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ALMENDRAL DE LA CAÑADA, LEONESA ORIENTAL

CAÑADA LEONESA ORIENTAL III

Una estampa repetida desde hace siglos, las ovejas por la Cañada Leonesa Oriental a su paso por Almendra

A

Hornacina en la antigua iglesia de Almendral, hoy cementerio

ALMENDRAL DE LA CAÑADA

Recorrido aproximado 10 kilómetros, dos horas y media

Salimos de Fresnedilla y, tal como indica el plano, en una curva de la carretera que une esta localidad con El Real de San Vicente sale la cañada en dirección oeste hacia Almendral, entrando así en la provincia de Toledo.

Discurre la vía pecuaria amplia y respetada en toda su anchura, como en los orígenes de estos caminos ganaderos que algunos remontan hasta tiempos prehistóricos, cuando los vettones y pueblos ganaderos aún más antiguos se movían con sus ganados para aprovechar los pastos de las zonas cálidas en invierno y las frescas y serranas en verano. Vamos entre encinares y cercados, con la Sierra de San Vicente al sur y el farallón de Gredos al norte, hasta que, recorridos aproximadamente seis kilómetros, parte un camino hacia la izquierda que va hasta los Baños de la Pólvora, un balneario popular donde se podían tomar baños fríos y calientes de aguas medicinales con propiedades que, según sus usuarios, son beneficiosas para las enfermedades reumáticas. Disponía de alojamiento y servicio de comidas en un ambiente aislado y rústico.

Poco antes del caserío se levantan en medio del cordel las ruinas de la ermita del Cristo de la Sangre.

Ermita del Cristo en Plena cañada leonesa oriental

El pueblo se llamó Almendral de Arriba hasta 1916, en que su apellido pasó a ser “de la Cañada”, precisamente la que vamos conociendo. El cordel de ganados ha marcado incluso la toponimia de los pueblos de su recorrido.

Fuente en plena cañada a su paso por Almendral

Aunque existen los restos de los que pudiera haber sido un dolmen en el lugar conocido como “Los Majanos” junto al arroyo de las Fuentes, la primera referencia al lugar es de 1337, año en el que parece haber restos de una torre musulmana en su entorno, lo que explicaría el nombre de “Almenar”(atalaya o torre de observación) fuera con más probabilidad el nombre original, que habría derivado en Almendral. Cosas de la toponimia que podemos creer o no. No conocemos su primitiva localización aunque sí se encuentran restos de población medieval por todo el término, como en el paraje de “Las Artesas”, llamado así por la existencia de sepulcros medievales labrados en la piedra y que en la imaginación popular simulan las artesas, esos recipientes rectangulares en los que se hace la matanza o se guarda el pan.

Fue lugar del señorío de Navamorcuende, por lo que debía pagar al feudal una gallina por el solar donde asentaban sus viviendas.

Torre de la vieja iglesia del Salvador. hoy cementerio, tras la cruz blanca la cripta en la que se retiraba Ana de Almendral

No debemos dejar de visitar el cementerio, que en realidad es de la primitiva iglesia de El Salvador, arruinada ya. Sus antiguos muros guardan el pintoresco camposanto, con una de las viejas capillas convertida en un panteón familiar. En el muro oriental se puede ver una a modo de alacena de decoración gótica que serviría probablemente de sagrario. Al oeste se sitúa los restos de la torre y de la cripta donde, según sus escritos, tuvo sus primeras experiencias místicas la beatificada Ana de San Bartolomé, la que fuera secretaria de confianza de Santa Teresa, y la que con ella compartió proceso inquisitorial. Nació en 1549 y en sus memorias han quedado algunas anécdotas de su infancia en Almendral, como cuando la vaca “Cereza” la salvó de morir por la mordedura de un perro rabioso llevándola al pueblo sobre su lomo, o cómo los bueyes se amansaban para trillar con facilidad y no alterar las oraciones de Ana. Acabó sus días en una de las fundaciones carmelitas de Bélgica. Ha sido recientemente beatificad y se le ha erigido un monumento en Almendral junto a una fuente abovedada.

Monumento a la secretaria de Santa teresa, Beata Ana de San Bartolomé

Otros lugares con halo de magia se encuentran en el término, como La Mora Encantada, un lugar cerca de los molinos de Tejea, donde dicen que a los pastores que pasaban por allí se les metían serpientes por la boca.

Arquitectura Popular de Almendral de la Cañada

En el pueblo encontraremos también algunos rincones pintorescos con arquitectura tradicional en mampostería granítica, y veremos también la actual iglesia y las agujas de piedra del antiguo cerramiento de la plaza para las corridas de toros.

Ermita de San Sebastián junto a la Cañada con otra de sus fuentes.

En el término, lo que más llama la atención en es el gran robledal que puebla toda la cara norte del cerro de Cruces, aunque también valen la pena los paseos por el entorno de la garganta Torinas, donde quedan restos de algún molino de agua. En una relación de 1951 se habla de la riqueza natural de nuestro pueblo y se dice que había raposos, tejones erizos, hurones, gatos monteses y alguna nutria.

POR EL GUADYERBAS Y SOTILLO DE LAS PALOMAS

CAÑADA LEONESA ORIENTAL V

POR EL GUADYERBAS Y SOTILLO DE LAS PALOMAS

Recorrido aproximado 11 kilómetros, tres horas

La Cañada Leonesa Oriental por Sotillo y el Guadyerbas

Ya repuestos, volvemos a la cañada siguiéndola a pie. El tramo siguiente es uno de los pocos de la cañada que venimos recorriendo que son intransitables con todoterreno. Llegamos así hasta un agradable lugar situado a las orillas del río Guadyerbas. En este paraje rodeado de fresnos y praderas se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Guadyerbas, hoy convertida en pajar y de la que al menos desde el siglo XIII existen referencias históricas. Siempre tuvo fama la Virgen que acogía de buena intercesora para la lluvia: “Virgen de Guadyerbas, la hierba no nace/ y los corderitos se mueren de hambre/ Virgen de Guadyerbas, la del manto azul/ enviadnos agua para todo el común”, como decían los lugareños en unas coplillas. Es en realidad la iglesia de una antigua aldea hoy despoblada, como sucedió con el también cercano lugar de Parraces, del que cuentan que fue abandonado porque alguien envenenó sus aguas.

