Archivo de la etiqueta: arquitectura popular

Los chozos de las Tierras de Talavera

LOS CHOZOS

Chozo en Navalmoralejo

Aunque más adelante estudiaremos los chozos de cada una de las subcomarcas talaveranas,hoy amos a dar una visión general de los mismos.

Son las construcciones más sencillas de la arquitectura popular de la comarca los pintorescos chozos que se levantan en mampostería de la piedra local, en estos dos casos granito y pizarra, o ambos combinados, a veces unidas las piedras con barro y otras a piedra seca.

Chozo de pizarra en término de Aldeanueva de San bartolomé
Chozo de pizarra en término de Aldeanueva de San Bartolomé

Sus muros suelen tener un hueco de entrada con puerta de madera, si se conserva, y muchas veces sin ningún otro hueco, salvo algún ventanuco.

Los techos están rematados en falsa cúpula construida por aproximación de lanchas de piedra y con una capa de compresión impermeabilizadora de tierra sobre ellas. En Gredos los chozos mantienen sus cubiertas vegetales de piorno o escoba según la altura. También en la sierra hay un espacio delante de los chozos con bancos de piedra en torno a un vallado protector enlosado que se llama «estanza»

Chozo de granito en término de Segurilla
Chozo de granito en término de Segurilla

Se solían utilizar para alojamiento temporal de pastores y en ocasiones como refugio para estancias temporales de aprovechamiento agrícola de viñas, olivares, huertos etc

Suelen ser de planta redonda, aunque en algunas ocasiones son más cercanas a la planta cuadrada o incluso rectangular, que las hace parecidas a las navetas prehistóricas de Menorca.

Chozo de Valdeverdeja de planta rectangular en el arroyo de los Pozos

En su interior encontramos pocos elementos constructivos. Vemos alguna alacena hecha en el propio muro para salvaguardar de insectos y roedores los víveres. En escasas ocasiones cuentan con una chimenea muy sencilla o simplemente una lancha de piedra que se desplaza para que salga el humo; En los chozos de Gredos hay una lancha que sobresale del muro llamada tiznera y que desvía las chispas para que no se prendan las techumbres vegetales que abundan más en la sierra. y también encontramos algún banco de piedra.

Falsa cúpula de un chozo vista desde el interior.

Los suelos pueden estar enlanchados, empedrados o simplemente con una capa de barro comprimido. Antiguamente esos suelos se enlucían con boñigas de vaca disueltas en agua que luego se endurece y hasta se puede fregar.

En ocasiones las paredes interiores están enfoscadas con barro e incluso enjalbegadas

Chozo en término de El casar de Talavera

 

ARQUITECTURA POPULAR (y 15) VALDEPUSA Y EL HORCAJO

ARQUITECTURA POPULAR (y 15)

VALDEPUSA Y EL HORCAJO

Aparejo típico de la comarca del Horcajo con ladrillo y canto rodado

La zona más occidental de nuestra comarca comprende las subcomarcas del Horcajo; que son las tierras comprendidas entre el Tajo y el Alberche; y el señorío de Valdepusa con los pueblos que se sitúan en las orillas del río que le da nombre.

En el Horcajo es escasa la piedra, salvo los cantos rodados que afloran en las terrazas de los ríos, por ello y por una mayor influencia toledana se emplean con mayor profusión los aparejos mudejaristas de ladrillo que enmarcan entre verdugadas y machones, lienzos de muro fabricado en tapial o con mampostería. El adobe es también utilizado con enfoscado y enjalbegado  protector. Seguir leyendo ARQUITECTURA POPULAR (y 15) VALDEPUSA Y EL HORCAJO

ARQUITECTURA POPULAR XIV: EL BERROCAL

ARQUITECTURA POPULAR XIV:  EL BERROCAL

Chozo típico de El Berrocal

Las elevaciones de la pequeña Sierra de San Vicente se prolongan en dirección oeste hacia cotas de menor altitud, pero también con un predominio de materiales graníticos. Se trata de El Berrocal al que sumamos también en este capítulo las localidades de Parrillas y Navalcán por tener algunas características geográficas similares en cuanto a la arquitectura popular.

Como hemos visto es la disponibilidad de los materiales el factor que más condiciona la arquitectura tradicional y así, la subcomarca del Berrocal, situada sobre esas elevaciones, tiene muchas características comunes con la Sierra de San Vicente, ya que además le une con ella Ia dependencia durante parte de su historia de la ciudad de Ávila y la repoblación de algunos de sus pueblos y señoríos por caballeros abulenses, así como un predominio dc la actividad ganadera.

Puerta típica de Cervera con tejadillo

Los perfiles de sus viviendas son más altos y con los vanos y huecos más abundantes, aunque manteniendo la tónica en la economía de ventanas, consustancial a la arquitectura serrana castellana. Los muros son de fábrica mayoritaria en mampostería ripiada y con un poco de barro como aglutinante, sin embargo, las piedras tienen las juntas llagueadas con argamasa con mucha más frecuencia que en la Sierra de San Vicente. La sillería se utiliza en jambas y dinteles. El mayor índice de enfoscado de las fachadas puede deberse a una mayor disponibilidad de la cal necesaria para la fabricación de la argamasa.

Calle con arquitectura tradicional en Mejorada

Tanto en Montesclaros como en Velada o Pepino podemos todavía documentar hornos de cal o caleros, aunque con mucha mayor proporción en la primera localidad, donde se llegó a una gran especialización en el desarrollo del aprovechamiento de las vetas calizas que abundan en su término. Por esta razón y quizá por una mayor influencia cultural extremeña es también más frecuente encalado de las fachadas, siendo por ejemplo en Velada generalizado el acabado con enjalbegado de casi todos los muros.

Contrucción en Velada sobre grandes núcleos graníticos con mampostería y tapial enjalbegado

En Parrillas el aparejo granítico tiene una mayor vistosidad por lo oscuro de las piedras y por tenerlas mismas, formas menos redondeadas, bloques con aspecto de lanchas más aplanadas. En este pueblo son características las portadas de casas y corrales con dinteles formados por grandes lanchones graníticos sin labrar. En Velada es peculiar la utilización de grandes bloques sin labrar en las filas más inferiores de los muros, para igualar así el terreno pétreo irregular.

