindicaba para sí la poderosa ciudad de Ávila. También interviene en la delimitación de las tierras de Talavera con las de Toledo, al este del alfoz.
En 1172, desde Andalucía, y 1173 desde Badajoz, la villa se ve afectada por grandes incursiones almohades, la segunda con 4000 guerreros, y en ella se producen gran número de bajas cristianas con el consabido robo de ganados, destrucción de cosechas y secuestro de mujeres y niños.
En 1177, nuevamente las fuerzas almohades al mando de Alí al Husayn vuelven a atacar el alfoz talaverano. En ocasiones estas razzias estaban determinadas por operaciones estratégicas que intentaban conseguir que los reyes cristianos levantaran el asedio sobre otras ciudades como Cuenca o Ciudad Rodrigo. También en este año de 1177 un destacamento de talaveranos participó en un ataque de Fernando II contra Jerez, pero al volver fueron emboscados y la mayoría muertos o apresados por los musulmanes.
En 1182 una nueva agresión almohade es descubierta por un caballero que consigue huir de las fuerzas sarracenas poniendo en alerta a la población. Acampan las fuerzas islámicas sobre un cerro situado a una milla de distancia, pero la villa arma en su defensa una gran fuerza de diez mil hombres de los que mil eran judíos, lo que nos da idea de la importancia de este grupo étnico en el conjunto de la población talaverana. Consiguen ahuyentar al enemigo que antes había destruido todo lo que se había puesto en su camino.
Después de la derrota castellana de Alarcos, los musulmanes a las órdenes de Almanzor se internan por Extremadura y, tras atacar Trujillo y Plasencia, llegan a Talavera, pero, aunque saquean y destruyen todo lo que encuentran a su paso, no consiguen vencer la fortaleza de sus murallas.
La tregua decretada poco después es el comienzo de una época algo más segura que abarcará casi todo el siglo XIII, aunque todavía nuestro territorio sufrirá ataques más ocasionales y de menor entidad, ya que la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 consolida la frontera en el Guadiana. Aun así, todavía a finales del siglo XII debe Talavera sufrir algunos ataques de los benimerines.
Pero la paz no duraría mucho ya que es ahora la lucha entre facciones rivales de los propios cristianos la que condicionará la inseguridad que todavía durará unas décadas. La fortaleza de las murallas talaveranas seguirá haciendo de la villa un lugar de interés estratégico para los diferentes bandos.
Pero ¿cómo era esa Talavera recién conquistada por las tropas cristianas? Todos los episodios bélicos que hemos enumerado anteriormente condicionaron sin duda cierta decadencia de nuestra ciudad comparándola con la boyante Talabayra musulmana. Las murallas del primer recinto sufrieron debido a los asedios sucesivos derribos y reconstrucciones que todavía podemos observar en la variada tipología de los aparejos de sus muros ocasionada por las sucesivas reparaciones. La ciudad se componía de la “villa”, es decir todo el caserío incluido dentro de ese primer recinto murado islámico, y de unos incipientes arrabales que pronto se convertirán en diferentes colaciones de parroquias como la de San Miguel, Santiago, o el Salvador. Arrabales que luego protegería el segundo recinto amurallado. Las características torres albarranas se construyeron en época cristiana, aunque se duda si fue en el reinado de Alfonso VII y Alfonso VIII o posteriormente.
Hasta diez parroquias se llegan a constituir en la Talavera de estos años Santa María, San Pedro y San Clemente dentro de la villa, y Santiago, Santa Eugenia, Santa Leocadia, San Miguel, San Salvador, San Ginés y San Martín en los arrabales. Esta abundancia de iglesias nos sugiere que la política de repoblación de los monarcas que querían fortalecer la marca media incidió en el aumento demográfico de la Talavera cristiana medieval.
Los nuevos habitantes llegados con la conquista son, en su estrato superior, los caballeros francos y castellanos. En la época era conocida Talavera por la preparación bélica de sus habitantes, y tanto fue así que las huestes locales estuvieron formadas por medio millar de guerreros entre caballeros y peones que llegan a hacer por propia iniciativa acometidas contra los territorios musulmanes. Los ballesteros talaveranos eran famosos por su destreza y estaban exentos por privilegios reales de ciertas cargas. El día de San Cebrián debían las fuerzas desfilar armadas ante las autoridades y la población.
Muchos de los recién llegados se aglutinaron en torno a la parroquia de El Salvador de Los Caballeros, que tomó su apellido de esta circunstancia, y es tradición que en su pórtico se juzgaba según su fuero, ya que la población mozárabe, cristianos arabizados que residían en Talavera antes de su reconquista, ocuparon en un principio la antigua villa intramuros y muchas de las viviendas y propiedades de los musulmanes obligados a marchar. Su parroquia principal era la antigua mezquita, luego colegial.
Tanto los caballeros recién llegados como los mozárabes, tenían su propio alcalde y se regían por su propio fuero. Los mozárabes incluso hablaban y escribían en árabe, aunque su origen fuera visigodo o hispanorromano. Un ejemplo curioso es que en algunos documentos medievales se hace referencia al párroco de la que colegiata como el “imán de Santa María. Parece que en la parroquia de San Esteban se reunían también a impartir justicia.
Las persecuciones que los musulmanes integristas ejercen sobre estos cristianos mozárabes que vivían en territorio musulmán afectan incluso a los fieles del arzobispo de Sevilla, Clemente, que debe huir con los suyos de territorio musulmán y se refugia en Talavera, que les cede para repoblar territorios jareños. Esos grupos andaluces de mozárabes repueblan algunas de esas zonas, y de su presencia nos han quedado topónimos que todavía permanecen y que nos indican el origen de sus primeros habitantes. Es el caso de Sevilleja, otros han desaparecido o han cambiado la denominación original, como el núcleo inicial del actual pueblecito de Gargantilla que se llamó Cordobilla, otra Cordobilla hoy desaparecida se encontraba en las inmediaciones de las Minas de Santa Quiteria. Anteriormente, durante la ocupación árabe de Talavera algunos cristianos arabizados perseguidos contribuyeron a la repoblación de León o de Zamora
Pero la mayoría de la población estaba constituida por los pecheros, agricultores y ganaderos que no estaban exentos de impuestos como los caballeros. Los artesanos y comerciantes, menos numerosos, completaban el panorama de la población talaverana de la época.
La aljama judía de Talavera se encontraba entre las doce más pobladas de España y sus componentes residían en los Arrabales Viejos en su mayoría, aunque sus tiendas se localizaban en la zona comercial de la Puerta de San Pedro y a lo largo del curso de la muralla. Todavía se conserva en la zona de la que fue parroquia de San Esteban un “Callejón de los Xudyos”. De lo numerosos que llegaron a ser los hebreos talaveranos nos da una idea los mil soldados que se unen a la fuerza que repele en 1182 el ataque de los musulmanes. Uno de los más influyentes de la época fue Cidelo, médico y consejero de Alfonso VI y jefe de la aljama de Toledo. Otros judíos aparecen en documentos medievales como artesanos y propietarios de molinos, tiendas y tierras de labor.
Los moriscos que permanecieron en Talavera tras la conquista cristiana debieron ser relativamente numerosos, aunque pertenecerían a las clases más bajas dedicadas a labores agrícolas y artesanales, como la cerámica o la construcción. Parece que en su mayoría vivieron en las viviendas más modestas intramuros.