Ermita del Guadyerbas cerca de Sotillo

Un kilómetro después, llegaremos al pueblecito de Sotillo de las Palomas, otro lugar que formó parte del señorío de Navamorcuende, hasta que se hizo villa a finales del siglo XVII, aunque no queden restos de los símbolos erigidos en madera para atestiguarlo: “la horca fue colocada en el lugar de Fuente la Viña, en el camino de Marrupe, y la picota  en la plaza pública, frente a la Casa del Concejo”.

Escudo de los Dávila en el cabecero de la iglesia

El origen del  pueblo parece haber sido un palomar construido por un tal Juan Blazquez en la zona de la ermita de Guadyerbas por lo que se conoció como Soto del Palomar el paraje donde más tarde se asentaría. Daremos una vuelta por su caserío observando su arquitectura popular serrana, con las casas de una sola planta de mampostería granítica con los cercos de huecos y ventanas enjalbegados. Muchas de las viviendas tienen patio. Y echaremos un vistazo a su iglesia, que tiene cierto encanto con su espadaña y su portalillo sobre columnas de piedra. En su interior es de destacar el púlpito y un retablo barroco de cierta calidad.

Uno de los fresnos monumentales junto a la ermita de Guadyerbas

Un molino se sitúa en el Guadyerbas y tiene la curiosidad de haber funcionado con una máquina de vapor, aunque cuentan con sorna los mayores del pueblo que si hubiera seguido moliendo habría acabado con toda la leña de las magníficas dehesas que rodean a Sotillo.

Como fiestas de invierno celebran la Candelaria y San Sebastián, con el tradicional encendido del “chozo” por los quintos.

Desde aquí todo el cordel es transitable en vehículo hasta Velada, aunque en este primer tramo, si lo deseamos, podemos encaramarnos a pie hasta los restos de la medieval atalaya de Torrejón. Para ello deberemos tomar un camino que parte desde la entrada de la finca Carrascosa para llegar a la atalaya y desde allí, una vez hayamos disfrutado de las vistas y la soledad del paraje, descender de nuevo a la cañada por la cara occidental del cerro sobre el que se eleva.

La fiesta de verano en Sotillo se celebra al patrón, Santiago

El trayecto que vamos siguiendo es muy agradable, entre prados y dehesas con el Guadyerbas y sus amenos bosquecillos de ribera paralelos a nuestro recorrido. Nos cruzamos poco después con la carretera de Segurilla a Montesclaros. Cerca pasa el antiguo camino de Los Caleros por el que desde los hornos de Montesclaros se bajaba la cal hasta Talavera para luego comercializarla en la comarca e incluso en Madrid, ciudad que también tiene esculpidas con la piedra caliza de Montesclaros las esculturas de Neptuno y la Cibeles Hasta la capital llegaron los grandes bloques de piedra que por el cauce del Guadyerbas se llevaron a Velada y luego a Talavera y Madrid, donde los labraron para hacer las esculturas. El ayuntamiento de Montesclaros donó hace unos años al de Madrid la piedra necesaria para la restauración de una mano de la Cibeles después de haber sufrido atentados vandálicos de los forofos futboleros.

Arquitectura popular en Sotillo de las Palomas

A la izquierda de la cañada vamos viendo las elevaciones de El Berrocal, con su espeso bosque mediterráneo, más adehesado a la otra orilla del Guadyerbas, río al que podemos también descender por algún camino trasversal para disfrutar de sus hermosos bosques de ribera. Vamos llegando así al baldío de Velada famoso por la producción de sandías y carillas.

Gredos al fondo del valle del Guadyerbas por donde discurre la cañada

DE MOHEDAS A PUERTO POR LA CAÑADA

CAÑADA LEONESA ORIENTAL XIV

Mohedas bajo la tormenta y detrás la sierra de Altamira

DE MOHEDAS A PUERTO

Recorrido aproximado 11 kilómetros, 3 horas

Antes de iniciar nuestro tramo de hoy, que acabará en la población de Puerto de San Vicente, en el límite con Extremadura, vamos a visitar el pueblo de Mohedas, que es otra población en cuyo término existe una considerable riqueza arqueológica. El historiador local Fermín Fernández Craus ha localizado decenas de yacimientos donde aparecen piedras trabajadas datadas en el paleolítico o molinos barquiformes, puntas de flecha y hachas pulimentadas de épocas posteriores como el Calcolítico o la Edad del Bronce, incluso se ha encontrado un bonito brazalete de este metal. Son también numerosos los hallazgos de cerámicas de época romana y molinos de mano dispersos por su demarcación. También se han documentado tres aras romanas, dos de las cuales se utilizan como poyos para sentarse a la entrada de la ermita de la Virgen del Prado. De época visigoda son varios enterramientos localizados en los alrededores, un hermoso capitel y algunos fustes de columna.

Capitel visigodo en Mohedas

Como todos los pueblos jareños, Mohedas  fue aldea de Talavera que la repobló después de la conquista cristiana del territorio. El propio nombre del pueblo es de origen árabe pues parece que “mohedas” quiere decir lugar de monte alto o jaral. Es como si dijéramos que nuestro pueblo se llama “Jaral de la Jara”. De aquellas épocas de razzias e inseguridad queda en las cumbres de su sierra un lugar llamado Las Moradas, donde se habrían ocultado los habitantes mozárabes del territorio durante las épocas de enfrentamiento entre los dos bandos y, posteriormente, las partidas de maquis durante la posguerra última. También en la cueva de Los Doblones, con leyenda de tesoro incluida, se escondieron los guerrilleros antifranquistas.

LA IGLESIA. La iglesia de Mohedas perteneció también a la parroquia de Santiago de Zarzuela, hasta que se independizó pasando a ser cabeza eclesiástica de los pueblos de su entorno. A su templo quedaron subordinados los de Aldeanovita, Campillo y Puerto de San Vicente. Tal vez por ello su iglesia del siglo XVI sea la menos modesta de la zona y no deje de ser una buena expresión de la arquitectura religiosa rural. Se trata de una construcción en mampostería de tres naves con una puerta en la fachada sur formada por un arco de medio punto protegido por un recuadro o guardapolvo con ménsulas. La otra portada se sitúa en el lado de poniente y se abre bajo una bóveda de cañón en los mismos pies de la torre. Es un arco conopial sobre el que se ven a ambos lados dos medallones con el sol y la luna labrados en piedra.

En el interior del templo es de destacar el arco triunfal apuntado que indicaría una construcción más antigua, tal vez del siglo XV. Las naves están separadas por dos filas de columnas renacentistas que sostienen arcos rebajados. El retablo mayor, probablemente fabricado en el siglo XVII, es de cierta calidad y el presbiterio se encuentra adornado con varios paneles de hermosa cerámica de Talavera del siglo XVI formando un zócalo. Entre los motivos que decoran los azulejos vemos un escudo de armas y las imágenes de la Virgen y San Sebastián enmarcadas por los típicos motivos geométricos y vegetales de la azulejería renacentista talaverana.

