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CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE ( y 17) Y LLEGAMOS AL MONASTERIO CON UNA LEYENDA DE MOROS

Claustro del monasterio con su hermoso templete mudéjar

Abandonamos Alía por el viejo camino de Guadalupe que parte desde el sur del casco urbano en dirección oeste. Seguimos su trazado paralelo a la carretera con la que volvemos a encontrarnos después de recorrer unos dos kilómetros y medio. Junto a la carretera se encuentra la capilla de la Virgen de la Concepción a la que nos hemos referido ya cuando hablamos de la ermita de la misma advocación. Después de una curva muy cerrada salimos de la carretera y tomamos nuevamente el camino que asciende hacia el collado del Madroño dejando una zona recreativa con una fuente a la izquierda. Vale la pena detenerse y contemplar el panorama desde el collado, para después descender por la Hoya de las Infantas hasta encontrarnos con el Río Valmorisco.

Vista panorámica de Alía

Puede que vayamos a parar otra vez a la carretera, junto al puente viejo de este río, pero debemos ascender por la ribera doscientos metros para luego tomar de nuevo la ruta a Guadalupe que sale a la izquierda ascendiendo por un camino que pasa junto a una fuente. Más arriba no debemos tomar el camino de la izquierda pues volveríamos a la carretera. Tomaremos el de la derecha que sigue un recorrido muy agradable entre alcornoques y olivares hasta dar vista a Guadalupe de la que ya solamente nos separa el arroyo de Valhondo. Después de atravesar el abandonado ferrocarril Talavera-Villanueva cerca de su estación y viaducto habremos llegado a Guadalupe.

Vista panorámica de Guadalupe. A la derecha el viaducto de la línea Talavera-Villanueva de la Serena, de la que es parte la vía Verde de la Jara
Guerreros musulmanes se dirigen a la batalla

UNA LEYENDA DE MOROS

En término de Alía existe un lugar conocido como el cerro del Moro y cuenta una leyenda recogida en la revista “Guadalupe” en 1913 que el castillo de Alía pertenecía a un moro llamado Abderramán Ben Muza, señor de los contornos.

“Tenía el moro una hija llamada Zulima, esbelta como las palmeras del desierto y bonita como la sonrisa de una madre” y para custodiarla levantó y fortificó su castillo. En una de sus correrías guerreras el moro capturó a veinte prisioneros cristianos y los encerró en sus mazmorras. Marchó más tarde a otra de sus razzias y dejó a Zulima en el castillo. Conmovida por los gritos y gemidos de los cautivos, visitó la morilla los calabozos y allí se fijó en Gonzalo Vargas, uno de los caballeros cristianos allí encerrados.

Por compasión de los prisioneros ordenó que les quitaran grillos y cadenas y que permitieran los centinelas que bajo su vigilancia pasearan por el patio de armas del castillo. Gonzalo y Zulima se enamoraron mientras Abderramán tardaba en volver de sus correrías. Por intercesión de los cautivos llegó Zulima a un acuerdo con los vecinos cristianos de Talavera por el que conservaría sus tierras y castillos si pagaba las parias. Los prisioneros fueron liberados y desde entonces defendieron a la mora y su señorío. Ella se convirtió al cristianismo y se casó con el caballero.

Pero un día llegó Ben Muza tras la derrota de Las Navas de Tolosa enfurecido por las noticias sobre su hija que le habían llegado al campo de batalla. Abrieron los puentes levadizos y el moro entró en el castillo, subió a la estancia de su hija y la encontró con su marido cristiano amamantando a su hijo. Tomó Abderramán al niño y lo arrojó con furia por una ventana. Todos se abalanzaron para asomarse y observaron que una hermosa mujer morena como Zulima sostenía al niño.

El moro se hizo cristiano y con el correr de los años se identificó a esa señora con la Virgen de Guadalupe.

