CASA DE LA HILANZA DE LA REAL FÁBRICA DE SEDAS, Y CÁRCEL TRAS LA GUERRA CIVIL

CASA DE LA HILANZA Y CÁRCEL TRAS LA GUERRA CIVIL

Fotografía de Ruiz de Luna desde el paredón. Se ve el edificio de las Reales fábricas en la misma orilla Fotografía de Ruiz de Luna desde el paredón. Se ve el edificio de las Reales fábricas en la misma orillaDetalle de la foto de Ruiz de Luna con la casa de la Hilanza Detalle de la foto de Ruiz de Luna con la casa de la Hilanza

Traemos hoy aquí algunas de las pocas fotografías y grabados que representan el mayor edificio de la Real Fábrica de Sedas de Talavera de la Reina. Se trata de la Casa de la Hilanza, donde trabajaban cientos de hilanderas. Su solar se encontraba donde actualmente se sitúa el Instituto Ribera del Tajo y la construcción fue recibiendo otros usos después de cerrarse las Reales Fábricas a mediados del siglo XIX.

Detalle de fotografía aérea de los años sesenta con la casa de la Hilanza Detalle de fotografía aérea de los años sesenta con la casa de la Hilanza

Después de la guerra Civil fue utilizada como cárcel para los presos republicanos y de ella salieron muchos reclusos para ser fusilados, aunque muchos de los tres mil represaliados murieron en ella de hambre, frío y tuberculosis.

Plano de la casa de la Hilanza que se guarda en el Archivo Municipal Plano de la casa de la Hilanza que se guarda en el Archivo Municipal

Podemos ver también el plano de la Casa de la Hilanza que se encuentra en el archivo municipal.  Se observa cómo linda con el río y con la calle los Templarios donde se encontraba la fachada principal con la que hoy es portada del cuartel de la Guardia Civil, los patios que luego fueron patios carcelarios y las grandes cuadras donde se estabulaban las caballerías y la noria central.

Detalle de un dibujo que se halla en la Biblioteca Regional en el que se ven con el número 12 la casa de la Hilanza y con el 11 el de la Afinaduría Detalle de un dibujo que se halla en la Biblioteca Regional en el que se ven con el número 12 la casa de la Hilanza y con el 11 el de la Afinaduría

Realmente no era lugar muy saludable por estar sus muros prácticamente lamidos por el Tajo, por lo que también muchas de las hilanderas estaban aquejadas de paludismo por los mosquitos que se criaban en las aguas estancadas, y fue tanta la incidencia de esta enfermedad que por eso el director Juan rulière pensó en trasladar parte de las instalaciones a Cervera de los Montes.

Detalle de otro dibujo del siglo XVIII en el que se ve el edificio de la Hilanza Detalle de otro dibujo del siglo XVIII en el que se ve el edificio de la Hilanza Casa de la Hilanza de las Reales Fábricas de Seda en la que se observa una garita de cuando era cárcel

Vista aérea de los años 60 con la casa de la Hilanza ya arruinada junto a La Portiña en su desembocadura en el Tajo

 

LOS PRIMEROS AZULES, LA CERÁMICA DE TALAVERA ANTES DE FELIPE II

Horno representado en la azulejería de la Basílica del Prado

LOS PRIMEROS AZULES

LA CERÁMICA DE TALAVERA ANTES DE FELIPE II

Hay algunos documentos y relatos de viajes de la época que nos orientan en el sentido de que la cerámica renacentista de Talavera nació sobre la base de una tradición alfarera que bebe de la cultura árabe y mudéjar, aunque en 1491 solamente había constancia de la existencia de dos alfareros en la ciudad.

Moraleda y Santamaría son los autores que más han estudiado esta época inicial de la cerámica talaverana de transición entre el mudéjar y el renacimiento con su concienzudo estudio de los fragmentos cerámicos hallados en yacimientos arqueológicos y escombreras talaveranas. Son los primeros autores que nos describen una serie en ese periodo de cambio estético que, además, nos muestra los primeros tonos azules en su decoración que tanto caracterizarán a los barros talaveranos.

Fradmento de cerámica de la serie de «la palma». Principios del siglo XVI, del libro «Talaveras» de César González Zamora

Jarros, ataifores y escudillas son las formas más frecuentes de estas piezas que en muchos casos no tienen esmaltado el exterior de las vasijas. Tanto el azul como el blanco de estas primeras piezas presentan esmaltes más desvaídos, menos brillantes y luminosos que los de épocas posteriores. Se denomina esta primera serie la de “la palma” porque sus motivos más frecuentes son trazos curvos y anchos unidos por la base que recuerdan a una hoja de palma esquemática. Se trata de trazos azules sobre fondo blanco estannífero.

Ánforas representadas en la azulejería de la Basílica del Prado

El reinado de los Reyes Católicos va del 1474 al 1517. Durante esos años no hay muchas referencias a la actividad alfarera en Talavera, solamente en un padrón de repartimiento de 1491 aparecen en la parroquia de Santiago un cantarero y un hornero, aunque es evidente que la artesanía del barro estaba presente en mayor medida, dada la tradición mudéjar antes descrita. También a principios del siglo XVI se habla en inventarios documentados de la ciudad portuguesa de Coimbra de la importación a esa ciudad portuguesa de “potes de Castilla blancos… y jarros vidriados de Castilla”.

Ataifor de la misma serie de las «.palmas» del libro Talaveras, de César González Zamora

En otro padrón de Talavera de 1513 aparecen ya varios olleros, alfareros y horneros avecindados en varias parroquias de Talavera, pero desde 1518, bajo el posterior reinado de Carlos I, fue aumentando el número de artesanos dedicados al oficio. M. Carmen González Muñoz en su magnífico trabajo sobre la evolución de la población talaverana a lo largo de la historia nos informa de que en 1513 solo había cuatro alfareros, en 1518 eran seis. En 1548 suben a veinte, en 1554 son ya treinta los artesanos, que descienden a veintidós en 1561, y es a partir de esa fecha cuando aumenta considerablemente el número de ceramistas hasta cuarenta y dos.

También comenzó a especificarse en los padrones la presencia de pintores y de alfareros “contiosos”, que podríamos considerar como pequeños empresarios de la cerámica, entre los hidalgos y pecheros. Ya contaba Talavera en esos padrones con más de cincuenta vecinos dedicados a esa actividad.

Fragmentos de cerámica de la serie de «las palmas» en el libro de Alberto Moraleda y Antonio Santamaría » Cerámicas medievales decoradas de Talavera de la Reina». Trazos azules sobre blanco estannífero.

En 1521 ya tenemos una referencia indirecta a una intensa actividad alfarera cuando en un acuerdo del ayuntamiento se regula por ordenanzas el encendido de los hornos de barro de la villa, para obligar a que se haga por la noche evitando así las molestias a los vecinos bajo sanción de 600 maravedíes. Coincide la fecha de estas ordenanzas con el tiempo en que Fernando de Rojas era alcalde de nuestra entonces villa. Ya se habla en ese documento de “unas ordenanzas antiguas” que nos indican la presencia de actividad alfarera importante a finales del siglo XV y comienzos del XVI. La normativa afectaba a toda la Tierra de Talavera y así, por ejemplo, en 1523, se da por parte del concejo un permiso para la actividad de un horno tejar en el pueblo jareño de Valdelacasa.

