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RUTA DE LOS POZOS NUEVOS Y LAS ACEÑAS DEL TAJO

RUTA DE LOS POZOS Y LAS ACEÑASpozos-y-acenas

LA EXCURSIÓN

Recorrido aproximado 13 kilómetros,  4 horas

Pozo, pila de lavar, parapeto de mampostería en el arroyo de los Pozos nuevos en Valdeverdeja
Pozo, pila de lavar, parapeto de mampostería en el arroyo de los Pozos nuevos en Valdeverdeja

Vamos hoy a comenzar otro recorrido en el que conoceremos parajes de gran belleza en las riberas del Tajo, donde se encuentran numerosas y antiguas instalaciones molineras así como otros elementos etnográficos y paisajísticos de interés. Esta ruta discurre por los términos de El Torrico y Valdeverdeja, pueblo este último donde comenzaremos nuestro trayecto, a la entrada del caserío, donde se marca el inicio de la Ruta de los Pozos.

Otro tipo de pozo en el arroyo de los pozos Nuevos de Guadalajara

Seguimos el camino señalado hasta llegar a una explanada donde acaba el camino carretero. Continuamos por la senda bajando hacia el valle y comenzamos a transitar por un curioso paraje donde a un lado y otro del arroyo vamos observando la existencia de numerosos pozos con el brocal de granito. Algunos de ellos tienen en la tapa de hierro o en sus pilas las iniciales grabadas de sus dueños. Junto a las pilas algunas presentan unas pequeñas mesitas de piedra donde se tendía y golpeaba la ropa. Varios de estos pozos tienen incluso una pequeña casa de mampostería. Hay también un huerto con una fuente cubierta y, más arriba, un pozo de mayores dimensiones obra del ayuntamiento y de uso común. Este paraje del arroyo de los “Pozos Nuevos” tiene un gran interés etnográfico.

Iniciales del dueño y cerraduras sobre la tapa metálica de un pozo de Valdeverdeja
Iniciales del dueño y cerraduras sobre la tapa metálica de un pozo de Valdeverdeja

Pasamos también en el recorrido por la confluencia con el arroyo del Cubo, llamado así por tener el cubo de uno de los dos molinos que hay en sus orillas. Seguimos por el camino molinero que gira con el arroyo de La Pradera hacia el sur pasando junto a pequeños molinillos, hermanos pequeños de los grandes molinos del Tajo. Uno de ellos conserva su vieja presa atravesada sobre el cauce con una inscripción en las piedras del muro que lo data en el siglo XVIII. Desemboca finalmente junto al molino de los Rebollos. que no tienen nada que envidiar en lo pintoresco del paraje y del edificio a las aceñas del Conde que veremos después, con su molino de invierno y de verano, su sala abovedada con todas las piedras en su sitio y la chimenea que calentaba a molineros y clientes. También es un buen lugar para echar las cañas de pescar y sacar alguna carpa o algún barbo.

Aceñas del Conde

Cruzamos a la otra orilla del arroyo de la Pradera en su desembocadura  y, subiendo a media ladera, avanzamos por una senda que discurre río Tajo arriba hasta las Aceñas del Conde. El camino baja luego en dirección a esta histórica instalación molinera que recibe su nombre por haber pertenecido a los condes de Oropesa, cuyo escudo se ve labrado sobre uno de los sillares del pasadizo de las compuertas. Una aceña es un molino cuyas piedras giraban mediante el impulso de una rueda vertical. En este caso eran dos las ruedas y se situaban en la parte del edificio situada más en el interior del cauce. La segunda parte de la construcción albergaba piedras movidas con una especie de turbina primitiva de rueda horizontal llamada regolfo, y la tercera, situada ya en la orilla y a un nivel superior, es el molino de invierno, con el que se molía cuando las aguas venían muy crecidas. Curioseemos bajo sus compactas bóvedas que tantas avenidas resistieron e imaginemos el ambiente con el ruido de todas las piedras “corrientes y molientes” en medio del trasiego de gentes llegadas desde toda la comarca con sus caballerías.

Molinos de las Rebollos

La casa del molinero se distingue un poco más elevada en la ribera con las zahúrdas, cuadras y otras dependencias anejas. Subamos ahora por el camino y gocemos al llegar arriba de la hermosa vista panorámica del valle del Tajo. Se perciben hacia el este los pilares de un viejo puente medieval custodiado por la fortaleza hispanomusulmana de Castros, que se divisa en lo más alto de la escarpada orilla sur, abajo, a la derecha, el gran edificio de las aceñas del Conde varado en el río con su presa o azud rota por la corriente, y al fondo Puente del Arzobispo.

Una de las casetas abovedadas en el arroyo de los Pozos

Si seguimos el arroyo del Pilón arriba daremos un bonito paseo y encontraremos las ruinas de cinco vetustos molinillos de agua que por lo pintoresco de su arquitectura popular merecen alguna fotografía. Los dos primeros se sitúan haciendo verdaderos equilibrios junto a unas cascadas. Justo allí tenemos dos opciones, o continuar el cauce del arroyo hasta la carretera, encontrando antes un pequeño puente de aspecto medieval, o seguir por el camino hasta la carretera en la zona de la casa de la Dehesa Boyal.

Ruinas de un molinejo de cubo en el arroyo de La Pradera
Ruinas de un molinejo de cubo en el arroyo de La Pradera

Subimos ahora por la carretera en dirección a El Torrico y, junto al cruce, observamos a la derecha una pequeña elevación donde podemos subir para disfrutar de la vista panorámica y ver un horno de cal que servía para explotar las afloraciones calizas de ese mismo cerro. Seguimos hacia el pueblo y encontramos una ermita de nueva construcción en un paraje con buena panorámica. Poco después llegamos al pueblo de El Torrico. Volveremos a Valdeverdeja por la pista indicada después de visitarlo.