Estela romana que sirve de asiento a la puerta de la ermita de la Virgen del Prado en Mohedas

ERMITA: La Virgen del Prado es patrona de Mohedas y su ermita se sitúa en la entrada oriental del casco urbano. Se trata de un bello edificio de buenas proporciones con planta basilical de tres naves que está levantado en ladrillo y sillería. En su entrada se sitúan haciendo de poyos dos bloques de granito de los que uno al menos fue un ara romano.

Puerta de la que fue casa natal del obispo asesinado por los franceses Juan Álvarez de Castro

CONJUNTO URBANO: Mohedas conserva bastantes construcciones de factura tradicional jareña en bonito aparejo de pizarra combinada con granito, como sucede en casi todos los pueblos de la jara occidental. Aquí se mantienen algunos edificios cuya arquitectura popular presenta algo más de empaque que las modestas edificaciones habituales en la comarca. Entre ellos debemos señalar la vivienda en la que nació uno de los más ilustres personajes “mohinos”, como denominan a los habitantes de Mohedas sus vecinos de Aldeanovita. Se trata de don Juan Álvarez de Castro obispo de Coria y héroe de la Guerra de la Independencia. La inscripción de 1790 sobre el portón con tejadillo así lo atestigua.

Fuente en Mohedas de la Jara

LUGARES DE INTERÉS: Mohedas Se encuentra muy cerca de la Sierra de Altamira por lo que podemos organizar desde el pueblo alguna que otra excursión a sus laderas. Los caminos suben por entre los arroyos que descienden de sus cumbres y que fueron cultivados desde antiguo con pequeños huertecillos y con frutales que suponían un complemento económico para las economías familiares locales, ya que eran comercializados en caballerías por todos los pueblos vecinos. Entre las más pintorescas de estas pequeñas gargantas donde se salpican las casillas y chozos de huertos y olivares podemos destacar las del Zauceral, Las Tablas o La Huesa.

Chozo en Mohedas con decoración de piedras de cuarzo

Si ascendemos por las laderas comienzan a aparecer los bosques de chaparros, madroños, quejigos y rebollares con manchas dispersas de castaño que hacen de estos parajes un lugar sumamente agreste y agradable. Podemos subir hasta los Riscos Altos o hasta las Moras, las dos elevaciones más destacadas de la sierra donde se refugiaban partidas de maquis y desde las que podemos disfrutar de un magnífico paisaje con la Jara hacia el este y el valle del Gualija y las Villuercas al oeste; el ascenso es duro pero realmente vale la pena. Otra elevación cercana, situada más al norte del término, es el Cerro del Castillo llamado así probablemente por los restos de amurallamientos que lo circundan.

FIESTAS: Entre las fiestas populares de Mohedas debemos resaltar la que se celebra el quince de Agosto en honor de la Virgen del Prado, patrona del pueblo a quien se dedica la ermita ya reseñada. En invierno se celebra San Sebastián. Esta última es sobre todo una fiesta religiosa sin las connotaciones arcaicas y a veces paganas que suelen tener los festejos celebrados bajo esta advocación en otros lugares, aunque por supuesto no faltan la música, la pólvora y la procesión con subasta de las andas del santo. El día de Todos los Santos se sigue manteniendo la costumbre de hacer el Calvote saliendo al campo los vecinos pertrechados de toda clase de frutos secos a disfrutar de un día en contacto con la naturaleza.

GASTRONOMÍA: El producto autóctono por naturaleza es el aceite de oliva del que, ya en el siglo XVIII, se decía que su color y transparencia eran similar a los del ámbar.

No debemos marcharnos sin probar las migas, el gazpacho o la cachuela, acompañados por ejemplo de unas dulces floretas.

El recorrido va al principio por terreno montuoso con algunos elementos de arquitectura popular en los que detenerse y luego por zona de siembra, siempre con la sierra de Altamira a nuestra derecha.

DE LA ESTRELLA A ALDEANOVITA POR LA CAÑADA

CAÑADA LEONESA ORIENTAL XIII

DE LA ESTRELLA A ALDEANOVITA POR LA CAÑADA

Arquitectura popular al paso de la cañada por término de Aldeanovita

Recorrido aproximado 7 kilómetros, más tres de la desviación a Aldeanovita, 3 horas

El recorrido de hoy tiene como lugar dominante en el trayecto al pueblo de Aldeanueva de San Bartolomé, al que podremos acercarnos desde la cañada con una pequeña desviación de tres kilómetros entre la ida y la vuelta,.

Muy cerca de la división de términos en la que hoy comenzamos nuestro periplo se encuentra uno de los monumentos megalíticos con los que cuenta La Jara. Es el llamado dolmen de La Estrella. Se encuentra en la finca conocida como La Aldehuela. Los ortostatos se erigieron hace más de cuatro mil años por los hombres del Calcolítico o Edad del Cobre.

Mina de cobre de La Borracha

Hay que señalar que a la distancia de algo más de un kilómetro en dirección oeste se pueden observar todavía las curiosas trincheras de unas antiguas explotaciones de cobre conocidas como las minas de “La Borracha”. No es extraño que estos afloramientos de metal, así como los del cercano pueblo de Campillo de la Jara, hubieran sido ya explotados por las gentes que construyeron el dolmen y que, probablemente, fueron también de los primeros pueblos que pusieron en práctica la agricultura y la ganadería en estas tierras.

Aunque actualmente se encuentra algo modificada su estructura por las labores agrícolas, podemos distinguir que el monumento estaba formado por una serie de doce ortostatos de piedra con una altura de 1,80 metros, de los cuales una parte se clavaba en el suelo. Son unos grandes lanchones de granito que se disponen en círculo formando una cámara. A ella se accede por un corredor limitado por dos filas de seis ortostatos de menor altura entre los que se puede distinguir uno de pizarra que tiene grabada una cazoleta. Otro ortostato caído entre la cámara y el corredor presenta también grabadas cazoletas y unas figuras antropomorfas muy esquemáticas que simulan figuras humanas. Las cazoletas son huecos semiesféricos de los que se desconoce el significado aunque se ha especulado con su carácter simbólico o de utilidad en determinados rituales. Todo el conjunto estaba rodeado y cubierto por un túmulo formado por acumulación de tierra y  pequeñas piedras

Dolmen de La Estrella

Parece que estos dólmenes se construían con una finalidad funeraria pero también tenían un significado relacionado con la distribución del territorio entre las tribus. En su interior se ha encontrado industria en piedra tallada, desde pequeños dientes de sílex que se embutían en un mango formando una hoz, hasta puntas de flecha y magníficos cuchillos del mismo material, acompañados con fragmentos de la cerámica hecha a mano utilizada en la época, sin torno.