Detalle de las puertas de bronce de la iglesia de Guadalupe

CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (15) CONOCEMOS ALÍA Y SU ENTORNO

Detalle de la decoración mudéjar de la iglesia de Alía

La guerra causó grandes destrozos en el patrimonio de Alía. Uno de los monumentos dañados, aunque después parcialmente restaurados, fue la ermita de la Virgen de la Concepción que se halla en la dehesa Boyal y que era llamada antes de Aguas Santas por acudir a ella los vecinos en épocas de sequía. A la salida del pueblo, camino de Guadalupe, se ha levantado recientemente una hornacina con una imagen en cerámica de esta misma advocación, a la que el quince de Agosto se venera desde las doce de la noche a las dos de la mañana en los llamados “Buenos días a la Virgen”. Otra ermita también afectada por la contienda se encuentra en el casco urbano y es conocida como la de La Pasión. Según el historiador local Valentín Alcojol fue un antiguo hospital de peregrinos.

Una de las ermitas de Alía

También conserva el pueblo una arquitectura tradicional típicamente jareña que describimos en una entrada hace unos días

Bóveda de crucería en la iglesia de Alía

LA IGLESIA

Durante nuestro periplo por los caminos guadalupanos iremos visitando algunas obras de arte mudéjar de gran interés y con ciertas características comunes y similitudes derivadas de la influencia que el monasterio y los alarifes que trabajaron en él llevaron a  las construcciones del entorno.

La iglesia parroquial de Alía se encuentra bajo la advocación de Santa Catalina, patrona de la localidad. Se trata de un templo de tres naves y crucero con una mayor altura en la central. Remata con una cabecera poligonal. Las naves están separadas por hermosos arcos apuntados construidos en ladrillo, como los pilares en los que se apoyan que son achaflanados y rematados en imposta. Esta característica así como la combinación de mampostería y ladrillo en el aparejo de sus muros o el portal del acceso de sur son algunos de los aspectos comunes  con la  iglesia de Valdecaballeros, que junto a la de La Calera y la de Castilblanco dependieron de ésta parroquia de Alía. Por supuesto se perciben también algunas semejanzas con motivos del claustro del monasterio de Guadalupe.

Torre y pórtico de la iglesia de Alía

El presbiterio se eleva en el exterior sobre el cuerpo de la iglesia con arcos ciegos apuntados fabricados en ladrillo. La torre es curiosa, rematada en espadaña, de planta rectangular y de pequeñas dimensiones, desproporcionada con la amplitud del cuerpo de la iglesia. Es también muy similar en su tipología a una de las torres del monasterio de Guadalupe.

Arquitectura popular de La Calera con grandes chimeneas

En el entorno de Alía es posible disfrutar también de algunos parajes de interés, además de los ya conocidos de los Guadarranques y Peña Amarilla. Podemos acercarnos al encantador pueblecito de La Calera incluido también en este ayuntamiento. Se trata de una aldea sumergida en las Villuercas, al pie de la Sierra de La Palomera. Tiene un par de bares y una arquitectura popular con algunos edificios que conservan el sabor serrano y si tomamos un camino que va directamente a Guadalupe desde La Calera pasaremos junto a una presa que resulta curiosa y pintoresca entre estas barreras y barrancos.

Presa cercana a La Calera

También al nordeste del término de Alía, solo que más cercano a Navatrasierra, en las riberas de uno de los afluentes del Guadarranque se encuentra el bonito paraje del charco de  La Trucha que cuenta con uno de los mejores bosques de loros del entorno y una quesería donde se puede adquirir queso de cabra con marchamo ecológico. Las magníficas pozas pueden servirnos para refrescarnos en el verano y seguro que nos sorprende la fauna de estos lugares solitarios donde no es extraño que nos crucemos con algún venado. También tiene algo de mágico el lugar pues uno de los charcos que se forman entre las cascadas aseguran los lugareños por su profundidad y oscuridad que es un “resolgaero del mar y si una cabra cae a él salen sólo sus tripas porque se la han comido los tiburones”

Charco de la Trucha

Al sur del casco urbano de Alía, como a cuatro kilómetros, discurre el Guadalupejo en cuyas orillas se asientan antiguos molinos de agua que serán, junto al paisaje y la soledad, otro atractivo para pasear por sus riberas. Podemos llegar al río siguiendo un cordel que va a parar junto a las ruinas del primero de los molinos, el de Los Cerezos. Subiendo después aguas arriba encontramos el molino de La Puente, llamado así por encontrarse junto a un encantador puentecillo de mampostería. Si ascendemos más encontramos los restos de los molinos de Los Vallejos, de Las Covachas y el de Las Corchas en un recorrido ribereño de unos tres kilómetros.

