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JARA EXTREMEÑA, TIERRA TALAVERANA UN PASEO EN COCHE

JARA EXTREMEÑA, TIERRA TALAVERANA

UN PASEO EN COCHE

Uno de los verracos hallados en el término de El Villar

La absurda división provincial del siglo XIX despojó a nuestra tierra de la parte más occidental de sus territorios históricos. Me refiero a la zona de La Jara incluida hoy en las provincias de Cáceres y Badajoz que, por arte de birlibirloque, quedó convertida en tierra extremeña sin serlo, ya que desde Talavera se repoblaron sus pueblos y con Talavera tuvieron siempre una vinculación geográfica, humana y económica imborrable, por más que la también absurda división autonómica intente alejar a sus gentes de nuestra ciudad.

Ahora que explota la naturaleza jareña les invito a conocer esta tierra talaverana llena de historia y paisaje. Comenzamos nuestro periplo cruzando ese puente del Arzobispo Tenorio que desde el siglo XIV mejoró las comunicaciones de esta zona, facilitando el paso de los ganados trashumantes y de los peregrinos que acudían a Guadalupe.

Ese camino de peregrinación es la espina dorsal de esta Jara Occidental y en torno a él crecieron pueblos como Villar del Pedroso, primer lugar en el que nos detendremos y donde todavía permanecen las huellas de ese deambular de gentes humildes pero también de reyes y personajes como Cervantes que acudían al santuario de las Villuercas cuando allá por el siglo XVI y XVII tenía, como destino de peregrinación tanta importancia como Santiago de Compostela. Villar del Pedroso deja ver estas huellas peregrinas en el antiguo Hospital que todavía en pie es ahora casa particular pero que conserva su portada gótica y la lápida que habla de su fundación por el canónigo talaverano Hernando de Alonso. En él se alojaban los peregrinos que enfermaban en el camino y los que ya enfermos acudían a Guadalupe en busca de remedio. Enfrente se encuentra la antigua hospedería, hoy «casa del cura», donde se alojaban los peregrinos sanos con más posibles. Es esta una calle ancha que deja ver como el pueblo fue acercándose al camino real al calor de la peregrinación, bordeándolo con sus mejores casas, alguna de ellas blasonada.

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Castillo árabe de Epejel en término de Valdelacasa y a la orilla del Tajo

Pero Villar tiene también historia más antigua que salpica sus muros en forma de lápidas y aras de antiguos romanos que lo poblaron después de los vettones, pueblo que dejó cuatro o cinco verracos en el mismo casco urbano y en los alrededores como muestra del paso de esta cultura ganadera, de los primeros trashumantes de esta tierra nuestra de cañadas y cordeles. La iglesia granítica es hermosa y hermosos son su retablo y su espadaña que como en otras iglesias de esta parte de La Jara dejan ver dibujadas en el muro otras espadañas primitivas del tiempo de los primeros pobladores medievales que luego, tal vez en las épocas de esplendor del camino de Guadalupe, se levantaron más orgullosas. Esta iglesia es prota-gonista en invierno de unas magníficas fiestas decarnaval llenas de colorido y ritos antiguos. Salimos de Villar por alguno de esos caminos que están todos ellos marcados con cruces antiguas que delimitan el caserío y marcan el territorio urbano cuando sus gentes dicen «de cruces adentro» o de «cruces afuera».

Nos dirigimos hasta Carrascalejo que nos deja ver un caserío donde todavía se conservan rincones con el sabor de la arquitectura rural jareña, especialmente hermosa en esta zona con sus muros que combinan las lanchas de oscura pizarra con los bloques de un pálido granito que dan un vistoso aspecto a los muros. Son miles los chozos, los “mochanos” y las cochineras que con labranzas, casillas y palomares se reparten por sus campos, ribeteando el paseo del curioso con estas pintorescas construcciones.

Navatrasierra y el valle del Gualija formaron parte de las Tierras de talavera

Dejaremos Navatrasierra, agreste pueblecito serrano anejo de Villar, para otro día que sigamos el viejo camino de peregrinos y volveremos sobre nuestros pasos para, desde El Villar, tomar otra carretera que nos lleva a Valdelacasa, pero a mitad de camino deberemos detenernos para ver la capilla de la Virgen de Burguilla que se encuentra a la derecha en una casona que fue de los jerónimos, tan poderosos en todas estas tierras de Talavera.