Otra forma de acceder al dolmen que ahora nos ocupa es tomar la carretera desde Aldeanueva en dirección a La Estrella y antes del punto kilométrico 66,2 tomar un camino a la izquierda que nos conduce hasta el camino de Puente del Arzobispo, a menos de un kilómetro. Lo tomaremos en dirección norte y lo seguiremos dos kilómetros y medio hasta llegar al dolmen que se encuentra situado a unos doscientos metros a la izquierda.

Chozo en falsa cúpula cercano a la Cañada Real

Y ya que estamos con temas arqueológicos, debemos reseñar que el caserío se sitúa a los pies de una pequeña elevación que se denomina el Castrejón. Como su nombre indica, este lugar fue un antiguo castro amurallado cuya fortificación es conocida en el pueblo como “La Cerca de los Moros”, de cuyas defensas todavía podemos observar restos arruinados que habrían sido construidos en la Edad del Cobre, como el dolmen antes referido. También se observan restos de los muros de las viviendas del poblado que estuvo habitado nuevamente en la Edad Media. Vale la pena encaramarnos a esta pequeña altura y disfrutar de la vista jareña que desde allí se contempla.

Al igual que sucede con Las Herencias, cuenta este pueblo con dos estelas de la Edad del Bronce en pizarra. En una de ellas se observan una serie de motivos grabados entre los que destaca una figura humana de guerrero tocado con un casco del que salen dos enormes cuernos. El guerrero está acompañado de su espada, la lanza, el escudo, el carro y un animal muy esquemático que podría querer representar el animal de tiro. También aparecen las habituales cazoletas que vamos viendo talladas en los monumentos prehistóricos de la comarca.

Arquitectura popular Aldeanueva de San Bartolomé

Al este del caserío se sitúa una fuente en la que uno de los pilones para abrevar el ganado no es otra cosa que un sepulcro antropomorfo de granito en el que se marca claramente la zona destinada a la cabeza del difunto. La presencia romana también está documentada por el hallazgo de tres aras romanas, una de las cuales sirvió para que un tal Valerio Vracio cumpliera un voto a Júpiter, como se deduce de la inscripción.

Como todos los lugares de La Jara, estuvo habitada por los árabes y más tarde fue repoblada por los cristianos desde Talavera a partir de su conquista por Alfonso VI en 1083. Toda la zona occidental de La Jara estaba comprendida en la dehesa  del Pedroso, dividida más tarde en diecisiete heredades y cuyo territorio fue otorgado por Fernando III el Santo en 1220 al concejo talaverano para su repoblación. En la zona que visitamos ahora, el núcleo urbano más antiguo es Mohedas de la Jara y, según Jiménez de Gregorio, unos pastores que procedían de esta cercana localidad fueron los que en 1425 refundaron una nueva aldea o “aldea nuevita”, la conocida por el nombre de Aldeanueva de Mohedas, como todavía aparece en las Relaciones de Felipe II, estableciéndose posiblemente su primer caserío alrededor de un núcleo inicial en torno al actual barrio de “Toledillo”.

«Trenza» o artesanía de paja de centeno de Aldeanovita

En el siglo XVI, cuando se construye el templo parroquial y se pone bajo la advocación de San Bartolomé, el pueblo toma el apellido del santo y en 1833, al abolirse todos los señoríos, Aldeanueva adquiere la independencia respecto a Talavera como todos los lugares de La Jara. Es Aldeanovita un lugar de gente emprendedora que tradicionalmente se dedicó al campo y al trato de ganados. Cuenta con uno de los mayores índices de universitarios por número de habitantes de España y como curiosidad diré que aquí fue agraciado el “primer millonario” de las quinielas, lo que mereció un reportaje del No-Do sobre nuestra localidad.

IGLESIA: La iglesia merece una visita pues se trata de una construcción en sillería granítica del siglo XVI muy similar en su curiosa estructura al templo de Mohedas, con el que coincide en la peculiar entrada situada bajo la torre en su cara oeste.

Otra curiosidad del templo es la decoración que el pintor ruso Wladimir Straschko ha realizado en la capilla mayor de la iglesia que, aunque chocante por su estética en este pueblo jareño, no deja por ello de tener calidad artística.

Fuente de los antiguos baños de la Ferrumbrosa

CONJUNTO URBANO: Un paseo por el caserío no dejará de sorprendernos con algunos rincones de pintoresca arquitectura popular en pizarra, aunque son cada vez más escasos los edificios que conservan el aparejo tradicional.

Antiguamente dieron su servicio terapéutico a la comarca los baños de la Ferrumbrosa donde venían los lugareños a intentar aliviar sus dolores reumáticos, hoy solamente queda la fuente medicinal de la que se abastecían ya que el edificio destinado a las bañeras y  hospedaje ha desaparecido.

Arquitectura popular Aldeanueva de San Bartolomé

GASTRONOMÍA: No hay restaurantes en la población aunque podemos comer algo en sus bares y no debemos marcharnos sin adquirir uno de los magníficos quesos de oveja que se comercializan en las dos queserías locales. Entre los platos de la gastronomía local debemos destacar el pisto y su cordero excepcional. Para postre los dulces llamados candelillas o el rosco de la Virgen.

FIESTAS: Entre las fiestas populares debemos destacar las patronales de verano en honor a San Bartolomé, celebradas el 24 de Agosto. Todavía se festeja la “Candelaria” en invierno aunque ya queda solamente el rito religioso con la procesión y los dulces típicos, sin los aspectos carnavalescos que se mezclaba con esta celebración hace años.