Los valles del entorno de Alía son de una gran belleza y soledad

Pasado el kilómetro 156 de la carretera que nos traía desde Puerto de San Vicente sale un camino en dirección sureste que nos puede acercar hasta unos antiguos baños hoy arruinados donde acudían gentes del entorno para aliviar sus dolores. El último tramo del camino debe realizarse necesariamente a pie.

En cuanto a la artesanía, en Alía hay visitar viejos telares de tradición árabe en los que todavía se elaboran hermosos tejidos de lana y lino. También son de gran interés los bordados locales.

Semana Santa en Alía

Las fiestas populares se celebran el 25 de Noviembre en honor de Santa Catalina y del 13 al 15 de Agosto las fiestas estivales de la Virgen. El 1 de Mayo se va en romería a la ermita de la Concepción.

En cuanto a la gastronomía, en dos de los restaurantes de la localidad nos repondremos de las caminatas degustando la cocina local de la que forman parte sustancial los platos de caza además de los típicos gazpacho, migas, caldereta de cabrito, cuchifrito y “rebolao”. De postre los “encanutaos”, roscas, perrunillas o candelillas y el magnífico queso de cabra de la zona.

Flora de los Guadarranques

CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (12) DESDE MOHEDAS A PUERTO

Sierra de Altamira con los arroyos que descienden desde ella y que eran aprovechados por las gentes de Moheda

Mohedas se encuentra muy cerca de la Sierra de Altamira por lo que podemos organizar desde el pueblo alguna que otra excursión a sus laderas. Los caminos suben por entre los arroyos que descienden de sus cumbres y que fueron cultivados desde antiguo con pequeños huertecillos y frutales que suponían un complemento económico para las economías familiares locales, ya que sus productos eran comercializados en caballerías por todos los pueblos vecinos. Entre las más pintorescas de estas pequeñas gargantas podemos destacar las del Zauceral, Las Tablas o La Huesa.

Peculiar torre de Mohedas con la portada occidental bajo ella

Si ascendemos por las laderas comienzan a aparecer los bosques de chaparros, madroños, quejigos y rebollares con manchas dispersas de castaño que hacen de estos parajes un lugar sumamente agreste y agradable. Podemos subir hasta los Riscos Altos o hasta las Moras, las dos elevaciones más destacadas de la sierra donde se refugiaban partidas de maquis y desde las que podemos disfrutar de un magnífico paisaje con la Jara hacia el este y el valle del Gualija y las Villuercas al oeste; el ascenso es duro pero realmente vale la pena. Otra elevación cercana, situada más al norte del término, es el Cerro del Castillo llamado así seguramente por los restos de amurallamientos que lo circundan. En el llano, el paraje de La Dehesa conserva como su nombre indica un buen espacio de bosque mediterráneo adehesado.

Fuente en Mohedas junto a los molinos

Entre las fiestas populares de Mohedas debemos resaltar la que se celebra el quince de Agosto en honor de la Virgen del Prado, patrona del pueblo a quien está dedicada la ermita ya reseñada. En invierno se celebra San Sebastián. Esta es sobre todo una fiesta religiosa sin las connotaciones arcaicas y a veces paganas que suelen tener los festejos celebrados bajo esta advocación en otros pueblos, aunque por supuesto no faltan la música, pólvora y la procesión con subasta de las andas del santo. El día de Todos los Santos se sigue manteniendo la costumbre de hacer el Calvote saliendo los vecinos al campo pertrechados de toda clase de frutos secos a disfrutar de un día en contacto con la naturaleza.