Comienzan también a aparecer en los protocolos los contratos entre los alfareros y sus aprendices y se especifican un poco más las diferentes actividades de los artesanos del barro, apareciendo por ejemplo un “alfarero de rueda de abierto”.

Otros fragmentos decorados de la misma época que aparecen en el libro de Alberto Moraleda y Antonio Santamaría sobre Cerámicas Medievales decoradas de Talavera de la Reina. Trazos azules sobre blanco estannífero.

Es en 1536 cuando se hace en una de las viejas historias de Talavera la primera referencia a una gran actividad alfarera en el manuscrito de García Fernández:

“Hácese en Talavera barro vidriado en blanco, verde, azul, jaspeado y de otras colores interpoladas es lo mejor que en Castilla se labra….y de ello se provee castilla, andaluzía y portugal y se pasa a yndias”.

Como vemos, no solo se deduce de esas palabras una producción importante, sino que es considerada de gran calidad. Vemos por primera vez que se hace el vidriado blanco que tanta fama daría a los barros talaveranos, así como una variada paleta de colores. La cerámica se hace polícroma y es de calidad con una producción cuantiosa y que incluso se exporta. A pesar del carácter popular que todavía tenía la cerámica talaverana en esa época, comienzan ya a considerarse un lujo las piezas de loza de la villa, pues incluso se regalan como reconocimiento a los arzobispos de Toledo, señores de la villa. Hacia mediados de siglo siguen apareciendo numerosos vecinos hidalgos y pecheros dedicados a la actividad alfarera.

Otros fragmentos decorados de la misma época que aparecen en el libro de Alberto Moraleda y Antonio Santamaría sobre Cerámicas Medievales decoradas de Talavera de la Reina. Motivos vegetales en trazos azules sobre blanco estannífero.

Lucio Marineo Sículo en su “Cosas memorables de España” dice que en 1539 “en Talavera se labra muy excelente vidriado blanco y verde” lo que nos orienta en el sentido de que en la villa la producción era todavía mayoritariamente mudéjar, aunque ya se empezaran a producir las piezas azules características. Moraleda y Santamaría también han hallado fragmentos de azules y dorados de probable origen levantino, que no debemos confundir con la inicial producción talaverana de tonos azules.

 

UNA YEGUA DEMASIADO BARATA. otra causa criminal de la santa hermandad

UNA YEGUA DEMASIADO BARATA (1733)

Una nueva causa Criminal de la Santa Hermandad de Talavera que relata uno de los muchos delitos «famélicos», delitos ocasionados por la pura miseria de los campesinos en el siglo XVIII

Rollo de La Puebla de Naciados, donde se desarrollan parte de los hechos Rollo de La Puebla de Naciados, donde se desarrollan parte de los hechos

Diego Pérez estaba cansado de rodar. Desde los ocho años andaba de lugar en lugar trabajando en lo que buenamente podía para subsistir. Salió de Carmena, el pueblo donde nació, y estuvo guardando viñas por tierra de Vallecas cuando comenzaba a tener uso de razón. Cuando su bigote era apenas una pelusa negruzca entró a servir al Rey en el Regimiento de Navarra  de donde, harto de ser soldado, se fugó.

Dando tumbos vino a servir a un hortelano de Pueblanueva que apenas sacaba para comer él y su familia, pero le dejaban dormir en el pajar y tenía un poco de pan y cebolla para ir tirando. Su siguiente destino fue La Puebla de Naciados, cerca de Caleruela. Era una villa que sólo tenía de villa el rollo que presidía la plazuela formada por las cuatro casas que quedaron cuando una plaga de termitas arruinó todos los tejados. Allí sirvió siete años al sacristán de un pueblo sin feligreses y a un jerónimo del monasterio de Yuste que vivía allí cuidando de sus propiedades. Luego se fue a Calzada de Oropesa y encontró una mujer que le quiso por lo poco que era y fueron sobreviviendo los dos trabajando en lo que salía. Al final resultaba que lo que mejor sabía hacer a sus cuarenta y cuatro años de vida era trocar caballerías y dedicarse al trato de cualquier clase de animal. Cuanto había rodado para acabar viviendo de un oficio que los gitanos dominaban como nadie.

Llanuras de campo Arañuelo con Gredos al fonde

Llanuras de campo Arañuelo con Gredos al fondo

Aquel día, volvía de Madrid de uno de esos trapicheos y se desvió un poco del camino a la altura de Cazalegas asomándose al valle del Alberche. Era diciembre y se resguardó de la brisa fría del atardecer sentándose detrás de un chaparro. Abajo, entre los álamos, pastaban las ovejas de la cabaña de los jesuitas de Segovia que todos los años bajaban para aprovechar las hierbas de invierno en la Dehesa de Cazalegas. El mayoral y dos rabadanes se esforzaban en sacar a dos ovejas que habían caído al río impidiéndolas volver a subir a la orilla unos zarzales. Diego pensó que era el momento, ya lo había hecho otras veces y no le había sucedido nada. ¿Porqué resignarse a tanta miseria?, a los jesuitas seguro que no les hacía falta esa yegua blanca apartada del resto de las caballerías y que además estaba preñada. Bajó entre los chaparros y los enebros de la barrera, ató al animal una cuerda por el pescuezo, montó a pelo y, cuando el sol se ponía detrás de Talavera, ya estaba lejos de los segovianos.

Pero una yegua blanca preñada y tan hermosa, aunque no tenía hierros ni cortes en las orejas, sería identificada con facilidad si se emprendía su persecución. Después de dejarla unos días en la dehesa de La Calzada, entre los alcornocales más apartados, pensó que sería más fácil deshacerse de ella alejándose de un lugar tan transitado por los serranos que iban y venían por la cañada. Tenía que venderla rápidamente, se alejaría hasta las sierras de Guadalupe

Esa tarde llegó a Castañar de Ibor, y pronto se dio cuenta de que una yegua era una mercancía demasiado valiosa para las humildes economías de aquellos cabreros y colmeneros. Había llegado a ofrecerla por un precio casi ridículo, por un burro, una lechona y cuarenta reales. No le gustaba cómo le había mirado aquel hombre que intentaba adivinar su rostro bajo el ala de la montera negra. Por eso no le extrañó cuando esa misma noche le hicieron preso en nombre de la Santa Hermandad, le pusieron una cadena y le encerraron en la cárcel del lugar.