POR LA CAÑADA A LA ESTRELLA

Chozo cerca de la cañada a su paso por término de Navalmoralejo
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CAÑADA LEONESA ORIENTAL 12

LA ESTRELLA

 Recorrido aproximado 7 kilómetros, 2 horas

Con desviación a La Estrella 17 km, 4 horas y media

En esta etapa salimos de Navalmoralejo y por un recorrido típicamente jareño entre sembrados, prados cercados, encinares y jarales solitarios vamos a recorrer el entorno occidental de La Estrella, pueblo al que podemos desviarnos para conocerlo tomando a la izquierda el camino que lo une con Carrascalejo.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es escanear0066-2.jpg

Las gentes del Calcolítico hace más de cuatro mil años construyeron el dolmen de La Aldehuela, en la linde de Aldeanovita con el término de La Estrella. Hay quien quiere hacer derivar el nombre del pueblo, Estrella, de “stella” por haberse encontrado enterramientos con estelas que llevan grabadas inscripciones sepulcrales romanas en las que aparecen nombres latinos como Sereno, Apiano o Ifito. Jiménez de Gregorio sugiere que el nombre de “El Estrella” quiere decir en realidad “El castillo”, y pudiera que dicha fortaleza fuera el castro céltico situado en la cumbre de Sierra Ancha. Después de la ocupación de Talavera por Alfonso VI en 1085, se fue repoblando el territorio que se encontraba al sur del Tajo, con el consiguiente abandono por las huestes bereberes de la cercana ciudad hispanomusulmana de Vascos. A toda la Jara comienzan a acudir pioneros, sobre todo colmeneros y ganaderos, que desde Talavera, cabeza del alfoz, van habitando las aldeas dependientes de la villa.En el siglo XIV Alfonso XI  la describe en su Libro de la Montería como “Real Monte”.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es escanear0001-8.jpg

LA IGLESIA: La parroquia madre de esta zona de La Jara se situaba en el despoblado de Santiago de Zarzuela pero, arruinada la iglesia y despoblado el lugar, pasó esta preeminencia a la iglesia de La Estrella de la que llegaron a depender hasta doce templos jareños bajo la advocación de Santa María de los Villares. Hoy se encuentra bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción, se construyó en el siglo XVI y se compone de tres naves divididas por tres pares de columnas con capiteles sencillos en cinco tramos iguales y un sexto más corto. Su capilla mayor está cubierta por un alfanje octogonal con lacería mudéjar tardía en forma de estrella mientras que las naves están cubiertas por un sencillo artesonado. El coro se sustenta por tres arcos carpanel rebajados. Las dos portadas son platerescas y de cierta calidad. La del norte está precedida por un atrio moderno a tres aguas sobre columnas y realzado con medias columnas jónicas sobre un basamento decorado con rosas y hornacina de concha en la parte superior. La puerta del sur o “del Sol” es de medio punto con frontón, un escudo en su interior y decoración almohadillada en las dovelas. Las ventanas y las cornisas delatan su estilo gótico aunque de transición al renacimiento. La torre es de dos cuerpos y adosada al piecero con decoración de perlas. La imagen de Nuestra Señora de la Asunción fue realizada por Nicolás Soria Tirado, alumno de Benlliure.

ARQUITECTURA POPULAR DE LA ESTRELLA: Vale la pena dar un paseo por el pueblo observando la bonita arquitectura popular de pizarra frecuentemente blanqueada, aparte de algunas casonas de interés, como la casa curato con inscripción del siglo XVIII, la casa de la orden de Calatrava con patio de columnas y escudo sobre la portada y una torre que al parecer perteneció a un convento. Son curiosas algunas ventanas con un cubreaguas de pizarra sobre el dintel siguiendo la tradición de los alfices mudéjares, así como los esquinazos de algunos edificios rematados en paredes curvas. En el entorno del pueblo se reparten graciosas fuentes cubiertas, pozos y chozos.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es escanear0150-674x1024.jpg

LUGARES DE INTERÉS: Río abajo de la cañada que viene desde la Vía Verde podemos visitar un puente de sillería y mampostería granítica construido por el concejo de Talavera en el siglo XVI para facilitar el paso de los muchos ganados que bajaban a los pastos extremeños. A unos tres kilómetros del casco urbano en dirección oeste, por la pista que va a Carrascalejo, se sitúa el paraje de “La Puente” llamado así porque sobre el arroyo Andilucha cruza un puente de aspecto medieval, de buena factura y con el piso bien empedrado. Aguas arriba y aguas abajo del puente se sitúan sendos pozos con sus pilas de lavar en un conjunto ameno para visitar. Por este camino de Carrascalejo, podemos acceder al pueblo de La Estrella y visitarlo, aunque se requiere un paseo de cinco kilómetros de ida y cinco de vuelta.

En la cima de la Sierra Ancha, la mayor de las dos elevaciones que forman la Sierra de La Estrella, podemos visitar los restos del amurallamiento de un castro de la Edad del Hierro en el que es curioso observar los huecos disimulados en el grueso del muro  que servían como refugio. Probablemente, estas cuevas camufladas también fueron utilizadas como escondite por los cristianos que, tras la reconquista, se atrevían a repoblar estas tierras inhóspitas batidas por las razzias de almohades y almorávides que les obligaban a refugiarse en estas alturas que eran denominadas “las moradas” por los esos asustados repobladores que dejaron en otras elevaciones de La Jara topónimos y murallas similares. En la Buha, el cerro más puntiagudo, se sitúa una explotación minera antigua. La forma del monte y la cueva minera han hecho que la fantasía popular haya querido ver un antiguo volcán en la cumbre de esta montaña.

Otro paraje curioso es la Cabeza del Conde, una elevación granítica formada en su cumbre por grandes bloques de piedra entre los que se refugiaron los hombres de la Edad del Cobre, más tarde gentes que se escondían durante los inseguros tiempos del medievo,  bandoleros y, más recientemente, los maquis. Unos quinientos metros río abajo de Cabeza del Conde podemos visitar las ruinas de un antiguo molino.

FIESTAS Y ARTESANÍA: No hay restaurantes ni hostales pero siempre habrá algo de comer en los bares de la localidad. En cuanto a la artesanía existe una asociación en la que se pueden adquirir bordados elaborados en el pueblo con diseños tradicionales de Lagartera. La fiesta principal se celebra el 15 de Agosto y está dedicada a Nuestra Señora de la Asunción.
GASTRONOMÍA: Para los esparragueros, la zona de la hoz del Uso, junto con la inmediata sierra de La Estrella, es un magnífico lugar para hacernos en su época con un buen manojo de espárragos “de cambronera”, que se diferencian de los trigueros por su mayor grosor, su sabor algo más amargo. La caza es también abundante y forma parte de su gastronomía tradicional junto con la matanza.

Llegamos así por la cañada a las inmediaciones de la finca de la Aldehuela, donde se halla un dolmen que por hallarse en término de Aldeanovita, describiremos en el capítulo siguiente. Muy cerca también podemos ver las minas de cobre de La Borracha, yacimiento mineral cuya explotación puede estar relacionada con los muchos vestigios de pueblos antiguos de la zona, como por ejemplo el también cercano yacimiento de La Argamasa.