Valdelacasa tiene apellido, de Tajo. Los riberos del río, festoneados de olivares sobre los que vuelan águilas, buitres y cigüeñas negras, fueron frontera entre moros y cristianos y todavía quedan restos de antiguas fortalezas como la de Castros en término de El Villar, la de Espejel, con sus molinos que también pertenecieron a los jerónimos, o la de Alija, que nos ofrece una vista panorámica impresionante sobre el embalse de Valdecañas. Y es que la Jara Occidental, que no extremeña, se divide entre el río que la limita al norte y la sierra que la bordea al sur. «Los dela sierra» era la forma precavida de denominar en estos pueblos a los guerrilleros antifranquistas, a los maquis que hicieron de sus fragosidades refugio y resistencia. Precisamente a quien la falda de los montes de Valdelacasa se tendió una emboscada a «Quincoces» el tratante guerrillero de Aldeanovita, y aquí murió con sus compañeros quedando como mudo testigo de su lucha un montón de piedras, “un majano”, como modesto monumento jareño a las luchas imposibles del que también fue conocido en la tierra como “Lamío».

Foto de Quincocesl Guerrillero antifranquista de Aldeanovita cuando hacía el servicio militar

Valdelacasa tiene, como casi todos estos pueblos, una soberbia iglesia con un pie en el gótico y otro en el renacimiento, y la arquitectura popular bien merece dar una vuelta por el caserío. Para los que estén bien calzados y no les asuste dar un paseíto por las ásperas sierras jareñas, podemos recomendarles que, siguiendo el antiguo camino que desde Valdelacasa iba, como no, a Guadalupe, suban hasta los restos de la fortaleza de Marcos que más que bastión medieval le parece al que escribe fortificación prehistórica, probablemente de la Edad del Hierro.

Escudo de Valdecaballeros con el de Talavera, dr cuyo alfoz formó parte

Seguimos hasta Garvín que ahora es modesto lugarcillo pero que fue pequeña capital de esta Jara Occidental, por supuesto tiene buena iglesia con retablo de 1620 despojado en la guerra, buena cubierta de arista gótica y hasta una lápida del siglo XIV que a lo mejor habla de los Duque de Estrada, nobles talaveranos relacionados con estos parajes y probablemente dueño de su torre fortificada. La coqueta espadaña con la decoración de «bolas» del siglo XV nos despide cuando nos encaminamos a Peraleda de San Román, pueblo apellidado así llamado así por tener despoblado y luego ermita de la que sólo queda modesto paredón a las orillas del Gualija, donde el río salta de molino en molino y pasa debajo de «la puente» que no es el puente, del Buho, donde los hermanos Cuesta se enfrentaron a los gabachos. Desde la ermita de San Román se ven edificios arruinados, casas de minas que perforaron estas tierras minerales de La Jara, de donde brotan aguas rojas que curaban «las reumas».

Dejaremos para otro día los pueblos talaveranos de Castrejón de Ibor, Navalvillar de Ibor y el despoblado de la Avellaneda, la misma Guadalupe y los pueblos hoy en la provincia de Badajoz de Castilblanco y Valdecaballeros sindo por cierto este último el único que en su heráldica muestra el escudo de Talavera como recuerdo de esa pertenencia a las tierras jareñas.

FINALIZAMOS EL CAMINO DE CARLOS V A GUADALUPE

Hermosos paisajes de Peraleda con el Tajo y los reculajes de sus arroyos

Hoy acabamos con el camino de Carlos V que a partir de Bohonal de Ibor se une con el camino de los Ibores a Guadalupe que describiremos en nuevas entradas de este blog.