Puerta característica de la arquitectura parrillana

El ladrillo apenas se utiliza, salvo en Mejorada, donde se pueden ver arcos dc medio punto rebajado, machones y jambas construidos con este material. El adobe sí es utilizado, pero solamente para doblar las trojes o en dependencias secundarias, cuadras, pajares, etc.

Zaguán de entrada a un corral en Mejorada

Muchas viviendas tienen amplias “enramás” y es frecuente que el acceso a las mismas se haga sobre todo en las modestas, a través de patios alargados, a veces casi pasillos por su estrechura, flanqueados por flores y donde se suele situar la pila de lavar y alguna parra o higuera que proporciona sombra. Muchas casas conservan todavía las parras en la fachada principal pero apenas sin sobresalir de la misma, a modo simplemente de visera que proteja del clima más caluroso de esta zona, más extremado que en las zonas serranas elevadas.

Rincón típico en Montesclaros

Los tejados, al ser menos frecuentes las precipitaciones tienen una pendiente menor. Cervera de los Montes conserva algunos rincones con sabor popular y un mayor número de edificios de arquitectura tradicional. Son características sus entradas con pequeños tejadillos que no llegan a tener las proporciones del tejaroz qua protege habitualmente las puertas carreteras de las grandes portadas de la Campana de Oropesa o de la misma Talavera. Segurilla cuenta en algunas de sus fachadas con esgrafiados de motivos populares de tradición pastoril y es de destacar, también por su sabor popular, su graciosa ermita porticada que se sale un poco de la sobriedad del resto de las ermitas de la zona que tienen volúmenes cúbicos sin la más mínima ornamentación arquitectónica.

Arquitectura tradicional en Pepino

En el casco urbano de Navalcán quedan pocos ejemplares de arquitectura tradicional aunque son de destacar sus molinos del arroyo de la Pasadera, del Guadyerbas y el Tiétar. y sus dos puentecillos. El medieval de la entrada del pueblo felizmente restaurado y el llamado puente romano sobre el Guadyerbas. Esta es la localidad más poblada de la zona y sin embargo conserva en menor medida su patrimonio arquitectónico que Parrillas o Cervera, núcleos más pequeños y que por su mayor despoblación mantengan en pie más construcciones antiguas. Esta circunstancia se suele repetir en otros casos.

Ermita porticada de Segurilla

Las construcciones rústicas son menos numerosas que en la sierra y así, encontramos menos chozos o zahurdas diseminadas por el campo. Es, sin embargo, más frecuente encontrar las cochineras en las proximidades de los núcleos urbanos, aunque ya pervertidas por la uralita, azote de la arquitectura popular junto con el bloque de hormigón, el ladrillo visto y las puertas metálicas.

Muro de mampostería granítica en El Casar de Talavera

Esta comarca es atravesada también por numerosas cañadas y cordeles que a su paso por los términos de Velada y Parrillas fundamentalmente, han dejado algunos ejemplares de las ventas típicas donde pernoctaban los trashumantes, y el Parador de San Prudencio que dio servicio al gremio de carreteros que venían desde Gredos con cargamentos de madera destinada sobre todo a la construcción y hacían aquí su parada antes de llegar a Talavera. Como construcciones protoindustriales señalaré el molino de viento de Velada que todavia podría restaurarse ya que conserva completos sus muros. En Cervera queda en pie la fachada de lo que fueron dependencias anejas de las Reales Fábricas de Seda de Talavera donde se torcía el hilo en máquinas tiradas por bueyes.

ARQUITECTURA POPULAR DE la tierra de talavera (XIII) OROPESA, VALDEVERDEJA, TORRICO Y PUENTE

ARQUITECTURA POPULAR DE OROPESA, VALDEVERDEJA, TORRICO Y PUENTE

Una de las viviendas de Oropesa con azulejería de Talavera

Oropesa, capital del señorío que empezamos a conocer en el capítulo anterior, es un pueblo relativamente rico monumentalmente hablando pero, en cuanto a la arquitectura tradicional, conserva pocos ejemplares característicos.

Mantiene la técnica general de la subcomarca en la utilización mayoritaria de la piedra y el adobe, quizá con una mayor proporción del enjalbegado y el enfoscado en el remate de las fachadas. Las casas que alojaron a la pequeña nobleza o a las instituciones religiosas muestran el aparejo mudejarista que no es propio de tierras tan occidentales como éstas. La sillería acompaña también a los edificios de más alcurnia.

Torre y reloj de la plaza de Oropesa

Hay varios ejemplares de arquitectura cultista de principios de siglo o de finales del anterior, con utilización en fachadas de paneles de azulejería de Talavera.

También de esta época es la torre del reloj de la plaza, sobre un arco neogótico y rematada con una estructura metálica que sostiene la campana. Muchos de nuestros pueblos rematan las torres de los ayuntamientos e incluso las de las iglesias con similares armazones de hierro de la época en que el modernismo y la torre Eiffel provocaban la modesta emulación de nuestros paisanos. Algunas de ellas no carecen de gracia y han sido conservadas en las remodelaciones de las casas consistoriales, como es el caso de Velada, por ejemplo.

Al sur del señorío de Oropesa se encuentran algunas villas con arquitectura popular de características similares, pero también con algunas peculiaridades.

Aparejo típico de las construcciones de Valdeverdeja

Hemos de referimos en primer lugar a Valdeverdeja, de la que diremos, sin lugar a dudas, que conserva el mayor número de ejemplares de vivienda tradicional de todas las tierras de Talavera. Aparte del cariño que los habitantes parecen tener por sus antiguas casas de piedra, hay otro factor que ha contribuido a su conservación, y es la despoblación masiva que en los años sesenta sufrió esta localidad que pasó de casi seis mil habitantes a los cuatrocientos que tiene en la actualidad.

Portada y casa típica de Valdeverdeja

La casa verdeja está fabricada en mampuesto de granito claro combinado con una menor proporción de pizarra oscura, lo cual da al aparejo un aspecto muy vistoso. El adobe también se utiliza en doblados y dependencias auxiliares, aunque con un color rojizo o pardo, diferente del grisáceo empleado en las demás localidades que ya hemos  visitado.