Chozo de pastor en Castañar de Ibor

Su historia no había convencido, aunque añadió detalles que adobaban el cuento, como que la yegua era hermana de otra de un sacerdote de Herreruela que había perdido el juicio. Respondió al cuadrillero que la había cambiado por un caballo y veinticinco reales para, después, trocarla por dos burros que le venían aparentes para su trabajo de arriero. Los tiritones de frío le mantenían despierto en el cuartucho que hacía de cárcel en El Castañar de Ibor. Durante la noche pasada en vela pensó que había metido la pata, que preguntarían a los vecinos de Herreruela y sus embustes quedarían al descubierto. Así que, a grandes voces, llamó nervioso al carcelero para hacer una nueva declaración al cuadrillero de la Hermandad pero se trataba de otra de sus inconsistentes versiones. Dijo que la yegua había sido abandonada por unos trashumantes en la dehesa de La Calzada y, como había transcurrido mucho tiempo sin aparecer el dueño, el guarda se la regaló. Puesto que, según él, esta era la verdad, pedía que se le dejara libre y que la yegua se entregara al mostrenco, pues le correspondía al no haberse hallado el dueño. Visto que tampoco creyeron el nuevo relato de los hechos, esa noche, forzando el pedal de la cadena, se fugó.

El ladrón de ganado fue a refugiarse a una cabaña de pastores junto a Puebla de Naciados. La sola presencia de los cuadrilleros hizo quebrar de inmediato en los vecinos los más leves conatos de encubrimiento y su escondite fue descubierto al día siguiente de su fuga. Lo primero que hicieron fue embargar todas sus propiedades, una nueva confiscación de la miseria que en la enumeración de los modestos bienes iba pintado una vida sin alegrías:

El ladrón se ocultó en la dehesa de La Calzada

Cuatro morcillas, un poco de longaniza y su bondejo, una hoja de tocino, una sartén, una almohada con su lana, una manta vieja, una sábana más que demediada, unos fajones, una faja de paño y una camisa de lienzo. No le quedaría nada y debería dar gracias si no le condenaban a presidio, robar una yegua era un acto muy grave entonces. Un delito de gitanos, pensó él, pero un gitano jamás se hubiera dejado coger por el precipitado error de pedir un precio demasiado barato por una yegua blanca.

Causas Criminales de la Santa Hermandad. Archivo Municipal de Talavera

Miguel Méndez-Cabeza

LA CERÁMICA TRAS LA RECONQUISTA DE TALAVERA, EN HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA DE TALAVERA (12)

Jarra elaborada a torno alto hallada en las excavaciones del lagar de los jerónimos. Siglo XIV

LA CERÁMICA TRAS LA RECONQUISTA DE TALAVERA

Como sucedió en los tiempos en los que los árabes conquistan la España visigoda, también tras la toma de Talavera por los cristianos se solapan ambas culturas durante un largo periodo en todas sus manifestaciones, y la cerámica no es una excepción.

En cuanto a las piezas de mesa, los ataifores de mayor capacidad van siendo sustituidos por escudillas individuales de menor capacidad al ser diferentes también los usos alimentarios de ambos pueblos. Por otra parte, las culturas “híbridas” de la época como son las de mozárabes, mudéjares, e incluso la de los judíos, influyen y mucho en la cerámica como iremos viendo. Son los mudéjares los habitantes de la recién reconquistada Talavera que desempeñan con mayor frecuencia los oficios alfareros durante los siglos XII a XIV.

Jarrito hallado en la excavación del convento de las madres agustinas. Siglo XIII

Los castellanos, y también los leoneses en la parte más occidental de nuestra comarca, van introduciendo sus tradiciones y así, la mayor parte de las ollas que hallamos en la época son de influencia norteña, especialmente del valle del Duero. Cuentan con un solo asa, que suele ser fuerte, presentan forma globular, no están vidriadas y tienen el fondo plano. Sucede algo parecido con las vasijas destinadas a contener o trasportar el agua, como jarros y cántaros. A veces se adornan con una modesta decoración a base de molduras en el cuello. Los candiles, algo más grandes que los musulmanes, y las cantimploras, que también muestran su tradición islámica.

Platos ornamentales de cerámica encastrados en el muro de la iglesia mudéjar de Santiago

Los vidriados suelen hacerse solamente en las superficies interiores de las vasijas en color melado o verde, aunque a veces las piezas se pintan con verde y manganeso. En otras ocasiones se ornamentan con estampillados, motivos vegetales o geométricos, e incluso con frases en escritura cúfica.

Una de las principales aportaciones a la cerámica local durante el siglo XIII es el vidriado blanco estannífero que se empieza a ver con mayor frecuencia, abandonándose paulatinamente el óxido de plomo utilizado en época islámica. Sobre ese fondo se dibuja la decoración en verde y manganeso con motivos sencillos geométricos y vegetales, como especifican Moraleda, Maroto y Santamaría: en forma de círculos concéntricos, trazos curvos, ondulados, zig-zags, espirales, retículas, estrellas de David etc…, que decoran sobre todo platos de perfil troncocónico y escudillas.

Cantimplora de época cristiana,  aunque de clara tradición musulmana. Siglo XIV, Hallada en excavación de Ronda del Cañillo.

Están por llegar en siglos posteriores, parece que desde levante, la decoración con trazos azules y los motivos animales que caracterizarán a la cerámica talaverana desde la baja edad media. En la fachada oriental de la iglesia de Santiago se pueden observar algunos platos encastrados en el muro con finalidad decorativa que sí están vidriados en su totalidad y no solo en el interior, como era habitual en estas cerámicas mudéjares talaveranas.

A finales del siglo XII ya aparecen los nombres de alfareros talaveranos mudéjares como Vicente Ben Said o Ayub ben Yabaf. Bajo el suelo del castillo de Mejorada construido en 1288 se hallaron fragmentos de esas cerámicas decoradas en verde y manganeso. El hallazgo de piezas fallidas de estos tipos, nos orientan hacia la existencia de producción en hornos locales, no solo de importación. No es seguro todavía que, siguiendo la tradición de Paterna o Manises, también se hicieran en alfares locales algunas piezas de imitación en tonos azules y de reflejos metálicos.

Jarro con engobe . Siglo XIV. Museo Ruiz de Luna

Así mismo son de tradición islámica las producciones locales encontradas ya en época cristiana de la técnica de cuerda seca y cuerda seca parcial que más adelante describiremos. Son sobre todo alizares y azulejos cuadrados. Por alizar se entiende tanto los azulejos que conforman un arrimadero, aunque a veces se utiliza solamente para denominar las piezas cúbicas o angulares que limitan esos paneles de azulejos en bordes y esquinas. Están decorados con motivos geométricos y vegetales y son color azul, melado, blanco, verde y morado oscuro-negro. La técnica de los azulejos de arista, de tradición mudéjar, también ha dejado algunas muestras en la cerámica talaverana como veremos especialmente en el siglo XV y primeras décadas del XVI.

TALAVERA RECONQUISTADA, APUNTES HISTÓRICOS PARA UNA HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA (11)

Grabado del siglo XIX que representa las torres albarranas del Charcón, construidas por los cristianos para reforzar las murallas musulmanas.