PATRIMONIO COMARCAL EN PELIGRO (1): EL MENHIR DE LA LAGUNA DEL CONEJO EN GAMONAL

FICHA DE BIEN EN PELIGRO

MENHIR DE LA LAGUNA DEL CONEJO

Menhir de la Laguna del Conejo

Denominación.-

Menhir de la laguna «del Conejo» (nombre popular) o  laguna de la Dehesa

 Término Municipal.-

Gamonal (Talavera de la Reina)

 Situación.-

Al sur del casco de Velada pero en término de Talavera (Gamonal) muy próximo al cruce de la Cañada Leonesa Oriental con el llamado Carril de las Mulas. Se encuentra cerca del paraje conocido como la laguna del Conejo. En Gamonal se denomina Cerro de la Piedra.

 Categoría.-

Menhir, monumento megalítico

 

Menhir de la laguna del Conejo

Descripción del Bien.-

Menhir que, que se enmarca dentro del conocido como Megalitismo Extremeño que como otro desparecido junto al embalse del Guadyerbas, el llamado menhir de Parrillas, también se localiza junto a las viejas vías pecuarias de la trashumancia.

Se trata de un bloque granítico con la típica forma apuntada de los menhires que tiene en su cara sur numerosos huecos semiesféricos, las “cazoletas”, cuyo significado ritual para las gentes que lo erigieron hace cuatro mil quinientos años desconocemos. Algunas de estas cazoletas están comunicadas por canalitos cuyo simbolismo también ignoramos y que podemos ver en la imagen señaladas por una flecha.

En su entorno encontré algunas lascas trabajadas de sílex de tonalidades blancas.

Detalle del menhir mostrando sus cazoletas en término de Talavera de la Reina (Gamonal) y señalado uno de sus canales por la flechaDetalle del menhir mostrando sus cazoletas  y señalado uno de sus canales por la flecha

 Cronología principal.-

Quinto  Milenio Antes de Cristo

 Protección legal.-

Las genéricas de la normativa de protección autonómica y nacional

 Propietario.-

Junto al camino referido, probablemente utilizado como mojón en límite de dominio del camino con parcela privada

 Valoración del Bien.-

  • Valor arqueológico singular

Principales riesgos apreciados.-

  • Riesgo de desaparición como otro menhir similar junto al Guadyerbas en término de Oropesa
  • Riesgo de caída y deterioro por las labores agrícolas

En mi opinión debería llevarse a la población de Gamonal donde se podía exhibir en algún lugar señalado con información al respecto.

 Bibliografía de referencia.-

Méndez-Cabeza, M.  Palomo, G. La Villa de Velada, Toledo 1990,

Méndez-Cabeza, M. La Voz del Tajo, Talavera 1990

DESDE PUENTE A NAVALMORALEJO POR LA CAÑADA

CAÑADA LEONESA ORIENTAL 11

Chozo en falsa cúpula en navalmoralejo

PUENTE- NAVALMORALEJO

Recorrido aproximado 9 kilómetros, con desviación al puente del Andilucha y atalaya del Castillejo, 13 km, 3 horas y media.

Salimos de Puente y la cañada va paralela a la carretera de Villar del Pedroso, de la que saldremos siguiendo la vía pecuaria en la curva indicada en el plano. Recorremos un tramo de encinar y chaparreras para, después de unos cuatro kilómetros, llegar a  Navalmoralejo, pequeña aldea jareña entre hondones y piedras caballeras, al que cariñosamente llaman los pueblos vecinos “El Cuco”. En él no debemos dejar de visitar el pequeño museo de interpretación de la Ciudad de Vascos, que nos dará una idea general sobre el yacimiento, pues se encuentra en su jurisdicción, ya que fue absorbido por su ayuntamiento el término del desaparecido pueblo de Fuentelapio, del que solamente queda la finca que lleva su nombre y por la que pasamos camino de la ciudad hispanomusulmana.

Torre de la iglesia de Navalmoralejo

Navalmoralejo cuenta, además de con tan interesante yacimiento que describimos en la ruta correspondiente, con una bonita arquitectura popular en mampostería de pizarra con muchos de sus muros blanqueados y su templo modesto pero encantador. Podemos observar en él, formando parte del muro de la espadaña, un ara romana, en la que se perciben los gastados rostros esculpidos de dos personajes. El templo es de planta rectangular y cubierto por un sencillo artesonado de estilo mudéjar.

Silla de la iglesia de Navalmoralejo que es un ara romana de una pareja de romanos con el rostro erosionado

Además, es interesante visitar con un breve paseo desde el pueblo un paraje muy pintoresco con el viejo puente sobre el Andilucha, y cerca de allí, río abajo, acercarnos a una elevación en la que, además de disfrutar de las vistas, veremos los restos de una atalaya musulmana en el paraje del Castillejo.

Puente sobre el Andilucha en Navamoralejo

Si pasamos por aquí el día de San Antón tendremos oportunidad de observar un curioso ritual en el que los habitantes de Navalmoralejo se deslizan por la llamada Piedra Fariza para que el año entrante sea venturoso.

Cruz a las afueras de Navalmoralejo

Salimos de Navalmoralejo para continuar por un terreno más deforestado hasta llegar al ámbito del pueblo de La Estrella.

Torre de observación musulmana en Navalmoralejo

 

LLEGAMOS A PUENTE DEL ARZOBISPO

LLEGAMOS A PUENTE DEL ARZOBISPO
 EL PUENTE

Recorrido aproximado 9 kilómetros, 3 horas y media

Desde Alcolea la cañada nos une con Puente del Arzobispo tras recorrer escasos dos kilómetros y pasar por un puente sobre el arroyo de Las Praderas

Puente de la cañada leonesa oriental sobre el arroyo de las Praderas en Alcolea

Aguas abajo de Talavera de la Reina eran muchas las leguas que recorría el Tajo sin que hubiera ni un solo puente estable desde el tiempo de los romanos. Talavera mantenía a ultranza sus derechos sobre el paso del río por los grandes beneficios económicos y estratégicos que ello le reportaba, y ponía por ello toda clase de dificultades a la construcción de algún otro puente que hiciera competencia al suyo, aunque a duras penas se mantuviera en pie y hubiera de sufrir continuas reparaciones causadas por las crecidas. Por este motivo, incluso llegó a haber encuentros violentos con las monjas del monasterio de San Clemente de Toledo, señoras de Azután que defendían el paso a través del Puente Pinos, muy precario en su construcción y situado bajo el embalse actual, cerca del muro. Las gentes que querían cruzar el Tajo y aventurarse en La Jara, bien para repoblarla o para dirigir hacia los pastos de invierno a sus ganados trashumantes, debían vadearlo en las zonas más favorables durante el estiaje o atravesarlo en las barcas y cajones que cruzaban el río y que estaban frecuentemente situados aguas arriba de las presas molineras.