Como en Herreruela, son frecuentes las grandes portadas de sillería qua suelen dar acceso a recogidos patios enlosados con grandes lanchas de granito labrado y con pozo y pila de lavar también de piedra en muchos de ellos. Algunas casas cuentan con balconcillos corridos que dan al interior del patio.

Quedan una docena de viviendas que aún conservan los balcones que en el capítulo anterior habíamos denominado como de “troje descubierta”, solanos o solanas.

Rincón típico en Valdeverdeja

Las portadas no son blasonadas, pero muchas de ellas conservan inscrita la fecha de construcción, casi siempre de principios del siglo XX, época que debió coincidir con años de auge económico en el pueblo. Las viviendas modestas cuentan también con su portadita y su patio, aunque de menores dimensiones.

Valdeverdeja se fundó al destruirse las casas de Puebla de Naciados por una plaga de hormiga blanca que causó el derrumbe de sus edificios. Parece, curiosamente, como si el verdejo hubiera construido desde entonces casas fuertes y seguras curándose un poco en salud.

En El Torrico no se conserva tanta arquitectura como en Valdeverdeja pero como peculiaridad se mantienen varios balcones corridos antiguos en algunas fachadas, lo cual es poco frecuente en esta comarca y nos habla de su ya referida repoblación medieval abulense

Aparejo de ladrillo, adobe y tapial con ripio de teja en Puente del Arzobispo

Alcolea y Puente del Arzobispo utilizan en sus aparejos mayoritariamente el adobe y el tapial, aunque es bastante frecuente que se refuerce en hiladas, en vanos y esquinazos con ladrillo interpuesto que da algo más de consistencia a los muros.

También como influencia de Castilla la Vieja constatamos la presencia de algunos edificios porticados, cuyo mejor ejemplo es el ayuntamiento de Valdeverdeja, aunque en Puente quedan algunos edificios aislados en las proximidades de la plaza, así como otro ejemplar en la plaza del Torrico.

La plaza de Valdeverdeja conserva un hermoso enlosado total de granito que, al parecer, se extendía antiguamente por otras calles.

Plaza de Valdeverdeja con los pórticos del ayuntamiento y enlosado del piso

En la arquitectura rústica de la zona encontramos, aunque en mucha menor densidad que en La Jara en la Sierra de San Vicente algunos ejemplares de chozo techado con falsa cúpula y las típicas parideras y zahurdas también de piedra y techadas con falsa cúpula con capa de compresión de tierra y piedras.

Pero lo más característico es la presencia dc numerosos pozos labrados en piedra repartidos por sus campos y acompañados de pilas de lavar también graníticas con las iniciales grabadas y, en ocasiones una cocinilla para dar servicio a un pequeño huertecillo anejo al lavadero.

Casa porticada en Puente del Arzobispo

Un paraje de gran interés etnográfico y del que hablaremos más detenidamente, con varias docenas de estos pocillos en el valle del arroyo de la Pradera o arroyo de los Pozos.

Merece un capítulo aparte la riqueza molinera del Tajo y los arroyos en esta zona y de ello hablaremos en otra entrada de este blog.

Reja en una vivienda de Valdeverdeja

ARQUITECTURA POPULAR X: MATERIALES, SOLADOS Y TECHUMBRES EN LA JARA

 

 

MATERIALES, SOLADOS Y TECHUMBRES EN LA JARA

Suelo de pizarra el suelo de una vivienda en ciudad de Vascos

Las casillas y cocinillas de la Jara son un ejemplo muy ilustrativo de como, en la arquitectura tradicional el hombre utiliza los materiales que le son más próximos, consiguiendo así una economía de medios y una adaptación sumamente sostenible al terreno.

En una casilla de las sierras jareñas, por ejemplo, el suelo lo forman las mejores ymas grandes lanchas de pizarra que el campesino haya podido encontrar en el entorno de su vivienda. puede también haberlas extraído de afloraciones  pizarrosas cercanas con un pico, o con una maceta y una cuña metálica que se introduce en las vetas de la roca, separando lajas fácilmente, ya que las pizarras jareñas son blandas en general. El barro húmedo servirá de lecho a las lanchas formando así el enlosado que se completa a veces con engorronado de cuarcita en los huecos que dejan entre sí las pizarras. Cuando éstas no se encuentran cercanas el suelo se hace de barro apisonado o de engorronado de canto rodado y a veces. en las cercanías de los ríos, de pequeños fragmentos de pizarra rodada de forma alargada que deja suelos muy vistosos.

Son escasas las techumbres de pizarra porque en la Jara esta piedra solo se lamina en lanchas de grueso calibre. En este caso solamente curbre el muro de una construcción secundaria.

La tradición de la utilización de la pizarra como enlosado, arranca en estas tierras, al menos de época visigoda, cuando las tumbas repartidas por todo el campo jareño se construían con grandes lanchas.  Los árabes continúan utilizándola y como ejemplo nos referimos a los llamados Baños de la Mora, en la Ciudad de Vascos, que podemos hoy todavía contemplar con el enlosado de pizarra original. Podemos remontarnos a épocas más antiguas en la utilización de la pizarra en monumentos funerarios y así el dolmen de La Estrella, con más de cuatro mil años, tiene algunos ortostatos de este material, también la estela de Las Herencias que representan un guerrero de la Edad del Bronce con su carro y su armamento es de este material.

Solado de engorronado de pizarras y cuarcitas rodadas combinadas el cuarzo blanco en La Estrella

Los muros se fabrican con los materiales más cercanos y fáciles de manejar, cuarcitas, pizarras, canto rodado o tapial se escogen en función de la accesibilidad principalmente, y se unen con el material más a mano y más barato, el barro; si es preciso ripiar las desiguales caras de los bloques de piedra se utilizarán fragmentos de pizarra o trozos de tejas rotas de anteriores construcciones; si es necesario enlucir algún muro se hará igualmente con barro, pero más arcilloso, de grano más fino y mezclado con paja de centeno para dar una mayor consistencia al rudimentario enfoscado.