TALAVERA RECONQUISTADA

Aunque ya en manos de Alfonso VI, Talavera no perdió su condición de ciudad altamente estratégica de la frontera media y, hasta que se consolida el territorio cristiano con la victoria de las Navas de Tolosa en 1212, le espera a nuestra ciudad más de un siglo de inseguridad en el que seguirá siendo objetivo de razzias, asedios y conquistas por parte de los musulmanes impulsados por el fanatismo bélico-religioso de los almorávides y los almohades.

El primer gran ataque contra Talavera se produjo en el año 1102. Alfonso VI había dirigido sus huestes contra Medinaceli, y en respuesta a esa agresión, el gobernador de Granada envió un ejército musulmán contra Talavera, que fue asaltada, aunque parece que la alcazaba resistió.

En 1109 la necesidad de neutralizar Talavera como paso previo al ataque contra Toledo supone una nueva agresión de las fuerzas almorávides que consiguen la conquista de la ciudad y su saqueo consiguiente. Para ello consiguen romper la presa de los actuales molinos de Abajo que hacía más difícil el asalto por inundar con un sistema de compuertas el foso que discurría junto a la muralla. Durante un tiempo quedó en Talabayra una guarnición almorávide y se devolvió el culto islámico a las mezquitas. Sigue la villa algunos años en poder de los almorávides, aunque en fecha no determinada vuelve a poder cristiano, sufriendo durante un tiempo nuevas algaradas sarracenas. También desde Talavera parten acciones de castigo contra territorio musulmán.

Al primer gobernador castellano nombrado por Alfonso VI, Sancho del Carpio, le costó la vida su ineficacia para defender la plaza y cierta connivencia con los árabes, pues el rey ordenó que fuera ejecutado, como se relata en una entrada de este mismo blog.

También durante el reinado de Alfonso VI se produce un hecho que la leyenda y la fábula han nublado con el paso de los siglos, pero que sin duda tiene algo de verdad. Se trata de la historia de Nalvillos que, en la primera de las versiones, asegura que el rey Alfonso apadrina a una hija de Al Mamum, rey moro de Toledo que le había acogido en el exilio provocado por el enfrentamiento con su hermano Sancho. Aixa Galiana, que así se llamaba la princesa, es enviada a Ávila, donde es acogida por Urraca, hija de Alfonso VI. Allí se enamora de ella Nalvillos, un caballero abulense hijo del señor de Navamorcuende, que finalmente se casa con ella, para lo que previamente había renunciado a la religión musulmana. Se rompe con este enlace la promesa de concederla en matrimonio a Jazmín Hiaya, moro principal de Talavera y amigo del monarca. A nuestra villa acude Nalvillos para cuidar del rico patrimonio que Aixa había heredado de su padre en nuestra ciudad y en su entorno. Aquí es recibido con simulada simpatía por Hiaya, en quien cree el joven caballero abulense haber encontrado un buen amigo.

Nalvillos debe acudir a cuidar de un castillo roquero encomendado por el rey. Mientras, con la excusa de llevar a Aixa las rentas de sus posesiones en Talavera, acude el moro a Ávila donde se entrevista con ella en ausencia de su marido ofreciéndola ricos presentes y declarándola su amor. Huyen ambos a Calatrava mientras Hiaya es nombrado por los conjurados rey de Toledo y Talavera. Él y sus adeptos piensan en traicionar a Jasmín gobernador cristiano de la villa y sumarse al plan de los almorávides de atacar Toledo en 1109 neutralizando previamente la plaza fuerte de Talavera. El afrentado Nalvillos acude en auxilio de los suyos en Talavera con trescientos escuderos, entra en la ciudad por un postigo y consigue vencer a la facción musulmana y prender a Hiaya, a quien descuartiza mientras que su mujer es quemada viva en Ávila.

En otra versión que aparece en la “Crónica de Ávila”, Aixa es secuestrada en un ataque de los moros talaveranos contra Ávila. Para recuperarla, Nalvillos acude a Talavera y deja emboscados a sus hombres en una de las atalayas próximas probablemente la de Segurilla. El joven caballero se disfraza de labriego y entra en la villa con la excusa de vender un haz de hierba que había cortado. Llega al palacio donde residían Jasmín y Aixa para contactar con su esposa, pero ella en lugar de disimular su presencia, mientras yace con el moro denuncia a Nalvillos y sus intenciones de llevarla con él. Es detenido el cristiano, preguntado por su captor Jasmín sobre la forma de ser ajusticiado que prefería, indicó que él si se encontrara en lugar del gobernador árabe de Talavera, le habría llevado a ejecutar al lugar más alto. Por ello Hiaya lleva al detenido a la atalaya junto a la que esperan sus hombres que, al tocar Nalvillos una bocina, atacan tomando preso al moro que es quemado en la misma hoguera que estaba preparada para el marido cristiano afrentado. Los caballeros abulenses atacaron después la villa saqueándola y tomando prisioneros y la musulmana infiel es quemada a su vez cuando los cristianos pasan por la finca de La Alcoba.

En 1129 vuelve a ser atacada Talavera por los almorávides, pero trescientos jinetes parten de la ciudad en persecución de los agresores y consiguen infligirles una gran derrota, llevando numerosos cautivos musulmanes de vuelta a la villa. El jefe de las tropas Waidy ben Umar al Lutumi es destituido y obligado a pagar el rescate de los guerreros presos en poder de los cristianos.

Alfonso VII dirigiéndose a su coronación

El monarca Alfonso VII gustaba de descansar en Talavera entre sus diferentes operaciones bélicas en las que parte de sus fuerzas están formadas por caballeros y escuderos talaveranos. En 1172, pasa una temporada después de las razzias que él mismo encabeza por las cercanías de Sevilla y Córdoba. Ordenó remodelar y fortificar la alcazaba talaverana e incluso participó directamente en el amojonamiento y deslinde de los territorios talaveranos que reivindicaba para sí la poderosa ciudad de Ávila. También interviene en la delimitación de las tierras de Talavera con las de Toledo, al este del alfoz.

En 1172, desde Andalucía, y 1173 desde Badajoz, la villa se ve afectada por grandes incursiones almohades, la segunda con 4000 guerreros, y en ella se producen gran número de bajas cristianas con el consabido robo de ganados, destrucción de cosechas y secuestro de mujeres y niños.

En 1177, nuevamente las fuerzas almohades al mando de Alí al Husayn vuelven a atacar el alfoz talaverano. En ocasiones estas razzias estaban determinadas por operaciones estratégicas que intentaban conseguir que los reyes cristianos levantaran el asedio sobre otras ciudades como Cuenca o Ciudad Rodrigo. También en este año de 1177 un destacamento de talaveranos participó en un ataque de Fernando II contra Jerez, pero al volver fueron emboscados y la mayoría muertos o apresados por los musulmanes.

La leyenda del escudo de Talavera nos habla del engaño a los sitiadores musulmanes soltando dos toros para simular abundancia de alimentos en el interior durante un asedio en el que los cristianos se veían perdidos por falta de alimentos

En 1182 una nueva agresión almohade es descubierta por un caballero que consigue huir de las fuerzas sarracenas poniendo en alerta a la población. Acampan las fuerzas islámicas sobre un cerro situado a una milla de distancia, pero la villa arma en su defensa una gran fuerza de diez mil hombres de los que mil eran judíos, lo que nos da idea de la importancia de este grupo étnico en el conjunto de la población talaverana. Consiguen ahuyentar al enemigo que antes había destruido todo lo que se había puesto en su camino.