Representación dl puente en azulejos puenteños representandolo con las torres hoy desaparecida

A finales del siglo XIV detentaba la mitra toledana el arzobispo Tenorio que tenía propiedades en la zona de Alcolea heredadas de su madre Juana Duque, perteneciente a una noble familia talaverana. El prelado frecuentaba la zona por esta razón y conocía de los peligros a los que debían hacer frente los miles de peregrinos que se dirigían al monasterio de Guadalupe. Conmovido por los riesgos que afrontaban, el arzobispo inició la construcción de un magnífico puente medieval.

Se trata de una construcción en sillería de gran solidez que en un principio tenía ocho ojos pero que en la actualidad cuenta con once, siendo de mayor amplitud los dos centrales bajo los que pasa la mayor parte del caudal. En dos de sus estribos hay practicadas dos puertas que permitían en tiempos de inseguridad acceder directamente al agua del río, pues sobre ellos se erigían antiguamente sendas torres fuertes para defensa del paso. En uno de estos estribos se encuentra todavía una inscripción en piedra con letras góticas que dice:

ESTA PUENTE CON LAS TORRES DELLA MANDÓ FAZER EL MUCHO HONRADO EN CHRISTO PADRE E SEÑOR DON PEDRO TENORIO POR LA GRACIA DE DIOS ARÇOBISPO DE TOLEDO, ACABOSE DE FAZER EN EL MES DE OCTUBRE EL AÑO DEL SEÑOR DE MIL CCCLXXXVIII AÑOS.

Placa fundacional en letra gótica del puente del Arzobispo

Por supuesto, las monjas dueñas del puente de Pinos que habían tenido que luchar contra el concejo talaverano para mantener sus derechos, ahora protestaban porque el nuevo puente construido por el arzobispo perjudicaba a sus intereses, hasta el punto de que el prelado hubo de firmar con ellas una concordia para mantener sus derechos y evitar enfrentamientos, permitiendo que cobraran sustanciosos beneficios por el ganado trashumante que cruzaba por él.

Para valorar bien las verdaderas dimensiones y la belleza arquitectónica de este puente, debemos descender a la orilla del río, aguas abajo, y desde allí observaremos su prestancia y lo seguro de su construcción.

Centenares de nidos de vencejos en un ojo del puente.

Los viajeros de todas las épocas quedaban sorprendidos por su belleza y en grabados antiguos todavía pueden verse las torres. El noble bohemio León de Rosmithal se admira en 1466 por las dos “lindas torres” que tiene el puente. En el siglo XVI refiere Navagero que Puente “es buen lugar, situado a orillas del Tajo, y tiene sobre él un hermoso puente de piedra con una torre”. Ponz dice en el siglo XVIII que es obra “digna, grandiosa y benéfica”.

Es sin lugar a dudas este puente uno de los mejores construidos en España durante la Baja Edad Media, y tanto es así que al cruzarlo el rey Juan I dijo que “fue un gran servicio de Dios e una de las más notables cosas que en mi reinado se hizo y especialmente por se hacer en el río Tajo, en lugar muy necesario” pues antes de su construcción “los que acostumbraban a ir al romeraje de Santa María de Guadalupe… peligraban muchos cristianos en las barcas que entonces eran en el río”.

Vista del Puente del Arzobispo

Parece que antes de éste existió otro de madera junto a una pequeña población llamada Alcherina. Después de la construcción del puente, unas chozas y pequeñas viviendas comienzan a asentarse en su entorno y al pasar el rey Juan I en 1390, nos cuenta el alcalde en el siglo XVI, que decide fundar una villa en torno del puente. Esta villa será declarada franca de los impuestos de la época por lo que se denominará en un principio La Villa Franca de La Puente del Arzobispo. Como hemos visto, la construcción del puente tuvo su origen en razones devotas y en otros motivos económicos no tan altruistas, pues las monjas de San Clemente percibían “el pontazgo que pagaba el ganado trashumante y todo ganado forastero de pezuña hendida, yeguada y muletadas”. El Alcaide de las torres se llevaba también en tiempos de Felipe II diez mil maravedíes,  un leño por cada carga de leña que pasara y mil maravedíes por cada esclavo fugitivo que se apresara en la villa, o bien se quedaba con él si no aparecía el dueño.

Grabado del siglo XIX que representa el puente del Arzobispo idealizado

LA LEYENDA DEL PUENTE

A pesar de todas estas circunstancias de índole económica, el pueblo tejió sobre la magnífica edificación una bonita leyenda: “En cierta ocasión bajaban las aguas bravas. Tanto que se habían llevado con la crecida algunos ojos del puente de Talavera y los tablones del puente Pinos. El arzobispo tenía que cruzar sin falta el río para acudir a las granjerías que su madre le dejó en herencia por estas tierras. Esperó varios días pero las aguas seguían bajando altas. Al cruzar, un remolino hizo casi zozobrar la barca y, al sujetarse el prelado en la pértiga del  barquero para no caer al río, su anillo se hundió en las aguas. Era una joya magnífica con un rubí del tamaño de un huevo de gorrión que le habían regalado los judíos de Toledo. Tan disgustado quedó su eminencia por la pérdida, que ofreció una bolsa de monedas al mozo que consiguiera sacarlo del fondo del Tajo. Muchos lo intentaron en los días siguientes pero no consiguieron encontrarlo aunque ya sabéis que el agua de este río si no hay riada es como un cristal.

Cuando volvió el Arzobispo al cabo de unos meses y preguntó por su anillo. Unos pastores le dijeron que había sido imposible encontrarlo por más que hasta los zagales se sumergían en las pozas gritando  ¡A por el anillo del obispo!

Pues escuchad pastores -dijo el arzobispo Tenorio- Sed testigos de mi promesa: Si el anillo volviera a mí, he de construir un puente por el que ganados, peregrinos y viajeros crucen el río sin los trabajos con que ahora lo hacen.