Cuando se quieren salvar vanos se fabricarán los dinteles con troncos de encina o de fresno y la estructura de la techumbre se realizará igualmente con madera pero sin pasar por la serrería. Se escogerá el tronco adecuado, se le quitará la corteza para evitar el más fácil ataque por los parásitos y se dejará a secar aislado del suelo el tiempo necesario, ya que la instalación en el maderamen de alguna pieza verde podría llevar al pandeo e incluso la ruina de la techumbre.

Chimemea en una casilla de Paniagua en término de Alcaudete de la Jara. Una viga curva en la parte más alta, otra sobre la que se sostiene la campana hecha con palos, y cañizo protegido por torta de barro. A la izquierda el poyete donde dormía el pastor y una pequeña alacena

La mayor parte de estas construcciones rústicas están techadas a teja vana, es decir, con el armazón del tejado directamente sobre la habitación, sin cielo raso. Son edificios sencillos tejados a dos aguas, los dos aguilones se levantan sobre los muros laterales, en los que no se suelen dejar huecos que debiliten la estructura, la viga se apoya sobre los vértices de los aguilones y precisa ésta de una longitud considerable que sostenga toda la techumbre de la estancia, además de tener un perfil rectilíneo que iguale y nivele todo el caballete del tejado. Estas vigas rectas se solían obtener del álamo negro de las riberas o bien sobre todo en las mayores  construcciones urbanas, se importaban de Gredos o de Talavera donde se podían adquirir los troncos de pino con las dimensiones necesarias. Sobre la viga se apoyan las alfangías o cabrios, palos relativamente rectos sobre los que se colocará el cañizo o la jara que sostendrá el entortado de barro sobre el cual se colocan las tejas árabes. Las viviendas más primitivas utilizan la jara, pero en las del llano o los núcleos urbanos es más frecuente ver la techumbre de cañizo. Las cañas se disponen atadas entre sí con cuerdas de cáñamo o una caña principal algo mas fuerte (caña maestra) que va paralela a cada uno de los cabrios. Si los vanos que debe salvar la viga son excesivos se refuerza su apoyo con uno o más caballos, éstos son troncos que ya no tienen porqué ser rectilíneos, incluso suelen ser troncos curvos de fresno con la convexidad hacía el tejado y con un tarugo  suplemento vertical que lo une con la viga para ayudar así a sostener su peso. Estos caballos se apoyan en los muros paralelos a la viga y a veces desde la misma viga parten dos cabríos, un tanto curvo también, que apoyan sobre los extremos  del caballo para formar lo que se llama refuerzo «en tijera», que distribuye aún mejor las cargas. Los cabrios, por su extremo opuesto a la viga, descansan clavados’ y atados sobre un rollo o palo redondo que se ha colocado en la parte superior del muro.

Viga sobre la que se sostienen los cabrios y sobre ellos la jara, encima de la que se hecha la torta de barro y por último las tejas

La imprescindible chimenea no puede utilizar materiales más sencillos, una viga de madera más o menos recta apoyada en los muros sostiene una campana fabricada con cabrios y cañizo pero enfoscada con una gruesa capa de barro que impide el incendio. De la misma forma, sólo que con una base de adobe o de tapial se hacían los escasos tabiques que separaban las dependencias. Las tejas, la cal y la clavazón eran los únicos materiales que debía el campesino jareño adquirir en los pueblos más cercanos, a veces intercambiándolos en una economía de trueque, casi de subsistencia.

ARQUITECTURA POPULAR VI LA ARQUITECTURA POPULAR EN LAS RELACIONES DE FELIPE II

 

Chozos de Navalcán junto al Tiétar techados con escoba

Las Relaciones de Felipe ll como fuente de datos en cuanto a la utilización de materiales:

No parece que hace quinientos años fuera generalizado el uso de la piedra en nuestras construcciones, sino que su empleo ha ido aumentando paulatinamente desde entonces, en pueblos donde las edificaciones de piedra son hoy la mayoría, como en Castillo de Bayuela, en 1572 “son pocas aunque piedra hay mucha” o el caso de Gamonal donde solamente había «algunas casas de piedra tosca en los cimientos». Puente del Arzobispo es el único lugar donde además de los cimientos son también de piedra «algunas fronteras» (fachadas). Otros pueblos con piedra en los cimientos son San Martín de Pusa y La Estrella, donde además se especifica que la piedra es pizarrosa.

Muro de cantos rodados de cuarcita con ripio de fragmentos de teja en Alcaudete de la Jara

Es curioso constatar que en La Jara, donde tan rica ha llegado a ser la arquitectura de pizarra, sólo hubiera en aquel entonces muros de mampostería y barro en Aldeanueva de San Bartolomé y que en el resto de lugares jareños no se haga alusión nada más que a construcciones de tierra.

Talavera tenía edificios de «calicanto y ladrillo» y en Villanueva del Horcajo se utilizaba, como hoy en el cercano Montearagón, el aparejo de pequeño canto rodado con cal. En Cobisa, despoblado cercano a Calera, solamente se utilizaba la piedra para «esquinas y pilares». La mayor parte de los lugares de estas tierras de Talavera tenían sus edificaciones de barro y en las Relaciones así aparece. Dicen sus vecinos tener casas de tierra, de barro, de tapias, o de tapiería, y algunas de las Relaciones, como las de Illán de Vacas o Mañosa, especifican si las tapias son de dos, tres e incluso cuatro alturas.

El ladrillo, al contrario de lo que ocurre con la piedra, sí que aparece ya en el siglo XVI en los mismos lugares en los que todavía hoy se conserva la tradición de su utilización: Talavera, Valdepusa (San Martín), El Horcajo (Cerralbos, Cazalegas) y proximidades de Talavera ( Las Herencias, Cobisa). Tejares como los de Carrizo, próximos a Cebolla, o los de Talavera debían tener bastante centralizada la producción de tejas y ladrillos ya que, por ejemplo, en el caso del primero hay varias alusiones en los pueblos de su entorno en los mismos lugares en los que todavía hoy se conserva la tradición de su utilización.