Olivo en Mohedas, donde decían en el siglo XVIII que el aceite es como ámbar

Abandonamos Mohedas por el camino de Puerto de San Vicente que coincide con la actual carretera desde el límite del término de Mohedas, aunque los primeros cinco kilómetros discurre paralelo a la carretera. Ya sabemos que también podemos acceder directamente por la cañada que desde “Aldeanovita” nos lleva a Puerto sin pasar por Mohedas.

Tanto el camino como la carretera son agradables pues sus nueve kilómetros de trayecto pasan muy cerca de las faldas de la sierra, entre pinares de repoblación con buenas vistas sobre La Jara profunda.

Chozo junto a los huertos en Mohedas

LLEGAMOS A PUERTO DE SAN VICENTE Y CONOCEMOS ALGO DE SU HISTORIA

Debido al estratégico lugar en que se sitúa este encantador pueblecito jareño, no es extraño que haya sido habitado desde antiguo en torno a las fuentes que brotan en el casco urbano o en sus alrededores. Es probable que también en este paraje se localizara una antigua ermita además de las ventas referidas. Pero incluso antes de los primeros núcleos habitados por la repoblación cristiana, los visigodos dejaron aquí muestras de su paso, como lo demuestra el tenante de altar labrado típico de esta época que se puede ver en la iglesia parroquial.

Puerto de San Vicente desde la cueva de la Fuente Santa

Varias monedas locales de los siglos XI y XII se han encontrado en el propio caserío según nos cuenta la historia local escrita por su párroco Santiago Zamora. En el siglo XIV ya andaba Alfonso XI cazando por estos montes entregado a su pasión venatoria y todavía en el siglo XVI, Puerto de San Vicente es, como todos los pueblos de La Jara, “del arzobispo de Toledo y sujeto a Talavera”.

Cerca del lugar había entonces dos ermitas, la de San Bartolomé de la Raña, que probablemente coincide con el actual lugar de Puerto Rey, “que está dos leguas de este lugar y por donde sus majestades han pasado y pasan a Nuestra Señora de  Guadalupe”; y por otra parte también hay constancia de la existencia de la ermita de Nuestra Señora de la Concepción, que se encontraba en el mismo collado del puerto, en el hermoso lugar desde el que, al trasponer la sierra, se contemplan los desiertos valles serranos de los Guadarranques, y el curso del río Gualija, entre las sierras del Obispo y la de Altamira. Lugares todos ellos muy agrestes, como decían en 1578 sus vecinos: “…no es tierra abundosa y que tiene leña abundosa y que es muy montosa de montes bajos de jara y berezo y madroñas y aulagares y que hay muchos osos y lobos y zorras y texones y guarduñas y gatos monteses y algunos venados y ciervos y jabalínes y conejos y liebres y otras cazas que por la prolixidad no se ponen y salvaxinas con que comen los panes y no dexan medrar los labradores comiéndose los ganados y las colmenas en que les hacen mucho daño”.

LLEGAMOS A MOHEDAS, CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (11)

MOHEDAS DE LA JARA

Piedras de molino de mano de diferentes yacimientos arqueológicos

Recorridos cinco kilómetros desde Aldeanovita en dirección sur nos encontraremos con  el pueblo de Mohedas, si es que vamos siguiendo el camino que discurre por los núcleos urbanos y no seguimos el cordel que como hemos señalado conducía de una manera más directa a los peregrinos hasta el Puerto de San Vicente.

Mohedas es otra población que tiene un término con una considerable riqueza arqueológica. El historiador local Fermín Fernández Craus ha localizado decenas de yacimientos donde aparecen piedras trabajadas datadas en el paleolítico o molinos barquiformes, puntas de flecha y hachas pulimentadas de épocas posteriores como el calcolítico o la Edad del Bronce, habiéndose hallado incluso un bonito brazalete de este metal. Son también numerosos los hallazgos de cerámicas de época romana y molinos de mano dispersos por su demarcación. Incluso se han documentado tres aras romanas, dos de las cuales se utilizan como poyos para sentarse a la entrada de la ermita de la Virgen del Prado. De época visigoda son varios enterramientos localizados en los alrededores y un hermoso capitel y algunos fustes de columna.