Después de la derrota castellana de Alarcos, los musulmanes a las órdenes de Almanzor se internan por Extremadura y, tras atacar Trujillo y Plasencia, llegan a Talavera, pero, aunque saquean y destruyen todo lo que encuentran a su paso, no consiguen vencer la fortaleza de sus murallas.

La tregua decretada poco después es el comienzo de una época algo más segura que abarcará casi todo el siglo XIII, aunque todavía nuestro territorio sufrirá ataques más ocasionales y de menor entidad, ya que la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 consolida la frontera en el Guadiana. Aun así, todavía a finales del siglo XII debe Talavera sufrir algunos ataques de los benimerines.

Pero la paz no duraría mucho ya que es ahora la lucha entre facciones rivales de los propios cristianos la que condicionará la inseguridad que todavía durará unas décadas. La fortaleza de las murallas talaveranas seguirá haciendo de la villa un lugar de interés estratégico para los diferentes bandos.

Pero ¿cómo era esa Talavera recién conquistada por las tropas cristianas? Todos los episodios bélicos que hemos enumerado anteriormente condicionaron sin duda cierta decadencia de nuestra ciudad comparándola con la boyante Talabayra musulmana. Las murallas del primer recinto sufrieron debido a los asedios sucesivos derribos y reconstrucciones que todavía podemos observar en la variada tipología de los aparejos de sus muros ocasionada por las sucesivas reparaciones. La ciudad se componía de la “villa”, es decir todo el caserío incluido dentro de ese primer recinto murado islámico, y de unos incipientes arrabales que pronto se convertirán en diferentes colaciones de parroquias como la de San Miguel, Santiago, o el Salvador. Arrabales que luego protegería el segundo recinto amurallado. Las características torres albarranas se construyeron en época cristiana, aunque se duda si fue en el reinado de Alfonso VII y Alfonso VIII o posteriormente.

Hasta diez parroquias se llegan a constituir en la Talavera de estos años Santa María, San Pedro y San Clemente dentro de la villa, y Santiago, Santa Eugenia, Santa Leocadia, San Miguel, San Salvador, San Ginés y San Martín en los arrabales. Esta abundancia de iglesias nos sugiere que la política de repoblación de los monarcas que querían fortalecer la marca media incidió en el aumento demográfico de la Talavera cristiana medieval.

Los nuevos habitantes llegados con la conquista son, en su estrato superior, los caballeros francos y castellanos. En la época era conocida Talavera por la preparación bélica de sus habitantes, y tanto fue así que las huestes locales estuvieron formadas por medio millar de guerreros entre caballeros y peones que llegan a hacer por propia iniciativa acometidas contra los territorios musulmanes. Los ballesteros talaveranos eran famosos por su destreza y estaban exentos por privilegios reales de ciertas cargas. El día de San Cebrián debían las fuerzas desfilar armadas ante las autoridades y la población.

Aún llegó el románico a las tierras de Talavera, recién reconquistado su territorio. Pantocrátor sw la iglesia de Piedraescrita.

Muchos de los recién llegados se aglutinaron en torno a la parroquia de El Salvador de Los Caballeros, que tomó su apellido de esta circunstancia, y es tradición que en su pórtico se juzgaba según su fuero, ya que la población mozárabe, cristianos arabizados que residían en Talavera antes de su reconquista, ocuparon en un principio la antigua villa intramuros y muchas de las viviendas y propiedades de los musulmanes obligados a marchar. Su parroquia principal era la antigua mezquita, luego colegial.

Tanto los caballeros recién llegados como los mozárabes, tenían su propio alcalde y se regían por su propio fuero. Los mozárabes incluso hablaban y escribían en árabe, aunque su origen fuera visigodo o hispanorromano. Un ejemplo curioso es que en algunos documentos medievales se hace referencia al párroco de la que colegiata como el “imán de Santa María. Parece que en la parroquia de San Esteban se reunían también a impartir justicia.

Las persecuciones que los musulmanes integristas ejercen sobre estos cristianos mozárabes que vivían en territorio musulmán afectan incluso a los fieles del arzobispo de Sevilla, Clemente, que debe huir con los suyos de territorio musulmán y se refugia en Talavera, que les cede para repoblar territorios jareños. Esos grupos andaluces de mozárabes repueblan algunas de esas zonas, y de su presencia nos han quedado topónimos que todavía permanecen y que nos indican el origen de sus primeros habitantes. Es el caso de Sevilleja, otros han desaparecido o han cambiado la denominación original, como el núcleo inicial del actual pueblecito de Gargantilla que se llamó Cordobilla, otra Cordobilla hoy desaparecida se encontraba en las inmediaciones de las Minas de Santa Quiteria. Anteriormente, durante la ocupación árabe de Talavera algunos cristianos arabizados perseguidos contribuyeron a la repoblación de León o de Zamora

Pero la mayoría de la población estaba constituida por los pecheros, agricultores y ganaderos que no estaban exentos de impuestos como los caballeros. Los artesanos y comerciantes, menos numerosos, completaban el panorama de la población talaverana de la época.

Rótulo del callejón de los Judíos,

La aljama judía de Talavera se encontraba entre las doce más pobladas de España y sus componentes residían en los Arrabales Viejos en su mayoría, aunque sus tiendas se localizaban en la zona comercial de la Puerta de San Pedro y a lo largo del curso de la muralla. Todavía se conserva en la zona de la que fue parroquia de San Esteban un “Callejón de los Xudyos”. De lo numerosos que llegaron a ser los hebreos talaveranos nos da una idea los mil soldados que se unen a la fuerza que repele en 1182 el ataque de los musulmanes. Uno de los más influyentes de la época fue Cidelo, médico y consejero de Alfonso VI y jefe de la aljama de Toledo. Otros judíos aparecen en documentos medievales como artesanos y propietarios de molinos, tiendas y tierras de labor.

Los moriscos que permanecieron en Talavera tras la conquista cristiana debieron ser relativamente numerosos, aunque pertenecerían a las clases más bajas dedicadas a labores agrícolas y artesanales, como la cerámica o la construcción. Parece que en su mayoría vivieron en las viviendas más modestas intramuros.

LA ENTRADA DE TALAVERA HACE 50 AÑOS

LA ENTRADA DE TALAVERA HACE 50 AÑOS

Postal con una vista de la entrada de Talavera Postal con una vista de la entrada de Talavera

Observamos en esta vieja postal una vista de Talavera en su entrada oriental. A la izquierda, en primer plano la estación de servicio de González y Morales con su estructura primitiva, aunque todavía conserva las grandes columnas de piedra que sostienen la techumbre.

Detrás se encuentra el hotel Arellano sobre el solar que luego ocuparon los almacenes «Mary». A continuación vemos la estación de autobuses en lo que ahora es la entrada de «El Corte Inglés». El edificio de Tresku ya estaba edificado aunque solamente se llegó a ocupar la planta inferior con la cafetería que le daba nombre.