En algunos lugares de construcciones terrizas se alude a las «rafas» o verdugadas de ladrillo y a los «machones» del mismo material que reforzaban las endebles edificaciones de barro. Aunque los tejados de retama o de paja  abundan más en los pueblos de La Jara, no son exclusivos de esta comarca, y así por ejemplo en Gamonal, Calera y Chozas y Alcañizo abundan las cubiertas vegetales en las casas. Todos son pueblos situados al oeste por lo que nos preguntamos si no tendría este hecho explicación por una influencia cultural extremeña.

En Robledo del Mazo se habla incluso de techos de zarzas. En Alcañizo o el Casar, por ejemplo, son de paja y en la mayoría de los pueblos son de retama con una mayor o menor proporción de viviendas tejadas.

Los muros en algunas ocasiones se revocaban con cal y arena

Son numerosas las referencias al tipo de madera que se utilizaba en las construcciones y concretamente al abastecimiento de pino desde Gredos, a través de Talavera en los pueblos situados al sur del Tajo.

Además de las maderas abundantes en el entorno de las villas y lugares a los que nos hemos referido en el capítulo anterior hay algunos datos interesantes que nos ilustran sobre la menor degradación del medio ecológico en aquella época, por ello se utiliza la madera de madroño en algunas localidades de La Jara, o el enebro, que no ha retrocedido tanto, en la Sierra de San Vicente y se utiliza por ejemplo en El Bravo o en Cardiel de los Montes.

Muros de mampostería granítica en Sotillo de las Palomas

En el Catastro de Ensenada podemos encontrar datos sobre tejares, hornos caleros y canteras que nos ayudarán a comprender el abastecimiento de materiales de construcción en el siglo XVIII.

Madoz en su Diccionario aporta algunas noticias sobre las construcciones en la Campana de Oropesa, y por ejemplo en 1845 son en Herreruela las casas “de piedra de grano sin labrar, con bastantes tapias toscas y de poco precio”, en El Torrico son de «piedra pizarrosa». En La Jara sí que es generalizado el uso de la piedra como describe Madoz en los apartados de Puerto de San Vicente y de Navalmoralejo.

Sencillo herraje para cerraduras muy numerosos en la Campana de oropesa y muchos de ellos fabricados por Bernardo Igual, herrero de Alcolea de Tajo

HIERRO:  Los herrajes, cerraduras, rejas, toda la clavazón y las grapas y abrazaderas de los muros y del maderamen eran generalmente fabricados por el herrero local, o adquiridos en Talavera, donde también conseguían el hierro estos artesanos.

ARQUITECTURA POPULAR V, LADRILLO, TEJA Y CAL

ARQUITECTURA POPULAR V, LADRILLO, TEJA Y CAL

Horno tejar cerca de Azután, junto al arroyo Andilucha
Horno tejar cerca de Azután, junto al arroyo Andilucha

EL LADRILLO

Volvamos al Diccionario de Autoridades, en él se nos dice que el ladrillo es «un pedazo de tierra amasado y cocido, de un pie de largo y algo menos de ancho y con tres de grueso, que sirve para la fabricación de casas». Esta definición corresponde con el ladrillo macizo «de era», tradicionalmente utilizado en nuestra arquitectura popular. Más estrecho y también muy utilizado es el de medio pie y, aunque hay otras medidas y formas caprichosas (redondos, estrella…) empleadas, sobre todo, en la arquitectura mudejarista de Toledo capital, no es frecuente su manejo en la zona en estudio y menos en la arquitectura estrictamente popular. Esas formas sencillas de ladrillo se pueden ver, sobre todo, en la misma Talavera y en el señorlo de Valdepusa, incluyendo los pueblos jareños de Navalucillos o Espinoso, en aparejos que luego describiremos.

Arquitectura en ladrillo y cuarcita típica de Navalucillos y Espinoso del Rey
Arquitectura en ladrillo y cuarcita típica de Navalucillos y Espinoso del Rey

En el resto de las tierras de Talavera solamente se utilizan en remate de los muros, esquinazos; apoyo de las boquillas del tejado, y en algunos machones y verdugadas que refuercen las estructuras de adobe o tapial. No es tema de este estudio una descripción detallada de los tejares y sus procesos de fabricación, pero sí diremos que Talavera, por su tradición alfarera, estuvo desde antiguo bien servida de tejares para la fabricación de tejas y ladrillos, incluso hasta un nivel industrial, pero eso no impidió que repartidos por sus tierras se encuentren, aún hoy, numerosos hornos de tejar que abastecían a los pueblos e incluso exclusivamente a fincas y dehesas.

En estos hornos se cocían los ladrillos tras sacarlos de sus moldes o «gradillas» introduciéndolos por la parte superior del tejar a través de la “boca de carga” y colocándolos con espacios intermedios de aireación que les daba un peculiar aspecto que hizo que se les denominara con el significativo nombre de «hormigueros». Unos arcos de ladrillo en forma de parrilla separaban a estos hormigueros del foco de calor que se cargaba de leña por una entrada lateral e inferior o «boca de dar fuego».

Para solado, pero bastante restringidamente, se utilizaban los ladrillos cuadrados o baldosas que precisaban de una cocción a mayor temperatura y un tipo de barro algo diferente, que les dieran una mayor resistencia.

TEJA:

Tejadillo típico en Sevilleja de La Jara
Tejadillo típico en Sevilleja de La Jara

La teja árabe es la que únicamente se ha utilizado en nuestra arquitectura popular y se enriende por tal «una pieza de barro cocida hecha en forma de canal, para cubrir por fuera los lechos y recibir y vaciar las aguas de las lluvias».

Sus dimensiones clásicas son de cuarenta y dos por quince por veinte centímetros, y solamente puedo utilizarse en pendientes superiores al veinticinco por ciento, para evitar el reflujo de las aguas, e inferiores al cuarenta por ciento de forma que no resbalen las tejas. El barro destinado a la fabricación de tejas no debe contener cal para evitar poros y grietas que originarían goteras. Un molde metálico recibe el barro y el llamado “burrito de madera” comprime al mismo dándole forma de teja que luego cocerá en el tejar.

