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LA MINERÍA DE LA JARA II: MAZOS, MARTINETES Y FERRERÍAS

Edificio de El Mazo en Los Navalucillos

LA MINERÍA DE LA JARAII:

MAZOS, MARTINETES Y FERRERÍAS

En este segundo capítulo de La Minería en La Jara comentamos los artificios hidráulicos que procesaban el mineral y el metal de las minas y ferrerías jareñas

Edificio del mazo de las ferrerías de Safont en Los Navalucillos
Edificio del mazo de las ferrerías de Safont en Los Navalucillos

La actividad minera ha dejado en el paisaje diferentes topónimos como impronta de aquellos afanes y así, encontramos términos como “Casa de la Mina”, “Camino de la Mina” o “Camino de los Plateros”, este último es el caso de una senda que daba servicio a una mina de plata en San Martín de Pusa, Los Navalucillos y Los Navalmorales  disputaron desde antiguo  su jurisdicción sobre Herrera, lugar con nombre minero ya documentado en el siglo XII, y con explotaciones de sus pozos hasta mediados del siglo pasado. Tuvo fama en toda la comarca la ermita de Nuestra Señora de la Herrera; a ella concurrían en su fiesta gran cantidad de comerciantes entre los que destacaban por su número los plateros y fabricantes de utillaje de labor, tal vez residuo esta feria de la antigua actividad metalúrgica del lugar. Las herraduras fabricadas en Los Navalmorales fueron también famosas, y llegaron a exportarse incluso fuera de nuestras fronteras, dando sustento a muchas familias de este pueblo.

Ruinas de los edificios de La Herrera convertidos en granja
Ruinas de los edificios de La Herrera convertidos en granja

Estos caminos mineros a los que nos hemos referido sirvieron para el trasiego incesante de material hacia los puntos de transformación como es el caso de la ferrería de San José, en el paraje de El Mazo, junto al río Pusa en los Navalucillos, donde para el transporte desde la Herrera y otros puntos de extracción en las sierras colindantes, se llegaron a emplear basta trescientas mulas.

El Mazo es otro topónimo de interés que indica la existencia de un gran martillo movido por energía hidráulica para la trituración del material, y sobre todo, para el forjado del hierro ya extraído. Además del ya aludido Mazo del Pusa, existe otros topónimos como “mazuelo”, en las cercanías del cruce del Jébalo con la carretera de Espinoso a Buenasbodas.

El Martinete que da nombre al paraje del río Jébalo. A la derecha el edificio del martinete y a la izquierda el muro sobre el que se apoyaba el eje de la rueda vertical
El Martinete que da nombre al paraje del río Jébalo. A la derecha el edificio del martinete y a la izquierda el muro sobre el que se apoyaba el eje de la rueda vertical

También, rio abajo, se encuentra el lugar que se conoce con el nombre de “El Martinete”, seudónimo de mazo, y que consiste en un artilugio que, como muestra el dibujo tomado de un martinete aún en buen estado en Navafría), acciona mediante el caudal derivado por el canal (C), al abrir la trampilla (T), una rueda vertical (R), que hace girar su eje. Dentro ya del edificio, el eje o árbol A tiene encajados cinco dientes o levas (L) que con el giro del mismo van golpeando sobre el mango del mazo propiamente dicho (M).

Edificio de ElMartinete sobre el Jébalo, antes de su destrucción

El mazo metálico podía pesar entre doscientos y mil kilos, y golpear con una frecuencia de 120 a 180 martillazos por minuto, con lo que podemos hacemos una idea de lo que estos artificios hidráulicos suponían en ahorro de trabajo físico a los procesos metalúrgicos. El martinete del Jébalo conserva todavía el canal y los muros del edificio, junto a otra dependencia en forma de torre, que correspondería al horno, también adosado al canal, lo cual nos hace pensar en que el agua accionaría un barquín, que no es otra cosa que un artilugio soplante, el cual, mediante otro eje, en este caso con solamente dos levas, movilizaría mediante un sistema de palanca dos grandes fuelles que avivarían el fuego de la fragua.

Esquema que representa el funcionamiento de un martinete
Esquema que representa el funcionamiento de un martinete

Otro topónimo que nos trae reminiscencias mineras es el de Robledo del Mazo. En las Relaciones de Felipe ll, los encuestados del agreste pueblo serrano dan como explicación al nombre del lugar que este dicho lugar antiguamente era posada de colmenas y siendo posada como dicho tienen, andaban en ellas ciertos osos que son muy perjudiciales para las colmenas, los cuales se las comían, y para evitar el dicho daño, hicieron en el arroyo que llaman de los Regatos del Mazo, un argumento de la misma agua del arroyo a un mazo que le pusieron hechizo, daba grandes golpes de noche y de día para con ellos espantara los tales osos que hacían daño, y por esta razón se vino a llamar Robledo del Mazo.

En el siglo XVI vemos como estos sencillos jareños llamaban a esta incipiente tecnología “hechizo”; por sus palabras parece que no llegaron a conocer el artilugio y es más probable a mi parecer que se tratara de un mazo minero reutilizado quizás para espantar a los golosos plantígrados, ya que no es poco el esfuerzo que requiere hacer la presa, el canal y el propio artificio para Iuego darle solamente esa utilidad. En las inmediaciones del cruce de la carretera de Anchuras con el río Fresnedoso podemos, todavía hoy, contemplarlas ruinas de una ferrería del siglo pasado, un gran cubo se mantiene en pie; con el agua en el contenida se movilizó una rueda probablemente horizontal, que a su vez accionaría la maquinaria, martinetes y barquines necesarios para la actividad metalúrgica.

Un mazo en el siglo XVIII. La rueda movida por el agua hace girar el eje que con sus dientes acciona el mazo y los fuelles de la fragua
Un mazo en el siglo XVIII. La rueda movida por el agua hace girar el eje que con sus dientes acciona el mazo y los fuelles de la fragua

Pero las instalaciones de mayor entidad fueron las ya referidas de las ferrerías de San José del Mazo. En 1844, don José Safont, rico hacendado catalán, especulador que había hecho su fortuna adquiriendo bienes desamortizados, compró un molino en las orillas del Pusa y construyó todo un complejo metalúrgico movido por energía hidráulica que se abastecía de una presa sobre el río, y para el que fue necesario construir un canal de gran longitud con acueductos para salvar arroyos y perforaciones costosas en el terreno pizarroso de las orillas. Lo construyó el ingeniero francés Elías Michelin (hay quien dice que era hermano del descubridor del neumático), que se encuentra enterrado en Los Navalucillos. Esta industria llegó a emplear a trescientos hombres, y supuso un gran impulso demográfico para la población de Los Navalucillos, ya que mantuvo su actividad fabril hasta principios de siglo.

Hoy en día estas ferrerías y martinetes no son más que ruinas, que antes de su completa destrucción deberían ser catalogadas, estudiadas y, en la medida de lo posible, restauradas por la administración pues son de un gran interés por su interés para la arqueología industrial y el patrimonio cultural de La Jara.