A la derecha el paseo de los Arqueros, que no es nombre medieval, sino que se refiere a los muchachos de la antigua OJE, la Organización Juvenil Española utilizada por el régimen franquista para adoctrinar y captar futuros falangistas. Los niños más pequeños eran los «flechas», los adolescentes los «arqueros», y ya con camisa azul los jóvenes «cadetes».

Se ven todavía varios kioscos que se asentaban a ambos lados del paseo y la bonita caseta de estilo mudejarista similar al hotel Arellano y a los servicios de los Jardines del Prado, la llamada «mezquita». Creo recordar que en esa caseta se vendían entre otras las entradas de los toros.

Al fondo por delante de los Arcos del Prado se percibe la conocida como «Bombonera» que se ve mejor en la siguiente postal.

El bar "Noche y día" más conocido como la "Bombonera" El bar «Noche y día» más conocido como la «Bombonera»

El trasiego de gentes de toda la comarca que deambulaban por la zona por ser la entrada de Talavera desde Madrid y encontrarse allí la estación de autobuses, hizo que durante algunos años fuera éste uno de los establecimientos con más movimiento de la ciudad. Tenía servicio 24 horas por lo que de noche era prácticamente el único bar abierto, por lo que la fauna que allí se mezclaba era de lo más variopinta y abigarrada. Tratantes, comerciales, camioneros, expertos en timos y tocomochos a paletos de paso, labradores de paso, alguna buscona, noctámbulos borrachines  etc…etc…

El nombre, como sucede con otros negocios hosteleros de Talavera emulaban otros de igual apelativo situados en Madrid y que parece que derivan de la forma de bombonera o caja de bombones por su estructura acristalada.

fragmento de fotografía aérea de los años sesenta. Fragmento de fotografía aérea de los años sesenta.

Vemos aquí también los Arcos del Prado en primer término a la izquierda. A la derecha: Tresku, la estación de autobuses con motos y viejos taxis a la entrada, el hotel Arellano, la gasolinera de González y Morales y unas casas bajas que ocupaban lo que luego serían los almacenes Moro.

La Bombonera y el paseo de los Arqueros a finales de los sesenta La Bombonera y el paseo de los Arqueros a finales de los sesenta

Esta vista nos muestra la Bombonera con su gran terraza, el paseo de los Arqueros y en color blanco, verde y crema, el cine del Prado, el más moderno de los viejos cines talaveranos hasta la construcción de los multicines. Es de resaltar también el adoquinado primitivo de la carretera. Al fondo el hotel Talavera.

LA RUTA DE LA CAL

LA RUTA DE LA CAL

Ruta de la Cal de mi libro Rutas y Senderos de talavera y Comarcas Ruta de la Cal de mi libro Rutas y Senderos de Talavera y Comarcas

Diecisiete kilómetros separan Talavera de Montesclaros, y desde este encantador pueblecito comenzaremos la travesía de hoy, aunque parece que hace unos meses propietarios de fincas colindantes han cortado el acceso a los hornos de cal.

Preguntaremos por el camino de los caleros y a menos de un kilómetro topamos con la restaurada ermita de San Sebastián que, por la arcada ciega occidental, da la sensación de ser obra inacabada, junto a ella se encuentra el crucero,gótico tardío con el escudo de los señores de Montesclaros que también lo fueron de Castillo de Bayuela y los pueblos de su entorno. Seguir leyendo LA RUTA DE LA CAL

LOS PRIMEROS PIRAGÜISTAS DEL TAJO

LOS PRIMEROS PIRAGÜISTAS DEL TAJO EN TALAVERA. EL CLUB CANOE PRECURSOR DEL TALAK

Competición de piragüismo del Canoe Club de talavera en 1934
Competición de piragüismo del Canoe Club de talavera en 1934

Hoy que Talavera cuenta con los hermanos Cubelo y otros campeones del mundo de piragüismo es bueno recordar a aquellos pioneros que allá por los años 30, y especialmente vinculados al Canoe Club de Talavera, comenzaron a hacer recorridos con espíritu deportivo y aventurero por el Tajo.

Muchas de estas fotos pertenecen a un cuadernillo editado por el Canoe Club, donde se habla de un año de singladura de aquella dinámica asociación fundada el 21 de Junio de 1933 con 56 socios y cuyo presidente honorario fue don Antonio Hesse y Corral a la sazón alcalde de Talavera que escribe en el folleto un artículo sobre los antiguos proyectos de navegación del Tajo. El primer presidente fue don Pedro Fernández y el delegado deportivo era don Fernando F. Sanguino siendo otro Sanguino, don  Ramón, el Vicepresidente y encargado de piragüismo con don  Vicente Forero. Ambos se hicieron populares por bajar desde Toledo a Talavera en piragua en un solo día. Contaba el club con 20 piraguas que curiosamente habían sido fabricadas en Talavera con gran calidad y que luego fueron aumentando.

Vicente Forero y Ramón F. Sanguino, precursores del piragüismo en Talavera
Vicente Forero y Ramón F. Sanguino, precursores del piragüismo en Talavera

Se hacían carreras individuales y por parejas y una de sus pruebas más populares era la denominada de los Molinos de Abajo entregándose los premios en la caseta del Club montada en la feria.

Sus instalaciones, junto al extremo sur del puente de Hierro se montaron con una suscripción popular de 3000 pesetas y se inauguraron en Julio, al mes de la constitución del club alcanzando en un año 220 socios

Los piragüistas del Canoe salen de excursión con sus piraguas a Arenas de San Pedro
Los piragüistas del Canoe salen de excursión con sus piraguas a Arenas de San Pedro

En otro artículo del cuadernillo se quejan de la fuerte corriente del río que dificulta el piragüismo y los concursos de natación. Compárelo el lector con el lamentable estado actual del río en verano.

Excursión en piragua a la barranca de la Media Luna
Excursión en piragua a la barranca de la Media Luna

Como sucedió con tantas otras iniciativas, parece que la Guerra Civil acabó con el Club Canoe, verdadero precursor de los clubs de natación y piragüismo actuales.

LA ENFERMEDAD EN LA PROVINCIA DE TOLEDO EN EL SIGLO XVIII (y II)

Fuente de los antiguos baños de la Ferrumbrosa en Aldeanueva de San Bartolomé. Antiguos balneario popular para enfermedades reumáticas
LA ENFERMEDAD EN LA PROVINCIA DE TOLEDO EN EL SIGLO XVIII  (y II)

Artículo de Miguel Méndez-Cabeza publicado en la revista del Colegio de Médicos de Toledo

En las Relaciones del Cardenal Lorenzana se relacionan remedios para la fiebre en el pueblo de Pepino
En las Relaciones del Cardenal Lorenzana se relacionan remedios para la fiebre en el pueblo de Pepino

En el capítulo anterior veíamos cómo a través de las Relaciones del Cardenal Lorenzana los curas párrocos de los pueblos de la diócesis toledana referían las que, a su modo de ver, eran las causas de las enfermedades que aquejaban a sus parroquianos. Ahora vamos a comentar las principales patologías que se daban en la época según estas mismas Relaciones.