Salimos ya de La Jara en nuestro periplo guadalupano y vamos a seguir recorriendo el trayecto que nos llevará ahora a través del señorío del conde de Miranda, que comprendía antiguamente el poblado del castillo de Alija, hoy incluido en el término de Peraleda, la población de Talavera la Vieja, hoy sumergida bajo el embalse de Valdecañas, y el pueblo de Bohonal de Ibor. Para conocer este viejo camino seguiremos, si vamos a pie o en caballería por el tramo que desde Peraleda iba a Talavera la Vieja descendiendo hacia el oeste y pasando cerca del Cerro de la Atalaya, al que vale la pena trepar para contemplar desde la cumbre una magnífica vista panorámica del valle del Gualija y su desembocadura en el embalse de Valdecañas.

Antigua barca del Tajo de Talavera la Vieja que deja ver al fondo el pueblo, la iglesia y el templo de diana hoy junto a la carretera de Guadalupe a Navalmoral

Hacia el este se ven unas barreras o trincherones graníticos en los que se encuentran varios yacimientos calcolíticos como los descritos en Peraleda, en lugares como la barrera de las Cuevas, el Cancho de las Colmenas o el de la Atalaya. Si lo deseamos podemos continuar por un camino que asciende desde estos parajes hasta el castillo de Alija.

Cortados y atalayones en el valle del río Gualija

Continuando ya nuestra ruta llegamos hasta el Puente del Búho y allí tomaremos la cañada que viene del Puente del Conde y que en un trayecto paralelo a la carretera actual nos llevará hasta Bohonal de Ibor, la tercera aldea del señorío del Conde de Miranda en cuyo término se encuentran sumergidos los restos de Talavera la Vieja.

Minas en Peraleda de San Román

Sobre el río Gualija, aguas abajo del despoblado de San Román, se pueden visitar los restos de tres molinos de agua y un puente pintoresco. Aguas arriba, llegamos primero a un recodo del río en el que hace un ángulo de noventa grados y, si seguimos ascendiendo sus riberas, llegamos a unos impresionantes cortados en los que anidan los buitres en un agradable paraje fluvial. Subiendo aún más arriba, aunque salvo que el río se encuentre en estiaje es difícil proseguir, se puede llegar al Chorrerón paraje que tiene una hermosa cascada en estos lugares solitarios que fueron tan frecuentados por los maquis, que en el cercano cerro Ballesteros sufrieron un gran descalabro a manos de la Guardia Civil que supuso el principio del fin de la partida de Quincoces.

Puente del Buho, donde se produjo el encuentro con las tropas francesas

Emboscada en el Puente del Buho

Sobre el río Gualija cruza el camino que une Peraleda con Talavera la Vieja a través de un bonito puentecillo conocido como el Puente del Buho. Es un paraje pintoresco donde también se pueden ver las ruinas de un viejo molino. Precisamente en este lugar los guerrilleros españoles conocidos como los Hermanos Cuesta tendieron una emboscada a un destacamento de franceses matando al general Marisy y a numerosos soldados y oficiales. Feliciano Cuesta se vistió con las ropas del general y acercándose al francés mientras agonizaba le dijo: ¿No querías ver al brigante de Cuesta?, Pues ya me has visto.Además, los españoles se burlaron de los franceses poniendo en los árboles monigotes vestidos con sus ropas y provocando así que dispararan sobre los peleles al pensar que eran guerrilleros. La derrota del invasor en el Puente del Buho desató la represión de los franceses contra los pueblos de Talavera la Vieja y Peraleda.

Otro de los puentes pintorescos que encontraremos en nuestro camino

ACABAMOS DE CONOCER PERALEDA DE SAN ROMÁN ANTES DE SEGUIR EL CAMINO DE CARLOS V A GUADALUPE

Puerta en una vivienda de Peraleda

La arquitectura popular conserva todavía en Peraleda de San Román algunos de sus elementos característicos con tramos de algunas calles que mantienen cierto encanto. Merece también una visita el casco urbano del pueblo en cuyas proximidades, al borde de un camino que se dirige en dirección norte, encontramos un calvario de granito que conserva casi todas sus cruces. Como hemos visto, en los pueblos de la Jara occidental es común la persistencia de estos elementos etnográficos.