CAL:

Horno de cal o calero en la Fresneda de la Jara
Horno de cal o calero en la Fresneda de la Jara

La cal era utilizada tanto para la elaboración de argamasas que unieran los mampuestos como para el blanqueo o «enjalbegado» de los muros. Las rocas calizas se extraían de las vetas que afloraban a cielo abierto y en las proximidades se construían los hornos de cocer la cal o «caleros». Estas explotaciones están distribuidas por toda la geografía talaverana pero es en el pueblo de Montesclaros donde se produjo, por la abundancia de yacimientos calizos, una mayor especialización de sus habitantes en el aprovechamiento de la cal.

Desde esta villa, la cal era conducida en mulas y carretas basta Talavera, donde era distribuida a todos los pueblos deficitarios en este material. Era tal el trasiego de cal que incluso en la toponimia ha quedado un «camino de los caleros» y también es frecuente la denominación de parajes e incluso pueblos (Calera) y despoblados (La Calera) por la existencia de hornos de cal en ellos. Como es lógico, en los terrenos aluviales del Tajo no encontramos estas explotaciones calizas, pero con una mayor dispersión que en Montesclaros sí que podemos hallarlas en la Jara y Valdepusa, por ejemplo en Fuentes, La Fresneda o Pueblanueva, además de en otros lugares del berrocal como Mejorada, Segurilla y Pepino. Dentro de la Campana de Oropesa es curiosa la concentración del cerro de Los Caleros en El Torrico .Con sus hornos y las casillas de los artesanos. Para hacer el mortero de cal los albañiles hacían un círculo de arena, colocaban los pedazos de cal viva en su interior y añadían el agua, haciendo la mezcla con legones a continuación.

ARQUITECTURA POPULAR IV: BARRO, ADOBE Y TAPIAL

ARQUITECTURA POPULAR IV: BARRO, ADOBE Y TAPIAL

Materiales de construcción con el adobe y el tapial
Materiales de construcción con el adobe y el tapial

EL BARRO:

El barro se empleaba apisonado como suelo de las viviendas más pobres y primitivas, o en cuadras y dependencias secundarias. También se utilizaba mezclado con paja en el enlucido de paredes de tapial, adobe o mampostería.

Para la formación de pequeños tabiques recubriendo un armazón de cañas unidas con cuerdas de esparto. Se utilizaban no solo para la separación de dependencias sino también en falsos techos o en los paños que formaban las campanas de las chimeneas y algunas dependencias de almacenamiento.

EL ADOBE:

Muro de adobes en Nuño Gómez
Muro de adobes en Nuño Gómez

“El adobe es un ladrillo de tierra cruda o cocida solamente al sol, y mezclado con algo de paja para que se una y consolide», según definición del Diccionario de Autoridades.

Aunque podemos encontrar construcciones de adobe en toda la zona que nos ocupa, es en los valles fluviales y tierras bajas donde la escasez de piedra hace más frecuente su utilización, encontrándonos no solo los doblados y las edificaciones secundarias hechas de este material sino también las viviendas completas. Este es el caso de pueblos como Alcolea, Azután y Alcañizo, que se encuentran en terrenos de poca abundancia de piedra, aunque ésta no es la regla absoluta y hay localidades, como por ejemplo Nuño Gómez, que, aún teniendo granitos cercanos, utilizan con profusión el adobe en sus construcciones.

En otros muchos pueblos es frecuente encontrar fabricada en mampostería la primera planta y que el doblado sea de adobe o tapial. Los muros sin carga, medianerías y todo tipo do construcciones secundarias y de almacén estén también en muchas ocasiones, construidas de este material.

Campana de chimenea hecha con palos y cañizo entre ellos enlucido con barro
Campana de chimenea hecha con palos y cañizo entre ellos enlucido con barro

La elaboración del adobe era más frecuente en primavera para evitar el excesivo calor que los resquebrajaba ocasionalmente también se fabricaban a finales del verano o comienzos de la otoñada, época en que también el clima era lo suficientemente suave.

El barro se extraía de lugares apropiados de composición arcillosa y preferentemente del tipo llamado “blanco gredoso” aunque debía tener algo de arena para no ser excesivamente pastoso y no quebrarse con facilidad ante los cambios bruscos de temperatura.

Después do amasarse se mezclaba con paja y se extendía sobre una era donde previamente se había esparcido también paja que impedía que el barro se pegara al suelo. Era conveniente que el barro así elaborado se oreara a la intemperie al menos un mes, volteándolo en repetidas ocasiones.

El paso siguiente era introducir el barro en unos moldes adecuados o “gradillas” pasando una tablilla o rasero que eliminara las rebabas. Después de secarse durante dos días se colocaban sobre un lado para que se airearan ambas caras y a continuación se apilaban los adobes dejando espacios intermedios para su secado definitivo. Una forma de conservación de los adobes hasta su utilización era cubrirlos de paja para evitar las inclemencias del tiempo.

El adobero era un artesano que solía tener otros medios de subsistencia, cobrando los adobes generalmente por unidad.

Muro de tapial con enlucido de barro y machones de adobe
Muro de tapial con enlucido de barro y machones de adobe

EL TAPIAL:

Una tapia es un trecho de pared de determinada medida que se hace en una horma y se seca al aire. Covarrubias, citando al padre Guadix dice que es de origen arábigo.

La horma o molde es lo que propiamente se llama tapial y está formado de dos tablazones paralelas, clavadas con listones y aseguradas con clavijas de palo y cuerdas, que junto a dos tableros más pequeños o cabezales dan forma a uno de los segmentos de tapia.

En la “tapia real” se mezcla la tierra con algo de cal, al menos en la cara externa de la pared para darle una mayor consistencia. Después se prepara la tierra de manera similar a como se hacía con los adobes, y mezclada o no con paja, se vierte dentro del molde de tablas antes descrito apisonándola con los pies o con pisones de madera.

Estructura de madera para dar forma a los muros de tapial
Estructura de madera para dar forma a los muros de tapial

Como quiera que la humedad ascendente acabaría rápidamente con los muros de tapial o de adobes necesario que ambos se construyan sobre una cimentación con un zócalo o murete de piedra de al menos treinta centímetros de altura.

Las dimensiones de las tapias variaban en su anchura entre veinticinco y sesenta centímetros, siendo la longitud de cada tramo de unos dos metros y medio y su altura de unos ochenta y cinco centímetros (una vara).