En primer lugar hay que destacar la absoluta prevalencia del paludismo entre nuestros antepasados dieciochescos. En más de un ochenta por ciento de los pueblos la primera enfermedad citada, y en muchos casos la única, es lo que en la época se denominaban las fiebres tercianas, que no eran otra cosa que el paludismo endémico con el que podríamos decir que convivían las gentes de entonces. Cuando las fiebres acometían al paciente cada tres días se denominaban tercianas, cuartanas si lo afectaban cada cuatro y dobles si los episodios eran diarios. En este último caso también se conocía la infección por el plasmodio con el término de “ciciones” o “sisiones”.

Los medios terapéuticos con los que contaba la medicina de la época eran escasos pero con el paludismo al menos ya se podía disponer de la quina. Los españoles habían observado sus efectos beneficiosos en los indios americanos ya en el siglo XVII y desde 1643 se contaba con los extractos de esta planta en la península después de que Juan Vega observara los efectos beneficiosos que la misma había tenido en el virrey del Perú conde de Chinchón, de donde derivó su primer nombre de “polvos de la condesa”. Fueron los jesuitas quienes más difundieron su uso por lo que en los medios europeos protestantes causó recelo su utilización. Es curioso constatar que se utilizaba la quina en los accesos febriles que se producían durante el otoño y que las sangrías, los purgantes y los refrescos se administraban más en las recaídas de la primavera. No se comentan cuales eran los purgantes que además de las sangrías aumentaban el calvario de estos enfermos pero sí sabemos que los llamados refrescos eran agua de limón e incluso horchata.

Entre las plantas medicinales autóctonas usadas para aplacar las tercianas estaba la centaura, el agua escabiosa, la Sal de Higuera y los parches de cantárida además de otros productos como el “armoniaco” y “el espíritu de nitro dulce”.

Foto de una fresneda en el río Sangrera en San Bartolomé de las abiertas, donde la tos se cura con centaura y palodulce
Foto de una fresneda en el río Sangrera en San Bartolomé de las Abiertas, donde la tos se cura con centaura y palodulce

La segunda patología referida por los párrocos es lo que entonces se conocía como tabardillo que no es otra cosa que el tifus, pero que sospechamos debía incluir otras enfermedades que cursaran con fiebre y gastroenteritis porque aunque, como es lógico pensar por las condiciones higiénicas, deberían ser frecuentes en la época no aparecen reseñadas específicamente. Las purgas las sangrías y los refrescos eran también las únicas armas que utilizaban los cirujanos locales para luchar contra la salmonella.

La tercera entidad nosológica señalada es la del “dolor de costado” donde tal vez deberíamos incluir las neumonías, los procesos pleuríticos y tal vez algunas formas de tuberculosis que como tal solamente aparece citada como “tisis” en Casarrubios.

Las “calenturas ardientes” eran otras patologías de difícil adscripción que aparecen con cierta frecuencia en las Relaciones y que en Villacañas intentan remediar con agua de nitro, polvo de asta de ciervo y las consabidas sangrías. También encontramos las llamadas “calenturas pútridas” que completan el elenco de las enfermedades que producían el síntoma más directamente relacionado por la población con la enfermedad, la fiebre, que cuando es repentina y muy ardiente se denomina “causón”, término que todavía podemos escuchar en las consultas de algunos pueblos. En Pepino por ejemplo, la fiebre alta se trata con infusiones de cardo santo, centaura, achicoria, grama y correhuela.

El predominio de la patología infecciosa entre los toledanos del siglo XVIII debía ser abrumador ya que también hallamos algunas alusiones a la erisipela y al carbunco, dos enfermedades que en Lillo achacan a que la suya es “tierra sulfúrea”. En Orgaz parece que en la época en que se hacen estas Relaciones habían descubierto el infalible remedio de curar los carbuncos con un “grano de solimán” depositado sobre la lesión, mientras que en Villacañas utilizan las “blanduras de malvavisco” o en Villafranca las “cataplasmas de vido y un cartico que se guarda por secreto”. Acabamos este apartado con la alusión a ciertas enfermedades infantiles como el garrotillo o difteria, a la viruela en Pelahustán o “el salampión” en San Bartolomé de las Abiertas donde las toses se tratan con agua de violetas y palo dulce como las “úlceras anginosas de garganta y partes pudendas” que en Villafranca intentaban atajar con el pobre remedio de los gargarismos de zarzamora y miel rosada. En Marjaliza padecían especialmente de “fluxiones en las muelas”. En Mohedas de la Jara son frecuentes los “apostemas” y diviesos que se achacan a que sus habitantes, obligados por el hambre, comen “carnes mortecinas”. El cura de Ciruelos es más explícito en la causa principal de los males de sus feligreses y considera que su principal afección es el hambre a secas.

En pelahustán hay referencias a las muertes por viruela
En Pelahustán hay referencias a las muertes por viruela

El resto de enfermedades no infecciosas tiene una escasa representación en la patología observada por los curas dieciochescos y así, en Alcabón se especifica que buen número de ancianos mueren de hidropesía y que además muchos de ellos son sordos. Los dolores reumáticos aparecen en Aldeanueva de San Bartolomé, en Lucillos o en Méntrida, donde se recomienda a los afectados tan pobres remedios como los baños o “tomar aires”.  Otra causa de muerte es la perlesía, definida en la época como “una resolución y relaxación de los miembros en que pierden su vigor y se impide su movimiento y sensación”, una elegante manera de describir un accidente cerebrovascular. Muchas de estos antiguos términos médicos son todavía utilizados en nuestros pueblos considerándose equivocadamente vulgarismos, cuando en realidad son arcaísmos de lo más sustancioso. Yo mismo he oído, por ejemplo, decir a una paciente que su marido paralítico estaba perlático, palabra derivada de perlesía que aparece en el Diccionario de Autoridades en el siglo XVIII

Son numerosas las referencias a determinadas fuentes que se encuentran en los términos respectivos de nuestros pueblos de aguas que “no implan” o “mueven el vientre” y se suele apoyar la defensa de lo curativo de sus cualidades con el argumento de los efectos beneficiosos que las aguas han tenido sobre algún intestino noble e incluso real. El problema del meteorismo no era considerado patología leve pues son varias las alusiones al mal de “flato” en villas y lugares.

La patología quirúrgica más frecuente es el “mal de hijada” que es como llaman a las hernias inguinales en San Pablo de los Montes. En Ugena las “quebraduras” son achacadas a las aguas delgadas y se tratan con parches y bragueros, mientras que en Caudilla, donde asegura el cura que nacen muchos quebrados, son tratados con el expeditivo método de “castrarlos de pequeñitos”.

Otros párrocos tienen un concepto más moderno de los factores de riesgo, como el de La Torre de Esteban Hambrán que considera como raíz de la patología de sus feligreses el consumo de aguardientes y tabaco de hoja.