Iglesia parroquial de Peraleda de San Román

La iglesia parroquial de San Juan Bautista también es digna de visitarse. Se trata de un edificio de dimensiones considerables levantado en sillería granítica con los paramentos este y oeste apoyados sobre contrafuertes. El templo está distribuido en una nave única dividida en tres tramos por arcos apoyados en pilastras y cubiertos por bóvedas. La capilla mayor está cubierta con bóveda de crucería y cuenta con una encantadora capillita que está abierta mediante arco ojival y cubierta con bóveda de crucería. A los pies de la nave se encuentra el coro y tiene la curiosidad de apoyarse sobre sendas figuras labradas de granito, la una femenina y la otra masculina. El baptisterio se ubica en la base de la torre que alberga el campanario en su último cuerpo y finaliza en remate desafortunado con cúpula de pizarra.

Calvario de Peraleda de San Román

En el interior se conservan algunos retablos barrocos con pinturas en tablas de cierto valor. La Guerra Civil acabó también aquí con la mayor parte del patrimonio escultórico, aunque se conserva una imagen de la Virgen y otra de la Magdalena en la parte alta del retablo principal, como testigos de una imaginería que tuvo que tener calidad,ya que incluso se conservaba una antigua imagen procedente de la iglesia de San Roman. El edificio se construyó en su mayoría durante el siglo XVI pero se perciben todavía los restos de un templo anterior en la espadaña, que se halla embutida en el muro sur, y en la portada de la cara oeste.

Arquitectura popular de Peraleda de San Román

Dentro del término, en una finca privada, se situaba el despoblado de La Poveda. De su iglesia se conserva solamente parte de una de las portadas cuya construcción data de finales del siglo XV. Presenta un arco carpanel con dos arquivoltas que surgen de pequeñas columnas semicilíndricas, con sus capiteles y basas góticos. En el intermedio de las arquivoltas se inscribe una serie corrida de figuras humanas, elementos vegetales y animales. En su entorno y formando parte de sus muros se hallaron inscripciones y sillares romanos. Los restos de la que fue iglesia de San Román apenas dejan ver las ruinas de algunos muros.

Escena en el entorno de Peraleda

Peraleda celebra dos fiestas veraniegas, una en honor de la Virgen del Rosario el 15 de Agosto y la Fiesta del Cristo el 18 de Septiembre. En invierno todavía se festeja la Candelaria, día en el que los quintos hacen una hoguera, como también sucede el Miércoles de Ceniza cuando además se ofrece un convite por parte del ayuntamiento. El día de san Antón se hacen carreras de burros y el día de año nuevo se corren los gallos en un polémico ritual similar a otros pueblos de España en el que los quintos arrancan a la carrera las cabezas de las aves.
En los bares del pueblo nos pueden servir algo de comer y en las dos panaderías se hacen dulces tradicionales y también modernos. La gastronomía es típicamente jareña y en ella se pueden destacar las migas el cochinillo, la caldereta y los dulces caseros como perrunillas, floretas o magdalenas. En la matanza se suele guisar la cachuela.

LLEGAMOS A PERALEDA DE SAN ROMÁN POR EL CAMINO DE CARLOS V A GUADALUPE

Castillo de Alija con el embalse de Valdecañas en el tajo al fondo

Vamos a detenernos ahora en Peraleda de San Román, población en la que se encuentran numerosos e interesantes restos prehistóricos. La zona occidental y meridional del término están delimitadas por los ríos Gualija y Tajo y muestra un paisaje granítico de grandes bloques pétreos en cerros elevados de fácil defensa que fueron habitados desde la Edad del Cobre o Calcolítico, hace unos cuatro mil quinientos años. Son yacimientos en los que encontramos fragmentos de cerámica hecha a mano y abundante industria lítica en cuarcita, aunque también se pueden ver algunas piezas fabricadas en sílex.

Cazoletas y grabados del altar prehistórico de Peña Castillo

En toda La Jara abunda este tipo de asentamientos junto a los cauces de los ríos que en algunos casos cuentan con restos de amurallamientos, como es el caso del paraje de Peraleda conocido como “El Castillejo” donde también se perciben los muros de las sencillas viviendas que se acomodan entre los pasadizos y covachas formados por los grandes bloques graníticos.

