RUTA POR LA CAÑADA A NAVAMORCUENDE

CAÑADA LEONESA ORIENTAL IV

DE ALMENDRAL A NAVAMORCUENDE

Recorrido aproximado 8 kilómetros, 2 horas y media

A la salida de Almendral se sitúa una de las fuentes más bonitas de todo el camino ganadero y, justo enfrente, un antiguo lagar convertido en bar y casa rural.  Reiniciamos el camino y, también en medio del cordel, nos encontramos con la ermita de San Sebastián
que, como muchas otras de la sierra, tiene planta cuadrada y está levantada en sillería granítica. Guarda en su interior una graciosa imagen popular del santo atravesado por las flechas de su martirio.

Continuamos el camino y vamos ascendiendo entre jarales, encinas y rebollares, mientras contemplamos al norte la sierra de Gredos con los pueblecillos colgados de su falda.

Navamorcuende rodeado de prados

Llegamos a Navamorcuende, que es la capital señorial del occidente de la sierra de San Vicente. Se trata de uno de los señoríos más antiguos, pues ya fue otorgado por el rey Alfonso X el Sabio en 1276, cuando lo recibe el caballero Blasco Ximénez por sus señalados servicios al monarca, con facultades de repoblación y vasallaje. Esta familia formaba parte del mismo tronco de caballeros abulenses de la familia Dávila, famosos guerreros en la Edad Media y estirpe de la que derivan varias casas nobiliarias como la de Velada, casa con la que los señores locales mantuvieron largos pleitos cuando se creó el marquesado de Navamorcuende en 1641, pues reclamaban su titularidad. Comprendían sus estados las localidades de Marrupe, Sotillo, Buenaventura, Almendral y Cardiel. El Conde de Cedillo llegó a conocer el rollo jurisdiccional que daba al pueblo categoría de villa.

Cúpula granítica en la entrada de la iglesia parroquial de Navamorcuende

Es obligada una parada para visitar la magnífica iglesia parroquial de Santa María de la Nava, una soberbia construcción de sillería granítica de armónicas proporciones y adornada de contrafuertes y pináculos renacentistas rematados en bolas. En ella cabe destacar también la impresionante torre y la cúpula pétrea del pórtico principal y de la sacristía, dependencia que probablemente pertenece a una construcción anterior como indica su bóveda ojival del siglo XV. El ábside está decorado con dos grandes pilastras dóricas. Otros detalles que realzan el edificio son la ventana del baptisterio, las bolas de granito que rematan las columnas y balaustradas y el escudo de los Dávila en el exterior del ábside. El edificio está rodeado por un pretil de piedra y es obra de Pedro de Tolosa, discípulo de Juan de Herrera que trabajó también en El Escorial. En el interior se guarda una imagen barroca interesante de Cristo “amarrao” a la columna.

Fuente con inscripción de Carlos IV junto a la iglesia de Navamorcuende

El templo da a dos plazas, la mayor tiene una de las mayores tradiciones taurinas de la comarca, y en la otra podemos ver una graciosa fuente del siglo XVIII con una inscripción de Carlos IV. También hay un crucero junto a la iglesia y algún pilón.

Ermita del Cristo en Navamorcuende

La arquitectura popular es también interesante, aunque no quedan muchos edificios tradicionales de mampostería granítica. Sí podemos visitar algunos edificios singulares, como el palacio inacabado de los marqueses, edificio del siglo XVIII hoy arruinado, salvo la zona reutilizada como bar. También podemos acercarnos a la salida del pueblo hasta la ermita del Cristo de los Remedios, un edificio dieciochesco de considerables proporciones para su fin y pintoresco por su espadaña y su portalillo cubierto. Otros edificios de interés son los molinos de arroyo Lugar y otros tres situados ya en el Piélago que dejaremos, junto a otras muchas cosas de interés, como el convento, para un viaje específico a este paraje singular situado en la sierra y sobre el que hemos descrito una de las rutas de la Sierra de san Vicente.

Robledales de Navamorcuende bajo el arco iris

Sus taurinas fiestas se celebran del 7 al 11 de septiembre en honor de Nuestra Señora de la Nava. Antes de reiniciar nuestro camino trashumante podemos recuperarnos en uno de los restaurantes del pueblo en los que destacan los asados.

Un viejo azulejo nos indica todavía el nombre de una calle dedicada a maese Leví, un judío de la numerosa aljama de Navamorcuende que tenía a finales del siglo XV una reconocida fama de “galeno sangrante”. Ejerció también en Talavera y parece que su fama llegó incluso a la corte, donde reclamaron sus servicios, aunque también fue procesado por la muerte del hijo del alguacil de Sotillo, con el que parece se pasó de sangrías. Hubo en el pueblo otros judíos que fueron procesados por la inquisición, como el pescadero del pueblo que era a su vez cobrador del señor feudal.

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