Dado el escaso arsenal terapéutico de los médicos y cirujanos de la época, no es extraño que la población desconfíe de su ciencia, como el cura de Huerta de Valdecarábanos que dice: “Las enfermedades son las regulares de las estaciones, las curan los médicos como les dicen sus libros y unos se mueren y otros sanan y estos deben su beneficio a su naturaleza, que no a los potaxes que los prescriben…y al que se quiere poner en cura lo pasa peor y remata con la sepultura y acabaron todos sus males”, claro que teniendo en cuenta que los dolores de costado eran tratados con esperma de ballena y sangrías no es de extrañar el dramático final de la mayoría de los infortunados pacientes.

CURIOSIDADES SOBRE LA ENFERMEDAD EN LA PROVINCIA EN EL SIGLO XVIII (I)

LA ENFERMEDAD EN LA PROVINCIA DE TOLEDO EN EL SIGLO XVIII (I)

Artículo publicado por Miguel Méndez-Cabeza en la revista del Colegio de Médicos de Toledo

En el año 1782 el Cardenal Lorenzana solicitó a todos los curas del arzobispado de Toledo que contestaran una encuesta en la que se realizaban preguntas de interés eclesiástico, histórico y económico sobre cada una de las parroquias de su demarcación.

En Piedraescrita achacan la salud de sus habitantes a sus buenos aires y aguas
En Piedraescrita achacan la salud de sus habitantes a sus buenos aires y buenas fuentes. Ermita de Piedrescrita

La pregunta número trece de este cuestionario pedía concretamente que se describieran “las enfermedades que comúnmente se padecen, y cómo se curan ; número de muertos y nacidos para poder hacer juicio de la salubridad del pueblo”.

Las respuestas de los párrocos son de lo más jugoso, ya que nos aportan datos curiosos sobre las mentalidades de la época con respecto a la salud, la enfermedad y a los médicos y cirujanos que entonces atendían a la población mayoritariamente rural del obispado.

Los curas vierten opiniones sobre las causas que a su entender pueden condicionar la morbilidad de su localidad y así, son numerosos los sacerdotes que valoran como positivo el hecho de que su pueblo se encuentre en un alto, el de Almonacid considera que la salubridad del lugar viene determinada por su situación en una umbría a las faldas de la sierra del Castillo. En Piedraescrita se considera que los buenos aires y las buenas fuentes de este pueblecito jareño son la causa de la  salud de sus habitantes. El viento de “solano” es considerado en La Torre de Esteban Hambrán como la causa de los muchos “dolores de costado” que allí se padecen y, sin embargo “lo delgado de las aguas” es motivo para que sean numerosas las “quebraduras” o hernias. Mientras en Méntrida es el el viento del “cierzo” el que produce las pulmonías. Hay cierto sentido medioambiental en cuanto al concepto etiopatogénico de los más diversos males y por ejemplo en Chueca cree el párroco que la causa de la salud de sus feligreses es que el pueblo está rodeado de olivos y “protegido de Aquilón”. La humedad es relacionada con el reumatismo por el informante de Navahermosa.

Danzantes de Méntrida en azulejería talaverana

Otros como el cura de Ocaña no se limitan al territorio nacional en sus valoraciones y asegura, sin darnos ninguna razón que lo justifique, que la comarca de la Mesa de Ocaña es “la más saludable que puede haber en Europa”.

Los Navalmorales era en el siglo XVII lugar ideal para curar las heridas de cabeza, según su párroco. Detalle de una reja de la parroquia de Los Navalmorales
Los Navalmorales era en el siglo XVIII lugar ideal para curar las heridas de cabeza, según su párroco. Detalle de una reja de la parroquia de Los Navalmorales

La edafología también entra dentro de las especulaciones epidemiológicas de los entrevistados y, por ejemplo, el cura de Lillo dice que la causa de la mucha erisipela que se padece en el pueblo tiene su origen en “la composición sulfúrea del suelo”. Hay determinadas enfermedades que se curan con mayor facilidad en unos lugares que en otros y así Navalmoral de Toledo, uno de los dos pueblos que se unirían más tarde para formar Los Navalmorales, es buen sitio para las heridas de la cabeza y malo para los pacientes con heridas en las piernas. Esta creencia de considerar unos lugares mejor que otros para la curación de heridas viene desde la antigüedad, como es el caso de Talavera que durante el sigo XVI recibía la visita de gentes que pretendían mejorar de sus heridas en la cabeza.

Los curas de pueblo dieciochescos ven también en la alimentación uno de los condicionantes de la salud. Como el de Méntrida que considera que parte de los males de sus parroquianos vienen del “exceso en comer higos pepinos y melones”. El pepino y el exceso de fruta también es considerado perjudicial en La Torre de Esteban Hambrán donde, además, considera el cura que el mucho consumo de tabaco en hoja, el vino y otros vicios son la causa de lo enfermizo de sus habitantes. Lo mismo sucede en el Casar de Escalona, donde el párroco observa que “el demasiado uso del vino en la gente trabajadora” perjudica a su salud. Vemos como hace más de doscientos años los caldos de la zona que hoy abarca la denominación de origen de “Méntrida” hacían  estragos en los hígados de sus cultivadores.

Con la inveterada costumbre de culpar a los extranjeros de las propias desgracias el cura de La Mata culpa de las enfermedades del pueblo a los soldados portugueses que pasaron por allí en las confrontaciones bélicas de la época.

Mohedas de la Jara un día de tormenta.
Mohedas de la Jara un día de tormenta. Achaca el párroco la mala salud de sus habitantes a las fatigas del campo

Otros sacerdotes tienen ya cierta perspectiva social de la enfermedad y así, por ejemplo, el de Bargas considera que los muchos “affectos de pecho” del lugar tienen el origen de sus patologías en su oficio de arrieros y panaderos. Además observa perspicaz que abundan más las tercianas en los mozos de labor que trabajan en las zonas de ribera. En Alameda de la Sagra las últimas epidemias han sido originadas “ en gentes de tercera clase, que ocupados en el real sitio de Aranjuez en sus trabajos, o se alimentan poco o les causa la intemperie del sitio novedad”. El duro trabajo de la siega también es considerado como la causa de la muerte de los lactantes en Almonacid donde “el número de párvulos muertos son bastantes cada año por el verano, a causa que las pobres madres les precisa ir a espigar, y bien acaloradas dan el pecho a las criaturas de que se origina que mueran de indigestión”. Las gastroenteritis son también asociadas en Villatobas con el abastecimiento de la población con agua de pozo. En Camuñas  se piensa que los trabajos de siega están en el origen de las “calenturas malignas” y en Mohedas de la Jara son las culpables las “fatigas del campo”. El cura de Ciruelos es más explícito cuando dice que la etiología de los padecimientos locales no es otra que el hambre. En Yepes, la insalubridad de las cuevas en que habitan los vecinos se asocia con una mayor incidencia del paludismo que como veremos en la segunda parte de este artículo era ya asociado con las aguas estancadas en muchas localidades de la provincia.