Capitel representando a un caballero barbado en la iglesia de Peraleda de San Román

Uno de estos grandes fragmentos pétreos que impresiona por sus dimensiones es el conocido como Peña Castillo, uno de esos parajes que tienen el halo mágico de los lugares sagrados prehistóricos. A los pies del gran peñasco se encuentran sobre otras rocas numerosos grabados rupestres del conocido como Arte Esquemático de la Edad del Bronce que encontramos en otras estaciones jareñas y en algunos monumentos megalíticos como son los menhires y dólmenes de la comarca incluidos todos ellos en el denominado Megalitismo Extremeño. Los grabados son en su mayoría unos huecos semiesféricos tallados en la piedra y conocidos como cazoletas, que en este caso concreto se encuentran unidos por curiosos canales cuyo significado se ignora. Hay además otros signos como hombrecillos esquemáticos (homúnculos) y otros variados puntiformes, cruciformes, vulviformes etc.

Las zahurdas son abundantes en la Jara Occidental, donde el cerdo tuvo especial importancia en la economía doméstica

La proximidad de Talavera la Vieja, pueblo hoy sumergido por el embalse de Valdecañas que fue la antigua Augustóbriga, nos hace pensar en la presencia de los romanos en la zona, como se confirma por la existencia de una probable calzada y de algunos restos de cerámica y tégulas en el despoblado de San Román. Este antiguo lugar fue también habitado por los visigodos y cerca de su caserío, del cual solamente quedan unos pobres restos de los muros de la iglesia, también se localizan antiguas explotaciones mineras. Parte del término de Talavera la Vieja pasó tras de su desaparición a formar parte de la demarcación de Peraleda de San Román como es el caso del castillo de Alija.

Cruz en el extremo occidental del casco de Peraleda

De la presencia musulmana nos quedan, en la confluencia del río Gualija con el Tajo, los restos del castillo y la población de Alija, los cuales, al igual que otras fortalezas como Canturias, Castros, Vascos y Espejel formaban parte de la línea defensiva que los árabes construyeron contra el avance de los cristianos a lo largo de las riberas del Tajo en su orilla sur.
Como sucede con estas otras fortificaciones, también en torno de la fortaleza de Alija había una población relativamente numerosa rodeando a la alcazaba. El abigarrado trazado de los muros de sus viviendas y callejuelas se distingue perfectamente, como también se percibe la presencia, al igual que en ciudad de Vascos, de una muralla que circunda el caserío y en la que podemos observar torres arruinadas de trecho en trecho con formas cuadradas o semicirculares y una puerta de acceso al recinto en la cara oeste de la muralla. Del castillo quedan pocos muros en pie pero la vista panorámica que sobre el embalse de Valdecañas se contempla es impresionante. Ya en época cristiana hubo una iglesia con su espadaña de la que hoy no quedan restos.

Peña Castillo y sus altares de culto prehistórico

Cerca de este castillo de Alija, aunque sumergido hoy día bajo el pantano, permanecen las ruinas del Puente del Conde, construcción antiquísima de la que al menos algunos sillares demuestran que en su origen fue construcción romana, aunque reedificada por la casa de los condes de Miranda. Daba paso este puente a una importante cañada trashumante pero fue volado por los españoles durante la Guerra de la Independencia para impedir el paso de los franceses. Se encontraban muy próximos y también sumergidos actualmente los Baños de la Cuadra o de la Guarra que, como tantos otros repartidos por La Jara, servían desde el siglo XIX para aliviar las dolencias reumáticas.
Alija llegó a despoblarse igual que San Román y sus habitantes constituyeron el núcleo humano que dio origen a la refundación de Talavera la Vieja. Peraleda se llamaba en principio Peraleda de Garvín, tal vez por depender su iglesia de la parroquia del pueblo vecino, hasta que para evitar equívocos se puso al pueblo el apellido de San Román por ser este despoblado uno de los que originaron el pueblo. Peraleda es el último lugar de La Jara hacia el suroeste, fronterizo al señorío del conde de Miranda. Perteneció por tanto a la villa de Talavera de la Reina hasta la desaparición de los señoríos.

Nidos de cigüeña en la entrada del Tajo en el embalse de Valdecañas. Bajo esas aguas se encuentra el Puente del Conde