ARQUITECTURA POPULAR II: EL GRANITO

ARQUITECTURA POPULAR II: EL GRANITO

Mampostería de granito con ripio de pizarra y ladrillo en Aldeanueva de barbarroya
Mampostería de granito con ripio de pizarra y ladrillo en Aldeanueva de barbarroya

Varios son los afloramientos graníticos de la comarca en estudio, el más extenso es el formado por la sierra de San Vicente y las elevaciones, próximas a Talavera de El Berrocal que no son sino prolongaciones hacia el oeste de esa tierra.

Desde la desembocadura del rio Jébalo, el Tajo vuelve a encajonarse y hace asomar el zócalo continental pétreo, de ahí que hasta su entrada en Extremadura, los pueblos más cercanos a sus orillas dispongan de granito en abundancia para sus construcciones. Lugares como Aldeanueva de Barbarroya ya en tiempos de Felipe ll tenían las casas «hechas de piedra e tierra e teja, todo del mesmo lugar».

En la orilla norte la abundancia de la roca se extiende hacia el norte alcanzando a Oropesa y los demás pueblos de su entorno más o menos encaramados en la sierrecilla granítica que domina todo el Campo Arañuelo, y así por ejemplo Herreruela en el siglo XIX y según Madoz, tiene sus casas fabricadas «de piedras de grano sin labrar con bastantes tapias toscas y de poco precio». Otros afloramientos graníticos mas puntuales salpican el territorio, como es el caso de Santa Ana de Pusa, Navalcán y Parrillas.

Enlosado granítico en Herreruela de Oropesa
Enlosado granítico en Herreruela de Oropesa

Esta roca se utiliza en toda su variedad de dimensiones y formas, como por ejemplo los fragmentos de menor tamaño, y más o menos aplanados, que se utilizan como «ripio». Éste es el relleno que separa los bloques de mampostería, calzando y ajustando a los mismos por presión. Este ripio procede en muchas ocasiones de la fragmentación de los materiales rocosos quebrados o desechados, y así lo define el «Diccionario de Autoridades».elementosarqgranito

Cuando las piedras son de formas más cúbicas y de un mayor volumen se utilizan para la construcción de los muros “en seco” si las piedras no están unidas por argamasa, o en mampostería cuando sí que se utiliza mortero de cal para la unión de los bloques entre sí, pero sin guardar orden en tamaños y medidas. Puede que para ir conformando el muro se utilice en lugar del mortero de cal y arena simplemente el barro como aglutinante en los muros.

Cantero introduciendo las cuñas en las cuñeras que ha labrado previamente
Cantero introduciendo las cuñas en las cuñeras que ha labrado previamente

Como los suelos de estas zonas graníticas suelen ser aptos principalmente para pastos, las “cercas” y “vallaos” que separan unos prados de otros se fabricaban en seco con las piedras que, dispersas por los prados, molestaban el crecimiento del pasto en esos mismos terrenos. Con una “narria”, que es una rastra triangular de palo tirada por caballerías y sin ruedas.  Se transportaban los grandes bloques de piedra de un lugar a otro sirviéndose del auxilio de palancas y de rodillos.

Los vallaos se levantaban con piedras de diferentes tamaños; desde pequeñas lanchas superpuestas hasta grandes lajas colocadas verticalmente, pasando por los más habituales bloques de tamaño medio y formas más o menos cubicas. Cuando sobraba piedra de la limpieza del prado se amontonaba en los llamados majanos, que en ocasiones servían parael deslinde de tierras o el señalamiento de caminos.

Las grandes lanchas graníticas se utilizaban también como dinteles de las «porteras» de entrada a cercas y corrales. El granito ya trabajado sirve asimismo para todo tipo de recercado de vanos, jambas, dinteles, ménsulas, etc. Los postes graníticos se utilizaban para sostener las parras y enramadas, y en longitudes memores para el tendido de vallados de alambre. El granito labrado o sin labrar se ha utilizado para el enlosado de zonas húmedas (abrevaderos, lavaderos) y encenagadas por el estiércol (corrales, cochineras), o simplemente para el piso de patios y viviendas.

Puerta de un corral formada por grandes bloques graníticos como jambas y dintel
Puerta de un corral formada por grandes bloques graníticos como jambas y dintel

Aunque no es muy frecuente, pequeños lentejones sin labrar colocados en hileras de piedras inclinadas en un sentido las de una fila y en el opuesto las de la siguiente, es decir «en espiga», se utilizaban para la elevación de cercas en lugares donde no abundaba el material de mayor tamaño. Otras veces se uülizaban estas losetas irregulares como remate superior de los vallados en una sola hilera.

Hasta ahora hemos visto, sobre todo las formas de utilización del granito tal como se encuentra en la naturaleza. Si ya intervienen los canteros nos encontraremos con distintos grados de trabajo y acabado en la piedra. El «esbastao» consiste simplemente en eliminar, con una maceta o una almadana los ángulos y salientes de las piedras que nos son molestos para su utilización. La piedra “del corte” es aquella que se ha obtenido por fragmentación de un batolito mediante cuñas metálicas que se introducen en las «cuñeras», éstas son orificios longitudinales abiertos en la roca con punteros.

Portada típica de la zona de la Campana de Oropesa en sillería granítica
Portada típica de la zona de la Campana de Oropesa en sillería granítica

Con esta operación se consiguen formas de escaso acabado que el «abujardao» procura hacer menos toscas; la bujarda es una herramienta con forma de mazo pero con salientes múltiples y piramidales en su cara de impacto. El picado, labrado, e incluso lijado de la piedra acabarán dando una textura más o menos fina a la misma. Se denomina sillería a la construcción con estos materiales debidamente escuadrados y labrados.

Muro de mampostería en Herreruela con sillería en la ventana
Muro de mampostería en Herreruela con sillería en la ventana

La fragilidad y descomposición, el color, y el grano de la piedra ha dado fama a determinados pueblos por la calidad de su granito como es el caso de Valdeverdeja, Lagartera o AIdeanueva de Barbarroya. En otros lugares como la sierra de San Vicente se ha trabajado poco la sillería, aunque sí que abunda la mampostería, en parte, por una menor calidad de los granitos de la zona.