Detalle de la portada occidental de la iglesia de Mohedas

Como todos los pueblos jareños, Mohedas  fue aldea de Talavera que la repobló después de la conquista cristiana del territorio. El propio nombre del pueblo es de origen árabe pues parece que “mohedas” significaría lugar de monte alto o jaral. Es como si dijéramos que nuestro pueblo se llama “Jaral de la Jara”. De aquellas épocas de razzias e inseguridad queda en las cumbres de su sierra un lugar llamado Las Moradas donde se ocultarían los habitantes mozárabes durante las épocas de enfrentamiento entre los dos bandos, como ya hemos descrito en la sierra de La Estrella.

Azuejería de Talavera del siglo XVI en la iglesia de Mohedas

Mohedas perteneció también a la parroquia de Santiago de Zarzuela hasta que se independizó pasando a ser cabeza eclesiástica de los pueblos de su entorno pues a su iglesia quedaron subordinadas las de Aldeanovita, Campillo y Puerto de San Vicente. Tal vez por ello su templo del siglo XVI sea el menos modesto de la zona y no deja de ser una buena expresión de la arquitectura religiosa rural. Se trata de una construcción en mampostería de tres naves con una puerta en la fachada sur, formada por un arco de medio punto protegido por un recuadro o guardapolvo con ménsulas, y otra portada en el lado de poniente que se abre sobre una bóveda de cañón en los mismos pies de la torre. Es un arco conopial sobre el que se ven a ambos lados dos medallas de estilo con el sol y la luna labrados en piedra.

Ermita de la Virgen del Prado en Mohedas

En el interior del templo es de destacar el arco triunfal apuntado que indicaría una construcción más antigua, tal vez edificado en el siglo XV. Las naves están separadas por dos filas de columnas renacentistas que sostienen arcos rebajados. El retablo mayor probablemente labrado en el siglo XVII es de cierta calidad y el presbiterio se encuentra adornado con varios paneles de hermosa cerámica de Talavera del siglo XVI formando un zócalo. Entre los motivos que decoran los azulejos vemos un escudo de armas y las imágenes de la Virgen y San Sebastián enmarcadas por los típicos motivos geométricos y vegetales de la azulejería renacentista talaverana.

Arquitectura popular en Mohedas de la Jara

La Virgen del Prado es patrona de Mohedas y su ermita se sitúa en la entrada oriental del casco urbano. Se trata de un bello edificio de buenas proporciones con planta basilical de tres naves que está levantado en ladrillo y sillería. En su entrada se sitúan haciendo de poyos dos bloques de granito de los que al menos uno fue un ara romano.

Mohedas conserva bastantes construcciones de factura tradicional jareña en bonito aparejo de pizarra combinada con granito, como sucede en casi todos los pueblos de la jara occidental. Aquí se conservan algunos edificios cuya arquitectura tiene algo más de empaque que en el resto de la comarca. Entre ellos debemos señalar la vivienda en la que nació uno de los más ilustres personajes mohinos, como denominan a los habitantes de Mohedas sus vecinos de Aldeanovita. Se trata de don Juan Álvarez de Castro obispo de Coria y héroe de la Guerra de la Independencia.

Puente del sigloXVII sobre el arroyo Cubilar en Mohedas

VISITAMOS ALDEANOVITA, CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (10)

Arquitectura popular de Aldeanueva de San Bartolomé

Como todos los lugares de La Jara, estuvo habitada por los árabes y más tarde fue repoblada por los cristianos desde Talavera a partir de su conquista por Alfonso VI en 1083. Toda la zona occidental de La Jara estaba comprendida en la dehesa  del Pedroso, dividida más tarde en diecisiete heredades y cuyo territorio fue otorgado por Fernando III el Santo en 1220 al concejo talaverano para su repoblación.

En la zona que visitamos ahora, el núcleo urbano más antiguo es Mohedas de la Jara y, según Jiménez de Gregorio, unos pastores que procedían de esta cercana localidad fueron los que en 1425 refundaron una nueva aldea o “aldea nuevita”, la conocida por el nombre de Aldeanueva de Mohedas, como todavía aparece en las Relaciones de Felipe II, estableciéndose posiblemente su primer caserío alrededor de un núcleo inicial en torno al actual barrio de “Toledillo”.