Pasaron dos años y cuando el Arzobispo se disponía cierto día de primavera a comer en sus casas de Alcolea, ordenó le sirvieran uno de los grandes barbos del Tajo que tanto le gustaban y que se pescaban en el canal del molino de las monjas de Azután. Al abrir el pez las cocineras comenzaron a gritar y a reír pues entre las tripas brillaba el rubí. Conmovido por el hallazgo y considerándolo milagro de la Virgen de Guadalupe, esa misma noche ordenó que se comenzaran los trabajos para hacer un puente en el paraje donde había perdido su anillo”.

ALCOLEA Y DOS YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS

CAÑADA LEONESA ORIENTAL X

DOS YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS Y ALCOLEA

En el entorno del muro del embalse de Azután hay dos yacimientos arqueológicos que visitaremos así como el aula de interpretación de los mismos que se halla en el poblado de El Bercial, uno de esos «pueblos nuevos» de colonización para a continuación visitar el pueblo de Alcolea  siguiendo con la cañada.

Yacimiento paleolítico de Puente Pino

Cerca del muro del embalse, se sitúan dos importantes yacimientos arqueológicos que están siendo excavados actualmente, uno de ellos es el llamado de Puente Pino, pertenece al paleolítico y está junto al aparcamiento de la presa, dentro de un pinar. Se han encontrado en su estudio numerosos útiles tallados de piedra.

Recreación de taller paleolítico de Puente Pino en el aula de interpretación del yacimiento en El Bercial

También se está excavando un castro de la segunda edad de hierro, Seguir leyendo ALCOLEA Y DOS YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS

CAÑADA LEONESA ORIENTAL (IX) EN TORNO A EL BERCIAL Y EL EMBALSE DE AZUTÁN

CAÑADA LEONESA ORIENTAL IX

Verraco vettón doble de El Bercial y otro sencillo

Recorrido aproximado 14 kilómetros (con desviación a El Bercial de San Rafael y a los yacimientos de la presa de Azután), 6 horas.

La cañada cruza la carretera de Talavera a Puente del Arzobispo y, unos quinientos metros después, podemos desviarnos de la cañada si lo deseamos y tomar un camino que nos llevará al Bercial de San Rafael.

Alfonso VIII donó al Hospital del Rey de Burgos, regentado por el monasterio de las Huelgas Reales de esa misma ciudad, la dehesa que entonces se conocía como “Real Vosque, Villa y Casa de Vercial”. Su tierra se dividía en diez departamentos o millares donde pastaban las ovejas que eran propiedad del monasterio. Como tenía consideración de villa, tenía su rollo y su horca, así como la iglesia parroquial y una casa-palacio, actualmente en pie, donde residía el Caballero-Comendador, delegado de la abadesa del monasterio para administrar la cabaña. La campana del torreón tenía por fin “llamar a los pastores repartidos por la dehesa en el caso de ser acometidos en tal desierto de alguna invasión de gente de mal vivir o de algún incendio”. Contaban también con “fuertes y seguros calabozos con porzión de grillos y cadenas y todo género de prisiones”.

Los habitantes de los alrededores se beneficiaban de la finca con la recogida de criadillas de tierra, muy valoradas en toda España, y con la corta de retamas destinadas a los hornos alfareros de Puente del Arzobispo. Esta actividad contribuiría sin duda a la deforestación que actualmente se observa en el paisaje de la zona. En su término se encontraban, sobre la orilla del Tajo, los antiguos molinos de Ciscarros y el puente de Pinos que pertenecía a las monjas de San Clemente de Toledo, señoras del pueblo de Azután.

Fuente de La Solana con dos sepulcros romanos comoabrevaderos

Hoy día esta finca se denomina El Bercial de San Rafael y pertenece al patronato que financia al hospital de San Rafael de Madrid. Quedan muestras en su entorno de haber sido habitado el territorio desde antiguo, como demuestran los dos curiosos verracos unidos por el costado a modo de siameses y otro más deteriorado, tres esculturas zoomorfas que nos hablan de las raíces célticas de estas tierras que antes de los romanos estuvieron habitadas por los vettones que las esculpieron. Varios son los hallazgos que confirman la presencia romana en los alrededores, como la fuente de La Solana, que cuenta con dos sepulcros antropomorfos por abrevadero, o la fuente de El Arco, en la que se aprecia una piedra de molino romana formando parte de su estructura. Pero sin duda la pieza más valiosa se encuentra encastrada en el muro del hermoso patio del palacio. Se trata de una inscripción sobre mármol que según algunos eruditos se refiere a la muerte de un joven en unas carreras y según otros dice que el individuo en cuestión murió joven, demasiado rápidamente.

Estela romana de El Bercial

El último asentamiento se produce hace unas décadas cuando, en una parte expropiada de la finca, se construye un poblado del Instituto Nacional de Colonización, para aprovechar así las vegas más próximas al embalse de Azután, otro de los “pueblos nuevos” similar a los de Talavera la Nueva o Alberche del Caudillo.

UN PASEO HASTA EL EMBALSE DE AZUTÁN Y SUS YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS

Riberos del Tajo entre Calera y Alcolea

Andando podemos acercarnos desde Alcolea hasta el muro de hormigón que embalsa desde 1969 las aguas del Tajo para la producción de energía eléctrica. El inmenso lago artificial llega en su reculaje casi hasta Talavera, poco antes ya hemos hablado de la riqueza en avifauna de las llamadas “tablillas” de Azután junto al camino del Barro o en el reculaje de la desembocadura del Jébalo. Un ecosistema lacustre artificial que se prolonga hasta aquí y en el que asientan colonias de garcillas bueyeras, martinetes, garcetas, avetorillo, avetoro, garza imperial, calamón, aguilucho lagunero y pájaro moscón. En invierno anátidas de diferentes especies, grullas, cormoranes o águilas pescadoras alegran con su bullicio este gran lago mesetario.

El río discurre entre los más encajados riberos de Calera y Aldeanueva de Barbarroya en la otra orilla. Antes del embalse, el agua corría por estos parajes en “rapidos furiosos” que amedrentaban a los ingenieros que desde el siglo XVI recorrieron el río para intentar hacerlo navegable. Bajo sus aguas se encuentran los antiquísimos molinos de Ciscarros, una calzada romana o el puente Pinos que servía para cruzar el río antes de que el arzobispo Tenorio construyera el suyo. Estos riberos son un magnífico lugar para la práctica de la pesca y del piragüismo, disfrutando de la fauna que se concentra en sus encinares y acebuchales.

El próximo viernes visitaremos los dos yacimientos arqueológicos y el pueblo de Alcolea