PIEDRA, MADERA Y BARRO

PIEDRA, MADERA Y BARRO

Un relato sobre arquitectura popular en La Jara

Casa de majada en El Portezuelo, junto al río Jébalo
Casa de majada en El Portezuelo, junto al río Jébalo

Mariano miraba a su mujer que se despertaba remolona sobre el lecho de retamas y paja del chozo. El ruido que hacía el pastor al soplar sobre el fuego había despertado a Crisanta. Se volvió perezosa y su mirada se cruzó con la del hombre que era su marido desde hacía dos años y que compartía felizmente su pobreza con ella.

Pero ese día amanecía radiante y podía verse el cielo castellano, el cielo invernal más azul, por la abertura que dejaba la manta que su marido había colocado en la puerta para impedir el paso de la humedad de la mañana. La leche recién ordeñada hervía ya en el cazo que Mariano compro el día que fueron con su tío el arriero a Talavera.

Casi ningún pastor podía permitirse el pequeño capricho de ir de viaje de novios, pero él siempre había sido el favorito de su tío e incluso les invitó a comer y dormir en una fonda llena de tratantes y algún viajante de mercería. Por la noche les llevó al «liceo», una iglesia abandonada por los frailes y dedicada ahora a salón de baile donde esa noche tocaba una orquesta de Madrid. Bebieron gaseosa y vino y fue tal vez la noche más feliz de sus vidas.

Después, la soledad de la sierra, el ruido de los búhos,  los aullidos de los lobos y los jabalíes hozando en el prado habían sido los sonidos, tan terroríficos al principio, que impedían a Crisanta conciliar el sueño. Aunque poco a poco había ido acostumbrándose, como al intenso olor de cabra que despedían las ropas de su marido, ese olor que se le hacía casi agradable cuando en mitad de la noche despertaba asustada y se acurrucaba con su hombre.

Pozo y casa en la dehesa de Montarcos, en belvís de La Jara
Pozo y casa en la dehesa de Montarcos, en Belvís de La Jara

Por entre las juntas de las pizarras que formaban la bóveda del techo salía el humo del hogar, pero la leña húmeda consiguió hacer toser a la mujer. Mariano al levantarse apenas emitía algún gruñido antes de irse a ordeñar, pero más solícito que de costumbre, arropó a la mujer y dijo:

­-Quédate otro rato, anda.

-Tenía que quedarme preñada todos los días, para que así miraras por mí -respondió sonriendo la mujer- ¡Anda bolo! Que yo iré limpiando, vete al ganao.

Mientras el pastor estaba de careo veía de lejos a su mujer afanarse cogiendo leña y acercándose a la fuente a por agua. Andaba ya torpe con la tripa, estaba de seis meses y pronto tendría que irse con su madre al pueblo. No debía parir en aquel chozo y su hijo no se criaría ahumado en aquel cuchitril. Si las cabras parían bien sacaría un poco de dinerillo y acometería su proyecto, haría una casa para su familia.

Mientras pensaba en esto, Mariano tomó una plancha de corcho y con navaja tan gastada como afilada comenzó a darle forma redondeada a uno de los bordes, después la uniría a otras piezas con virus de jara y formaría una cuna para su hijo. Ya había matado otros ratos de pastoreo tallando un sonajero de una rama de espino y después haría un castillejo de corcho para meter al chaval mientras la madre se afanaba en la majada.

Su hermano le trajo al monte la noticia, la partera había dicho que era un muchacho muy hermoso. El pastor bajó al pueblo con las monedas que le habían dejado los cabritos. Antes de que volvieran al monte su mujer y el niño tenía que cubrir aguas.

Fue al herrero y encargó ochenta clavos para unir las alfangías a la viga maestra. En el comercio le vendieron cuatro costales de cal de Montesclaros. Aunque la casa iba a levantarla de piedra y barro necesitaría algo de argamasa para la chimenea y el caballete del tejado. Bajó después al tejar de tío Jacinto que había sido amigo de su padre, Mariano le echaría una mano y así las tejas le saldrían apañás de precio. Ya podía empezar pues el resto de lo que necesitaba para su casa lo tenía en el monte: piedra, barro y madera.

En una solana frente al arroyo decidió hacer los cimientos, cortó las jaras e igualó el terreno tirando con una cuerda el trazado de los muros. Tomó su azada y fue excavando los cimientos. En algunos lugares la pizarra se encontraba somera y tuvo que romperla con una cuña y la almadana, mientras que en otras partes de la cimentación el desnivel hizo necesario que fuera con el borrico a por grandes cantos rodados del arroyo para rellenar la zanja.

Con paciencia fue levantando las paredes, primero una fila de lanchas de pizarra y luego, para sentar la hilera siguiente, una capa de barro que había traído de los trampales, donde tantas veces se atascaba la borrica al pasar con el arado. Mariano iba dando la vuelta a las lajas hasta encontrarlas la cara adecuada en lo que parecía un juego de rompecabezas con un ritmo tan lento que, al principio, le hacía pensar a Mariano que su hijo ya habría entrado en quintas cuando él acabara la casa.

Pero cuando terminó la jornada y observó su obra mientras devoraba una gruesa loncha de tocino con largos y pausados tragos de vino, pudo calcular que en unas semanas habría levantado los muros y, aunque le dolían los riñones, sonreía mientras ordeñaba a las cabras pensando en la cara que pondría Crisanta cuando viera su nuevo hogar.

Con la ayuda de su hermano bajó hasta el arroyo a por el tronco de fresno que había escogido con tanto cuidado para descortezarlo y así evitar que se pudriera o se lo comieran las termitas. Invitó a los pastores vecinos que le ayudaron a subir la viga maestra y luego se bebieron el aguardiente que guardaba para una ocasión así. Sobre la viga clavó las alfangías y sobre ellas las jaras y la torta de barro que iban a sostener a las tejas.

Piedra, madera y barro, un hogar que nacía de la tierra, que era parte de esa tierra en la que luego él y su mujer y su hijo y los hijos de sus hijos se iban a deshacer en polvo con el que otros que vendrían después  amasarían el barro de sus casas.

Arquitectura popular en Aldeanovita