Artesanía de la trenza en Aldeanovita

En el siglo XVI, cuando se construye el templo parroquial y se pone bajo la advocación de San Bartolomé, el pueblo toma el apellido del santo y en 1833, al abolirse todos los señoríos, Aldeanueva adquiere la independencia respecto a Talavera como todos los lugares de La Jara. Es Aldeanovita un lugar de gente emprendedora que tradicionalmente se dedicó al campo y al trato de ganados. Cuenta con uno de los mayores índices de universitarios por número de habitantes de España y como curiosidad diré que aquí fue agraciado el “primer millonario” de las quinielas, lo que mereció un reportaje del No-Do sobre esta localidad.

Las pinturas del ruso Vladimir en la iglesia de Aldeanovita

IGLESIA: La iglesia merece una visita pues se trata de una construcción en sillería granítica del siglo XVI muy similar en su curiosa estructura al templo de Mohedas, con el que coincide en la peculiar entrada situada bajo la torre en su cara oeste.

Otra curiosidad del templo es la decoración que el pintor ruso Wladimir Straschko ha realizado en la capilla mayor de la iglesia que, aunque chocante por su estética en este pueblo jareño, no deja por ello de tener calidad artística.

Fuente de los antiguos baños de la Ferrumbrosa

CONJUNTO URBANO: Un paseo por el caserío no dejará de sorprendernos con algunos rincones de pintoresca arquitectura popular en pizarra, aunque son cada vez más escasos los edificios que conservan el aparejo tradicional.

Antiguamente dieron su servicio terapéutico a la comarca los baños de la Ferrumbrosa donde venían los lugareños a intentar aliviar sus dolores reumáticos, hoy solamente queda la fuente medicinal de la que se abastecían ya que el edificio destinado a las bañeras y  hospedaje ha desaparecido.

Arquitectura popular Aldeanueva de San Bartolomé

GASTRONOMÍA: No hay restaurantes en la población aunque podemos comer algo en sus bares y no debemos marcharnos sin adquirir uno de los magníficos quesos de oveja que se comercializan en las dos queserías locales. Entre los platos de la gastronomía local debemos destacar el pisto y su cordero excepcional. Para postre los dulces llamados candelillas o el rosco de la Virgen.

Vieja fotografía del antiguo ayuntamiento de Aldeanovita

FIESTAS: Entre las fiestas populares debemos destacar las patronales de verano en honor a San Bartolomé, celebradas el 24 de Agosto. Todavía se festeja la “Candelaria” en invierno aunque ya queda solamente el rito religioso con la procesión y los dulces típicos, sin los aspectos carnavalescos que se mezclaba con esta celebración hace años.

NOS VAMOS PARA ALDEANOVITA. CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (9)

Arquitectura popular en el entorno de Aldeanueva de San Bartolomé

Abandonamos La Estrella y vamos paralelos al arroyo Andilucha que en esta zona está muy deforestado y solamente conserva las resistentes y punzantes tamujas que festonean sus riberas. Comienzan ya a aparecer las primeras labrancillas y majadas construidas en pizarra.

Dolmende la Aldehuela en La estrella, cerca de Aldeanovita

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PASAMOS POR LAS HERENCIAS, Camino de Los Bandoleros a Guadalupe (2)

PASAMOS POR LAS HERENCIAS,

Camino de Los Bandoleros a Guadalupe (2)

Ventana en Las Herencias, decorada con azulejería de Ruiz de Luna

Enfrente de la isla de El Alariche se encuentra la antigua granja de Pompajuela. Es una explotación agrícola que aparece en los textos históricos desde la Edad Media y cuyo nombre, según Jiménez de Gregorio, derivaría de algún personaje romano llamado Pompeyo. No sería extraño que en tierras tan feraces hubiera tenido su solar alguna villa romana y en el mismo sentido apuntarían los restos arqueológicos de la época hallados en su entorno. Seguir leyendo PASAMOS POR LAS HERENCIAS, Camino de Los Bandoleros a Guadalupe (2)